El Pentecostés y la Torre de Babel: Una nota sobre el "hablar en lenguas" de Hechos 2

Dec 27, 2020
Juegos Cristianos

Introducción

Existen muchas maneras de estudiar la Biblia. Esto se debe a que, de cierta manera, la Escritura es como un diamante que posee muchas caras, aristas y ángulos diferentes. Cada método de estudio arroja luz sobre una cara en particular, permitiendo observar el brillo y la claridad del texto bíblico desde una óptica diferente de las otras. Aprovechando esta propiedad de la Escritura analizaremos un pasaje bíblico utilizando la intertextualidad como método de estudio.

El uso de la intertextualidad como método de estudio fue desarrollado académicamente por Michael Fishbane,[1] quien propuso identificar cómo la Biblia retoma, re-usa y reinterpreta textos, motivos y temas a lo largo de sus libros como una herramienta exegética válida. No obstante, es posible describir la obra de Fishbane no en términos de un avance pionero, sino como la continuación de las premisas de la Reforma, en la cual “la Escritura se interpreta a sí misma”.[2] De cierta manera, los protestantes durante siglos han creído que la mejor manera de llegar a la verdad es “para comparar la Escritura con la Escritura”.[3] Podemos definir entonces la contribución de Fishbane como el refinamiento de un método preexistente para que se convirtiera en una herramienta académica aceptable.

En general, en el estudio intertextual de la Biblia se reconocen tres categorías en las cuales se pueden clasificar las relaciones que tiene dos o más textos:[4]

  1. Citas: Son citas textuales, donde se copian o parafrasean las mismas palabras. Aquí se puede o no mencionar la fuente o autor original.

  2. Alusiones: Son referencias, ya sean explícitas o implícitas, a otros textos, pero sin que haya una copia de las palabras mismas.

  3. Ecos: La categoría más elusiva de todas. Aquí un texto forma el marco conceptual de otro, pero sin que haya una conexión lingüística directa entre ellos.

De estas tres categorías en este artículo nos enfocaremos en la tercera. Al estudiar Hechos 2 observaremos los ecos provenientes de Génesis 11:1-9. Este análisis intertextual intentará dar una respuesta al debate que existe en la interpretación del fenómeno de hablar en lenguas durante el Pentecostés.

En resumen, podemos encontrar dos posturas. La mayoría de las denominaciones tradicionales creen que el don de lenguas consiste en la capacidad sobrenatural de hablar idiomas extranjeros que previamente no se conocían. Este fenómeno es denominado xenoglosia, que proviene de xenos (ξένος) y glossa (γλῶσσα), que significan “extranjero” y “lengua” respectivamente. Por lo tanto, se concluye que durante el Pentecostés los discípulos de Jesús hablaron idiomas extranjeros.[5]

Por el otro lado, la mayoría de las denominaciones pentecostales y movimientos carismáticos creen que el don de lenguas consiste en pronunciar o repetir palabras ininteligibles en lo que a veces parece ser un trance o éxtasis místico que experimenta el creyente. Es decir, se trata de pronunciar sonidos que no tienen un significado conocido, ni pertenecen a un idioma humano identificado, sino que son idiomas “angelicales” o “celestiales”. El término técnico para describir este fenómeno es glosolalia, proveniente del griego glossa (γλῶσσα) y laleo (λαλέω) que significan “lengua” y “hablar” respectivamente. De allí se deduce que los discípulos de Jesús durante el Pentecostés estaban hablando idiomas celestiales o angelicales.[6] En ocasiones esta práctica es unida al fenómeno de la akolalia, del griego akouo (ακουω) laleo (λαλέω), que significan “escuchar” y “hablar” respectivamente. Esta última manifestación es considerada a habilidad sobrenatural por la cual el idioma del hablante es traducido en los oídos de los diferentes oyentes para ser entendido en el lenguaje de cada uno de ellos.[7] Dicho de manera simple, es un “milagro de audición”.[8] A pesar de que la akolalia y la glosolalia son fenómenos diferentes, unos pocos comentaristas consideran que se manifestaron al mismo tiempo durante el Pentecostés.[9] Es decir, los apóstoles hablaron en lenguas celestiales mientras que los judíos que los captaron las palabras como si fueran sus idiomas nativos.

Contexto de Hechos 2
Ya hemos observado que existen dos posturas acerca de lo que sucedió en el Pentecostés. Antes de observar como la intertextualidad nos ayuda a identificar la postura correcta, es necesario que conozcamos brevemente el contexto de lo relatado en el capítulo 2 de Hechos.

Antes de ascender a los cielos, Jesús les aseguró a los discípulos que serían “bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días” (Hch. 1:5).[10] Con el nuevo poder del Espíritu los discípulos deberían ser “testigos” de Cristo “en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1:8). Luego de la ascensión de Jesús los discípulos fueron a Jerusalén y entraron a un “aposento alto” (Hch. 1:13). Mientras esperaban el descenso del Espíritu Santo se dedicaron “de continuo a la oración” (Hch. 1:14).

El Espíritu Santo no descendió sino hasta más o menos diez días después, durante la fiesta del Pentecostés, también llamada “Fiesta de las Semanas”.[11] Era la segunda fiesta litúrgica más importante para los judíos, en la cual se celebraba la siega del trigo.[12] Era una de las tres festividades que debían celebrarse en el Santuario y duraba solo un día.[13] Esto provocaba grandes migraciones de judíos hacia Jerusalén, lo cual es confirmado por el texto bíblico, pues se nos dice que había personas “procedentes de todas las naciones bajo el cielo” (Hch. 2:5).

De acuerdo a Lucas, el derramamiento del Espíritu Santo no solo fue el cumplimiento de la promesa que Jesús les había hechos a sus discípulos antes de su ascensión, sino también consumación anti-típica de la fiesta del Pentecostés. Es decir, la festividad era una sombra o un símbolo que prefiguraba una realidad futura. El derramamiento del Espíritu Santo era esa realidad. Ya desde el comienzo de la narración podemos notar esto. El texto griego dice literalmente: “Y en el cumplimiento del día del pentecostés…” (Καὶ ἐν τῷ συμπληροῦσθαι τὴν ἡμέραν τῆς πεντηκοστῆς…).

Al conocer el trasfondo del Pentecostés podemos tener una mejor visión del significado de lo sucedido. Para Lucas, existen antecedentes históricos y tipológicos del derramamiento del Espíritu. De hecho, para él toda la historia apostólica tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, lo cual podemos notar mediante sus constantes citas y alusiones veterotestamentarias a lo largo de su libro.[14] Esto explica su uso de la intertextualidad narrativa, es decir, en este caso, de ecos a la historia de la Torre de Babel en Hechos 2.

Intertextualidad en Hechos 2
Después de conocer el contexto general de Hechos 2 podemos iniciar un análisis intertextual del relato. Debemos mencionar que existen varias conexiones intertextuales en el capítulo. Por ejemplo, son varios los comentadores que señalan las relaciones intertextuales entre la entrega de la ley en el Monte del Sinaí y el descenso del Espíritu Santo.[15] Aunque ciertamente parece ser una relación válida que enriquece considerablemente nuestra lectura del texto, aporta poco al debate que intentamos resolver. Además, la conexión definitiva entre la fiesta del Pentecostés con la entrega de la Ley no se llevó a cabo en el judaísmo sino hasta el siglo II,[16] aunque haya sido una interpretación patrística común durante los primeros siglos del cristianismo.[17]

Otro punto digno de mencionar es la abundancia de citas y referencias al Antiguo Testamento en el discurso de Pedro, como las citas de Joel 2 (vv. 17-21), del Salmo 16, (vv. 25-28) del Salmo 110 (vv. 34-35) y de Isaías 57:19 (v. 39).[18] No obstante, al igual que en el caso anterior, estas conexiones intertextuales tampoco aportan a la resolución del debate que estamos analizando.

También se ha propuesto una relación intertextual con Números 11,[19] pero, nuevamente, esta conexión poco aporta al tema de este artículo.

El punto más importante que analizaremos es la conexión intertextual entre el relato de la Torre de Babel en Génesis 11 y el milagro del don de lenguas durante el Pentecostés. Son varios los comentadores que relacionan ambos eventos,[20] pues existen varias semejanzas y conexiones entre los dos relatos.[21]

El Génesis comienza el relato asegurando que “Toda la tierra hablaba la misma lengua y las mismas palabras” (11:1), mientras que Hechos asegura que en Jerusalén se encontraban “hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo” (2:5).[22] Mientras que al principio todas las personas vivían en un solo lugar, hablando un solo idioma, Lucas nos muestra a persona de todo el mundo, hablando diferentes idiomas, reunidas en un mismo lugar. Luego, por iniciativa humana, las personas se reúnen para construir una torre “cuya cúspide llegue hasta los cielos” y, de ese modo, obtener “un nombre famoso” (Gn. 11:4). En contraste, por iniciativa divina, los discípulos se reunieron en un “aposento alto” (Hch. 1:13), y luego proclamaron “las maravillas de Dios” (Hch. 2:11).

Las narraciones, en este punto, presentan el descenso de la divinidad. Génesis declara: “Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. Y dijo el Señor: …Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro” (11:5-7). En contraste, Hechos describe que “todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse” (2:4).

La intervención divina provoca un cambio comunicativo entre las personas. Quienes trabajaban en la construcción de la Torre de Babel dejaron de entenderse entre ellos. De hablar un mismo idioma pasaron a hablar diferentes idiomas. En contraste, los judíos de Jerusalén, a pesar de hablar idiomas diferentes, comenzaron a entender el mensaje transmitido por los discípulos.

Por último, diferentes comentadores han señalado que la lista de naciones presentada por Lucas en Hechos 2:9-11 tiene notables similitudes con listas de la literatura judía contemporánea que descienden, en última instancia, de la “tabla de naciones” presente en Génesis 10-11.[23] Dado que ambas listas se ubican en posiciones opuestas (aparecen antes de la narración en Génesis, pero al final de la perícopa en Hechos) también puede ser un indicio de la reversión que ocurre en el texto lucano.

A la luz de estos paralelos, semejanzas y contrastes, resulta claro que el Pentecostés funciona como una “reversión” de la Torre de Babel.[24] Mientras que en el Génesis la humanidad unida en pecado es dividida y separada mediante la confusión de idiomas, en Hechos el Espíritu Santo trae a la humanidad separada en varios idiomas para que sean uno en Cristo. Es claro que esta reversión debe interpretarse a un nivel espiritual, más que político, geográfico o social. Los cristianos continúan perteneciendo a países y regiones diferentes, pero mediante la obra del Espíritu se unen al cuerpo de Cristo y conforman el Reino de Dios.

Dentro de la narración lucana podemos confirmar estas ideas, pues el acto de hablar en lenguas claramente tiene un sentido misional.[25] Además, el llamado al arrepentimiento, proclamado en las lenguas nativas de las personas que habían viajado a Jerusalén desde el resto del mundo, se convierte en un intento de reagrupar y restaurar a Israel.[26] Esto ciertamente no excluye al resto del mundo, pues el “segundo pentecostés” de Hechos 10, donde el Espíritu Santo se derrama sobre un grupo de gentiles quienes también hablan en lenguas, demuestra la universalidad étnica y geográfica del Reino de Dios.

Al comprender la vinculación entre ambos textos y el funcionamiento de los ecos del Génesis en la narración de Hechos, podemos interpretar mejor los elementos históricos que son descritos allí. Es decir, a la luz de esta relación intertextual entre ambos relatos, podemos obtener mayor luz acerca de la naturaleza de las “lenguas” que fueron habladas en el Pentecostés.

El consenso académico señala que la narración de la Torre de Babel funciona como la explicación del origen de diferentes naciones e idiomas que existen en el mundo.[27] La separación que Dios provocó en ese entonces se basa en barreras lingüísticas. La única manera de revertir estas dificultades comunicativas es mediante la intervención sobrenatural de la Deidad mediante la entrega del don espiritual de las lenguas. Es aquí donde la xenoglosia cobra mucho más sentido que la glosolalia, pues hablar en idiomas celestiales difícilmente servirían para sobrepasar las barreras idiomáticas que separaban a las personas reunidas en Jerusalén. En cambio, si el Espíritu Santo capacitó a los discípulos para que pudieran hablar en idiomas extranjeros que previamente no conocían, entonces podrían comunicar el evangelio con facilidad a las personas reunidas en la ciudad. Es claro que la xenoglosia encaja mejor en el esquema de reversión de la Torre de Babel que presenta Lucas.[28]

Incluso el fenómeno de la akolalia no consigue encajar plenamente en este eco intertextual. La narración nos muestra que el Espíritu Santo descendió los discípulos, y no sobre su audiencia. Por lo tanto, “la intención de Lucas es la de asociar la venida del Espíritu con la actividad de éste entre los creyentes, no postular un milagro del Espíritu entre aquellos que aún eran inconversos”.[29]

Recapitulando, la conexión intertextual de Hechos 2 con Génesis 11, definida como una reversión narrativa, sugiere que en el Pentecostés se manifestó la xenoglosia entre los discípulos, los cuales hablaron idiomas extranjeros que previamente no conocían. Este milagro, producto de una intervención divina, permitió la difusión del evangelio y la incorporación de los no creyentes al Reino de Dios. En armonía con el patrón inversivo, la historia de la Torre de Babel describe el intento de construir una unidad humana opuesta a los planes divinos, el relato de Pentecostés narra el inicio de una “unidad divinamente sancionada”.[30]

Conclusión
En este breve artículo hemos podido observar que el relato del Pentecostés de Hechos 2 posee varias relaciones intertextuales con el Antiguo Testamento. No obstante, nos hemos concentrado solo en los ecos del relato de la Torre de Babel que se encuentran en la narración del Pentecostés. Al contraponer ambas historias podemos observar que existen varias similitudes, paralelos y contrastes entre ellas. En general observamos un proceso de reversión de lo sucedido en la Torre de Babel a lo largo de los sucesos del Pentecostés. De los tres fenómenos observados, la glosolalia, la akolalia y la xenoglosia, solo este última encaja dentro del marco narrativo presentado por los ecos intertextuales de Hechos. Así como Dios intervino para quebrar la unidad humana mediante la confusión de lenguas en la Torre de Babel, ahora el Espíritu interviene para establecer una unidad divina capacitando a los discípulos a comunicarse en otros idiomas humanos, superando así las barreras lingüísticas existentes en la humanidad.

Referencias:


  1. Véase su libro Biblical Interpretation in Ancient Israel (Oxford: Clarendon Press, 1985). ↩︎

  2. Teófilo Correa, “Intertextualidad y Exégesis Intra-Bíblica, Dos caras de la misma moneda, Breve análisis de las presuposiciones metodológicas”, DavarLogos 5, no. 1 (2006), 10. ↩︎

  3. Elena de White, Testimonios para la iglesia, vol. 3 (Miami, FL. Asociación Publicadora Interamericana, 2004), 469. ↩︎

  4. Véase, Christopher A. Beetham, Echoes of Scripture in the Letter of Paul to the Colossians (Leiden: Brill, 2008), 15-24; y también, G. K. Beale, Handbook on the New Testament Use of the Old Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2012), 29-40. ↩︎

  5. Esta es la postura tomada por C. K. Barrett, The Acts of the Apostles, 2 vols. The International Critical Commentary (Edinburgo: T&T Clark, 1994), 1:109; F. F. Bruce, The Acts of the Apostles: Greek Text with Introduction and Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1990), 114-115; Joseph A. Fitzmyer, Los Hechos de los Apóstoles: Traducción, introducción y comentario, 4 vols. (Salamanca: Sígueme, 2003), 1:320; Jesús M. Asurmendi et al., El Espíritu Santo en la Biblia. Cuadernos Bíblicos 52 (Estella: Verbo Divino, 1986), 44-45; Justo González, Hechos de los Apóstoles. Comentario bíblico latinoamericano (Miami, FL: Caribe, 1992), 63-65; Ernst Haenchen, The Acts of the Apostles: A Commentary (Filadelfia: The Westminster Press, 1971), 168-169; Josef Kürzinger, Los Hechos de los apóstoles, 2 vols. (Barcelona: Herder, 1974), 1:51-52; Charles H. Talbert, Reading Acts: A Literary and Theological Commentary on the Acts of the Apostles (Macon, GA: Smyth & Helwys, 2005), 25-26; Charles Caldwell Ryrie, The Acts of the Apostles (Chicago: Moody Press, 1961), 19; Mario Veloso, Hechos: contando la historia de la iglesia apostólica (Buenos Aires: ACES, 2009), 28; Roger Stronstad, La teología carismática de Lucas (Springfield, MO: RDM, 2008), 83-87. ↩︎

  6. Esta es la postura tomada por Yiye Ávila, Dones del Espíritu (Miami, FL: Unilit, 1993), 15-37; S. G. Wilson, The Gentiles and the Gentil mission in Luke-Acts (New York. Cambridge University Press, 1973), 121-122; Alfred Wikenhauser, Los Hechos de los Apóstoles (Barcelona: Herder, 1973), 60; James D. G. Dunn, Jesus and the Spirit (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1997), 148-150. ↩︎

  7. Harold Hunter, “Tongue-Speech: A Patristic Analysis”, Journal of the Evangelical Theological Society 23, n° 2 (junio de 1980), 125. ↩︎

  8. Amos Young, “The Truth of Tongues Speech: a Rejoinder to Frank Macchia”, Journal of Pentecostal Theology 13 (1998), 108. ↩︎

  9. Gerald Hovenden, Speaking in Tongues: The New Testament Evidence in Context (Londres: A&C Black, 2002), 61-62. ↩︎

  10. A menos que se indique algo diferente, todas las citas bíblicas han sido tomadas de La Biblia de las Américas (1986). De la misma manera, a menos que se indique lo contrario, el énfasis es añadido. ↩︎

  11. Xabier Pikaza, Diccionario de la Biblia, Historia y Palabra (Estella: Verbo Divino, 2008), 783. ↩︎

  12. Francesc Ramis, Hechos de los apóstoles (Estella: Verbo Divino, 2009), 54. ↩︎

  13. Wikenhauser, Los Hechos de los Apóstoles, 58. ↩︎

  14. Luis Sánchez Navarro, Testimonios del reino: Evangelios sinópticos y hechos de los apóstoles (Madrid: Palabra, 2010), 244-245. ↩︎

  15. Joseph Auneau etal., Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles (Madrid: Cristiandad, 1983), 252; Cristian Wolff, “Λαλειν γλωσσαις in the Acts of the Apostles”, en Paul, Luke and the Graeco-Roman World: Essays in Honour of Alexander J. M. Wedderburn, eds. por Alf Christophersen et al. Journal for the Study of the New Testament Supplement Series 217 (Londres: T&T Clark, 2003), 191-199; Talbert, Reading Acts, 23-26; Felipe Ramos, Hechos de los Apóstoles (Madrid: PPC, 1971), 85-86; Ramis, Hechos de los apóstoles, 54-55; Kürzinger, Los Hechos de los apóstoles, 1:50-51; F. F. Bruce, The Book of the Acts. The New International Commentary New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1988), 54; James D. G. Dunn, Baptism in the Holy Spirit (Filadelfia: The Westminster Press, 1977), 47-49; Anthony D. Palma, El Espíritu Santo: una perspectiva pentecostal (Miami, FL: Vida, 2005), 138. Véase especialmente, Sejin Park, Pentecost and Sinai: The Festival of Weeks as a Celebration of the Sinai Event (Londres: T&T Clark, 2008). ↩︎

  16. Detlev Dormeyer y Florencio Galindo. Comentario a los Hechos de los apóstoles: Modelo de una nueva evangelización. Evangelio y Cultura 4 (Estella: Verbo Divino, 2007), 54. ↩︎

  17. Véase, Heidi Hornik y Mikeal C. Parsons, Acts of the Apostles Through the Centuries (Malden, MA: John Wiley & Sons, 2016), 40-41. ↩︎

  18. Equipo Cahiers Evangile. Los hechos de los apóstoles. Cuadernos Bíblicos 21 (Estella: Verbo Divino, 1991), 22. ↩︎

  19. Gregory J. Leeper, “The Nature of the Pentecostal Gift with Special Reference to Numbers 11 and Acts”, Asia Journal or Pentecostal Studies 6, no. 1 (2003), 23-28. ↩︎

  20. Joaquín González Echegaray, Los hechos de los apóstoles y el mundo romano (Estella: Verbo Divino, 2002), 261; Josep Rius-Camps, De Jerusalén a Antioquia: Génesis de la Iglesia Cristiana, Comentario lingüístico y exegético a Hch 1-12 (Madrid: El Almendro, 1989), 68; Jaroslav Pelikan, Acts. Brazos Theological Commentary on the Bible (Grand Rapids, MI: Brazos Press, 2005), 231; Ramis, Hechos de los apóstoles, 57; Wilson, The Gentiles and the Gentil mission in Luke-Acts, 126. Entre quienes se oponen a esta relación intertextual se encuentra Pablo Richard, El movimiento de Jesús ante de la Iglesia: una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles (Santander: Sal Terrae, 1998), 41-42. ↩︎

  21. Jud Davis. “Acts 2 and the Old Testament: The Pentecost even in Light of Sinai, Babel, and the Table of Nations”, Criswell Theological Review 7, no. 1 (otoño de 2009), 45-47; Alexander D. Soal y Desmond Henry, “The reversal of Babel: Questioning the early church’s understanding of the gift of the Holy Spirit in Acts as a reversal of the curse of Babel”, Verbum et Ecclesia 39, n° 1 (2018), 1-10. ↩︎

  22. Rius-Camps, De Jerusalén a Antioquia, 69. ↩︎

  23. Gary Gilbert, “The List of Nations in Acts 2: Roman Propaganda and the Lukan Response”, Journal of Biblical Literature 121, no. 3 (2002), 503-504. ↩︎

  24. C. K. Barrett, The Acts of the Apostles: A Shorter Commentary (Londres: T&T Clark, 2002), 17; Alfred Edersheim y Richard Ramsay, Exploremos Génesis (Miami, FL: Logoi, 2001), 82; Gianfranco Ravasi, El libro del Génesis (1-11) (Barcelona: Herder, 1992), 207; Pablo Hoff, El pentateuco (Miami, FL: Vida, 1978), 47. ↩︎

  25. Robert C. Tannehill, The Narrative Unity of Luke-Acts, A Literary Interpretation, vol. 2: The Acts of the Apostles (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1990), 26-27 y también, Justo L. González y Catherine G. Conzález, “The Ins and Outs of Pentecost”, Journal for Preachers (2003), 14. ↩︎

  26. Michael E. Fuller, The Restoration of Israel: Israel's Re-gathering and the fate of the nations in Early Jewish Literature and Luke-Acts (Berlín: Walter De Gruyter, 2006), 261. ↩︎

  27. Arnold G. Fruchtenbaum, The Book of Genesis. Ariel's Bible Commentary (San Antonio, TX: Ariel Ministries, 2008), 225; José Loza, Génesis 1-11. Comentario a la Nueva Biblia de Jerusalén (Bilbao: Desclée De Brouwer, 2005); 107; Esteban Voth, Génesis. Comentario bíblico hispanoamericano (Miami, FL: Caribe, 1992), 298; Claus Westermann, Genesis (Londres: T&T Clark International, 2004), 83; John Barton y John Muddiman, eds. The Pentateuch. The Oxford Bible Commentary (New York: Oxford University Press, 2001), 66; Joseph Blenkinsopp, El pentateuco (Estella: Verbo Divino, 2001), 125. ↩︎

  28. El estudio de la intertextualidad lucana en este capítulo no debería tomarse como la respuesta definitiva acerca del debate entre la xenoglosia y la glosolalia. Este recurso es, simplemente, una de las maneras que tenemos de acercarnos al texto bíblico. Sin embargo, un análisis exegético del capítulo nos llevará a la misma conclusión: Lucas describe el fenómeno de la xenoglosia. Véase, Gerhard Hasel, Speaking in Tongues: Biblical Speaking in tongues and Contemporary Glossolalia (Berrien Springs, MI: ATS Publications, 1994), 67-89. ↩︎

  29. Donald A. Carson, Manifestaciones del Espíritu: Una exposición teológica de 1 Corintios 12-14 (Barcelona: Andamio, 2000), 213. ↩︎

  30. Craig S. Keener, Acts: An Exegetical Commentary, 2 vols. (Grand Rapids, MI. Baker Academic, 2012), 1:84. ↩︎

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Eric Richter

Estudiante Facultad de Teología | Universidad Adventista del Plata.