Evidencias contra la evolución
¿Ascendencia biológica común o diseño divino?
Algunos biólogos han usado argumentos de demarcación para separar el así llamado enfoque científico sobre los orígenes (ascendencia biológica común a través de los animales) de lo que consideran lo no científico (diseño divino). Tales argumentos de demarcación se derivan de una filosofía de las ciencias llamadas positivismo lógico.[1] El positivismo lógico tiene sus raíces en un seminario que dio Moritz Schick en la Universidad de Viena en 1923. Otros que se unieron al movimiento fueron A. Ayer, Rudolf Carnap, Herbert Feigel y Ludwig Wittgenstein en sus primeros años. Establecieron lo que consideraban como normas para la plenitud de significado. Como lo indica Millard Erickson: “De acuerdo con esta posición hay sólo dos tipos de lenguaje significativos: (1) las verdades lógicas matemáticas, en las que el predicado está contenido dentro del sujeto, tales como ‘la suma de los ángulos de un triángulo es igual a 180 grados’, y (2) verdades empíricas, tales como ‘el libro está sobre la mesa’. Las verdades empíricas son proposiciones, es decir, las proposiciones que no son ni del tipo matemático ni del empírico, o declaraciones de tipo científico verificadas por los datos de los sentidos, literalmente son ‘disparates’ o sin sentidos”.[2]
Como concluye correctamente Erickson, el positivismo lógico consignó al lenguaje de la metafísica, la ética, la teología y otras disciplinas a algo sin sentido. El problema con esa conclusión es que no podemos verificarla al usar el criterio limitado del positivismo lógico, de manera que el positivismo lógico falla porque no puede hacer frente a su propio criterio.Con el derrumbe del positivismo lógico, la filosofía analítica llegó a estudiar el lenguaje en el contexto de su uso, un enfoque conocido como análisis funcional, lo que significa que debemos evaluar el lenguaje que se emplean en biología y teología desde el interior de los contextos diferentes de estas dos áreas. De esa manera, el criterio para evaluar la autenticidad de una de ellas no puede evaluar la autenticidad de la otra.
Ludwig Wittgenstein, en su reflexión posterior, comparó los contextos diferentes a juegos diferentes. Nadie aplicaría las reglas del béisbol para el fútbol. Cada juego se juega de acuerdo con sus propias reglas. De igual manera, el lenguaje de la teología para estudiar la creación y el diseño divino debe ser fiel a su propio contexto, y es tan válido dentro de ese contexto como cualquier otro uso del idioma en otros contextos, incluyendo los puntos de vista biológicos acerca de la ascendencia biológica común.
Meyer ha escrito acerca de la equivalencia metodológica del diseño inteligente y de la ascendencia biológica común naturalista, es decir, cómo los humanos descienden supuestamente de los animales. “Diseño inteligente y ascendencia biológica común demuestran ser igualmente científicos o igualmente faltos de rigor científico dependiendo del criterio usado para juzgar su estatus científico, siempre y cuando se seleccionen criterios metafísicamente neutrales para hacer tales evaluaciones”. [3] La realidad es que la palabra “diseño” o “propósito” ha regresado al vocabulario científico a causa del trabajo de los físicos. Han “descubierto un universo aparentemente adaptado para la posibilidad de vida humana”.[4]
“A pesar de esta renovación de interés en la hipótesis del diseño (inteligente) entre los físicos y los cosmólogos, los biólogos han permanecido reacios a considerar tales nociones. Como historiador de la ciencia, Timothy Lenior, ha advertido que ‘el pensamiento teológico ha sido resistido resueltamente por la biología moderna. Y sin embargo, en casi cada campo de investigación los biólogos se ven en aprietos para encontrar un lenguaje que no le atribuya propósito a las formas vivientes’ “.[5] Con todo, como declararon Mae-Wan Ho y Peter Saunders, “la fuerza todopoderosa de la selección natural ha llegado a parecerse más y más a una explicación en términos del diseño consiente del Creador omnipotente”.[6]
La función del ADN
En 1953, Francis Crick y James Watson descubrieron la arquitectura de la doble hélice de la molécula del ADN.[7] El ADN ha ayudado enormemente a nuestro entendimiento de cómo se desarrollan los seres vivientes. La investigación sobre el ADN ha mostrado que la idea de la selección natural y la mutación genética al azar, con su énfasis en la ascendencia biológica común, ha sido un criterio demasiado estrecho, porque el ADN es un método único de almacenar información que habla mucho más de diseño por parte de un Creador inteligente.
Michael Denton, en un libro original y de gran influencia, habla de la habilidad sorprendente del ADN para conectar datos biológicos. “La capacidad del ADN para almacenar información excede vastamente a la de cualquier otro sistema conocido; es tan eficiente, que toda la información que se necesita para especificar un organismo tan complejo como el hombre pesa menos que unos pocos miles de millonésimas de gramo. La información necesaria para detallar el diseño de todas las especies de organismos que alguna vez han existido sobre el planeta, una cifra que según G. G. Simpson es de aproximadamente mil millones, podría contenerse en una cucharadita de té, y aún quedaría lugar para toda la información en todos los libros que alguna vez se hayan escrito”.[8]
John Oller, h., y John Omdahl compararon la capacidad del lenguaje humano con la capacidad del ADN. Notaron que “el origen de la capacidad del lenguaje humano no es diferente al problema del mismo origen de la vida”.[9] Concluyeron que “las estructuras intrincadas y articuladas del lenguaje se reflejan en los arreglos delicados de las representaciones biológicas en correspondencia con la información codificada en el ADN. Hemos mostrado lógicamente que la capacidad del lenguaje no pudo haberse originado de una manera puramente materialista. El abismo lógico que separa la mente de la materia es realmente una barrera infranqueable para suponer cualquier origen materialista. Si se aceptan las definiciones de Peirce y Einstein, el abismo que describen no puede cruzarse sin la intervención de una Inteligencia verdaderamente trascendente, una conclusión que aceptaron ambos”.[10]
No basta con decir, con el zoólogo de la Universidad de Oxford, Richard Dawkins, que Dios no puede ser el origen del ADN. “Explicar el origen de la máquina proteína/ADN invocando a un Diseñador sobrenatural es no explicar precisamente nada, porque deja sin explicar el origen del Diseñador. Usted tiene que decir algo semejante a esto: ‘Dios siempre estuvo allí’, y si usted se permite esa clase de salida tan poco convincente, usted también también podría sencillamente decir ‘el ADN siempre estuvo allí’, o ‘la vida siempre estuvo allí’, y terminar con eso”.
Lo que Dawkins pasó completamente por alto fue la realidad de los dos niveles que funcionan en cada organismo viviente; es decir, el ADN en su nivel más elevado sugiriendo diseño, y el desarrollo físico-químico al nivel más inferior, lo que algunos sostienen para ilustrar la ascendencia biológica común. Lo que Dawkins necesita hacer es tomar en serio la obra fundamental y de gran influencia hecha por otro profesor de la Universidad de Oxford, Michael Polanyi.
En un prestigioso artículo titulado “Life’s Irreducible Structure”, Polanyi, antiguo miembro de la Junta del Merton College, de la Universidad de Oxfod, comparó las máquinas a la teoría evolucionista. Los seres humanos hacen máquinas aun cuando los primeros actúen de acuerdo con las leyes de la naturaleza inanimada. “De modo que la máquina como un todo trabaja bajo el control de dos principios distintos. El superior es el principio del diseño de la máquina, y éste aprovecha al inferior, que consta de los procesos físico-químicos sobre los que depende la máquina”.[11]
Polanyi considera a los mecanismos vivos y la información en el ADN como condiciones límite, con una secuencia de límites por encima de ellos. Razona que “una condición de límites siempre es extraña al proceso que delimita”. Por ejemplo, cuando Galileo condujo su experimento de pelotas deslizándose por una pendiente, la elección de la pendiente no tenía nada que ver con las leyes de la mecánica. A más de esto, la forma y fabricación de los tubos de ensayo no tienen nada que ver con las leyes de la química. Ni podemos definir la estructura de las máquinas por las leyes que utilizan las máquinas. Y concluye diciendo que, “de esa manera, la morfología de los seres vivientes trasciende las leyes de la física y de la química”.[12]
Con relación al ADN, Polanyi cuestiona la teoría evolucionista. “A la luz de la teoría actual de la evolución, se debe asumir que la estructura semejante a códigos del ADN ha ocurrido por una secuencia de variaciones al azar establecidas por la selección natural. Pero este aspecto evolutivo no es pertinente aquí; cualquier que sea el origen de una configuración de ADN, puede funcionar como un código sólo si sus órdenes no se deben a la fuerza de la energía potencial. Debe ser tan físicamente indeterminado como la secuencia de palabras en una página impresa. Así como el arreglo de una página no tiene relación con la química de la página impresa, así la secuencia base en una molécula de ADN es ajena a las fuerzas químicas que trabajan en la molécula ADN”.[13]
Polanyi se pregunta: “¿Puede igualarse el control de la morfogénesis por parte del ADN al diseño y la forma de una máquina por parte de un ingeniero?”[14], y contesta afirmativamente. La estructura semejante a un código del ADN con toda su información que afecta el crecimiento del organismo, actúa sobre el organismo como un ingeniero lo hace con una máquina. Que el organismo utilice las sustancias físico-químicas que hay en su interior de ninguna manera define plenamente al organismo que está bajo el control dual, del ADN y de las sustancias físico-químicas, siendo el ADN el nivel principal de influencia. Me parecería que este modelo coloca el diseño (no la ascendencia biológica común) del ADN como la influencia principal en el desarrollo de los seres vivos.
Scott Huse, comentando acerca del ADN, observa que “los científicos de la informática han demostrado concluyentemente que la información no surge ni puede surgir espontáneamente. La información resulta sólo del consumo de energía (para ordenar las letras y las palabras) y bajo la dirección supremamente importante de una inteligencia. Por tanto, desde que el ADN es información, la única conclusión lógica y razonable que puede obtenerse es que el ADN fue formado por una inteligencia.”[15]
Sobre la base del trabajo hecho en relación con el ADN, parece más razonable decir que demuestra un Creador inteligente, y así habla elocuentemente en favor del diseño más bien que de la ascendencia biológica común.
Complejida
La teoría evolucionista es un paradigma, un concepto aun no probado pero aceptado como una presuposición básica. Dentro de este supuesto paradigma, la ciencia estudia la naturaleza en una investigación por encontrar evidencias para apoyar el mismo paradigma. De esa manera, el paradigma mismo influye o modela la búsqueda. Cuando llegamos a considerar las complejidades en la naturaleza, las encontramos en cada nivel. Uno tiene que hacerse la pregunta seria: ¿Cómo puede una complejidad tal desarrollarse precisamente de la mutación genética al azar y de la selección natural? Michael Denton expresa bien la enormidad del problema cuando habla acerca del ADN. “Para el escéptico, la proposición de que los programas genéticos de los organismo superiores -que constan de una cantidad cercana a mil millones de bits o unidades de información, equivalentes a la secuencia de letras que hay en una pequeña biblioteca que tenga mil volúmenes, conteniendo en forma codificada innumerables miles de complejos algoritmos que controlan, especifican y ordenan el crecimiento y desarrollo de miles y miles de millones de células en la forma de un organismo complejo- fueran compuestos por un proceso hecho meramente al azar, es sencillamente un insulto a la razón. Pero para el darwinista se acepta la idea sin un murmullo de duda; el paradigma tiene prioridad”.[16]
Con semejante complejidad al nivel infinitesimal en el ADN, ¿qué procesos observables conocemos que son responsables de su desarrollo? La verdad es que la teoría evolucionista no ha propuesto ninguna clave en cuanto a cómo puede existir tal complejidad al mismo nivel básico de los organismos vivientes. Brian Leith, en su perspicaz libro, comenta: “No creo que haya un evolucionista vivo que esté particularmente feliz con las ideas existentes acerca de la forma como surgen los rasgos complejos”.[17]
Richard Dawkins nota que existen sólo dos alternativas al darwinismo para explicar “la organizada complejidad de la vida, que al mismo tiempo parece tener un propósito. Esas alternativas son Dios y el Lamarckismo”. Es increíble a qué extremo el paradigma evolucionista presiona a Dawkins cuando rechaza la idea de Dios como un origen razonable para la complejidad en la naturaleza. “Temo que le haré a Dios más bien una corta confesión. Dios puede tener muchas virtudes: no dudo que es inapreciable como un aguijón de la conciencia y un consuelo al moribundo y al acongojado, pero como una explicación de la complejidad organizada, sencillamente no sirve. Lo que estamos tratando de explicar es la complejidad organizada, por lo cual es inútil invocarlo como explicación de un ser suficientemente organizado y complejo para crearlo.”[18]
Al menos Dawkins admite la existencia de Dios que “aguijonea” y “consuela” a los seres humanos. Hasta ese grado acepta lo sobrenatural. ¿Por qué, entonces, limita la causalidad a lo natural? ¿No lo limita a él el prejuicio de su paradigma de manera que rehúsa admitir todas las posibilidades como esperaríamos que lo hiciera la metodología científica normal? Steven Meyer estaba en lo cierto cuando dijo que “si las hipótesis rivales se eliminan antes de ser evaluadas, las teorías que quedan pueden adquirir un predominio inmerecido”[19]. Esto ha sucedido en el paradigma naturalista auto limitado de la teoría evolucionista. Lo que la ciencia necesita hacer es permitir la causalidad sobrenatural como una causa más razonable para la complejidad, que la mutación genética al azar y la selección natural. Desde el maga universo hasta el micro universo, encontramos complejidad por doquier, y hace tambalear la mente pensar si tal complejidad es sólo el resultado del azar y de una evolución sin propósito.
Kurt Wise habla de la complejidad como evidencia que la evolución tiene que dejar sin explicar. “Cualquiera que ha tomado una clase de bioquímica en la universidad ha quedado impresionado con la extraordinaria complejidad de la reverberación, la adaptación, el ciclo de Kreebs y otras características de los seres vivos. Para los que no tomaron un curso así, esos son unos de los muchos procesos químicos que ocurren dentro de los cualquiera de los trillones de células de su cuerpo en un momento dado. La fotosíntesis, como un ejemplo de un proceso subcelular, se cree que involucra tantas etapas químicas como 500, de las cuales nosotros entendemos ‘completamente’ sólo unas pocas. Y sin embargo, una cierta cantidad de esas clases de proceso ocurren espontáneamente dentro de las células individuales”.[20]
Wise traza la complejidad a través de niveles diferentes, desde los procesos químicos en la células hasta los órganos humanos y sus interrelaciones, hasta las comunidades de organismos y sus redes de complejas interacciones, y finalmente hasta la tierra y al orden complejo de los cuerpos astronómicos que permiten que exista la vida en nuestro planeta. “La teoría macro evolutiva nunca ha explicado satisfactoriamente la adquisición de ningún nivel de esta complejidad, mucho menos de la complejidad total”[21]. Como dijo Michael Denton: “Prácticamente en cada campo de investigación biológica fundamental se están revelando niveles cada vez mayores de diseño y complejidad a un paso cada vez más acelerado”.[22] Esto realmente pone en tela de juicio la teoría de la evolución.
Más allá de la misma complejidad se encuentra el interrogante de la integración. “Como si la complejidad básica de las cosas no fuere suficiente, la integración de esta complejidad es verdaderamente asombrosa. No sólo los procesos químicos subcelulares entrañan una gran cantidad de moléculas complejas y de etapas químicas, sino que esos ítems y eventos están conectados en una serie de ítems y pasos bien equilibrados y oportunos para producir un proceso bien integrado. Similarmente las labores de las organelas subcelulares, de las células en los tejidos, de los tejidos en los órganos, de los órganos en los sistemas, de los sistemas en cuerpos, de los organismos dentro de otros organismos, de los organismo en comunidades de la biosfera, todo muestra una integración asombrosa. Igual que con la complejidad de estos ítems y eventos en cualquier nivel dado, nunca se ha observado que semejantes niveles de integración surgieran de procesos y leyes naturales no inteligentes. La integración parece abogar por una causa inteligente”.[23]
“La integración que es una sorprendente dentro de los niveles, es aún más sorprendente entre los niveles. No sólo muestran integración los sistemas organeles subcelulares y los procesos químicos, sino que los sistemas químicos y organelas están acoplados juntos, y deben estar para que la célula sobreviva. Y algo que es todavía más impresionante, es que existe una integración similar entre todos los niveles. Una vez más, este nivel de integración queda sin explicar por la teoría evolucionista, pero se puede explicar por la teoría de una causa inteligente”.[24]
El Ojo Humano
En 1861, dos años después de la publicación de su libro El origen de las especias, Darwin le escribió una carta al biólogo Asa Gray, su amigo, y le decía: “Cuando pienso en el ojo, me da fiebre”[25]. “Suponer que el ojo” escribió, “con todos sus dispositivos inimitables para ajustar el foco a distancias diferentes, para admitir diferentes cantidades de luz y para la corrección de la falta de coincidencia cromática y esférica, pudiera haber sido formado por selección natural, me parece, y lo confieso libremente, absurdo en el grado mas elevado posible… La creencia de que un órgano tan perfecto como el ojo pudiera haberse formado por selección natural es más que suficiente para dejar perplejo a cualquiera”.[26]
Si el ojo hacia estremecer a Darwin, ¡imagínese lo que le haría el conocimiento adicional que hoy tenemos del ojo! “Los estudios electrofisiológicos han revelado recientemente conexiones muy intrincadas entre las células nerviosas de la retina que capacitan al ojo para realizar muchos tipos de procesamientos de datos preliminares de información visual antes de transmitirlos en una forma binaria al cerebro. La habilidad de tales mecanismos ha vuelto a ser recalcada por su cercana analogía a las clases de intensificación de la imagen y de los procesos de clarificación que hoy realizan las computadoras, tales como las que usa la NASA, en imágenes transmitidas desde el espacio. Hoy día sería más exacto pensar en una cámara de televisión si estamos buscando una analogía para el ojo”.[27]
Darwin tenía toda la razón al estremecerse al examinar el ojo humano, porque, ¿cómo podría producir la selección natural una complejidad y un diseño tan ordenado y preciso? Además, ¿cómo podría la selección natural, un proceso increíblemente lento, tener un ojo factible en cada etapa de su desarrollo? Richard Dawkins confiesa que el ojo humano “no pudo venir posiblemente a la existencia a través de un solo paso de selección”[28]. Cree que la evolución del ojo humano pudo haber llevado varios cientos de millones de años [29]. Y con todo, Dawkins puede decir en otro lugar: “El ojo es, por excelencia, un caso donde una fracción de un órgano es mejor que no tener ninguno; por ejemplo, un ojo sin un cristalino o aún una pupila, podría aún detectar la sombre amenazadora de un depredador”.[30]
Pero, ¿cómo puede una fracción de ojo ser realmente un ojo? ¿Cómo puede ser posible el supuestamente lento el proceso para producir el ojo cuando el ojo es sólo una parte de una red compleja más amplia de partes interdependientes que comprenden la red visual? Como dijo Alvin Platinga: “He aquí el problema: Por ejemplo, ¿cómo se desarrolla el cristalino por los medios propuestos -variación genética al azar y selección natural-, cuando al mismo tiempo tiene que haber un desarrollo del nervio óptico, de los músculos pertinentes, la retina, los bastoncillos de la retina y los conos, y muchas otras estructuras delicadas y complicadas, todas las cuales tienen que estar ajustadas unas a otras de tal manera que puedan trabajar juntas? Verdaderamente, lo que está involucrando no es, por supuesto, precisamente el ojo; es todo el sistema visual, incluyendo las partes pertinentes del cerebro. Muchos órganos y subórganos diferentes tienen que desarrollarse juntos y es difícil prever una serie de mutaciones tal que cada miembro de la serie tenga un valor de adaptación, que es también un paso en el camino al ojo, y tal que el último miembro es un animal con un ojo semejante”.[31]
El ojo es demasiado complejo en sí mismo y en su red visual para ser un producto de desarrollo al azar. Es por eso que la idea de Dawkins de que un ojo funciona como un ojo aun durante sus primeras sus etapas de desarrollo no tiene sentido. Stephen Jay Gould, un erudito de Harvard, preguntó qué vale tener el 5% de un ojo. Dándose cuenta de que no podría ver, pensó que podría tener alguna otra función que la función de ver. Dawkins no estuvo de acuerdo con él y dijo que el 5% del ojo se usaba “para ver el 5% de visión”. Pero, ¿cómo puede el 5% de un ojo tener el 5% de visión? cuando la visión no funciona hasta que el ojo es 100% un ojo, con todas las partes en su lugar y funcionando completamente como lo dijo antes Platinga? El abogado Phillip Johnson vio la falta de lógica de la conclusión de Dawkins, y declaró: “La falacia en ese argumento es que ‘el 5% de un ojo’ no es la misma cosa que el ‘5% de la visión normal’ “.[32]
Dan-E. Nilsson y Susanne Pelger, de la Universidad Lund, consideraron que el ojo humano pudo haberse desarrollado en “unos pocos cientos de miles de generaciones” en “1.829 etapas”,[33] y sin embargo comenzaron con un parche de células, planas y sensibles a la luz. No dicen nada acerca de la manera como llegaron a la existencia esas células sensibles a la luz. Los dos investigadores asumen su presencia antes que darse cuenta de que la manera como se forman las células es en sí mismo una parte fundamental de lo que ellos deberían estar probando, antes que asumirlo, si desean demostrar como evolucionó el ojo. La ciencia verdadera comienza el proceso en el principio, no a lo largo de la línea.
Lo que dijimos acerca del ojo se aplica a muchos otros órganos, o partes del cuerpo, tales como el pulmón de las aves [34] y las alas de los pájaros, sólo para nombrar dos. Cada uno tiene involucrada una red compleja, de manera que ninguna parte puede evolucionar sin que se desarrollen todas las partes al mismo tiempo. El problema es: ¿Cómo puede un pulmón que surge, ser un pulmón, o un ala ser un ala? ¿Cómo puede un pulmón de ave, a través del cual el aire pasa sólo en una dirección, desarrollarse a partir del paso del aire en dos direcciones que se encuentra en todos los otros vertebrados?
Más allá de todo esto, está la complejidad del cerebro humano. El neurobiólogo Roger Sperry, del California Technology, ganador del premio Nobel 1981 por su estudio en los dos hemisferios del cerebro humano, sostiene “que el sistema cerebral, como un todo, controla de alguna manera sus partes en formas que sustituyen a los estados físicos mecanicistas de los 10.000 millones de neuronas del cerebro”[35]. Aunque descarta lo sobrenatural, al menos se da cuenta, aparentemente, de que el cerebro involucra más que dimensiones “físicas mecanicistas”. Los detalles intrincados del cerebro humano son equivalentes a la red de computadoras más compleja conocida por la humanidad, y su existencia habla elocuentemente de un Creador más bien que de la probabilidad al azar.
Michael Denton dice: “Si programas complejos de computadoras no pueden cambiarse por mecanismos al azar, entonces seguramente debe aplicarse lo mismo a los programas genéticos de los organismos vivientes”[36]. No es correcto comparar la “evolución” de aviones desde el monoplano de Blériot a un Boeing 747, porque su desarrollo no dependió de la casualidad [37]. No podemos explicar la absoluta perfección a través del universo en cada nivel sobre la base de la casualidad y de los procesos naturales al azar.[38]
La causalidad al azar introduce la teoría de la probabilidad en la teoría evolutiva. Cantidades enormes de tiempo han sido un puerto seguro para la hipótesis evolutiva, porque sus teorías creen que, dado suficiente tiempo, es posible cualquier desarrollo evolutivo. Con tiempo suficiente, como por ejemplo con una rueda de una ruleta, el número 26 podría surgir exactamente cuando se lo necesite a lo largo de la línea evolutiva. Pero esta escapatoria ya no está más disponible hoy, pues la ciencia entiende mejor las complejidades de la evolución. “Ahora vemos que los cambios orgánicos significativos requieren que los innumerables desarrollos de las piezas que lo integran ocurran simultánea e independientemente en los huesos, los músculos, las arterias y cosas semejantes”, informa Huston Smith. “Estas exigencia intensifican astronómicamente la demanda sobre la teoría de la probabilidad. Sería como si el número 26 apareciera simultáneamente sobre 10 ó 15 mesas en el mismo casino, seguido por el 27, 28 y 29 anunciado en todas las mesas en una progresión cerrada; se necesitaría más tiempo del que ha existido la Tierra para explicar las secuencias que hubieren ocurrido”.[39]
La célula
La evolución darwinista cree que los pasos micro evolutivos graduales explican el desarrollo de la vida desde el caldo de cultivo prebiótico a todo lo largo hasta los seres humanos (algunos inclusive plantean que los seres humanos progresarán más allá de su período actual) [40]. La mayoría de la gente entiende la evolución desde lo simple hasta lo complejo. Ya hemos notado cuán compleja es la especie humana, y también podríamos decir mucho más acerca de la complejidad del reino animal. Nuestro punto aquí es que la complejidad no es el resultado final de algún proceso evolutivo, sino que inclusive aparece en los bloques de vida más diminutos, como en el ADN
y en la misma simple célula.
La biología molecular ha revelado todo un mundo nuevo de complejidad que asombra la imaginación y expone cuán escéptica es la teoría de la evolución. W. Bird habla en su libro de la enorme complejidad de una simple célula. Citando a Sagan, concluye que la mera célula tiene “información… comparable acerca de cien millones de páginas de la Encyclopaedia Britannica” [41]. Richard Dawkins la compara a 30 tomos de la enciclopedia [42]. Cualquier analogía que uno tome, es un almacenamiento asombroso ¡en una célula diminuta! El libro Of Pandas and People va tan lejos como para decir que “si la cantidad de información contenida en una célula de su cuerpo se la transcribiera en una máquina de escribir, llenaría tantos libros como puede contener una gran biblioteca” [43]. Las células bacterianas diminutas son increíblemente pequeñas, y “cada una es en realidad una verdadera fábrica en micro miniatura conteniendo miles de piezas de intrincado sistema molecular diseñadas primorosamente, compuestas de cien mil millones de átomos, mucho más complicada que cualquier máquina construida por el hombre y completamente sin paralelo en el mundo inanimado”.[44]
¿Quién puede explicar cómo se hizo compleja la célula más simple y más diminuta? No hay ningún proceso evolutivo conocido que pueda dar cuenta siquiera de estas células llamadas primitivas. En realidad, Jacques Monod correctamente declara: “Las células más sencillas, disponibles para que las
estudiemos, no tienen nada ‘primitivo’ en sí misma”.[45]
Autor: Norman R. Gulley es profesor de investigación en Teología Sistemática en la Southern Adventist University, en Collegedale, Tennessee, Estados Unidos. Actualmente trabaja en el cuarto y último volumen de su teología sistemática, publicada por Andrews University Press | Transcrito por Galvin Misael
Referencias
Stephen C. Meyer, en The Creation Hypothesis, p. 72. ↩︎
Millard J. Erickson, Christian Theology, p. 49. ↩︎
Meyer, p. 71. ↩︎
Ibíd. , p. 67. ↩︎
Ibíd. , p. 67. ↩︎
Mae-Wan Ho y Pewter T. Saunders, eds., Beyond Neo-Darwinism: An Introduction to the New Evolutionary Paradigm (Londres: Academic, 1984), p. x. ↩︎
Percival Davis y Dean H. Kenyon, Of Pandas and People, p. 61. ↩︎
Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis, p. 334. ↩︎
John W. Oller, h., y John L. Omdahl, en The Creation Hypothesis, p. 238. ↩︎
Ibíd., p. 265. ↩︎
Michael Polanyi, “Life’s Irreducible Structure”, p. 1308. ↩︎
Ibíd. , p. 1309. ↩︎
Ibíd. ↩︎
Ibíd. ↩︎
Scott M. Huse, The Collapse of Evolution (Grand Rapids: Baker, 1992), p. 95. ↩︎
Denton, p. 351. ↩︎
Brian Leith, The Descent of Darwin: A Handbook of Doubts Abouts Darwinism, p. 36. ↩︎
Richard Dawkins, “The Necessity of Darwinism”, New Scientist (15 de abril de 1982) : 130. ↩︎
Meyer, p. 100. ↩︎
Kurt P. Wise, en The Creation Hypothesis, p. 228 ↩︎
Ibíd. , p. 230. ↩︎
Denton, p. 342. ↩︎
Kurt P. Wise, en The Cration Hypotesis, p. 230 ↩︎
Ibíd. ↩︎
Charles Darwin, citado en Denton, p. 326. Véase también en Jean Flori y Henri Rasolofomasoandro, En busca de los orígenes: ¿Evolución o creación? (Madrid: Safeliz, 2000), p. 165. ↩︎
Charles Darwin, citado en Scott M. Huse, The Collapse of Evolutions, p. 73. ↩︎
Denton, p. 333 ↩︎
Richard Dawkins, The blind Watchmaker (Londres: Norton, 1987), p. 140. ↩︎
Ibíd., p. 40. ↩︎
Richard Dawkins, en But It is Science? , p. 210. Cf. The blind Watchmaker, p. 140. ↩︎
Alvin Platinga, “When Faith and Reason Clash: Evolution and the Bible”, p. 25 ↩︎
Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, p. 34. ↩︎
Dan-E Nilsson y Susanne Pelger, “A Pessimistic Estimate of the Time Required for and Eye to Evolve”, Nature 21 de abril de 1994. ↩︎
El pulmón de las aves tiene una corriente de aire en una dirección a través de los bronquios, mientras que la inhalación y la exhalación es un pasaje de doble dirección en todos los otros vertebrados. Habla de manera elocuente por la discontinuidad más bien que la continuidad entre los reptiles y las aves. Véase Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis, pp. 209-213. ↩︎
El comentario de John Gliedman, en “Scientist in Search in the Soul”, Science Digest 90 (Julio de 1982): 78. Roger Sperry descarta lo sobrenatural y la existencia de los fenómenos no sujetos a las leyes físicas. ↩︎
Denton, p. 315. ↩︎
Ibíd. , pp. 316, 317. ↩︎
Ibíd. p. 342. ↩︎
Huston Smith, “Evolution and Evolutionims”, Christian Century (7-14 de julio de 1982): 756. Véase también Scott M. Huse, The Collapse of Evolution, p. 92, en el que demuestra que “la obra manual del tiempo es disociación y desintegración, no síntesis”. ↩︎
Richard Dawkins indica que “la vanidad humana acaricia la noción absurda de que nuestra especie es el objetivo final de la evolución” (The Blid Wachmaker, p. 50). ↩︎
W. R. Bird, The Origin of Species Revisited, p. 333. ↩︎
Dawkins, p. 18. ↩︎
Charles B. Thaxton, ed., Of Pandas and People, p. 7. ↩︎
Denton, p. 250. ↩︎
Jacques Monod, Change and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of modern Biology, trad. Austryn Wainhouse (Londres: 1972), p. 134. ↩︎