¿Quién es el Hijo del Hombre en Daniel 7:13?
La cláusula “hijo del hombre” es una expresión estereotipada en el libro de Daniel. Tal expresión no está limitada solamente al libro de Daniel. En el Antiguo y Nuevo Testamentos se utilizan con regularidad. Sin embargo, tal citación frasal debe considerarse detenidamente pues es polisémica en sí misma: a veces hace referencia a seres humanos (profetas, o personas inmersas en el relato trazado) o un ser específico en especial. La cuestión de la angelología judía y la onomástica palestinense han ahondado excesivamente al identificar a tal ser, y han llegado a consensos y conclusiones verosímiles. Especialmente sobre este tema se ha gastado mucha tinta; libros de teología judía, cristiana e islámica han sido escritos hacia la apreciación impactante de tal panorama escriturístico. Sin embargo, es sabido que la porción textual en cuestión se limita al apocalipsis veterotestamentario: el libro de Daniel. Así que la delimitación del estudio subsiguiente se enfrascará especialmente en tal mención. Lo anterior no significa excluir extrapolaciones textuales conceptuadas en otras partes de la Toráh y las escrituras cristianas. A posteriori a lo anterior, se dilucidará el marco histórico, literario, y se reflexionará sobre el significado de la expresión “el hijo del hombre” enfrascada en 7:13.
Apreciación histórica
A través de la historia se ha evidenciado un continuo debate en cuanto a la historicidad del libro de Daniel. Desde historiadores, filósofos y teólogos hasta científicos. El estudio de tal libro ha manifestado incertidumbre al correr de las edades. En el mundo judaico tal libro es conservado abiertamente por las expectaciones apocalípticas que se encuentran inmersas allí.
- Spinoza, el filósofo, defensor acérrimo del Panteísmo y precursor ideológico en cuanto al vínculo metafísico con Albert Einstein, propuso saber que los capítulos 8-12 Daniel los había escrito, pero de los primeros siete capítulos ignoraba su composición literaria[1]. Isaac Newton por su parte interpretó que los capítulos 7-12 fueron escritos por Daniel el profeta, pero que 8-12 son documentos históricos posteriores ajenos a la mano del profeta[2]. Otros apuestan a favor de que el libro en su completitud fue escrito por un Judío llamado Daniel[3]Otros defienden una posición de anonimato, es decir, el libro de Daniel se escribió bajo parámetros históricos; se sabe que fue un judío pero no es el Daniel del Hebraísmo[4]. También ha sido discutida la fecha de escritura del libro. La alta crítica considera que el libro fue escrito en situaciones históricas cercanas al Siglo II, y que su desarrollo está basado en la experiencia de los judíos bajo el yugo de Antioco IV Epífanes, rey seléucida, y 8 en su clasificación hegemónica[5]. Otros consideran que el libro en cuestión fue escrito en el Siglo VI a.C, bajo el Exilio babilónico, en donde el profeta a través de su experiencia profética-histórica trazó los eventos mundiales[6]. Tales propuestas históricas se conocen como la Tesis Macabea, la primera, y la Tesis Exílica, siendo la segunda. Dentro de tales cuestionamientos se mueve el alegato acalorado sobre la definición precisa del libro de Daniel.
Apreciación literaria
La presentación de Daniel es una composición narrativa-histórica. El relato se desprende en un sitio real (avalado por la arqueología), las circunstancias, y un personaje real y fidedigno. Desde la óptica redaccional, hay dos posibilidades: (1) Daniel escribió el documento por cuanto había aprendido letras en Babilonia; (2) Daniel dictó la narrativa y un amanuense lo plasmó. La evidencia interna ratifica la autoría redaccional a Daniel. Se sabe que la composición del libro es especial por cuanto su contenido no es semejante a otro en todo el Antiguo Testamento. Podría decirse que Daniel es el Apocalipsis del Judaísmo temprano, así como el Apocalipsis Juanino es el documento de expectaciones del Cristianismo primitivo.
Perspectiva histórica-profética
La peculiaridad del contenido del libro de Daniel es singular. No se encuentra otro con contenido similar en todo el Antiguo Testamento. La estructura misma del libro propone relación horizontal-vertical. Es Dios quien detrás de la escritura de tal libro está colocando el trasfondo de la historia mundial. Los 6 primeros capítulos (1-6) están enfocados en el plano histórico, mientras que los capítulos 7-12 parecen describir el lente profético. La parte histórica se limita (con excepción del capítulo 2) a la narración de hechos sin lenguaje simbólico; la parte profética embauca la historia desde el lente semiótico o no-literal. La dinámica de símbolos es normal en el libro de Daniel por cuanto la precisión profética requiere de semiología. La providencia divina parece acobijar el contenido del libro so pretexto de que en la Edad Media el libro pudo ser destruido a base de las interpretaciones sobre el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8 y el posible vínculo con la Iglesia Medieval. Por tal motivo, Daniel precisó colocar las entidades mimetizadas dentro del lenguaje simbólico.
Daniel 7
Daniel 7 aguarda una perspectiva netamente profética desde el sistema de interpretación histórico-gramatical. El criticismo bíblico adecúa el contenido de Daniel a los eventos desencadenados en el Siglo II, teniendo como base el régimen de Antioco IV Epífanes. Daniel 7 está enmarcado en la parte profética del libro de Daniel. La prosopopeya es identificada en el libro de Daniel de forma automática al momento de sumergir el contenido textual a investigación. Cuernos que hablan, bestias salvajes inimaginables en la realidad, cálculos temporales introducidas con la palabra “tiempos”, y demás proyecciones son típicas del enfoque irreal por cuanto los conceptos tomados no pertenecen a la realidad inherente. La perspectiva judía de Daniel está respaldada por el tema del juicio que permea todo el libro. Daniel 7 culmina con un juicio a nivel celestial. El tema central del libro de Daniel es el juicio celestial[7]. De esta manera, el análisis de la expresión “hijo del hombre” en el versículo 13 debe colindar con las especificaciones de un juicio a escala celestial. Happenstall especifica la estructura de Daniel 7 en tres partes[8]:
-
Versículos 1-14: Se declara y se consigna la visión según la vio Daniel.
-
Versículos 15-22: Daniel está profundamente preocupado por conocer el significado de ciertos aspectos de la visión que lo inquietaron. El ángel responde y sigue una interpretación.
-
Versículos 23-27: El ángel vuelve nuevamente e interpreta adicionalmente los aspectos inquietantes de la visión: la cuarta bestia terrible, el poderoso cuerno pequeño apóstata, el juicio, la derrota definitiva de esas fuerzas opositoras y el triunfo de los santos.
Es sabido que la temática de Daniel 7 es análoga a la temática propuesta por Apocalipsis. La complementación del libro de Daniel está en el Apocalipsis de Juan: el contenido es similar, pero ampliado. Para estudiar la expresión “el hijo del hombre” en Daniel debe hacerse un recorrido a través de canon veterotestamentario; tal expresión es estereotipada en el Nuevo Testamento, especialmente en los Evangelios y en el Apocalipsis. Se hará un estudio de tal expresión en el canon en su completitud.
Hijo del Hombre
Como se ha puesto de manifiesto anteriormente, tal expresión es consolidada como una de la más nombrada de la Biblia en general. Se estudiará la significación y evolución del término en el Antiguo Testamento, y luego se verificará en el Nuevo Testamento. La figura celestial de Daniel es similar a la que aparece en Apocalipsis. Sin embargo, su valoración se hará desde las veces que se encuentra en el Antiguo Testamento y el uso que se le da en cada ocasión.
Cuando se observa el Génesis puede divisarse que la expresión “hijo del hombre” no aparece allí. Se hace mención repetitivamente a la palabra “hijo” pero no una mención ni implícita ni explícita de la expresión en cuestión. Lo interesante del asunto es que cuando se examina el Pentateuco en su completitud (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) no se encuentra mención directa de la expresión hijo del hombre. “Hijo” es una de las palabras más repetidas en los libros de Moisés, pero la mención de la cláusula en mención es desconocida en los tiempos de Moisés. Lo anterior da evidencia inseparable que la expresión “hijo del hombre” es tardía como se evidenciará más adelante. Los libros históricos tampoco evidencian una mención directa de la expresión en desarrollo. Solamente la encontramos explicitada en los Profetas Mayores y menores. Libros como Jeremías, Ezequiel y Daniel contienen la expresión de forma inequívoca so pretexto de la dualidad de tal cláusula. La expresión en Ezequiel y Daniel es colocada en otra dimensión a diferencia de los demás escritores, y se ve verificado en la siguiente tabla.
Los escritores veterotestamentarios pudieron utilizar la teología mística que acobija la expresión en cuestión. Pudieron utilizar el concepto pero la palabra que designa a ese concepto no la utilizaron. La dimensión dual que establece el profeta es clara: hay una diferencia entre “hijo de hombre” en espacio terrenal, pero hay contextos en los cuales se liga tal ser denominado “hijo de hombre” pero ya en el plano celestial. De lo anterior se puede deducir que la expresión en sí es intertextual por cuanto aparece aquí y de ahí en adelante. En este eje de ideas, la tesis que establece el autor del presente escrito es que la expresión “hijo del hombre” se propagó en la época del Éxilo Babilónico. Durante tal episodio de liberó una expectación mesiánica englobada en la expresión que se está desarrollando, y lo anterior presenta el origen y trasfondo del “hijo del hombre” en Daniel 7:13.
Al observar tal cuadro se puede saber que en el libro de Daniel la expresión “Hijo de hombre” tiene los mismos sentidos que en Ezequiel. Algunas veces se refiere al plano terrenal (2:38; 5:21; 8:17) y otras veces se refiere al plano celestial (7:13; 10:16). El cuadro comparativo anterior se preocupa por contrastar las dos figuras. Sin embargo, no es muy difícil establecer las diferencias por cuanto el contexto es preciso y claro. Cuando se habla en el plano terrenal se está refiriendo a la figura del profeta mismo. Pero, cuando se habla en plano celestial se refiere a una figura particular que ocupa un lugar imprescindible en las expectaciones apocalípticas. La expresión daniélica tiene su contraparte con el NT en la figura de Jesús, y el Hijo del hombre correlacionado en el Apocalipsis de Juan. Tales extrapolaciones llevan a pensar que el hijo del hombre en Daniel 7:13 es el Jesús del Nuevo Testamento.
Autor: Richard Andrey Bolaños
Referencias
Rowley, P. El libro de Daniel. 1980. Pág. Citado por K. Strand en “Symposium on Revelation”. ↩︎
Kaiser, William. The book of Daniel. Cambridge University Press. Pág. 15. ↩︎
Shea, William. Daniel: un enfoque cristocéntrico. México, México DC. 2010. Pág. 13. ↩︎
Clay, Richard. Daniel: A historical and prophetic viewpoint. UK. 2003. Pág. 31. ↩︎
Jeremías, G. Von Rad, R. Michelson, S. Meyer, A. Denilson. ↩︎
Hoolbrok, Frank. Symposium on Daniel. Barrien Spring, MI. 2011. Pág. 43-47. ↩︎
Doukhan, Jacques. Secretos de Daniel. Pacific Press Publishing Association. 2012. Pág. 12. ↩︎
Happenstall, Edward. Nuestro Sumo Sacerdote. Maryland, USA. 2013. Pág. 118. ↩︎