El sacramento de la confesión y la Biblia
Uno de los sacramentos o prácticas, más reconocidas a nivel mundial dentro del catolicismo es la confesión.
Los apóstoles y primeros cristianos no la enseñaron ni practicaron, es desde la edad media cuando se da origen a este sacramento. Es hacia el año 1215 d.C, durante el periodo del papa Inocencio III en el concilio de Letrán (11 al 30 noviembre) que se estableció la confesión como un sacramento que debía realizarse por lo menos una vez al año.
Este sacramento consiste en confesarle al sacerdote nuestros pecados y recibir como penitencia el repetir un número de veces, determinado por el cura, algunos rezos.
El sacramento de la confesión se basa principalmente en dos textos:
"Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” [Santiago 5:16]
Este pasaje no enseña que yo debo confesar mis pecados al sacerdote católico o al pastor o líder religioso o que entre los creyentes haya confesiones. El contexto trata sobre las ofensas personales. El apóstol enseña que cuando un hermano ofende a otro este debe acercarse a él y reconocer su error y pedirle las respectivas disculpas o perdón y luego orar los unos por los otros.
Este pasaje dista lejos de servir como base para el sacramento católico y si quisiéramos aplicarlo en forma literal entonces así como un fiel católico le confiesa sus pecados al cura, este debe esperar que el cura también le confiese sus pecados y luego juntos orar. Pero ellos no lo hacen.
"A quienes remitierais los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuvierais, les son retenidos" [Juan 20:23]
Una lectura superficial del texto podría dar a entender que Jesús autorizaba a sus discípulos para perdonar pecados y a los que ellos se los perdonaran les serian perdonados en el cielo y a los que no, les serian tenidos en cuenta en el cielo. Pero el texto no está enseñando eso.
Primero, el perdón divino no está sometido a la voluntad humana, cualquiera podría basado en este texto argumentar que si él no perdona a alguien que le ofendió entonces Dios tampoco perdona a dicha persona en el cielo, lo cual es totalmente errado. Dios perdona a todo aquel que se acerca a él con un corazón contrito y humillado (1Juan 1:9; Salmos 51:17). O alguien podría perdonar a un agresor y mostrar frutos de reconciliación, pero si dicho agresor u ofensor no se arrepiente sinceramente y no pide perdón a Dios por mucho que los hermanos y toda la iglesia y aun la sociedad le perdone, sus pecados permanecen delante de Dios y no son borrados en el cielo.
El texto no enseña que las personas debían ir a los discípulos, hoy a los sacerdotes o pastores o líderes religiosos a confesarle sus pecados y que al ser perdonados también eran perdonados en el cielo. El pasaje se aplica en forma personal, cuando una persona o hermano ofendía a otro, este podía perdonarle y su pecado u ofensa desaparecía. También puede aplicarse al aspecto religioso general o colectivo, cuando un creyente cometía una falta y luego de hacerle ver su falla, era disciplinado, luego de esta y del reconocimiento de parte del hermano de su error su falta era borrada totalmente.
Aunque el texto también podría entenderse, teniendo en cuenta la orden dada por Jesús de salir a predicar (vers. 21) así los discípulos tenían la potestad para que donde ellos predicaran Dios perdonaría pecados y donde ellos se abstuvieran de predicar Dios no podría perdonar pecados. Esto teniendo en cuenta que antiguamente había lugares en los que les cerraban las puertas y les rechazaban y debían sacudirse los pies (Mateo 10:14), en esos pecados donde la gracia divina no entraba los pecados eran retenidos en el cielo.
¿Si el sacramento de la confesión no es bíblico porque la gente lo practica?
La confesión católica no tiene bases bíblicas solidas, no corresponde a una práctica enseñada ni por Jesús ni por sus discípulos. Al leer el Nuevo Testamento no hallamos en él a un solo cristiano o grupo de cristianos acercándose a un apóstol llevándole sus pecados para recibir perdón por estos. Para ello no existe ni la más mínima evidencia ni bíblica ni histórica. El consejo bíblico siempre fue:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. [1Juan 1:9 ].
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. [1Juan 2:1, 2].
Nuestros pecados deben ser solo confesados a Jesús, pero la gente practica la confesión católica por varias razones:
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Es un requisito católico cumplir con los sacramentos.
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La gente en ocasiones desea desahogarse y sacar todo el peso de la culpa que les agobia.
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La gente en muchas ocasiones confía en los sacerdotes católicos por el voto de silencio de ellos ante una confesión.
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La gente engañada que no lee las Escrituras cree que es correcto llevarle los pecados a un simple mortal.
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La gente busca en ocasiones un consejo y el cura puede dárselo.
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El enemigo anda como león rugiente buscando a quien engañar (1Pedro 5:8) y trata por todos los medios y con todos sus engaños y mentiras alejar lo más lejos posible que pueda de Dios a la humanidad.
¿Por qué no confesar mis pecados al sacerdote?
a) No debo confesarle mis pecados al sacerdote o cualquier líder religioso porque la Biblia enseña que debo hacerlo solo a Dios:
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.[Salmos 32:1-5].
b) Porque la Biblia enseña que solo Dios puede perdonar pecados.
¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? [Marcos 2:7].
Por el hecho de que una persona reciba como penitencia, después de una confesión, el rezar algunos Padre nuestro y Ave María, no garantiza que dicha persona sea perdonada. Solo Dios puede perdonar nuestros pecados.
c) Porque solo la sangre de Jesús puede limpiarnos.
Mientras confiese mis pecados a un sacerdote o líder religioso, mis pecados seguirán vigentes delante de Dios. Para recibir el perdón divino solo debo ir a Dios y aceptar el sacrificio de Jesús en mi lugar. Solo la sangre de Cristo y no las palabras de un sacerdote pueden limpiarme.
pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.[1Juan 1: 1:7 ]
d) Porque es una humillación.
Caer de rodillas ante otra persona y descubrir los secretos del corazón ante alguien que en muchas cosas está en peores condiciones espirituales o alguien que juega con doble moral, es una humillación, es rebajarse ante alguien que se esconde detrás de trapos blancos y crucifijos.
¿Le descubriría, usted su vida, a un pederasta o a un estafador o a un adultero que se acuesta con varias mujeres o a un vividor? No estoy acusando a todos los sacerdotes católicos de estar en estas condiciones porque sería injusto acusar a aquellos que no llevan esa vida de doble moral, pero solo hasta cuando se revela y descubre el secreto es cuando la gente se da cuenta que ese sacerdote en el que confió no resulto ser más que un farsante.
e) Porque no hay Paz ni esperanza.
La verdadera paz y esperanza solo la puede brindar Dios. Cuando una persona se acerca a Jesús y le trae todas sus cargas, entonces es cuando en realidad haya la paz y el descanso que necesita (Mateo 11:28). Pero, cuando la persona se las confiesa al sacerdote su corazón seguirá apesadumbrado, cargado y vacío por que la paz que anhela no la da un cura ni el desahogo en un confesionario.
f) No hay una confesión sincera sino formal.
Una cosa es confesarle y contarle mis pecados a alguien que no he ofendido y al que ni conozco y que poco le importa mi vida y otra es ir y pedirle perdón directamente a la persona ofendida. Cuando pecamos a quien herimos y ofendemos es a Dios, y no hay nada mejor que ir directamente a él y llevarle nuestras faltas.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. [Isaías 1:18]
g) Porque es una doctrina ajena a las Escrituras.
No hay un solo texto bíblico para que se practique la confesión tal como lo enseña y hace el catolicismo. Esa doctrina es humana y ajena a lo enseñado por Jesús y sus discípulos. No es más que parte del vino que le ha dado Babilonia a beber a las naciones (Apocalipsis 17:1-5).
Conclusión:
El sacramento de la confesión católica tuvo su origen durante la edad media. No existe un solo texto bíblico que justifique su práctica. Las Escrituras enseñan que nuestros pecados deben ser confesados solo a Dios y que solo Dios puede darnos el perdón y la paz que nuestro corazón necesita.
Autor: Deneris Torres