Plagio: ¿Explicaciones alternativas?
Las acusaciones de plagio a menudo vuelan cuando se nota similitudes de expresiones entre dos autores. Esto fue lo que sucedió a fines de la década de 1970 cuando Walter Rea descubrió similitudes en los escritos de Elena de White y escritores que la precedieron sobre el tema de la vida de Cristo. En este artículo examinaremos algunas maneras en que una persona puede duplicar las palabras de otros sin que esto sea plagio.
¿Cómo sabemos si pasajes similares están relacionados entre sí? [1]
“En dos novelas publicadas por dos editoriales diferentes y emitidas en casi la misma fecha hay dos párrafos que eran casi exactamente idénticos no solo en significado, sino en fraseología y en referencia”.[2]
Una estrofa de un poema publicado en mayo de 1900 era igual a la de un poema no publicado escrito en enero de 1899.[3] Una escritora confrontó a un crítico que la acusaba de “tomar prestado” el título de un poema para uno suyo propio. El poema de la escritora había sido publicado años antes del supuesto original. Aun así, “no solo los poemas tenían un título idéntico -ese título consistía en una frase clave, una oración completa, repetida constantemente- sino que su extensión era la misma y su ritmo, que era muy irregular, también era idéntico. El crítico estaba impactado”.[4]
¿Cómo es esto posible? A menudo dos personas llegan a conclusiones sorprendentemente similares sin haber colaborado entre ellas.
“El descubrimiento que tu descubrimiento ya ha sido descubierto es sorprendentemente común, dice Stephen Stigler… hay una anécdota acerca de Larry Shepp, un famoso matemático de la Universidad de Rutgers. Cuando se le dijo que una parte de su trabajo que él pensó que era un descubrimiento en realidad era la repetición del trabajo pionero de otro matemático, el Dr. Shepp respondió: “Si, pero cuando yo lo descubrí, permaneció descubierto”.[5]
“Hus y Wycliffe parecen ilustrar el fenómeno de una idea que se desarrolla en dos mentes de manera parecida hasta llegar a resultados que son sorprendentemente similar. Esto es lo un ejemplo de “plagio inconsciente”.[6]
Criptomnesia: plagio inconsciente
Para un individuo que es un lector ávido y que tiene el hábito de escribir a menudo, es una cuestión seria si algo que ha escrito es completamente original o si la ayuda de su mente subjetiva que repentinamente se interpone con su conocimiento almacenado, le proporciona las palabras y pensamientos necesarios desde el inconsciente. Y cuanto más lo piensa e intenta recordar, más difícil es estar seguro.
Y el mismo estado de un escritor absorto y dedicado ayuda al plagio inconsciente, porque se vuelve tan absorto en su trabajo que su mente se vuelve inconsciente de sus alrededores, haciendo así que sea más fácil que su inconsciente se interponga con sus ayudas memorísticas, sin que importe la tormenta de crítica o el grito de plagio que el acto pueda implicar.[7]
Los investigadores Marsh, Landau y Hicks llevaron a cabo un estudio mostrando que el “recuerdo de información y la acreditación de su fuente original pueden sr actos cognitivos separados”.[8]
Alan S. Brown y Hildy W. Halliday han notado que “incidentes dramáticos y serios de criptomnesia si existen”.[9] Jung “menciona que pasaron 20 años entre el momento en que Nietzche escuchó un relato folclórico hasta que la utilizó en una novela”. Helen Keller escuchó una historia y tres años más tarde la escribió como si fuera propia; Freud escuchó a un amigo hablar acerca de una teoría y, dos años más tarde, “inadvertidamente afirmó que esa idea era suya”.[10]
Los autores Brown y Murphy mencionan a un hombre llamado Daniels, quien se describió a sí mismo diciendo: “tengo una extraordinaria habilidad para recordar información cuando deseo hacerlo, pero nunca me di cuenta antes que lo hacía inconscientemente”.[11] (Un periodista, que escuchó una presentación de Ellen G. White que estaba “combinada con hechos instructivos… que ella había reunida en su reciente visita a tierras extranjeras”, llamó la atención a su “destacable memoria para detalles”).[12] Hutcheon concluye, “la crítica literaria ha sido bastante más lenta que la teoría literaria para reconocer el rol de estos otros factores”.[13]
Evidencia de la independencia de pensamiento de Elena de White
Las similitudes no son el panorama completo. “Notar similitudes es solo el primer paso en el estudio de las relaciones literarias. Uno debe también catalogar las diferencias, y luego, incluso más importante, preguntar cómo uso el segundo autor la obra del primer autor. A pesar del hecho que ella [Elena G. de White] utilizó a Melvill, sus escritos son mucho más que una repetición de sus enseñanzas”.[14]
Dado que Elena G. de White había escrito “la mayoría de las ideas que son comunes a ella y al Dr. Stowe en un tiempo anterior a la escritura de” su Manuscrito 24 de 1886, y debido a que “hay diferencias significativas entre las teorías de revelación presentadas por el Dr. Stowe y la Sra. White”, ella no estaba “apropiándose de las ideas de otro hombre”.[15]
Pensemos en sus préstamos literarios de Conybeare y Howson. Después de hacer un “estudio paralelo de los Sketches from the Life of Paul [Bosquejos de la Vida de Pablo] de Elena de White y Life and Epistles of St. Paul” [Vida y Epístolas de San Pablo] de Conybeare y Howson”, Denis Fortin dice:
“nosotros… [encontramos] evidencia de que Elena de White si obtuvo algunos materiales de estos dos autores. Sin embargo, debemos reconocer que sus préstamos no fueron hechos de una manera mecánica. Ella tomó prestada información geográfica, arqueológica e histórica para suplementar sus pensamientos y descripciones de los eventos que estaba describiendo. A veces ella parafrasea libremente lo que estaba tomando prestado, en otras ocasiones las paráfrasis son más sustanciales, incluso en otros momentos los pasajes son copiados casi palabra por palabra, o siguiendo la misma línea de pensamiento. Aun así, también es evidente que ella copió lo que necesitaba y dejó de lado lo que no encajaba con su pensamiento. Un hecho notable de este estudio comparativo es el hecho de que largas secciones de los capítulos de Elena de White no son mencionados porque no contienen ningún paralelo con Conybeare y Howson. Además, uno debe notar que Elena de White a menudo reacomodó los pensamientos y líneas generales de Conybeare y Hoowson, incluso tomó materiales de diferentes páginas y capítulos y los ordenó a su propia manera. La mayoría de los estudiantes que realizan una investigación no se toman el tiempo de rehacer los pensamientos y la estructura de otra persona a ese nivel. Este estudio demuestra que Elena de White sabía lo que estaba copiando y no copió información mecánicamente, simplemente para llenar una página. Ella interactuó con el material, lo que me indica que ella no estaba cometiendo plagio”.[16]
Ha habido acusaciones de que Elena G. de White redactó varios capítulos de sus libros a partir del libro Night Scenes in the Bible [Escenas nocturnas en la Biblia] de Daniel March.[17] El libro de los Drs. Brand y McMahon, The Prophet and Her Critics [La Profeta y sus Críticos], muestra que Elena G. de White fue mucho menos dependiente del libro de March en Profetas y Reyes de lo que los críticos afirman.[18]
Aunque tenemos que estar de acuerdo con Douglas Hackleman de que el 2,6 por ciento de la dependencia literaria en el estudio de Cottrell y Specht acerca de El Deseado de Todas las Gentes es bajo debido a que está basado en solo la obra de William Hanna, la afirmación de que el 80 o 90 por ciento de los escritos de Elena G. de White fueron copiados es descabelladamente exagerado.[19] El Proyecto Veltman, que fue establecido para encontrar cualquier dependencia literaria, investigó más de 500 obras en busca de posibles fuentes y documentó solo un 31 por ciento de oraciones con posible dependencia literaria para los capítulos representativos en el estudio. Sin contar las citas de la Escritura, eso significaría que el 61 por ciento de las oraciones en esos capítulos en El Deseado de Todas las Gentes eran independientes.
Un estudio reciente de Jean Zurcher cita ocho casos en que Elena de White está en lo correcto al describir a valdenses y albigenses, a pesar de la acusación de que ella estaba simplemente copiando información de historiadores desinformados.[20] Albert Reville explica por qué ella contradice a ciertos historiadores:
Estamos limitados a las descripciones dadas por adversarios, por algunos apóstatas y a las deposiciones reunidas por los tribunales de la inquisición. Algunas son descabelladas, otras sospechosas, así que debemos estar prevenidos especialmente de la tendencia de estos jueces o de estos historiadores, igual de prejuiciados, que presentan como dogmas directos o como creencias profesadas por los cátaros muchas excentricidades ridículas o repulsivas que solo son las consecuencias reales o supuestas de los principios admitidos por ellos. Nada es más engañoso que un método como este.[21]
Los préstamos literarios no son un argumento contra la inspiración
¿Estaba Walter Rea justificado en su reacción ante las similitudes de El Deseado de Todas las Gentes a otros escritos sobre la vida de Cristo? Alden Thompson analiza a Rea y observa:
Los eruditos bíblicos observarán paralelos fascinantes entre la reacción de Rea a su información y la reacción del siglo XIX al estudio “crítico” de la Biblia. En el siglo XIX, la reacción inicial al descubrimiento de que los escritores bíblicos utilizaron fuentes fue violenta. Solo después de muchas décadas fue posible que el consenso erudito enfatizara el producto terminado como mucho más significativo que los pedazos y las partes que lo componen. Como parte de este interés con el producto terminado, los eruditos bíblicos actuales enfatizan la importancia de lo que el autor añadió y eliminó (crítica de la redacción). Rea revela su falta de conocimiento de métodos modernos de investigación cuando exclama en evidente incredulidad que los defensores de Elena de White están descubriendo lo importante que es estudiar “lo que ella no incluyó cuando copió”.[22]
La inspiración no puede ser determinada simplemente por los porcentajes de material copiado y no copiado en un articulo o libro dado. La revista Ministerio Adventista, en un comentario bien investigado, presenta el siguiente punto:
La cantidad de material copiado no es la cuestión más importante… Un paralelo útil se encuentra en la relación que los Evangelios tienen entre sí. Más del 90 por ciento del Evangelio de Marcos se encuentra en pasajes paralelos en Mateo y Lucas. A pesar de esto, los eruditos bíblicos críticos contemporáneos están llegando gradualmente a la conclusión de que, aunque Mateo, Marcos y Lucas utilizaron materiales comunes, cada uno fue un autor distinto por su propia cuenta. De esta manera, incluso la “alta crítica” tiene un enfoque más analítico al estudio de las fuentes literarias que el libro The White Lie.
En una ocasión, en la infancia de la “crítica de las fuentes” la alta crítica pensaba que los escritos de los Evangelios no eran más que plagiadores que “cortaban y pegaban”. Ahora los eruditos críticos se dieron cuenta que los estudios literarios no pueden ser completados hasta que se deje de catalogar pasajes paralelos para concentrase en la cuestión más importantes de cómo el material copiado fue usado por cada autor para producir sus propias declaraciones únicas.[23]
“Si los autores inspirados de la Escritura podían “tomar prestado”, ¿cómo puede ser que los préstamos literarios de Elena de White sean un argumento en contra de su inspiración?”.[24]
El comentario de Peterson es significativo:
El plagio es un término técnico específico que simplemente no aplica en el caso de la Sra. White… Cualquier especialista literario puede decirnos que el “estudio de las fuentes” es una de las tareas más traicioneras de realizar, porque simplemente establecer una similitud -incluso una similitud evidente- entre dos textos literarios no es evidencia suficiente de copia. Primero uno debe demostrar (1) que el texto B fue escrito después de la publicación del texto A (la supuesta “fuente”), (b) que el autor del texto B puede haber tenido acceso al texto A, y (c) que las ideas o incluso el lenguaje del texto A no se han convertido en lo suficientemente comunes como para ser la propiedad literaria común de la época.[25]
Emitiendo un veredicto
Una demanda legal de violación del derecho de autor contra la Sra. White nunca podría haber tenido éxito. Aunque las producciones de la Sra. White pueden haber tenido semejanzas a otros escritos del mismo género, la evidencia amuestra que sus similitudes a menudo se deben a una dependencia mutua a la Escritura (que no tiene derecho de autor), que muchas de las palabras y frases que el Life of Christ Reseach Project [Proyecto de Investigación de la Vida de Cristo] determinó que son paralelos literarios de las “fuentes” son simplemente extensiones verbatim de sus propios escritos anteriores,[26] y que la cantidad de material que ella copió sin dar crédito no excede lo copiado por otros autores del mismo género.[27] Además, ella nunca fue amenazada con una demanda, aunque la acusación de plagio circuló durante su vida.
Autor: Kevin L. Morgan es pastor de las iglesias adventistas de Warrensville y Wilkesboro en North Carolina, EEUU |Este artículo fue publicado primero por la revista Ministry de octubre de 2007 bajo el título “Plagiarism: Alternate explanations?” | Traducido por Eric Richter
“Plagiarism: Alternate explanations?" by Kevin L. Morgan published in the October 2007 issue of Ministry. The article first appeared in the October 2007 issue of Ministry,® International Journal for Pastors, www.MinistryMagazine.org. Used by permission.
Referencias
Jeffrey H. Tigay, “On Evaluating Claims of Literary Borrowing,” disponible online en
http://ccat.sas.upenn.edu/jwst/borrow.htm. ↩︎A. W. Harrington, “Other Cases of Unconscious Plagiarism,” carta al editor del New York Times (20 de octubre de 1900): BR10. ↩︎
“Plagiarism,” New York Times (5 de enero de 1901): BR10. ↩︎
Sarah Jeanette Burke, “Other Cases of Unconscious Plagiarism,” carta al editor del New York Times (20 de octubre de 1900): BR10. ↩︎
Gina Kolata, “Pity the Scientist Who Discovers the Discovered,” (5 de febrero de 2006); disponible online en http://www.nytimes.com/2006/02/05/weekinreview/05kolata.html ↩︎
“John Hus and His Times,” New York Times (14 de Agosto de 1909): BR485. ↩︎
C. J. Greenleaf, “‘Plagiarism’ and Double Consciousness,” New York Times (9 de noviembre de 1907): BR720. ↩︎
Richard L. Marsh, Joshua D. Landau, y Jason L. Hicks, “Contributions of Inadequate Source Monitoring to Unconscious Plagiarism During Idea Generation,” Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition 23/4 (1997): 887. ↩︎
Alan S. Brown y Hildy E. Halliday, “Cryptomnesia and Source Memory Diffi culties,” American Journal of Psychology 104/4 (Winter 1991): 475. ↩︎
Brown and Halliday, 476. ↩︎
Alan S. Brown y Dana R. Murphy, “Cryptomnesia: Delineating Inadvertant Plagiarism,” Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition 15/3 (1989): 432–442. ↩︎
“Mrs. Ellen G. White’s Able Address. A Characteristic and Eloquent Discourse by This Remarkable
Lady,” Battle Creek Daily Journal, 5 de octubre de 1887. ↩︎Linda Hutcheon, “Literary Borrowing . . . and Stealing: Plagiarism, Sources, Influences, and Intertexts,” English Studies in Canada 12/2 (Junio de 1986): 229–39. ↩︎
Ron Graybill, Warren H. Johns, y Tim Poirier, “Henry Melvill and Ellen G. White: A Study of Literary and Theological Relationships,” (Ellen G. White Estate, mayo de 1982), iii. ↩︎
David Neff, “Ellen White’s Theological and Literary Indebtness to Calvin Stowe,” (revisado en 1979), 22. ↩︎
Denis Fortin, “Ellen G. White as a Writer: Case Studies in the Issue of Literary Borrowing,” disponible online en http://www.andrews.edu/~fortind/EGWWhite-Conybeare.htm. ↩︎
Por un análisis de su obra relacionada a El Deseado de Todas las Gentes, véase, http://dedication.www3.50megs.com/David/DA_18_march.html. ↩︎
Walter Rea, “The Paraphrasing Prophet,” http://www.ellenwhite.org/egw89.htm (Noviembre de 2005). ↩︎
Véase la afirmación en http://www.bible.ca/7-WhiteInspire.htm que es un “hecho absolutamente comprobado que White plagió el 80-90 por ciento” de sus escritos inspirados y la afirmación ambigua de Dirk Anderson: “Algunos estudios han sugerido que en algunas partes de sus escritos hasta el 90 por ciento de sus palabras fueron copiadas de otros”, en http://www.ellenwhite.org/myth1.htm está basado en la declaración de Walter Rea publicada en http://www.ellenwhite.org/rea/sop.htm. ↩︎
Jean Zurcher, “A Vindication of Ellen White as Historian,” Spectrum 16/3 (Agosto de 1985): 21–31. Disponible online en http://www.spectrummagazine.org/spectrum/archive16-20/16-3zurcher.pdf. ↩︎
Revue des Deux-des, 1 de mayo de 1874, citado por Deodet Roche, Le Catharisme, Vol. 1, 1973. En Zurcher, 30. ↩︎
Alden Thompson, “The Imperfect Speech of Inspiration,” reseña del libro de Walter Rea, The White Lie. Spectrum 12/4 (junio de 1982): 70. Disponible online en http://www.spectrummagazine.org/spectrum/archive11-15/12-4thompson.html. ↩︎
“The Truth About the White Lie,” apéndice de Ministry, 55:2 (agosto de 1982), 2. ↩︎
Alden Thompson, “Luke, A Plagiarist? ‘Are Adventists Afraid of Bible Study?’” reseña del libro de George Rice, Luke, A Plagiarist? Spectrum 16/1 (abril de 1985): 56–60; disponible online en http://www.spectrummagazine.org/spectrum/archive16-20/16-1thompson.pdf. Thompson también nota que en las páginas 60 y 61 que los análisis en dos columnas paralelas tienden a sobre-enfatizar las similitudes mientras minimizan o ignoran las diferencias. ↩︎
William S. Peterson, “Ellen White’s Literary Indebtedness,” Spectrum 3/4 (otoño de 1971): 78. Disponible online en http://www.spectrummagazine.org/spectrum/archive01-05/3-4peterson.pdf. ↩︎
“Solo se marcaron paralelos que mostraban una clara conexión verbal, incluyendo pararasis”. Ellen G. White Estate, “Ellen White’s Literary Sources: How Much Borrowing is There?” Disponible online en http://www.whiteestate.org/issues/parallel.html. Esta es la razón por la que el tomo 1 de Spiritual Gifts había sido pasado por alto. ↩︎
Alexander Lindey, Plagiarism and Originality (Harper & Brothers, 1952), 6. ↩︎