Crítica Histórica
La crítica histórica es un intento de verificar la historicidad de y entender el significado de un evento que se ha reportado que ha sucedido en el pasado. Las bases para esta evaluación son las herramientas de la ciencia histórica.
El método histórico-crítico asume la autonomía del científico humano de la Biblia como la palabra de Dios. Asume que uno debe empezar con el mundo secular como una norma para determinar el significado y para decidir que ha sucedido en el pasado. Este método no acepta el valor de la Biblia como la Palabra de Dios. Hacer eso no sería científico ni histórico. Más bien, su afirmación de ser la palabra de Dios y sus declaraciones afirmando que se reporta historia (y finalmente sus declaraciones acerca de la teología) deben ser verificadas y aceptadas de la misma manera en que se aceptaría una declaración de documento de cualquier otra nación antigua. Un concepto así implica que la Biblia ha aparecido como cualquier otra pieza de literatura. Las teorías de inspiración son conectadas con la ciencia seculares por grupos más “conservadoras”. Por ejemplo, un concepto común es que Dios supervisó la producción de la Escritura en una manera similar a la forma en que los evolucionistas teístas conciben la supervisión de Dios en la evolución de vida. Hay muchas variaciones posibles dentro de este tema central, algunos finalmente dicen que de alguna manera, dios le Dios dio direcciones generales para el desarrollo de las tradiciones dentro de Israel y la Iglesia Cristiana y una guía especial a los profetas mientras recogían estas tradiciones. Algunos, finalmente, ponen énfasis en la inspiración de la iglesia al elegir que documentos elegir. En general, sin embargo, aquellos que mantienen el método histórico-crítico encuentran necesario rechazar la idea de que Dios impartió al profeta conocimiento objetivo específico acerca de Él mismo, la naturaleza del mundo, o eventos históricos. Incluso si la crítica histórica aceptara esa posibilidad sería necesario que lo verificara basándose en la ciencia histórica. La crítica histórica, entonces, asume las condiciones temporales; el carácter histórico de las Escrituras. Esto no significa que la crítica histórica concibe a Dios revelándose a sí mismo objetivamente dentro de la historia, sino que concibe la producción de la Escritura como teniendo lugar dentro de causas históricas. Si Dios debe ser visto como una causa dentro de la producción de la Escritura, eso debe ser verificado basándonos en los principios de la ciencia histórica.
La producción de la Escritura es vista como si se hubiera llevado a cabo de la misma manera que cualquier otra pieza de literatura. La Biblia, por lo tanto, debe ser estudiada críticamente con los mismos métodos que son usados para estudiar cualquier otra literatura antigua. La Biblia debe ser leída históricamente. Esto no significa que uno debe tener en cuenta el background histórico, sino que la Biblia debe ser leída como una producción de la historia, debe ser leída basándonos en los principios de la ciencia histórica secular.
Un principio básico de la ciencia histórica es la autonomía. La historia es divorciada de la revelación; la Biblia no es el criterio para escribir la historia, sino más bien, la historia es el criterio para entender y validar la Biblia. El hombre le concede a la ciencia histórica su propia autoridad. La decisión sobre que ha sucedido en el pasado es tomada sobre una base externa a la Biblia, el historiador lidia con ese aspecto del pasado que es accesible a él, el cual está abierto a la interpretación y explicación racional. Su meta es determinar lo que realmente pasó. El método histórico crítico de esta manera sirve a la necesidad del historiador por evidencia válida, confiable para determinar si el testimonio fue dado por un testigo confiable y competente o no. El historiador cuestiona sus fuentes según su adecuación, veracidad e inteligibilidad. Las fuentes son como testigos en una corte judicial. La tarea del historiador es interrogar sus respuestas y evaluar su validez. El proceso de interrogación y evaluación es llamado crítica. Este procedimiento confía en el juicio y el contexto filosófico del historiador. El autoridad, de esta manera, confiere autoridad en el testigo[1].
El método histórico-crítico ha estado bajo desarrollo desde la era del Iluminismo. Fue popularizado para el estudio de la Biblia por Ernst Troeltsch a finales del siglo XIX. Él enunció tres principios básicos para guiar al historiador: (1) el principio de la crítica o duda metodológica indica que todo el conocimiento descansa en el juicio de la ciencia histórica y recibe un estatus o probabilidad, (2) el principio de la analogía indica que la experiencia actual es el criterio de la probabilidad para lo que sucedió en el pasado – todos los eventos son, en principio, similares, (3) el principio de correlación indica que los eventos están tan interrelacionados que un cambio en un fenómeno necesita un cambio en sus causas y efectos. De esta manera, la explicación histórica descansa en un cadena de causa y efecto.[2] Los métodos de Troeltsch fueron usados para eliminar la posibilidad de lo sobrenatural, y los críticos históricos contemporáneos cuestionan al viejo método histórico-crítico precisamente en este punto. Se elimina a priori la posibilidad de que Dios pueda intervenir en los asuntos humanos. De esta manera se ha sentido la necesidad de reexaminar el proceso de la historia para extrapolar nuevos principios con los cuales permitir la posibilidad de lo sobrenatural. (Presten atención a que el crítico histórico reexamina la historia; no va a la Biblia para descubrir donde se equivoca o para construir un nuevo método). Los historiadores, de esta manera, han notado nuevos principios; por ejemplo, el principio de que todo evento histórico es contingente, es decir, que la historia no es dirigida hacia adelante por alguna naturaleza estática dentro del universo, sino que la historia es de hecho un proceso, es decir, está abierta, y por lo tanto es posible que algo nuevo se lleve a cabo dentro de la historia. Para reafirmar nuestro punto, debe enfatizarse que incluso para la crítica bíblica contemporánea, lo sobrenatural solo puede ser aceptado basándonos en la ciencia histórica.
La supuesta autonomía del método histórico-crítico puede ser ilustrado mediante su negativa a aceptar el testimonio de la Escritura como su valor propio; por ejemplo, la Biblia declara que Jesucristo fue resucitado de entre los muertos y que la tumba estaba vacía. Esta declaración de la Escritura no es aceptada solo porque es declarada por la Escritura; es aceptada solo si puede ser confirmada por la ciencia histórica, y su significado también es interpretado dentro del contexto de esta confirmación. Basándose en este tipo de razonamiento, los teólogos varían entre aquellos que aceptan una resurrección física hasta aquellos que solo aceptan alguna clase de resurrección espiritual en la fe de los discípulos. Las declaraciones bíblicas de un evento histórico sobrenatural son aceptadas solo si hay efectos dentro de la historia que puedan ser explicados solo basándonos en la realidad de ese evento sobrenatural. Pannenberg aborda, por ejemplo, la realidad de la resurrección (no con el evento). Él acepta la realidad de la resurrección porque él siente que las apariciones de Cristo fueron ejemplos de percepción extrasensorial en la cual el perceptor se encontró con una realidad objetiva. No es posible aceptar la teoría de las visiones subjetivas porque una teoría así fracasa en explicar la fe de los discípulos la cual difícilmente pudiera haber sobrevivido la muerte a menos que la realidad de las apariciones los haya abrumado. Además, Pannenberg encuentra inconcebible que la noción de una sola resurrección ya sucedida pudiera haber surgido dentro de Palestina, porque la expectación apocalíptica de los judíos era de una resurrección general futura. Por lo tanto, es impensable que dentro de las tradiciones de la iglesia cristiana pudiera haber surgido la idea de la resurrección de una sola persona como un evento que ya había sucedido. La única manera de explicar el hecho de que una tradición así surgió dentro de Israel es aceptar la idea de que de hecho un evento así tomó lugar. Además, Pannenberg continua, no podemos aceptar el concepto de que las apariencias simplemente fueron una cadena de reacciones psicológicas, porque el número y la distribución temporal de las apariciones van en contra de una idea así. El resultado final del método histórico crítico es que todo es relativizado a una filosofía particular de la historia y al método que resulta de esa filosofía.
La ciencia de la crítica histórica es un nuevo método basado en una comprensión secular de la historia. En su propósito básico difiere radicalmente del estudio de la Biblia que surgió de la Reforma. La Reforma sumió que el contenido y la producción de la Escritura resultó de la voluntad de Dios antes que de la voluntad del hombre, y que, aunque el profeta mismo operó dentro de una situación histórica y dentro de un idioma, cultura y mentalidad particular, que sin embargo él fue guiado por el Espíritu Santo en una manera tal que el resultado fue la Palabra de Dios. Dado que el resultado fue la Palabra de Dios, la Biblia era la autoridad; y debido a que la Biblia fue el resultado de un autor, fue concebida para tener unidad. Debido a que la autoridad y la unidad de la Biblia debe ser su propio intérprete. Eso significa no solo que el texto debe interpretar el texto, sino que las consideraciones metodológicas deben surgir solo de la Biblia en vez de la cultura contemporánea o la comprensión filosófica externa a la Biblia. No es apropiado imponer sobre la Biblia ningún método externo, concepto o principio; sino que estos deben surgir de la Biblia misma. El método histórico crítico ha violado este principio básico al imponer normas externas sobre la Biblia mediante la ciencia histórica.
El método histórico crítico a menudo usa una terminología que suena familia para los adventistas; sin embargo, dado que esta terminología está ubicada dentro de un contexto diferente su significa también es radicalmente diferente. (1) Las palabras “condicionado históricamente” pueden significar el contexto histórico dentro del cual Dios se revela a sí mismo a través del profeta, mientras que para el crítico histórico significa el contexto histórico que es responsable de la producción del texto. (2) El método histórico-crítico declara que el Cristianismo es una religión histórica. Por eso se quiere decir, que como mínimo, el cristianismo debe ser estudiado y verificado mediante las herramientas de la ciencia histórica. Pero en general esto significa que el cristianismo ha resultado de las circunstancias históricas en las cuales se encuentra. En el mejor de los casos permitiría que Dios sea parte de ese contexto histórico en virtud de sus actos y su guía providencial. Para los adventistas, la terminología indica que el cristianismo es una religión histórica que apunta a la revelación de Dios de sí mismo en Jesucristo y la Biblia, una revelación que tomó lugar en la historia, y una revelación que es tanto la base para la historia y para la comprensión de la historia. (3) Cuando los críticos históricos declaran que la metodología contemporánera se está moviendo hacia la interpretación histórica de la Biblia, ellos no quieren decir con eso que una comprensión del contexto histórico dentro del cual Dios se revela, sino más bien una comprensión de la Biblia y su significado basándonos en las causas y efectos que ocurren en la historia.
Ciertos procedimientos dentro del método histórico-crítico parecen ser idénticos con el estudio bíblico-crítico que surge dentro del reconocimiento de la autoridad suprema de la Biblia, pero cuando son ubicados dentro de contexto, estos procedimientos surgen de un fundamento diferente y, por lo tanto, son bastante diversos. Por ejemplo, ambos métodos intentan establecer el mejor texto posible. Para el método histórico crítico, esto está basado en las leyes de la probabilidad en conjunción con un análisis del valor de los distintos textos en uso. Porque el método que surge de la Escritura es la enseñanza de que las Escrituras como un todo deben ser el determinador final.
Ambos métodos intentan entender el significado de las palabras Para el método histórico-crítico esto se lleva a cabo independientemente de la unidad de la Escritura; para el método que surge dentro de las Escrituras esto se lleva a cabo dentro del contexto de la enseñanza de la Sagrada Escritura.
Ambos métodos intentan entender el punto de vista particular de un escritor de la Escritura. Para el método histórico-crítico (tomando un ejemplo de su aplicación en los evangelios) el propósito es determinar lo que es común a la cultura circundante, y lo que es único (lo que no puede ser explicado basándose en la cultura contemporánea); y determinar lo que es similar y lo que es “contradictorio” en los evangelios. El objetivo es derivar el kerygma (el nucleo central) de los evangelios, al excluir lo que es “contradictorio” y lo que puede ser explicado dentro de la cultura contemporánea. El método que surge de la Escritura no asume contradicciones en los escritores bíblicos. Sino que intenta obtener una comprensión de la unidad dentro de los diversos énfasis para obtener una comprensión de la totalidad de la enseñanza de la Escritura, no simplemente del mínimo asegurado críticamente que puede ser confirmado basándonos en el método crítico.
Ambos métodos intentan responder la cuestión “¿Qué es lo que significa?” Sin embargo, el método histórico crítico responde esa cuestión al aislar la pericopa del resto de la Escritura; mientras que el método bíblico lo responde al hacer referencia a la unidad de la Escritura.
Ambos métodos intentan entender el contexto histórico. El método histórico- crítico intenta entender la situación de vida que producen el texto; el método bíblico desea comprender la situación de vida en la cual Dios se revela. En el último caso, es la totalidad de la Escritura lo que es normativo para la aplicación del trasfondo histórico del texto, además, la Escritura como un todo es el contexto final para comprender el texto. Aunque estos distintos procedimientos pueden parecer, desde un punto de vista superficial, ser paralelos, debido a los contextos radicalmente diferentes de los cuales surgen, son contrarios y opuestos.
Es tentador declarar que el problema con el método histórico-crítico yace con las presuposiciones que implica. A veces se declara que podemos usar el método histórico crítico si cambiamos las presuposiciones; sin embargo, debe reconocerse que son las presuposiciones las que hacen posible el método. Cuando las presuposiciones son removidas, ya no existe el método.
Un claro ejemplo de esto es la crítica de forma, la cual está diseñada específicamente para abordar la literatura folclórica que surge de las tradiciones que son formadas de acuerdo a las leyes inherentes en el desarrollo de las tradiciones folclóricas (presten atención que no nos estamos refiriendo aquí a algo que surge específicamente debido a la voluntad de Dios mediante el Espíritu Santo, sino más bien a algo que se desarrolla naturalmente dentro de una cultura particular y de acuerdo a leyes particulares). Si uno se enfrenta a una la tradición folclórica, que surgió de esas leyes, entonces es libre de usar el método de crítica de forma. Pero si uno no se enfrenta a tradiciones folclóricas que surgieron dentro de contexto natural, entonces ya no es libre de usar el método de crítica de forma. El método de crítica de forma simplemente no está diseñado para operar con materiales que no han surgido debido a las leyes gobernantes de la formación del folclore.
Si uno remueve la presuposición de la crítica del método histórico-crítico, entonces ya no se tiene el método histórico-crítico. La crítica implica la autonomía del investigador para hacer un juicio propio aparte de las declaraciones específicas del texto. El investigador puede escoger ubicarse bajo el texto, pero solo después de que haya hecho un juicio autónomo acerca del texto.
También es tentador pensar que las diferencias entre los dos son pequeñas, pero nuevamente, debemos reconocer que los dos métodos surgen de puntos de partida radicalmente diferente. Uno empieza con un reconocimiento de la autoridad y unidad de las Escrituras; el otro comienza con la ciencia secular y acepta la unidad y autoridad solo si un caso puede ser comprobado basándose en los métodos históricos- críticos. Metodológicamente los procedimientos están completamente opuestos.
Es fácil para la iglesia reconocer una posición teológica cuando esa posición es llevada a sus conclusiones lógicas –por ejemplo, cuando se declara finalmente que el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento provino del mundo pagano- pero es más importante que la iglesia esté dispuesta a discernir porque es que el teólogo arriba a esa conclusión.
La iglesia debe preguntar no solo cuál es la enfermedad sino cuál es la causa de la enfermedad, porque las causas a menudo preceden a los resultados por muchos años, y a menudo es demasiado tarde tratar al paciente cuando él ha llegado a su destino final. Debemos estar conscientes del hecho de que cuando se toma una cierta ruta, uno se dirige a una dirección particular y que ese fin resulta, en un sentido general al menos, ser predecible. El método histórico-crítico ha vaciado a las iglesias en Europa, le ha enseñado al hombre a vivir autónomamente acerca de la Palabra de Dios. Como iglesia, debemos tomar una posición decisiva antes de encontrarnos en circunstancias similares. Debemos reconocer donde estamos y tratar las causas de la enfermedad antes que el resultado sea fatal.
CRÍTICA BÍBLICA
Hay varios procedimientos que operan dentro del contexto general del método histórico-crítico: crítica de las fuentes, crítica de la forma, crítica tradicional, y crítica de redacción que hacen las mismas presuposiciones que la crítica histórica. No hay una manera clara de dividir un método de otro, y los especialistas bíblicos aún están debatiendo exactamente donde trazar las líneas. No es el propósito de esta corta presentación contribuir a ese debate; más bien, estamos intentado proveer una comprensión general de cómo funciona el estudio bíblico-crítico. Usaremos las definiciones generales del Interpreter’s Dictionary of the Bible, Supplementary Edition, como la base para nuestras designaciones.
Crítica de Fuente
La crítica de la fuente fue popularizada por Wellhausen a fines del siglo diecinueve. Intenta determinar su una pieza de literatura es una unidad o una compilación. En este último caso, intenta determinar la naturaleza de las fuentes usadas y las etapas de la composición. También se pregunta acerca del contexto dentro del cual las fuentes emergieron y los motivos que fueron las fuerzas guiadoras para la producción de las distintas fuentes. Las fuentes son delineadas al observar cambios en el estilo literario, alteraciones en el vocabulario y en las frases, lagunas en la continuidad, tipos de conectores, cambios en el punto de vista teológico, duplicaciones e inconsistencias factuales, cronológicas, temáticas o lógicas. Estas cosas indican fuentes diferentes. Basándonos en esta clase de observaciones, Wellhausen presentó su hipótesis de cuatro fuentes para el Pentateuco, J E D P. Estas fuentes fueron compuestas en siglos diferentes entre los siglos décimo y sexto antes de Cristo. Aproximadamente en el tiempo del exilio fueron compilado en la forma en la cual las tenemos ahora en el Pentateuco.
La crítica de las fuentes “asume que la producción de la Escritura fue históricamente condicionada no solo por el hecho de que tiene documentos combinados con una historia anterior a la propia, sino también que amplios movimientos en la vida humana han influenciado sus contenidos”[3]. Usar el método crítico de las fuentes implica, por ejemplo, que no es apropiado usar Génesis 1 para interpretar Génesis 1, o viceversa, debido a que provienen de fuentes diferentes que surgieron de contextos sociales diferentes basándose en diferentes motivos teológicos. De esta manera, tenemos dos relatos de la creación contradictorios que no puede ser armonizados apropiadamente.
Crítica de Forma
La crítica de forma fue introducida al estudio bíblico-crítico por Herman Gunkel a principios del siglo veinte. Fue desarrollado primero en la literatura secular por los hermanos Grimm en el inicio del siglo diecinueve en un intento para entender la literatura folclórica alemana. Hermann Gunkel sintió que los métodos que ellos usaron era adecuados, viendo que el libro de Génesis y los Salmos eran literatura folclórica. Interesantemente, la crítica de forma de los hermanos Grimm ya no es aplicada a la literatura folclórica alemana porque es vista por los folcloristas como inadecuada.
La crítica de la forma intenta clasificar las unidades de material escrito u oral en su relación a un contexto sociológico hipotético del cual podrían haber surgido dentro de la vida de la comunidad. Se asume que el estilo y la estructura literaria (por ejemplo, la forma de una carta) y el contenido de una unidad de literatura existe por una razón de un motivo y contexto sociológico particular. La crítica de la forma intenta reconstruir ese motivo y contexto. La crítica de la forma acepta la obra de la crítica de la fuente pero elabora al decir que cada una de esas fuentes están compuestas a su vez por unidades más pequeñas de literatura que evolucionó en diferentes contextos de vida. “La crítica de la forma presupone que, incluso inadvertidamente, todos los israelitas durante muchos siglos contribuyeron a la realización de la Biblia; que simplemente fue un resultado de tener una existencia comunal como israelitas”[4].
Crítica de la Tradición
La crítica acepta los resultados de la crítica de la fuente y la crítica de la forma, pero intenta ubicar el énfasis en la historia de una unidad de literatura (los primeros críticos de la forma combinaban ambos trabajos). La crítica de la tradición intenta rastrear el proceso por el cual una pieza de literatura se movió de etapa a etapa hasta que alcanzó su forma final. La crítica de la tradición, de esta manera, intenta estudiar la larga historia que yace bajo una perícopa dentro de nuestra Biblia actual. En el Pentateuco, por ejemplo, la crítica de la tradición puede pensar en términos de pequeñas unidades de literatura que se produjeron dentro de diversas culturas bajo contextos sociales específicos (Sitz in Lebem). Como estas tradiciones o unidades de literatura pasan de generación en generación, son transformadas dentro de nuevo contextos sociales, y mientras las culturas de mezclan, también lo hacen las tradiciones. De esta manera, la unidad de literatura que aparecen en nuestra Biblia actual resultó de fusionar tradiciones que fueron transformadas dentro de cada contexto de vida. Si un predicador debe interpretar correctamente la Biblia como base para sus sermones (de acuerdo al crítico de la tradición) es necesario que determine la historia de la tradición que yace bajo el texto actual para determinar los diversos contextos de vida dentro del cual esta tradición fue transmitida, y aislar estos aspectos que provienen de diferentes contextos de vida. Solo basándose en esto él puede entender el contexto histórico del texto, y de esta manera, interpretarlo correctamente para que pueda comprender su significado apropiado para nuestra generación contemporánea. La Biblia debe ser interpretada históricamente. “La crítica de tradición asume que toda la comunidad en todas las expresiones de su existencia, participaron al darle una forma a la tradición y pasarla de generación en generación”[5].
La crítica de redacción
La crítica de la redacción se basa en los métodos de la crítica de la fuente, la forma y la tradición; sin embargo, cada uno de estos métodos asume que el redactor final (generalmente se piensa que fue una escuela de pensamiento en vez de un individuo), quien juntó los materiales, lo hizo basándose en el material sobre el tema sin ningún tema motivo o contexto social particular. El crítico de la redacción, en contraste, afirma que la obra editorial final se llevó a cabo mediante un individuo o escuela de pensamiento trabajando como un autor dentro de su propio derecho. De esta manera, se intenta descubrir y describir el contexto de vida, los temas teológicos, y los motivos que determinaron las bases sobre las cuales el redactor seleccionó, modificó y formó los materiales en su forma final. Debemos prestar atención a que el concepto de la Sra. White de los escritores bíblicos, cada uno escribiendo con su propio énfasis, es radicalmente diferente de la crítica de redacción que asume que el compilador final del documento fue en sí mismo un autor trabajando dentro de y condicionado por un contexto sociopolítico-económico-religioso específico, la base sobre la cual él modificó, reestructuró, editó, alteró y agregó los materiales para hacerles decir lo que era apropiado dentro del nuevo contexto social de acuerdo a los nuevos motivos teológicos. De esta manera, la comunidad mateana produjo estos materiales dentro de una cultura palestina; la comunidad lucana dentro de una cultura helenística, y la markeana dentro de una cultura romana. Las tradiciones acerca de Jesús fueron recogidas, interpretadas y modificadas de acuerdo a estas diversas culturas. Para tener un dicho autoritativo como base para una acción de la iglesia, palabras fueron puestas en la boca de Jesús para que la iglesia pudiera confiadamente enfrentar su situación contemporánea. La meta del crítico bíblico, es algo así como revisar el proceso de compilación, interpretación y modificación, intentado comprender estos diversos aspectos dentro de su contexto cultural particular, con el propósito de llegar finalmente al “Jesús histórico”. Para poder hacer esto es necesario remover todo lo que pude ser provocado por la cultura palestina, helenística o romana. Una vez que el crítico ha llegado al mínimo críticamente asegurado, tal como algunos especialistas argumentan, es posible reintroducir ítems que son consistentes con este mínimo críticamente asegurado, pero que también puede ser provocado por la cultura contemporánea. Después de todo, los especialistas dicen, es posible que Jesús dice algo que puede haber sido dicho por alguien viviendo dentro de un contexto palestino.
Un procedimiento tal finalmente implica que no es apropiado usar Mateo para interpretar a Marcos o a Lucas, y ciertamente no para interpretar a Pablo, viendo que no es apropiado usar a un autor que escribió en un contexto de vida para interpretar a otro autor que vivió en otro contexto de vida. De esta manera, no es apropiado usar el método de versículo prueba (una pantalla para el concepto de que la Biblia es su propia intérprete). Cada autor debe ser interpretado por sí solo, independientemente de otros, y su teología particular debe ser contrastada con la de otros escritores bíblicos. Solo después de que las diferencias radicales han sido eliminadas (que son explicadas por el contexto cultural de vida), es posible arribar al kerygma (los límites del cual varían de erudito a erudito). ¿Alguna duda de por qué algunos estudiantes entrenados con este método les parece difícil predicar de la Biblia? ¡Se necesita ser un erudito para estar seguro de la probabilidad de que Jesús realmente dijo un determinado párrafo o idea!
Resumen y Crítica
Los métodos bíblicos-críticos son un intento de aplicar en la Escritura los métodos literarios contemporáneos usados para el estudio de documentos antiguos y literatura folclórica. Se impone un método externo sobre la Escritura. Aunque hay varias similitudes con los métodos que surgen de la Escritura, pero debido a los contextos muy diferentes del cual surgen, estas similitudes son más en apariencia que en realidad. Siempre ha habido intérpretes dentro de la historia del Cristianismo que han indica la necesidad de entender el tipo de literatura bajo consideración (por ejemplo, la parábola, la tipología, et; sin embargo, esta consideración es bastante diferente de la crítica de forma que intenta analizar el género (el tipo de literatura) y el contenido de la literatura basándose en el contexto social que lo produjo.
Elena de White en varias ocasiones, nos advierte en contra de esta clase de procedimiento que fueron descritos. Presten atención a lo siguiente:
“Las amonestaciones de la Palabra de Dios respecto a los peligros que rodean a la iglesia cristiana, son para nosotros hoy. Como en los días de los apóstoles, los hombres intentan, por medio de tradiciones y filosofías, destruir la fe en las Escrituras. Así hoy, por los complacientes conceptos de la “alta crítica,” evolución, espiritismo, teosofía y panteísmo, el enemigo de la justicia está procurando llevar a las almas por caminos prohibidos. Para muchos, la Biblia es una lámpara sin aceite, porque han dirigido sus mentes hacia canales de creencias especulativas que traen falsos conceptos y confusión. La obra de la “alta crítica” al criticar, conjeturar y reconstruir, está destruyendo la fe en la Biblia como revelación divina. Está privando a la Palabra de Dios del poder de guiar, levantar e inspirar las vidas humanas. Por el espiritismo, multitudes son inducidas a pensar que el deseo es la mayor ley, que la licencia es libertad y que el hombre es responsable únicamente de sí mismo y ante sí mismo.”[6]
La crítica histórica y la crítica de la fuente eran métodos bien desarrollados en el momento en que esta declaración fue escrita. La crítica de la tradición no estaba aún plenamente desarrollada tal como se describe en este documento. Los principios que Elena de White describe de conjeturar, desmembrar y reconstruir el texto se aplica a todos los procedimientos histórico-críticos; sin embargo, es más fácil ilustrar con la crítica de la tradición. La crítica de la tradición primero que todo desmiembra el texto en varios componentes. Luego se conjetura un Sitz im Leben para cada uno de estos componentes, y luego se reconstruye el texto basándose en los hipotéticos diversos contextos de vida. Elena de White aún habla sobre la cuestión de la validad del uso de estos métodos dentro de la Iglesia Adventista.
Autor: E. Edward Zine | Biblical Research Institute of the General Conference of the Seventh-Day Adventist Church | Traducido por Eric Richter para DA
Referencias