La libertad religiosa es frágil también en los Estados Unidos

Muchos adventistas se sorprenden al enterarse de que la Corte Suprema de los Estados Unidos ha considerado que las leyes dominicales no violan su Constitución. Esto se produjo en 1961, en los casos Braunfeld versus Brown y McGowan versus Maryland.[1] La Corte reconoció que las leyes dominicales tienen un trasfondo religioso y producen un impacto negativo sobre los que observan otros días sagrados. Sin embargo, decidió que las leyes dominicales del momento habían sido diseñadas especialmente para proteger los derechos de los trabajadores, no para promover la religión.

Una revisión reciente de las leyes estatales mostró que todos los estados de los Estados Unidos excepto uno tienen actualmente algún tipo de ley dominical en sus libros, aunque la mayoría no se aplica en la práctica. De acuerdo con los tribunales, esas leyes no violan la Constitución federal ni las estatales. El único estado libre de leyes dominicales es Alaska.

No solo deben preocuparnos las leyes dominicales; cada año, en los Estados Unidos, más de mil adventistas del séptimo día son despedidos de sus puestos de trabajo por el único delito de obedecer a Dios antes que a los hombres. Esto puede parecer poca cosa, pero imaginen la fidelidad que se requiere para perder la fuente de ingresos, el seguro médico y todos los demás beneficios que aporta tener trabajo. No es nada fácil.

Una mujer nos escribió recientemente. Su jefe le pedía que se quedara hasta tarde los viernes. Cuando intentó hablarle de su fe, este no quiso escucharla. Al irse del trabajo antes de la puesta de sol, fue despedida. Encontró trabajo como maestra suplente, pero no era lo suficientemente estable como para permitirle mantenerse al día con la hipoteca. Rápidamente se retrasó en los pagos, y fue desalojada de su casa. Nos escribía desde la casa de una amiga, donde ella y su hijo estaban durmiendo en el piso de la sala de estar. Esto ha sucedido en los Estados Unidos de Norteamérica, en la actualidad.

¿Quién resistirá?

¿Quién resistirá cuando hombres y mujeres fieles sean maltratados? ¿Quién defenderá el espíritu de Cristo? ¿Quién tomará el estandarte de la libertad? Si no lo hacemos usted y yo, ¿quién lo hará? Si no lo hace la iglesia a la que se le ha confiado la bandera de la verdad y de la libertad religiosa, ¿qué iglesia lo hará? Formamos parte del plan de Dios para promover la libertad religiosa; no hay sustitutos.

Al observar el rumbo de nuestro mundo, no podemos evitar percibir que la atmósfera de libertad se está disipando. Incluso en los Estados Unidos, la amenaza del terrorismo está haciendo que muchos pierdan fe en la libertad. Como lo expresó un comentarista: “De las tres libertades que aparecen en la Declaración de la Independencia, ‘vida, libertad y búsqueda de la felicidad’, la que más me interesa es la vida”. En otras palabras, estaba diciendo que deberíamos renunciar a nuestra libertad esencial para mantener la seguridad. Cuán rápido algunas personas que viven en esta tierra concebida en libertad están dispuestas a renunciar a ella para poder comprar una falsa sensación de seguridad.[2]

Somos ingenuos si pensamos que vivir en los Estados Unidos, Canadá, Bermudas, Australia, o la Unión Europea nos asegurará nuestra libertad religiosa. Ha habido persecución en el pasado y, no se equivoquen, la habrá en el futuro. Pero esto no debe desanimarnos. Nuestro Rey es Rey de reyes; Nuestro Señor, es Señor de señores. Él nos ha confiado el estandarte de la verdad y de la libertad religiosa en estos tiempos, y no hay mayor privilegio que tomar la bandera del Rey y levantarla en alto. ¡No existe mayor privilegio que ser un miembro de la resistencia de Dios!

“Los que recurren a la coacción no solo fallan al no seguir a Cristo, sino que también ponen de manifiesto una mala interpretación del evangelio de salvación. Si pudiéramos ganar la salvación por nuestras acciones, tendría sentido imponer leyes que aseguraran que se llevarán a cabo las acciones religiosas necesarias para ser salvos. Pero, por supuesto, no nos salvamos por las acciones externas.”

La libertad religiosa es el corazón mismo del evangelio. Los que recurren a la coacción no solo fallan al no seguir a Cristo, sino que también ponen de manifiesto una mala interpretación del evangelio de salvación. Si pudiéramos ganar la salvación por nuestras acciones, tendría sentido imponer leyes que aseguraran que se llevaran a cabo las acciones religiosas necesarias para ser salvos. Pero, por supuesto, no nos salvamos por las acciones externas. Solo podemos ser salvos por una fe que nos transforma y por el amor de Dios que nos redime. No hay ninguna orden que pueda producir fe ni ninguna ley que produzca amor.

Como cristianos que creemos en la Biblia, como participantes del espíritu de Cristo, cuando vemos persecución religiosa reconocemos el espíritu del enemigo obrando para pervertir el mensaje del evangelio de salvación. Para nosotros, la única elección es resistir la falsa religión que promueve la persecución y, en su lugar, esparcir la libertad que se encuentra en Jesucristo.

Pero, ¿cómo tomamos el estandarte de la libertad religiosa? En primer lugar, estemos informados. No podemos ser efectivos si somos ignorantes, y nunca había sido tan fácil mantenerse informado.

La mejor fuente de información son las revistas Liberty y Conciencia y Libertad. ¿Por qué recabar información solo de la prensa popular, que frecuentemente le da su propio giro a los temas de libertad religiosa, si disponemos de Liberty, la mejor revista y la más antigua en el mundo sobre este tema? Otra excelente fuente de información es el programa televisivo, “Global Faith and Freedom”, producido por el equipo de libertad religiosa de nuestra iglesia y emitido por la cadena Hope Channel. En algunos lugares también están disponibles los programas radiales “Freedom’s Ring” y “Talking About Freedom”. Finalmente, la División Norteamericana, la Asociación General, la revista Liberty y muchas uniones mantienen sitios web, y algunas ofrecen actualizaciones por e-mail. Nunca ha habido más información de calidad acerca de la libertad religiosa y en tan tos formatos diferentes.

Pero la información no es más que el punto de partida. Si no hacemos nada con ella habremos logrado poco. Por esta razón tenemos asociaciones nacionales y regionales, como la Asociación Norteamericana de Libertad Religiosa (www.religiousliberty.info), y en Europa la Asociación Internacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, concebidas para ayudarnos a poner nuestra visión religiosa en acción. Estas asociaciones actúan coordinadamente con la Asociación Internacional de Libertad Religiosa (www.irla.org) para promover la causa de la libertad de conciencia en algunos de los países con mayores dificultades en este sentido.

Infórmese. Participe. La bandera de la liberad religiosa es nuestra. Esta es nuestra cita con el destino. ¡Este es nuestro momento de resistir!

Llegado el momento, los soldados fueron en busca de la muchacha de diecisiete años, María Durand. Una joven que tenía la esperanza de un futuro brillante, durante treinta y siete años se negó a vender su alma para poder comprar su libertad. Escribió “¡Resistan!”, y resistió.

Hace más de cien años, una pequeña iglesia decidió comenzar una revista con una misión muy grande; aquella revista estaba dedicada a resistir. Ahora, años más tarde, la misión de Liberty no se ha disipado, y esta iglesia no se ha cansado.

Hoy, la bandera de la libertad religiosa ha sido puesta en nuestras manos. ¡Está en nosotros resistir! ¿Resistiremos el impulso a limitar la libertad de otros? ¿Resistiremos la confortable indiferencia que nos deja impasibles ante el sufrimiento de creyentes en todo el mundo? ¿Resistiremos las amenazas a la libertad en nuestro propio país, y la desmotivación a esparcir el mensaje del evangelio de la salvación por la fe, no por el temor? ¿Resistiremos el espíritu de esclavitud del diablo y promoveremos el espíritu de libertad de Cristo? ¿Se unirá a mí como miembro de la resistencia de Dios?

Autor: Dr. John G. | Director de Libertad Religiosa de la Asociación General

Referencias


  1. Braunfeld versus Brown, 366 US 599 (1961); McGowan versus Maryland, 366 US 420 (1961). ↩︎

  2. Elena G. de White, Servicio cristiano (Miami, Florida: APIA, 1992), pág. 193. ↩︎