Declaraciones de Elena de White: Ciencia de la Tierra

Elena G. de White Jun 8, 2018
Juegos Cristianos

Nota: Esta columna aún no está completa pero, puedes leer todo el tópico de Erupciones volcánica y terremotos. Estamos añadiendo las partes restantes, quisimos compartir esa parte primero por las preguntas que nos han llegado.

Centro de Investigación White - Argentina
Traducción del original "The Essential Knowledge", "EGW on the Value and Limitations of Science" and Ellen G. White Statements relating to Geology and Earth Sciences.

Índice

  1. EL CONOCIMIENTO ESENCIAL
    • Dios en la naturaleza
    • Resultados del pecado
    • Un Maestro Divino
    • La naturaleza testifica de Dios
    • La incapacidad del hombre para interpretar la
      naturaleza
    • La obra de la creación
    • Las leyes de la naturaleza
    • Misterios del poder divino

COMENTARIOS DE ELENA DE WHITE SOBRE LA
CIENCIA: SU VALOR Y SUS LIMITACIONES

DECLARACIONES DE ELENA DE WHITE SOBRE GEOLOGÍA Y CIENCIAS DE LA TIERRA

• Introducción

  1. La declaración básica de 1864
    • Infidelidad disfrazada
    • Prefacio
  2. Ciencia y Revelación
    • Ciencia
    • La Ciencia y la Biblia en la Educación
    • Las doctrinas erróneas son peligrosas
  3. La Ciencia y la Biblia
  4. Declaraciones de Elena de White sobre la edad de la tierra
  5. Periodo de tiempo entre la creación y Moisés, la creación y Cristo
  6. Historia auténtica del comienzo de nuestro mundo
  7. Dios no se valió de materia preexistente
  8. Creación de la tierra
  9. La tierra fue precedida por otros mundos creados
    • Declaración concerniente a esta tierra y otros mundos
  10. El sábado es tan antiguo como la tierra misma
  11. La ciencia, verdadera y falsa, y la revelación
    • Declaración de 1864
    • Declaraciones de 1880 - 1889
    • Declaraciones de 1890 - 1899
    • Declaraciones de 1900 - 1912
  12. Condiciones del mundo antediluviano
  13. La caída de la primera lluvia en el mundo
  14. Cómo cambió el diluvio la superficie de la tierra
    • Declaraciones de 1890
    • Otras declaraciones concernientes al diluvio
    • Evidencias de los cambios hechos por el diluvio
  15. En cuanto a la amalgama
  16. Erupciones volcánica y terremotos
  17. Acerca de las montañas y su formación
    • Lecciones de las montañas
    • La misión de la Montañas

EL CONOCIMIENTO ESENCIAL

Testimonies for the Church, tomo 8, 255-261

"Para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo" (2 Cor. 4:6).

Dios en la naturaleza
Antes de la entrada del pecado no había ni una nube en las mentes de nuestros primeros padres que oscureciera su percepción del carácter de Dios. Estaban en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Por vestimenta los rodeaba una hermosa luz, la luz de Dios. Esta luz clara y perfecta iluminaba todo objeto al que se aproximaban.

La naturaleza era su libro de texto. En el Jardín del Edén se notaba la existencia de Dios. Los objetos de la naturaleza que los rodeaban revelaban los atributos de Dios. Todo objeto sobre el que se posaban sus ojos les hablaba. Las cosas invisibles de Dios "su eterno poder y deidad", se veían claramente, y eran comprendidos por medio de las cosas hechas.

Resultados del pecado
Pero aunque es verdad que el comienzo Dios podía ser discernido en la naturaleza, después de la caída no fue así que un conocimiento perfecto de Dios se encontrara revelado en el mundo natural, en Adán y su posteridad. Sino que la transgresión trajo desgracia sobre la tierra y se interpuso entre la naturaleza y la naturaleza de Dios. Si Adán y Eva nunca hubieran desobedecido a su Creador, si hubieran permanecido en el camino de la perfecta rectitud, hubieran continuado aprendiendo de Dios mediante sus obras. Pero cuando oyeron al tentador y pecaron contra Dios, la luz de sus vestimentas de inocencia celestial se apartó de ellos. Privados de la luz celestial, no pudieron más discernir el carácter de Dios en las obras de sus manos.

Y mediante la desobediencia del hombre se produjo un cambio en la misma naturaleza. Manchada por la maldición del pecado, la naturaleza sólo puede mostrar un testimonio imperfecto del Creador. No puede revelar su carácter en su perfección.

Un Maestro Divino
Necesitamos un Maestro divino. Para que el mundo no permanezca en tinieblas, en una eterna oscuridad espiritual, Dios nos salió al encuentro mediante Cristo Jesús. Cristo es "la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo" (Juan 1:9, versión King James). La "iluminación del conocimiento de la gloria de Dios" es revelada "en la faz de Jesucristo" (2 Cor. 4:6). La luz de Cristo, que ilumina nuestro entendimiento y brilla sobre la faz de la naturaleza, todavía nos capacita para leer la lección del amor de Dios en sus obras creadas.

La naturaleza testifica de Dios
Las cosas de la naturaleza que hoy miramos nos dan sólo un débil concepto de la belleza y la gloria del Edén. Sin embargo, mucho de esta belleza permanece. La naturaleza testifica que Uno, infinito en poder, grande y bondadoso, misericordioso y amoroso, creó la tierra y la llenó con vida y felicidad. Aún en su estado opacado, todas las cosas revelan la mano del gran Artífice. Aunque el pecado ha manchado la forma y la belleza de las cosas de la naturaleza, aunque en ellas se puede ver las marcas de la obra del príncipe de las potestades del aire, no obstante todavía hablan de Dios. En las zarzas, los cardos, las espinas, las cizañas, podemos leer la ley de condenación; pero de la belleza de los cosas naturales y de su maravillosa adaptación a nuestras necesidades y nuestra felicidad, podemos leer que Dios todavía nos ama, que su misericordia todavía se manifiesta en el mundo.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. (Salmo 19:1-3)

La incapacidad del hombre para interpretar la naturaleza
Separados de Cristo somos todavía incapaces de interpretar correctamente el lenguaje de la naturaleza. La lección más difícil y humillante que el hombre ha tenido que aprender es la de su propia ineficiencia al depender de la sabiduría humana y el completo fracaso de sus esfuerzos para leer correctamente la naturaleza. Por sí mismo él no puede interpretar la naturaleza sin colocarla por encima de Dios. Se encuentra en una situación similar a la de los atenienses, quienes, entre medio de sus altares dedicados a la adoración de la naturaleza, tenían uno con la escritura: "al dios no conocido." Dios era realmente desconocido para ellos. Es desconocido para todos aquellos que, sin la conducción del divino Maestro, se dedican al estudio de la naturaleza. Con seguridad llegarán a conclusiones erróneas.

En su humana sabiduría el mundo no conoce a Dios. Sus hombres sabios obtienen un conocimiento imperfecto de El por medio de sus obras creadas; pero este conocimiento, lejos de darles conceptos exaltados de Dios, lejos de elevar sus mentes y sus almas, y llevar todo su ser en conformidad con la voluntad de Dios, tiende a hacer a los hombres idólatras. En su ceguera exaltan la naturaleza y las leyes de la naturaleza por encima del Dios de la naturaleza.

Dios ha permitido que un raudal de luz se derrame sobre el mundo en los descubrimientos de la ciencia y el arte; pero cuando los profesos hombres de ciencia razonan sobre estos temas desde un punto de vista meramente humano, de seguro que errarán. Las más grandes mentes, si no son guiadas por la palabra de Dios, se confunden en sus intentos por investigar la relación de la ciencia y la revelación. El Creador y sus obras están más allá de su comprensión; y debido a que esto no puede explicarse por las leyes naturales, se considera la historia bíblica como no confiable.

Aquellos que cuestionan la confiabilidad de los registros de las Escrituras han dejado ir su ancla y son golpeados por las rocas de la infidelidad. Cuando se encuentran incapaces de medir al Creador y sus obras por su propio conocimiento imperfecto de la ciencia, cuestionan la existencia de Dios y atribuyen a la naturaleza poder infinito.

En la verdadera ciencia no puede haber nada contrario a las enseñanzas de la palabra de Dios, porque ambas tienen el mismo autor. Una comprensión correcta de ellas siempre probará que las dos están en armonía. La verdad, tanto en la naturaleza como en la revelación, es armoniosa consigo misma en todas sus manifestaciones. Pero la mente no iluminada por el Espíritu de Dios siempre estará en oscuridad con respecto a su poder. Esta es la razón de porqué las ideas humanas con respecto a la ciencia tan a menudo contradicen las enseñanzas de la Palabra de Dios. (Testimonies for the Church, tomo 8, 255-258).

La obra de la creación
Nunca podrá la ciencia explicar la obra de la creación. ¿Qué ciencia puede explicar el misterio de la vida?

La teoría de que Dios no creó la materia cuando sacó al mundo a la existencia, no tiene fundamento. Al formar el mundo, Dios no se valió de materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas, materiales o espirituales, comparecieron ante el Señor Jehová a la orden de su voz y fueron creadas para el propósito de él. Los cielos y todo su ejército, y todas las cosas que contienen, son no sólo la obra de sus manos, sino que llegaron a la existencia por el
aliento de su boca.

"Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía." (Heb.11: 3.)

Las leyes de la naturaleza
Al espaciarse en las leyes de la materia y de la naturaleza, muchos pierden de vista la intervención continua y directa de Dios, si es que no la niegan. Expresan la idea de que la naturaleza actúa independientemente de Dios, teniendo en sí y de por sí sus propios límites y sus propios poderes con que obrar. Hay en su mente una marcada distinción entre lo natural y lo sobrenatural. Atribuyen lo natural a causas comunes, desconectadas del poder de Dios. Se atribuye poder vital a la materia, y se hace de la naturaleza una divinidad. Se supone que la materia está colocada en ciertas relaciones, y que se la deja obrar de acuerdo a leyes fijas, en las cuales Dios mismo no puede intervenir; que la naturaleza está dotada de ciertas propiedades y sujeta a ciertas leyes, y luego abandonada a sí misma para que obedezca a estas leyes y cumpla la obra originalmente ordenada.

Esta es una ciencia falsa; en la Palabra de Dios no hay nada que pueda sostenerla. Dios no anula sus leyes, sino que obra continuamente por su intermedio y las usa como sus instrumentos. Ellas no obran de por sí. Dios está obrando perpetuamente en la naturaleza. Ella es su sierva, y él la dirige como a él le place. En su obra, la naturaleza atestigua la presencia inteligente y la intervención activa de un Ser que actúa en todas sus obras de acuerdo con su voluntad. No es por un poder original inherente a la naturaleza cómo año tras año la tierra produce sus dones y continúa su marcha en derredor del sol. La mano del poder infinito obra de continuo para guiar este planeta. Lo que le conserva su posición en su rotación es el poder de Dios ejercitado momentáneamente.

El Dios del cielo obra constantemente. Su poder hace florecer la vegetación, aparecer cada hoja y abrirse cada flor. Cada gota de lluvia o copo de nieve, cada brizna de hierba, cada hoja, flor y arbusto, testifican acerca de Dios. Estas cosas pequeñas que son tan comunes en derredor nuestro enseñan la lección de que nada es demasiado humilde para que lo note el Dios infinito; nada es
demasiado pequeño para su atención.

El mecanismo del cuerpo humano no puede comprenderse plenamente; sus misterios actuales dejan perplejo al más inteligente. Si el pulso late y una respiración sigue a la otra, no es como resultado de un mecanismo que una vez puesto en movimiento, sigue funcionando. En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Cada respiración, cada palpitación del corazón constituyen una evidencia continua del poder de un Dios siempre presente.

Dios es el que hace salir el sol en los cielos. El abre las ventanas de los cielos y da lluvia. El hace crecer la hierba sobre los montes. "El da la nieve como lana, derrama la escarcha como ceniza." "A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo; ... hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos." (Sal. 147: 16; Jer.10: 13.)

El Señor está constantemente ocupado en sostener y usar como siervos suyos las cosas que ha hecho. Dijo Cristo: "Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro." (Juan 5: 17.)

Misterios del poder divino
Los mayores intelectos humanos no pueden comprender los misterios de Jehová que se revelan en la naturaleza. La inspiración divina hace muchas preguntas que no puede contestar el erudito más profundo. Estas preguntas no fueron hechas para que las pudiésemos contestar, sino para llamar nuestra atención a los profundos misterios de Dios, y enseñarnos que nuestra sabiduría es limitada, que en lo que rodea nuestra vida diaria hay muchas cosas que superan la comprensión de las mentes finitas y que el juicio y el propósito de Dios son inescrutables. Su sabiduría es también insondable.

Los escépticos se niegan a creer en Dios porque sus mentes finitas no pueden comprender el poder infinito por medio del cual él se revela a los hombres. Pero se le ha de reconocer más por lo que no revela de sí mismo que por lo que está abierto a nuestra comprensión limitada. Tanto en la revelación divina como en la naturaleza, Dios nos ha dejado misterios que exigen fe. Así debe ser. Podemos escudriñar siempre, averiguar de continuo, aprender constantemente, y sin embargo, quedará más allá el infinito. (Joyas de los testimonios, tomo 3, 257-261).

COMENTARIOS DE ELENA DE WHITE SOBRE LA CIENCIA: SU
VALOR Y SUS LIMITACIONES

  • Hay un tipo de ciencia con la que Dios concuerda:

"Dios es el autor de la ciencia. La investigación científica abre ante la mente vastos campos de pensamiento e información, capacitándonos para ver a Dios en sus obras creadas. La ignorancia puede intentar apoyar al escepticismo apelando a la ciencia; pero en vez de sostenerlo, la verdadera ciencia revela con nuevas evidencias la sabiduría y el poder de Dios. Debidamente entendida, la ciencia y la palabra escrita concuerdan, y cada una derrama luz sobre la otra. Juntamente nos conducen a Dios, enseñándonos algo de las leyes sabias y benéficas por medio de las cuales él obra." (Consejos para los maestros, 411).

"La ciencia abre nuevas maravillas ante nuestra vista, se remonta alto, y explora nuevas profundidades; pero de su búsqueda no trae nada que esté en conflicto con la divina revelación." (Patriarcas y profetas, 108)

"Cuanto más íntima sea nuestra relación con Dios, tanto más plenamente podremos comprender el valor de la verdadera ciencia; porque los atributos de Dios, según se ven en sus obras creadas, pueden ser apreciados mejor por aquel que tiene un conocimiento del Creador de todas las cosas, el Autor de toda verdad." (Consejos para los maestros, 37)

  • También existe la ciencia falsa:

"La verdadera ciencia y la inspiración están en perfecta armonía. La falsa ciencia es algo independiente de Dios. Es ignorancia presuntuosa."

"Uno de los mayores males que ha acompañado a la búsqueda del conocimiento, a la investigación de la ciencia, es que aquellos que se ocupan en estas investigaciones pierden de vista con demasiada frecuencia el carácter divino de la religión pura y sin adulterar." (Mensajes para los jóvenes, 187-188).

  • La ciencia falsa es identificada como especulaciones humanas e interpretaciones incorrectas de la ciencia (los datos están correctos, pero las interpretaciones son falsas):

"Se compara la Palabra de Dios con las supuestas enseñanzas de la ciencia, y se la hace aparecer como errónea e indigna de confianza. Así se siembran en las mentes juveniles semillas de dudas, que brotan en el tiempo de la tentación." (Palabras de vida del Gran Maestro, 23)

"Demasiado a menudo las mentes de los estudiantes están ocupadas por las teorías y especulaciones humanas, falsamente llamadas ciencia y filosofía." (Palabras de vida del Gran Maestro, 14).

"También hay peligros grandes en el estudio de la ciencia, según se acostumbra a encararlo. En las instituciones de enseñanza de cualquier nivel, desde el jardín de infantes hasta la universidad, se enseñan la teoría de la evolución y los errores que con ella se relacionan. Por eso, el estudio de la ciencia, que debería impartir un conocimiento de Dios, se halla tan mezclado con las especulaciones y teorías de los hombres, que inspira incredulidad." (La educación, 227)

  • Las interpretaciones científicas de eventos en el pasado no son confiables:

"Cuando se consideran las oportunidades que tiene el hombre para investigar, cuando se considera cuán breve es su vida, cuán limitada su esfera de acción, cuán restringida su visión, cuán frecuentes y grandes son los errores de sus conclusiones, especialmente en lo que se refiere a los sucesos que se supone precedieron a la historia bíblica, cuán a menudo se revisan o desechan las supuestas deducciones de la ciencia, con qué prontitud se añaden o quitan millones de años al supuesto período del desarrollo de la tierra y cómo se contradicen las teorías presentadas por diferentes hombres de ciencia; cuando se considera esto, ¿consentiremos nosotros, por el privilegio de rastrear nuestra ascendencia a través de gérmenes, moluscos y monos, en desechar esa declaración de la Santa Escritura, tan grandiosa en su sencillez: 'Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó'?" (La educación, 130)

"Pero sin la historia bíblica, la geología no puede probar nada. Los que razonan con tanta seguridad acerca de sus descubrimientos, no tienen una noción adecuada del tamaño de los hombres, los animales y los árboles antediluvianos, ni de los grandes cambios que ocurrieron en aquel entonces. Los vestigios que se encuentran en la tierra dan evidencia de condiciones que en muchos respectos eran muy diferentes de las actuales; pero el tiempo en que estas condiciones imperaron sólo puede saberse mediante la Sagrada Escritura. En la historia del diluvio, la inspiración divina ha explicado lo que la geología sola jamás podría desentrañar." (Patriarcas y profetas, 103-104).

  • Satanás usa la ciencia falsa para minar la fe en la Biblia:

"La falsa ciencia es uno de los agentes de los cuales se valió Satanás en los atrios celestiales, y lo usa todavía hoy. Las falsas afirmaciones que presentó a los ángeles y sus teorías científicas sutiles sedujeron a muchos de ellos y los desviaron de su lealtad." (Joyas de los testimonios, tomo 3, 268)

"La especulación filosófica y la investigación científica que no reconocen a Dios están haciendo escépticos por miles. En las escuelas de hoy día se enseñan con empeño y se explican detenidamente las conclusiones a que han llegado hombres instruidos, como resultado de sus investigaciones científicas; de lo que resulta evidente que si estos hombres instruidos tienen razón, la Biblia no la tiene. El escepticismo tiene atractivos para la humana inteligencia. La juventud ve en él una independencia que cautiva la imaginación, y es víctima del engaño. Satanás triunfa." (Consejos para los maestros, 365)

  • La ciencia se puede interpretar correctamente sólo mediante la ayuda de la revelación y una comprensión de cómo opera el poder de Dios en la naturaleza:

"Separados de Cristo somos todavía incapaces de interpretar correctamente el lenguaje de la naturaleza. La lección más difícil y humillante que el hombre ha tenido que aprender es la de su propia ineficiencia al depender de la sabiduría humana y el completo fracaso de sus esfuerzos para leer correctamente la naturaleza. Por sí mismo él no puede interpretar la naturaleza sin colocarla por encima de Dios. Se encuentra en una situación similar a la de los atenienses, quienes, entre medio de sus altares dedicados a la adoración de la naturaleza, tenían uno con la escritura: "al dios no conocido." Dios era realmente desconocido para ellos. Es desconocido para todos aquellos que, sin la conducción del divino Maestro, se dedican al estudio de la naturaleza. Con seguridad llegarán a conclusiones erróneas...

"Dios ha permitido que un raudal de luz se derrame sobre el mundo en los descubrimientos de la ciencia y el arte; pero cuando los profesos hombres de ciencia razonan sobre estos temas desde un punto de vista meramente humano, de seguro que errarán. Las más grandes mentes, si no son guiadas por la palabra de Dios, se confunden en sus intentos por investigar la relación de la ciencia y la revelación. El Creador y sus obras están más allá de su comprensión; y debido a que esto no puede explicarse por las leyes naturales, se considera la historia bíblica como no confiable.

"Aquellos que cuestionan la confiabilidad de los registros de las Escrituras han dejado ir su ancla y son golpeados por las rocas de la infidelidad. Cuando se encuentran incapaces de medir al Creador y sus obras por su propio conocimiento imperfecto de la ciencia, cuestionan la existencia de Dios y atribuyen a la naturaleza poder infinito.

"En la verdadera ciencia no puede haber nada contrario a las enseñanzas de la palabra de Dios, porque ambas tienen el mismo autor. Una comprensión correcta de ellas siempre probará que las dos están en armonía. La verdad, tanto en la naturaleza como en la revelación, es armoniosa consigo misma en todas sus manifestaciones. Pero la mente no iluminada por el Espíritu de Dios siempre estará en oscuridad con respecto a su poder. Esta es la razón de porqué las ideas humanas con respecto a la ciencia tan a menudo contradicen las enseñanzas de la Palabra de Dios. (Testimonies for the Church, tomo 8, 255-258)

"El que estudie más profundamente los misterios de la naturaleza, comprenderá más plenamente su propia ignorancia y su debilidad. Comprenderá que hay profundidades y alturas que no pueden alcanzar, secretos que no pueden penetrar, vastos campos de verdad que están delante de él sin explorar. Estará dispuesto a decir con Newton: 'Me parece que yo mismo he sido como un niño que busca guijarros y conchas a la orilla del mar, mientras el gran océano de la verdad se hallaba inexplorado delante de mí'. (La Educación, 133).

DECLARACIONES DE ELENA DE WHITE SOBRE GEOLOGÍA Y CIENCIAS DE LA TIERRA

Introducción
Cuando el Instituto de Geociencia organizó la excursión geológica en 1966, se le pidió al Patrimonio White que recopilara para el estudio del grupo, las declaraciones de Elena de White que tratasen sobre el tema de geología. Se proveyeron copias de una simple compilación de 34 páginas.

El interés por el tema ha llevado a repetir las copias hasta que la distribución alcanzó a miles de copias.

Mientras que se realizaban planes para la excursión geológica de 1976, pareció oportuno incrementar en algunas áreas el material ya compilado. Dentro de los temas introducidos en este trabajo ampliado hay una declaración de Elena de White que aparece en Christian Temperance and Bible Hygiene, publicada en 1890, la cual hace referencia a la transgresión del hombre "Por más de 6000 años". Esta declaración al no haber sido indexada fue pasada por alto en la compilación de 1966.

Algo destacable en la presente edición, que consideramos que será apreciado es el hecho de que en cada sección los temas aparecen en forma cronológica.

Confiamos en que este trabajo, nuevo y ampliado, pueda seguir siendo útil.

Arturo L. White (Secretario, Patrimonio de Elena de White, Washington, D.C.) Junio 29, 1976.

16. Erupciones volcánica y terremotos

(1864) - Antes del diluvio había inmensos bosques. Los árboles eran muchas veces más altos que cualquier árbol que ahora vemos. Eran de gran durabilidad. No conocían el decaimiento por cientos de años. En el momento del diluvio estos bosques fueron destruidos o quebrados y sepultados en la tierra. En algunos lugares grandes cantidades de estos inmensos árboles fueron arrojados juntos y cubiertos con piedras y tierra por las conmociones del diluvio. Desde entonces se han petrificado y transformado en carbón de piedra, que explica las grandes minas de hulla que se encuentran ahora. Este carbón ha producido petróleo.

Dios hace que grandes cantidades de carbón y petróleo se enciendan y quemen. Las rocas se calientan intensamente, la piedra caliza se quema, y el hierro se derrite. El agua y el fuego se encuentran bajo la superficie de la tierra. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos. La acción del fuego y agua sobre los rebordes de las rocas y mineral, causan fuertes explosiones que suenan como truenos amortiguados. Estas maravillosas exhibiciones serán más numerosas y terribles justo antes de la venida de Cristo y el fin del mundo, como señales de su rápida destrucción.

Donde no hay montañas ni brotes ígneos generalmente se encuentran carbón y petróleo. Cuando el fuego y el agua se encuentran bajo la superficie de la tierra, los brotes ígneos no pueden dar suficiente salida a los elementos calientes de las profundidades. La tierra convulsiona, el suelo tiembla, se mueve fuertemente, se levanta como en olas, y hay fuertes sonidos como truenos debajo de la tierra. El aire se calienta y es sofocante. La tierra rápidamente se abre, y vi ciudades, villas y montañas ardiendo hundirse juntas en la tierra.

Dios controla todos estos elementos; ellos son sus instrumentos para hacer su voluntad; él los llama a la acción para servir a su propósito. Estos brotes ígneos han sido y serán sus agentes para borrar de la tierra cada ciudad malvada. Como Coré, Datán y Abirán ellas descienden vivas al foso. Estas on evidencias del poder de Dios. Aquellos que han observado estas montañas encendidas se han llenado de terror por la grandeza de la escena -echando fuego, y llamas, y una gran cantidad de mineral derretido, secando ríos y haciendo que desaparezcan. Ellos se han llenado de admiración como si estuvieran observando el infinito poder de Dios.

Estas manifestaciones llevan las marcas especiales del poder de Dios, y están diseñadas para causar que la gente de la tierra tiemble ante él, y para silenciar a aquellos que, como Faraón orgullosamente decían, "Quién es el Señor para que yo obedezca su voz?" Isaías se refiere a estas exhibiciones del poder de Dios cuando él exclama, "Oh si rasgaras los cielos y descendieras, para que las montañas se derritan a tu presencia; como el fuego prende el matorral, y el fuego hace hervir el agua; para dar a conocer a tus enemigos tu nombre, para que tiemblen las naciones a tu presencia! Cuando hiciste cosas temerosas que no esperábamos, entonces descendiste; derritiéronse las montañas a tu presencia." (Isa. 64:1-3)...

"Las montañas se estremecen delante de él, y los collados se derrite; asimismo la tierra se conmueve ante su presencia, el mundo también, y cuantos habitan en él. Delante de su indignación, ¿quién podrá estar en pie? O ¿quién aguantará el ardor de su ira? Derrámase como fuego su encono, y los peñascos se despedazan con él!" (Nah. 1:3-6).

"¡Inclina, oh Jehová, tus cielos y desciende! ¡Toca las montañas, y humeen! Arroja relámpagos, y dispersa a mis enemigos; envía saetas, y contúrbalos." (Sal. 144:5, 6).

Mayores maravillas de las que se han visto serán presenciadas por aquéllos sobre la tierra un corto período antes de la venida de Cristo...

Las entrañas de la tierra eran el arsenal del Señor, de donde él sacó las armas que empleó en la destrucción del viejo mundo. Aguas de las profundidades de la tierra salieron a borbotones, y se unieron con las aguas del cielo, para lograr la obra de la destrucción. Desde el diluvio, dios ha usado tanto el agua como el fuego en la tierra como sus agentes para destruir ciudades malvadas.

En el día del Señor, justo antes de la venida de Cristo, Dios enviará relámpagos del cielo en su ira, que se unirán con fuego en la tierra. Las montañas se quemarán como una hoguera, y lanzarán terribles corrientes de lava, destruyendo jardines y campos, villas y ciudades; y al derramar su mineral derretido, rocas y lodo caliente hacia los ríos, harán que ellos hiervan como una marmita, y arrojen masivas rocas y esparzan sus fragmentos rotos sobre la tierra con violencia indescriptible. Ríos enteros serán secados. La tierra convulsionará, y habrá tremendas erupciones y terremotos en todas partes. Dios enviará plagas sobre los malvados habitantes de la tierra hasta que sean destruídos por ella.

Los santos son preservados en la tierra en medio de estas terribles conmociones, como Noé fue preservado en el arca en el momento del diluvio. -- Spiritual Gifts, vol. 3, 76-79 (Spirit of Prophecy, vol. 1, 79-82).

(1885) Fuego que arde bajo la superficie terrestre. Estas
montañas son importantes para mí. Fuego subterráneo, aunque oculto, arde. Cuando los impíos hayan colmado su copa de iniquidad entonces el Señor se levantará de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra. Mostrará la grandeza de su poder. El Gobernante supremo del Universo revelará a los hombres que invalidaron su ley que su autoridad se mantendrá. No faltarán todas las aguas del océano ni las llamas que el Señor encenderá. El terremoto hace temblar la tierra, las rocas son arrojadas del lugar, las colinas y la tierra firme se sacuden bajo la ira del Omnipotente, y todavía una vez más sacudirá, no sólo la tierra sino también los cielos. Hay un mar de fuego bajo nuestros pies. Hay un horno de fuego en las antiguas montañas rocosas. La montaña que arroja su fuego nos habla del horno poderoso que tiene encendido, aguardando la palabra de Dios para volcar en la tierra sus llamas. ¿No temeremos y temblaremos delante de él? (Manuscrito 29, 1885).

(1886) Los cambios provocados por el gran diluvio. Si todo en las obras de Dios nos parece tan hermoso e incluso nos atraen las majestuosas montañas y las imponentes rocas antiguas, cuánto más excedía en belleza, en grandeza y en hermosura el mundo antes del diluvio, que fue destruido a causa de la pecaminosidad del hombre. Dios los había rodeado con las cosas preciosas de la tierra porque los amaba. Pero estas bendiciones se tornaron en maldición, y usaron las cosas preciosas de la tierra para gratificar su orgullo y para glorificarse a sí mismos hasta que el Señor los destruyó y a la tierra que estaba manchada por sus obras de violencia y corrupción. Incluso ahora, si la maldición del pecado no estuviera corrompiendo la tierra, sería un lugar feliz, pero cada lugar habitado por los seres humanos está deteriorado con el pecado.

Las montañas se elevan abruptamente y parecen torres elevadas, alcanzando hasta el mismo cielo. A mi izquierda hay un castillo grande y antiguo sobre la cima de una montaña, y en la distancia se levanta otra montaña más alta. Los picos alcanzan casi los cielos, una montaña que a los ojos humanos parece inaccesible, elevándose miles de metros por encima del nivel del mar, y en la cima es una fortaleza. Podría ser para observación. La ambición del hombre no tiene restricciones. Llegamos a un paisaje que parecía a nuestros sentidos como indescriptiblemente grandioso. Picos de montañas elevándose por encima de picos de montañas, las rocas formadas en forma masiva y curiosamente espléndidas que fueron levantadas por agentes poderosos y esculpidas por tormentas de siglos...

El gran Dios alzó sus poderosas estructuras en las rocas graníticas, en las montañas elevadas, en hendiduras, en quebradas, en las gargantas y en las rocas fortificadas y en las cuevas de la tierra y con estas evidencias del poder de Dios que nos rodean, cuán ingrato es el corazón del hombre que necesita imágenes de hombre para adorar....

Los hombres pueden identificar, en la rota superficie de la tierra, las evidencias del diluvio. Los hombres se creyeron más sabios que Dios, y en conjunto demasiados sabios para obedecer su ley y guardar sus mandamientos, y obedecer los estatutos y preceptos de Jehová. Las ricas cosas de la tierra que Dios les había dado no los llevaron al obediencia, sino lejos de ella, a causa de que utilizaron mal su privilegio de elección de el cielo, y convirtieron las bendiciones que dióles Dios en objetos que los hombres separaron de Dios. Y a causa de que se convirtieron en satánicos en su naturaleza, más que en divinos, el señor envió el diluvio de aguas sobre el viejo mundo y los fundamentos de la gran profundidad fueron rotos.

Lodo, cal, y conchas que Dios había desparramado en los fondos de los mares, fueron levantados, arrojados aquí y allá, y convulsiones de fuego y diluvio, terremotos y volcanes sepultaron los rico tesoros de oro, plata, y piedra preciosa más allá de la vista del hombre. Vastos tesoros son contenidos en las montañas. Hay lecciones para ser aprendidas en el libro de la naturaleza de Dios...

Vemos en la faz quebrantada de la naturaleza, en las rocas hendidas, en las montañas y precipicios, aquellos que nos dice que un gran mal ha sido hecho, que los hombres abusaron de los dones de Dios, se olvidaron del creador, y que el Señor se entristeció y castigó a los malos transgresores de la ley, y como resultado tenemos su efectos en la creación. Tormentas rugen con violencia destructivas. Daño viene a hombres, bestias, y propiedad. Debido a que los hombres continúan transgrediendo la ley de Dios, El quita su defensa. Hambre, calamidad en el mar, y pestilencia que anda al mediodía, siguen porque los hombres se han olvidado de su Creador. El pecado, la mancha del pecado desfigura y estropea nuestro mundo, y la creación agonizante gime bajo la iniquidad de sus habitantes.-- Manuscrito 62, 1886. (Del diario de E.G. White, Abril 29, 1886, escrito mientras cruzaba
los Alpes en camino a Italia).

(1890). En ese tiempo inmensos bosques fueron sepultados. Desde entonces se han transformado en el carbón de piedra de las extensas capas de hulla que existen hoy día, y han producido también enormes cantidades de petróleo. Con frecuencia la hulla y el petróleo se encienden y arden bajo la superficie de la tierra. Esto calienta las rocas, quema la piedra caliza, y derrite el hierro. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos. Cuando el fuego y el agua entran en contacto con las capas de roca y mineral, se producen terribles explosiones subterráneas, semejantes a truenos sordos. El aire se calienta y se vuelve sofocante. A esto siguen erupciones volcánicas, pero a menudo ellas no dan suficiente escape a los elementos encendidos, que conmueven la tierra. El suelo se levanta entonces y se hincha como las olas de la mar, aparecen grandes grietas, y algunas veces ciudades, aldeas, y montañas encendidas son tragadas por la tierra. Estas maravillosas manifestaciones serán más frecuentes y terribles poco antes de la segunda venida de Cristo y del fin del mundo, como señales de su rápida destrucción.

Las profundidades de la tierra son el arsenal del Señor, de donde se sacaron las armas empleadas en la destrucción del mundo antiguo. Las aguas brotaron de la tierra y se unieron a las aguas del cielo para llevar a cabo la obra de desolación. Desde el diluvio, el fuego y el agua han sido instrumentos de Dios para destruir ciudades impías. Estos juicios son enviados para que los que tienen en poco la ley de Dios y pisotean su autoridad, tiemblen ante su poderío, y reconozcan su justa soberanía.

Los antiguos profetas, al referirse a escenas de esta índole, dijeron: "¡Oh si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las gentes temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti."

"Jehová marcha entre la tempestad y turbión , y las nubes son el polvo de sus pies. El amenaza a la mar, y la hace secar, y agosta todos los ríos." (Isa. 64: 1-3; Nah. 1: 3, 4.)

Cuando se unan los rayos del cielo con el fuego de la tierra, las montañas arderán como un horno, y arrojarán espantosos torrentes de lava, que cubrirán jardines y campos, aldeas y ciudades. Masas incandescentes fundidas arrojadas en los ríos harán hervir las aguas, arrojarán con indescriptible violencia macizas rocas cuyos fragmentos se esparcirán por la tierra. Los ríos se secarán. La tierra se conmoverá; por doquiera habrá espantosos terremotos y erupciones.

Así destruirá Dios a los impíos de la tierra. (Patriarcas y Profetas, 99-101).

(1891) - Terribles sacudidas vendrán sobre la tierra, y los palacios señoriales erigidos a un gran costo serán ciertamente montañas de ruinas. La corteza terrestre será arrancada por las erupciones de los elementos que se encuentran debajo de la tierra. Estos elementos, una vez que se liberen, barrerán los tesoros de quienes por años han añadido a sus riquezas asegurándose muchas posesiones al precio del hambre de aquellos que empleaban. Y el mundo religioso, también, será sacudido terriblemente; porque el fin de todas las cosas está cerca. (Manuscrito 24, 1891).

(1902) - Dios tiene en reserva en las entrañas de la tierra las armas que usará para destruir a la raza pecadora. Después del diluvio Dios ha usado tanto el agua como el fuego que están ocultos en la tierra para destruir las ciudades impías. En la conflagración final, Dios en su ira enviará rayos desde el cielo que se unirán con el fuego del interior de la tierra. Las montañas arderán como un horno, y verterán torrentes de lava. (Comentario bíblico adventista, tomo 7, 958).

(1913) - Cuando están en dificultad, los filósofos y los hombres de ciencia procuran satisfacer su mente sin apelar a Dios. Ventilan su filosofía acerca de los cielos y de la tierra, explicando plagas, pestilencias, epidemias, terremotos y hambres, por sus supuestas ciencias. Las cuestiones relativas a la creación y la
providencia procuran resolverlas diciendo: Es la ley de la naturaleza. - Consejos para los maestros, 426.

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