“Yo soy rico, y de ninguna cosa tengo necesidad”
La mayor necesidad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy, no es más dinero, ni presupuestos más grandes, ni más edificios, ni más instituciones, ni más construcciones. No es incluso más cruzadas evangelísticas. Lo que nosotros como miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) necesitamos es: ser salvos de nuestros pecados. Dios no está esperando que haya más tormentas, más furor político, más guerras y rumores de guerras antes de que Jesús pueda venir. Él está esperando por Su pueblo, para que gane la victoria sobre el pecado, de tal manera que les pueda confiar el cielo. Jesús vino ‘a salvar a su pueblo de sus pecados’; a ¡ayudarnos a ser vencedores!
Esas palabras fueron emitidas por Robert H. Pierson, ex presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día. Leer ese párrafo hoy, 3 de Julio, es impactante y mas que eso alentador, impactante porque Pierson tiene toda la razón, aún después de tanto tiempo se puede aplicar hoy y alentador porque hoy ha llegado la salvación, hoy la palabra te dice: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: “Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones,…” (Hebreos 3:7, 8). Hoy hay tiempo para entregarnos a Jesús entera y completamente.
Sin duda alguna como adventistas somos un pueblo privilegiado, tenemos mucha verdad, o mejor dicho, Dios en su misericordia nos ha confiado verdades eternas para compartir con el mundo pero, ¿qué sucede cuando el mensaje es divino y el mensajero cree que con solo tener ese mensaje no necesita de Cristo? ¿Qué sucede cuando creo que el mensaje es quien me salva y con solo saberlo no necesito de Cristo?
En mi inicio en mi amada (IASD), siempre recordaré cuando un pastor preguntó cuánto estaban seguros de su salvación, casi nadie levantó la mano, incluyéndome, luego con el tiempo, hicieron la misma pregunta profesores y hasta en libros llegué a leer encuestas sobre el tema. Sin embargo, como nos jactamos de guardar el sábado, como sin vacilar levantamos las manos cuando se nos pregunta si guardamos todos los Mandamientos. No solo eso, le decimos a nuestros hermanos de otras denominaciones, a veces con amor, en otras ocasiones no, que se perderán en el infierno por no observar el sábado. En lo personal no hay marco de discusión para saber por medio de la Palabra que la Ley de Dios está vigente, incluyendo el Cuarto Mandamiento, el sábado.
Te ha pasado o te ha preguntado lo siguiente: ¿por qué conoces la Biblia de tapa a tapa pero, no puedes llevar un alma a los pies del Maestro? ¿qué hace la Biblia por nosotros? Nos santifica según Juan 17:17, ahora, ¿lo permitimos? ¿Solo somos oidores de la Palabra y no hacedores? En Santiago 1:22 leemos: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” Santiago dice que nos engañamos a nosotros mismo cuando solo ejercemos una parte, la de oidores y no también la de hacedores. Y es interesante que el mensaje a la iglesia de Laodicea nos dice que no sabemos nada realmente sobre nuestra condición, o sea, que estamos engañados, que vivimos engañados y no lo sabemos.
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (Apoc. 3:17)
Mis amados adventista, ese texto deberíamos leerlo hacia nosotros: “Dr. Pancho, Gajardo, Joe, Víctor, Galvin Misael, Etc… tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. El Comentario Bíblico Adventista (CBA) dice con relación a Apoc. 3:17: “La figura del agua tibia prosigue hasta su lógica conclusión… Esta agua desagrada, produce náuseas; el que la bebe casi involuntariamente vomita.” (CBA Tomo 7, p.777).
“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se lisonjean de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y severo no puedeser un error porquees el Testigo Fiel el quehabla y su testimonio debe ser correcto.” (Joyas de los testimonios, Tomo 1, págs. 327, 328)
¿Qué eres, caliente, frío o tibio?
¿Hace cuánto tiempo no nos hemos mirados de adentro hacia fuera, hace cuánto tiempo no hemos escudriñado nuestros corazones? ¿hace cuánto tiempo no hemos hecho una confesión genuina y de todo corazón a Dios a través de Jesús? ¿Por qué esperar que algo grande y malo nos pase en nuestras vidas para actuar de tal manera? Personalmente creo que en la condición que nos encontramos todos lo sabemos, lo que sucede es que, estamos tan confiado al YO, al YO lo sé, al YO guardo el sábado, al YO voy a la iglesia, al YO tengo 10, 15 años en la iglesia, que creemos que eso nos salvará. La Palabra dice: “…sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” (Hebreos 9:22) Como dice el himno: Sólo de Jesús la sangre. Sólo la sangre de Cristo fue derramada para remisión de nuestros pecados.
Hermanos, necesitamos hoy más que nunca escudriñar nuestros corazones, necesitamos examinarnos, de nada vale una excelente vida cristiana externamente, si interiormente estamos vacíos de Cristo. Si fuera así, los fariseos fueran los primeros en entrar al cielo. La historia de éste mundo está llegando a su final, para presentarles a Cristo a los demás, debemos conocerlos, no podemos presentar a alguien que no conocemos, no vamos a entrar al cielo si no conocemos al Maestro, si no vivimos el ejemplo que él nos dejó a través de su ministerio terrenal.