La Trinidad y el Adventismo

Si bien la Iglesia Adventista abraza hoy la doctrina de la Trinidad, las evidencias indican que, desde sus comienzos hasta la década de 1890, la visión de los autores adventistas acerca de Cristo era la de que hubo un tiempo en que él no existió, que su divinidad fue delegada y que, por lo tanto, era inferior al Padre. En relación con el Espíritu Santo, la posición fue que no era el tercer miembro de la Deidad, sino solo el poder de Dios.

Dos fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, José Bates y Jaime White, habían sido miembros de la Iglesia Conexión Cristiana, que rechazaba la doctrina de la Trinidad. Jaime White era pastor ordenado de esa iglesia. Cuando él y Bates se unieron al movimiento adventista, continuaron manteniendo la visión antitrinitaria que habían aprendido en su denominación anterior. Otros adventistas prominentes con visión semejante fueron J. N. Loughborough, R. F. Cottrell, J. N. Andrews y Urías Smith.

Durante las primeras décadas de existencia de la iglesia, Elena de White hizo declaraciones que podrían ser interpretadas como antitrinitarianas. Pero, en una evidente comprensión progresiva de la verdad, a comienzos de los años 1890 pasó a hacer afirmaciones trinitarianas más claras. También hubo cambios en la comprensión de otros autores adventistas con respecto a la Deidad, durante el siglo XIX. Para ese tiempo, la idea de Cristo como un Ser creado también fue debilitándose.

Tiempo de transición

La primera referencia positiva a la Trinidad en la literatura adventista apareció en la serie Bible Student’s Library, en 1892. Esa obra era “una serie de folletos, que contenía breves ensayos acerca de las doctrinas bíblicas, el cumplimiento de las profecías y otros aspectos de las enseñanzas adventistas del séptimo día”.[1] el Folleto 90 fue titulado “La doctrina bíblica de la Trinidad”, y su autor, Samuel Spear, no era adventista. El panfleto era la reimpresión de un artículo del New York Independent, del 14 de noviembre de 1889.[2]

Aun cuando enseñaba la doctrina de “un Dios que subsiste y actúa en tres personas”, Spear insistía en “la eterna subordinación de Cristo”, entendiendo que se refería “tanto a su naturaleza divina como a la humana”.[3] Si bien el folleto era un mejoramiento de las posiciones anteriores, todavía permanecía por debajo de la verdadera visión de la Trinidad. Pero el hecho de haber sido impreso por la Pacific Press indica que el concepto comenzaba a ser aceptado por la iglesia.

El salto vino con la publicación del artículo de Elena de White titulado “Cristo, el dador de la vida”, en el periódico Signs of the Times [Señales de los tiempos], en 1897,[4] y del libro El Deseado de todas las gentes, en 1898. En el artículo, luego de citar Juan 10:18 (“Nadie me la quita [la vida], sino que yo de mí mismo la pongo”), declara: “En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra”.[5] En El Deseado de todas las gentes, cita la ocasión en que Jesús les responde a los judíos, conforme a Juan 8:58: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”, y comenta: “Cayó el silencio sobre la vasta concurrencia. El nombre de Dios, dado a Moisés para expresar la presencia eterna, había sido reclamado como suyo por este Rabino galileo. Se había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia, el que había sido prometido a Israel, ‘cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad’ ”.[6]

Pocas páginas después, repite la declaración de que “en Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra”.[7] Estas afirmaciones describen a Cristo como Dios en el más alto sentido. No deriva del Padre, ni la divinidad fue algo que no poseyera y que le fuera conferida. Es autoexistente, igual que el Padre en todos los aspectos. “Era igual a Dios, infinito y omnipotente... Es el Hijo eterno y existente por sí mismo”.[8]

Declaraciones de 1931

A pesar de eso, llevó mucho tiempo hasta que la doctrina de la Trinidad fuese aceptada por la iglesia en su conjunto. En 1930, los líderes africanos solicitaron a la Asociación General que se incluyera en el Yearbook (anuario adventista) una declaración acerca de las creencias adventistas. “Esta declaración –decían ellos– ayudaría a los oficiales del Gobierno y otras personas a comprender mejor nuestra obra”.[9] Entonces se escogió una comisión de cuatro miembros para elaborar esta declaración. La comisión produjo 22 puntos de creencias, que en 1931 fueron impresos en el Yearbook. La tercera y la cuarta creencias fundamentales establecen lo siguiente:

“Que la Divinidad, o Trinidad, consiste en el Padre Eterno, un Ser personal, espiritual, omnipotente, omnipresente, omnisciente, infinito en sabiduría y amor; el Señor Jesucristo, el Hijo del Padre Eterno, a través de quien todas las cosas fueron creadas y a través de quien la salvación de multitudes redimidas será cumplida; el Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, el gran poder regenerador en la obra de redención (Mat. 28:19).

“Que Jesucristo es completamente Dios, y es de la misma naturaleza y esencia que el Padre Eterno. Aun reteniendo su naturaleza divina, tomó sobre sí la naturaleza de la familia humana, vivió en la tierra como hombre, mostró en su vida, como nuestro Ejemplo, los principios de la justicia, probó su relación con Dios por medio de muchos milagros poderosos, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de la muerte y ascendió al Padre, donde vive para interceder por nosotros” (Juan 1:1, 14; Heb. 2:9-18; 8:1, 2; 4:14-16; 7:25)”.[10]

Estas declaraciones expresaban la doctrina bíblica de la Trinidad. Cristo es descripto como Dios, existente por sí mismo y eterno; y el Espíritu Santo es identificado como la tercera persona de la Deidad.

La Asamblea de 1980

Antes de la asamblea de 1980, en Dallas, la Asociación General envió a las divisiones mundiales una propuesta de declaración, que contenía 27 creencias fundamentales. Durante la asamblea, una versión revisada, que incorporaba muchas sugerencias realizadas por el campo mundial, fue analizada y votada como una expresión de las creencias fundamentales adventistas del séptimo día. La segunda creencia establece lo siguiente: “Hay un solo Dios, que es una unidad de tres personas coeternas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente. Es infinito y escapa a la comprensión humana; no obstante, se lo puede conocer mediante su propia revelación que ha efectuado de sí mismo. Es eternamente digno de reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación”.[11]

La creencia fundamental número cuatro, acerca del Hijo, incluye la frase “Aunque es verdaderamente Dios, sempiterno, también llegó a ser verdaderamente hombre”.[12] Y la creencia número 5, titulada “Dios el Espíritu Santo”, comienza con la sentencia: “Dios el Espíritu Santo estuvo activo con el Padre y el Hijo en ocasión de la creación, la encarnación y la redención”.[13] Así, la declaración de creencias, votada en 1980, apoya la doctrina de la Trinidad.

Adventistas antitrinitarianos

En años recientes, han aparecido muchas publicaciones antitrinitarianas. La tónica de estas publicaciones es que “la iglesia en su conjunto rechazó la doctrina de la Trinidad, y solo muchos años después de la muerte de Elena de White fue que la Iglesia Adventista cambió de posición acerca de la Trinidad”.[14] Tal doctrina es vista como “la apostasía ‘omega’ de la denominación Adventista del Séptimo Día”.[15] Consecuentemente, para continuar leales a Dios, argumentan estos autores, necesitamos regresar a la fe de nuestros pioneros y rechazar la Trinidad.

Aparte de pocos textos bíblicos, la mayoría de los argumentos presentados contra el trinitarianismo tiene trasfondo histórico, focalizando en los pioneros y en Elena de White:

Todos los pioneros, incluyendo a Elena de White, fueron antitrinitarianos.[16]

Es verdad que inicialmente nuestros pioneros expresaron su comprensión de la Deidad en términos antitrinitarianos. En esa época, el antitrinitarianismo estaba basado en tres ideas: 1) Hubo un tiempo en que Cristo no existía; 2) la divinidad de Cristo le fue conferida por el Padre y, por lo tanto, es inferior al Padre; y 3) el Espíritu Santo no es la tercera persona de la Deidad, sino el poder o la influencia de Dios y de Cristo.

Por otro lado, también es un hecho histórico que, con el pasar del tiempo, la comprensión de ellos cambió. Por ejemplo, en 1846, Jaime White se refirió al “viejo credo trinitariano antiescriturístico, de que Cristo es Dios eterno”.[17] Pero en 1876 escribió que “los adventistas del séptimo día mantienen la divinidad de Cristo tan semejantemente a los trinitarianos, que no tenemos acusación aquí”.[18] Un año después, declaró su creencia en la igualdad del Hijo con el Padre y condenó toda visión errónea que “hiciese a Cristo inferior al Padre”.[19] Originalmente, Urías Smith y otros enseñaron que Cristo era el primer ser creado. Posteriormente, adoptó la posición de que Cristo era unigénito no creado.

En 1896, W. W. Prescott escribió: “Dado que Cristo nació dos veces, una vez en la eternidad, como el unigénito del Padre, y otra vez en la carne, uniendo de esta forma lo divino con lo humano en el segundo nacimiento, así nosotros, que nacemos una vez en la carne, debemos experimentar el segundo nacimiento, naciendo del Espíritu...”[20]

Pasados 23 años, durante una discusión acerca de la divinidad de Cristo en la Conferencia Bíblica de 1919, admitió: “Estaba en el mismo lugar en que estaba el hermano Daniells, y enseñé las mismas cosas (que Cristo era el principio de la creación de Dios, y que hablar de la tercera persona de la Deidad o de la Trinidad era una herejía) con autoridad, estudiando lo que se suponía ser correcto. Pero encontré algo diferente”.[21] Cuando hizo la pregunta: “¿Podemos creer en la deidad de Cristo sin creen en su eternidad?”, uno de los participantes respondió haber estado haciendo eso “durante años”. Entonces Prescott respondió: “Este es el punto. Hemos usado términos que realmente no están armonía con las enseñanzas de las Escrituras. Durante mucho tiempo hemos creído que Cristo era un ser creado, a pesar de lo que dice la Biblia. [...] Ese uso acomodaticio de términos, que convierten a la deidad sin eternidad, no es la concepción que tengo ahora del evangelio de Cristo. Pienso que carece de la idea expresada en las Escrituras, y nos deja sin la clase de Salvador que acepto ahora, presentándolo como una clase de ser semihumano. Como lo veo, la deidad incluye la eternidad. La propia expresión lo dice. No se puede leer las Escrituras y tener la idea de deidad sin eternidad”.[22]

Como podemos verificar, nuestros pioneros no estaban encerrados en una interpretación particular. Cuando surgía una nueva comprensión, progresaban en su forma de ver las cosas.

La doctrina de la Trinidad solo fue introducida en la iglesia luego de la muerte de Elena de White.[23]

Los hechos contradicen esa declaración. Conforme vimos, en 1897 y 1898 Elena de White enseñó que en Cristo “hay vida original, que no proviene ni deriva de otra”.[24] Eso solo podría ser verdadero si él es Dios en el sentido más elevado, y no derivara su existencia del Padre. Acerca del Espíritu Santo, ella instó a los estudiantes del Colegio Avondale, en 1899: “Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos”.[25]

En el contexto de la crisis de Kellogg, en 1905, escribió una advertencia a los obreros del área médica, endosando la doctrina de la Trinidad: “El Padre es toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, y es invisible para los ojos mortales. El Hijo es toda la plenitud de la Divinidad manifestada. [...]El Consolador, que Cristo prometió enviar después de ascender al cielo, es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes –el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo– son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo”.[26]

Solo alguien que creía en esta doctrina podría hablar de “tres personas vivientes en el trío celestial”. Los antitrinitarianos no usarían este lenguaje. Es más: sus declaraciones causaron sorpresa en muchas personas. M. L. Andreasen relata: “Recuerdo cuán atónitos nos quedamos cuando El Deseado de todas las gentes fue publicado, pues contenía algunas cosas que no podíamos creer. Entre otras cosas, estaba la doctrina de la Trinidad, que no era generalmente aceptada por los adventistas de entonces”.[27]

“Vi el propio manuscrito de declaraciones que estaba seguro de que ella no había escrito; no podría haberlas escrito. Me quedé especialmente perplejo con la cita conocida de El Deseado de todas las gentes, página 435: En Cristo ‘hay vida original, que no proviene ni deriva de otra’. En ese tiempo, esa declaración era revolucionaria y me compelía a una completa revisión de mi antiguo punto de vista –y el de la denominación– acerca de la deidad de Cristo”.[28]

Todo esto sucedió mucho antes de la muerte de la Sra. White. De manera que la afirmación de que solo después de ese acontecimiento fue introducida la doctrina de la Trinidad en la iglesia no puede ser sustentada.

El libro El evangelismo ha sido manipulado para apoyar la doctrina de la Trinidad.[29]

Los cambios editoriales que se encontraron en el libro El evangelismo no alteran el significado de las declaraciones. Dos ejemplos podrían ser suficiente prueba de esto: 1) “Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos”. Allaback expone el contexto más amplio de esta afirmación:

“El Señor nos dio la instrucción de que este era el lugar en el que deberíamos establecernos, y tenemos todas las razones para pensar que estamos en el lugar correcto. Hemos sido conducidos juntos como escuela, y necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos, que el Señor Dios es nuestro guardián y nuestro ayudador. Escucha cada palabra que proferimos y conoce todos los pensamientos de la mente”.[30]

En opinión de Allaback, el hecho de que la sentencia en el libro El evangelismo comience en medio de la cita original, y la coma después de “terrenos” es sustituida por un punto, cambia el significado de la declaración. Razona de esta manera: “El significado original e intencional de la cita no es probar que el Espíritu Santo es otro Dios, junto con el Padre y el Hijo. Al contrario, el Señor que ‘nos dio la instrucción’, ‘el Espíritu Santo’ que ‘anda en estos terrenos’, ‘el Señor Dios’ que ‘es nuestro guardián y nuestro ayudador’ y que ‘escucha cada palabra y conoce todos los pensamientos’, es una y la misma persona: el glorificado Jesucristo. [...] Elena de White está diciendo lo mismo que la Biblia. Jesús ‘es tanto una persona’ como Dios el Padre ‘es una persona’. Jesús ‘anda por estos terrenos’.

Jesús ‘es nuestro guardián y nuestro ayudador’. Jesús ‘escucha cada palabra que proferimos y conoce todos los pensamientos de la mente’ ”.[31]

Así, Allaback identifica el Espíritu Santo como el Señor Dios y rechaza comprender que hay dos personas mencionadas en la cita. El panfleto da al Espíritu Santo tres identidades diferentes, en el vano intento por probar que no tiene existencia personal. En la cita mencionada, identifica al Espíritu Santo con Cristo. En la página 62 del panfleto, identifica al Espíritu con el Padre y, en la página 65, con los ángeles. Escribe que el “término ‘Espíritu Santo’, o ‘Espíritu’ en esas ‘tres’ citas, está incluyendo (no excluyendo) el ministerio de los ángeles como el ‘tercer’ poder en el cielo”.[32]

“El Padre es toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, y es invisible para los ojos mortales. El Hijo es toda plenitud de la Divinidad manifestada. [...]El Consolador que Cristo prometió enviar después de ascender al cielo, es el Espíritu en toda la plenitud de la Divinidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes –el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo– son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo”.

Allaback argumenta que esa declaración es mal interpretada. Al no aceptar que haya tres personas en un Dios, crea una paráfrasis para dar su interpretación. La sentencia “Hay tres personas vivientes en el trío celestial” es parafraseada de esta manera: “Aquí vemos tres grandes poderes del cielo que manifiestan, representan y personifican a Dios el Padre. 1) El mismo Dios, 2) el Hijo como un representante del Padre y 3) el Espíritu Santo de Dios es Cristo que trabaja en los ángeles y a través de ellos, personificando su carácter en la humanidad perdida”.[33]

Es triste ver cómo una sentencia tan sencilla es reinterpretada para dar a entender algo completamente diferente de lo que dice.

La trinidad es una doctrina pagana

La doctrina de la Trinidad está fundamentada en las Escrituras, no en religiones paganas o filosofías humanas. Los grupos triádicos de otras religiones, como Brama, Siva y Visnu, en el hinduismo; Osiris, Isis y Horus, en la religión egipcia; o Nimrod, Ishtar y Tamuz en Babilonia, están basados en el concepto familiar –padre, madre e hijo–, que no es el caso en la religión cristiana. Si existe algún paralelismo, debe ser visto como una falsificación satánica, al igual que lo encontramos en el Apocalipsis: el dragón, la bestia y el falso profeta.

La doctrina de la trinidad es católico-romana en su origen

Aun cuando la doctrina haya sido formulada en el Concilio de Nicea, en el 325 a.C., el concepto de Trinidad es bíblico. El Concilio convocado por el emperador Constantino se reunió en Nicea, Asia Menor, para tratar la controversia arriana. De 318 obispos, solo ocho eran de Occidente; el resto era de iglesias orientales, donde el obispo de Roma tenía muy poca influencia. Además, él mismo no estaba presente, habiendo enviado dos sacerdotes para representarlo. Eso contradice el clamor de que la Trinidad es de origen católica.

En suma, los adventistas antrinitarianos modernos invocan la idea inicial de los pioneros en relación con la Trinidad. Creen que solo después de la muerte de Elena de White esa doctrina entró en la iglesia, y que sus libros han sido manipulados y alterados para favorecerla. Por otro lado, las evidencias aquí analizadas no apoyan esa idea. Aun cuando la Trinidad sea un misterio divino que ningún mortal comprende plenamente, la evidencia de las Escrituras muestra la igualdad y la coexistencia eterna de tres personas en la Deidad. Si bien el razonamiento humano no puede entenderla, podemos aceptarla por fe.

Autor: Gerhard Pfandl | Mayo - Junio 2008 | Doctor en Teología | Era director asociado del Instituto de Investigaciones Bíblicas de la Asociación General de la IASD.

Referencias


  1. Seventh-day Adventist Encyclopedia, “Bible Student’s Library”. ↩︎

  2. M. L. Andreasen, The Book of Hebrews (Review and Herald, 1948), pp. 115-124. ↩︎

  3. Samuel Spear, “The Bible doctrine of the Trinity”, New York Independent (14 de no- viembre de 1889), pp. 9, 7. ↩︎

  4. Signs of the Times (8 de abril de 1897). ↩︎

  5. Citado en Mensajes selectos, t. 1, p. 296. ↩︎

  6. El Deseado de todas las gentes, p. 435. ↩︎

  7. Ibíd., p. 489. ↩︎

  8. Manuscript 101, 1897; Manuscript Release, t. 12, p. 395. ↩︎

  9. GC Committee Minutes, 29 de diciem- bre de 1930, p. 195. ↩︎

  10. Seventh-day Yearbook, 1931. ↩︎

  11. Creencias funda- mentales de los adven- tistas del séptimo día (Nampa, Idaho: Paci c Press, 2006), p. 23. ↩︎

  12. Ibíd., p. 41. ↩︎

  13. Ibíd., p. 67. ↩︎

  14. Lynnford Beachy, Did They Believe in the Trinity? (1966), p. 1. ↩︎

  15. Fred Allaback, No New Leaders... No New Gods! (Creal Spring, Ill, 1995), p. 38. ↩︎

  16. Ibíd., p. 100. ↩︎

  17. The Day-Star (21 de enero de 1846). ↩︎

  18. Review and Herald (12 de octubre de 1876). ↩︎

  19. Ibíd. (29 de noviem- bre de 1877), p. 72. ↩︎

  20. Ibíd. (14 de abril de 1896), p. 232. ↩︎

  21. 1919 Bible Conference Transcripts, 6 de julio de 1919, p. 58. ↩︎

  22. Ibíd., p. 62. ↩︎

  23. Fred Allaback, p. 11. ↩︎

  24. Citado en Mensajes selectos, t. 1, p. 296. ↩︎

  25. El evangelismo, p. 447. ↩︎

  26. Ibíd., p. 446. ↩︎

  27. Citado en Russel Holt, “The Doctrine of the Trinity in the Seventh-day Adventist Denomination” (Andrews University, 1969), p. 20. ↩︎

  28. Testimonio de M. L. Andreasen, 15 de octubre de 1953, DF 961. ↩︎

  29. Fred Allaback, p. 69, 70. ↩︎

  30. Manuscript Release, t. 7, p. 299. ↩︎

  31. Fred Allaback, p. 69. ↩︎

  32. Ibíd., p. 65. ↩︎

  33. Ibíd., p. 71. ↩︎