Darío el Medo | Parte II

Revista Sefer Olam Jul 23, 2012
Juegos Cristianos

UN ANÁLISIS HISTÓRICO A LA INTERPRETACIÓN DE ELLEN G. WHITE, NUESTROS PIONEROS Y LOS ESCRITORES CLÁSICOS

Lo problemático de este tema, tiene que ver con Luna comprensión histórica, un poco vetusta, de nuestros pioneros y Ellen White, contrastada con la creencia actual adventista, expuesta individualmente por algunos teólogos, principalmente, como vimos, por William H. Shea.[1]

White en sus declaraciones demuestra creer que Darío el Medo es otro personaje histórico, diferente del que nuestros teólogos actuales intentan demostrar. Esto nos recuerda a un tema también muy controversial y que envuelve un problema histórico; hablamos de la interpretación sobre la reedificación de la ciudad por parte de Artajerjes y lo que dice la señora White respecto a esto.

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Pues bien, veamos lo que Ellen White dice respecto a Darío el Medo:

Babilonia fue sitiada por Ciro, sobrino de Darío el Medo, y comandante general de las fuerzas combinadas de los Medos y Persas.[2]

El año en que Ciro sucedió a Darío el Medo al trono de Medo-Persia, marcó el final de los setenta años, ya que la primera compañía de hebreos había sido traída por Nabucodonosor.[3]

En tales declaraciones vemos algunos patrones bastante discrepantes. Ya que, ella, adjudica a Ciro como un sobrino de Darío, y a la vez, considera al mismo Ciro, siendo un general del ejército de las fuerzas de Darío. Esto claramente contradeciría la conclusión que se llevó a cabo en la primera parte, y por supuesto, a la mayoría de los historiadores actuales.[4] Todo esto nos lleva a considerar el problema y a ver qué creían los pioneros acerca de esto.

Darío el Medo en los escritos de los pioneros adventistas

En historia se usa un principio fundamental para poder entender los cambios sociológicos de la época. Y este tiene que ver con tratar de comprender el pensamiento que se tiene en el contexto situacional y los cambios que están involucrados en la época. Por lo tanto, considerando la premisa anterior, debemos tratar de ver la creencia que se tenía en aquél tiempo –en el tiempo de Ellen White–, sobre Darío el Medo.

En la sección actual nos enfocaremos a ver la creencia de los pioneros y cómo influyó en Ellen G. White. Al darnos cuenta que muchos pioneros adventistas creían que Darío era rey y que Ciro era su vasallo, veremos que no es muy difícil refutar la teoría de White, puesto que no sólo envolvería una mera interpretación del texto (y que no fue por parte de la señora White), sino que más bien proveería una solución con las evidencias actuales que poseemos, y también, no habría una contradicción con la autoría profética de ella.

La cita más temprana que el investigador encontró respecto a Darío el Medo, fue en la Review and Herald publicada en 1857, diciendo lo siguiente por varios autores:

Darío, rey de los medos, llamó a Ciro en su ayuda como un aliado, el cual respondió de inmediato al venir en su ayuda a la cabeza de un ejército de treinta mil persas. Y durante toda la guerra, hasta la derrota completa del imperio babilónico. El poder real era en realidad el único en Darío, mientras que Ciro fue sólo el comandante en jefe de los ejércitos combinados. En consecuencia, en la toma de Babilonia, él puso su tío Darío en el trono, y por lo tanto, se lee en Daniel que Darío el Medo tomó el reino, aunque Ciro había realizado todo el trabajo de su sometimiento. Sin embargo, poco después de este evento, Ciro se casó con la hija de Darío, y con ella recibió el reino de los medos después de la muerte de su padre.[5]

Lo interesante es que en aquél tiempo estaba como editor de la Review and Herald Uriah Smith junto con J. N. Andrews, James White, J. H. Waggoner, R. F. Cottrell, y Stephen Pierce. Es por eso que encontramos en distintas partes de los escritos de estos autores una creencia compartida sobre este tema, puesto que ya en 1857 ellos creían que Darío era tío de Ciro, y que éste último había sido un general de él.

Un personaje que influyó mucho en la teología adventista y que también comentó sobre Darío fue E. J. Waggoner, él dice en varias ocasiones:

En un principio, el reino de Media fue el principal, y el de Persia era sólo una provincia. Cuando la expedición se inició contra los babilonios, fue por Darío, rey de Media, y su sobrino Ciro, príncipe de Persia, el cual era simplemente un aliado. Cuando Babilonia fue conquistada, Darío tomó el trono, pero después de la muerte de Darío, el reino de Media pasó a segundo plano.[6]

La declaración de Waggoner, al igual anterior, es muy parecida a la de Ellen White, ya que él demuestra creer que Darío el Medo era tío de Ciro; además, Waggoner comente el error en decirnos que el reino de Media pasó a “segundo plano” con la conquista de Babilonia, siendo que, históricamente, eso ocurrió cuando Ciro conquista a Astiages.

Esto no pareció entrar en discusiones, puesto que en una lectura de declaraciones posteriores vemos la misma creencia. Stephen N. Haskell dice en varias ocasiones:

Los primeros cinco capítulos del libro de Daniel relatan la historia del reino de Babilonia. Con el cierre del quinto capítulo, el gobierno se transfiere a los medos, del que Darío, conocido en la historia de Darío el Medo, un hombre de sesenta y dos años, es el rey. Con él se asocia Ciro, el persa, el líder del ejército, y el heredero al trono.[7]

El reino Medo-Persa fue sanguinario y cruel en su naturaleza, y está representado por un oso. Darío era un medo, y Ciro, el general al frente, un persa. Darío el medo tomó el reino de Babilonia, y gobernó durante un corto tiempo.[8]

Toda esta creencia compartida unánimemente por nuestros pioneros adventistas, y, publicada también por la señora White en sus escritos, parece ser heredada por la pluma de William Miller, el precursor del movimiento millerita. Puesto que vemos que en 1843, mucho antes que se iniciase el movimiento adventista, dice lo siguiente:

El primer rey Persa estuvo entonces en el trono, Daniel 10:1, lo cual fue el tercer año de reinado de Ciro, rey persa. Este Ciro es el mismo que fue general y yerno de Darío el Medo, aquél que conquistó Babilonia.[9]

Si se aprecia bien, Miller dice que Ciro fue “general y yerno” de Darío el Medo, y como se verá más abajo, esto calza con algunas apreciaciones que hacen los historiadores clásicos respecto a cierto personaje histórico; en especial la que hace Jenofonte.

El problema, por otro lado, surge en cómo se llegó a tales conclusiones, es decir, cómo todos estos intérpretes llegaron a deducir que, Darío conquistó Babilonia, que Ciro era su general, y que a la vez, era su sobrino. Por lo tanto, la pregunta clave es: ¿De qué fuentes históricas vino toda esta información?

CAPÍTULO I LOS ESCRITORES CLÁSICOS Y DARÍO EL MEDO

Breve introducción

Tres son los historiadores que se han querido analizar en busca de una solución a la problemática presentada anteriormente; la importancia puede radicar en la antigüedad de sus relatos, y también, porque son los historiadores más citados en temas de historia antigua. De hecho, Jenofonte, Herodoto y Josefo, son los únicos en que nos basamos (fuera de las Crónicas de Nabonido) para saber con certeza lo que pasó en la toma de Babilonia.

Por su implicancia en las citas anteriores, creemos que los comentadores adventistas, y el precursor de esta creencia, al parecer William Miller, se basaron en estos historiadores para solucionar el dilema de la oscura identidad de Darío el Medo.

Jenofonte

Jenofonte fue un historiador griego, vivió entre 431 a.C y 354 a.C, es conocido por lo que escribió sobre la cultura Griega. Comentó, además, la toma de Babilonia en uno de sus libros llamado Κύρου παιδεία [Ciropedia], que significa “educación de Ciro”, y que narra, por defecto, la historia de Ciro el grande; no obstante, dicen ciertos historiadores, desde un punto de vista ficticio. Dentro de sus narraciones habla de cierto personaje, llamado Ciáxares II, hijo de Astiages, y hermano de la madre de Ciro, el cual dice lo siguiente:

El padre de Ciro, así reza la historia, fue Cambises, rey de los persas […] Su madre, se está de acuerdo, fue Mandane, la hija de Astiages, rey de los medios.[10]

Ahora bien, en la plenitud del tiempo Astiages muere, y Ciaxares su hijo, el hermano de la madre de Ciro, tomó el reino en su lugar.[11]

Ciro comenzó diciendo a Ciaxares que un palacio en Babilonia, y un estado, se habían reservado a él para que pudiera tener una residencia propia cada vez que llegase allí, y le ofrecieron otros dones, más ricos y hermosos. Ciaxares se alegró por su sobrino, y luego mandó llamar a su hija, y ella entró, llevando una corona de oro, y brazaletes y un collar de oro labrado, y un manto de mediana más bella, tan espléndida como podría ser. La doncella colocó la corona sobre la cabeza de Ciro, y mientras lo hacía Ciaxares dijo: “Le daré a usted, Ciro, mi propia hija, a su esposa de su padre, casado con la hija de mi padre, y tú eres su hijo, y esta es la doncella a quien llevaba en sus brazos cuando estaban con nosotros como un muchacho, y cuando se le preguntó a quién se refería a casarse, ella siempre respondía ‘Ciro’. Y por su dote te daré toda Media: ya que no tengo hijo legítimo”. Así habló, y Ciro respondió: “Ciaxares, no puedo sino darle las gracias por todo lo que me ofrece, el parentesco, la doncella y los regalos, pero tengo que presentar el asunto ante mi padre y mi madre antes de aceptar, y luego vamos a darle las gracias juntos”.[12]

Como se aprecia, Ciaxares II es hermano de la madre de Ciro, el cual Jenofonte identifica con Mandane; por defecto, entonces, éste vendría siendo el tío de Ciro. Inadmisiblemente concordaría con las declaraciones presentadas anteriormente en donde se identificaba a Darío el Medo como tío de Ciro. Es decir, Darío sería Ciaxares II, hijo de Astiages y hermano de la madre de Ciro.

Jenofonte, además, relata la historia de la conquista babilónica por parte de Ciro y cómo le llevó obsequios a su tío Ciaxares, incluso dándole un lugar en un palacio de Babilonia; nuevamente concuerda con el relato bíblico. Ciaxares II, aceptando sus presentes, en agradecimiento, le da a su hija para que la tome por mujer y todo el reino de Media.

Tras una somera lectura a las citas que traemos a colación, y teniendo presente las declaraciones anteriores respecto a Darío el Medo, es fácil darse cuenta que una de las fuentes utilizadas, presumiblemente, fue la Ciropedia de Jenofonte. La concordancia entre este sujeto, llamado Ciaxares II, con Darío el Medo presentado tanto por Ellen G. White y los pioneros, nos hace pensar de esta forma.

Herodoto

Otro de los historiadores clásicos que se usan para ver la vida de Ciro y la conquista de Babilonia, es Herodoto. Este escritor es de origen griego, vivió entre los años 484 a.C. y 425 a.C. Es conocido por escribir Los nueve libros de la historia. Sin embargo, Herodoto no nos dice nada acerca de Ciaxares II, pero sí nos cuenta de que Astiages, que según Jenofonte fue padre de Ciaxares II, era abuelo de Ciro por parte de su madre, Mandane; Herodoto también comenta la toma de Babilonia muy parecido a lo que nos relata la Biblia. Leemos de él lo siguiente:

Astiages, como he dicho, fue a quien Ciro venció, y por más que era su abuelo materno, le tuvo prisionero por los motivos que significaré después a su tiempo y lugar.[13]

[Ciro] en medio de su apuro, ya fuese que alguno se lo aconsejase, o que él mismo lo discurriese, tomó esta resolución. Dividiendo sus tropas, formó las unas cerca del río en la parte por donde entra en la ciudad, y las otras en la parte opuesta, dándoles orden de que luego que viesen disminuirse la corriente en términos de permitir el paso, entrasen por el río en la ciudad. Después de estas disposiciones, se marchó con la gente menos útil de su ejército a la famosa laguna, y en ella hizo con el río lo mismo que había hecho la reina Nitocris. Abrió una acequia o introdujo por ella el agua en la laguna, que a la sazón estaba convertida en un pantano, logrando de este modo desviar la corriente del río y hacer vadeable la madre. Cuando los persas, apostados a las orillas del Eufrates, le vieron menguado de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en Babilonia. Si en aquella ocasión los babilonios hubiesen presentido lo que Ciro iba a practicar o no hubiesen estado nimiamente confiados de que los persas no podrían entrar en la ciudad, hubieran acabado malamente con ellos. Porque sólo con cerrar todas las puertas que miran al río, y subirse sobre las cercas que corren por sus márgenes, los hubieran podido coger como a los peces en la nasa. Pero entonces fueron sorprendidos por los persas; y según dicen los habitantes de aquella ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los extremos de ella, y los que vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba, con motivo de la gran extensión del pueblo, y porque siendo además un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites y festines, en los cuales continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez.[14]

Como vemos, tenemos algunos datos importantes que nos pueden servir. Por un lado, como ya decíamos, es que Astiages era el abuelo de Ciro por parte de su madre, lo que confirma la declaración de Jenofonte. Por otro lado, tenemos el relato de la conquista de Babilonia; Herodoto nos cuenta que Ciro hizo una acequia para desviar el cauce del Éufrates y así conquistar a Babilonia de una forma estratégica, además, nos cuenta que los habitantes estaban celebrando algo, era “un día de fiesta” y que “continuaron hasta que del todo se vieron en poder del enemigo”. Claramente, estas declaraciones proveen un argumento para apoyar por sobre todo la autoría de la Biblia, puesto que concuerda con el festín que hizo Belsasar en la misma noche que Babilonia fue tomada (Dan.5).

Cuando analizamos las citas de Herodoto que más se acercan al problema de Darío, no presentan una solución acabada del problema, pero a pesar de ello, nos pone en contexto de lo que pasó en aquella noche de orgía en la corte real de los caldeos.

Flavio Josefo

Flavio Josefo fue un historiador judío que vivió entre los años 37 d.C y 100 d.C, sus mayores obras son La guerra de los judíos, Antigüedades judías y Contra Apión. Su autoría para analizar el tema de Darío el Medo tiene que ver en su mayor medida a que hizo una declaración muy interesante respecto a este tópico. Sin mayores preámbulos, la cita de Josefo dice lo siguiente:

Este es el final de la posteridad del rey Nabucodonosor, como la historia nos informa, pero cuando Babilonia fue tomada por Darío, y cuando él, con su pariente Ciro, había puesto fin al dominio de los babilonios, [Darío] tenía sesenta y dos años de edad. Él era el hijo de Astiages, y tenía otro nombre entre los griegos. Por otra parte, tomó al profeta Daniel, lo llevó con él, lo honró en gran manera, y lo mantuvo con él, porque él fue uno de los tres presidentes a los que se distribuyeron en sus trescientas sesenta provincias.[15]

Josefo claramente atribuye la identidad de Darío el Medo con Ciaxares II, aunque no lo nombra, sí dice que fue “el hijo de Astiages”, y que, “tuvo otro nombre entre los griegos”. Josefo es más enfático debido a que es un historiador judío, y es esa la razón por la que asocia de inmediato a Ciaxares con el Darío el Medo de Daniel.

Vemos indiscutiblemente que es la primera vez en que encontramos una interpretación acerca de este rey, de la misma forma como lo hacen Ellen White y los pioneros adventistas.

Las preguntas que resultan de todo esto es, ¿qué conclusión es verdadera?, ¿podemos confiar plenamente en los escritores clásicos?, ¿es realmente Ciaxares II, Darío el Medo?, ¿qué solución podemos dar a esta problemática?

CAPÍTULO II
HACIA UNA POSIBLE SOLUCIÓN

[16]

El autor de esta investigación cree en la autoría e inspiración de Elena de White, y cree además que Dios la levantó para dirigir el movimiento adventista del siglo XIX; es por la misma razón que presenta un desafío a sus escritos. Debido a que, al estudiar el contexto de interpretación de Darío el Medo como Ciaxares II, vemos que no fue una revelación dada principalmente a la señora White, más bien, fue una interpretación millerita y que fue heredada sin mayores cuestionamientos por nuestros pioneros adventistas. Y por ser una interpretación, está expuesta a errores, de hecho, la misma autora en discusión dijo lo siguiente:

No hay excusa para que alguno tome la posición de que […] todas nuestras exposiciones de las Escrituras carecen de errores.[17]

Nuestra intención es poner en contexto las citas de Ellen White y tratar de comprender si en realidad es una interpretación bíblica o una revelación. Sólo así podremos saber con certeza cuál fue su mensaje, qué rol cumplen sus escritos, y hasta qué punto podemos tomarla como “infalible”.

Por otro lado, como vimos anteriormente en el Capítulo II, las citas de los escritores clásicos parecen arrojarnos sólo un historiador en el cuál se basa la creencia de Darío el Medo en la persona de Ciaxares II. De hecho, Jenofonte, es el único que menciona un hijo de Astiages al cual Ciro le dio regalos y un palacio en Babilonia. No sabemos con certeza que tal acontecimiento haya sucedido, es más, Jenofonte al parecer es más novelístico en sus relatos que un historiador más exacto y riguroso, por lo que su relato no se puede tomar como una fuente confiable.

Además, vemos que Josefo hace una interpretación idéntica a la de nuestros pioneros, siendo la primera vez que se interpreta a Darío de esa forma. Y aun así, el hecho de que sea antigua, no valida que sea verdad. Incluso se pueden apreciar varios factores débiles. Uno de ellos es que se piensa que Darío el Medo reinó por dos años, y después de haber muerto, Ciro toma el trono convirtiéndose en emperador de Persia y Media; pero como ya vimos, Ciro se convirtió en emperador de Medo-Persia cuando éste derrotó a Astiages, que según Jenofonte, fue padre de Ciaxares II.

Esta sección concluye, por tanto, que la declaración de Ellen G. White no es una revelación que Dios le dio a ella producto de una visión o por medio de la inspiración, más bien, subrayamos el hecho de que dentro de los adventistas, el más antiguo en promocionar dicha interpretación es William Miller y que por ende, la autoría de Ellen White no está en juego. Lo que está en pugna, realmente, es la interpretación de nuestros pioneros. Ella misma reconoció que las “exposiciones de las Escrituras” tanto de ella como de los pioneros no están exentas de errores. Lo que nos da un impulso a reconsiderar ciertas posiciones interpretativas que parecieran inciertas, pero cuya solución puede vislumbrarse mediante un análisis profundo y riguroso.

RESUMENES Y CONCLUSIONES

Como decíamos en un inicio, no es una tarea muy fácil identificar a Darío el Medo del libro de Daniel. Esta complejidad, se ve reflejada principalmente por la falta de fuentes históricas que nos ayuden a identificar a este rey.

En primer lugar, para saber lo que realmente pasó en la historia de la conquista de Babilonia, tenemos sólo a Jenofonte, Herodoto y a Josefo. Sin embargo, como vimos, su confiabilidad no es muy alta, ya que sabemos por la historia que dichos autores relataban sus hechos de una forma más novelística que desde el punto de vista histórico-científico. También, por ejemplo, Josefo interpreta a Darío el Medo en la persona de Ciaxares II, argumento que presenta muchas incongruencias con el relato bíblico.

En segundo lugar, con el descubrimiento de las Crónicas de Nabonido en 1881 y con los estudios actuales, podemos, aunque por presuposiciones, concluir que la persona de Darío el Medo en Daniel se asemeja mucho más a la de Ugbaru. No obstante, esta teoría no parece ser concluyente y se encuentra expuesta a múltiples estudios posteriores.

Nuestra monografía tomó como base los estudios realizados por el teólogo adventista William H. Shea. La conclusión de que Darío el Medo sea Ugbaru no es dogmática, sino que puede estar expuesta a errores. Aun así, es preciso señalar que, si pesáramos en la balanza las fuentes de Josefo y Jenofonte, con las de las Crónicas de Nabonido, claramente la balanza se inclinaría más a favor de la segunda fuente histórica, puesto que su datación es más antigua que las demás.

También, la forma verbal que Daniel usa para el relato de la conquista de Babilonia (5:31) nos habla de que Darío no pudo haber sido un rey, sino un vasallo que recibió el reino. De hecho, Daniel 9:1 confirma nuestra teoría, puesto que se nos dice que Darío “fue puesto” como rey sobre los caldeos.

Por último, la declaración en la línea 22 de la Columna III en la Crónica de Nabonido sobre la muerte de Ugbaru en menos de un mes, se acomodaría muy bien con el cómputo del “primer año de Darío” (Dan. 9:1 cf 11:1). Ya que, el texto bíblico da a entender que Darío el Medo no reinó más de un año, y por ende, su forma de cómputo es inclusiva.

La oración de Daniel (9:1-13) y el edicto La oración de Daniel (9:1-13) y el edicto pronunciado por Darío (6:1-24) se acomodarían muy pronunciado por Darío (6:1-24) se acomodarían muy bien sólo en un mes. De hecho, como se aprecia, la bien sólo en un mes. De hecho, como se aprecia, la línea 18 dice que “nada fue establecido mientras el línea 18 dice que “nada fue establecido mientras el tiempo señalado no había pasado”. Los eventos relatados en Dan. 6 y 9 perfectamente pueden estar incluidos dentro del mismo mes que Ugbaru estuvo como gobernador de Babilonia.

Las declaraciones de nuestros pioneros y de Ellen White nos indican que su interpretación fue heredada por el movimiento millerita y basadas en la Ciropedia de Jenofonte. Sin embargo, no podemos saber con certeza si Jenofonte estaba o no en lo correcto, pero sí podemos analizar por la historia, que mucho de esta interpretación está errada. Al compararla con el relato bíblico, vemos que presenta muchas diferencias. Es por eso que la posición del autor es descartar la posibilidad de que Darío el Medo sea Ciaxares II, pero a la vez, reconciliar la cita de Ellen White y ponerla en su verdadero contexto.

Concluimos, pues, que la identificación de Darío en el libro de Daniel es bastante difícil de esclarecer, sencillamente por la falta de fuentes. A pesar de ello, la crítica literaria, aún no puede negar que hubo un vasallo puesto por Ciro para conquistar Babilonia, y, que a su vez, éste, puso una cantidad de “sátrapas, que gobernasen en todo el reino” (6:1; entiéndase “reino”, sólo por la provincia de Babilonia, 9:1).


Referencias


  1. William H Shea. “Darius the Mede in His Persian-Babylonian Setting” (AUSS 29, 1991); “Nabonidus Chronicle: New Readings and the Identity of Darius the Mede”. (JATS, 7/1 Spring 1996); “The Search for Darius the Mede (Concluded), or, The Time of the Answer to Daniel’s Prayer and the Date of the Death of Darius the Mede”. (JATS, 12/1 Spring 2001); véase también en Gerhard F. Hasel, “Establishing a Date For the Book of Daniel” en Symposium on Daniel (Washington, D.C: Biblical Research Intitute, 1986):111-117. ↩︎

  2. Ellen G. White. Prophets and Kings (Boise, ID, E.U.A: Pacific Press Publishing Association, 1917): 523. Todas las traducciones del inglés son hechas por el autor a menos que se indique lo contrario. ↩︎

  3. Ellen G. White. Review and Herald, 28 de Marzo de 1907, párrafo 5. ↩︎

  4. Se dice que Ciro ya se había proclamado rey del imperio mucho antes que conquistara Babilonia, es decir, cuando derrotó a Astiages; por ende, no podía haber sido un general cuando conquista el imperio caldeo. De hecho, el autor de esta monografía interactuó vía e-mail el día 15 de Mayo del 2011 con William H. Shea en relación a este tema y él mismo respondió de esta forma: “No sé por qué Elena G. de White se refiere a Ciro como general y Darío como su rey (¿y su tío?). De las inscripciones cuneiformes, es claro que Ciro era ya Emperador de Persia antes que sus tropas conquistaran Babilonia. Él conquistó Lidia, Asia Menor en el 546 y derrotó a Astiages, rey de los medos (así se hace Emperador Medo, del cual él era el rey), justo antes o justo después de haber conquistado Lydia. Darío podría ser uno de varios individuos y Elena G. de White no lo identifica por su nombre, así que no sabemos. Lo que sí sabemos con claridad es que Ciro fue el rey de Persia, por lo menos 10 años antes que su ejército conquistara Babilonia. W.W. Prescott fue su consejero –de Elena G. de White–, le ayudó a escribir Profetas y Reyes y era un buen historiador, por lo que esta pudo haber sido su idea insertada en los escritos de EGW. Espero que esto ayude, aunque no es una respuesta completa. Suyo en Cristo, Bill.”
    Aunque Shea tenga razón respecto a que Ciro ya era emperador mucho tiempo antes de conquistar Babilonia, en cuando a la señalización que hace sobre EGW y Prescott no es así. Shea pasa a llevar muchas declaraciones que veremos más abajo, y que demostrarán que la idea de “Prescott”, no sólo era de él, sino que era una creencia compartida que se inició con el movimiento millerita y fue heredada sin mayores cuestionamientos. Además, ignora el hecho de que EGW haya escrito con su misma pluma en la Review and Herald el mismo concepto interpretativo de Darío el Medo que poseían los pioneros, ver nota 24. ↩︎

  5. Smith, Uriah . Review and Herald, 26 de Noviembre de 1857, párrafo 21. ↩︎

  6. E. J. Waggoner. “The Papacy: Daniel Seventh. The First Three Kings”, Bible Echo and Signs of the Times, vol. 4, 15 de Enero de 1889. Vease también en, “The Papacy. From Babylon to Rome”, The Present Truth, 21 de Febrero de 1895; Prophetic Lights: Some of the Prominent Prophecies of the Old and New Testaments, Interpreted by the Bible and History (Oakland, California: Pacific Press Publishing Company, 1889): 88. ↩︎

  7. Haskell, Steven Nelson. The Story of Daniel the Prophet (Battle Creek, Michichigan: Review and Herald Publishing Company, 1901): 76. ↩︎

  8. Ibíd., 91. ↩︎

  9. Miller, William. Evidence from Scripture and History of the Second Coming of Christ about the Year 1843: Exhibited in a Course of Lectures (Boston: Joshua V. Himes, 1842): 87-88. ↩︎

  10. Jenofonte. Ciropedia, I.2.1. ↩︎

  11. Ibíd., I.5.2. ↩︎

  12. Ibíd., VIII. 5.17-20. ↩︎

  13. Herodoto. Los nueve libros de la historia, libro I: Clio, LXXV. ↩︎

  14. Ibíd., CXCI. ↩︎

  15. Flavio Josefo. Antigüedades de los judíos, X.xi.4. ↩︎

  16. Nuestro Capítulo III, quizás pueda considerarse como una conclusión a la segunda parte de esta obra. ↩︎

  17. Ellen G. White. El otro Poder (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1996): 35. ↩︎

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Josué Gajardo

Estudió Ingeniería en Computación e Informática y tiene una maestría en Teología.