El Santuario: Simbología
El propósito de Dios al ordenar la construcción de un santuario en el desierto[1] fue, mostrar al pueblo de Israel una lección objetiva de las verdades espirituales asociadas con el plan de salvación. El evangelio de Jesucristo fue revelado al pueblo mediante los símbolos del santuario.
Además, el santuario fue una especie de reloj profético que dividía la historia en tres fases consecutivas, que comenzaba con el ofrecimiento del sacrificio por los pecados y culminaba con la erradicación del pecado, el día de la expiación.
“Como el ministerio de Cristo iba a consistir en dos grandes divisiones, ocupando cada una un periodo de tiempo y un lugar distinto en el santuario celestial, así mismo el culto simbólica consistía en el servicio diario y el anual, y a cada uno de ellos se dedicaba una sección del tabernáculo… Las verdades importantes acerca del santuario celestial y de la gran obra que allí se efectúa en favor de la redención del hombre debían enseñarse mediante el santuario terrenal y sus servicios”[2].
Antes de Cristo comenzar su ministerio como sacerdote en el cielo,[3] tenía que morir en la cruz del Calvario, luego de vivir una vida sin pecado.[4] Todo ese esquema histórico-profético estaba anunciado de antemano en los servicios del santuario que Moisés construyó por mandato de Dios.
El Atrio
Representaba la obra de Cristo en la tierra. Juan en su primera epístola dice que Cristo “vino mediante agua y sangre” (5-6). En el atrio se representan estos dos elementos y lo que estos anticipaban. El agua, además de representar la limpieza de pecado que Cristo nos ofrece, representa también el inicio del ministerio terrenal de Cristo como Mesías en el río Jordán. La sangre representa la consumación de su ministerio mesiánico en la cruz del Calvario, al derramar su sangre por nosotros. Tanto la fuente de agua como el altar de sacrificios se hallaban en el atrio. El atrio representa la obra del Mesías en la tierra. Ambos muebles estaban cubiertos o hechos de bronce. El bronce nos habla de la humanidad de Jesús.
La obra realizada en el santuario del desierto, comenzando en el atrio y culminando en el lugar santísimo, representa una realidad espiritual que toma lugar en una tierra física y en un santuario celestial real. Si la tierra representada por el atrio era física, entonces el santuario celestial representado por el tabernáculo es también físico y real.[5] La concepción del cielo ideal o espiritual que presentaba el filósofo griego Platón, del que se han hecho eco muchos cristianos al interpretar el cielo como algo espiritual o ideal, no es cónsona con la doctrina del santuario. Veamos:
El Lugar Santo
Representaba la continua intercesión de Cristo por su pueblo. El apóstol dice que él vive siempre para interceder por ellos.[6] En el lugar santo había tres muebles:
La mesa de los panes[7]
El altar de incienso[8]
El candelabro de siete brazos[9]
Nunca podía faltar pan fresco sobre la mesa. Era cambiado cada sábado,[10] el día de adoración establecido por Dios. Este acto señala al sábado como el día de renovar el pan espiritual en la vida del creyente. Esto demuestra que el sábado sería un día especial en la vida del Mesías y de sus seguidores. Con razón, hablando de la tierra y los cielos nuevos el profeta Isaías dijo que de mes en mes y de sábado en sábado vendría toda carne a adorar delante de Dios.[11]
Nunca podía faltar aceite al candelabro, ni incienso sobre el altar de incienso. Al lugar santo entraban a ministrar los sacerdotes diariamente. Este ministerio en el lugar santo implicaba la aplicación de los beneficios del sacrificio al pueblo del pacto. La ministración en el lugar santo frente al altar del incienso representaba la intercesión de Cristo en el santuario celestial. Allí se encuentra el, intercediendo por nosotros.[12]
El Lugar Santísimo
Era el lugar más respetado y sagrado del santuario. Allí se encontraba el arca del pacto que contenía las tablas de la ley escritas con el dedo de Dios, los diez mandamientos. Desde allí Dios se revelaba a Moisés,[13] por lo cual se denominaba al arca como símbolo del trono de Dios, y la ley como el asiento de su trono. El lugar santísimo se asocia con juicio y justicia. Allí sólo podía entrar el sumo sacerdote, y esto una vez al año, el día de la expiación o juicio.[14] El día de la expiación era seguido por la fiesta de las cabañas o tabernáculos, que además de representar las cabañas o tiendas en las cuales el pueblo habitó durante su peregrinación por el desierto, representaban las moradas eternas. Luego del Día de la Expiación, moraremos en nuestra habitación celestial.
¿De qué material estaba recubierto el altar de sacrificios? ¿y la fuente de agua?
a. ” …y lo cubrirás de bronce Éxodo 27:1, b. “Harás también una fuente de bronce …” Éxodo 30:18.
Mientras que los muebles del interior del tabernáculo fueron recubiertos o hechos de oro, los del atrio por su parte fueron recubiertos o hechos de bronce. El bronce representa la humanidad del Mesías. Según el bronce es de menos valor que el oro, de la misma forma Cristo se hizo un poco menor que Dios al encarnarse (Sal. 8:5 donde el texto Hebreo original utiliza la palabra ELOHIM, cuya traducción correcta es Dios y no ángeles). El bronce no sólo nos habla de la humillación de Cristo,[15] sino, también de su oficio mesiánico en la tierra.
¿Cómo se puede llegar a la conclusión de que el tabernáculo (lugar santo y lugar santísimo) representan la obra de Jesús en el cielo?
a. “…delante del trono ardían siete lámparas de fuego…” Apocalipsis 4:5.
b. “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso…” Apocalipsis 8:3.
c. “…y el templo de Dios fue abierto en el cielo y el arca de su pacto se veía en el templo Apocalipsis 11:19.
Los muebles descritos por Juan fueron vistos en visión por él en el santuario del cielo. La epístola a los Hebreos dice que Jesús es nuestro sumo sacerdote ahora, y no ningún hombre. Dice además que él ministra en el santuario celestial que levantó el Señor y no el hombre.[16] El santuario del primer pacto fue figura de las cosas celestiales.[17]
¿Cuándo entraban los sacerdotes al lugar santo con sangre del sacrificio? ¿Qué hacían con la sangre allí?
a. “Si el sacerdote ungido pecare…” Levítico 4:3.
b. “Si toda la congregación de Israel hubiere errado…” Levítico 4:13.
c. “y mojará el sacerdote su dedo en la sangre y rociará de aquella sangre siete veces… hacia el velo del santuario…. pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso… y echará el resto de la sangre… al pie del altar del sacrificio que está a la puerta del tabernáculo de reunión.” Levítico 4:5-8.
Los sacerdotes comunes entraban al tabernáculo para encargarse de su buen funcionamiento. Cambiaban el pan cada sábado. Mantenían las lámparas con aceite continuamente.[18] Añadían incienso cada mañana y cada tarde al altar de incienso. El incienso era quemado allí delante de Jehová.[19]
Cada una de estas funciones de alguna forma u otra señalaban a Cristo: el pan de vida, nuestro intercesor (que al igual que el incienso, hace de nuestras oraciones olor grato ante el Padre), y el candelabro nos muestra a Cristo como la luz del mundo.
Solamente en ocasiones especiales entraba el sacerdote al lugar santo con sangre:
- Cuando pecaba el sacerdote ungido
- Cuando pecaba el pueblo
- El Día de la Expiación
Los servicios del atrio anticipaban la obra del Mesías en la tierra. Los dos elementos principales eran el agua (el lavacro) y la sangre (el altar de sacrificios). Por tal razón Juan escribió que Cristo vino mediante agua y sangre.[20] En agua inauguró su ministerio terrenal cuando fue bautizado en el rio Jordán. Con su sangre pagó nuestra deuda.
El lugar santo anticipaba la obra qué haría Jesús en el cielo luego de su muerte, resurrección y ascensión. Su muerte en el Calvario fue esencial para nuestra salvación y sino fuese por su sangre expiatoria, no hubiera tenido nada que ofrecer ante el Padre.[21] Sin el continuo ministerio de la sangre en el santuario celestial, el sacrificio del Calvario no hubiera valido de nada. Tan esencial es la muerte de Cristo en la cruz del Calvario para nuestra salvación, como su intercesión por nosotros ante el Padre celestial. Allí presenta los méritos de su sacrificio a nuestro favor.
La mayoría de los cristianos no aceptan la realidad del ministerio de Cristo como nuestro gran sumo sacerdote en el santuario celestial. “Ciertamente creen en la sangre derramada; pero no comprenden que debe haber un ministerio o una aplicación de la sangre para que ésta sea efectiva. Es hora de que se llame la atención del mundo, y de los profesos cristianos en especial, a la obra que Cristo está realizando ahora. Muchos preguntan por qué Cristo demora tanto en volver. Saben que se fue, pero no saben donde está ni que está haciendo.”[22]
Luego de su ascensión al cielo Jesús comenzó su obra como mediador, tal y como estaba representado por el lugar santo del santuario terrenal.
¿Qué había en el lugar santísimo? ¿Qué lo separaba del lugar santo?
“…y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo (Éxodo 26:33).
En el lugar santísimo estaba el arca del pacto que contenía las tablas de los diez mandamientos escritos con el dedo de Dios. Además, Moisés colocó en el arca la vara de Aarón que reverdeció y un frasco con maná.[23] Al lado del arca fue colocada el rollo de la ley ceremonial.[24] Dos querubines labrados a martillo en oro puro formaban parte del propiciatorio o cubierta del arca. Desde entre los querubines Jehová hablaba con Moisés[25] y le revelaba su voluntad. A esta gloria o presencia de Jehová entre los querubines se le denominaba como la “shekinah”.
“Las tablas de la ley dentro del arca testificaban que el reino de Dios está fundado sobre las normas inmutables de la justicia,[26] la cual debe ser respetada aún por la gracia divina. La gracia no puede concederse de manera que invalide la ley.[27] Cuando se perdona el pecado, deben también satisfacerse las exigencias de la ley en contra del pecador. El propósito mismo del evangelio es conseguir para el pecador el perdón de sus pecados por la fe en un medio que no invalida la ley sino que la establece… el propiciatorio mostraba un camino por el cual podían satisfacerse las exigencias de la ley, y el pecador podría ser salvo de la muerte, el castigo decretado por la ley. Basándose solamente en la ley, Dios y el hombre no pueden volver a unirse, puesto que el pecado nos separa de él.[28] Debe intervenir el propiciatorio rociado de sangre, pues sólo podemos acercarnos a Dios, gracias a la mediación de Cristo a nuestro favor.”[29]
Debemos acercarnos a Jesús, aceptarle como Salvador personal y él hará que el Padre nos acepte en él.
El sumo sacerdote era el único que podía entrar al lugar santísimo. Entraba sólo una vez al año: el Día de la Expiación.[30] Ofrecía un becerro en expiación por sí mismo y por su casa[31] y luego entraba con la sangre del becerro al lugar santísimo y rociaba sangre con su dedo siete veces sobre el propiciatorio (cubierta del arca).[32] Luego traía dos machos cabríos vivos y echaba suertes sobre ellos. Al que le tocaba la suerte por Jehová era degollado y ofrecido en expiación. El sumo sacerdote llevaba la sangre del macho cabrío al lugar santísimo y rociaba, como con la sangre del becerro, los mismos lugares (sobre y delante del propiciatorio Lev. 16:15). Lo mismo hacía con el tabernáculo de reunión.[33] Finalmente tomaba la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío y la ponía sobre los cuernos del altar de sacrificios en el atrio.[34] Entonces esparcía sangre sobre el altar con su dedo siete veces.[35]
Luego de hacer la expiación por el santuario, el sacerdote hacia traer el macho cabrío vivo,[36] ponía las manos sobre su cabeza y simbólicamente le transfería todos los pecados acumulados durante todo el año por el pueblo en el santuario.[37] Una vez realizada esta transferencia simbólica, el Sumo Sacerdote enviaba el macho cabrío con un emisario al desierto y allá lo dejaba marchar, “cargando con todas las iniquidades a tierra inhabitada[38] donde no contamine más a nadie.
Luego el sumo sacerdote ofrecía un holocausto por él y por el pueblo y se presentaba a la congregación al final de la ceremonia. Ese macho cabrío vivo era llamado Azazel, quién en la literatura rabínica era asociado con Satán. De la misma forma, luego de concluida su última fase en el santuario celestial, Cristo lanzará a su archienemigo al abismo,[39]] la tierra desordenada y vacía luego de la segunda venida[40] y acabará de una vez y por todas con el pecado y con su originador.
Luego del Día de la Expiación, que representaba la fase final del trabajo de Cristo en el santuario celestial, ¿qué solemnidad daba comienzo?
“En tabernáculos habitaréis siete días…” Lev. 23:42.
La pascua era la primera festividad anual. El cordero pascual representaba a Jesús, “…porque nuestra pascua que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.[41] Cristo murió en el Calvario. Este estaba representado en el santuario por el altar de sacrificios. Allí comenzó a correr el reloj profético del santuario. La fiesta de los tabernáculos era la última fiesta. Esta conmemoraba las viviendas de los israelitas durante su peregrinación en el desierto. Hacia el futuro, señalaba las mansiones que Cristo fue a preparar para su pueblo,[42] la ciudad que Abraham esperaba cuyo arquitecto y constructor es Dios.[43]
Conclusión
El atrio representaba la obra del Mesías en la tierra. El agua del rio Jordán marcó el inicio de su ministerio (representado por la fuente o lavacro) y su sangre derramada en la cruz del Calvario marcó la consumación de su obra mesiánica (representado por el altar de sacrificios). El lugar santo representaba la intercesión de Jesús que dio comienzo cuando ascendió al cielo. El lugar santísimo señalaba la última fase de esa obra intercesora en el cielo, más la fase del juicio pre-advenimiento.[44] Luego de esa fase final durante la cual Cristo asignará el reino a los santos y dictará sentencia contra sus enemigos,[45] Cristo vendrá a compartir su reino, dominio y majestad con los redimidos y a poner fin a los enemigos de su pueblo.
Referencias
Éxodo 25:8, 9 ↩︎
Patriarcas y Profetas, pág. 371 ↩︎
Hebreos 7:25; 8:1, 2 ↩︎
“” 7:26). ↩︎
“” 8:1,2,5; 9:11 ↩︎
“” 7:25 ↩︎
Éxodo 40:22,23 ↩︎
“” 40:26,27 ↩︎
“” 40:24,25 ↩︎
Levítico 24:8 ↩︎
Isaías 66:22, 23 ↩︎
Hebreos 7:25 ↩︎
Éxodo 25:22 ↩︎
Hebreos 9:6, 7 ↩︎
Filipenses 2:5-8 ↩︎
Hebreos 8:1, 2 ↩︎
“” 9:23 ↩︎
Éxodo 27:20 ↩︎
“” 30:7, 8 ↩︎
1 Juan 5:6 ↩︎
Hebreos 8:3 ↩︎
Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, pág. 744 ↩︎
Hebreos 9:4 ↩︎
Deuteronomio 31:24-26 ↩︎
Éxodo 25:18-22; Número 7:89; Salmos 80:1 ↩︎
Salmos 97:2 ↩︎
Romanos 3:31 ↩︎
Isaías 59:1,2 ↩︎
Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, Pág. 649 ↩︎
Levítico 16:2; 23:27 ↩︎
“” 16:6 ↩︎
“”16:14 ↩︎
“” 16:16 ↩︎
“” 16:18 ↩︎
“” 16:19 ↩︎
“” 16:20 ↩︎
“” 16:21 ↩︎
“” 16:22 ↩︎
Apocalipsis 20:1-3 ↩︎
Génesis 1:2; Jeremías 4:23-27 ↩︎
1 Corintios 5:7 ↩︎
Juan 14:2; Filipenses 3:20 ↩︎
Hebreos 11:9, 10 ↩︎
(Dan 7:9-14). ↩︎
(Daniel 7:26, 27) ↩︎