La naturaleza del hombre

Apr 27, 2016
Juegos Cristianos

La expresión “naturaleza del hombre” es en sí un enigma, pues no se sabe a ciencia cierta qué es naturaleza. Es un misterio. Al hablar del hombre estamos hablando de dos ramificaciones concebidas por el ser: filosófica y religiosa. El sistema de pensamiento gnoseológico siempre ha concebido al hombre como la unificación entre cuerpo, alma y espíritu. En contraposición a este sistema, el punto de vista epistemológico resigna la naturaleza del hombre como un ser completo, dotado con habilidades pero éste las desarrolla mediante la continua ejercitación. Las anteriores adherencias están contenidas desde el sistema filosófico; la gnoseología es la búsqueda del conocimiento a través de los sistemas filosóficos, y el sistema epistemológico es la eterna búsqueda del origen del conocimiento a través del método científico.

Sin embargo, hablando desde el punto de vista religioso, el hombre es consistente en sí mismo, dotado de una multiplicidad de habilidades y caracteres que lo identifican como ser singular en el planeta. La biblia registra la excentricidad del hombre en comparación con los seres irracionales cuando declara: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Gén. 1:27). Según el relato de Génesis, sólo el hombre (los dos sexos contenidos en la “expresión hebrea adán”) posee la “imagen de Dios”, haciéndolo de los seres creados una singularidad especial en todo el círculo creado de la semana primigenia. Hablando de la naturaleza del hombre Cairus declara: “Las facultades físicas, intelectuales, sociales y espirituales están estrechamente relacionadas con la dignidad de una persona, un aspecto esencial de ser imagen de Dios”[1] El hombre es una adaptación minúscula de Dios, puede tiene su imagen. No podemos decir que después del pecado el hombre quedó totalmente excluido de la imagen de Dios.

Durante tiempos antiquísimos, ha habido dos posturas en cuanto a la naturaleza del hombre. El pensamiento griego propugna desde la gnoseología y los pensadores presocráticos y postsocráticos que el hombre está constituido por una dualidad, una parte física y otra parte espiritual-etérea-consiente llamada “alma”. Niebuhr hablando sobre el pensamiento de Platón en cuanto a la naturaleza del hombre comenta: “La realidad última es puramente espiritual, y el cuerpo no es nada sino una tumba para el alma… El alma precedía a la existencia terrenal, era increada e inmortal, y emigraba de un cuerpo a otro después de la muerte…”[2] El pensamiento actual desde el punto de vista filosófico establece prioritario el punto de vista de Platón; se habla de dualismo platónico en círculos religiosos. Sócrates fue el primero en proponer un estado de inmortalidad por parte de la entidad etérea-consciente, y su discípulo Platón amplió la cosmovisión de su maestro proponiendo el relato del “mundo de las ideas”. Cómo resolución a la primera postura, el pensamiento filosófico en las diferentes edades de la historia cree que el hombre está compuesto de alma-cuerpo, siendo el cuerpo la parte física-consciente, y siendo el alma la parte espiritual-consciente. El alma precede al cuerpo, y cuando ésta se inmiscuye en el elemento físico el hombre llega al escenario humano.

Ahora, con contraposición al punto anteriormente expuesto se encuentra la cosmovisión Bíblica. Sólo consideran en común que el hombre está compuesto de un elemento físico-tangible. El punto de vista bíblico propugna un aspecto distinto a lo que propone la línea filosófica. En círculos teológicos, cuando se habla de la naturaleza del hombre y su excentricidad en relación con otras criaturas, se considera el monismo bíblico.

Monismo Bíblico. La palabra “monismo” tiene su origen en la designación griega “monos” que traduce como “uno” “singular”. Cuando hablamos de monismo bíblico en concordancia con la naturaleza el hombre, hablamos de éste como una entidad unida, no separada. La biblia habla de la composición dual del hombre: un espíritu y la parte física. La biblia declara que el hombre en su estado vivo no contiene un alma sino que es en sí un alma. ¿Cómo sabemos que el hombre no posee un alma sino que es un alma? Por la siguiente razón semántica-gramatical.

Génesis 2:7 describe el origen del hombre por parte de Dios. En el prolegómeno del relato de los inicios Moisés escribe: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Según podemos detectar, el hombre está compuesto por dos partes: (1) el cuerpo, la parte física, y (2) el espíritu, la parte espiritual. Luego de describir el proceso de transformación de los elementos para dar origen al hombre, la biblia describe el resultado del fusionamiento de éstos, y le denomina “ser viviente”. La palabra en hebreo que se utiliza para “ser viviente” es נֶ֥פֶשׁ que traduce como “ser vivo” “persona” “alma” “individuo”[3]. La precedente investigación concisa de la designación en cuestión sugiere que el hombre no posee un alma sino que es un alma, pues la expresión “ser viviente” también se traduce como alma (Eze. 18:4; Prov. 13:19). El alma, según el punto de vista bíblico es la composición entre cuerpo y espíritu (aliento de respiración). Al hacer un examen minucioso de las cosmovisiones anteriores podemos descubrir un cuadro contrastante entre la cosmovisión griega y el punto ortodoxo que presenta la biblia.

Cosmovisión gnoseológicaPlanteamiento Bíblico
El hombre tiene un almaEl hombre es un alma
El alma precede a la parte físicaPara que exista el alma debe haber una fusión de cuerpo y espíritu.
El alma es una forma consciente.El alma es consciente cuando se mezcla lo físico con lo espiritual
Es teoría, exclamación humana.Es de creación divina.
 

El hombre es la consustancialidad del pensamiento divino. Dios dotó al hombre de habilidades, destrezas y carácter. En esta parte el hombre contiene la imagen de Dios. ¿En qué sentido el hombre es semejante a Dios? Los siguientes tópicos son claros para decir que “la imagen de Dios en el hombre no se ha borrado por completo, sino que se ha degradado…”[4]

  1. Capacidad de elección. (Génesis 1:28; 2:17)
  2. Tiene emociones. (Nahúm 1:2; Éxo. 34:14)
  3. (Prov. 2:3; Job 12:13)
  4. Es un ser social. (Números 25:10)

Ahora, la palabra “naturaleza” es polisémica. El diccionario de la Real Academia Español (RAE) define la palabra en desarrollo como: (1) Esencia y propiedad característica del ser. (2) Virtud, calidad o propiedad de las cosas. Es interesante notar que la fuente anterior define “naturaleza” como “esencia”. ¿Cuál es el desarrollo de la esencia del hombre?

Antes del pecado. El hombre antes del pecado gozaba del privilegio de vivir en un ambiente perfecto, libre de maldad y no vulnerable a expensas del hombre. Dios constituyo al hombre en un ambiente habitable para criaturas semejantes a él. Lo creó, y lo puso como gobernante de las cosas hechas en los 6 días de la creación. Tanto Dios como el hombre gobiernan en su esfera[5], y este es otro aspecto de la imagen de Dios en el hombre. El hombre sólo debía permanecer firme a los estatutos establecidos por el Creador. Su naturaleza era perfecta, pues vivía en un ambiente sin mácula[6]. Después del Pecado. Después de la advertencia (Gén. 2:17), y su posterior caída (Gén. 3), el hombre declinó abruptamente hacia la desgracia y miseria. Pasó de vivir en un ambiente perfecto, puro y agradable a afrontar las consecuencias de sus actos. El ambiente se contaminó, y por extensión la raza humana también.

Desde ese acontecimiento, el hombre ha quedado subordinado a la degradación de su naturaleza. El cambio repentino de su ambiente produjo consecuencias perpetuas. El hombre poseería una naturaleza maligna, deficiente. Cuando se habla de “naturaleza” se habla tanto físico, mental y espiritualmente.

  • Físico. El hombre antes del pecado contenía inmortalidad condicional (Gén. 2:17), pero después de la entrada del fenómeno malévolo, surgió junto con este el fenómeno de la muerte (Gén. 5). Ya era un hecho en la vida del hombre la ocurrencia de la muerte[7] por lo tanto el producto hecho por Dios “en el principio” volvería al estado antes de la conformación. La muerte es el estado invertido de la vida, descomposición de los elementos unidos.

  • El hombre después de la entrada del pecado tendría una mente ligada al fenómeno degradante. Ahora el hombre sería un ser atentado por pensamientos y actos de impureza. Con mucha razón, Génesis 6:5 declara: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. La imagen de Dios en el hombre se degradaba a medida que la maldad abundaba.

  • La expresión “¿dónde estás tú?” por parte de Dios narrada en Génesis 3:9, demuestra que antes del pecado Dios interactuaba libremente con el hombre. Al haber un ambiente puro los seres sin mácula podían interactuar libremente. Pero entró el pecado y terminó con la comunicación directa entre Dios y el hombre. Isaías 59:2 manifiesta: “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” La separación espiritual del hombre y Dios se vio afectado por la acción de transgresión por parte del hombre en el Edén.

Conclusión.

Una mirada retrospectiva al desarrollo del hombre da libre evidencia para decir que va de mayor a menor. Las posturas establecidas en los primeros párrafos del artículo en cuestión nos garantizan que el hombre piensa sobre sí mismo de distintas maneras. Para el hombre no hay un punto de vista modelo.

Autor: Richard Andrey Bolaños


Bibliografía.


  1. Cairus, Aecio. Handbook of Sevent-day Adventist Theology, I. Maryland, EE.UU. Review and Herald Publishing Association. 2005. Pág. 241. ↩︎

  2. Niebuhr, Richard. The Nature and Destiny of Man. New York. 1943. Pág. 43. ↩︎

  3. Biblical-Concordance Strong´s. Resultados de expresión “ser viviente”. ↩︎

  4. Heppenstall, Edward. The Man Who is God. Washintong, D.C., Review and Herald.1977. Pág. 120. ↩︎

  5. Fimtzyer, Arthur. God and Man: The six days of the creation. Postland, EE.UU. 2004. Pág. 121. ↩︎

  6. White, Elena. Patriarcas y profetas. Maryland, EE.UU. Asociación Publicadora Interamericana. 2000. Pág. 15. ↩︎

  7. Hoolbrok, Frank. Comentario al Génesis. Pág. 46. ↩︎

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