Gusanos inmortales: Exégesis de Isaías 66:24
El problema de esta investigación se tratará acerca del fuego que no se apaga y de los gusanos que no mueren en Isaías 66:24. Las enseñanzas bíblicas no son compatibles con la idea de un infierno eterno en el que los pecadores sufren para siempre. Pero este versículo parece sugerir eso. ¿Existe un infierno? Si alguien se rebela contra Dios, ¿no morirá nunca? ¿sufrirá eternamente?
En esta investigación buscaremos esclarecer estas preguntas. Para lograr esto vamos a realizar un análisis morfosintáctico de los verbos utilizados en el versículo. También analizaremos el contexto del versículo.
El texto que será estudiado se encuentra dentro de una perícopa que va desde el versículo 11 hasta el 24 del capítulo 66 de Isaías. Esto lo podemos saber por las marcas sinagogales. En el versículo 12 también aparece la frase כִּי כֹה אָמַר יְהוָה (Isa. 8:11 BHS) que se usa en el libro para comenzar nuevas profecías (Isa. 8:11; 18:4; 31:4; 45:18; 49:25; 52:3; 56:4; 66:12). A su vez esta perícopa se encuentra dentro de una sección de libro que trata acerca de la intervención de Dios para castigar a los impíos, salvar a los justos y restaurar el mundo. Esa sección comprende los capítulos 65 y 66.
En el versículo que se estudiará aparece dos paralelos que nos muestran que existe una correspondencia entre los gusanos que no mueren y el fuego que no se apaga.
וְיָצְאוּ וְרָאוּ בְּפִגְרֵי הָאֲנָשִׁים הַפֹּשְׁעִים
בִּי כִּי תוֹלַעְתָּם לֹא תָמוּת
וְאִשָּׁם לֹא תִכְבֶּה
וְהָיוּ דֵרָאוֹן לְכָל־בָּשָׂר׃
A. Y al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí:
B. y serán el horror de todos los mortales.
Los verbos que se usan son מוּת (matar) y כָּבָה (apagar). Ambos verbos están en su forma yiqtol simple. El Comentario bíblico adventista del séptimo día dice:
Sin embargo, en hebreo el verbo está en tiempo imperfecto simple, cuyo sentido sólo indica que en el momento en cuestión la acción del verbo no ha concluido aún. Este tiempo verbal no indica necesariamente que la acción nunca será completada. Por ejemplo, en Gen. 2:25 se emplea el imperfecto en la afirmación de que Adán y Eva “no se avergonzaban”. Esta declaración no era una predicción de que nunca se avergonzarían. En Gen. 3:7 se indica claramente que más tarde se avergonzaron. Se sugiere la siguiente traducción para expresar con mayor claridad la idea del hebreo: “su gusano no había muerto aún”.[1]
La exégesis judía está de acuerdo con esta interpretación. El tárgum de Isaías traduce este versículo diciendo que “su fuego no será apagado y los impíos serán juzgados en el Gehena hasta que los justos digan respecto de ellos, ya hemos visto suficiente”.[2] Es decir, los traductores judíos entendían que los impíos no se iban a quemar para siempre, sino que solo hasta que los justos dijeran que ya fue suficiente. Por lo tanto, ellos no interpretaban los verbos hebreos como referencias a un castigo eterno, sino a un castigo temporario.
El contexto del versículo se refiere a la recreación de la tierra y el cielo. Los capítulos 65 y 66 mencionan el accionar divino en favor de su pueblo, la destrucción de los impíos, la salvación del remanente y la restauración del mundo.
A lo largo de esta sección del libro Dios se jacta de que destruirá a los impíos. El énfasis no está en un castigo eterno, sino en una destrucción total. En Isaías 65:12 Dios dice que degollará y destinará “a morir (מוּת)” a los impíos. En Isaías 65:15 habla de quitar la vida de los impíos. En Isaías 66:16 se dice explícitamente que “¡muchos serán los que mueran a manos del Señor!”.
Además el versículo nos dice que quienes tendrán gusanos que no morirán y fuego que no se apagará son “cadáveres de los hombres”. La palabra para “cadáver” es פֶּ֫גֶר que siempre se usa para referirse a cuerpos de personas o animales muertos y significa “cadáver, despojos, restos mortales, carroña”.[3] Es decir, no hace referencia a personas que sufren estando vivas, sino a restos de personas muertas.
Otro punto a tener en cuenta es que en todo el libro de Isaías se habla de la salvación de los justos y el castigo de los impíos. Esto hace que los últimos dos capítulos se presenten como una conclusión al problema del pecado que aparece en el primer capítulo. Es claro que mientras existan los pecadores continuará existiendo el pecado. Por lo tanto, si los impíos continúan existiendo en un infierno eterno, el problema del pecado no se habrá resuelto.
Esta idea del capítulo 66 como la resolución del problema del pecado que aparece en el capítulo 1 puede verse fácilmente al comparar ambos capítulos.
Dado que el libro de Isaías desea mostrar cómo Dios logra solucionar el problema del pecado sería lógico que termine mostrando como ha desaparecido la rebelión de los hijos de Dios que lo abandonaron.
En esta investigación hemos visto que existen varios puntos de evidencia que nos muestran que Isaías 66:24 no es una prueba del infierno eterno. Para empezar, vimos que los verbos no significan que los gusanos nunca van a morir, sino que todavía no han muerto. Esto mismo creían los judíos, como pudimos ver en el tárgum de Isaías. Además el contexto del versículo nos habla de la destrucción total de los impíos, no de su castigo que dura para siempre. Y la palabra que se usan para describir a los malvados significa literalmente “cadáver”, es decir, alguien que ya está muerto, no que vive para siempre sufriendo un castigo eterno. Y, para finalizar, todo el libro de Isaías trata de mostrar cómo Dios trata con el problema del pecado, de la rebelión. Por lo tanto es apropiado que termine mostrando el fin de los pecadores, porque mientras haya pecadores vivos, el pecado continuará existiendo.
En conclusión, la evidencia nos demuestra que Isaías 66:24 no es una prueba de que el infierno eterno exista ni que los malvados sufrirán para siempre.
Autor: Franco Stringa
Referencias
Francis D. Nichol, ed. Comentario bíblico adventista del séptimo día, 7 vols. (Mountain View, CA. Pacific Press, 1978), 4:376. ↩︎
Bruce D. Chilton, ed. The Isaiah Targum: Introduction, Translation, Apparatus and Notes (Wilmington, DE: Michael Glazier, 1987), 128. ↩︎
Luis Alonso Schökel, Diccionario Bíblico Hebreo-Español (Madrid: Trotta, 1989), 601. ↩︎