¿Cuervos o Beduinos? Averiguando quienes alimentaron a Elías
Introducción
Hay muchas historias en la Biblia que son ampliamente conocidas. La historia de Elías y cómo fue alimentado por cuervos ciertamente cae en esta categoría. Y no es de extrañar, porque la idea de pájaros trayéndole comida al valiente profeta de Dios causa admiración e interés. Sin embargo, algunos eruditos han puesto en duda la interpretación de este pasaje. Ellos afirman que no fue cuervos quienes le llevaron comida al profeta, sino beduinos del desierto.
Es cierto que este no parece ser un detalle importante. Ya sea que hayan sido mediante animales o personas, lo cierto es que Dios cuidó y sustentó a Elías durante el cruel reinado de Acab. No obstante, este puede ser un caso interesante que nos permite realizar un breve ejercicio en el estudio de la Biblia para averiguar cuál es la interpretación correcta del versículo. Por ese motivo, en este artículo intentaremos explorar los diferentes argumentos y ver que es lo que la evidencia bíblica nos indica acerca de quienes realmente alimentaron a Elías.
¿Cuervos o beduinos?
El versículo en cuestión se encuentra en 1 Reyes 17:6, “Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo”.[1] Como todos sabemos, el Antiguo Testamento fue escrito originalmente en hebreo y este idioma se escribe usando solo consonantes. Durante la Edad Media algunos escribas judíos, llamados masoretas, le agregaron vocales al texto del Antiguo Testamento, basándose en la pronunciación tradicional que ellos preservaban. Sin embargo, aunque en general hicieron un buen trabajo, no estamos completamente seguros de la pronunciación exacta de todas las palabras. En esto radica exactamente el problema.
La palabra hebrea para “cuervos” es ‘rbym (ערבים) que puede pronunciarse como ‘orebiim (עֹרְבִ֗ים), que significa “cuervos”, o también como ‘arabiim (עַרְבִ֔ים), que significa “árabes” o “beduinos”.[2] Como pueden darse cuenta, la diferencia se basa en las vocales, pues las consonantes son las mismas. Esto significa que, técnicamente, ambas posturas son posibles, pues el texto puede ser leído de ambas maneras.
Dado que el texto permite, al menos en teoría, ambas interpretaciones, es claro que la respuesta no se haya en un análisis puramente textual. En este caso tenemos que hablar de cuál es la solución más probable o la que tenga más apoyo de la evidencia. Por lo tanto, es necesario que analicemos los diferentes argumentos antes de poder llegar a una conclusión.
Los argumentos en favor de los beduinos
Se puede utilizar varios argumentos para asegurar que es más probable que beduinos hayan alimentado a Elías. Para empezar, debemos notar que la alimentación proporcionada al profeta consistía en carne y pan. Esta es la dieta típica de los beduinos del desierto, quienes eran famosos por su hospitalidad.[3] Por el otro lado, si los cuervos hubieran alimentado a Elías, tal vez le hubieran llevado carne que no era ritualmente pura. Esto se debe a que son animales carroñeros y la carne que le hubieran llevado posiblemente hubiera sido de animales muertos en el campo. La ley mosaica prohibía que se comiese esa carne (Ex 22:31).
Otro punto a tener en cuenta es la ubicación de Elías. Aunque no conocemos la ubicación exacta del arroyo Querit, lo más probable es que se encontrara al lado este del Jordán,[4] no muy lejos del reino de Amón y limitando con las tierras de las tribus árabes.[5] De ser así, Elías hubiera estado lejos de la jurisdicción de Acab y cerca de los pueblos beduinos. Por lo tanto, tiene sentido que estas tribus lo haya alimentado.
Tercero, es posible que a lo largo del capítulo el autor haya decidido establecer un interesante paralelo con la viuda de Sarepta (1 Re 17:8-15). Tal vez el relato intenta recalcar cómo Dios utiliza primero a beduinos para alimentar a Elías y luego a una mujer fenicia. En ambos casos el Señor estaría utilizando a extranjeros, los primeros al suroeste del reino de Israel, y la segunda al noreste. Esto podría indicar una crítica velada a la apostasía de Israel. Mientras Acab, el rey de Israel, perseguía a los profetas, los extranjeros los cobijaban y alimentaban.
Otro interesante posible paralelo se encuentra entre los capítulos 17 y 18. Aquí hay algunas conexiones lingüísticas que podemos considerar.[6] En 1 Re 18:4, se dice Abdías “escondió” (יַּחְבִּיאֵ֞ם) a 100 profetas de Dios, y los “sustentó” (כִלְכְּלָ֖ם). Mientras que en 1 Re. 17:3-4 se nos dice que Dios le ordenó a Elías: “escóndete” (נִסְתַּרְתָּ), y luego se encargó que los cuervos/beduinos lo “sustenten” (כַלְכֶּלְךָ֖). La utilización de los dos mismos términos hebreos: “esconder” y “sustentar” en el mismo orden parece mostrar un paralelo entre ambas narraciones, lo cual hace más probable que en ambos casos Dios utilice seres humanos en su tarea de proteger a sus siervos los profetas.
Por último, sabemos que en ocasiones los judíos confundían las palabras “cuervos” y “árabes”. Un caso paradigmático se encuentra en Jeremías 3:2.[7] Allí la mayoría de las versiones de la Biblia dicen “Junto a los caminos te sentabas para ellos como árabe en el desierto” (RV60). Sin embargo, en la antigüedad algunos judíos creyeron que el texto no hacía referencia a árabes, sino a cuervos (recordemos que ambas palabras tienen las mismas consonantes, solo las vocales cambian). Por ejemplo, los traductores de la Septuginta, la versión del AT en griego que se realizo en Egipto en los siglos III y II a.C., interpretaron ese versículo como “un cuervo en el desierto”.[8] Lo mismo hace la traducción siríaca del AT.[9] Esto muestra que confundir los términos “cuervos” y “árabes” es más fácil de lo que parece.
En conclusión, podemos observar que existen varios argumentos que apoyan la postura de los beduinos. Sin embargo, la evidencia de esta posición, aunque sea lógica, ciertamente no es definitiva.
Avancemos ahora a los argumentos en favor de los cuervos como los proveedores de alimento de Elías.
Los argumentos en favor de los cuervos
Existen varios argumentos que apoyan la postura tradicional: fueron cuervos quienes alimentaron a Elías. Para empezar, la gran mayoría de comentadores e intérpretes que han estudiado este tema han llegado a la conclusión de que la lectura más probable del texto es, simplemente, “cuervos".[10] También fue la postura de los masoretas, quienes le pusieron vocales al texto hebreo durante la Edad Media. Sin embargo, tenemos evidencia mucho más antigua de esta postura.
Los primeros traductores del Antiguo Testamento claramente entendieron este versículo como una referencia a los cuervos. La Septuaginta, dice korazin (κόραξιν), que significa “cuervos”. La Pesita, la versión siríaca del AT (s. II d.C.) y la Vulgata latina (s. IV d.C.) también presentan la misma traducción.
Pero no solo las versiones antiguas presentan la traducción “cuervos”. Los comentadores judíos también interpretaban el versículo de esta manera. Por ejemplo, el comentario midrásico de Salmo 8:7 declara que Elíás recibió carne y pan de los cuervos (Midrás Tehillim 8.7).[11] El libro pseudoepigráfico 2 Baruc (s. I d.C.) nos muestra que los judíos en el tiempo de Jesús también mantenían la misma interpretación: “los cuervos proveyeron a Elías cuando le trajeron comida, como se les había sido mandado” (2 Baruch 77:24).[12]
Incluso Josefo, también contemporáneo de Jesús, declaró que “[Elías] hizo su hogar junto a un arroyo que también le daba agua para beber; y, acerca de su alimento, los cuervos se lo traían cada día” (Antigüedades judías, 8.319).[13]
Pero la postura tradicional no solo cuenta con el apoyo de la mayoría de los comentadores, tanto antiguos como modernos, sino que tiene apoyo en el relato mismo. El texto parece destacar la soberanía universal de Dios y cómo puede utilizar a cualquier cosa o persona para ayudar sus fieles. Tomando en cuenta esta información, podemos ver una progresión en el uso de instrumentos divinos para proteger a los profetas. En 1 Re 17:1-7, Dios utiliza la naturaleza (los cuervos y el arroyo).[14] En 1 Re 17:8-16, utiliza a una extranjera. Y, finalmente, en 1 Re 18:1-4, usa a un israelita fiel a Dios que, para colmo, era ministro en la corte real del propio rey que perseguía a los profetas. Si tomamos en cuenta esta progresión de los relatos, podemos ver el dominio y poder de Dios sobre la naturaleza y su capacidad de usar a cualquier persona para proteger a quienes le son fieles.
Un tercer punto, es el énfasis del relato en el origen sobrenatural de la protección que Dios brinda. De hecho, el sustento de Elías parece una alusión a la alimentación del pueblo de Israel durante sus 40 años de peregrinación. El maná también era un alimento proporcionado por Dios sin intervención humana de por medio, mientras su pueblo estuvo en el desierto.[15] De hecho, la versión de la Septuaginta hace una referencia explícita a este evento al traducir el relato de Elías.[16] Si la narración realmente busca subrayar el origen divino del alimento de Elías, entonces tenemos que reconocer que la utilización de cuervos es un milagro mucho mayor que la de usar a beduinos.[17]
Por último, los argumentos utilizados por quienes apoyan la postura de los beduinos no son tan sólidos como parecen. La cercanía del arroyo de Querit con la tierra de los beduinos de ninguna manera es una evidencia definitiva. Además, la carne que los cuervos le proporcionaban no era necesariamente impura ritualmente para un judío. Podemos deducir que los cuervos no tenían manera alguna de conseguir pan, lo cual nos muestra que el alimento proporcionado por los cuervos era provisto por Dios, no el resultado de la recolección de carroña. Tal vez aquí se apliquen literalmente las palabras de Jesús: “Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen almacén ni granero; sin embargo, Dios los alimenta” (Lc 12:24).
Por último, Jeremías 3:2 es un caso aislado. Aunque este texto muestre que es posible confundir las palabras “cuervos” y “árabes”, es el único versículo de este tipo en toda la Biblia. Y aunque ambas palabras aparecen decenas de veces, solo aquí son confundidos, e incluso en este caso, la lectura original no se ha perdido. A fin de cuentas, no es seguro fundamentar una postura en una excepción a la regla.
Concluyendo, tal vez el origen de esta postura nos permita llegar a una conclusión más certera. Aunque algunos rabinos especularon acerca del significado de la palabra durante la Edad Medía Tardía, fue recién a fines del siglo XIX y comienzos del XX que esta teoría se popularizó.[18] En esta época el racionalismo había invadido la teología y se generó un escepticismo generalizado hacia los eventos milagrosos de la Biblia, buscando siempre una explicación racional para cada los sucesos sobrenaturales. Es este enfoque racional explica la necesidad de “naturalizar” los milagros divinos encontrados en la Biblia y motivó a los autores de esta época a apoyar esta postura. Como el autor Frederick Delitzsch escribió:
Se admite generalmente que עֹרְבִ֗ים no significa árabes… sino cuervos. Mediante este milagro, que los no creyentes rechazan, porque no reconocen a un Dios viviente, ante el cual, como el Creador y Señor de todas las criaturas, incluso los voraces cuervos se hacen sirvientes a sus planes de Salvación. Elías no solo fue aislado de contacto con hombres, que podrían haber delatado su lugar de escondite al rey, sino que fue poderosamente fortalecido mediante la confianza inspirada en la todopoderosa ayuda de su Dios.[19]
Ciertamente el gran número de milagros en las narraciones de Elías y Eliseo nos hacen dudar del enfoque racionalista que motivó la popularización de la postura de los beduinos.[20] La Biblia nos muestra a un Dios Todopoderoso que tiene dominio sobre la naturaleza creada y pueda utilizarla para ayudar y sustentar a sus fieles.
Conclusión
Aunque el tema que tocamos en este artículo no es de mucha importancia, al menos nos permitió ejercitarnos en el estudio de la Biblia. Pudimos analizar la evidencia textual, literaria e histórica hasta llegar a la postura más probable pues, si bien el texto puede ser leído de ambas maneras, la interpretación tradicional cuenta con mucho más apoyo. Podemos confiar que tenemos un Dios Todopoderoso que cuenta con muchos medios a su alcance para proteger, cuidar y alimentar a sus hijos. Incluso los pájaros pueden ser instrumentos divinos para sustentar a quienes le son fieles. No importa cuales sean tus circunstancias, recuerda que tienes a un Dios que “para proveernos lo necesario… tiene mil maneras de las cuales nada sabemos”.[21] ¡No te preocupes, Dios se encargará de ti!
Referencias
A menos que se indique algo diferente, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional (1999). ↩︎
Eg. 2 Cr 21:26; 22:1 y Ne 4:7; Cf. 2 Cr 17:11 donde se usa la grafía עַרְבִיאִ֗ים o en 1 Cr 26:7, donde se usa עַרְבִיִּים. ↩︎
Jon L. Dybdahl, ed., Biblia de Estudio Andrews (Florida Oeste, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), 425. ↩︎
La expresión “"עַל־פְּנֵ֥י הַיַּרְדֵּֽן” (1 Re. 17:3) puede significar “al este del Jordán” o “al frente del Jordán”. Si bien queda claro que el arroyo desembocaba en el rio Jordán, su ubicación precisa no parece ser determinada por el texto. ↩︎
Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día, 7 vols. (Florida Oeste, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1993), 2:880-881; Luis Arnaldich, ed., Biblia Comentada, texto de la Nácar-Colunga, vol. II Libros históricos del Antiguo Testamento (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1963), 469. Otros comentaristas lo identifican con Wadi Quelt, al oeste del Jordán, véase Charles F. Pfeiffer, ed. Comentario Bíblico Moody Antiguo Testamento (Grand Rapids, MI: Portavoz, 1993), 331. ↩︎
Keith Bodner, The Theology of the Book of Kings (New York: Cambridge University Press, 2019), 113. ↩︎
Tal como es notado por James A. Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Books of Kings (Edinburgh: T&T Clark, 1986), 294. ↩︎
Véase, Jack R. Lundbom, Jeremiah 1-20. The Anchor Bible 21a (Garden City, NY: Doubleday, 1999), 302; William L. Holladay, Jeremiah 1: A Commentary on the Book of the Prophets Jeremiah Chapters 1-25 (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1986), 57; Peter C. Craigie, Page H. Kelley y Joel F. Drinkard, Jeremiah 1-25. Word Biblical Commentary 26 (Dallas, TX: Word Books, 1991), 50, ↩︎
William McKane, A Critical and Exegetical Commentary on Jeremiah. 2 vols. The International Critical Commentary (Edinburgh: T&T Clark, 1986), 1:59-60. ↩︎
Cf. Walter Brueggemann, 1 & 2 Kings. Smyth & Helwys Bible Commentary (Macon, GA: Smyth & Helwys, 2000), 209; Alice L. Laffey, First Kings, Second Kings. Collegeville Bible Commentary 9 (Collegeville, MN: The Liturgical Press, 1985), 49. Gene Rice, 1 Kings. International Theological Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1990), 142. Paul R. House, 1, 2 Kings. The New American Commentary 8 (Broadman & Holman, 1995), 213. Simon J. DeVries, 1 Kings. Word Biblical Commentary 12 (Dallas, TX: Word Books, 1985), 216; y Lissa M. Wray Beal, 1 & 2 Kings. Apollos Old Testament Commentary 9 (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2014), 232. ↩︎
Braude, William G. The Midrash on Psalms, vol. I. Yale Judaica Series XIII (New Haven, CT: Yale University Press, 1959), 128. ↩︎
Matthias Henze y Michael E. Stone. 4 Ezra and 2 Baruch: Translations, Introductions, and Notes (Minneapolis, MN: Fortress Press, 2013), 134-135. ↩︎
H. St. J. Thackeray, trad. Josephus, vol. 5: Jewish Antiquities, Books V-VIII (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1950), 745. ↩︎
Ruosas John Rushdoony, Chariots of Prophetic Fire: Studies in Elijah and Elisha (Vallecito, CA: Ross House Books, 2003), 10. ↩︎
Brenda J. Shaver, “The Prophet Elijah in the Literature of the Second Temple Period: The Growth of a Tradition” (Tesis doctoral. The University of Chicago, 2001), 58. ↩︎
Richard D. Nelson, First and Second Kings. Interpretation: A Bible Commentary for Teaching and Preaching (Lousville, KY: John Knox Press, 1987), 109. ↩︎
Mordechai Cogan, 1 Kings: A New Translation with Introduction and Commentary. The Anchor Bible 10 (Garden City, NY: Doubleday, 2000)426-427. ↩︎
Esta postura fue compartida por varios autores, por ejemplo, W. Houghton, “Zoology in the Bible”, en A Companion to Biblical Studies, ed. W. Emery Barnes (Cambridge: Cambridge University Press, 1916), 455 ↩︎
C. F. Keil, I & II Kings, I & II Chronicles, Ezra, Nehemiah, Esther. Commentary on the Old Testament in Ten Volumes 3 (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986), 236-237. ↩︎
G. H. Jones, 1 & 2 Kings, 2 vols. The New Century Bible Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1984), 2:304. ↩︎
Elena G. de White, El ministerio de curación (Mountain View, CA: Pacific Press, 1959), 382. ↩︎