Un feliz año nuevo
Otro año ha pasado. Las palabras “Te deseo un Feliz Año Nuevo” son repetidas por aquí y por allá, por padres y niños, hermanos y hermanas, familiares y amigos. En un mundo como el nuestro, este saludo de Año Nuevo parece más apropiado que decir “Feliz Navidad”, como hasta hace poco se escuchaba de labio en labio. Por todos lados hay caras pálidas, cejas dobladas por el dolor y la preocupación, y figuras encorvadas por la edad. Donde sea que miremos, puede ser visto el atuendo del luto. Los sufrientes, los agobiados, los ancianos ya no pueden ser felices. En muchos hogares hay una silla vacía, un niño o esposo o padre amado, cuya presencia que alegró la última Navidad o la festividad del Año Nuevo, ya no está en el círculo familiar. Para esa familia dolida un “feliz navidad” suena como una burla. Pero cualesquiera que sean las preocupaciones y dolores de la vida, cualesquiera sean sus errores y equivocaciones, las palabras “Un Feliz Año Nuevo”, pronunciadas como una expresión de amor y respeto, suenan placenteramente en el oído.
Pero aun así, ¿no son estas saludos corteses a menudo olvidados con la enunciación? ¡Cuán a menudo fracasamos al poner en práctica su importancia en la vida diaria, y así ayudar a su cumplimiento! ¡Cuán a menudo los saludos de Año Nuevo son pronunciados con labios insinceros, de corazón que no abandonarían una gratificación egoísta con tal de hacer a otros felices!
Padre y madres, mientras les desean a sus niños un Feliz Año Nuevo, ¿no lucharán en el temor del Señor para hacerlo un año feliz? ¿No llevarán a sus seres queridos a la verdadera fuente de paz y alegría? ¿No consagrarán vuestros corazones a Dios para poder ejercer una influencia santificadora sobre vuestros niños? ¿No los separarán del pecado, y al vivir la fe conectarlos con Dios?
Una madre puede darles a sus hijas una educación que será invaluable, al educarlas para compartir las cargas familiares. Un padre puede darles a sus hijos un capital más valioso que el oro o la plata, al enseñarles a amar el empleo útil. Padres, ahora es el momento para formar a sus hijos en los hábitos de la industria, de la autoestima y el autocontrol; para cultivar la economía y el tacto para los negocios. Ahora es el momento para enseñarles cortesía y benevolencia hacia sus hermanos, y amor y reverencia hacia Dios.
Mediante un fiel cumplimiento del deber ustedes pueden hacer que este año sea feliz para sus niños. El hogar debería ser el hogar más atractivo sobre la tierra para ellos; y pueden hacerlo así mediante palabras y hechos amables, y, sobre todo, una adherencia firme a lo correcto. Padres y madres, enséñenles a sus niños que la única manera de ser verdaderamente feliz es amar y temer a Dios; y enfaticen esta lección mediante su propio ejemplo. Que los niños vean que la paz de Cristo gobierna en sus corazones, y que su amor controla sus vidas.
Niños que saludan a sus padres y madres con un “Feliz Año Nuevo”, ¿no harán que este año sea feliz para ellos? Está en vuestro poder hacerlo feliz o infeliz. Ustedes pueden alivianar sus cargas y darles valor y esperanza, o pueden llenar sus corazones con ansiedad y aflicción. No pueden hacer que este nuevo año sea feliz si viven para la auto-gratificación.
Empiecen este año con propósitos correctos y motivos puros. Tengan en mente que día a día vuestras palabras y hechos son registrados en los libros del cielo. Ustedes deberán encontrarse con ellos cuando el juicio comience y los libros se abran.
¡Cuán seguido vuestros labios pronuncian el amable saludo “te deseo un Feliz Año Nuevo”, y después en unos pocos momentos pronuncian impacientes palabras desagradables! ¡Cuántos niños están siempre listos para pelear acerca de nimiedades, sin estar dispuestos a hacer el menor sacrificio por otros! Para tales, el nuevo año no trae una verdadera felicidad. Ellos pueden disfrutar de la alegría bulliciosa, pero sus corazones no conocen paz ni alegría. ¿No vendrán a Jesús con penitencia y humildad, para que Él pueda limpiarlos de vuestro pecado, y prepararlos para su reino? Si hacen esto, disfrutarán el año más feliz que puedan haber conocido. Traerán alegría en el cielo y en la tierra.
Muchos son los regalos y saludos que son intercambiados en el día de Año Nuevo, por padres y niños, esposos y esposas, hermanos y hermanas, amigos y familiares. Cuando el día termina, muchos sienten una sensación de alivio. Han cumplido su deber al entregar presentes, sonrisas y cumplidos en esta ocasión, y allí se supone que todo termina. Al día siguiente, y al siguiente, y así hasta el fin de año, traen palabras desagradables y enfadadas, críticas, recriminación y descuido negligente de los queridos en el hogar. Oh, el registro de un año tal es uno que los ángeles están apenados y avergonzados de registrar. Les provoca a los amigos y parientes un regalo de dolor, una carga de descortesía, que aplasta la esperanza y hace que la tumba parezca agradable.
¿Realmente les desea a sus amados un feliz año nuevo? Si es así, hagan que sea feliz mediante la amabilidad, la simpatía, la alegría, y la devoción abnegada. Si nos conectamos con Dios, la fuente de paz, y luz, y verdad, su Espíritu fluirá a través de nosotros, para refrescar y bendecir a todos a nuestro alrededor.
Este año puede ser el último de vida. ¿No entraremos a este año con consideración reflexiva? ¿Acaso la sinceridad, el respeto y la benevolencia marcará nuestro trato hacia todos? Que este año pueda ser un tiempo que nunca será olvidado, -un tiempo en el que Cristo esté con nosotros, diciendo “Paz a vosotros”.
Autor: Elena de White | Traducido por Eric Richter | Publicado originalmente en Signs of the Times del 7 de Enero de 1903.