Las negaciones de Elena de White
Una de las preguntas presentadas a Fred Veltman en conexión con su proyecto de investigación sobre la Vida de Cristo fue: “¿Cómo armonizamos el uso de fuentes de Elena de White con sus declaraciones que afirman lo contrario?”. La respuesta de Veltman, publicada en el número de diciembre de 1990 de Ministry Magazine fue: “Al menos ahora no tengo -y hasta donde sé nadie más tiene- una respuesta satisfactoria a esta importante pregunta”.
En este artículo examinaremos cada negación conocida del uso de fuentes hechas por Elena de White misma, o por su esposo o su hijo al describir su obra. Existen 10 negaciones que necesitan ser consideradas. En mi opinión, la mayoría de estas no presentan ningún problema cuando se la ve en su contexto. Sin embargo, estoy de acuerdo con el Dr. Veltman de que en algunos pocos casos no podemos dar respuestas que satisfarán a todos.
Negaciones 1 y 2
Los primeros escritos sobre salud de Elena de White, publicados en 1864 y 1865, poseen similitudes a las obras de autores anteriores.
Por ejemplo, en 1857, John C. Gunn declaró que el tabaco era “un veneno de la clase más maligna y engañosa, que envía su influencia excitante y paralizadora a cada nervio del cuerpo”.[1]
Ahora comparen esas líneas con lo que Elena de White escribió varios años más tarde: “El tabaco es un veneno de la clase más maligna y engañosa, tiene una influencia excitante y luego paralizante sobre los nervios del cuerpo”.[2]
Varios años más tarde se le preguntó a Elena de White si conocía libros de salud antes de producir los suyos propios. Ella respondió con un artículo publicado en la Review and Herald del 8 de octubre de 1867, y en un manuscrito separado que daba detalles adicionales.[3] En estos documentos, Elena de White declaró: “No leí ninguna obra sobre salud hasta que había escrito los tomos 3 y 4 de Spiritual Gifts [Dones espirituales], Appeal to Mothers [Llamado a las madres], y había bosquejado la mayor parte de mis seis artículos en los seis números de How to Live [Cómo vivir],”.[4] “Mis puntos de vista fueron escritos independientemente de los libros u opiniones de otros”.[5]
¿Cómo explicamos los paralelos entre los escritos sobre salud de Elena de White y los de autores anteriores a la luz de su declaración de que ella no estaba familiarizada con otras obras sobre salud cuando ella compuso las suyas? Entre las posibles respuestas debemos incluir las siguientes:
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Sus expresiones se asemejan a las palabras y frases de otros reformadores de salud por pura coincidencia.
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Antes de que Elena de White escribiera sus ideas, las conversaciones que tuvo con varias personas que conocían el tema de la reforma de la salud la familiarizaron con las expresiones, e incluso con las ideas, de otros reformadores de la salud.
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Elena de White no leyó ninguna literatura sobre reforma de salud hasta que sus primeros escritos sobre salud estuvieron completos. Su esposo, sin embargo, si leyó extensamente sobre el tema y, en su rol de editor, ayudó a revestir sus ideas con la fraseología médica correcta.
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Elena de White en realidad si había leído las obras sobre salud de otros en 1864, pero había olvidado ese hecho para el momento en que hizo su declaración de 1867.
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Elena de White leyó las obras de otros después de que hubiera escrito las suyas. Ella luego editó sus obras, incorporando palabras o frases ocasionales de otros escritores de salud.
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Elena de White había leído las obras sobre salud de otros, pero conscientemente negó que lo hubiera hecho.
En mi opinión, la respuesta 2 puede ser la opción correcta. En el mismo artículo en el que ella negó haber leído otras obras de salud antes de escribir sus propias ideas, ella aseguró que había discutido temas de salud extensamente con cualquier que la escuchara. Ella declaró que, después de su visión de 1863, “el asunto estuvo en mi mente continuamente. Hablé acerca de eso con todos los que tuve la oportunidad de conversar”.[6] Mientras Elena de White discutía temas de salud con quienes conocían de eso, ella naturalmente se familiarizaría con el vocabulario y expresiones usadas por los reformadores de salud de su día.
Hay quienes apoyarían la opción 5. Otros sugerirían que la número 6 es la correcta, que Elena de White fue poco honesta en sus negaciones. Sin embargo, conociendo a Elena de White cómo yo la conozco, después de haber estado profundamente asociada con ella mediante sus escritos por muchos años, me parecería muy difícil de creer que ella conscientemente describa incorrectamente algún hecho o situación. Elena de White era una persona completamente sincera. Pero incluso si pudiera probarse que ella deliberadamente tergiversó este asunto, aun así yo creería que ella era la mensajera especial de Dios. Dos veces Abraham no fue sincero, pero aun así permaneció siendo el vocero de Dios para esa generación (Gen. 20:7). David fingió estar loco por miedo de Aquis (1 Sam. 21:13) y fue culpable al maquinar la muerte de Urías el hitita (2 Sam. 11), pero aun así el mundo cristiano reconoce que sus salmos fueron inspirados por el cielo.
Negación 3
En uno de sus artículos sobre la reforma pro-salud Elena de White había escritos que las mujeres deberían usar “vestidos cuyo extremo quede de tres a cinco centímetros del suelo, para no tocar la suciedad”, y “debiera llegar un poco más abajo de la parte superior de la bota femenina” a “unas 9 pulgadas (alrededor de veintitrés centímetros) del piso”.[7] Cuando uno de sus lectores pensó que había visto una contradicción en estas expresión y le preguntó al respecto, Elena de White explicó cómo la inspiración funcionaba en su caso. Ella dijo que en una visión vio tres grupos de mujeres, cada grupo se distinguía de las demás por los diferentes dobladillos de los vestidos que usaban. Luego ella continuó: “Y aquí declaré que aun cuando dependo tanto del Espíritu del Señor para redactar mis visiones como para recibirlas, las palabras que utilizo para describir lo que veo son mis propias palabras, a menos de que me sean dichas por un ángel, en cuyo caso siempre las pongo entre comillas. Al escribir sobre el asunto del vestido, la visión de estos tres grupos revivió en mi mente con tanta claridad como cuando los observaba en la visión; pero se me dejó describir el largo debido del vestido en mi propio lenguaje, lo mejor que pudiera…”.[8]
Cuando ella dijo “las palabras que utilizo… son mis propias palabras”, Elena de White no estaba negando que, al escribir sus ideas, ella a veces podía copiar el lenguaje de otros; ella simplemente estaba diciendo que ella misma escogía las palabras que sentía que transmitían mejor las ideas o puntos de vista que procuraba impartir. En realidad, lo que ella estaba diciendo era “Las expresiones exactas de mis testimonios no me son dadas por Dios. A veces se me dan imágenes sin palabras en absoluto. Cuando describo lo que he visto debo elegir las palabras y expresiones por mí misma. Las palabras son mías, no de Dios”.
Negación 4
El 28 de marzo de 1882, Elena de White envió una carta muy necesaria a la iglesia de Battle Creek, Michigan.[9] Algunos de los miembros de allí, amargados por sus amonestaciones, la acusaron de basar sus mensajes en rumores infundados. Elena de White respondió con otra carta en la que afirmó que lo que ella había escrito tres meses antes no era solo opinión humana. Ella declaró: “Podríais decir que esta comunicación era sólo una carta. Sí, era una carta, pero inspirada por el Espíritu de Dios para presentaros cosas que me habían sido mostradas. En estas cartas que escribo, en el testimonio dado, os presento lo que el Señor me ha presentado. No escribo un solo artículo en la revista que exprese meramente mis propias ideas. Son lo que Dios ha desplegado ante mí en visión: los preciosos rayos de luz que brillan del trono”.[10]
En esta declaración Elena de White no estaba descartando la idea de que algunos de sus testimonios pueden contener pasajes recogidos de sus lecturas. Sino más bien, ella estaba afirmando su profunda convicción de que sus mensajes de reproche contenían la firma del Cielo. Solo un poco más adelante en la carta ella dijo: “Se me dijo que reuniera la luz que me había sido impartida y que dejara que sus rayos brillaran sobre el pueblo de Dios”.[11]
Esta luz debía encontrarse no solo en sus propias cartas y manuscritos, sino también en los escritos de otros. De hecho, casi un tercio del material en esta misma carta fue extraído de las obras de Friederick Krummacher, Daniel March y John Harris. W. C. White explicó más tarde: “A ella se le dijo que al leer libros y revistas religiosos encontraría preciosas gemas de verdad expresadas en un lenguaje adecuado y que se le daría ayuda del cielo para reconocerlas y separarlas de la basura del error con lo que a veces las encontraría asociadas”.[12]
Negación 5
El 18 de febrero de 1887, Elena de White escribió una carta a A. T. Jones y a E. J. Waggoner acerca de las discusiones teológicas acerca de la ley en Gálatas en los que los líderes de la iglesia se habían involucrado. En esa carta, ella hace este comentario: “No he tenido la costumbre de leer ningún artículo doctrinal en la revista [Review and Herald], para que mi mente no tenga conocimiento alguno de las ideas y opiniones de nadie, a fin de que ninguna influencia de las teorías de alguien tenga relación alguna con lo que yo escribo”.[13]
Yo no considero que esta declaración general tenía la intención de describir todos sus hábitos de lectura y escritura. Dos meses más tarde ella le escribió a G. I. Butler diciéndole que recién había leído una declaración doctrinal suya y que estaba “apenada” por lo que decía.[14]
Negación 6
Una de las negaciones de Elena de White proviene de una carta del 25 de junio de 1897 que le escribió a Fannie Bolton, quien trabajó para ella periódicamente durante un lapso de 10 años que terminaron ese año. Elena de White escribió: “Tus palabras acerca de mi y mis escritos son falsas, y debo decir que tu sabes que son falsas… McCullagh declaró ante una gran congregación que fue informado por alguien que sabía que yo escogía cosas escritas en libros y las enviaba como algo que el Señor me había mostrado”.[15]
Esta negación debe ser leída a la luz de una carta que Elena de White le envió a Fannie seis semanas antes, en la que ella habló de escuchar de otros le informe de McCullagh acerca de la acusación de Fannie de “que yo no he tenido nada que ver con la preparación de los libros que se presentan como de mi autoría, que yo lo había sacado todo lo que había escrito de otros libros y que quienes prepararon mis artículos, tu en particular, hicieron todo lo necesario para que sean publicados”.[16]
Aquí Elena de White negó que sus escritos estuvieran compuestos completamente de fragmentos de otros autores. Cualquier que esté bien familiarizado con sus escritos publicados y no publicados debe estar de acuerdo con ella. Conocemos tal vez media docena de casos en los que Elena de White utilizó un pasaje de un autor humano para ayudarla a describir lo que ella había visto o escuchado en visión, pero esto es muy diferente de lo que Fannie Bolton la acusó de hacer.
Negación 7
Dos años antes de que Elena de White lidiara con las acusaciones indicadas bajo la Negación 4, James White, su esposo, también debió enfrentarse a acusaciones similares. Acerca de sus testimonios personales, él ofreció el siguiente desafío a sus detractores: “¿Dónde puede encontrarse una persona de habilidades superiores, ya sean naturales o adquiridas, que pueda escuchar la descripción de mil, dos mil o tres casos, todos diferentes, y luego escribirlos sin confundirlas, sin hacer susceptible a toda la obra de miles de contradicciones?”
El pastor White luego añadió, “Si la Sra. White ha obtenido hechos de una mente humana en un solo caso, entonces ella lo ha hecho en miles de casos, y Dios no le ha mostrado estas cosas que ella ha escrito en estos testimonios personales”.[17]
James White estaba enfatizando el punto de que los testimonios de su esposa no estaban basados en rumores sino en lo que le Señor le había revelado. Aun así, debe reconocerse que, al escribir sus testimonios personales, Elena de White si incluía a veces “gemas” obtenidas en sus lecturas. Acerca de los libros de su esposa, James White declaró: “En sus obras publicadas hay muchas cosas expresadas que no puede ser encontradas en otros libros, pero aun así son tan claras y hermosas que las mentes sin prejuicios las captan en seguida como verdades…
Si los comentadores y escritores teológicos generalmente han visto estas gemas de pensamientos que impactan la mente tan profundamente, y las han llevado a la imprenta, todos los ministros en el país las pueden haber leído. Estos hombres reúnen pensamientos de libros y, como la Sra. White ha escrito y pronunciado cien cosas, tan verdaderas como hermosas y armoniosas, que no pueden ser encontradas en los escritos de otros, éstas son novedosas para los lectores y oyentes más inteligentes”.[18]
Debemos prestar atención al lenguaje de James White. Él no dijo que todo lo que provino de la pluma de su esposa era original. Él afirmó que “muchas cosas”, incluso “cien cosas”, que ella había escrito no podían ser encontradas en otros libros. Esta afirmación es indudablemente verdadera.
Negación 8
El 8 de enero de 1928, W. C. White escribió lo siguiente a L. E. Froom: “En muchos de sus manuscritos tal como vienen de su pluma, se utilizan comillas. En otros casos no fueron utilizadas; y su hábito de usar partes de oraciones encontradas en los escritos de otros y completar parte de sus propias composiciones no estaban basado en un plan definido, ni fue cuestionado por sus copistas y correctores sino hasta 1885 en adelante.
“Cuando los críticos apuntaron a esta característica de sus obras como una razón para cuestionar el don que la había capacitado para escribir, ella le prestó muy poca atención. Más tarde, cuando le presentaron la queja de que esto era una injusticia a otros publicadores y escritores, ella realizó un cambio decidido, un cambio con el que tú ya estás familiarizado”.[19]
Posiblemente W. C. White puede haberse estado refiriendo a la edición de 1911 de The Great Controversy [El Conflicto de los Siglos]. Las comillas y las referencias bibliográficas habían sido usadas solo de forma limitada en la edición de 1888 del libro. Cuando las planchas de impresión se gastaron y se comenzó a utilizar una nueva tipografía en 1910, W. C: White le escribió al presidente de la Asociación General: “Cuando le pregunté a [mi] Madre qué es lo que deberíamos hacer acerca de las citas de historiadores y las referencias a estos historiadores, ella fue clara y decisiva en su opinión de que deberíamos darles el crédito apropiado siempre que podamos”.[20]
Al evaluar el comentario de W. C: White acerca de que su madre, en años anteriores, le había “prestado poca atención” a esta crítica, debemos recordar que ella no estaba familiarizada con los tecnicismos de publicación, y normalmente estos asuntos eran dejados en las manos de otros.
Negación 9
En junio de 1907, A. G. Daniells defendió las prácticas literarias de Elena de White ante un grupo de críticos en Battle Creek. Luego le escribió a W. C. White, delineando los argumentos que había utilizado, y añadió: “Pienso que hay más para decir en te asunto, y me gustaría mucho que me transmitieras tus pensamientos. De hecho, creo que tu y la Hermana White deberían redactar una declaración simple y directa con referencia a la cuestión del plagio. Den las razones exactas por las cuales no se les dio el crédito apropiado a los autores citados. Supongo que debemos admitir que sería mejor haber puesto comillas o alguna clase de referencia, que haber impreso el texto tal como está ahora”.[21]
Algunos meses más tarde, en un “Memorando de Planes Acordados sobre cómo Tratar con el ‘Libro Azul’”, los líderes de la iglesia hicieron esencialmente el mismo pedido. Ellos decidieron que “W. C. White debiera preparar una declaración completa y franca de los planes seguidos al preparar los manuscritos para publicación en forma de libro, incluyendo (si la Hermana White da su consentimiento) una declaración de la instrucción que la Hermana White recibió en sus primeros días acerca el uso de las producciones de otros escritores”.[22]
Esta declaración nuca fue producida. Elena de White tenía 80 años de edad y estaba concentrada en la preparación de los libros que sentía que aún eran necesarios para nuestro pueblo: Testimonies for the Church, Volume 9 [Testimonios para la Iglesia, tomo 9]; The Acts of the Apostles [Los Hechos de los Apóstoles]; Counsels to Teachers [Consejos para Maestros]; Gospel Workers [Obreros evangélicos]; Life Sketches [Notas biográficas]; y Prophets and Kings [Profetas y Reyes].
Negación 10
Después de la Conferencia Bíblica de 1919, en la que el uso de fuentes históricas por parte de Elena de White fue discutido minuciosamente, E. E. Andross decidió llamar la atención de los miembros de la iglesia hacia este tema. Al prepararse para las reuniones campestres de 1920, le escribió a W. C. White, pidiéndole más información. En respuesta, White escribió: “En los primeros días de su obra a [mi] Madre se le prometió sabiduría para seleccionar de los escritos de otros, para permitirle separar las gemas de verdad de la basura del error. Hemos visto que esto se ha cumplido, pero cuando ella me dijo esto me advirtió que no se lo contara a otros. Nunca supe el porqué de esta restricción, pero ahora me siento inclinado a creer que ella vio cómo esto podría llevar a algunos de sus hermanos a utilizar sus escritos como una regla con la que corregir a los historiadores”.[23]
La explicación de W. C. White acerca de la confesión de su madre es útil, pero la sugerencia de Fred Veltman es, en mi opinión, incluso mejor. El Dr. Veltman nota que la mayor preocupación de Ellen White: que sus escritos no sean editados por Fannie Bolton y Marian Davis hasta el punto que puedan ser considerados como producciones humanas comunes. Veltman luego declara: “Me parece claro que Elena de White estaba preocupada por el peligro de vaciar sus mensajes de su poder mediante su dependencia de las habilidades literarias de otros…
En mi juicio, es básicamente la misma preocupación de Ellen White sobre la recepción de sus escritos como mensajes del Señor lo que la llevó a no revelar completamente su dependencia de fuentes literarias”.[24]
Epílogo
Cuando reflexionamos sobre las negaciones citadas arriba, debemos recordar los siguientes hechos:
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Ellen White copió materiales de libro que ella misma instó a los adventistas que compren y lean.
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En su introducción a El Conflicto de los Siglos, Elena de White reconoció su uso de materiales históricos y teológicos escritos por otros.
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El libro Christian Temperance and Bible Hygiene [Higiene bíblica y Temperancia cristiana], publicado en 1890, contiene un tributo a Elena de White que John Harvey Kellogg escribió. En este tributo él reconoce que ella había usado los escritos de salud de otros. Kellogg testifica: “Debe admitirse que es algo extraordinario que una persona que no posee erudición ni conocimiento científico pueda ser capaz de organizar, desde una masa confusa de ideas presentadas por unos pocos escritores y pensadores de temas de salud, un cuerpo de principios higiénicos tan armonioso, tan consistente y tan genuino que las discusiones, los investigadores, los descubrimiento y la experiencia de un cuarto de siglo no han resultado en el rechazo de un solo principio, sino que solo han servido para establecer las doctrinas enseñadas”.[25]
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Los préstamos literarios de Elena de White fueron discutidos abiertamente en el congreso de la Asociación General mantenido en South Lancaster, Massachussets, en 1899. Resumiento, A. T. Jones explicó: “Hay declaraciones que son verdaderas y que Dios llevó al hombre a escribir. El Espíritu de profecía escogió gemas de verdad perfecta de sus alrededores donde no todo es verdadero, y los colocó en un contexto que es completamente verdadero, para que puedan brillar con su luz propia”.[26]
Es evidente que las prácticas literarias de Elena de White eran bien conocidas por nuestras miembros de la iglesia durante su vida. Pero también es clara que ella no alentó un debate del tema ¿por qué?
En mi opinión, ella no quería que sus lectores se distrajeran de su mensaje al concentrarse en sus métodos. Una atención indebida en el cómo escribió podía levantar dudas innecesarias en algunas mentes acerca de lo que ella escribió.
Si esta es la explicación correcta, puede haber una lección para nosotros actualmente. Es cierto que es apropiado entender lo mas posible acerca de la obra de un profeta. Pero no permitamos que las preguntas acerca de la metodología y la inspiración saquen nuestro foco de las comunicaciones inspiradas que Dios nos ha enviado.
Autor: Robert W. Olson | Fue secretario del Patrimonio Ellen G. White | Traducido por Eric Richter
“Ellen White’s denials" by Robert W. Olson published in the February 1991 issue of Ministry. Appeared in the February 1991 issue of Ministry,® International Journal for Pastors, www.MinistryMagazine.org. Used by permission.
Referencias:
Gunn's New Domestic Physician (Cincinnati: Moore, Wilstach, Keys, and Co., 1857), pp. 363, 364. ↩︎
Spiritual Gifts, vol. 4a, p. 128. ↩︎
Ambas explicaciones están actualmente publicadas en Selected Messages, book 3, pp. 276, 277, 280-282. ↩︎
Review and Herald, 8 de octubre de 1867. ↩︎
Manuscript 7, 1867. ↩︎
Selected Messages, book 3, p. 281. ↩︎
Testimonies, vol. 1, pp. 458, 462, 521. ↩︎
Review and Herald, 8 de octubre de 1867; reimpreso en Selected Messages, book 3, pp. 277-279. ↩︎
Testimonies, vol. 5, pp. 45-62. ↩︎
Ibid., p. 67. ↩︎
Ibid., p. 68. ↩︎
Ellen G. White Estate, Brief Statements Regarding the Writings of Ellen G. White (St. Helena, Calif.: White Estate, 1933; reprint ed., Washington, D.C.: White Estate, 1981), p. 6. ↩︎
Ellen G. White Estate, Ellen G. White 1888 Materials (Washington, D.C.: White Estate, 1987), vol. l,p. 21. ↩︎
Ibid., p. 32. ↩︎
Ellen G. White Estate, The Fannie Bolton Story: A Collection of Source Documents (Washington, D.C.: White Estate, 1990), p. 77. ↩︎
Ibid., p. 74. (énfasis añadido). ↩︎
Life Sketches of James and Elkn White (Battle Creek, Mich.: Seventh-day Adventist Pub. Assn., 1880), p. 328 ↩︎
Ibid., pp. 328, 329. ↩︎
Selected Messages, book 3, pp. 460, 461. ↩︎
W. C. White a A. G. Daniells, 20 de junio de 1910 (véase White Estate Document File 83b). ↩︎
A. G. Daniells a W. C. White, 24 de junio de 1907 (véase White Estate Document File 389). ↩︎
White Estate Document File 213. ↩︎
W. C. White a E. E. Andross, 18 de junio de 1920. ↩︎
Fred Veltman, Full Report of the Life of Christ Research Project (Washington, D.C.: 1988 [photo stat]), introduction, pp. 172, 173. ↩︎
Ellen G. White y James White, Christian Temperance and Bible Hygiene (Battle Creek, Mich.: Good Health Pub. Co., 1890), p. iv. ↩︎
General Conference Bulletin, 1899, p. 112. ↩︎