Las Fiestas de YAHWEH

Debido a que hay algunos entre nosotros que enseñan que hay que observar las fiestas que Dios exige bajo el antiguo pacto, he creído conveniente escribir algo sobre el tema.

Incluyendo los Diez Mandamientos del Señor, la Torá (la ley de Moisés o Pentateuco) tiene 613 mandamientos y estatutos. Todo ese conjunto de leyes era obligatorio observarlas. La iglesia cristiana, en sus primeros años observaba algunas de las fiestas, y eso lo demuestra el libro de Hechos de los Apóstoles.

Los judaizantes eran aquellos creyentes en el Evangelio de Jesucristo pero se mantenían apegados, no sólo a los mandamientos y ritos mosaicos, sino también a las tradiciones rabínicas. Todo estaba normal, hasta que intervino Pablo. El Evangelio que él recibió de Dios, aunque era basado en las Sagradas Escrituras, estaba despojado de todo lo ritual.

Sabemos, especialmente por el pasaje de Hechos 13, que muchos gentiles estaban interesados en la religión judía y asistían a los cultos de las sinagogas los sábados. A estos les agradaba el monoteísmo hebreo y la riqueza de las Escrituras, pero le causaba repugnancia la circuncisión y los sacrificios cruentos. Cuando Pablo predicó un judaísmo sin esas cosas, ellos ingresaron con júbilo a la iglesia cristiana.

Pero los judaizantes entraron sigilosamente en los grupos provenientes del gentilismo e insistían en que tenían que circuncidarse y observar los ritos mosaicos. Esto causó un revuelo tal que hubo que hacer una reunión con los principales líderes de la iglesia, lo que llamamos el Concilio de Jerusalén, registrado en Hechos 15.

Luego de escuchar de labios de Pedro la conversión de Cornelio y su casa, y, sobre todo el éxito del Evangelio de parte de los Gentiles mediante el ministerio de Pablo, el concilio, por voz de su presidente, se pronunció al respecto con este decreto: "Los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados: sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos y de fornicación y de ahogado y de sangre" (Hechos 15:19, 20).

El concilio hizo hincapié en las prácticas más comunes entre los paganos que iban contra la voluntad expresa de Dios. No tocó los preceptos morales del decálogo, aunque se entendía que ya ellos los creían y seguían, excepto la fornicación que el concilio creyó conveniente recalcarlo. Pero todo el conjunto ritual mosaico quedó excluido.

Sabemos la triste historia: El gentilismo llegó a predominar y pronto uno de los Diez Mandamientos, el cuarto, quedó afectado por la tradición del día del sol. El cristianismo quiso apartarse de todo lo que oliera a judaísmo y comenzó paulatinamente a adoptar doctrinas y prácticas paganas, las que aun prevalecen.

El adventismo fue traído por Dios para "reparar" los "portillos" hechos por el cristianismo paganizado (Isaías 58:12). El sábado fue traído a la atención del mundo. Hemos enfatizado que este mandamiento es parte de aquella ley que el mismo Dios promulgó y escribió con su dedo en las tablas de piedra y que ha prometido, bajo el nuevo pacto, escribir en los corazones de los creyentes. Pero, ¿incluye el nuevo pacto las fiestas hebreas? No cabe duda que algunas de estas fiestas, eliminándoles los sacrificios, son muy hermosas y significativas. Nada hay de malo recordar la fecha de Pentecostés, la fiesta de las cabañas, el Yom Kippur, la pascua y el Purim, así como otras de las fiestas de Yahweh. De hecho, ojalá y en vez de Navidad, San Valentín y otras fiestas paganas, se recordaran aquellas fiestas que Dios instituyó.

El grave problema es la insistencia de algunos hermanos en volver a los rudimentos de la ley ritual mosaica. Alegan que Dios indicó que estas fiestas eran perpetuas y es verdad. También perpetua era la ley de la circuncisión, el nazareato y otras leyes que fueron abolidas con la introducción del nuevo pacto. La perpetuidad de estas fiestas, así como de todo el ritual expresado en la Torá, estriba en que todo se cumplió en Cristo. La cruz divide los dos pactos. Antes se vivía bajo la sombra; hoy vivimos bajo la realidad.

Es también penoso que se pretenda que la hermana White indica que estas fiestas debían seguirse observando. Ella habla de los campamentos, tan frecuentes en sus días, y que asociaba con la fiesta de las cabañas. Hablando de la actitud de algunos cristianos, aun luego del concilio de Jerusalén, que "eran lentos en discernir que todas las ofrendas de los sacrificios no habían sino prefigurado la muerte del Hijo de Dios, en la cual el símbolo se había cumplido, y después de la cual los ritos y ceremonias de la dispensación mosaica no estaban más en vigor"(Hechos de los Apóstoles, p.154).

En el libro "Consejos para los Maestros", la hna. White dedica todo un capítulo a nuestro deber en la celebración de las fiestas. El capítulo se titula "Las Fiestas para Dios". Ella comienza con una pregunta: "¿No sería bueno que nosotros dedicásemos a Dios fiestas durante las cuales podríamos hacer revivir en nuestra mente el recuerdo del trato que Él nos ha dispensado?" (Pág.262) Ella no está hablando de las fiestas hebreas, sino de las convocaciones y campamento donde los hermanos se congregan para el estudio de la Biblia, la contemplación de la naturaleza, la devoción cristiana y las alabanzas al Creador.

Aunque ella censura las fiestas que rayan en lo mundano y las diversiones malsanas, hace hincapié en que no debemos pasar por alto los días festivos, especialmente por causa de los niños y jóvenes. Estos días han de ser planificados y hacer en ellos actividades que redunden en la educación, la recreación cristiana y la consagración al Señor.

Autor: Dr. Luis G. Cajiga