Nueve razones bíblicas para rechazar la observancia del domingo
Hace más de seis mil años atrás, cuando “la tierra estaba desordenada y vacía” (Gn. 1:2), Dios quiso llenar de vida nuestra planeta. Pronto plantas, árboles, animales, aves y peces llenaron la tierra, los cielos y mares. La semana de la creación fue coronada con la creación suprema, un ser creado a la “imagen y semejanza” de Dios (Gn. 1:26). Dios no deseaba que el ser humano se olvidara de su Creador, por lo que pronuncio una bendición especial sobre un día de la semana:
“Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora.” (Gn. 2:2-3)
El Sábado se convirtió así en un memorial de la creación, un recordatorio para acercarnos a nuestro Creador y alabarlo por su amor. Durante miles de años el pueblo de Dios guardó los mandamientos de Dios, incluido el Sábado, con reverencia hasta que nuevas corrientes teológicas comenzaron a amenazar la observancia del séptimo día como el Sábado de Dios.
Hoy en día la mayor parte del cristianismo observa el domingo como el día de reposo bíblico. Sin embargo, la Biblia es muy clara acerca de lo que es y no es el domingo. A continuación estudiaremos todos los versículos de la Biblia que mencionan al domingo y que es lo que significan para nosotros.
“Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.” (Mt. 28:1)
A lo largo de toda la Biblia el domingo recibe invariablemente un solo nombre: “primer día de la semana”. Aunque hoy los defensores del domingo lo llamen como “sábado cristiano”, “día del Señor”, “día de la resurrección”, etc.; a lo largo de la Biblia únicamente recibe el humilde nombre de “primer día”. Si realmente el domingo es un día tan importante, entonces definitivamente debería recibir otros títulos en la Biblia, sin embargo, eso no pasa. El séptimo día, en cambio, es llamado sábado (que significa reposo) a lo largo de toda la Biblia. Además recibe otros nombres, como “día sagrado” (Ex. 31:14), “reposo consagrado al Señor” (Ex. 31:15), “día santo del Señor” (Isa. 58:13), “día de fiesta solemne” (Lev. 23:3), “delicia” (Isa. 58:13), “día de reposo consagrado” (Ex. 16:23), etc.
“Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro.” (Mr. 16:2)
En el contexto de la resurrección no hay registro de que los discípulos hayan considerado al domingo como un día especial. En realidad, la Biblia nos señala que fue el sábado y no el domingo el día de observancia. Incluso después de la muerte de Cristo sus discípulos observaron el sábado:
“Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo.
Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes. Entonces descansaron el sábado, conforme al mandamiento.” (Lc. 23:55-56)
Notemos que las discípulas de Cristo observaron el sábado, mientras que trabajaron el domingo. Es obvio que ellas no pensaban que el domingo era el “sábado cristiano” o un día de reposo como declaran hoy algunos defensores del domingo.
“Cuando Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.”* (Mr. 16:9)
Los defensores de la observancia del domingo suelen llamarlo con frecuencia el “Día de la Resurrección” o el “Día del Señor”. Sin embargo, en ningún evangelio existe ni la más mínima evidencia de que Cristo les haya ordenado a sus discípulos a conmemorar el domingo debido a su resurrección. Todos los evangelios guardan un completo y misterioso silencio al respecto. ¿Acaso se le olvidó a Cristo comentar ese importante cambio en la religión a sus discípulos?
La única declaración que Jesús hizo el domingo de la resurrección fue a María Magdalena y a las demás mujeres pidiéndoles que les comuniquen a los discípulos de su resurrección, sin mencionar nada del supuesto nuevo status del domingo (ver Mt. 28:8-10). Más tarde se apareció a dos discípulos que iban camino a Emaús donde se explayó explicando su verdadero carácter de Mesías (ver Lc. 24:13-27). En este relato tampoco se dice nada del domingo como nuevo día de reposo.
Finalmente a la noche del mismo día se apareció a los discípulos (ver Lc. 24:36-49). Allí les confirmo su resurrección y les previno del derramamiento del Espíritu Santo y de su misión de predicar a todo el mundo. Nuevamente, nada es dicho acerca del domingo.
Es cierto que este es un argumento basado en el silencio. Pero si realmente Jesús en su resurrección convirtió al domingo en el nuevo día de reposo ¿No debería haberlo declarado así en al menos una sola ocasión? ¿Y qué mejor momento que en el mismo domingo de resurrección? Sin embargo, Cristo jamás menciono ni una sola palabra acerca del domingo.
“El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado.”* (Luc. 24:1)
Los escritos de Lucas son sin duda los que más desacreditan la observancia del domingo. Este versículo en particular muestra uno de los contrastes más grandes entre el sábado y el domingo.
Es necesario recordar que la división de la Biblia en versículos y capítulos fue realizada cientos de años después de que los escritores inspirados terminaran su obra. Esta división fue realizada en forma arbitraria y no es inspirada.
Los capítulos 23 y 24 de Lucas originalmente no están divididos y forman una única narración. Los versículos 23:56 y 24:1 son en realidad un único versículo. El texto griego debiera traducirse de la siguiente manera:
“y habiendo regresado prepararon las especias y ungüentos; Y verdaderamente en el sábado descansaron, de acuerdo al mandamiento, pero en el primer día de la semana, muy temprano al amanecer, fueron al sepulcro”
Cuando el versículo es traducido de esa manera puede notarse más claramente el contraste que Lucas realiza entre el sábado y el domingo. Fue en el sábado cuando las discípulas de Cristo descansaron –siguiendo el mandato divino- y no en el domingo.
Esta no es la primera vez que Lucas hace un contraste entre el sábado y el domingo. En total existen dos menciones del domingo (Lc. 24:1; Hch. 20:7), mientras que el sábado es mencionado en 27 ocasiones (Lc. 4:16, 31; 6:1-2, 5-7; 13: 9-10, 14-16; 14:1, 3, 5; 23:54, 56; Hch. 1:12; 13:14, 27, 42, 44; 15:21; 16:13; 17:2, 18:4). Tan solo se registra una sola reunión en domingo: la reunión de despedida a Pablo de Hechos 20:7. Mientras que se registran más de 80 reuniones religiosas desarrolladas en sábado a lo largo de los escritos lucanos (Hch. 13:14, 42, 44; 16:12-13; 17:1-2, 18:4, 11).
“El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.”* (Jn. 20:1)
Los defensores del domingo señalan frecuentemente que en el Nuevo Pacto, ratificado con la sangre de Cristo en la cruz, ya no se deben guardar las leyes de Moisés.
Si creemos que debemos adorar en domingo porque Cristo resucito en ese día, entonces nos encontramos en un problema. La Biblia dice:
“Hermanos, voy a ponerles un ejemplo: aun en el caso de un pacto humano, nadie puede anularlo ni añadirle nada una vez que ha sido ratificado.” (Gal. 3:15)
El Nuevo Pacto, bajo el cual los cristianos estamos, se ratificó con la muerte de Cristo en la cruz:
“Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto.”
En el caso de un testamento, es necesario constatar la muerte del testador, pues un testamento sólo adquiere validez cuando el testador muere, y no entra en vigor mientras vive.
“De ahí que ni siquiera el primer pacto se haya establecido sin sangre.” (Heb. 9:15-18)
Como luego de que un pacto haya sido ratificado, no se le puede añadir nada. Esto significa que después de la crucifixión no se le puede añadir ninguna ordenanza o mandamiento (como el de reunirse en domingo) al Nuevo Pacto de los cristianos. Y el caso es que antes de la crucifixión Jesús nunca dio ninguna instrucción referida a la observancia del domingo o del fin de la santificación del sábado. Cristo simplemente guardó silencio al respecto.
“Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ¡La paz sea con ustedes!” (Jn. 20:19)
Este versículo suele ser usado como argumento a favor de la observancia del domingo. Los defensores del domingo señalan que aquí se muestra a los discípulos reunidos en domingo. Sin embargo, el motivo de la reunión no era adorar a Dios u observar una conmemoración por la resurrección de Cristo. El versículo declara que los discípulos estaban reunidos “por temor a los judíos”. Es decir que los apóstoles –temiendo por sus vidas- decidieron juntarse en un solo lugar para evitar que los asesinos de su Maestro los encontraran a ellos también. El versículo no menciona a ningún culto o acto de adoración.
“El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes, y prolongó su discurso hasta la medianoche.” (Hch. 20:7)
Este otro versículo también es utilizado como argumento a favor del domingo como día de reposo. Sin embargo, este pasaje no presenta una reunión en domingo, sino en sábado. Esto se debe a que los judíos (como Pablo) contaban el comienzo de los días a la puesta del sol y no a medianoche como es la costumbre en la actualidad. Por lo tanto esta reunión –que se desarrolló un sábado a la noche según nuestros estándares- no encaja con la idea de un domingo como día de descanso.
Que aquí se mencione la frase “partir el pan” no significa que Pablo y los creyentes de Tras hayan estado celebrando la Cena del Señor. En el libro de Hechos siempre que se menciona la frase “partir el pan” se está hablando de comidas fraternales, no de la Cena del Señor (Hch. 2:46; 20:11; 27:35)
Lo que se nota en el texto es que no se trató de una reunión semanal con el objetivo de conmemorar la resurrección en domingo. El texto aclara que Pablo “iba a salir al día siguiente”, por lo cual la reunión tuvo como objetivo despedir a Pablo, y no observar el domingo. El versículo aclara que Pablo salió el día siguiente, o sea, el domingo de día. Viajar en la antigüedad era complicado y difícil, no era algo que se hiciera en un día santo. Los judíos tenían prohibido viajar en sábado. Si realmente Pablo –junto con los demás cristianos- creía que el domingo era un día especial dedicado a Dios no viajaría en domingo.
“El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que hacer colectas cuando yo vaya.” (1 Co. 16:2)
Tal vez este es el texto más utilizado para apoyar la observancia dominical. Sin embargo, este texto es una prueba irrefutable de que los cristianos no se reunían los domingos. El texto original en griego dice παρ εαυτω (par eauto) que significa literalmente “consigo mismo”. Esta frase se usa en griego para expresar individualidad. Dicho en forma simple, lo que Pablo les dijo a los corintios es que las ofrendas debían guardarse en forma individual, cada uno por su cuenta. Por eso la Reina Valera de 1909, al igual que otras versiones, traduce el pasaje de la siguiente manera:
“Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere; para que cuando yo llegare, no se hagan entonces colectas.”
Si los cristianos se reunían los domingos para adorar a Dios ¿Por qué Pablo les dice que guarden las ofrendas cada uno por su cuenta y lo atesoren en sus casas? Es claro que los cristianos no se reunían los domingos.
Otro punto a tener en consideración es que el texto no se refiere a las ofrendas dadas por gratitud para el sostén de la iglesia. Pablo estaba mencionando una “colecta para los creyentes” (vers. 1) pobres de Judea. Una vez que Pablo llegara a Corinto cada hermano le daría su donativo y el los llevaría hasta Jerusalén (vers. 3). Pablo describe esta colecta de la siguiente manera:
“Por ahora, voy a Jerusalén para llevar ayuda a los hermanos, ya que Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta para los hermanos pobres de Jerusalén.” (Rom. 15:26)
Es claro que este tipo ofrendas no se habían juntado con anterioridad, y solo durarían hasta que la crisis en Jerusalén pasara. El mismo Pablo reconoce que solo habían comenzado a juntarse desde “el año pasado” (2 Co. 9:2), lo que indica que no existía la costumbre de reunir este tipo de ofrendas en domingo.
Sin embargo, puede ser que alguien se pregunte porque estás ofrendas se juntaban en domingo y no en sábado si Pablo y los cristianos apostólicos observaban el sábado. Para entender eso primero hay que comprender que no existe ningún versículo en la Biblia donde se ordene juntar ofrendas los sábados. Es más, los rabinos consideraban que realizar ofrendas en los sábados no era correcto:
“Ofrendas para los pobres no deben ser recogidas en sábado en la sinagoga” (Tosefta, Shabbath 16:22)
Siendo que Pablo era “intachable” (Fil. 3:6) en lo que respecta a la ley, y aventajaba a todos sus compatriotas en “las tradiciones de sus antepasados” (Gal. 1:14) jamás hubiera ordenado algo que iba directamente contra lo que los judíos creían. Si para él, el domingo era el nuevo día de reposo, entonces nunca hubiera ordenado recoger ofrendas en ese día. Esto explica quizás porque Pablo no recomendó separar las ofrendas los sábados.
“En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu, y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta,” (Apo. 1:10)
Este es el único versículo utilizado para defender al domingo como el “día del Señor”. Los defensores de la observancia del domingo señalan que Juan está llamando al domingo como el “día del Señor”, mostrando así lo importante que era para los primeros cristianos.
Sin embargo, es claro que Juan en realidad no menciona a que día de la semana se está refiriendo y los defensores del domingo simplemente deducen que se refiere al primer día de la semana, aunque sin pruebas concretas.
Lo cierto es que en ningún otro lugar de la Biblia se llama al domingo como “día del Señor”, incluso el mismo Juan lo denomina sencillamente como “primer día de la semana” (Jn. 20:1, 19). Aquí se levanta una pregunta ¿Por qué Juan llamaría al domingo como “día del Señor” en Apocalipsis, pero simplemente “primer día de la semana” en su evangelio?
En Apocalipsis el “día del Señor” es una traducción del griego κυριακη ημερα o kuriake hemera literalmente “día señorial”. Es la única vez que estas palabras aparecen en la Biblia. Ni el sábado ni el domingo son llamados así. Sin embargo, aunque la palabra kuriake (“del señor” o “sensorial”) no aparece en la Biblia, una palabra relacionada “kuriaken” aparece en 1 Corintios 11:20. Ese versículo se refiere a la “Cena del Señor” (kuriaken deipnon), es decir, a la cena que pertenece al Señor.
En toda la Biblia solo hay un día que pertenece a Dios: “El sábado… mi día santo” (Isa. 58:13). En Marcos 2:28 Jesús dice que él es “el Señor del Sábado” (kuriou tou sabbaton). Estas palabras están en caso genitivo, lo cual implica pertenencia, propiedad o posesión. Por supuesto, Dios es dueño de los siete días de la semana, pero solo uno de ellos le pertenece de una manera diferente y especial.
En ningún lugar de la Biblia existe un lugar que indique que el domingo le pertenece a Dios de alguna manera especial. Pero hay numerosos versículos que dicen que el Sábado es el día santo de nuestro Dios.