La profecía del varon vestido de lino
Introducción
Uno de los mensajes más intrigantes del libro de Daniel es la profecía de Daniel 12:5-13. Esta sección es el epílogo del libro de Daniel y contiene una profecía del “varón vestido de lino”. En ella se presenta una advertencia y una promesa para el pueblo de Dios que vive en el “tiempo del fin”. Lamentablemente, este discurso profético del “varón vestido de lino” no ha sido bien entendido en su contexto inmediato y por lo tanto requiere que se lo estudie con sumo cuidado y sin descuidar este elemento importante de interpretación.
En este escrito trataré de presentar un estudio exegético de esta profecía singular a la luz de su contexto inmediato y de las visiones anteriores. Sin embargo, antes de ofrecer esta exégesis de Daniel 12:5-13, trataré primero de hacer un análisis literario de esta sección bíblica con el propósito de descubrir su género, su estructura y su función dentro del cuadro de la última visión (10-12) y de todo el libro de Daniel. Espero que este análisis literario, además de que ayude a descubrir la estructura y la función literaria de esta sección, también ayude a revelar cuál es la relación lingüística, temática o genérica que existe entre esta sección (12:5-13), la sección que le antecede (10:10-12:4) y las otras visiones del libro de Daniel (Cap. 2, 7, 8, 9).
Sin embargo, antes de hacer este análisis de Daniel 12:5-13, con el propósito de descubrir el tipo de relación que existe entre esta sección (12:5-13) y la sección que le antecede (10:10-12:4), es necesario que primero se haga un análisis de la estructura general de la última visión (10-12) y del contenido temático de cada una de sus secciones.
La estructura general de Daniel 10-12
Un análisis literario de la visión de Daniel 10-12 revela que esta visión tiene una estructura general de tres partes o secciones que a su vez pueden dividirse en sub-secciones más específicas.
La primera sección general de esta visión relata
(1) los antecedentes a la visión de Daniel en el río Hidekel (10:1-3)
(2) describe la visión de Daniel del “varón vestido de lino” (10:4-6) y
(3) narra la experiencia de Daniel en el río Hidekel cuando contempló la visión
del “varón vestido de lino” (10:7-9).
Esta primera sección podría titularse: “La Visión del Varón Vestido de Lino en el Río Hidekel” (10:1-9).
La segunda sección general de la última visión del libro de Daniel (Cap. 10-12) presenta la narración histórica de la visión de Daniel del ángel Gabriel (10:10- 11:1) y de su discurso revelador sobre los tres últimos reinos mundiales y del desenlace final de la historia de nuestro mundo (11:2-12:4). Esta segunda sección podría titularse: “La Visión del Ángel Gabriel en el Río Hidekel y su Discurso Revelador” (10:10-12:4).
La tercera y última sección de la visión de Daniel 10-12 contiene la descripción de los dos diálogos que se realizaron en el río Hidekel entre un ángel y el “varón vestido de lino” y entre Daniel y el “varón vestido de lino” (12:5-13). Esta sección podría titularse: “La Visión del Varón Vestido de Lino en el Río Hidekel”.
Los marcadores divisorios o estructurales de la última visión, que permiten segmentarla de la manera presentada arriba, son lingüísticos y temáticos. Uno de los marcadores lingüísticos que permite separar a una sección de la otra es la palabra hebrea “hinné” (he aquí). Daniel utilizó este término hebreo para introducir a la segunda sección que comienza en Daniel 10:10 y para introducir a la tercera sección que comienza en Daniel 12:5. Otro de los marcadores divisorios de la última visión es de carácter temático y se observa al comienzo de la segunda sección (10:10) y al comienzo de la tercera sección (12:5).
No hay lugar a dudas de que el tema de la primera sección termina con el relato de la experiencia de Daniel cuando él contempló al “varón vestido de lino” (10:9) y que el tema de la segunda sección se inicia con la intervención del ángel Gabriel en la recuperación de Daniel (10:10). De la misma manera, el tema de la segunda sección termina con la conclusión del discurso del ángel Gabriel (12:4) y el nuevo tema se inicia con la introducción de los dos ángeles y el “varón vestido de lino” que estaban en el río Hidekel (12:5).
Esta estructura general de Daniel 10-12, que consta de tres secciones, es de simetría concéntrica.
La primera y la última sección tienen que ver con la visión del “varón vestido de lino”. La sección central tiene que ver con la visión del ángel Gabriel (10:10-12:4).
Cada una de estas secciones generales pueden ser subdivididas también, pero por el momento no tocaremos este asunto, sino que pasaremos a ver cual es la estructura literaria y el contenido de las otras visiones, con el propósito de descubrir la estructura general del libro de Daniel y las conexiones linguísticas o temáticas que puedan existir entre Daniel 12:5-13 y las otras visones de ese libro.
La estructura general del libro de Daniel y el contenido de cada visión
Así como es muy importante que se conozca la estructura general de la última visión y su contenido, con el propósito de establecer la relación genérica, lingüística o temática que pueda existir entre Daniel 12:5-13 y la sección que le antecede (10:10-12:4); así también es imprescindible que se haga un análisis de la estructura general y del contenido de cada una de las cuatro visiones de largo alcance (Cap. 2, 7, 8, 10-12), sin olvidarnos de la visión de corto alcance (Cap. 9), con el propósito de establecer la estructura general del libro de Daniel y la relación lingüística, temática o genérica que pueda existir entre la última visión (Cap. 10-12) y las visiones que le anteceden (Cap. 2, 7, 8, 9).
Al estudiar las visiones del libro de Daniel se observa que ellas están ordenadas de manera cronológica. Esto es, las visiones aparecen en el libro de Daniel de acuerdo al orden en que ellas fueron recibidas por el profeta. La primera visión que se presenta en el libro de Daniel es el sueño de Nabucodonosor, que llegó a ser también la primera visión personal del profeta Daniel (2:19). Esta primera visión está descripta en el capítulo 2 y es parte integral de la estructura literaria de todo el capítulo. A continuación se tratará de presentar un resumen de lo más importante de este capítulo.
La introducción de Daniel 2 informa que el rey Nabucodonosor tuvo un sueño en el segundo año de su reinado y que él intentó conocer la interpretación de su sueño llamando a sus sabios (2:1, 2). Luego se presenta el diálogo de Nabucodonosor con sus sabios, en donde se percibe la preocupación de Nabucodonosor por conocer su sueño y la impotencia de sus sabios en dárselo a conocer (2:3-11). Enseguida se relata la reacción del rey a causa de la impotencia de sus sabios de revelar el sueño y la intervención de Daniel para que los sabios de Babilonia no fueran muertos (2:12-16). Luego, en el centro de la estructura del capítulo 2 se narra que Daniel fue a su casa, comunicó el problema a sus compañeros para que ellos suplicaran a Dios sobre el misterio del sueño, la forma maravillosa en que Dios le reveló el sueño a Daniel y la expresión de gratitud y alabanza de Daniel hacia Dios por la revelación del sueño (2:17-23). Después se relata que Daniel buscó a Arioc, intervino a favor de los sabios y pidió que lo llevaran delante del rey (2:24-25). Luego se presenta el diálogo de Nabucodonosor con Daniel, en donde Daniel revela el sueño y la interpretación del sueño (2:26-45). Por último se relata la reacción favorable de Nabucodonosor hacia Daniel y sus compañeros por la razón de que Daniel le reveló su sueño (2:46-49).
El sueño de Nabucodonosor, descrito en Daniel 2, debería catalogarse como un sueño simbólico. La razón es que los elementos gráficos del sueño no tienen una función literal, sino que son representaciones de otra realidad que se dan a conocer en la interpretación del sueño. De acuerdo a la interpretación de Daniel (Daniel 2:37-45), los “pies simbólicos” de la estatua serían golpeados por una piedra que “fue cortada, no con mano” humana. Esa “piedra simbólica,” en contraste con los “metales simbólicos” de la estatua, representa al Reino de Dios que pondrá fin a los reinos de la tierra. De la interpretación de Daniel, se puede deducir que la estatua simbólica del sueño de Nabucodonosor representa a toda la historia de la humanidad, desde el reino de Babilonia hasta el fin del “cuarto reino” de la tierra. Además, se puede deducir que la historia de la humanidad llegará a su fin tan solo cuando la piedra simbólica o el reino de Dios se manifieste o se haga presente en el planeta tierra. En Daniel 2:37-45 también se observa que Daniel le declaró al rey Nabucodonosor el significado de cada uno de los metales de la estatua. Daniel le dijo a Nabucodonosor: “Tú eres aquella cabeza de oro” (2:38). Luego, Daniel continuó diciéndole al rey que el segundo metal de plata sería “otro reino,” el tercer metal de bronce “un tercer reino” y el cuarto metal de hierro “un cuarto reino” de la tierra (2:39, 40).
En base a esta explicación de Daniel y a las visiones subsecuentes de su libro se puede afirmar que cada metal de la estatua representa un reino o imperio de la tierra. El cuarto reino, según la naturaleza del metal que lo representa, sería un reino fuerte y desmenuzador (2:40). Sin embargo, en la etapa final de su dominio se dividiría y así permanecería hasta el final de su existencia (2:41-43). En otras palabras, el cuarto reino, una vez que se dividiera, no podría recuperar su unidad perdida. Además, durante la etapa final de su dominio dividido, cuando sus reyes o gobernantes estarían intentando recuperar su unidad perdida, la piedra simbólica golpearía los pies de la imagen y la destruiría totalmente (2:44, 45). Por último, Daniel le explicó a Nabucodonosor que la piedra simbólica o el reino de Dios llegará a ocupar todo el territorio del planeta tierra y ejercerá su dominio eternamente (2:44-45). Esto es, en síntesis, la estructura general de Daniel 2 y el contenido de la primera visión del libro de Daniel.
La segunda visión del libro de Daniel se encuentra en el capítulo 7. Allí encontramos que los símbolos zoológicos que intervinieron en esta visión representan los mismos cuatro reinos mundiales de Daniel 2 y cubren el mismo período de la historia humana. La visión de Daniel 7, a diferencia del sueño de Daniel 2, utilizó nuevos símbolos y presenta nuevos detalles que no se habían revelado anteriormente. Al leer la visión de Daniel 7, uno observa que los símbolos metálicos de la estatua de Daniel 2 (oro, plata, bronce y hierro) fueron reemplazados por otros símbolos tomados del reino animal: Un león, un oso, un leopardo y una bestia indescriptible. También se observa que la visión de Daniel 7, aunque confirma la secuencia de los cuatro reinos mundiales que ya se habían revelado en la visión anterior (Cap. 2), introduce dos nuevos elementos simbólicos que aún no se habían revelado.
Daniel 7, desde el punto de vista estructural, es el último eslabón de la primera parte estructural del libro de Daniel. El contenido de este capítulo se puede resumir de la siguiente manera. Primero se presenta en la introducción la fecha de la visión (7:1). Luego se describen las cuatro bestias simbólicas (7:2-8), la escena del juicio en el cielo (7:9-10), los resultados del juicio (7:11-14), la interpretación de los símbolos de la visión (7:15-27) y la reacción de Daniel ante la visión (7:28). Esta segunda visión, aunque revela una vez más los cuatro reinos de la tierra y cubre el mismo período histórico de la visión anterior, ofrece por lo menos dos elementos completamente nuevos que no fueron tocados en la primera visión. Los dos elementos nuevos son: (1) el símbolo del “cuerno pequeño” que surge después de la aparición de los 10 cuernos de la cuarta bestia (7:8, 20-21, 24- 25) y (2) la escena del juicio que se celebra en el cielo (7:9-10, 22, 26-27).
El tema de la división del cuarto reino, que ya se había presentado en el sueño de Daniel 2, se vuelve a reafirmar en esta visión de Daniel 7. Y es precisamente en este contexto de la división del cuarto reino en que se presenta el levantamiento del “cuerno pequeño” o del “reino político-religioso” que le haría la guerra a Dios, al pueblo de Dios y a la ley de Dios (7:24, 25). Además, en esta visión se especifica que el “cuerno pequeño” lucharía contra el pueblo de Dios durante “un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (7:25). Luego, después de dicho período, se realizaría un juicio en el cielo en donde se dictaminaría la destrucción completa del cuerno pequeño y la vindicación de los “santos del Altísimo” (7:26). Una vez que el “cuerno pequeño” se hubiere enjuiciado y destruido, los santos del Altísimo recibirán el reino de la tierra y se dedicarán al servicio de Dios (7:26, 27). Esta visión de Daniel 7, al igual que la visión del capítulo 2, es mayormente simbólica, ya que los elementos que allí se presentan no son literales, sino representaciones de otra realidad.
La tercera visión del libro de Daniel se encuentra en el capítulo 8. El contenido de este capítulo se puede sintetizar de la siguiente manera. En la introducción se presenta la fecha y el lugar de la visión (8:1-2). Luego aparece la descripción de la visión-audición (8:3-14), la orden dada a Gabriel de enseñar la visión (8:15-16), la exhortación a Daniel de entender que la visión llegará hasta el tiempo del fin (8:17), la promesa de Gabriel de enseñar la visión (8:18-19), la interpretación de la visión-audición (8:20-26) y la reacción de Daniel ante la visión (8:27). Esta tercera visión del libro de Daniel difiere de las dos visiones anteriores en varios aspectos. En primer lugar, esta visión ya no cubre el mismo período de las dos visiones anteriores, ni ofrece la misma cantidad de símbolos que correspondan a los cuatro reinos de la tierra. Aquí ya no se encuentra ningún símbolo que represente al reino de Babilonia. Tan sólo aparecen tres símbolos zoológicos (un carnero, un macho cabrío y un cuerno pequeño) que representan a los tres últimos reinos de la tierra, que ya habían sido revelados en las dos visiones anteriores. Esta visión de Daniel 8 parece ser más específica que las dos visiones anteriores a ella (Cap. 2 y 7), ya que aquí se identifica al segundo y al tercer reino de la tierra por su respectivo nombre.
Encontramos en esta visión que allí se explica que los dos primeros símbolos zoológicos se refieren a Medo-Persia (8:20) y a Grecia (8:21-22). Dos reinos que, de acuerdo a las visiones anteriores, ocupan el segundo y el tercer lugar en el esquema de los cuatro reinos mundiales. La visión del capítulo 8, además de identificar por nombre a estos dos reinos, también presenta un nuevo período profético (8:14, 26) y concede un enfoque particular sobre la actividad del “cuerno pequeño” (8:9-12, 23-25) y la naturaleza del “juicio divino” (8:13, 14, 26), que ya se habían presentado en la segunda visión (7:8-10). Al comparar las características y las actividades del “cuerno pequeño” de Daniel 8 con las características y actividades del “cuerno pequeño” simbólico de Daniel 7, se percibe que estos dos símbolos están estrechamente relacionados el uno con el otro y que ambos actúan durante el mismo período de tiempo. Esta tercera visión de Daniel 8, al igual que las dos visiones anteriores, se puede clasificar como una profecía simbólica, ya que sus componentes no son la realidad sino representaciones de otra realidad que se dan a conocer en la explicación de la visión.
La visión del capítulo 9 difiere también de las otras visiones en varios sentidos. En primer lugar, la visión de Daniel 9 no sigue el parámetro de las visiones anteriores que usualmente describen primero los símbolos de la visión y luego presentan la explicación de los símbolos. En esta visión ya no aparece ningún símbolo que represente la secuencia de los cuatro reinos de la tierra, ni ofrece ninguna explicación de ellos. El contenido y el contexto de esta visión indican que la función o propósito de ella es la de ofrecer una explicación del período profético de las 2300 tardes-mañanas, que quedó sin ser explicado en la visión anterior (8:14, 26-27). Un estudio cuidadoso de todo el capítulo 9 revela que la visión que allí se describe (9:24-27) no es una visión de largo alcance, como las visiones anteriores (Cap. 2, 7, 8), sino que es una visión de corto alcance. Esta visión cubre un período relativamente corto que comienza con el decreto de la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén y termina con la expiración de las 70 semanas proféticas.
Este período de las 70 semanas está estrechamente relacionado con el período de las 2300 tardes-mañanas que se menciona en la visión del capítulo 8, pero que en dicha visión no se explicó. Por eso fue necesario que Daniel recibiera esta visión del capítulo 9, para que él pudiera entender cuándo se iniciaría el período de los 2300 días (8:14, 26) y qué eventos sucederían durante los primeros 490 días de aquellos 2300 días proféticos. Esta conclusión sobre el propósito de la visión de Daniel 9, que tiene que ver con la relación de las 70 semanas y las 2300 tardes-mañanas, se percibe claramente al estudiar los últimos versículos del capítulo 8, donde se presenta la preocupación de Daniel por entender la visión de los 2300 tardes-mañanas (8:26, 27), y al estudiar también los primeros versículos del capítulo 9, donde Daniel indica que él miró atentamente en los libros de los profetas sobre la duración de la desolación de Jerusalén (9:1-2) y elevó su oración a Dios a favor del santuario de Jerusalén y del pueblo de Israel en el exilio (9:3-19). Luego, como resultado del interés de Daniel por comprender la visión de los 2300 días y el significado de la purificación del santuario, Gabriel acudió a Daniel para explicarle lo referente a ese período profético que él no había podido entender y acerca de la naturaleza de la purificación del santuario (9:20-27).
La información que el ángel Gabriel le dio a Daniel sobre el inicio de las 70 semanas y la llegada del Mesías Príncipe (9:24-27) es clave para establecer el punto de partida de los 2300 días y la ubicación de los eventos de las 70 semanas en la historia. La información de Daniel 9:24-27 es también clave para comprender la teología de la “purificación del santuario” y la obra del Mesías Príncipe. No está por demás añadir que los datos referidos en Daniel 9:24-27 son de suma importancia para establecer el tiempo de la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén, las circunstancias de su reconstrucción, el tiempo de la manifestación del Mesías-Príncipe y el tiempo que se le concedió al pueblo de Israel para que decidiera si continuaba o no como el pueblo del pacto. Como se puede observar, la función de la visión de Daniel 9 no está limitada solamente a la explicación del inicio del período simbólico de los 2300 días, sino que también revela el tiempo en que aparecería el Mesías, la duración de su ministerio, el tiempo de su muerte, la futura destrucción de Jerusalén y la naturaleza de la purificación del santuario o del juicio divino.
La última visión de Daniel está descripta en los capítulos 10-12. Esta visión, al igual que la visión del capítulo 9, está estrechamente relacionada con la visión del capítulo 8. La primera evidencia de esta conclusión se observa en el hecho de que tan sólo la visión de Daniel 8 y la visión de Daniel 10-12 mencionan el período del “tiempo del fin” (8:17; 11:35, 40; 12:4, 9). La segunda evidencia es que Daniel 10-12, al igual que Daniel 8, se refieren tan sólo a los tres últimos reinos universales de la secuencia de los cuatro.
Al estudiar la introducción de la última visión se observa que Daniel estaba en aflicción (10:2-3). ¿Porqué razón? Daniel no lo expresa. La realidad es que dicha aflicción motivó a Daniel a buscar a Dios y como resultado de la búsqueda de Dios, a través del ayuno y de la oración, Daniel experimentó la visión del “varón vestido de lino” (10:5) y del ser “con semejanza de hijo de hombre” (10:16). Esta última visión de Daniel le fue dada con el propósito de brindarle cierta paz y seguridad, cuando el recibiera la explicación del ángel sobre “lo que está escrito en el libro de la verdad” (10:21). Al analizar la explicación del ángel (11:2-12:4) se percibe que ese discurso contiene más información específica sobre los reinos de Medo-Persia (11:2), Grecia (11:3-20,[21-34?]) y Roma ([21-34?]35-45) que no se habían dado en las visiones anteriores. La información más específica que el ángel le ofreció a Daniel, sobre el cuarto reino de Roma, está estrechamente relacionado con la descripción del “cuerno pequeño” de Daniel 8 (8:9-12, 23-25) y con la descripción del “cuerno pequeño” de Daniel 7 (7:8, 21, 25-26).
La diferencia informativa que se percibe en la descripción del “rey del norte” en Daniel 11:40-45 y la descripción del “cuerno pequeño” en las dos visiones anteriores (Cap. 7 y 8), se debe a que Daniel 11:40-45 tiene la función de mostrar la actuación de esta “potencia” durante el “tiempo del fin” (11:40), mientras que Daniel 7 y Daniel 8 tienen mayormente la función de mostrar la actuación de la misma potencia antes del “tiempo del fin”. Esta realidad del contenido y de la forma literaria de la última visión nos permite decir que la información de Daniel 11:40-45 no es repetitiva, sino que es más bien de un carácter progresivo y novedoso. Además se observa claramente que la figura que se utiliza en Daniel 11: 40-45 no es zoológica sino humana, al igual que en la visión de Daniel 2. La figura que Daniel 11:40-45 presenta ya no es más “un cuerno pequeño,” como en los capítulos 7 y 8, sino que es más bien la figura de un “rey”. Es interesante notar que en la visión de Daniel 8 el ángel Gabriel identificó el símbolo del “cuerno pequeño” (8:9-12) con un “rey” (8:23). Esta dualidad literaria, que primero presenta el símbolo del cuerno pequeño y luego lo identifica con un rey, es aprovechado por Daniel para conectar por un lado al cuerno pequeño de Daniel 8 con el “cuerno pequeño” de Daniel 7 y para conectar por el otro lado el término “rey” de Daniel 8 con el término “rey del norte” de Daniel 11:40-45.
De esta manera Daniel, el receptor de la visión del capítulo 8, utilizó la figura del “cuerno pequeño” para unir por un lado a la visión de Daniel 8 con la visión del capítulo 7 y luego utilizó el significado del cuerno pequeño o el “rey” para unir por el otro lado a la visión de Daniel 8 con la visión de Daniel 10-12. De esta manera quedaron las tres visiones entrelazadas, por medio de la figura de “un cuerno pequeño” y del término “rey”. Este genio literario del profeta Daniel, de utilizar los símbolos y los términos lingüísticos para dar a conocer a los actores de la etapa final de la historia de nuestro mundo, está en perfecta armonía con el carácter enigmático y revelador del mensaje de todo el libro. Si el estudiante analiza con cuidado cada una de las figuras y de las explicaciones de las distintas visiones notará que existen muchos puntos de conexión entre una visión y la otra, que hacen posible la identificación de los actores del drama, aunque se presenten bajo diferentes símbolos o disfraces.
En el libro de Daniel se observa que el símbolo del “cuerno pequeño” de Daniel 7, la figura del “cuerno pequeño-rey” de Daniel 8 y la figura del “rey del norte” de Daniel 11:36-45 se refieren a la misma “institución” o “poderío,” que ha de actuar en la última escena del drama mundial. Esta conclusión se puede entender mejor si se hace una comparación de todas las características y actividades del “cuerno pequeño” de Daniel 7 con las características y actividades del “cuerno pequeño-rey” de Daniel 8. A continuación se hace una comparación de estos dos símbolos:
Esta comparación de las características y actividades del “cuerno pequeño” de Daniel 7 con las características y actividades del “cuerno pequeño-rey” de Daniel 8 demuestra que estos dos símbolos comparten la misma naturaleza y tienen el mismo objetivo. Por lo tanto estos dos símbolos tienen que referirse al mismo “poder” o a la misma “institución”. Además se observa en el libro de Daniel que estas mismas características y actividades del cuerno pequeño-rey de Daniel 8 y del cuerno pequeño de Daniel 7 son las mismas características y actividades del “rey del norte” de Daniel 11:36-45. Esta conclusión se puede confirmar al comparar las siguientes características y actividades de estos tres elementos simbólicos del libro de Daniel.
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El “rey del norte” hablará en forma extraordinaria contra el Dios de los dioses (11:36).
El “cuerno pequeño-rey” se engrandecerá contra el Príncipe de los ejércitos (8:11, 25).
El “cuerno pequeño” hablará palabras contra el Altísimo (7:25). -
El “rey del norte” actuará y prosperará hasta la consumación de la ira (11:36).
El “cuerno pequeño-rey” actuará y prosperará hasta el fin de la ira (8:12, 19). El “cuerno pequeño” actuará hasta que el Juez divino lo destruye (7:26). -
El “rey del norte” se hará de las fortalezas con un dios extraño (11:39).
El “cuerno pequeño-rey” se fortalecerá, “mas no con fuerza propia” (8:24). -
El “rey del norte” estará activo en “el tiempo del fin” (11:40-45).
El “cuerno pequeño-rey” llegará hasta “el tiempo del fin” (8:17). El “cuerno pequeño” llegará hasta el fin (7:26, 27). -
El “rey del norte” entrará en “la tierra gloriosa” (11:41).
El “cuerno pequeño-rey” creció mucho “hacia la tierra gloriosa” (8:9).
El “cuerno pequeño” hacía guerra contra los santos, y los vencía (7:21, 25). -
El “rey del norte” saldrá con gran ira para destruir y arruinar a muchos (11:44). El “cuerno pequeño-rey” sin aviso “destruirá a muchos” (8:25).
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El “rey del norte” levantará su tienda real en el monte glorioso y santo (11:45).
El “cuerno pequeño-rey” quitará el continuo y echará por tierra el fundamento del santuario (8:11).
El “cuerno pequeño” atentará contra la ley (7:25). -
El “rey del norte” llegará a su fin sin que nadie lo ayude (11:45).
El “cuerno pequeño-rey” será quebrantado, mas no por mano humana (8:25).
El “cuerno pequeño” será destruido por el Juez divino (7:26).
Como se puede observar en la lista de características y actividades que se presentó arriba, el “cuerno pequeño” de Daniel 7, “el cuerno pequeño-rey” de Daniel 8 y el “rey del norte” de Daniel 11:36-45 comparten las mismas características, realizan las mismas actividades y tienen el mismo fin. Aunque el capítulo 11 no expresa explícitamente quien destruye al “rey del norte,” se puede inferir por los versículos posteriores que Miguel lo destruye (12:1), ya que Miguel se levanta en el “tiempo del fin” para libertar a su pueblo de este enemigo mortal (12:1). No está por demás aclarar que estas tres figuras, aunque se refieren al mismo “poder” o “institución,” operan de manera específica durante diferentes períodos de la historia humana. El “cuerno pequeño” de Daniel 7 y el “cuerno pequeño-rey” de Daniel 8 actúan de manera específica antes del “tiempo del fin,” mientras que el “rey del norte” de Daniel 11:36-45 actúa durante el “tiempo del fin”.
Hasta aquí se ha logrado ver que la estructura individual de las tres primeras visiones es de correspondencia temática alternada. Esto es, la descripción de las visiones y las respectivas explicaciones de los símbolos siguen el mismo orden progresivo de principio a fin. La posición de las visiones en la estructura general del libro de Daniel sigue un orden cronológico y temático-estructural. También se observa que cada visión, desde la primera de ellas (Cap. 2) hasta la última (Cap. 10-12), ofrece progresivamente más información detallada o específica. La primera visión del libro de Daniel (Cap. 2) es más general que la última visión de ese libro (Cap. 10-12). Este hecho se percibe en forma clara cuando se comparan las cuatro visiones de largo alcance, que llegan hasta el fin de la historia (Cap. 2, 7, 8, 10-12). Al comparar estas cuatro visiones se puede observar que la primera de ellas (Cap. 2) presenta una información más general que la segunda visión (Cap. 7); la segunda visión a su vez presenta una información más general que la tercera visión (Cap. 8); y la tercera visión presenta una información más general que la cuarta visión (Cap. 10-12).
Además, al comparar el tiempo que cada una de estas visiones abarca, se nota que la primera (Cap. 2) y la segunda visión (Cap. 7) cubren el mismo período de tiempo, que abarca desde el reino de Babilonia hasta el fin del cuarto reino de Roma. Mientras que la tercera (Cap. 8) y la cuarta visión de largo alcance (Cap. 10- 12) cubren un período histórico más corto que las dos primeras visiones, ya que el período que ellas cubren abarca desde el reino de Persia hasta la destrucción del cuerno pequeño o la destrucción del rey del norte que opera durante el cuarto reino de Roma. Tan sólo la visión del capítulo 9, que tiene la función específica de mostrar el inicio de los 2300 días y la gran obra del Mesías-Príncipe, no presenta ningún símbolo de la secuencia de los cuatro reinos, ni cubre el mismo período histórico de las visiones de largo alcance.
Alguien podría preguntar, ¿De que manera es la última visión (Cap. 10-12) más específica que las visiones anteriores? En primer lugar se puede señalar que la última visión concede más información detallada sobre el reino de Medo-Persia, Grecia y Roma. Por ejemplo, en la última visión se menciona que después del reinado de Ciro se levantarían cuatro reyes más en el reino de Medo-Persia (11:2), detalle que no se había mencionado en ninguna de las visiones anteriores. Otro detalle de la última visión es que por primera vez se presenta en ella el encuentro bélico entre los reyes del norte y del sur, durante la etapa de la división del tercer reino de Grecia (11:5-20, [21-34?]), que tampoco se había mencionado en ninguna de las visiones anteriores. De manera especial se puede destacar que el ángel le ofreció a Daniel más información específica concerniente a los nuevos eventos que se desarrollarían durante el período final del cuarto reino, conocido como “el tiempo del fin” (11:40-12:13). Además, el análisis literario de las cuatro visiones de largo alcance demuestra que así como la visión del capítulo 7 presenta nuevos elementos e información más específica que la primera visión (Cap. 2), así también la visión del capítulo 8 revela nuevos elementos y da información más específica que la segunda visión (Cap. 7).
La última visión (Cap. 10-12), por supuesto, sigue la misma trayectoria de las visiones anteriores y presenta nuevos elementos e información más específica que Daniel 8. Algunos de los puntos más específicos de esta última visión, que no se habían mencionado en las visiones anteriores, son: La información detallada de la actividad del “rey del norte” durante el tiempo del fin (11:40-45), el tiempo de angustia cual nunca había existido (12:1), la liberación del pueblo de Dios (12:1), la resurrección de los muertos y la glorificación de los “entendidos” (12:3). Por último, se debería señalar que la cuarta visión de largo alcance es más específica que las visiones anteriores porque esta visión es la única visión que presenta el momento específico en que se inicia el “tiempo del fin” (12:7).
En resumen se puede decir que el libro de Daniel es una obra histórica- profética que tiene una estructura de simetría concéntrica. La estructura de simetría concéntrica idiomática de este libro se puede ilustrar de la siguiente manera:
Como se puede observar en el esquema de arriba, el profeta Daniel utilizó el idioma Hebreo al principio y al fin de su libro y utilizó en el centro el idioma Arameo. Este arreglo estructural es conocido como estructura de simetría concéntrica.
Además de esta estructura idiomática, el libro de Daniel tiene dos divisiones estructurales de orden genérico y temático. La primera división abarca los capítulos del 2-7 y la segunda corresponde a los capítulos del 8-12. La primera división ofrece una estructura de “simetría concéntrica” genérica y se puede ilustrar de la siguiente manera:
Este estilo de estructura concéntrica se observa también en base a los temas que se desarrollan en el libro. Notemos el siguiente esquema:
Se ha dicho que la estructura literaria de la primera parte del libro de Daniel es de “simetría concéntrica” por el simple hecho de que los primeros dos capítulos de ese libro (2-3) tienen correspondencia genérica y temática con los últimos dos capítulos de la primera división (6-7). Esto es, el capítulo 2 hace un paralelismo genérico y temático con el capítulo 7; el capítulo 3 con el capítulo 6; y en el centro se encuentra un paralelismo genérico y temático de los capítulos 4 y 5. El capítulo uno, que no aparece en la estructura de arriba, tiene la función de ser la introducción de todo el libro de Daniel.
El centro de la estructura “concéntrica,” de la primera parte del libro de Daniel, presenta el juicio de Dios en contra de los reyes y del reino de Babilonia. Como es bien conocido, el centro de la estructura concéntrica hace resaltar el contenido o mensaje que allí se presenta. En este caso, el centro de la estructura resalta el tema del juicio divino que pone de manifiesto la autoridad y el poder de Dios para enjuiciar a los reyes y al reino de Babilonia. Este tema del juicio divino es de crucial importancia en la teología de la primera parte del libro de Daniel, ya que este mensaje se presenta una vez más en el capítulo 7 de Daniel. Este mensaje del juicio de Dios en contra de Babilonia le da confianza al lector de todos los tiempos de que así como Dios intervino para determinar el fin del reino de Babilonia, así también él intervendrá para poner fin a la arrogancia del “cuerno pequeño” o del “rey del norte” y por último establecer su propio reino en la tierra. Este mensaje de los capítulos 4 y 5 está en armonía con el mensaje de todas las demás visiones, de que el establecimiento del reino de Dios no puede llegar a ser una realidad sin que primero lleguen a su fin los cuatro reinos de la tierra. Así que el mensaje del juicio de Dios en contra de Babilonia, que pone fin a dicho reino, es un mensaje de aliento para el lector de todas las edades, de que las profecías del libro de Daniel son verdaderas y que se van a cumplir al pie de la letra. Este mismo mensaje del juicio le asegura al lector de que así como se cumplió la profecía sobre Babilonia, así también se cumplirán las otras profecías sobre los otros reinos restantes y por consecuencia el reino de Dios llegará a ser una realidad.
La segunda parte del libro de Daniel abarca los capítulos del 8-12. Esta segunda parte, al igual que la primera, tiene una estructura de “simetría concéntrica”. A continuación se presenta la estructura de simetría concéntrica genérica de la segunda parte del libro de Daniel:
Así como la segunda parte del libro de Daniel tiene una estructura concéntrica genérica, así también la segunda parte tiene una estructura concéntrica temática:
En los esquemas de arriba se puede percibir que la visión del capítulo 8 y la visión de los capítulos 10-12 forman un paralelismo genérico y temático. De la misma manera se observa un paralelismo entre Daniel 9:1-23 y Daniel 10:1-9. Luego, en el centro de la estructura concéntrica, aparece la profecía de las 70 semanas donde se revela la llegada, el ministerio y la muerte del MESIAS- PRINCIPE. Este tema del Mesías es de suma importancia para la teología de la segunda parte del libro de Daniel. El cumplimiento de esta profecía le da credibilidad al mensaje de la segunda parte del libro de Daniel y le sirve como un sello que garantiza y asegura al lector que todas las profecías de la segunda parte del libro de Daniel son verdaderas y se cumplirán al pie de la letra. Algunas de las profecías de la segunda parte del libro de Daniel, que están en proceso de cumplimiento o que muy pronto se cumplirán, son: La purificación del santuario de Daniel 8:14, la intervención de Miguel a favor de su pueblo (12:1-3), el tiempo de angustia (12:1), la destrucción del cuerno pequeño-rey (8:25) o el rey del norte (11:45), la resurrección de los muertos (12:2) y la glorificación de los entendidos que brillarán como el resplandor del firmamento (12:3).
No hay lugar a dudas de que la estructura literaria del libro de Daniel demuestra un plan bien definido y una unidad de composición. De manera personal estoy convencido de que vale la pena estudiar este libro con esmero y dedicación para saborear su contenido y conocer el tiempo en que estamos viviendo de acuerdo al calendario profético.
El género y la estructura de Daniel 12:5-13
Un análisis literario de Daniel 12:5-13 demuestra que esta sección no es independiente de la sección que le antecede (11:2-12:4). La realidad es que Daniel 12:5-13 está estrechamente relacionado con Daniel 12:1-4 y con Daniel 11:40-45.
Un análisis de la última visión demuestra que Daniel 12:1-4 es la conclusión del discurso del ángel que confortó a Daniel (11:2-12:4) y está estrechamente relacionado con Daniel 12:5-13. Además, el análisis revela que la sección de Daniel 12:5-13 es la conclusión de la segunda parte del libro de Daniel (8:1-12:4) y de todo el libro en general.
La profecía de Daniel 12:5-13 está conectada con la sección que le antecede (11:2-12:4) por la cláusula verbal “Entonces yo Daniel vi” y la palabra hebrea “hinné”. Esta palabra “hinné” tiene varias funciones literarias:
(1) Sirve para introducir nuevos participantes en la escena,
(2) para unir secciones o sub-secciones de un escrito y
(3) para llamar la atención del lector a una frase particular o a un relato que sigue.
Esta llamada de atención, por medio de la palabra “hinné,” le indica al lector que la frase o el relato que sigue es de suma importancia y por lo tanto le debe prestar atención. Esta palabra “hinné” aparece diez veces en el libro de Daniel. Siete de ellas se encuentran en la última visión; cinco veces en el capitulo 10 (10:5, 10, 13, 16, 20), una vez en el capítulo 11 (11:2) y una vez en el capítulo 12 (12:5). Las otras tres veces restantes están en la visión del capítulo 8 (8:3, 5, 15).
Un análisis literario de Daniel 12:5-13 revela que esta sección es un diálogo doble, en forma poética o semi-poética, que se realizó a orillas del río Hidekel (12:5; 10:4). La estructura del poema revela a su vez que Daniel 12:5-13 está ligado a la sub-sección poética que le antecede (12:1-4) y que ambas partes forman un poema de estructura “concéntrica”. Esto es, la primera estrofa del poema tiene una conexión lingüística o temática con la última estrofa; la segunda estrofa con la penúltima; la tercera con la antepenúltima y así sucesivamente.
Este capítulo 12 de Daniel, arreglado en la forma de un poema de trece estrofas, se presenta a continuación. La línea de cada estrofa del poema se ha establecido siguiendo el método de O‟ Connor que, según W. Holladay, es el mejor método. De acuerdo a W. Holladay, el método de O‟ Connor establece que la línea de la estrofa de un poema debe ajustarse al siguiente criterio:
(1) La línea debe contener de cero a no más de tres cláusulas predicados,
(2) la línea debe contener por lo menos uno y no más de cuatro componentes,
(3) la línea debe tener por lo menos 2 y no más de 5 palabras,
(4) un componente no debe tener más de cuatro unidades,
(5) si una línea contiene tres cláusulas predicados, no puede tener una frase substantiva dependiente,
(6) la línea debe tener integridad sintáctica (JBL 118/1 [1999]:19-32).
Una característica de la poesía hebrea clásica es el paralelismo o un par de líneas (bi-cola) que tienen cierta correspondencia la una con la otra. El paralelismo se caracteriza porque tiene la función de repetir, contrastar o expandir el pensamiento del poeta. La poesía hebrea además de usar el paralelismo como su unidad básica estructural, puede también utilizar tres líneas (tri-cola), cuatro líneas (tetra-cola) o más líneas. La presencia de la tri-cola en el verso bíblico, de acuerdo a Watson, es un indicador (pointer) inequívoco de la poesía hebrea (W. Watson, Classical Hebrew Poetry, p. 53). Los versículos de Daniel 12:1-13, hasta donde se ha podido constatar, contienen la mayoría de los indicadores amplios, estructurales y fonéticos de la poesía hebrea que se conocen hasta este momento (Watson, pp. 46, 47) y ellos ofrecen un poema de trece estrofas con una estructura “concéntrica”. A continuación se ofrece el contenido de Daniel 12:5-13, arreglado en forma de poesía.
Daniel 12:1-13
La estructura “concéntrica” de Daniel 12:1-13 se observa a través de ciertas “palabras pares” que el escritor usó en cada estrofa y que forman un paralelismo distante entre la primera y la última estrofa, la segunda y la penúltima y así sucesivamente. Por ejemplo, la primera estrofa utiliza la palabra “tiempo” que forma una “palabra par” con la palabra “días” de la última estrofa. Las dos palabras idénticas (tiempo/días), que aparecen en la segunda estrofa y en la penúltima estrofa, forman un paralelismo distante entre ellas. Lo mismo sucede con la tercera estrofa y la antepenúltima estrofa. La cuarta estrofa tiene la palabra “entendidos” que forma un paralelismo distante con la palabra idéntica “entendidos” de la cuarta estrofa en orden inverso; esto es, contando desde la última estrofa hacia el centro del poema. Luego, la quinta estrofa utiliza la frase “tiempo del fin” que forma un paralelismo distante con la misma expresión de la quinta estrofa en orden inverso. La sexta estrofa utiliza la expresión “el fin de las maravillas” que forma un paralelismo distante con la expresión similar “fin de estas [maravillas]” de la sexta estrofa en orden inverso. Finalmente, en el centro de la estructura de simetría concéntrica se encuentra la expresión: Tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.
Esta estructura concéntrica de Daniel 12:5-13 se puede percibir mejor de una manera gráfica o visual. A continuación se presenta este esquema estructural que tiene como base el paralelismo distante de las palabras pares de cada estrofa.
Estructura Concéntrica de Daniel 12:1-13
La forma estructural de simetría concéntrica de Daniel 12:1-13 se puede percibir no solo en base a las palabras pares, sino también en base a los temas que allí se desarrollan. El esquema temático se puede presentar como sigue:
Esta estructura “concéntrica” de Daniel 12:1-13, que está basada en palabras pares y en temas que allí se desarrollan, demuestra que el período de un “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” ocupa un lugar central en el poema del capítulo 12. Este período profético es clave para determinar el punto exacto en que el “tiempo del fin” debe comenzar como también del inicio del proceso del cumplimiento profético que conduce al “fin de las maravillas”. Si no existiera este juramento del “varón vestido de lino” difícilmente se podría saber en que momento de la historia se iniciaría tanto el “tiempo del fin” como el proceso del cumplimiento de “las maravillas”. Sobre estos dos puntos se hablará mas adelante en la exégesis de este pasaje.
Captar la estructura de “simetría concéntrica” de Daniel 12:1-13 es muy importante porque ayuda al estudiante de este poema a ubicar, dentro de la historia, los eventos que allí se describen. Si uno analiza la primera parte de la estructura “concéntrica,” desde la primera estrofa hasta la sexta, notará que los eventos que allí se mencionan son escatológicos y corresponden al período del “tiempo del fin” (12:1-6). Lo mismo se nota en la segunda parte de la misma estructura poética (12:8-13). Los eventos que allí se mencionan son también escatológicos y corresponden al “tiempo del fin”. Tan sólo el período de un “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo”; que aparece en el centro de la estructura “concéntrica”, está ubicado estructuralmente y exegéticamente antes del “tiempo del fin”. Este período de un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo es una referencia histórica que sirve para señalar el comienzo del “tiempo del fin” y del proceso profético que conduce al “fin de las maravillas” (12:6). Esta clasificación del tiempo, como “antes del tiempo del fin” y “tiempo del fin, se puede ilustrar de la siguiente manera:
No hay lugar a dudas que la estructura de Daniel 12:1-13 ayuda al lector a ubicar en la historia los eventos importantes que allí se mencionan. Además de esto, la estructura ayuda a percibir la relación lingüística y temática que existe entre Daniel 12:5-13 y la sub-sección que le antecede (12:1-4). A través de la estructura del poema se nota claramente que Daniel 12:1-4 está estrechamente relacionado, de manera lingüística y temática, con Daniel 12:5-13. El análisis literario que se hizo de la última visión (10:1-12:4) demostró que Daniel 12:1-4 no tan sólo está conectado con Daniel 12:5-13, sino que también lo está con Daniel 11:40-45. La conexión de Daniel 12:1-4 con Daniel 11:40-45 se realiza por medio de la frase “en aquel tiempo” de Daniel 12:1, que hace alusión a la expresión “tiempo del fin” de Daniel 11:40. Esta frase „tiempo del fin” es exclusiva de la segunda parte del libro de Daniel y se menciona dos veces en Daniel 11 (35, 40) y dos veces en el poema de Daniel 12 (12:4, 9). Estas referencias al “tiempo del fin,” que se mencionan en Daniel 11:40 y en Daniel 12:4, 9, muestran la relación linguística y temática que hay entre Daniel 11:40-45 y Daniel 12:1-13.
El poema de Daniel 12:1-13 presenta un tema dominante que resalta en casi todas sus estrofas. Este hecho se puede observar en el uso de ciertos vocablos o frases (sustantivos, verbos y preposiciones) y en la frecuencia o cantidad de veces en que estos términos son usados. Algunas de esas palabras son 'et (tiempo), yomim (días), mo`ed (tiempo), le (hasta) y 'ad (hasta). Los términos y la frecuencia de su uso subrayan el hecho de que el énfasis del poema es el “tiempo,” pero de manera específica el “tiempo del fin” ('et qes).
El género literario de Daniel 12:5-13 se puede clasificar como profecía apocalíptica bíblica. Esta clasificación genérico-literaria se basa en la siguiente jerarquía:
Tipo del escrito: Verso Narrativo
Tipo del texto: Revelación
Género: Profecía
Subgénero: Apocalíptica
En base a esta jerarquía literaria, Daniel 12:5-13 no puede ser clasificada de manera exclusiva como apocalíptico, ya que no cumple con todos los requisitos de la definición moderna de ese género. De igual manera, el libro de Daniel tampoco debería ser clasificado como un apocalipsis, ya que difícilmente se podría probar que esta obra es de carácter seudónimo y pseudo-profético, como lo es la literatura apocalíptica judía. Por lo tanto, ni el libro de Daniel ni la profecía de Daniel 12:5-13 deberían ser clasificados de esa manera. Sería mejor clasificar a esta sección del libro de Daniel como profecía apocalíptica bíblica, ya que Daniel 12:5-13 comparte con varias características de la profecía clásica bíblica y de la literatura apocalíptica judía.
Ahora, sin más preliminares pasaremos a ofrecer una exégesis de Daniel 12:5-13.
Una exégesis de Daniel 12:5-13
Daniel 12:5-13, desde el punto de vista literario, contiene dos diálogos que expresan un mensaje profético-escatológico. En otras palabras, estos versículos presentan una información netamente escatológica que tiene que ver con el “tiempo del fin”. Esta sección cumple la función de ser el epílogo de la última visión de Daniel y de todo el libro que lleva su nombre. Aunque Daniel 12:5-13 es el epílogo de todo el libro, de ninguna manera es independiente de la última visión, sino que está estrechamente conectado con la sección que le antecede (11:2- 12:4).
Los dos diálogos de Daniel 12:5-13 son dos escenas de un mismo episodio que se desarrolló en las márgenes del río Hidekel. Los participantes de estos dos diálogos son: (1) Un ángel, (2) Daniel y (3) el “varón vestido de lino”. En estos diálogos el ángel y Daniel son los interrogadores o las personas que hacen las preguntas. El “varón vestido de lino” es el interrogado o la persona a quien se le hacen las preguntas y a su vez las responde. Los dos diálogos son relativamente cortos y se presentan en dos escenas. En la primera escena el ángel pregunta: “¿Hasta cuándo será el fin de las maravillas?” (12:6). Luego, el “varón vestido de lino” le responde:
“Ciertamente hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo; entonces, tan pronto como se haya terminado de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas [maravillas] llegarán a su fin” (12:7).
En la segunda escena Daniel hace su propia pregunta: “Señor mío, ¿Qué será el fin de estas [maravillas]?” (12:8). Luego, el “varón vestido de lino” le responde:
“Anda Daniel,
porque las palabras están guardadas y selladas hasta el tiempo del fin (12:9).
Muchos serán zarandeados, blanqueados y acrisolados; empero los impíos vivirán impíamente.
Y ninguno de los impíos entenderá
mas los entendidos entenderán (12:10).
Y especialmente desde el tiempo que sea quitada la continuidad, para asentar la abominación asoladora,
habrá mil docientos noventa días (12:11).
Bienaventurado el que espere y llegue
hasta mil
trecientos treinta y cinco días (12:12).
Y tú ve hasta el fin,
descansarás y te levantarás para [recibir] tu parte asignada en el fin de los días (12:13).
Con esta respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta de Daniel, se pone punto final a los dos diálogos (12:5-13), a la última visión (10:1-12:13), a la segunda parte del libro de Daniel (8:1-12:13) y a todo el libro de Daniel.(1:1-12:13).
El presente estudio exegético de Daniel 12:5-13, tiene como objetivo entender el mensaje escatológico de esta sección. Por lo tanto se hará un análisis gramatical de la pregunta del ángel (12:6), de la pregunta de Daniel (12:8) y de las respectivas respuestas del “varón vestido de lino” (12:7, 9-13). Además, esta exégesis hará un estudio léxico-estadístico de ciertas palabras claves, que se utilizan en las preguntas y respuestas, con el propósito de conocer sus significados probables de acuerdo al uso que se les dio en el Antiguo Testamento. Además, esta exégesis de Daniel 12:5-13 hará un estudio sintáctico de las preguntas y respuestas que allí se encuentran, para que se pueda determinar con seguridad el significado apropiado de las palabras y en conformidad con la sintaxis o función gramatical que ellas ocupan. De manera especial se estudiará la frase interrogativa 'ad matay (hasta cuándo) y los sustantivos qes (fin) y pelaot (maravillas) de la pregunta del ángel. También se estudiará la preposición le (por, hasta), la conjunción ke (cuando, tan pronto como), y las palabras mo`ed (tiempo), kalah (terminar) y tiklena (llegará a su fin) de la respuesta del “varón vestido de lino”. Luego se analizará la pregunta de Daniel, prestando atención especial a la partícula interrogativa mah (qué) y al sustantivo ‟aharit (fin). Por último se dará consideración a la segunda respuesta del “varón vestido de lino,” especialmente a las frases o palabras 'et qes (tiempo del fin), hattamid (la continuidad), shiqqus shomem (la abominación asoladora), “1290 días” y “1335 días”.
Ahora pasemos a analizar la pregunta del ángel y a tratar de entender el significado de su pregunta.
La pregunta del ángel (12:6)
Entonces uno preguntó al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Hasta cuándo será el fin de las maravillas?
La pregunta del ángel, al “varón vestido de lino,” se inicia en el lenguaje hebreo con una frase compuesta por la preposición 'ad (hasta) y el adverbio interrogativo temporal matay (cuándo). Esta frase interrogativa se ha traducido en algunos idiomas de tal manera que el énfasis semántico recae en la “duración del tiempo” en lugar de recaer en su “terminación”. Este fenómeno se nota en las Biblias donde se ha traducido la frase interrogativa `ad matai: ¿cuánto tiempo?, en lugar de ¿hasta cuándo?
La frase interrogativa 'ad matay aparece 28 veces en el Antiguo Testamento. Un estudio estadístico del uso de esta frase en el Antiguo Testamento corrobora lo que ya se insinuó anteriormente, de que el énfasis de ad matay debe recaer en la “terminación” del tiempo y no en su “duración”. Esta conclusión se observa de manera clara en Daniel 8:13, donde también se usa la frase ad matay. Allí se puede notar que el énfasis de la frase interrogativa 'ad matay no recae tanto en la “duración” del tiempo de la visión sino en su “terminación”. Esta interpretación de la frase interrogativa 'ad matay encuentra apoyo también en la respuesta del ángel palmony (Dan 8:14). La respuesta fue: “Hasta 2300 días, entonces el santuario será purificado.” (Dan 8:14). Nótese bien que la respuesta del ángel se inicia con la preposición hebrea 'ad (hasta). De acuerdo a la gramática hebrea, cuando esta preposición cumple una función temporal, como en este versículo, su significado es “hasta” y no “durante”. Además, el hecho de que el ángel haya utilizado en su respuesta la conjunción waw (entonces), después de la información temporal de los 2300 días, indica que el “ángel” entendió que el énfasis de la pregunta interrogativa 'ad matay estaba en la “terminación” del tiempo y no en su “duración”. Estos dos elementos de la respuesta del “ángel,” el uso de la preposición `ad (hasta) y el uso de la conjunción waw (entonces), confirman la conclusión presentada arriba de que el énfasis de la frase interrogativa 'ad matay debe recaer en la “terminación” del tiempo y no en su “duración”.
Después de la frase interrogativa `ad matay le sigue el substantivo qes (fin). Este substantivo hebreo aparece 67 veces en el Antiguo Testamento. Unas quince veces, de las 67, aparece en el libro de Daniel. De acuerdo a su uso en el Antiguo Testamento, la palabra qes puede significar “fin” o “extremo final”. El sustantivo qes, dependiendo del contexto, puede referirse al “fin” de un territorio (2 Reyes 19:23, Isaías 37:24, Je 50:26, etc.), al “fin” de la vida humana (Gen. 6:13, Salmos 39:4, Dan. 11:45) al “fin” de un período (Gen. 8:6, Ex. 12:41, Dan. 1:15, 18), al “fin” o “destrucción” de una ciudad o reino (Lam. 4:18, Ez 7:3, Habacuc 2:3, Je 51:13, Dan 9:26) y al “fin” absoluto de la historia (Dan. 8:19, 12:6, 13). En todos estos versículos el substantivo qes tiene el significado de “fin”, “extinción” o “extremo final”. Sin embargo, el tipo o la clase de “fin” a la cual el escritor se refiere, es determinado mayormente por el contexto y no tan sólo por la palabra qes. En el caso de la pregunta del ángel (12:6), el contexto exige que el sustantivo qes tan sólo signifique el “fin” o el “extremo final” de “las maravillas,” que tendrán que cumplirse en el “tiempo del fin”.
Las maravillas, de la pregunta del ángel, es la traducción del substantivo hebreo happelaot. ¿A que clase de “maravillas” se refiere el ángel en su pregunta? La concordancia hebrea registra este substantivo 13 veces en el Antiguo Testamento. Doce, de las trece veces, el substantivo pele‟ (maravilla) está relacionado con los actos o la palabra de Dios. Diez veces fue utilizado de manera positiva (1) para referirse a los actos extraordinarios de Dios (Ex. 15:11, Sal. 77:12, 15; 78:12; 88:11, 13; 89:6; Isa. 25:1), (2) para referirse a su nombre (Isa. 9:6) y (3) para referirse a su testimonio (Sal. 119:129). Por el otro lado, el substantivo pele‟ fue utilizado en dos ocasiones de manera negativa para referirse a un acto futuro (Isa 29:14) y a un acto pasado (Lam 1:9) de la destrucción de Jerusalén. Por lo tanto, de acuerdo al uso de esta palabra en el Antiguo Testamento, el substantivo pele‟ de Daniel 12:6 puede tan sólo referirse a los “actos extraordinarios” de Dios en el “tiempo del fin”. Estas “maravillas” o “actos extraordinarios de Dios” pueden ser de un carácter positivo o de un carácter negativo. Esto es, las maravillas de la pregunta del ángel pueden referirse a actos de salvación o a actos de destrucción. Algunos de esos actos referidos en la pregunta del ángel podrían ser: La destrucción del “rey del norte” (11:45), la liberación del pueblo de Dios (12:1), la resurrección de los muertos (12:2) y la glorificación de los entendidos (12:3).
En resumen, se puede decir que la frase interrogativa `ad matay (¿Hasta cuándo?) expresa el deseo del ángel de conocer más bien el punto final del cumplimiento de las maravillas o eventos escatológicos, que su duración. El sustantivo qes, de acuerdo a su uso en el Antiguo Testamento, tiene el significado de “fin,” “extremo final” o “extinción”. El “fin” puede estar relacionado con un objeto, un territorio, la vida, el tiempo o algún evento. Además, el substantivo “maravillas,” en el Antiguo Testamento, fue usado mayormente con Dios y en relación a eventos extraordinarios de carácter positivo o negativo, de salvación o destrucción. En otras palabras, la pregunta del ángel expresa el interés que este tenía de saber en que momento de la historia se terminarían o se cumplirían los hechos extraordinarios de Dios, que él mismo u otro ángel le habían dado a conocer a Daniel en la última visión (11:40-12:4). Algunos de esos hechos extraordinarios, de acuerdo al contexto de la pregunta, podrían ser la destrucción del “rey del norte” (11:45), el levantamiento de Miguel (12:1), la liberación del pueblo de Dios (12:1), la resurrección de los muertos (12:2), y la glorificación de los entendidos (12:3). Siendo que el ángel Gabriel ya le había revelado a Daniel los eventos finales de la historia, ahora le tocaba a él o a otro ángel preguntarle al “varón vestido de lino” en que momento de la historia se terminarían de cumplir.
La respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta del ángel, fue la siguiente:
La respuesta del varón vestido de lino (12:7)
Ciertamente, hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo; entonces, tan pronto como se haya terminado de esparcir el poder del pueblo santo, todas estas [maravillas] llegarán a su fin.
La respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta del ángel, comienza en la Biblia Hebrea con la conjunción “ki” (12:7). Esta partícula gramatical tiene varias funciones en el lenguaje hebreo. Una de sus tantas funciones es la función “recitativa” que equivale a las “comillas” modernas. En esta función, la conjunción “ki” puede servir para citar o introducir una declaración directa. Otra de las funciones de la partícula” ki” es la función afirmativa. Si la función de la conjunción “ki” en este pasaje es recitativa, entonces esta conjunción no debería traducirse; pero si su función es afirmativa, entonces debería traducirse “ciertamente”. La mayoría de los eruditos se inclinan más en aceptar la función afirmativa de “ki” que en aceptar su función recitativa.
En el texto Hebreo, después de la conjunción” ki” aparece la preposición “le” (por, hasta) unida al substantivo mo'ed. La preposición le, al igual que las otras preposiciones del lenguaje hebreo, tiene varias funciones sintácticas y varios significados. De allí que es muy importante que se entienda bien la sintaxis y el uso de esta preposición en su contexto, para que no se malentienda su significado, ni se la traduzca de manera equivocada. En este pasaje la preposición “le” indica dirección y tiene la función sintáctica “terminativa” de un proceso; por lo tanto debería traducirse “hasta” (up to), como se la ha traducido correctamente en Daniel 12:13. Lamentablemente la mayoría de las versiones latinoamericanas de la Biblia traducen la preposición Hebrea “le” (Daniel 12:7) “por,” en lugar de la preposición correcta “hasta”, indicando de esta manera que el énfasis de la frase interrogativa `ad matay está en la duración del tiempo, y no en su terminación. Esta práctica, como ya se ha visto, está equivocada.
La palabra hebrea mo'ed (tiempo), en la pregunta del ángel, está unida a la preposición “le” y aparece en el Antiguo Testamento 224 veces. Esta palabra fue utilizada frecuentemente en el Antiguo Testamento para “designar un lugar o determinar un tiempo”, sin considerar el propósito de la designación o determinación (TWOT, p. 388). La palabra mo`ed aparece en el Antiguo Testamento unas 145 veces en compañía de la palabra „ohel para referirse a la “tienda de reunión” del santuario terrenal. El resto de las veces, el término se utilizó para referirse al tiempo de las fiestas solemnes del pueblo de Israel (Lev. 23:2, 3, 4; Deut. 31:10), al tiempo del nacimiento de un niño (Gen 17:21; 21:2), al tiempo de la emigración de los pájaros (Je. 8:7), al tiempo en que caería una plaga (Ex. 9:5) y al tiempo en que se cumpliría una visión (Habacuc 2:3). La palabra mo'ed, en el caso de las fiestas anuales y de la migración de los pájaros, involucra la idea de un ciclo anual, pero esa idea no aparece en los otros usos de ese término.
La palabra mo'ed, además de determinar un “tiempo” o designar un “lugar,” puede también determinar una “señal” (Jueces 20:38). Si esta idea está presente en la palabra mo`ed de Daniel 12:7, entonces el “varón vestido de lino” utilizó la expresión “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” no tan sólo para determinar un tiempo, sino también para determinar la señal del comienzo del “tiempo del fin” y del proceso de ese período profético que llegaría hasta el “fin de las maravillas” o el fin de la historia.
En la Biblia Hebrea se observa que después de la expresión “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” aparece la conjunción hebrea waw (y, entonces). Esta conjunción, cuando se utiliza después de una información de tiempo, se debería traducir “entonces,” como en Daniel 8:14. Además, se observa en la Biblia Hebrea que después de la conjunción hebrea waw (y, entonces) le sigue la preposición hebrea “ke” (cuando, tan pronto como), la cual está unida al verbo infinitivo kalah (terminar). La preposición “ke”, en este versículo, tiene una función temporal y por lo tanto expresa un punto exacto de tiempo. Cuando esta preposición acompaña a un infinitivo, como en este caso, debería traducirse “tan pronto como”. El verbo infinitivo que acompaña a la preposición “ke” (tan pronto como), como ya se dijo anteriormente, es el término kalah.
La raíz del verbo kalah aparece 207 veces en el Antiguo Testamento. La idea básica de esta raíz verbal es “terminar” o “traer un proceso a su fin”. Este verbo se utilizó en el Antiguo Testamento tanto en forma positiva como en forma negativa. Se dice que este verbo ha sido usado en forma positiva cuando tiene el significado de añadir hasta el punto de llenar un objeto o completar una acción. Por el otro lado, se dice que el verbo está empleado en forma negativa cuando tiene el propósito de indicar que a un objeto se le quitó hasta el punto que se consumió o no le quedó nada. El verbo kalah fue utilizado en el Antiguo Testamento en forma positiva para indicar que una casa se terminó o completó de edificar (2 Cron. 8:16). El mismo verbo se utilizó en forma positiva para indicar que una persona terminó de hablar (Gen 17:22), de comer (1 Reyes 1:41), de beber (Gen 24:19), etc. Por el otro lado, el verbo fue utilizado en forma negativa para indicar la destrucción de una persona o de un objeto (Isa 1:28; 29:20; Deut. 7:22; Je 16:4). El tiempo y la duración de la acción es determinado por la forma verbal y por la preposición que lo acompaña. En este caso particular, como ya se vio, el verbo kalah es un infinitivo que está precedido por la preposición “ke”, por lo tanto la acción del verbo es puntual y debería traducirse “tan pronto como se termine” o “tan pronto como se haya terminado”.
La cláusula parentética de la respuesta del “varón vestido de lino,” que se inicia con la preposición “ke” (tan pronto como), sirve para aclarar que tan pronto como se hubiere terminado” la dispersión del pueblo de Dios, que sería provocada por la persecución del cuerno pequeño de Daniel 7:25, “todas estas [maravillas] llegarán a su fin” o se “cumplirán” (Dan 12:7). La frase “todas estas,” de la respuesta del “varón vestido de lino,” se refiere a “las maravillas” de la pregunta del ángel (12:6). La expresión “llegarán a su fin” (12:7) se refiere al tiempo en que “las maravillas,” que fueron predichas por el ángel (11:40-12:4), terminarían de cumplirse. La forma verbal tiklena (llegarán a su fin) es el futuro del verbo kalah. Este verbo, como ya se vio anteriormente, tiene el significado de “terminar” o “hacer que un proceso llegue a su fin”. La forma verbal del futuro, en el hebreo bíblico, también puede indicar la sucesión de acciones o eventos. En otras palabras, la expresión “llegarán a su fin” está indicando que los eventos o “las maravillas” que fueron referidas por la frase “todas estas,” son eventos posteriores a los “tres tiempos y medio” y a la cesación “del esparcimiento del poder del pueblo santo”. La respuesta del “varón vestido de lino,” desde el punto de vista sintáctico, es similar a la respuesta de Daniel 8:14: “Hasta 2300 días, entonces el santuario será purificado.” El uso de la preposición le (hasta) y de la conjunción waw (entonces) en la respuesta del “varón vestido de lino” (12:7) y en la respuesta del ángel (8:14) tienen la función de indicar que tanto la purificación del santuario de Daniel 8:14 como el cumplimiento de las maravillas de Daniel 12:7 son un proceso que comienza con la terminación del período de tiempo que los introduce y “llegarán a su fin” o “terminarán de cumplirse” en el tiempo que Dios así lo determine o crea conveniente.
Siendo que la pregunta del ángel fue: ¿Hasta cuándo será el fin de las maravillas? El “varón vestido de lino” respondió: “Ciertamente hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo; entonces, tan pronto como se haya terminado de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas [maravillas] llegarán a su fin” o “se cumplirán”. En otras palabras, la cláusula parentética de la respuesta del “varón vestido de lino” tiene la función de explicar que tanto la terminación de los tres tiempos y medio como la cesación de la dispersión del poder del pueblo santo son paralelos y terminan juntos; entonces, tan pronto como el período de los tres tiempos y medio y la cesación de la persecución hubieren terminado, comenzaría el proceso del cumplimiento de las maravillas hasta su total cumplimiento. Este período final de la historia de nuestro mundo, que comienza con la terminación de los “tres tiempos y medio” y durante el cual se cumplen todas las maravillas de la respuesta del “varón vestido de lino,” se conoce en el libro de Daniel como el “tiempo del fin” (8:17; 11:35, 40; 12:4, 9).
Daniel indicó explícitamente que no entendió la respuesta del “varón vestido de lino”. De allí que él se atrevió a formular su propia pregunta. Esa pregunta de Daniel es la que nos toca analizar ahora.
La pregunta de Daniel (12:8)
Yo escuche, más no entendí.
Y dije: Señor mío,
¿Qué (evento) será el fin de estas [maravillas]? o
¿Cuál (evento) será el fin de estas [maravillas] o
¿Cómo será el fin de estas [maravillas]?
Daniel 12:8 dice que Daniel escuchó la respuesta del “varón vestido de lino,” pero que no la entendió. ¿Porqué razón? No se expresa. Sea como fuere, Daniel se atrevió a formular su propia pregunta. La pregunta de Daniel, al “varón vestido de lino,” comienza en la Biblia Hebrea con la partícula interrogativa mah. Esta partícula puede significar “¿qué?, “cuál? o ¿cómo? En el Antiguo Testamento, esta partícula fue utilizada para preguntar el nombre de alguien o para hacer preguntas que tienen que ver con personas (Éx. 16:7-8; Num 16:11; Ez. 19:2), cosas o eventos (Za. 1:9,19;4:4, 11). En el contexto de la pregunta de Daniel, mah fue usado para preguntar por un evento o por las circunstancias de ese evento.
Inmediatamente después de la partícula interrogativa mah le sigue la palabra hebrea ‟aharit (fin). El término ‟aharit es un substantivo femenino singular y ha sido traducido “fin” en varias versiones de la Biblia. Esta palabra aparece 60 veces en el Antiguo Testamento. Como sustantivo puede significar “descendencia” (Salmos 37:38; Dan. 11:4), “remanente” (Amos 9:1) y “parte final” o “fin”. El “fin” puede referirse a un territorio geográfico, a un tiempo o a un evento (Deut. 11:12; Num 23:10; Dan. 8:19, 23). El término ‟aharit puede también usarse como un adverbio y en este caso su significado sería “último” (Deut. 8:16; Je. 50:12). De acuerdo al contexto de Daniel 12:8, ‟aharit no puede tener otro significado sino de “parte final” o de “fin”; y en el caso de que fuera un adverbio su significado sería “último”.
Si esta conclusión es correcta, entonces la pregunta de Daniel debería traducirse de una de las siguientes maneras: ¿Qué será el fin de estas [maravillas]?, ¿Cuál será el fin de estas [maravillas]? o ¿Qué [maravilla] será la última de éstas?
La pregunta de Daniel, sin lugar a dudas, tenía el propósito de inquirir sobre el fin o la parte final de las maravillas y por lo tanto esperaba recibir una respuesta que hiciera alusión al “fin” o a la “parte final” de esos eventos. Por el otro lado, aunque Daniel preguntó sobre el “fin” de “las maravillas”, él no estaba interesado en saber en que momento terminarían “las maravillas” (¿Hasta cuándo?), sino en conocer el evento final (¿Qué?, ¿Cuál?) o la manera en que los “eventos finales” o “las maravillas se desarrollarían (¿cómo?).
Esta pregunta de Daniel dio lugar a la segunda respuesta del “varón vestido de lino” que se analizará a continuación.
La respuesta del varón vestido de lino (12:9-12)
- El respondió: anda, Daniel,
porque las palabras están guardadas y selladas hasta el tiempo del fin. 10. Muchos serán zarandeados (purificados), blanqueados y acrisolados
(refinados);
Y los impíos vivirán impíamente,
Pero ninguno de los impíos entenderá, Mas los entendidos entenderán.
La respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta de Daniel, es relativamente larga y se necesita que se analicen sus puntos más importantes. En primer lugar, se nota que “el varón vestido de lino” le indicó a Daniel que “las palabras” del discurso del ángel (11:40-12:4) estaban guardadas y selladas hasta el “tiempo del fin” (12:9). Este asunto de “guardar” y “sellar” los documentos literarios, en la época de Daniel, se practicaba con el propósito de preservarlos lo más posible y también para evitar que los falsificaran o los alteraran (Je. 32:6- 14; Dan 6:17). Sin embargo, el sellamiento, al cual se refiere el “varón vestido de lino,” no se puede referir a un sellamiento físico del libro, sino más bien a una acción sobrenatural que mantendría oculta la comprensión de la información que el ángel le había dado a Daniel (11:40-12:13), hasta que llegara el “tiempo del fin” (12:4, 9). Pero, ¿Qué significa la frase el “tiempo del fin”?
La expresión “tiempo del fin” es una frase exclusiva del libro de Daniel y aparece cinco veces en dicho libro (8:17; 11:35, 40; 12:4, 9). La expresión “tiempo del fin” está compuesta por dos palabras hebreas: 'et (tiempo) y qes (fin). El substantivo 'et (tiempo) aparece 296 veces en el Antiguo Testamento y tiene el significado básico de “un espacio de tiempo” o “una temporada”. Este substantivo puede significar un tiempo puntual definido (Ex. 9:18; Josué 11:6), el tiempo de un evento que no se repite (Mi.5:3, Ec. 7:17), un tiempo extenso (1 Cron. 21:29, Ez. 16:8, Je. 3:17; 50:20) o eventos de temporada o regulares (como por ejemplo el tiempo de lluvia, Ester 10:13; de cosecha, Je. 50:16; de la migración de los pájaros, Je. 8:7; etc.) La clase de tiempo (corto, largo, repetitivo, no repetitivo, temporada o cronológico) es mayormente determinado por el contexto y no por la palabra `et (tiempo). El sustantivo qes, como ya se ha visto, significa “fin”. La idea básica de este substantivo es la “terminación” o el “límite final” de la vida, un gobierno, un territorio, un evento o un período de tiempo.
Los sustantivos `et (tiempo) y qes (fin), en este versículo, forman una “cadena constructa” que sirve para expresar el “genitivo” del idioma Griego. La gramática hebrea establece que cuando dos sustantivos están en “cadena constructa,” el primer sustantivo aparece en “estado constructo” y el segundo sustantivo en “estado absoluto”. En la “cadena constructa,” el primer sustantivo no tiene una función sintáctica exclusiva, pero el segundo substantivo tiene la función de un genitivo subjetivo, objetivo o adjetival. En latín, el primer substantivo de la cadena constructa es conocido como regens („gobernador, cabeza‟) y al segundo sustantivo como rectum (cosa gobernada).
En la “cadena constructa” de 'et qes, el sustantivo qes (fin) ocupa el segundo lugar y se puede clasificar como un genitivo objetivo. En esta función sintáctica, el sustantivo qes (fin) es el objetivo o blanco del sustantivo 'et (tiempo). En otras palabras, el substantivo qes modifica al substantivo 'et (tiempo). Si este análisis sintáctico es correcto, entonces la expresión “tiempo del fin” debería entenderse como el “tiempo que conduce al fin”. Por otro lado, existe también la posibilidad de que el sustantivo qes sea un genitivo epiexegético. Si esto es así, entonces el substantivo qes es modificado por el substantivo `et. Entonces, la expresión “tiempo del fin” debería entenderse como el “tiempo con relación al fin” o el “tiempo que concierne al fin”. Cualquiera de estas dos funciones sintácticas del substantivo qes, son probables y hacen sentido en el contexto (B. K. Walke y M. O’Connor, An Introduction to Biblical Hebrew Syntax, pp. 146 y 151).
Si tomamos en cuenta el análisis sintáctico previo de `et qes y la exégesis que se hizo de Daniel 12:7, se puede concluir que la expresión “tiempo del fin” se refiere a un “espacio de tiempo que conduce al fin” o a un “espacio de tiempo que concierne al fin”. En otras palabras, de acuerdo a la exégesis de Daniel 12:7, el “tiempo del fin” es el espacio de tiempo que comenzó con la terminación del período de los “tres tiempos y medio” de Daniel 7:25 (1798 d.. c.) y el cual concluirá con la resurrección futura de los muertos y la glorificación de los “entendidos” (Dan 12:2, 3).
Si bien es cierto que el “varón vestido de lino” le dijo a Daniel que “las palabras” estaban “guardadas y selladas hasta el tiempo del fin,” en ningún momento le dijo explícitamente que él no podría darle más información con relación a ese tiempo. La realidad es que el “varón vestido de lino” le dio más información a Daniel con relación al “tiempo del fin” (12:10-12). Por ejemplo, notamos en Daniel 12:10 que el “varón vestido de lino” le dijo a Daniel que muchos serían zarandeados (purificados), blanqueados y acrisolados (refinados). En el contexto de este versículo, el zarandeo y el acrisolamiento referidos son eventos exclusivos del “tiempo del fin,” y de ninguna manera deberían identificarse con los eventos referidos en Daniel 11:32-35. El primer argumento que se puede presentar, para identificar los eventos de Daniel 12:10 como eventos del tiempo del fin, es el paralelismo antitético de Daniel 12:10 que hace un contraste entre los “refinados” y los “impíos” y entre los “impíos” y los “entendidos”. Desde el punto de vista literario este versículo es un “quiasmo” que identifica a los “refinados” con los “entendidos” y los contrasta con “los impíos”.
Además, de acuerdo al contexto, los “entendidos” de Daniel 12:10 son personas que entenderán los eventos escatológicos del zarandeo y de la purificación porque estarán viviendo durante ese período del “tiempo del fin,” cuando el sello de las palabras selladas se habría quitado y la ciencia se habría aumentado (12:4, 9). Los “entendidos” de Daniel 12:10, sin lugar a dudas, son personas idénticas a los “entendidos” que se mencionan en Daniel 12:3, pero de ninguna manera son idénticas a los “entendidos” de Daniel 11:32-35. Si alguno quisiera argumentar que los “entendidos” de Daniel 12:10 son personas idénticas a los “entendidos” de Daniel 11:33 y de esta manera concluir que los dos pasajes hablan de los mismos eventos y del mismo período histórico, se puede objetar que el contexto de los dos pasajes es distinto. En primer lugar, nótese que Daniel 12:10 declara que los “entendidos” entenderán; sin lugar a dudas, porque viven en el “tiempo del fin”, cuando el conocimiento se incrementaría (12:4).
En cambio, los “entendidos” de Daniel 11:33 son personas que viven antes del “tiempo del fin” (cf. 11:35). En segundo lugar, debería notarse que Daniel 11:33 y Daniel 12:10, aunque utilizan el mismo verbo (bin) y la misma forma verbal (hiphil), ellos tienen en su contexto un significado distinto. En Daniel 11:33 el verbo bin tiene el significado de “enseñar” o “hacer entender,” mientras que en Daniel 12:10 tiene el significado de “entender”. Por último, Daniel 11:35 coloca explícitamente los eventos de Daniel 11:32-34 antes del tiempo del fin, mientras que los eventos de Daniel 12:10 están en el contexto del “tiempo del fin” (11:40- 12:13), cuando el conocimiento sería incrementado (12:4).
Creo que nadie se atrevería a negar que existen conexiones lingüística y temáticas entre estos dos pasajes (Dan 12:10 y Dan 11:33), pues ellas son muy obvias. Sin embargo, las conexiones lingüísticas o temáticas, por si solas, no son lo suficientemente determinantes para llegar a una conclusión independiente, sin que otros factores se hayan tomado en cuenta. En lo personal creo que es necesario que se tomen en cuenta todos los elementos del texto y del contexto, para que se pueda llegar a una conclusión definitiva. Al seguir este procedimiento, la única conclusión a la cual se puede llegar es que Daniel 12:10 y Daniel 11:32-34 se refieren a épocas distintas.
Después del versículo 10 sigue la declaración más controversial e intrigante del “varón vestido de lino”; esto es, el contenido de Daniel 12:11, 12. A continuación se ofrece una traducción personal de estos versículos.
Y especialmente desde el tiempo que sea quitada la continuidad, para asentar la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
Estos versículos de Daniel 12:11 y 12 se encuentran en la segunda parte de la estructura concéntrica de Daniel 12:1-13. Si uno analiza la primera parte de la estructura concéntrica encontrará que los eventos que allí se presentan corresponden al “tiempo del fin,” a excepción de la información poética-histórica sobre la introducción de los tres seres sobrenaturales que estaban en el río Hidekel (12:5) y la orden que se le dio a Daniel de sellar las palabras y guardar el libro hasta el tiempo del fin (Dan 12:4). El mismo resultado se obtiene si uno analiza la segunda parte de la estructura concéntrica. En primer lugar se observa que la primera estrofa, de la segunda parte de la estructura concéntrica, hace referencia al “fin de las maravillas” (12:8). Esa expresión, como ya se vio, está relacionada con el “tiempo del fin”. En la segunda estrofa, de la segunda parte de la estructura concéntrica, se dice explícitamente que el sellamiento de “las palabras” llegaría “hasta el tiempo del fin” (12:9). Ya se ha visto que el evento escatológico del zarandeo, del refinamiento y de la comprensión de los “entendidos” (Daniel 12:10) está en el contexto del “tiempo del fin”. En este mismo versículo se asegura que “los entendidos” entenderán (12:10) porque ellos, sin lugar a dudas, estarán viviendo en el “tiempo del fin”.
También se observa que la última estrofa, de la segunda parte de la estructura concéntrica, tiene una promesa hecha a Daniel de que él se levantaría “al fin de los días” (12:13). Esta frase “fin de los días,” que se refiere al tiempo en que se levantará Daniel, está relacionada con el fin absoluto de la historia que corresponde al “tiempo del fin”. Este análisis nos lleva a concluir que los eventos o expresiones de la segunda parte de la estructura concéntrica están relacionados de alguna forma con el “tiempo del fin”. Ahora surge la pregunta: ¿Es posible que los versículos 11 y 12, de la segunda parte de la estructura concéntrica, son la única excepción al contexto del tiempo del fin? Lamentablemente los dos períodos de tiempo que se mencionan en esos dos versículos, no aparecen en ninguna otra parte del libro de Daniel. Este hecho impide que se pueda hacer algún tipo de comparación con ellos para verificar su ubicación en la historia. Sin embargo, se nota que hay una relación lingüística entre Daniel 12:11 y Daniel 11:31. En estos dos versículos aparecen las expresiones idénticas de “la continuidad” y “la abominación asoladora”. Pregunto, ¿es posible que la relación lingüística de estos dos pasajes sea determinante para establecer de manera inequívoca que los eventos de Daniel 12:11 se refieren a eventos antes del tiempo del fin?
Antes de contestar esta pregunta, sería bueno recordar que la relación lingüística entre Daniel 12:10 y Daniel 11:32-34 no fue determinante para ubicar el evento de Daniel 12:10 antes del “tiempo del fin”. El otro caso es la relación lingüística y temática que existe entre “el rey del norte” de Daniel 11:36-45 y “el cuerno pequeño” de Daniel 7 y 8. Se ha visto que aunque existe una relación lingüística y temática entre Daniel 11:36-45 y Daniel 7 y 8, la conexión lingüística y temática tan sólo indica que los símbolos o figuras de estos pasajes se refieren al mismo “poder” o “institución”, pero el contexto y otros factores indican que el “poder” o la “institución” que está representado por los símbolos opera en distintos períodos de la historia. En otras palabras, el “cuerno pequeño” de Daniel 7 y 8 actúa antes del “tiempo del fin”, mientras que el “rey del norte” de Daniel 11:40-45 realiza sus actividades durante el “tiempo del fin”. De la misma manera, la relación lingüística entre Daniel 12:11 y Daniel 11:31 tampoco es suficiente para determinar por si sola que los eventos de Daniel 12:11 y los eventos de Daniel 11:31 son eventos idénticos que suceden antes del “tiempo del fin”.
Una de las evidencias de esta conclusión es el hecho de que Daniel 11:31 se encuentra en un contexto antes del tiempo del fin (cf. 11:35), mientras que Daniel 12:11 se encuentra en el contexto del tiempo del fin (11:40-12:13). Aunque es cierto que los términos de ambos pasajes se refieren al mismo tipo de eventos, los eventos acontecen en distintas épocas de la historia. Los eventos de Daniel 12:11 suceden durante el “tiempo del fin,” mientras que los eventos de Daniel 11:31 suceden antes del tiempo del fin. Otra evidencia, a favor de este punto, es el hecho de que en realidad existe una relación temática entre el pasaje escatológico de Daniel 11:45 y Daniel 12:11, ya que la expresión el “monte glorioso y santo” de Daniel 11:45 está estrechamente relacionado con “el santuario” de Dios, y “el santuario” está muy relacionado con “la continuidad” que será suplantada por la “abominación asoladora” (Daniel 12:11). Estas evidencias nos llevan a concluir que Daniel 12:11 se refiere a eventos que ocurrirán en el “tiempo del fin,” mientras que Daniel 11:31 se refiere a eventos que ya ocurrieron antes del tiempo del fin.
¿Pero que significan los términos “la continuidad” y la “abominación asoladora” de Daniel 12:11 que juegan un papel importante en el “tiempo del fin”?
La continuidad (12:11)
Y especialmente desde el tiempo que sea quitada la continuidad, para poner a la abominación asoladora, habrá mil doscientos noventa días.
Daniel 12:11 comienza con la conjunción hebrea waw (y), y a esta conjunción le sigue la preposición min (desde) y el sustantivo `et (tiempo). La función de la conjunción waw, al inicio de este versículo no puede ser adversativa ni disyuntiva, sino más bien es enfática y conjuntiva. En otras palabras, la conjunción waw de Daniel 12:11 tiene la función de unir el pensamiento del versículo anterior con la idea de este pasaje y enfatizar el pensamiento que viene después de la conjunción. Si la conjunción waw de este versículo es enfática, como aquí se propone, entonces debería traducirse “y especialmente” (Ronald J. Williams, Hebrew Syntax: An Outline, p.71).
La preposición min, al igual que otras preposiciones, tiene varias funciones sintácticas y varios significados. En este lugar, la preposición min es temporal y por lo tanto debería traducirse “desde”. La palabra hebrea 'et (tiempo), como ya se vio anteriormente, aparece 296 veces en el Antiguo Testamento. De esta cantidad, 270 veces significa “tiempo”. Si la palabra 'et está acompañada por la preposición be, le, ke, 'ad, 'al y min, su significado es un “punto” o “período” específico de tiempo. En otras palabras, la clase de tiempo que el autor desea señalar al utilizar la palabra 'et se determina usualmente por la preposición que la acompaña y por el contexto en que se encuentra. En este versículo la palabra 'et está precedida por la preposición min. Este hecho indica que `et debe entenderse como un punto específico de tiempo durante el cual se quitará “la continuidad” y se asentará o establecerá la “abominación asoladora”. En otras palabras, la frase adverbial “desde el tiempo” (waw+min+et), que modifica al verbo “quitar” y tiene como sujeto a “la continuidad,” indica el punto de partida o el termino los 1290 días.
La preposición hebrea le (por, para) y el infinitivo tet (poner) de Daniel 12:11 se han traducido usualmente “para poner”. Sin embargo, algunas versiones los traducen “hasta” y otras versiones ni siquiera los traducen. De acuerdo a la sintaxis hebrea, cuando la preposición le y el infinitivo tet están juntos, ellos puede realizar dos posibles funciones sintácticas; esto es, pueden indicar “propósito” o pueden indicar “explicación”. Si le+tet están indicando “propósito” en Daniel 12:11, entonces la clausula parentética quiere decir que “la continuidad” sería quitada con el propósito de asentar o de poner a la “abominación asoladora”. Por el otro lado, si la función de la preposición le + el infinitivo tet es “explicativa,” entonces la clausula parentética está indicando que “la continuidad” sería quitada por la razón de haber puesto a la “abominación asoladora”. Cualquiera de estas dos funciones sintácticas de la preposición le + el infinitivo tet son correctas en Daniel 12:11.
¿Pero cuál es el significado de la expresión “la continuidad” en Daniel 12:11? La palabra hebrea tamid, que se ha traducido en Daniel 12:11 como “continuo sacrificio,” aparece 105 veces en el Antiguo Testamento. De esta cantidad, 69 veces tiene la función sintáctica de adverbio y como tal significa “continuamente”, “diariamente”, “regularmente”, “siempre”, etc. Además de ser adverbio, 29 veces tamid funciona como substantivo en una “cadena constructa,” que sirve para expresar el “genitivo” Griego. En esta función tamid, al ser traducido al español, tiene el significado adjetival de “continuo”, “regular”, “perpetuo”, “diario”, etc. Tan sólo 5 veces tamid aparece de manera independiente y con el artículo definido, que es una señal inequívoca del substantivo. Estos cinco casos, de la palabra hattamid, son exclusivos del libro de Daniel (8:11, 12, 13; 11:31; 12:11) y han causado mucha discusión y controversia. La mayoría de los traductores y de los comentaristas del libro de Daniel creen que el substantivo hattamid es una palabra técnica o una elipsis de la “cadena constructa” `olat hattamid (sacrificio continuo) y por lo tanto lo traducen “continuo sacrificio”. Sin embargo, un estudio cuidadoso de la palabra tamid en el Antiguo Testamento indica que la traducción del sustantivo hattamid como “continuo sacrificio” está equivocada, ya que la palabra tamid en “cadena constructa” no está asociada tan sólo con la palabra “sacrificio,” sino también con la palabra “pan,” “incienso,” “cereal,” “fuego,” etc.
Por lo tanto, entender el sustantivo hattamid como una palabra técnica o una elipsis de la expresión “continuo sacrificio” es muy arbitrario y precario. Si el sustantivo hattamid es en realidad una palabra técnica o una elipsis de alguna expresión hebrea, dicha expresión debería ser el “servicio continuo”, ya que la palabra tamid aparece asociada con varios componentes de ese “servicio” del santuario. Algunos de esos componentes del “servicio continuo,” que están asociados con la palabra tamid, son: El “pan,” el “incienso,” el “cereal,” el “fuego,” y el “sacrificio” del santuario israelita. Por el otro lado, si alguien quisiera traducir el substantivo hattamid de manera estricta, la traducción correcta debería ser “la continuidad,” ya que esta palabra expresa el sentido del substantivo hattamid. Además, si el estudiante de Daniel 12:11 quisiera percibir el significado pleno o el significado teológico del sustantivo “la continuidad”, sería bueno que primero entendiera el significado de los ritos o la teología del “servicio continuo” del santuario israelita.
Para beneficio del lector, a continuación se tratará de explicar la práctica del “servicio continuo” y su significado. En primer lugar diremos que este “servicio” involucraba varios elementos rituales; tales como el “sacrificio continuo,” la ofrenda del “cereal continuo,” el “incienso continuo,” el “pan continuo” y el “fuego continuo” (Ex. 25:30; 29:38-42; 30:7, 8; Núm. 28:3-8). El “servicio continuo” se celebraba todos los días, durante la mañana y la tarde (Ex. 29:38-42; Núm. 28:3- 8), y era ministrado por los sacerdotes ungidos de la tribu de Leví (Lev 8 y 9; Núm. 18:1-7).
Este “servicio continuo” fue el medio que Dios diseñó para salvar a Israel del pecado y para que ellos adoraran a Dios. Además de esta función objetiva de salvación y adoración, el “servicio continuo” tenía un elemento simbólico que señalaba el sacrificio de Jesús, sus méritos morales y su ministerio redentor a favor de toda la humanidad pecadora (He. 7:22-27; 9:9-14, 23-28; 10:19-25; 12:22-29). En otras palabras, los elementos simbólicos del “servicio continuo” o del hattamid tenían el propósito o la función de señalar, de manera objetiva, tanto la justicia y la santidad de Jesús como su ministerio redentor. Este ministerio de Jesús y sus méritos harían posible la justificación o el perdón del pecador y a su vez harían posible la adoración de Dios en espíritu y en verdad. El pueblo de Israel, aunque practicaba la adoración de Dios todos los días, tenía su clímax de adoración en el séptimo día de la semana. Así se terminaba el ciclo semanal del “servicio continuo” y en conformidad con las instrucciones que Dios mismo les había dado (Ex 20:8-11; 31:12-17).
El “servicio continuo” operaba cada día del ciclo semanal y del año, inclusive en el “día de la expiación” anual (Núm. 29:7-11). Las horas del “servicio continuo,” de mañana y de tarde, estaban apartadas de manera oficial para el culto y la adoración de Dios. Estas horas de adoración eran exclusivas y fueron practicadas aún durante el exilio babilónico o durante la época en que el templo de Jerusalén permaneció en desolación. El libro de Daniel testifica que los israelitas, en la hora determinada del servicio continuo, tornaban sus rostros hacia Jerusalén para adorar a Dios (Dan 6:10). Por lo tanto, en base al testimonio del libro de Daniel y a las instrucciones del Pentateuco podemos concluir que el “servicio continuo” tenía tanto una función redentora como una función de adoración, que es la respuesta o el resultado de la redención.
En Daniel 12:11 encontramos que “la continuidad” sería substituida por la “abominación asoladora” en el “tiempo del fin”. En este contexto, “la continuidad” no puede referirse más al “servicio continuo” literal del templo de Jerusalén, sino al “servicio continuo” del Santuario celestial, ya que el templo literal de Jerusalén no existe más en el “tiempo del fin” ni tiene ninguna función en el plan de salvación durante ese “tiempo”. Este “servicio continuo” del santuario celestial o ministerio redentor de Jesús es el que hace posible el perdón de los pecados y la adoración del verdadero Dios, que es una expresión de gratitud hacia Dios por el perdón y la salvación que se han recibido. Aunque la adoración hacia Dios, por parte del pecador arrepentido, es diaria; esta adoración, de acuerdo a la santa ley de Dios (Éx. 20:8-11; 31:12-17), llega a su clímax en el séptimo día de la semana. En otras palabras, “la continuidad” de Daniel 12:11 se refiere al ministerio redentor del Señor Jesús en el Santuario Celestial, que hace posible la salvación del pecador y la adoración del verdadero Dios. Y esta adoración, aunque es diaria, tiene su clímax de manera especial en el séptimo día de la semana (Éx. 20:8-11).
La abominación asoladora (12:11)
Y especialmente desde el tiempo que sea quitada la continuidad, para poner la abominación asoladora, habrá 1290 días.
La expresión “abominación asoladora” es una traducción de la frase hebrea shiqqus shomem. Está frase hebrea está formada por el substantivo shiqqus y el verbo participio shomem. El substantivo shiqqus (algo detestable) aparece en el Antiguo Testamento 28 veces. En Daniel 12:11 el substantivo está en singular y no tiene el artículo definido. En otros lugares shiqqus aparece en singular, pero definida por otros sustantivos o por un pronombre que lo acompaña (1 Reyes 11:5, 7; 23:13). Tan sólo una vez aparece shiqqus en singular y con el artículo definido (Dan. 11:31). Las otras 21 veces restantes el sustantivo shiqqus aparece en plural, ya sea de manera definida o indefinida (Deut. 29:16; 2 reyes 23:24; 2 Cron. 15:8; Isa. 66:3; Je. 4:1; 7:20, 30; 13:27; 16:18; 32:34; Ez. 5:11; 7:20; 11:18, 21; 20:7, 8, 30; 37:23). En cada uno de estos pasajes, la palabra shiqqus se refiere a idólos o a prácticas idolátricas. Tan sólo en un pasaje los adoradores de ídolos son referidos como shiqqusim (Oseas 9:10). Esto es, las personas se habían relacionado tanto con las “cosas detestables” o con los “ídolos” que ellos mismos llegaron a ser “detestables” o “abominables” delante de Dios.
El uso del término shiqqus (abominación) en el Antiguo Testamento nos obliga a concluir que el sustantivo shiqqus (abominación) de Daniel 12:11 tiene que estar relacionado con un ídolo o con prácticas idolátricas. Siendo que el sustantivo shiqqus de Daniel 12:11 aparece en el contexto del “tiempo del fin,” es muy importante que al tratar de entender este término se tome en cuenta la sección de Daniel 11:40-12:4, que también está relacionado con el “tiempo del fin”. Al estudiar Daniel 11:40-45 se observa que en el “tiempo del fin” existirá un “rey del norte” que se atreverá a levantar su tienda real en el “monte glorioso y santo”. No hay lugar a dudas que estas expresiones del libro de Daniel eran muy conocidas en la antiguedad. Sin embargo, el problema que el intérprete moderno confronta consiste en detectar si el autor está utilizando estos elementos narrativos de manera literal o de manera simbólica. Si la expresión “levantará su tienda real” es una figura militar de la antiguedad, cuando los reyes del Medio Oriente levantaban sus tiendas reales con el propósito de llevar a cabo sus conquistas, y la expresión “monte glorioso y santo” es una figura religiosa del Santuario Celestial, entonces estas dos expresiones simbólicas podrían ayudarnos a entender que el poder o la institución referida por la expresión “rey del norte” atentará una vez más en contra del Santuario Celestial, de la ley de Dios, del sistema de salvación verdadera y de la adoración de Dios. Si esto es así, entonces se debería entender que el “rey del norte” de Daniel 11:40-45 y el “cuerno pequeño” de Daniel 8:9-12 son elementos figurativos que se refieren a la misma potencia o institución. Además, esta conclusión nos llevaría a entender que así como el cuerno pequeño de Daniel 8 se levantó en contra del santuario y de su sistema de salvación verdadero, así también el “rey del norte” lo hará en el “tiempo del fin”.
En otras palabras, si las expresiones de Daniel 11:40-45 son figuradas, entonces podría concluirse que el “rey del norte” se levantará una vez más contra el gobierno de Dios y contra su pueblo, en el tiempo del fin. Esta guerra, por supuesto, no sería una guerra literal, con elementos de pelea convencional, sino una guerra espiritual, por medio de la cual el “rey del norte” atentará de eliminar ciertos principios básicos del sistema verdadero de salvación y adoración, substituyéndolos por otros elementos falsos de adoración y salvación. La relación temática de Daniel 12:11 con Daniel 11:40-45 ponen de manifiesto que la cancelación de “la continuidad” y la imposición de “la abominación asoladora” (Dan. 12:11) juegan un papel importante en la estrategia del “rey del norte,” durante el “tiempo del fin”. Si el “rey del norte” es el poder que quita “la continuidad,” levanta su tienda real en el monte glorioso y santo y establece la “abominación asoladora,” entonces él es quien se destacará como el enemigo acérrimo de Dios, del Santuario Celestial y del pueblo de Dios en el “tiempo del fin”.
Además, si “la continuidad” de Daniel 12:11 tiene que ver con el ministerio redentor de Jesús en el Santuario Celestial, que hace posible el perdón del pecador y la adoración del verdadero Dios, entonces el acto de quitar “la continuidad” en el período del “tiempo del fin” debe referirse a una acción abierta y desafiante por parte del “rey del norte” de atentar contra el ministerio redentor de Cristo, contra el sistema de salvación verdadero y contra la adoración del verdadero Dios. Por el otro lado, si la “abominación” tiene que ver con un ídolo o con prácticas idolátricas, entonces el asentamiento o el establecimiento de la “abominación asoladora” tendrá que referirse (1) a una acción del “rey del norte” que intentará suplantar la adoración del verdadero Dios por la imposición de un ídolo o (2) a la sub-plantación del sistema de salvación y adoración bíblica por la imposición de un sistema falso de salvación y adoración, en el “tiempo del fin”.
Ya se ha visto que el “rey del norte” de Daniel 11:40-45, el “cuerno pequeño” de Daniel 7:25 y el “cuerno pequeño” de Daniel 8:9-12 se refieren al mismo poder o institución que se levanta en contra de Dios y de su pueblo hasta el fin del tiempo. No está por demás recordar que este mismo poder o institución se vuelve a mencionar también en el libro de Apocalipsis, bajo la figura de una “bestia” que sale del mar (Ap. 13). De acuerdo al libro de Apocalipsis esta “bestia” simbólica recibiría una herida mortal al final de los 1260 días proféticos, pero que su herida mortal sería sanada o su poder sería recuperado. A este poder o institución, después de su recuperación, le harían una imagen a su sistema de gobierno político-religioso, el cual obligaría a los seres humanos a llevar la marca de su autoridad o el número de su nombre (Ap. 13:14-17). De igual manera San Pablo predijo que antes de la Segunda Venida de Cristo se levantaría un “hombre de pecado” que se sentaría en el templo de Dios y se haría pasar por Dios (2 Tes. 2:1- 12). Estas dos referencias, la de Juan en el Apocalipsis y la de Pablo en la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, concuerdan perfectamente bien con la profecía de Daniel 12:11 que se ofrece en este ensayo. En otras palabras, en el “tiempo del fin” existirá un poder que se levantará en contra del sistema verdadero de salvación y adoración e impondrá su sistema falso de salvación y adoración.
Además, la escritora Elena White, al comentar sobre la “abominación asoladora” de Mateo 24:15, relacionó esta expresión con los estandartes idólatras del ejército romano y con la imposición de un falso día de reposo en el futuro (Conflicto de los Siglos, pp. 28, 29; Servicio Cristiano, p. 200). Si esto es así, entonces la “abominación asoladora” de Daniel 12:11 tiene que referirse a la imposición de un falso día de reposo por parte del “rey del norte” o por uno de sus agentes. Ese falso día de reposo, el cual es una “abominación” o una “cosa detestable” para Dios, tiene que estar relacionado con un ídolo o con alguna práctica idolátrica. Y esto es exactamente lo que sucede con el día de reposo dominical, el cual se impondrá como el día de adoración a Dios, ya que este día está íntimamente relacionado con la adoración idolátrica del sol.
El verbo shamam (desolar, asolar) y el substantivo shiqqus forman la frase “abominación desoladora”. El verbo shamam aparece unas 92 veces en el Antiguo Testamento y su significado básico es “desolación”. En términos generales, esta desolación es causada por un gran desastre y como resultado de un juicio divino. Este significado del verbo shamam está mayormente relacionado con lugares y cosas, aunque en algunos casos está relacionado también con personas. En el libro de Daniel el verbo shamam aparece de varias formas. Una de sus formas verbales es conocido como “Polel” (Dan 9:27; 11:31). En esta forma verbal aparece una vez acompañado del sustantivo definido hashiqqus (Dan 11:31) y la otra vez aparece de manera independiente (9:27). Tres veces se encuentra como Qal Participio masculino (8:13; 9:27; 12:11) y dos veces como Qal Participio femenino (9:18, 26). El verbo shamam, en su forma “Polel,” tiende a enfatizar el hecho de que alguien a profanado algún objeto del santuario y de esta manera lo descalifica para la adoración o el servicio de Dios. La forma verbal Qal Participio, que aparece en Dan. 8:13 y en Dan. 12:11, tiene la función adjetival atributiva y por lo tanto debería traducirse “asolador(a),” “que destruye”. Por esta razón la frase shiqqus shomem de Daniel 12:11 debería traducirse “abominación asoladora”.
La “abominación asoladora” de Daniel 12:11 es un elemento contrario a “la continuidad” del mismo versículo. Sin lugar a dudas, la “abominación” se refiere a un elemento idolátrico que será impuesto en el “tiempo del fin” y que tomará el lugar de “la continuidad”. Ya se vio anteriormente que Daniel 11:45 indica que el “rey del norte” levantará su tienda real, durante el “tiempo del fin,” en el “monte glorioso y santo” del santuario de Dios (11:45). Si la expresión “el monte glorioso y santo” es figurada en este pasaje, así como el “rey del norte” y otros elementos son figurados, entonces la expresión “el monte glorioso y santo” debería referirse al lugar donde Dios mora o sea al Santuario Celestial. Si la interpretación de los términos “abominación,” “la “continuidad” y el “monte glorioso y santo” que aquí se ofrece es correcta, entonces Daniel 12:11 está indicando que la anulación de “la continuidad,” que tiene que ver con el ministerio redentor de Jesús y con la adoración del verdadero Dios, será un evento del “tiempo del fin”. Además, si estos dos pasajes de Daniel 12:11 y Daniel 11:45 están conectados temáticamente y contextualmente, entonces no existe ninguna razón para dudar de que el “rey del norte” atentará una vez más en contra del sistema de salvación y de adoración divina, que ocupan un lugar central en el santuario de Dios. En otras palabras, lo que el “cuerno pequeño” de Daniel 8 realizó antes del tiempo del fin (8:11, 12), el “rey del norte” lo realizará en el “tiempo del fin” (11:40, 45; 12:11). Aún más, si Daniel 12:11 y Daniel 11:45 son la base de la exposición de 2 Tesalonicenses 2:1-12 y de Apocalipsis 13 y 17, entonces la conclusión que se ofrece en este escrito tiene mucha probabilidad de ser acertada.
De todo esto se puede llegar a una conclusión más. Si esta interpretación de Daniel 12:11 es correcta y la ubicación de los eventos en la historia está en armonía con el texto y su contexto, entonces los 1290 días de esta profecía son literales. Esta conclusión tiene mucha probabilidad de ser correcta y en nada afecta al principio día por año, ya que el contexto es lo que determina la significación de las palabras y de los símbolos. Por ejemplo, la palabra yomim (días) y yom (día), que aparecen varias veces en el libro de Daniel (1:12, 14, 15; 6:7, 12; 10:13), se entienden de manera literal porque así lo demanda el contexto. De igual manera, la expresión temporal de los 1290 días de Daniel 12:11 debería entenderse de manera literal, si la sintaxis y el contexto así lo requieren. Además, cada vez que en el Antiguo Testamento aparece la palabra yom (día) o yomim (días), estando acompañados por un número ordinal o cardinal, el significado de esos términos es siempre literal (F. Nichols, The Seventh Day A.B.C., 1953 edition, p. 51; Seventh-Day Adventists Believe, p. 71). Este hecho debería ayudarnos a aceptar la realidad de que en Daniel 12:11 los días deberían entenderse también de manera literal, ya que la palabra yomim está acompañada de un número cardinal. El Señor Jesús, al referirse al tiempo de la gran tribulación, declaró: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mat. 24:22). ¿Podría ser posible que las palabras de Jesús se refieran a los días de Daniel 12:11?
El procedimiento que el autor del libro de Daniel utilizó para presentar los 1290 días de Daniel 12:11 está en armonía con la manera en que él presentó los otros períodos de tiempo que se encuentran en las otras visiones de largo alcance. Se puede observar en las visiones de largo alcance que Daniel, en forma metódica, describe primero la visión y luego presenta el período de tiempo. Por ejemplo, en Daniel 7 se describe primero la visión en los versículos 2-14 y luego se presenta el período de tiempo en el versículo 25. Lo mismo sucede en Daniel 8. Allí se observa que primero se describe la visión (8:3-12) y luego se presenta el período de tiempo en Daniel 8:14. Ambos períodos son entendidos correctamente por los historicistas de acuerdo a su contexto y de acuerdo a la naturaleza de los símbolos involucrados. El período de tiempo de Daniel 7:25, en el contexto de esa visión, está ubicado después de la división del cuarto reino (476 d. c.). Por el otro lado, el período de Daniel 7:25, de acuerdo al contexto de Daniel 8, debe estar ubicado antes del inicio de la purificación del santuario (1844 d. C). De igual manera el período de tiempo de Daniel 8, de acuerdo a la profecía de Daniel 9:24-27, debe comenzar durante el reino Medo-Persa (539 a. C.-331 a. C) y se extiende, por la naturaleza simbólica de la expresión temporal, hasta el “tiempo del fin” (1798 d. c.- Fin).
Este método de presentar los períodos de tiempo, que se observa en las visiones de Daniel 7 y Daniel 8, se percibe también en la última visión de Daniel 10-12. En esta visión se explica primero casi todo lo que está relacionado con los tres últimos reinos de la secuencia de los cuatro reinos universales (11:2-12:4) y luego se mencionan los tres períodos de tiempo: 1260, 1290 y 1335 días (12:7, 11, 12). Aunque estos tres períodos de tiempo se encuentran en el contexto del cuarto reino, el primero de ellos está ubicado estructuralmente y exegéticamente antes del tiempo del fin, mientras que los otros dos períodos están ubicados durante el “tiempo del fin”. Para que se capte mejor lo que se está diciendo, a continuación se ofrecen dos esquemas:
El esquema de arriba pone de manifiesto que las tres visiones de largo alcance, que revelan períodos de tiempo, describen primero la visión o audición y después presentan el período de tiempo. Además, el estudio de estas visiones demuestra que el contexto de la visión y la naturaleza de los símbolos o de las expresiones determinan su significado y su ubicación en la historia. Si bien es cierto que las primeras tres visiones de largo alcance (Cap. 2, 7, 8) son mayormente simbólicas, también es cierto que la última visión (Cap. 10-12) es mayormente literal. La ubicación histórica de los tres períodos de la última visión se puede ilustrar por medio del siguiente cuadro estructural:
Este segundo esquema ilustra lo dicho anteriormente de que los tres periodos de tiempo mencionados en Daniel 12 (1260, 1290 y 1335), aunque aparecen en la misma sección de la visión (12:5-13) y en el contexto del cuarto reino, pertenecen a distintas etapas de la historia. El primer período de tiempo (12:7) está ubicado estructuralmente y exegéticamente antes del “tiempo del fin”, mientras que los otros dos períodos (12:11, 12) están ubicados durante el “tiempo del fin”.
Todo lo que se ha visto hasta aquí apunta hacia la conclusión de que el período de los 1290 días de Daniel 12:11 tiene que entenderse de manera literal. Ahora, si los 1290 días de Daniel 12:11 son literales, entonces los 1335 días de Daniel 12:12 también lo son, ya que los dos períodos de tiempo están muy relacionados el uno con el otro. Esto nos llevaría a concluir de que ambos períodos deben comenzar al mismo tiempo, pero que uno de ellos terminará 45 días más tarde que el otro.
El punto de partida de estos dos períodos de tiempo, de acuerdo a Daniel 12:11, sería desde el tiempo en que fuere quitada “la continuidad” con el propósito de poner o por la razón de haber puesto a la “abominación asoladora”. Estos dos eventos, aunque son distintos, casi suceden de manera simultánea, pues un evento da lugar al otro. Por la naturaleza de estos eventos, pareciera que el evento más fácil de reconocer durante el “tiempo del fin” será el asentamiento de la “abominación asoladora”. Este evento, como ya se ha visto, podría estar relacionado con el acto de imponer obligatoriamente la observancia del falso día de reposo dominical que finalmente constituirá la marca de la “bestia” y de su “imagen” (Ap. 13). Otra posibilidad podría ser el hecho de que se establezca a un ídolo o al mismo Satanás, como el objeto de adoración suprema por parte de los seres humanos. Lo cierto es que una vez que el día de reposo dominical se haya establecido nacionalmente o mundialmente o la adoración de un dios falso se haya impuesto en lugar del verdadero Dios, los días de nuestro mundo estarán definitivamente contados.
Conclusión
En base a nuestro análisis literario y estructural se puede concluir que Daniel 12:5-13 cumple la función de ser la conclusión de la última visión (10:1- 12:13) y de todo el libro de Daniel. Esta sección está conectada estructuralmente con Daniel 12:1-4 y de ninguna manera es independiente de la última visión (10:1- 12:4). Nuestro análisis estructural ha mostrado que Daniel 12 es un poema de trece estrofas y de estructura concéntrica. En otras palabras, las primeras seis estrofas del poema tienen una correspondencia lingüística o temática con las últimas seis estrofas del poema, dejando en el centro una estrofa que presenta un mensaje muy importante para identificar y ubicar históricamente el “tiempo del fin”.
Daniel 12:5-13 es un reporte de dos diálogos que se desarrollaron en el río Hidekkel. Los actores del primer diálogo fueron un ángel y el “varón vestido de lino” y del segundo Daniel y el “Varón vestido de lino”. El primer diálogo se inicia con la pregunta del ángel (12:6) y termina con la respuesta del “varón vestido de lino” (12:7). El segundo diálogo se inicia con la pregunta de Daniel (12:8) y se concluye con la respuesta del “varón vestido de lino” (12:9-13).
Nuestra exégesis de Daniel 12:5-13 analiza, en primer lugar, la pregunta del ángel: “¿Hasta cuándo será el fin de las maravillas?”. Un análisis sintáctico y semántico de la pregunta del ángel demuestra que el ángel estaba más interesado en saber cuándo terminarían “las maravillas” que en saber por cuanto tiempo se cumplirían. En otras palabras, los términos y la sintaxis de la pregunta del ángel están mayormente enfocados en la parte final o terminación del tiempo y no tanto en su duración.
La respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta del ángel, fue: “Ciertamente hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo; entonces, cuando se haya terminado de dispersar el poder del pueblo santo, todas estas [maravillas] llegarán a su fin” o se cumplirán. Esta respuesta del “varón vestido de lino” señala el tiempo cuando se iniciaría el proceso del cumplimiento de las maravillas en el “tiempo del fin,” pero de ninguna manera indica cuándo sería el fin absoluto de la historia. La señal del tiempo en que se iniciaría el cumplimiento de las maravillas está indicado por la cesación de la persecución del pueblo de Dios o la terminación del esparcimiento del pueblo santo, que fue provocado por el cuerno pequeño de Daniel 7:25.
Esta respuesta del “varón vestido de lino” fue escuchada por Daniel, pero no la entendió. Por lo tanto se atrevió a hacer su propia pregunta. El preguntó: ¿Qué será el fin de estas [maravillas]” o ¿Cómo será el fin de estas [maravillas]?. Un estudio semántico y sintáctico de esta pregunta demuestra que Daniel no estaba tan interesado en saber sobre la terminación del tiempo de las maravillas (¿hasta cuándo?), sino en conocer el evento final (¿qué?) o la manera como terminarían los eventos (¿cómo?).
La respuesta del “varón vestido de lino,” a la pregunta de Daniel, se puede dividir en dos partes. En primer lugar el “varón vestido de lino” le dice a Daniel que “las palabras” o la revelación escatológica, que el ángel le había dado (11:40- 12:4), estaban selladas hasta el “tiempo del fin”. Esta expresión “tiempo del fin” se refiere a un período final de la historia de nuestro mundo, el cual comienza con la terminación de los tres tiempos y medio de la persecución del “cuerno pequeño” (Daniel 7:25; 12:7; 1798 d. c) y concluye con el “fin de las maravillas” o el fin de los eventos mencionados en Daniel 11:40-12:4, que fue el enigma de la pregunta del ángel (12:6) y de la pregunta de Daniel (12:8). Esta primera parte de la respuesta del “varón vestido de lino” tenía el propósito de indicarle a Daniel que él no podría entender plenamente el significado de “las palabras” o de “la revelación escatológica” del ángel, pero que ellas se entenderían en el “tiempo del fin”.
Sin embargo, aunque esta declaración le impuso estrictas limitaciones de entendimiento a Daniel, de ninguna manera le impidió al “varón vestido de lino” de concederle más información a Daniel sobre su pregunta (¿Qué? o ¿Cómo?;12:8). Lo cierto es que “el varón vestido de lino” le concedió a Daniel más información sobre el “tiempo del fin”. Los puntos más importantes de la segunda parte de la respuesta del “varón vestido de lino” se encuentran en Daniel 12:9-13 y son los siguientes: (1) Muchos serán zarandeados (purificados), emblanquecidos y acrisolados (refinados), (2) los impíos vivirán impíamente y ninguno de ellos entenderá los eventos del fin, (3) los maskilim (entendidos) entenderán los eventos del “tiempo del fin”, (4) “la continuidad” (hattamid) será quitada y se establecerá la “abominación asoladora” (shiqqus shomem), (5) a partir de la anulación de “la continuidad” y del establecimiento de la “abominación asoladora” habrá un período de 1290 y de 1335 días, y por último (6) se le promete a Daniel que él se levantará al fin de los días.
En otras palabras, el mensaje escatológico del “varón vestido de lino” es una seguridad de que “el fin de las maravillas” o el fin de los eventos mencionados en Daniel 11:40-12:4 será un evento glorioso y victorioso para el pueblo de Dios, de resurrección y de galardón para los “entendidos,” y finalmente para el mismo Daniel (12:13). Estos seis puntos de la respuesta del “varón vestido de lino” contestan el ¿qué? o el ¿cómo? de la pregunta de Daniel (12:8). Ellos son el resumen del mensaje optimista y positivo de la profecía del “varón vestido de lino” (12:5-13) y la conclusión de la última visión de Daniel (10:1-12:13), de la segunda parte del libro de Daniel (8:1-12:13) y de todo el libro de Daniel: Un mensaje de advertencia y una promesa llena de esperanza cuyo proceso de cumplimiento terminará muy pronto en el fin de los días.
Autor: Dr. Samuel Núñez
APENDICE
Dan 12:5-13
Género y Estructura Literaria
5
Weraítí „aní daniyé‟l (4)
Y yo Daniel ví
Wehinéh shenáyim ‟aharím 'omdín (4)
Y he aquí, otros dos de pie
‟ehád hénnáh lishpát haye‟ór (5)
Uno he allí, en esta rivera del río
We‟ehád hénnah lishpát haye‟ór (4)
Y otro he allí, en la otra rivera del río
6
Wayyómer laísh lebúsh habbadím (4)
Y uno dijo al varón vestido de lino
‟ashér mimmá'al lememé haye‟ór (4)
Que estaba sobre las aguaas del río
'ad matái qés happela‟ót (3)
¿Hasta cuándo será el f in de las maravillas?
7
Wa‟eshmá' ‟ethaísh lebúsh habbadím (4)
Y yo oí al varón vestido de lino
‟ashér mimma'ál lememé haye‟ór (4)
que estaba sobre las aguas del río
Wayyárém yeminó ushemoló „el hashshamáyim (4)
Y habiendo levantado su diestra y su siniestra hacia el cielo Wayyishabáh behé ha'olám (3)
Juró por el Viviente de la Eternidad
ki lemo'éd mo'adím wahési (3)
Que será hasta un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo
Ukekallót napés yad 'am qódesh (3)
Y cuando se haya terminado la dispersión del poder del pueblo santo tiklénah kol ‟élleh (2)
Todas estas [maravillas] se concluirán.
8
Wa‟aní shamá'ti weló‟ ‟abín (4)
Y yo escuché pero no entend
máh ‟aharít ‟élleh (3)
Qué será el fin de estas [maravillas]?
9
Wayyómer lék daniyé‟l (3)
Y él dijo: Ve Daniel
Kí setumím wahatumím haddebarím 'ad 'ét qés (6)
Porque guardadas en secreto y selladas están las palabras hasta el tiempo del fin
10
Yitbóraru weyítlabbenú weyissórpú rabím (5)
Muchos serán zarandeados, limpiados y refinados Wehirshí'u resha'ím (2)
Los impíos vivirán impiamente
weló‟ yabínu kol resha'ím (3)
Y ninguno de los impíos entenderá wehammaskilím yabinú (3)
Mas los entendidos entenderán
11
Ume'ét husár hattamíd (3)
Y desde el tiempo que sea quitado el continuo
Welatét shiqqús shomém (3)
Al poner la abominación desoladora
Yamím ‟élef ma‟táyim wetish`ím (4)
Habrá mil docientos noventa días
12
‟ashré hámhakéh weyaggía' (4)
Bienaventurado el que espere y llegue
Leyamím ‟élef shelósh me 'ót sheloshím wahamishsháh (6)
A mil trecientos treinta y cinco días
13
We‟attá lék laqqés (3)
Y tú ve hasta el fin
Wetanúah weta'amód legoralká leqés hayyamín (5) Descansarás y te levantarás por tu parte asignada al fin de los días.