Los críticos posmodernos de la Biblia y la arqueología reciente
Desde los comienzos de la investigación arqueológica en el antiguo Cercano Oriente en 1799,[1] ninguna otra disciplina ha brindado más datos respecto de las personas, los lugares y los sucesos de la Biblia. El campo de trabajo de la arqueología abarca todo el planeta y busca entender las culturas y los estilos de vida de la antigüedad por medio de un estudio de los restos materiales del pasado. Sus resultados influyen tanto nuestro conocimiento de los orígenes como nuestra comprensión del presente. Este puente entre lo que fuimos y lo que hemos llegado a ser continúa fascinando a muchos con preguntas penetrantes: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Por qué estoy aquí?
Hoy, al ir desapareciendo el pensamiento modernista, el posmodernismo ha llegado a ser la base principal en la formación de una nueva cosmovisión.[2] Si bien por sus mismas premisas filosóficas esta corriente rechaza las definiciones, Os Guiness lo resume así: “Mientras el modernismo era un manifiesto de la confianza propia y la arrogancia humana, el posmodernismo es una confesión de modestia o incluso de desesperanza. No existe la verdad, sino sólo verdades. No existe una razón abarcante, sino razones. No existe una civilización privilegiada (o cultura, creencia, norma y estilo); sólo una multiplicidad de culturas, creencias, normas y estilos. No existe la justicia universal; sólo intereses que compiten entre sí”.[3]
“Esta desilusión con el modernismo proveniente de la Ilustración”, escribe desde Oxford el teólogo Alister McGrath, ha llevado a la filosofía a un lugar donde “la única verdad es que la verdad no existe”.[4] Esta premisa básica ha generado una reinterpretación radical de la Biblia y una actitud aun más crítica ante la historia bíblica.
Niels-Peter Lemche, de la Univer-sidad de Copenhague, afirma que los genuinos “datos históricos de la historia temprana de Israel no se hallan en la narrativa histórica del Antiguo Testamento”, por lo que “no es posible confiar en la historia bíblica del Israel primitivo”.[5] En otra colección de ensayos de reciente publicación, titulada Can A “History of Israel” Be Written?, Hans M. Barstad declara: “Si la verdad histórica (verificable) es nuestra única preocupación, la historia de Israel no sólo sería muy breve (abarcaría unas diez páginas), sino que también sería sumamente aburrida”.[6]
Uno podría descartar estos argumentos académicos y preguntarse qué impacto directo tienen sobre el pensamiento popular. Sin embargo, estas reinterpretaciones han figurado en los titulares de periódicos de gran divulgación. Un artículo del U.S. News and World Report se titula: “La pelea por la historia”.[7] Un libro popular de Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman titulado The Bible Unearthed, propone la interpretación revisionista del antiguo Israel, según la cual “la saga histórica contenida en la Biblia desde el encuentro de Abraham con Dios… hasta el surgimiento y la caída de los reinos de Israel y Judá no fue una revelación milagrosa, sino un deslumbrante producto de la imaginación humana”.[8] Muchos de los que leen estas interpretaciones enfrentan serios interrogantes sobre la validez histórica de la Biblia.[9] O, como lo expresa el título de un éxito editorial reciente: Is the Bible True?[10] Para el posmoderno, estas preguntas son cada vez más relevantes y, para el cristiano de convicciones bíblicas, resultan esenciales si quiere mantener sus creencias en un mundo cambiante.
William G. Dever, uno de los más famosos arqueólogos dedicados al Cercano Oriente, se refiere a estos ataques en un libro de reciente aparición titulado: What Did the Biblical Writers Know and When Did They Know It? “La ironía es que los más mortíferos ataques contra la Biblia y su veracidad, ya sea histórica o teológica, no provienen de sus enemigos tradicionales –ateos, escépticos, o ‘comunistas ateos’ tan temidos por los creyentes sino de los amigos bien intencionados de la Biblia”.[11]
La arqueología es una de las disciplinas que nos ayudan a defendernos del revisionismo posmoderno, gracias al esfuerzo de cientos de arqueólogos que trabajan cada año para revelar el pasado. Los descubrimientos de los últimos quince años han brindado argumentos convincentes que, apoyados por evidencias concretas, contrarrestan la crítica posmoderna. A continuación mencionaremos apenas algunos de ellos.
Personajes: David y Goliat
A través de las generaciones, el relato de David y Goliat ha captado la imaginación de los estudiantes de la Biblia. Es el relato de fe de un jovencito inerme que enfrenta al campeón filisteo armado. Es la historia de un ejército israelita que tiembla en el Valle de Ela mientras los filisteos se burlan de Dios. Cinco piedras contra un escudo de hierro, un yelmo y una espada. Pero ¿cuál es la historia detrás de la historia? ¿Existieron David y Goliat?
Philip Davies, profesor de estudios bíblicos en la Universidad de Sheffield, declaró en 1992: “El ‘imperio’ bíblico de David y Salomón aún no cuenta con el mínimo eco en los registros arqueológicos”.[12] Concluyó proponiendo que David y Salomón eran tan históricos como el Rey Arturo de la Mesa Redonda. Pero este argumento se basa en el silencio. Según Davies y otros investigadores posmodernos, los personajes y relatos de la Biblia deben tener una confirmación histórica, esto es, arqueológica. “A menos que se haga esto, no puede existir una base real para aducir que el ‘Israel’ bíblico posee alguna relación especial con la historia”.[13] En otras palabras, la Biblia es culpable hasta que sea probada inocente.[14] Pero tales argumentos son peligrosos para cualquier disciplina y, con cientos de arqueólogos que trabajan hoy en día en el Medio Oriente, puede ser devastador.
En 1993 los arqueólogos hicieron un notable hallazgo en Tel Dan, en el norte de Israel. Fuera de la puerta de la ciudad se halló una piedra de basalto que había sido reutilizada en el muro. Cuando uno de los asistentes dio vuelta la piedra, notó una inscripción. El responsable de la excavación junto con un lingüista publicaron más tarde el texto, que mencionaba la victoria del monarca arameo Ben Hadad, en el cual éste se jactaba de haber derrotado a la “casa de David” y a la “casa de Israel”. Tomando como base el tipo de escritura, la inscripción ha sido fechada alrededor del 850 a.C., y resulta significativa porque por vez primera se menciona la palabra David. Se utiliza aquí en el contexto de “la casa de David”, el nombre de la dinastía de Judá también utilizado en la Biblia (1 Reyes 12:26; 14:8; 2 Reyes 17:21). Lo importante es que no tiene sentido mencionar una dinastía de alguien inexistente.
El verano pasado un descubrimiento arqueológico iluminó aún más el relato de David y Goliat. Según la Biblia, Goliat provenía de Gat (1 Samuel 17:4), una de las cinco ciudades de los filisteos. Las excavaciones modernas en el sitio (Tel es Safi), dirigidas en 2005 por Aren Maier, de la Universidad Bar Ilan de Tel Aviv, hallaron un fragmento quebrado de cerámica con una inscripción. Según el Dr. Maier, en una conferencia presentada en noviembre de 2005,[15] las letras corresponden al alfabeto protocananeo (en letras semíticas). Los caracteres sin vocales son ALWT y WLT. Aunque los caracteres son semíticos, el idioma utilizado es indoeuropeo. Los nombres pueden ser interpretados como “Wylattes o Alyattes”. Para el oído israelita esto podía sonar como Wyllattes/WLT/Goliat. Resulta significativo que los nombres estén escritos en lengua indoeuropea con caracteres semíticos, ya que nos remite a un origen egeo (griego), que es el lugar de donde según la Biblia provienen los filisteos (Génesis 10:14; Jeremías 47:4; Amós 9:7). Que estén en caracteres semíticos indica algún tipo de adaptación de la lengua escrita al medio ambiente cananeo donde se establecieron los filisteos.
Esta inscripción fue hallada por debajo de la destrucción masiva de la ciudad, que los arqueólogos han identificado con la campaña militar de Hazael de Siria (2 Reyes 12:17). La inscripción está por lo tanto sellada en un contexto estratigráfico y puede ser datada entre los siglos X y IX a.C. (aproximadamente entre 950 y 880 a.C.). El contexto es importante, ya que establece que el nombre Goliat era conocido en la ciudad filistea de Gat alrededor de 70 años después de que se registrara el evento bíblico de 1 Samuel 17. El Dr. Maier, arqueólogo muy respetado y actualmente director del Instituto de Arqueología de la Universidad Bar Ilan, concluye que aunque probablemente la inscripción no se refiera directamente al Goliat bíblico, señala “un Goliat o más bien dos nombres como el de Goliat”. Esto afirma que estos nombres eran utilizados en la ciudad filistea de Gat algunos años después de que la Biblia registrara el conflicto entre David y Goliat.
Lugares y ciudades: Hazor, Gezer y la monarquía unificada
Según 1 Reyes 9:15-16, Salomón volvió a fortificar las ciudades de Hazor, Meguido, Gezer y Jerusalén. ¿Qué evidencias arqueológicas existen de esto? Mientras trabajaban en Hazor en la década de 1950, los arqueólogos descubrieron una puerta monumental que databa del tiempo de Salomón. Yigael Yadin, el investigador de la Universidad Hebrea, predijo que se hallarían puertas similares en las otras ciudades mencionadas en el texto bíblico y su hipótesis fue demostrada. Hacia fines de la década de 1960, las excavaciones de Gezer revelaron una puerta de arquitectura similar, y los arqueólogos la fecharon en el siglo X, la época de Salomón. Textos hallados en ambas excavaciones confirman la identificación de esos lugares como Hazor y Gezer. Pero los eruditos posmodernos comenzaron a cuestionar su relación con las actividades de Salomón y declararon que la puerta debía ser datada con una fecha posterior”.[16]
En 1990, tuve el privilegio de participar en nuevas excavaciones en Gezer. Allí, mientras trabajábamos con el profesor William G. Dever, de la Universidad de Arizona, descubrimos la evidencia necesaria para afirmar con absoluta seguridad que la puerta correspondía al siglo X.[17] Más recientemente, en los últimos tres veranos (2004-2006), la Southern Adventist University ha estado participando en las nuevas excavaciones en Hazor, el sitio más extenso del Antiguo Testamento en Israel.[18] Estos dos lugares han brindado evidencias impresionantes del período de Salomón. En las puertas de estas ciudades y sus áreas asociadas se halló alfarería roja y pulida. La arquitectura de ambas puertas constaba de piedras de cantera cuidadosamente cortadas que nos recuerdan la descripción bíblica de los obreros fenicios contratados por Salomón para completar la obra. Hoy en día, los arqueólogos continúan desenterrando evidencias que confirman las descripciones bíblicas del siglo X.
Política y culturas: Canaán y Filistea
Niels-Peter Lemche ha declarado audazmente que Canaán y los cananeos no estaban bien definidos como pueblo en el segundo milenio a.C. En su libro The Canaanites and Their Land, afirma: “Es evidente que los habitantes del supuesto territorio cananeo de Asia Occidental no tenían idea clara del tamaño real de este territorio, ni sabían exactamente dónde estaba situada Canaán”.[19] Y añade, “los cananeos del Cercano Oriente no sabían que eran cananeos”.[20] Sus conclusiones han sido cuestionadas,[21] pero Lemche ha mantenido su interpretación de las fuentes históricas, que denomina “imprecisas” y “ambiguas”.
Esta historia revisionista de Canaán y los cananeos no encuentra apoyo en las evidencias arqueológicas disponibles. El término Canaán aparece por primera vez en textos antiguos del Cercano Oriente, y es a partir de éstos que los arqueólogos han definido la región. Textos de la antigua ciudad de Ebla, ubicada en Siria (c. 2400 a.C.), mencionan por vez primera a Canaán refiriéndose a una tierra o región. Archivos de antiguos textos cuneiformes de Alalaj y Mari también indican que los pobladores de esta región eran conocidos como cananeos, y se hacen claras distinciones entre éste y otros grupos. Las cartas de Amarna halladas en Egipto brindan la documentación más útil respecto de la organización política de Canaán alrededor del 1400 a.C. En ellas, frases tales como “toda Canaán”, “las ciudades de Canaán”, “las tierras de Canaán” y “la tierra de Canaán” nombran a una entidad geográfica con fronteras definidas que constituyen esa provincia egipcia en el oeste de Asia.[22]
Los egipcios se refieren quince veces a Canaán y los cananeos en registros de campañas militares a la región. En estas descripciones, los habitantes no sólo son descritos sino también representados en los relieves de paredes de templos egipcios. Las imágenes de estos relieves muestran que Canaán era un territorio con ciudades y habitantes, que se extendía desde Gaza en el sur hasta el sur del Líbano moderno.[23] De estos textos excavados por los arqueólogos, ciertamente hay todavía mucho para revelar de ese antiguo territorio mencionado en las Escrituras.
La Biblia describe a los filisteos como un grupo que se originó en Caftor o Creta (Génesis 10:14; Jeremías 47:4; Amós 9:7). En 1992, Thomas L. Thompson escribió: “Eso de que los ‘filisteos’ deben ser entendidos como representantes de una población extranjera invasora de Palestina debe negarse sin dudar”.[24] Afirmó que las evidencias arqueológicas eran “superficiales” y declaró: “La alfarería ‘filistea’ no es reflejo del pueblo filisteo. Tampoco existe un justificativo para ver a los alfareros filisteos como inmigrantes o descendientes de estos…; la alfarería más bien refleja una síntesis de las tradiciones de más de un grupo poblacional”.[25] Desafortunadamente para Thompson, no ha habido avances de esta hipótesis respecto de la alfarería y otros objetos materiales. Por el contrario, durante los últimos 20 años la arqueología ha iluminado ampliamente la existencia de los filisteos mencionados en la Biblia.
Basándose en los textos y la alfarería egipcia (pintada con los mismos motivos de utensilios micenos y de otros egeos), los filisteos han sido vistos tradicionalmente no como un grupo originario sino como conquistadores o inmigrantes del mundo egeo. Los relieves egipcios de Ramsés III en Medinet Habu ilustran a estos “Pueblos del Mar” llegando en embarcaciones o en carros, por tierra. El papiro Harris I afirma que el dicho egipcio “los filisteos fueron hechos cenizas” se refería a su desaparición ante el poderío militar de Egipto.[26]
Puede citarse el registro arqueológico en apoyo a esta interpretación. La devastación de sitios en todo el sur de Palestina durante el período de la transición del Bronce Tardío al Hierro Temprano ha sido atribuida a estos “Pueblos del Mar” del mundo egeo (griego). Luego de estas destrucciones, los restos de alfarería de ciudades filisteas como Ascalón, Asdod, Tel Miqne-Ecrón y Tel Qasile revelaron nuevos utensilios con influencias egeas.[27] Además, los análisis por activación de neutrones han confirmado que esta alfarería fue manufacturada en la zona en vez de haber sido importada. Entre los nuevos tipos de arquitectura que indican influencias egeas se encuentran (1) salas principales en Ecrón y Qasile con construcciones similares en Pilos, Micenas y Tiryns, Grecia; y (2) características de la construcción egea evidentes en Ecrón. Asimismo, las influencias religiosas son atribuidas a la estatuilla “Asdoda”, similar a las de Micenas. Las excavaciones en estos y otros sitios indican que la cultura filistea era sofisticada y avanzada en comparación con la de los israelitas contemporáneos.[28] No es de extrañar que Sansón se sintiera tentado a descender a las poblaciones de los filisteos (Jueces 14:1)
Conclusión
La arqueología representa una de las pocas disciplinas que se ocupa exclusivamente de antiguos artefactos, edificaciones, ciudades y terrenos, es decir, realidades tangibles y tridimensionales que, aunque cubiertas por las arenas del tiempo, dan testimonio de pueblos, lugares y sucesos del pasado. A medida que año a año estos monumentos siguen siendo descubiertos, el mundo de la Biblia emerge más completo, brindándonos vislumbres de su rico y variado entorno.
Es necesario continuar realizando cuidadosas investigaciones arqueológicas en el Oriente Medio. Los eruditos e historiadores bíblicos que ahora deben enfrentar los desafíos del posmodernismo recurren cada vez más a la arqueología como la fuente primaria de información sobre la historia bíblica. Si bien esta disciplina aún se halla en su infancia, está comenzando a aportar los detalles faltantes del gran relato bíblico desde sus primeros comienzos. En esa búsqueda, las afirmaciones revisionistas de la erudición posmoderna continúan siendo desafiadas por los descubrimientos arqueológicos del Oriente Medio.
Autor: Michael G. Hasel (Ph.D., University of Arizona) dicta cursos de arqueología en Southern Adventist University, donde también es director del Instituto de Arqueología y curador del Museo Arqueológico Lynn H. Wood. En 2005 fue Senior Fulbright Scholar en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas Chipriota-Norteamericano en Nicosia.
Fuente: Diálogo Univeritario
Referencias
Sobre el nacimiento de la arqueología en Egipto en relación con el descubrimiento de la piedra Roseta durante la campaña de Napoleón, ver Neil Asher Silberman, Digging for God and Country: Exploration in the Holy Land, 1799-1917 (Nueva York: Doubleday, 1982), p. 13; William H. Stiebing, Jr., Uncovering the Past: A History of Archaeology (Nueva York: Oxford University Press, 1993), p. 57. ↩︎
Sobre críticas al posmodernismo, véase Allen Bloom, The Closing of the American Mind (Nueva York: Touchstone, 1987); Keith Windschuttle, The Killing of History: How Literary Critics and Social Theorists are Murdering Our Past (Nueva York: Free Press, 1997); Terry Eagleton, The Illusions of Postmodernism (Oxford: Blackwell, 1997) ↩︎
Os Guiness, Fit Bodies, Fat Minds (Londres: Hodder & Stoughton, 1994), p. 104. ↩︎
Alister McGrath,* A Passion for Truth: The Intellectual Coherence of Evangelicalism* (Downers Grove, Illinois: InterVarsity, 1996), p. 188. ↩︎
Niels-Peter Lemche, “Early Israel Revisited”, Currents in Research 4 (1996), pp. 27, 28. ↩︎
Hans M. Borstad, “History and the Hebrew Bible”, en Can a “History of Israel”Be Written?, editado por Lester L. Grabbe, JSOT Sup 245 (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1997), p. 64. ↩︎
Jeffrey L. Sheler, “The Fight for History”, U.S. News and World Report 131/26 (24 de Diciembre de 2001), pp. 38-45. ↩︎
Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts (Nueva York: Simon and Schuster, 2001), p. 1. ↩︎
Las perspectivas posmodernas de la Biblia fueron criticadas por William G. Dever, What Did the Biblical Writers Know and When Did They Know It? What Archaeology Can Tell Us about the Reality of Ancient Israel (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 2001). ↩︎
Jeffrey L. Sheler,* Is the Bible True? How Modern Debates and Discoveries Affirm the Essence of the Scriptures* (San Francisco: HarperSanFrancisco, 1999). ↩︎
Dever, What Did the Biblical Writers Know, p. 3. ↩︎
Davies, “In Search of ‘Ancient’ Israel”, Journal for the Study of the Old Testament, Supplement 148 (Sheffield: JSOT Press, 1992), p. 67. ↩︎
Ibíd., p. 60. ↩︎
Respecto de esta evaluación, ver James K. Hoffmeier, Israel in Egypt (Nueva York: Oxford University Press, 1997), pp. 10-17. ↩︎
Aren Maier, “An Iron Age IIA Proto-Canaanite, Philistine Inscription and Other New Finds From Tell es-Safi-Gath”. Un trabajo presentado en el Encuentro Anual de las American Schools of Oriental Research, Philadelphia, Pennsylvania, 8 de noviembre de 2005. ↩︎
Por esta discusión en general, ver Gary N. Knoppers, “The Vanishing Solomon: The Disappearance of the United Monarchy From Recent Histories of Israel”, Journal of Biblical Literature 116 (1997), pp. 19-44; ver también Dever, What Did the Biblical Writers Know? ↩︎
Dever, “Further Evidence on the Date of the Outer Wall at Gezer”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research 289 (1993), pp. 33-54; Randall W. Younker, “A Preliminary Report of the 1990 Season at Tel Gezer”, Andrews University Seminary Studies, 29 (1991), pp.19-60. ↩︎
Amnon Ben-Tor, “Excavating Hazor: Solomon’s City Rises From the Ashes”, Biblical Archaeology Review 25/2 (1999), pp. 26-37. ↩︎
Niels Peter Lemche, The Canaanites and Their Land (Sheffield: Sheffield Academic, 1991), p. 39. ↩︎
Ibíd., p. 152. ↩︎
Nadav Naaman, “The Canaanites and Their Land: A Rejoinder”, Ugarit-Forschungen 26 (1994), pp. 397-418; “Four Notes on the Size of the Land of Canaan,” Bulletin of the American Schools of Oriental Research 313 (1999), pp. 31-37; Anson F. Rainey, “Who is a Canaanite? A Review of the Textual Evidence”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research 304, pp. 1-15. ↩︎
Lemche, Canaanites, 152. ↩︎
Michael G. Hasel, Domination and Resistance: Egyptian Military Activity in the Southern Levant, 1300-1185 BC. Probleme der Ägyptologie 11 (Leiden: Brill, 1998); The Name Equation: Mediterranean Peoples, Places, and Polities in the Egyptian New. ↩︎
Thomas L. Thompson, *Early History of the Israelite People From the Written and Kingdom, en preparación. Archaeological Sources. *Studies in the History of the Ancient Near East 4 (Leiden: Brill 1992), p. 140. ↩︎
Ibíd., p. 271. ↩︎
James Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 3a. ed. (Princeton: Princeton University Press), p. 262. ↩︎
Por una perspectiva general, ver Trude Dothan, The Philistines and Their Material Culture (New Haven: Yale University, 1982); Trude Dothan y Moshe Dothan, People of the Sea: The Search for the Philistines (Nueva York: Macmillan, 1992). ↩︎
Por referencias adicionales detalladas, ver Hasel, “New Discoveries Among the Philistines: Archaeological and Textual Considerations”, Journal of the Adventist Theological Society 9/1-2 (1998), pp. 57-70. ↩︎