La Reforma Pro-Salud y la carne limpia

Elena G. de White Aug 10, 2016
Juegos Cristianos

LA REFORMA PROSALUD Y LA CARNE LIMPIA I

“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer”. Génesis 1:29

Cuando Dios creó al ser humano, le estableció un régimen alimenticio basado en el consumo de toda clase de semillas y frutas; este régimen era el más sano y natural posible, por cuanto contribuía a mantener en el mejor estado de salud a cada órgano que forma parte de la asombrosa estructura corporal y emocional del ser humano.

Esto quiere decir que el propósito original de Dios consistió en que el ser humano mantenga siempre un régimen alimenticio natural e integral, libre de productos de origen animal, por cuanto estos últimos no tienen la misma calidad que los alimentos integrales.

UNA INSPIRADA DISTINCIÓN ENTRE ANIMALES

Sin embargo, una vez que el pecado entró en nuestro mundo, el régimen original se alteró, por cuanto el consumo de carne animal fue incluido en la alimentación del hombre y para mitigar las consecuencias de dicho consumo, Dios estableció una clara distinción entre animales limpios e inmundos.

Esta inspirada distinción no fue originada en el tiempo de Moisés, en realidad su origen se remonta al inicio de los tiempos, por cuanto fue Dios mismo quien la estableció después de la caída de nuestros primeros padres, pues así está escrito:

“Entonces dijo Jehová a Noé: Entra en el arca tú y todos los de tu casa; porque he visto que sólo tú eres justo delante de mí en esta generación. De todo animal limpio tomarás contigo siete parejas, el macho y su hembra; y de todo animal que no es limpio, dos, el macho y su hembra”. Génesis 7:1-2.

Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar”. Génesis 8:20.

Aproximadamente 1000 años después del tiempo de Noé, esta distinción fue incluida en la Ley de Moisés, para que el pueblo hebreo supiera con precisión qué animales sí podrían ser utilizados en su régimen alimenticio, pues así está escrito:

“El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel, y decidles: “Estos son los animales que podréis comer de entre todos los animales que hay sobre la tierra”. Esta es la ley acerca de los animales, de las aves, de todo ser viviente que se mueve en las aguas y de todo animal que se arrastra sobre la tierra, para hacer distinción entre lo inmundo y lo limpio, entre el animal que se puede comer y el animal que no se puede comer”. Levítico 11:1; 46-47.

PRINCIPALES ENSEÑANZAS

El Espíritu de Profecía nos revela que esta inspirada distinción “no era meramente un reglamento ceremonial”, en realidad esta distinción estaba “basada en principios sanitarios” gracias a los cuales el pueblo judío ha logrado distinguirse por su “maravillosa vitalidad”, lo cual nos demuestra que esta distinción forma parte de los “principios de la templanza que deben llevarse”, pues así está escrito:

“La prohibición del ángel incluía toda “cosa inmunda”. La distinción entre los comestibles limpios y los inmundos no era meramente un reglamento ceremonial o arbitrario, sino que se basaba en principios sanitarios. A la observancia de esta distinción se puede atribuir, en alto grado, la maravillosa vitalidad que por muchos siglos ha distinguido al pueblo judío. Los principios de la templanza deben llevarse más allá del mero consumo de bebidas alcohólicas”. —Patriarcas y Profetas, página 543, (1890).

Hasta este punto hemos descubierto dos elementos que nos indican que esta distinción no fue abolida juntamente con la Ley de Moisés, el primer elemento es el hecho de que esta distinción no estaba sujeta a la Ley de Moisés, por cuanto esta distinción fue establecida muchos siglos antes de que se promulgue la Ley de Moisés, y el segundo elemento consiste en que esta distinción no era solo un reglamento ceremonial, sino que también estaba “basada en principios sanitarios”. Al no estar sujeta a la Ley ceremonial de Moisés y al estar basada en principios sanitarios, dicha distinción no fue abolida con la muerte de Cristo.

Ni los primeros discípulos, ni la iglesia primitiva consideraron que la muerte de Cristo anuló o abolió esta distinción, al contrario, hay referencias bíblicas que demuestran que esta distinción siguió siendo practicada después de la muerte de Cristo y un ejemplo de ello es el mismo Apóstol Pedro, quien creyendo que la visión que se le presentó se refería a la alimentación, el declaró que “ninguna cosa común o inmunda” había “comido jamás”, lo cual demuestra que el Apóstol Pedro siguió obedeciendo esta distinción aún 20 años después de la muerte de Cristo, pues así está escrito:

“Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: levántate, pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás”. Hechos 10:9-14.

No solo el Apóstol Pedro en el Nuevo Testamento, sino también el Profeta Daniel en el Antiguo Testamento, fueron ejemplos de fidelidad a la distinción entre carnes limpias e inmundas y fue precisamente debido a esta distinción que Daniel se negó a comer la comida del Rey, por cuanto el Espíritu de Profecía indica que “entre las viandas que se colocaban ante el rey había carne de cerdo y otras carnes declaradas inmundas”, lo cual demuestra que Daniel tomaba en cuenta y cumplía fielmente la ley de la distinción entre animales, pues así está escrito:

“Entre las viandas que se colocaban ante el rey había carne de cerdo y otras carnes declaradas inmundas por la ley de Moisés. Se había prohibido expresamente que los hebreos las comieran. Aquí Daniel fue puesto en una prueba severa. ¿Debía adherirse a las enseñanzas de sus padres sobre alimentos y bebidas, y ofender al rey, probablemente perdiendo no sólo su posición sino también su vida, o debía desobedecer el mandato del Señor y retener el favor real, obteniendo de esta suerte grandes ventajas intelectuales y las más halagüeñas perspectivas mundanas?”. “Daniel no dudó por mucho tiempo. Decidió mantenerse firme en su integridad, fueran cualesquiera los resultados. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”. Daniel 1:8. —Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 33; Review and Herald, 25 de Enero, 1881.

LA PROHIBICIÓN DE CONSUMIR CARNES INMUNDAS ESTÁ VIGENTE

Tal y como lo señala la cita anterior, Dios “había prohibido expresamente que los hebreos” consumieran carnes inmundas, sin embargo esta prohibición no ha sido abolida en ningún período de la historia humana, al contrario, tanto la distinción entre animales, como la prohibición de consumir carnes inmundas, son conceptos que están vigentes y continuarán vigentes hasta la segunda venida de Cristo y una evidencia contundente de ello, es la siguiente cita bíblica, la cual al describir el segundo advenimiento, también declara que en aquel tiempo, van a ser severamente castigados todos aquellos que no abandonen el consumo de carnes de animales inmundos o abominables, pues así está escrito:

“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados. Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová”. Isaías 66:15-17.

Esta es otra de las citas que nos demuestra que la prohibición de consumir carnes inmundas ha estado vigente y seguirá vigente hasta la segunda venida de Cristo y por estas razones inspiradas, Dios condujo a la Iglesia Adventista a que establezca la abstención de carnes inmundas como una prueba de discipulado, y las siguientes declaraciones inspiradas describen el grave daño que provoca el consumo de cerdo y de cualquier otra carne inmunda, pues así está escrito:

“El cerdo, aunque constituye uno de los artículos más comunes del régimen alimenticio, es uno de los más perjudiciales. Dios no prohibió que los hebreos comiesen carne de cerdo únicamente para mostrar su autoridad, sino porque no era un alimento adecuado para el hombre. Llenaba el organismo con escrófula, y especialmente en ese clima cálido producía lepra y diversas clases de enfermedades. La influencia sobre el organismo en ese clima era mucho más perjudicial que en un clima más frío. Pero Dios nunca se propuso que se consumiese cerdo en circunstancia alguna. Los paganos consumían el cerdo como alimento, y el pueblo norteamericano ha utilizado abundantemente el cerdo como un importante artículo de alimentación. La carne de cerdo no sería agradable al paladar en su estado natural. De modo que se la torna apetecible condimentándola abundantemente, lo que hace que una cosa mala se torne peor. La carne de cerdo, por encima de todas las demás carnes, pone la sangre en mal estado. Los que consumen carne de cerdo en abundancia no pueden evitar estar enfermos. Los que hacen mucho ejercicio al aire libre no se dan cuenta de los efectos perjudiciales de la carne de cerdo como los que viven en los edificios, y cuyos hábitos son sedentarios y su trabajo es mental”. —Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 469.

EL ESTADO ACTUAL DE LAS CARNES LIMPIAS

El constante estado de decadencia de nuestro mundo caído, ha provocado un considerable “aumento de las enfermedades en el reino animal” (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, p. 463), es por eso que, aún las carnes de los animales limpios, se encuentran en un estado de debilidad y enfermedad y por tal motivo, el consumo de carnes limpias ya no es el más adecuado para la salud, pues así está escrito:

“Los animales están enfermando cada vez más, y no transcurrirá mucho tiempo antes de que los alimentos de origen animal sean descartados por muchos además de los adventistas del séptimo día. Se han de preparar alimentos sanos, capaces de sostener la vida, a fin de que hombres y mujeres no necesiten comer carne. —Joyas de los Testimonios 3:132 (1902); Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 459.

La Biblia y el Espíritu de Profecía nos recomiendan la abstención de carnes limpias y por esta razón la Iglesia Adventista así lo enseña; sin embargo, esta posición equilibrada de recomendar su abstención se vuelve extremista cuando catalogamos el consumo de carne limpia como pecado.

¿Es correcto catalogar el consumo de carnes limpias como pecado?

Si bien es cierto que la inspiración nos recomienda abstenernos de consumir carnes limpias, por cuanto dicho consumo ya no es el más adecuado para la salud; sin embargo no es correcto catalogar su consumo como pecado, por cuanto el mismo Espíritu de Profecía así lo declara en la siguiente cita que fue escrita 18 años después de haber sido revelada la Reforma Prosalud y 37 años después de haber comenzado el Juicio Investigador:

“Debemos presentar el té, el café, el tabaco y el alcohol como complacencias pecaminosas. No podemos colocar en el mismo plano la carne, los huevos, la mantequilla, el queso y alimentos semejantes que se sirven sobre la mesa. Estas cosas no deben destacarse como si fueran lo principal de nuestra obra. Las cosas antes mencionadas —el té, el café, el tabaco, la cerveza, el vino y todas las bebidas alcohólicas—no deben tomarse moderadamente, sino que deben ser descartados”. —Mensajes Selectos, Tomo 3, página 328, (1881); Eventos de los Últimos Días, Página 71, 82.

Este testimonio inspirado presentado por la Sierva del Señor y que claramente advierte que el consumo de carnes limpias no debe ser catalogado como algo pecaminoso, siempre fue practicado y defendido por toda la familia White y así lo describe el mismo hijo de la Sierva del Señor, quién confirmó que a nivel familiar, nunca se consideró que el consumo de carnes limpias fuera algún tipo de pecado, más aún si su consumo se debía a casos de emergencia:

“Durante años, los miembros de la familia White hemos sido vegetarianos, pero no abstemios totales. Siempre hemos considerado que, en casos de emergencia, es justificable consumir carnes limpias en pequeñas cantidades… Usted encontrará en los escritos de la Hna. White varios pasajes en los que ella afirma que la carne no se sirve en nuestra mesa, algo que era cierto. No obstante, durante cierto número de años, las raras ocasiones en las que pequeñas raciones de carne fueron servidas ocurrieron porque se lo consideró una emergencia”. (Carta de W. C. White, del 24 de agosto de 1933).

Este es el adecuado equilibrio que se debe mantener sobre este tema, es decir, el vegetarianismo “debiera recomendarse a todos” como el mejor régimen alimenticio, pero a nadie se le puede requerir la abstención de carnes limpias como un requisito de membrecía y mucho menos a nadie se le puede sancionar o excluir por este asunto, pues así está escrito:

“El ayuno verdadero, que debiera recomendarse a todos, es abstinencia de todo alimento estimulante, y el debido consumo de alimentos sencillos que Dios ha provisto en abundancia. Los hombres debieran pensar menos acerca de lo que beberán y comerán del alimento temporal y dar más importancia al alimento del cielo que los tonificará y vitalizará en toda su experiencia religiosa”. —Carta 73, 1896; Medical Ministry, 283; Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 223.

Esta cita utiliza el término “recomendarse”, lo cual demuestra que la abstención de carnes limpia debe ser presentada como una inspirada recomendación, pero no como un requisito de membrecía. El Espíritu de Profecía anticipándose al hecho de que este tema iba a ser tergiversado por personas y grupos religiosos con tendencia legalista, aclaró que el tema de la carne limpia no debe entenderse en el sentido de “que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia” y más bien reveló que quienes toman esta posición errónea, en realidad están llevando “las cosas a los extremos”, y finalmente declaró que este tema es un asunto de conciencia personal que ni la Iglesia ni “nadie” puede convertirse en “conciencia de otra persona”, pues así está escrito:

Nunca he sentido que era mi deber decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia. Decir esto cuando la gente ha sido enseñada a vivir a base de carne en gran medida, sería llevar las cosas a los extremos. Nunca he sentido que era mi deber hacer declaraciones categóricas. Lo que he dicho lo he dicho dominada por un sentido del deber, pero he sido cuidadosa en mis declaraciones, porque no quería dar ocasión para que nadie fuera conciencia de otra persona… —Carta 76, 1895; Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 447, 556.

¿JESÚS FUE VEGETARIANO?

Aunque esta pregunta es corta y aparentemente sencilla de responder, en realidad encierra una gran cantidad de evidencias bíblicas que nos permitirán entender de manera más clara y equilibrada el maravilloso tema de la Reforma Prosalud y evitará que caigamos en alguna forma de extremismo relacionado al tema de la alimentación.

Tal y como ya lo hemos señalado, enseñar y recomendar la abstención de carne limpia es correcto e inspirado, sin embargo, es incorrecto catalogar su consumo como pecado y más bien se cae en extremismo cuando se juzga o condena a quienes todavía la consumen. Y la mejor evidencia de ello, es el hecho de que el mismo Salvador consumió en varias ocasiones carne limpia y sin embargo esto no fue considerado como pecado ni fue motivo de desagrado divino y la primera referencia bíblica que así lo declara es la de Marcos 6:41-44.

“Entonces él tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; También repartió los dos peces entre todos. Todos comieron y se saciaron. Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y también de los peces. Los que comieron los panes eran cinco mil hombres”.

En estos textos inspirados se hace énfasis en dos frases que demuestran que Jesús sí comió pescado, tanto la frase: repartió los dos peces entre todos y la siguiente frase que afirma de que “todos comieron y se saciaron”, demuestran claramente que tanto Jesús, como los discípulos y los cerca de cinco mil hombres comieron pescado y pan hasta quedar saciados.

Y aquí hay una doble responsabilidad de Jesús, por cuanto a más de ser responsable de su propio acto de comer este tipo de carne limpia, es también responsable de que todos los presentes también lo hayan comido, por cuanto fue él quien dispuso que el pescado sea entregado a todos los presentes.

Pero hay algo más interesante todavía y es el hecho de que Jesús “bendijo” “los dos peces”, este acto de Jesús de bendecir los peces es una prueba contundente de que el consumo de carnes limpias no es pecado, porque si el consumo de pescado era o iba a llegar a ser considerado como pecado en el futuro, entonces Jesús nunca hubiera bendecido a los peces. Por lo tanto estos tres actos de Jesús que consistieron en bendecir el pescado, comerlo personalmente y darlo a otros para que también lo coman, demuestran claramente que el consumo de cualquier tipo de carne limpia no debe ser presentando como un pecado.

Otra evidencia bíblica que demuestra que Jesús comió y dio de comer pescado a sus discípulos se encuentra en Juan 21:9-14

“Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: -Traed de los peces que acabáis de sacar. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra; llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: -venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Tú, quién eres?”, sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos”.

Con relación a esta escena, el Espíritu de Profecía no solo describe que los discípulos comieron del pescado, describe que Jesús también comió pescado, tal y como lo declara la siguiente cita inspirada:

“Díceles Jesús: traed de los peces que cogisteis ahora.” Pedro corrió hacia la red, que él había echado y ayudado a sus hermanos a arrastrar hacia la orilla. Después de terminado el trabajo y hechos los preparativos, Jesús invitó a los discípulos a venir y comer. Partió el alimento y lo dividió entre ellos… mientras Cristo y los discípulos estaban comiendo juntos a orillas del mar, el Salvador dijo a Pedro, refiriéndose a sus hermanos: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?”. Deseado de Todas las Gentes, pág. 750. (1898).

INTERPRETACIONES EQUIVOCADAS

La afirmación de que el consumo de carnes limpias es pecado, no tiene respaldo ni en la Biblia y menos en el Espíritu de Profecía, sin embargo quienes defienden esta posición, intentan justificar su creencia errónea mediante una equivocada interpretación del texto de Isaías 22:12-14, el cual declara lo siguiente:

“Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día a llanto y a lamentación, a raparse el cabello y a vestir ropas ásperas. Mas hubo gozo y alegría matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne, bebiendo vino y diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: que este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos”.

Al realizar un correcto análisis de estos pasajes bíblicos, encontramos que el “pecado” al cual se está refiriendo y del cual se dice que “no os será perdonado” no es el consumo de carne limpia, porque tanto la distinción de animales limpios e inmundos, como también la misma Ley de Moisés, permitían claramente el consumo de carnes limpias.

El pecado al que se hace mención en este pasaje, se refiere al hecho de olvidarse de Dios para dedicarse únicamente a satisfacer los gustos y deseos personales, el Apóstol Pablo también mencionó este pecado, pero en ningún sentido lo relacionó con el consumo de carne limpia, pues así está escrito:

“Pero ¿de qué me serviría, desde el punto de vista humano, haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»!”. 1 Corintios 15:32.

Además el mismo ejemplo de Cristo demuestra que el consumo de carne limpia no debe ser considerado o catalogado como pecado, pues como ya se lo ha demostrado, aproximadamente 750 años después de la época en que fueron escritos los pasajes de Isaías, el mismo Jesús comió carne limpia en varias ocasiones.

Otro argumento erróneo afirma que el texto de Isaías 22:12-14 se aplica única y exclusivamente al día de la expiación y que mientras dure dicho tiempo de expiación, es decir mientras se esté realizando el juicio investigador en el cielo, nadie debe ni puede comer carne limpia.

Sin embargo, esta interpretación es arbitraria cuando comprobamos que en el contexto de Isaías 22, ninguno de los textos de este capítulo menciona ni la más mínima idea relacionada al día de expiación. Al contrario, en el versículo 5 se explica que el DÍA al que se está refiriendo todo el capítulo 22 es un día de alboroto, de angustia y confusión, características totalmente contrarias a lo que es o debe ser el Día de la Expiación, pues así está escrito:

“Porque es día de alboroto, de angustia y confusión, de parte del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el muro y clamar al monte”. Isaías 22:5.

Por lo tanto aplicar algún versículo de dicho capítulo al Día de la Expiación es arbitrario y no tiene ningún respaldo inspirado. Además existe otra evidencia contundente que refuta esta interpretación, por cuanto muchos años después de haber comenzado el juicio investigador en el cielo y mucho tiempo después de haber sido revelada la reforma prosalud, la misma Sierva del Señor reconoce que comió carne limpia en varias ocasiones, y esto no fue considerado un pecado, ni fue motivo de desagrado divino, ni fue causa para que sea sancionada eclesiásticamente, pues así lo describen las siguientes citas inspiradas:

“En ciertos casos de enfermedad o de agotamiento puede pensarse que es mejor emplear algo de carne, pero debe ejercerse mucho cuidado en conseguir la carne de animales sanos. Ha llegado a ser muy serio el asunto de si es seguro usar carne en alguna forma en esta época del mundo. No comer nunca carne sería mejor que comer carne de animales que no son sanos. Cuando yo no podía obtener el alimento que necesitaba, a veces he comido un poco de carne; pero tengo cada vez más temor de hacerlo. —Christian Temperance and Bible Hygiene, 117, 118 (1890); Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 378, 471.

“Algunos creen honradamente que un régimen adecuado se compone especialmente de gachas. El alimentarse mayormente a base de gachas o papillas no aseguraría la salud de los órganos digestivos; porque este alimento es demasiado inconsistente o blando. Estimúlese el consumo de frutas, legumbres, hortalizas y pan. Un régimen de carne no es el más sano, y sin embargo yo no asumiría la posición de que la carne debe ser descartada por todos. los que tienen órganos digestivos debilitados pueden a menudo usar carne, cuando no pueden comer legumbres, hortalizas, frutas o gachas”. —The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894; Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 378, 471.

“Tengo una gran familia que a menudo cuenta con 16 miembros. En ella hay hombres que trabajan con el arado y que derriban árboles. Estos efectúan el más vigoroso ejercicio, pero ni una partícula de carne se coloca en la mesa. No hemos usado la carne desde el congreso campestre de Brighton. No era mi propósito tenerla en la mesa en ningún momento, pero se hicieron urgentes pedidos en que se declaraba que tal persona no podía comer tal o cual cosa, y que su estómago podía digerir la carne mejor que cualquier otra cosa. De esta forma fui tentada a colocar carne en mi mesa…” —Carta 73a, (1896); Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 587.

CONCLUSIÓN

Es evidente que el vegetarianismo es la opción más inspirada y más saludable en cuanto a la alimentación se refiere, y no solo para quienes afirman ser seguidores de Jesucristo, sino para todo ser humano; sin embargo, no se puede enseñar ni afirmar que comer carnes limpias es pecado por cuanto esto no tiene ninguna base inspirada. Debemos enseñar y promover la reforma prosalud con equilibrio, sin caer en ninguna forma de extremismo.

LA REFORMA PROSALUD Y LA CARNE LIMPIA II

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” 3 Juan 2.

El anhelo de Dios para sus hijos, es que ellos lleguen a experimentar una completa prosperidad en cada aspecto de su vida y especialmente, él quiere que sus criaturas mantengan un buen estado de salud, precisamente porque este aspecto es la base fundamental para realizar cualquier tipo de actividad humana.

Y para cumplir con este elevado propósito, Dios reveló a su pueblo una maravillosa doctrina llamada la Reforma Prosalud, la cual nos enseña a practicar una alimentación integral y nos recomienda la abstención aún de aquellas carnes que la Biblia cataloga como limpias, por cuanto su consumo ya no es el más adecuado para la salud, pues así está escrito:

“Pero puesto que el Señor presentó delante de mí, en Junio de 1863, el tema del consumo de carne en relación con la salud, abandoné el uso de la carne. Por un tiempo fue más bien difícil acomodar mi apetito al pan, por el cual, anteriormente, había tenido poca apetencia. Pero por medio de la perseverancia, he podido hacerlo. He vivido casi un año sin carne… —S Gifts 4:153 (1864). (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 579)

La Reforma Prosalud exhorta a todos los seres humanos a que sigan un régimen alimenticio lo “más sencillo y natural posible” por cuanto los alimentos naturales e integrales se constituyen en el “régimen alimenticio más complejo y estimulante”, pues así está escrito:

“Los cereales, las frutas carnosas, los frutos oleaginosos, las legumbres y las hortalizas constituyen el alimento escogido para nosotros por el Creador. Preparados del modo más sencillo y natural posible, son los comestibles más sanos y nutritivos. Comunican una fuerza, una resistencia y un vigor intelectual que no pueden obtenerse de un régimen alimenticio más complejo y estimulante”. —El Ministerio de Curación, páginas 227, 228 (1905). Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 95.

UNA MANERA EQUIVOCADA DE PRESENTAR ESTA VERDAD

Sin embargo, hubo quienes no se conformaron con mantener y presentar de manera equilibrada esta importante verdad y convirtieron la abstención de la carne limpia en una prueba de discipulado, es decir en un requisito de membrecía, indispensable para obtener y mantener la membrecía eclesiástica y esto significa que si no cumple este requisito, la persona no puede ser bautizada y si la persona ya está bautizada y llega a consumir algún tipo de carne limpia, entonces puede ser sancionada y excluida de su Iglesia.

En la Biblia y el Espíritu de Profecía encontramos varias declaraciones que nos recomiendan abstenernos de consumir carne limpia, por cuanto aún aquellos animales que la Biblia cataloga como limpios, se encuentran en una condición cada vez más débil y enfermiza y por lo tanto, su consumo ya no es el más adecuado. Sin embargo, esta posición correcta e inspirada de recomendar la abstención del consumo de carnes limpias, se vuelve errónea cuando se convierte este asunto en una prueba de discipulado indispensable para la membrecía.

Y para poder entender el adecuado equilibrio que se debe mantener sobre este tema, comenzaremos nuestro estudio, revisando una de las citas bíblicas que se aplican a la Reforma Prosalud y que acertadamente nos recomienda abandonar el consumo de carne limpia, pues así está escrito:

“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite”. Romanos 14:21.

Esta cita ratifica la doctrina de la Reforma Prosalud y apropiadamente nos aconseja dejar el consumo de carne limpia, por cuanto no es adecuada para la salud, sin embargo varios grupos religiosos presentan esta cita de manera aislada y no toman en cuenta el mensaje de equilibrio que presentan las otras citas anteriores del mismo capítulo de Romanos 14.

Aunque debemos predicar y fomentar el vegetarianismo, sin embargo, en los siguientes versículos de Romanos 14, también se aclara que no debemos utilizar este tema para juzgar o contristar a los hermanos o miembros que todavía no son vegetarianos, es decir se aclara que este tema no debe ser convertido en una prueba de discipulado, porque al hacerlo, se comete el serio error de destruir la obra de Dios por causa de la comida, pues así está escrito:

“El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. 15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come”. Romanos 14:3; 15; 20.

Estos versículos se aplican de especial manera al tema de las carnes limpias y esto lo podemos comprobar, por cuanto el versículo 20 hace una referencia directa a las comidas “limpias” y en consecuencia, estas citas no se aplican ni al cerdo, ni al camarón ni a ningún tipo de carne semejante, es decir estos versículos no se aplican a las carnes inmundas.

El sancionar a un miembro o aplicarle la disciplina de la iglesia es una forma de JUZGARLO y cuando una iglesia juzga o sanciona a un hermano por el uso de la carne limpia, la cita revela que el hermano así tratado en realidad “es contristado” y este grave hecho demuestra que quienes cometen este error “ya no andan conforme al amor”, precisamente porque convertir este asunto en un requisito de membrecía, en realidad es caer en el extremismo.

Una prueba de discipulado es una regla invariable, es decir, es una regla exacta de estricto cumplimiento para todos los miembros de iglesia, pero el Espíritu de Profecía declara que en el caso de la carne limpia, ésta no debe ser convertida en una prueba de discipulado, por cuanto “es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual” y también declara que “nadie debe erigirse en juez de los demás” y así se comprueba de manera incuestionable que ninguna institución o persona, es decir absolutamente “nadie” puede o debe convertir la carne limpia en una prueba de discipulado, pues así está escrito:

En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, Y nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo mismo…” El Ministerio de Curación, página 245, 246. (1905, Fecha de publicación). (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 233.)

Cuando revisamos el desarrollo cronológico que tuvo este tema, desde que comenzó a ser revelado al inicio del mensaje del tercer ángel, notamos que mientras más revelaciones presentaba el Espíritu de Profecía sobre este tema, más claras y categóricas eran las advertencias de no convertir este asunto en una prueba de discipulado, y un ejemplo de ello es la siguiente cita escrita en el año 1881, la cual advierte categóricamente que este tema no debe ser presentado como una prueba de discipulado, pues así está escrito:

“La pregunta de si debemos consumir mantequilla, carne o queso, no debe presentarse a nadie como una prueba; pero en cambio, nosotros debemos educar y mostrar los males de las cosas que son objetables. Los que juntan estas cosas y las esgrimen contra otros no saben la obra que están haciendo. La palabra de Dios ha establecido pruebas para el pueblo del Señor. Observar la santa Ley de Dios, el sábado, es una prueba, una señal entre Dios y su pueblo por todas las generaciones y eternamente. Esta es, para siempre, la carga del mensaje del tercer ángel: los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo”. (1881). (Mensajes Selectos Tomo 3, Página 278, 328)

El término “prueba” es utilizado tres veces en esta cita y se puede verificar que dicho término es utilizado en el sentido de un requisito de membresía, por cuanto la cita hace mención a una incuestionable prueba de discipulado y que es la observancia de la “santa Ley de Dios”.

Este párrafo inspirado, escrito 18 años después de haber sido revelada la Reforma Prosalud y 37 años después de haber comenzado el Juicio Investigador, declara categóricamente que el asunto del consumo de carne limpia “no debe presentarse a nadie como una prueba”, esto quiere decir que ni a miembros ni a no miembros, ni a personas nuevas ni a personas con experiencia, es decir, absolutamente “a nadie” se le debe presentar este tema como una prueba de discipulado.

La segunda parte de esta cita declara que quienes “juntan estas cosas”, es decir el consumo de mantequilla, carne limpia y queso, “y las esgrimen [atacan, acusan, cuestionan, juzgan], contra otros, no saben la obra que están haciendo”.

Esta declaración inspirada rechaza aquella actitud de acusar y cuestionar a la Iglesia Adventista por no haber convertido este asunto en una prueba de discipulado, tanto ministerios independientes como grupos reformistas realizan esta lamentable obra, pero el Espíritu de Profecía es claro en afirmar de que quienes hacen esto “no saben la obra que están haciendo”.

Hemos de aceptar y presentar únicamente aquellas pruebas de discipulado que “la palabra de Dios ha establecido… para el pueblo del Señor” y todas aquellas pruebas que no tienen base bíblica y que claramente son refutados por el Espíritu de Profecía, sin lugar a dudas debemos rechazarlos.

Y después de aclarar que la carne limpia no es una prueba, la cita también demuestra que este asunto nunca va a constituirse en una prueba, por cuanto declara que solo existe una prueba de discipulado que es eterna y permanente para el pueblo de Dios, pues declara que “observar la santa Ley de Dios, el sábado, es una prueba… por todas las generaciones y eternamente” y enfatiza este hecho porque vuelve a declarar que los mandamientos de Dios y el Testimonio de Jesucristo: “es, para siempre, la carga del mensaje del tercer ángel”.

Sin el auxilio revelador de las Sagradas Escrituras, no podemos comprender la grave problemática que provoca el convertir en una prueba, ya sea la carne limpia u otros artículos declarados como objetables; y precisamente la siguiente cita inspirada revela esta problemática y afirma que convertir en una prueba “algunos artículos del régimen alimentario” y hacerlas “tan estrictas cómo es posible” en realidad “producen sólo daño”, pues así está escrito:

“Vienen preguntas de parte de hermanos y hermanas que tienen interrogantes sobre la reforma pro salud. Se ha declarado que algunos están tomando la luz presentada en los testimonios sobre la reforma pro salud y convirtiéndola en una prueba. Seleccionan declaraciones hechas con respecto a algunos artículos del régimen alimentario que son presentados como objetables, declaraciones escritas como advertencia e instrucción para ciertas personas que han entrado o estaban entrando en el mal camino. Ellos se espacian en estas cosas y las hacen tan estrictas cómo es posible, intercalando sus propios rasgos de carácter peculiares y objetables en esas declaraciones y presentándolas con gran fuerza; hacen de ellas una prueba, y las dirigen a donde producen sólo daño”. (1881). (Mensajes Selectos Tomo 3, Página 275, 325)

Esta cita menciona por dos ocasiones el término “prueba”, la cual se aplica al estatus de membrecía en la Iglesia, porque quienes presentaron interrogantes sobre la reforma prosalud, eran precisamente los “hermanos y hermanas” de la iglesia y el hecho de que esta cita mencione a los artículos alimenticios “objetables” demuestra que se aplica a la carne limpia, por cuanto el Espíritu de Profecía describe a la carne como algo “objetable”.

En el año de 1896 la inspiración nuevamente advirtió que se debe manejar con sabiduría este asunto, porque no debemos tomar una actitud incorrecta, “como si este asunto fuera una prueba” y tampoco debemos pensar o enseñar que “los que se alimentan especialmente de carne fueran los mayores pecadores, pues así lo declara la siguiente cita:

En este país [Australia] existe una sociedad vegetariana organizada, pero el número de sus miembros es comparativamente pequeño. Entre la gente en general, la carne es usada mayormente por todas las clases. Es el artículo de alimentación más barato; y aun donde abunda la pobreza, se encuentra la carne sobre la mesa. Por lo tanto existe mayor necesidad de manejar con sabiduría el asunto de comer carne. Con respecto a este problema no debe haber movimientos bruscos. Debemos considerar la situación de la gente, y el poder de hábitos y prácticas que datan de toda la vida, y debemos ser cuidadosos para no imponer nuestras ideas a los demás, como si este asunto fuera una prueba, y como si los que se alimentan especialmente de carne fueran los mayores pecadores”. (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 446, 555-556. —Carta 102, 1896.)

Esta tendencia de establecer pruebas de discipulado antibíblicas, es una evidencia de fanatismo y extremismo, por cuanto esta tendencia permite que se infiltre “un espíritu de crítica… y de disensión” que será de “gran perjuicio para la iglesia” y esta grave situación impedirá que la “influencia de la verdad” alcance “a la gente”, pues así está escrito:

“[En la iglesia —–] algunos habían estado trayendo falsas pruebas, y habían transformado sus propias ideas y nociones en criterio único, magnificando asuntos de pequeña importancia hasta hacerlos pruebas de discipulado cristiano, y colocando cargas pesadas sobre los demás. Así se había infiltrado un espíritu de crítica, un espíritu que encuentra faltas, un espíritu de disensión, que había sido un gran perjuicio para la iglesia. Y se dio a los no creyentes la impresión de que los adventistas, observadores del sábado, eran un conjunto de fanáticos y extremistas, y que su fe peculiar los hacía hoscos, descorteses y de un carácter realmente anticristiano. Así la conducta de unos pocos extremistas impidió que la influencia de la verdad alcanzara a la gente”. — Historical Sketches, páginas 211-212, (1886). (El Evangelismo, página 160)

Por lo tanto, y aunque la intención sea buena, la Iglesia que acepta e implementa pruebas de discipulado no aprobadas por la Biblia, pierde el correcto equilibrio espiritual y cae en una condición de fanatismo y extremismo lo cual provocará que la verdad presente pierda su influencia santificadora y esto impedirá que la gente sea alcanzada para salvación.

La misma Sierva del Señor ratificó este principio y aclaró que en sus escritos nunca tuvo la intención de “decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia” y también advirtió que quienes toman una posición prohibitiva al convertir la carne limpia en una prueba de discipulado, en realidad están llevando “las cosas a los extremos”, precisamente porque este es un asunto de exclusiva decisión personal, y ni la iglesia ni “nadie” puede tomar la posición de “conciencia de otra persona”, tal y como lo señala la siguiente cita inspirada:

Nunca he sentido que era mi deber decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia. Decir esto cuando la gente ha sido enseñada a vivir a base de carne en gran medida, sería llevar las cosas a los extremos. Nunca he sentido que era mi deber hacer declaraciones categóricas. Lo que he dicho lo he dicho dominada por un sentido del deber, pero he sido cuidadosa en mis declaraciones, porque no quería dar ocasión para que nadie fuera conciencia de otra persona… —Carta 76, 1895. (Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 447, 556.)

CONCLUSIÓN

Es evidente que debemos enseñar a todas las personas a que se abstengan de consumir carne limpia, por cuanto su consumo no es adecuado para la salud, sin embargo también debemos enseñar que no es correcto convertir este asunto en una prueba de discipulado, precisamente porque dicha posición es una forma de extremismo.

Autor: Pablo Muñoz | Facebook

Nota:

Este tema está basado sobre el firme fundamento de la Biblia y el Espíritu de Profecía y está en completa armonía con la doctrina oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El Autor de este tema es un miembro activo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y no apoya a quienes intentan desacreditar o anular la validez de las credenciales divinas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

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