Elena de White, ¿profeta o plagiaria?

Elena G. de White Mar 5, 2018
Juegos Cristianos

Un niño que parece tener entre 10 a 12 años de edad está jugando sobre una alfombra frente a una chimenea. Su padre, después de un largo día de trabajo, se está relajando sobre el sofá mientras disfruta del calor del fuego. Su madre le está leyendo a la familia un fascinante relato de la Reforma Protestante del libro History of the Reformation of the Sixteenth Century [Historia de la Reforma del siglo XVI] de D’Aubigne. El joven Willie disfruta de escucharla leer porciones de la serie de cinco tomos para la devoción familiar, y nosotros también estamos intrigados mientras observamos a través de esta ventana del siglo XIX las actividades de esta familia adventista durante las largas noches del invierno de Michigan.

Otra ventana se abre, esta vez una ventana de oficina en un edificio de ladrillos en el centro de un pueblo de frontera que más tarde se convertirá en el lugar de nacimiento de la industria de los cereales para el desayuno. Una vez más vemos a la misma madre, que es al mismo tiempo ama de casa y escritora, sentada a la mesa en una habitación de un segundo piso que funciona como biblioteca, con libros apilados a su lado. Ella está leyendo y escribiendo. Su esposo a veces se le une porque él es escritor y líder eclesiástico. En ocasiones vemos al editor de la principal revista de la iglesia, llamada Advent Review and Sabbath Herald [Revista Adventista y Heraldo del Sábado], que a menudo firma sus artículos con un modesto “U. S.”, trayéndole una pila de revistas que él ya no necesita. Ella parece estar muy complacida.

Años más tarde una tercera ventana se abre ante nosotros, esta vez la ventana del vagón de un tren. El brazo editorial de esta naciente iglesia se está extendiendo hacia el oeste, hasta llegar al Océano Pacífico. Esta ocupada mamá, ahora de mediana edad, necesita aprovechar hasta el último minuto en medio de su cargada rutina de escritura de libros, artículos y correspondencia. Ella está observando un puesto de venta, donde, entre muchas otras cosas, hay algunos periódicos y libros usados a la venta. Uno de los libros tiene un título cautivante: “The Abominations of Modern Society” [Las abominaciones de la sociedad moderna], así que ella lo compra. Puede que le sea útil más tarde cuando se ponga a escribir.

Puede ser sorprendente para algunos, pero estas son descripciones auténticas de las actividades de Elena G. de White, cuyos escritos han sido, y siempre serán, altamente estimados por los adventistas del séptimo día. Las primeras dos ventanas nos han sido abiertas a nosotros por su propio hijo, William C. White, quien describió cómo su madre disfrutaba de leer a D’Aubigne a su padre y cómo Uriah Smith (“U. S.”) les entregó a los dos una habitación especial en la biblioteca de la editorial Review and Herald para que investiguen y lean (Carta de William C. White a Leroy E. Froom del 13 de diciembre de 1934, recientemente reimpresa en Mensajes Selectos, tomo 3, pp. 527-529). La tercera ventana puede ser vista gracias a una revisación profunda de la propia biblioteca de Elena de White. El libro The Abominations of Modern Society de DeWitt Talmadge tiene las siguientes palabras escritas en su primera página con la firma característica de Elena de White debajo: “Adquirido en los vagones [del tren] que venía de Omaha a Oakland”.

La opinión acerca de Elena de White que está alcanzando mayor aceptación es que ella era una lectora mucho más ávida de lo que incluso su propia familia se daba cuenta, y que ella utilizó material de fuentes externas para sus escritos en una escala más amplia de lo que la iglesia era consciente. En 1934, William C. White, escribiéndole a Leroy E. Froom, hizo una declaración: “Elena de White era una lectora rápida, y tenía muy buena memoria” (Mensajes Selectos, tomo 3, p. 528). En una carta anterior a Leroy E. Froom, él proporciona uno de los mejores resúmenes disponibles sobre los hábitos de lectura de Elena de White: “Tu preguntaste acerca de los hábitos de lectura de mi Madre. La hermana White era una mujer muy productiva, y cuando no estaba involucrada con todas sus fuerzas en viajar, o hablar, o en escribir testimonios y libros, ella pasaba una parte de su tiempo leyendo o estudiando. Por supuesto, la Biblia en primer lugar. Después libros como History of the Reformation [Historia de la Reforma] de D’Aubigne, y History of the Reformation [Historia de la Reforma] de Martyn, y después ella leyó un poco a Wylie, pero no mucho. Ella también leyó varios libros sobre la vida de Cristo, los de Fleetwood, Farrar, Geikie, Lightfoot y [Samuel] Andrews, y después ella leyó a Hanna; pero no creo que ella haya leído alguna vez a Edersheim. Ella tenía en su biblioteca y ocasionalmente leyó [los libros sobre] la vida de Pablo de Conybeare y Howson, y la vida de Pablo de Farrar. Ella también leía de las mejores revistas religiosas. ¿Cómo las conseguía? Ella solía pedirles a los editores de la Review [and Herald] y Signs [of the Times] que le envíen sus ediciones, una vez que las hubieran terminado; y durante años, cuando ella estaba en su adultez y vigorosa, leería una o dos horas cada día después de completar un buen día de trabajo escribiendo. Como resultado de esta [rutina de] lectura ella encontró muchos artículos preciosos, que ella recomendaba para [su] publicación en la Review [and Herald]; más a menudo ella encontraba buenas cosas para leerle a la familia. Además, ella cortaba cientos de artículos y los pegaba en álbumes de recortes, pensando que serían útiles los días por venir” (Carta de William C. Whte a Leroy E. Froom del 14 de febrero de 1926. Archivos de la Asociación General). Hoy sabemos que Elena de White si usó el libro The Life and Times of Jesus the Mesiah [La vida y las épocas de Jesús el Mesías] de Edersheim, así como otros libros mencionados por William C. White.

¿Cuán extensamente Elena de White utilizó libros y artículos al investigar y escribir? La respuesta es que en la actualidad no lo sabemos. Lo que sigue es un reporte del progreso que se ha hecho en la búsqueda por las fuentes literarias. Mi parte comenzó en 1975-1976 cuando estaba investigando en las posibles fuentes para las declaraciones de Elena de White sobre las causas de los terremotos y volcanes, que fue publicado como una serie de dos partes en la revista Ministry (W. H. Johns, "Ellen G. White and Subterranean Fires," Ministry Magazine, agosto y octubre de 1977). El Patrimonio White está actualmente llevando a cabo una investigación en las cuestiones relacionadas al préstamo literario, y parte del material en este reporte debe ser debidamente acreditado a los hallazgos del Patrimonio White (¡a menos que desee que se me acuse de plagiar!). Además, el Dr. Fred Veltman ha recibido un pedido especial de parte de la Asociación General para estudiar las fuentes literarias en El Deseado de todas las Gentes.

Lo que sabemos es que Elena de White hizo uso de fuentes contemporáneas en sus escritos publicados y no publicados, y que a veces ella utilizó materiales casi palabra por palabra sin dar crédito.

Solo para que el lector conozca mis convicciones personales, en vista de nuestros hallazgos, creo que los escritos de Elena de White son completamente inspirados por el Espíritu Santo, y rechazo el concepto de grados de inspiración. Algunos pueden sentirse tentados a sugerir que las porciones de sus escritos que fueron “tomados prestados” o derivados de fuentes previas son menos inspirados que las porciones que son originales e inéditas. No obstante, este concepto es insostenible en vista del hecho de que también encontramos ejemplos de fuentes literarias en la Escritura. El Evangelio de Lucas fue compuesto casi completamente usando otras fuentes (Lucas 1:1-4); ¿significa eso que Lucas es menos inspirado que Mateo, Marcos o Juan? La inspiración no depende de la originalidad, ni tampoco el descubrimiento de fuentes literarias previas en un documento inspirado lo convierte en menos inspirado.

Se pueden encontrar ejemplos de paralelos literarios entre los escritos de Elena de White y otros autores en temas tan diversos como el sufrimiento de Cristo, la importancia de las pequeñas cosas, y la relación entre la materia preexistente y la obra creadora de Dios. Los paralelos que he encontrado no siempre son tan llamativos como estos tres. Muy a menudo Elena de White parafrasea las palabras de algún otro autor, o incluso reformula en sus propias palabras pensamientos y expresiones encontradas en otras obras.

Puede ser tentador conjeturar que todos los paralelos son coincidencias, pero en ese caso uno tendría que explicar cómo no solo el orden de la oración sino también el mismo orden de las palabras se han preservado. La única manera de explicar estos paralelos si nos basamos en la idea de que Elena de White no leyó absolutamente nada en estas obras previas, es sugerir que Dios mediante el Espíritu Santo dictó las misma palabras que ella puso sobre el papel. Los adventistas del séptimo día han consistentemente rechazado la teoría de inspiración verbal/dictado. Si las palabras mismas han sido dictadas a Elena de White, entonces ella no necesitaría la ayuda de su esposo y más tarde la de sus asistentes literarias para mejorar la gramática, la sintaxis y la claridad de lo que estaba escribiendo.

En mi investigación he tenido acceso a algunos de los mismos libros que le pertenecían a Elena de White y que ella utilizó. Al revisar su copia del libro The Great Teacher [El Gran Maestro] de John Harris, que contiene su firma manuscrita en la primera página, indica que este libro fue obviamente usado a menudo, y ahora conocemos docenas de paralelos literarias con Harris. Su copia del libro Sermons [Sermones] de Henry Melvill (la edición de 1844), muestra evidencia de uso frecuente, con páginas dobladas por la mitad, la esquina de algunas páginas dobladas diagonalmente, y marcas de tinta en varias páginas. Elena de White nunca subrayaba el texto en ninguno de sus libros, pero ocasionalmente marcaba con líneas verticales o con una “X” en los márgenes sus citas favoritas o pasajes que la hacían reflexionar.

Fue una serie de líneas verticales lo que nos llevó a encontrar paralelos entre las declaraciones de Melvill acerca de los “oráculos de Dios” y declaraciones similares en los escritos de Elena de White. Curiosamente, una copia del manuscrito original para esta serie de paralelos fue publicada justo antes de nuestro descubrimiento (Robert W. Olson, One Hundred and One Questions on the Sanctuary and on Ellen White [1981], p. 90). Cuanto más examinamos la biblioteca que una vez le perteneció a Elena de White, más ejemplos encontramos de las maneras en que ella la utilizó y la extensión de su uso.

Elena de White si usó su biblioteca más extensamente de lo que se había pensado previamente. Aunque los porcentajes pueden ser engañosos y ser malinterpretados, aún son un medio válido de evaluación. F. D. Nichol, en su libro Ellen G. White and her Critics [Elena G. de White y sus críticos] (1951), concluyó que el 11 por ciento de Sketches from the Life of Paul [Bosquejas de la vida de Pablo] había sido derivado de dos fuentes: 7 por ciento del libro Life and Epistles of the Apostle Paul [La vida y las epístolas de Pablo] de Conybeare y Howson; y 4 por ciento del libro The Life and Work of St. Paul [La vida y obra de San Pablo] de F. W. Farrar. Nichol además declara que l cantidad de material parafraseado en El Conflicto de los Siglos (edición de 1884) que proviene del libro History of the Sabbath [Historia del Sábado] de J. N. Andrews es equivalente a menos de un 1 por ciento de todo el libro (Ibid., p. 421). Raymond S. Cottrell fue comisionado por el Patrimonio White para realizar un estudio preliminar de la relación entre el libro Life of Our Lord [Vida de nuestro Señor] de William Hanna y algunos capítulos selectos de El Deseado de todas las Gentes. De los capítulos estudiados, él encontró que aproximadamente el 3 por ciento era de William Hanna.

Recientemente hemos encontrado porcentajes más elevados de material prestado. Aproximadamente el 20 por ciento del capítulo “La ciencia y la Biblia” en el libro La Educación puede ser rastreado a fuentes previas. Aproximadamente el 40 por ciento de dos artículos en la Review and Herald (publicados el 18 de julio de 1882 y el 5 de julio de 1887) pueden ser identificados como provenientes de dos capítulos del libro Sermons de Melvill. Es curioso que uno de los artículos, “The First Prophecy” [La primera profecía] tiene el mismo título que un sermón de Melvill, y que ambos comienzan con el mismo texto bíblico: Génesis 3:15.

En testimonios personales y en cartas también encontramos ejemplos de préstamos literarios. Un testimonio fechado el 20 de junio de 1882, y escrito a los miembros del iglesia de Battle Creek (publicado Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pp.107-123) tiene un 31,5 por ciento de su contenido en común con porciones de dos libros: Night Scenes in the Bible [Escenas nocturnas de la Biblia] (1868) de Daniel March y Elijah the Tishbite [Elías, el Tisbita] (1838). También he determinado que el 41 por ciento del Manuscrito 24 de 1886 (publicado en Mensajes Selectos, tomo 1, pp. 21-24) fue obtenido del libro Origin and History ofthe Books of the Bible [Origen e historia de los libros de la Biblia] de Calvin E. Stowe, páginas 13 al 20. Cartas no publicadas también poseen ejemplos de paralelos literarios. Más de la mitad de la Carta 19e de1892 ha sido adaptada de un capítulo del libro The Precious Promises [Las preciosas promesas] (pp. 47-52) de J. C. Geikie, que estaba en la biblioteca personal de Elena de White.

Los porcentajes dados previamente solo aplican a pequeñas porciones de sus escritos, por lo tanto no deberíamos extrapolarlos para cubrir todo lo que ella escribió. En este punto sería prematuro incluso intentar deducir cuanto de sus escritos inspirados pueden ser rastreados a fuentes previas. Con cada nuevo descubrimiento el porcentaje de contenido paralelo aumenta. Pero ya sea que la cifra final del total de los préstamos literarios sea del 5 o del 50 por ciento, un 8 o un 80por ciento, nunca debemos retroceder ni una iota de nuestra sólida posición de que los escritos de Elena de White son completamente inspirados, porque la inspiración incluye la guía del Espíritu Santo en localizar las fuentes literarias correctas así como la transmisión de ideas.

Aunque ella carecía la educación formal usual, Elena de White leía ávidamente mediante la práctica continuada y la auto-disciplina. Dios no capacita sobrenaturalmente a un individuo con cualidades o habilidades que podemos obtener mediante el trabajo duro acompañado por el poder divino. Aunque ella era un hábil lectora, siempre fue consciente de su falta de habilidad en el tema de la escritura (véase Mensajes Selectos, tomo 3, p. 100). Esa es una de las razones por las cuales se sintió impulsada a usar fuentes literarias externas. La belleza literaria de sus escritos no debería usarse como evidencia de inspiración divina; algunas de las hermosas gemas de pensamiento pueden ser rastreadas hasta fuentes previas.

Elena de White escribió: “Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la tierra donde hemos de trabajar para Dios”, (Palabras de vida del Gran Maestro, p. 262). Mientras que John Harris, en su libro The Great Commission [La Gran Comisión] (edición de 1854), página 103, escribió: “Es tan cierto que hay un trono preparado para cada creyente en el cielo, como que hay un lugar apropiado prescrito para cada uno en la tierra”.

“El argumento más poderoso en favor del Evangelio es un cristiano amante y amable” (El Ministerio de Curación, p. 372); “una vida de amor desinteresado es un argumento que no pueden contradecir” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 115). T.L. Cuyler escribió en su libro Heart Life [Vida de corazón], página 69: “Un cristiano vivo y amante es el argumento más poderoso en favor del Evangelio. Ningún incrédulo ha podido refutar eso”.

“Dios sabe mejor que tu lo que es bueno y esencial para sus hijos. Él nunca los lleva a ningún lugar al que ellos no quisieran ir si fueran capaces de ver tan claramente como Él sus propias necesidades” (Diario personal de Elena de White, 21 de noviembre de 1890). F.W. Krummacher escribió en su libro Elijah the Tishbite [Elías el Tisbita], páginas 20, 21: “Dios… conoce exactamente y mucho mejor que nosotros lo que es bueno y necesario para sus hijos; y, en verdad, Él nunca los lleva a ningún lugar al que ellos no quisieran ser llevados si fueran capaces de ver tan claramente en sus corazones sus necesidades como Dios las ve”.

Bickersteth escribió acerca de la oración, “Es una llave que abre los almacenes de la Tesorería de Diospara nosotros;… para que mediante la oración obtengamos todas las bendiciones que necesitemos” (A Treatise on Prayer [Un tratado sobre la oración], 1834, p.12). Pero me gusta mucho más la versión de Elena de White sobre el mismo pensamiento: “la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén dl cielo, donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia” (El Camino a Cristo, pp. 94-95).

La extensión de la lectura de Elena de White puede ser medida por el tamaño de su biblioteca. En realidad, ella tenía tres bibliotecas: una biblioteca en su oficina personal a la cual sus asistentes literarias tenían acceso, una biblioteca personal, y una biblioteca de 572 títulos que ella le vendió a C. C. Cristler en 1913. Cuando ella murió en 1915, se realizó un inventario de todas sus posesiones, incluyendo sus libros. El trabajo bibliográfico fue realizado en la listas de inventario, y un recuento preliminar indica que Elena de White tenía más de 1.100 libros de autores no adventistas en sus tres bibliotecas, excluyendo versiones de la Biblia e himnarios. Más de ochocientos libros ya no se encuentran en la colección del Patrimonio White. Apenas ha comenzado la obra de determinar cuántos libros pueden haber sido leídos y utilizados por Elena de White. Tenemos una lista de aproximadamente setenta y cinco libros, de los cuales no todos aparecen en las listas de inventario, que estamos bastante seguros que Elena de White leyó y utilizó. Un ejemplo es la obra A Treatise on Prayer [Un tratado sobre la oración] de Bickersteth, que proporcionar muchas de las expresiones que aparecen en El Camino a Cristo, en el capítulo titulado “El privilegio de la oración”. Decenas de libros en las listas de inventario obviamente no fueron utilizados por Elena de White al escribir sobre temas espirituales. Por ejemplo, el libro Book-keeping [Contabilidad] de Mayhem, una gramática griega y un libro sobre trigonometría. Por supuesto, sus listas de inventario no incluyen libros que se encontraban en las bibliotecas de la Review and Herald y de J. N. Andrews, a las cuales ella tenía acceso, así que es muy probable que nunca sepamos exactamente cuántos libros Elena de White puede haber leído durante su vida.

Pero, ¿es realmente importante saber esto para determinado ha sido su rol profético? ¡Su rol como “mensajero de Dios” para su iglesia no depende del número de libros que pueda haber leído!

Tal vez lo más sorprendente que el variado espectro o extensión de los préstamos literarios de Elena de White es el reciente descubrimiento que ella utilizó las palabras de autores previos para describir palabras que ella escuchó mientras estaba en visión. En unos pocos casos, ella utilizó los escritos de una fuente del siglo XIX para citar las palabras de Cristo o de un guía angelical. En uno de estos casos utiliza las palabras de Heman Humphrey, quien escribió la introducción al libro The Great Teacher [El Gran Maestro] de John Harris. Este ejemplo fue discutido hace un año atrás en la Adventist Review [Revista Adventista] (2 de abril de 1981). En otro caso ella introduce una extensa cita del libro Elijah the Tishbite [Elías el Tisbita] de Krummacher con las palabras, “Mi Guía dijo…”. Al describir las “escenas del juicio venidero”, ella repite la amonestación del Juez a quienes no tienen túnicas blancas y utiliza parcialmente algunas oraciones modificadas de Daniel March, de su libro Walks and Homes of Jesus [Caminatas y hogares de Jesús] (1886), pp. 316, 317.

Teniendo en cuenta el hecho de que ella cita las palabras de escritores previos cuando describe palabras oídas en visión, no debería sorprendernos descubrir que cuando dice, “Vi…” o “Me fue mostrado” ella a veces se sentía libre, bajo la guía del Espíritu Santo, de usar expresiones de una fuente terrenal.

Una cuestión que debe ser abordada es esta: ¿Por qué este asunto de los préstamos literarios de Elena de White no es mejor conocido, especialmente teniendo en cuenta que hemos tenido varios cientos de libros de su biblioteca para investigar? Buscando una respuesta para esta pregunta, tuve la oportunidad de examinar los archivos del Patrimonio White y los Archivos de la Asociación General relacionados a las acusaciones de plagio (un tema que va a ser debatido más adelante). Descubrí rápidamente que muy poco se ha conocido acerca del uso de fuentes por parte de Elena de White durante los últimos cien años. El primer caso de paralelos literarios fue publicado en el periódico Enterprise de la ciudad de Headsburg el 13 y el 20 de marzo de 1889, como resultado de un debate llevado a cabo por Dudley M. Canright con algunos de los voceros de la iglesia en Headsburg, California. Columnas paralelas fueron publicadas mostrando el uso de materiales sin comillas de cinco fuentes. Para 1915, solo ocho libros habían sido identificados como fuentes de Elena de White, además de los que ella le dio crédito, como en El Conflicto de los Siglos. Para 1976, un total de veinticinco fuentes habían sido mencionadas en imprenta o en correspondencia entre líderes de la iglesia durante un período de noventa años, pero en los pocos años siguientes a 1976 hemos triplicado el número de fuentes literarias conocidas que ella utilizó.

Las razones por las cuales anteriormente tenía un conocimiento mínimo de las fuentes literarias utilizadas por Elena de White es la dificultad de ubicar los paralelos. Yo estimo que llevará un mínimo de cinco mil horas de trabajo para revisar toda la biblioteca de Elena de White para poder determinar solamente que libros ella leyó y cuáles no. ¿Quién tiene cinco mil horas para esto? Cundo las acusaciones de plagio fueron presentados en las páginas del libro Gathering Call de Ballenger, en 1932 y 1933, un miembro del Patrimonio White, D. E. Robinson, pasó un total de cuatro o cinco horas comparando los libros de Conybeare y Howson con Sketches from the Life of Paul de Elena de White (Carta de D. E. Robinson a L E. Froom, 14 de marzo de 1933). Él dejó más de 1.100 libros sin revisar en su investigación.

La cantidad de tiempo y esfuerzo requerida para este tipo de investigación es mejor ilustrada en los descubrimientos de los rollos del Mar Muerto. En una de las cuevas, los ratones habían partido lo rollos en miles de pedazos al intentar comer el pegamento que los antiguos escribas habían usado para encuadernar las páginas de pergamino. Un equipo de eruditos ha pasado más de tres décadas intentando reacomodar los rollos destrozados por los ratones, así como mucho otros rollos, como el rollo de cobre, con el objetivo de publicar sus hallazgos, y aún tiene mucho trabajo por delante.

Me gustaría sugerir que en muchos casos, encontrar un paralelo literario es comparable a reacomodar un fragmento de los rollos del mar muerto. Esto explica por qué nuestro conocimiento de los que puede haber pasado en el estudio de Elena de White ha sido escaso hasta tiempos reciente.

Sin embargo, encontramos que las ventanas a la investigación de Elena de White nunca han sido cerradas y que las personas no han sido bajadas; ni tampoco la puerta de la habitación que ella usaba para escribir ha sido cerrada desde adentro. La puerta siempre ha estado vierta, y mediante ella podemos ver la silueta de una mujer que debe haber sido una diligente investigadora, que examinó sus fuentes meticulosamente y las utilizó cuidadosa y eficientemente, una mujer completamente embebida en el Espíritu Santo, que ha dejado mediante su prolífica pluma un tesorero de valor incalculable a la iglesia, mucho más valioso que los cientos de millones de dólares que las propiedades de la iglesia valen actualmente. Si no fuera por los continuos consejos de la pluma de Elena de White, no hubiera sido posible la edificación de iglesias e instituciones, y, por lo tanto ¿no deberían esos consejos ser más valiosos que los edificios e instituciones cuyas fundaciones están arraigadas en estos consejos? Siento que el descubrimiento de paralelos literarios no pueden devaluar lo que se ha confirmado que posee un valor espiritual incalculable en la vida de millones.

Autor: Warren H. Johns | Este artículo fue publicado por primera vez en la revista Ministry de junio de 1982 bajo el título “Ellen White: prophet or plagiarist?” | Traducido por Eric Richter para DA

“Ellen White: prophet or plagiarist?" by Warren H. Johns published in the June 1982 issue of Ministry. The article first appeared in the June 1982 issue of Ministry,® International Journal for Pastors, www.MinistryMagazine.org. Used by permission.

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