Tiempo de guardar
Para toda actividad fundamental, Dios ya ha establecido el tiempo preciso y adecuado en que debe ser efectuado, todo importante anhelo ya tiene un tiempo apropiado para su realización, pues así lo expresa Salomón en Eclesiastés 3:1…
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.
Hay un tiempo oportuno e incluso existe una hora apropiada para todo lo que se quiera hacer en este mundo, por este motivo las Sagradas Escrituras nos recomiendan que realicemos cada actividad en el tiempo que Dios ha determinado para ello, tal y como lo enfatiza nuevamente Eclesiastés 3:17…
“Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”.
El término “tiempo” puede hacer referencia a una época, a una fecha, a un día o a un número determinado de horas; en este contexto, el mismo libro de Eclesiastés revela que Dios estableció un tiempo especial que tiene un profundo significativo espiritual, este tiempo es presentado en el versículo 6 del mismo capítulo 3:
“... Tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar…” Eclesiastés 3:6.
Según este versículo, al ser humano se le fijó un “tiempo de guardar”, el deber de guardar un tiempo específico forma parte esencial de la verdadera adoración y cumple un rol protagónico dentro del gran conflicto espiritual entre el bien y el mal.
¿Cuál es el tiempo que Dios ordena guardar?
Así dijo Jehová: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salvación para venir, y mi justicia para manifestarse. Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el sábado para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. (Isaías 56:1-2)
El sábado es el “tiempo de guardar”, es el día que todo hombre debe guardar para no profanarlo y precisamente, guardar el sábado implica no profanarlo, profanar es tratar como ordinario o común aquello que en realidad es santo o sagrado y según lo expresa la cita presentada, el sábado no debe ser profanado porque no es un día común.
¿Qué clase de día es el sábado?
El sábado no es un día ordinario, desde la fundación del mundo, Dios estableció una clara diferencia entre los días, los primeros seis días de la semana los determinó como días ordinarios, en cambio, solo al séptimo día lo instituyó como día santo y por este motivo, en el sábado realizó tres acciones significativas: “reposó el día séptimo”, lo “bendijo” “y lo santificó”, pues así lo registra Génesis 2:2-3...
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
El séptimo día debe dedicarse únicamente al servicio de Dios, este día no puede ser destinado al trabajo común, ya que las ocupaciones habituales solo corresponde efectuarlas durante los seis días comunes de la semana, esta identificación del sábado como día santo y su condición de consagración a Jehová nuevamente es explicado en Éxodo 16:22-23…
En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés. Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana.
Hasta el sexto día se debe dejar listo todo lo relacionado al hogar, debe quedar limpia la casa, planchada la ropa y cocinados los alimentos; al hacerlo de esta manera, el cristiano le otorga el verdadero sentido de santidad al sábado, porque no va estar distraído ni preocupado en los ocupaciones comunes de la vida, sino que en el séptimo día va estar consagrado a Jehová.
¿Cómo se debe guardar el sábado?
Era día de la preparación, y estaba para comenzar el sábado. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el sábado, conforme al mandamiento. (Lucas 23:54-56)
El sábado hay que guardarlo “conforme al mandamiento”, con esta declaración el Nuevo Testamento revela que el deber de guardar el sábado fue promulgado por Dios mediante uno de los mandamientos de su sagrada Ley, el mismo que establece una clara distinción entre el sábado y los seis días comunes de trabajo, pues así lo expresa Éxodo 20:8-11...
Acuérdate del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es de reposo para Jehová, tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó.
Este cuarto mandamiento promulga lo que el ser humano debe hacer en la semana y así como Dios realizó su obra de creación en seis días y el séptimo día reposó “y lo santificó”, de igual manera el ser humano debe trabajar durante los seis días comunes y el séptimo día debe santificarlo para Jehová su Dios.
¿Cuál es la principal actividad que se debe realizar en el sábado?
Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová. (Isaías 66:22-23)
Adorar a Jehová es la actividad principal que se debe realizar en el séptimo día y esta condición del sábado como día especial de adoración nunca va a cambiar o terminar, porque incluso en los cielos nuevos y en la tierra nueva, el sábado seguirá siendo el día que todos los seres del universo vendrán para adorar a Dios, esto demuestra que la institución del sábado forma parte esencial de la verdadera y eterna adoración.
¿Qué otro tipo de actividad es lícito realizar en sábado?
Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en sábado? Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en sábado. (Mateo 12:9-12)
Si la observancia del sábado habría de quedar abolida con la muerte del Mesías, entonces Jesús mismo así lo habría anticipado y ya no hubiera discutido sobre lo que es lícito hacer en este día, sin embargo, la realidad es que el Salvador sí le dio una importancia sagrada a este día, porque explicó lo que es lícito hacer en sábado y así demostró que el sábado debía seguirse observándolo aún después de su propia muerte.
Dios santificó el sábado para que sea un día de bendición para el hombre, por consiguiente, sanar a un enfermo, aliviar sus dolencias, compartir alimento con los hambrientos, visitar a los huérfanos o ancianos y en definitiva, toda obra de misericordia es lícito hacerla en sábado, porque está en armonía con el auténtico sentido restaurador del cuarto mandamiento de la Ley divina.
Un principio celestial
Como ya se lo comprobó, esta distinción entre el tiempo santo y el tiempo común, fue fijada o predeterminada por el Creador desde el inicio de nuestro mundo y tiene su fundamento en un principio que se encuentra expresado en Hechos 17:26-27...
Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
Es Dios quien prefijó “el orden de los tiempos”, fue él quien creó el tiempo ordenado en horas, días, meses y años, fue él quien determinó seis días para el trabajo común y el séptimo día para la adoración y como se indica en la cita, todo esto lo hizo en base al elevado principio del orden.
El orden es uno de los fundamentos del gobierno divino, el orden genera armonía y plenitud, toda administración y toda iniciativa aprobada por Dios, será regida por este indispensable principio celestial, pues así lo declara 1 Corintios 14:40...
“Pero hágase todo decentemente y con orden”.
Hoy en día, erróneamente se cree que Dios no le da importancia al día que se guarda, se supone y hasta se enseña que cada persona puede decidir qué día lo consagra a Dios, sin embargo, cuando se ignora la santificación del sábado o se intenta transferir su santidad a otro día, no solo se viola el cuarto mandamiento de la Ley, sino que también se rechaza el principio del orden prefijado de los tiempos, lo cual se constituye en una forma de rebelión en contra del gobierno y la autoridad divina.
En cuanto al día idóneo de adoración, el hombre debe regirse estrictamente al cuarto mandamiento de la Ley divina, en este aspecto nadie debe actuar en base a su criterio particular, ni tiene autorización para hacer lo que bien le parezca, pues así lo advierte rotundamente Deuteronomio 12:8...
“No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece”.
Si “cada uno” guardara el día que “bien le parece”, esto significaría que cada persona adoraría según su conveniencia personal y cuando así lo prefiera ya no lo hará, esta situación rebaja el sentido sagrado de la adoración y abre la puerta al desorden y la confusión.
La obediencia al mandamiento del sábado y a todos los 10 mandamientos, es de trascendental importancia y por esta razón, no ha sido dejado al criterio de cada uno, el deber del hombre es cumplir estrictamente todo lo que Dios ha ordenado en su sagrada Ley, de ello no se puede añadir ni disminuir absolutamente nada, tal y como lo estipula Deuteronomio 4:2...
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno”.
En el Nuevo Testamento repetidamente se explica el significado espiritual del día sábado y un ejemplo de ello lo encontramos en el capítulo 4 de Hebreos, en donde se describe al séptimo día de la siguiente manera:
“Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día”. (Hebreos 4:4)
El sábado es el día en que Dios reposó “de todas sus obras”, este versículo así lo afirma, sin embargo, también explica que esta verdad ya fue dicha “en cierto lugar”, es decir, fundamenta su explicación en una declaración que ya fue expresada en otro lugar y por este motivo nos preguntamos:
¿En qué otro lugar se dijo que Dios reposó de todas sus obras en el séptimo día?
La cita a la cual se refiere Hebreos y en donde ya se dijo que Dios reposó en el séptimo día, es precisamente Génesis 2:2-3...
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. (Génesis 2:2-3)
Si Hebreos 4 se respalda en lo que Génesis declara sobre el séptimo día, es porque el Nuevo Testamento reconoce la santidad original del sábado y así ratifica que el séptimo día ha sido y sigue siendo el único y verdadero día de reposo.
Y para aclarar que este reposo no ha sido abolido, Hebreos 4 recalca que el reposo del sábado “queda” vigente “para el pueblo de Dios”, porque quien entra en el verdadero reposo espiritual, “también” reposa “de sus obras”, así “como Dios” reposó “de las suyas” en el séptimo día, pues así lo declara en los versículos 9 y 10:
“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas”. (Hebreos 4:9-10)
Finalmente y refiriéndose al sagrado reposo del sábado, Hebreos 4 nos ordena que entremos “en aquel reposo”, porque todo aquel que siga transgrediendo el mandamiento del sábado, estará cayendo “en semejante ejemplo de desobediencia”, pues así lo advierte en el versículo 11:
“Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” Hebreos 4:11.
Se me mostró que todo el cielo contemplaba y observaba durante el sábado a los que reconocen los requerimientos del cuarto mandamiento y guardan el sábado. Los ángeles tomaban nota de su interés en la institución divina y su alta consideración por ella. Los que santificaban al Señor Dios en su corazón por una actitud estrictamente devocional, y procuraban aprovechar las horas sagradas observando el sábado lo mejor posible y honrar a Dios llamando delicias al sábado, eran especialmente bendecidos de los ángeles con luz y salud y recibían fuerza especial. Pero, por otro lado, los ángeles se apartaban de aquellos que no apreciaban el carácter sagrado del día santificado de Dios, y les quitaban su luz y su fuerza. Los vi cubiertos de una nube, abatidos y con frecuencia tristes. Sentían la falta del Espíritu de Dios. [Joyas de los Testimonios, Tomo 1, página 289].
Autor: Pablo Muñoz, Ecuador