La enseñanza del milenio en la interpretación adventista

Los Adventistas del Séptimo día sostenemos una concepción considerablemente diferente a la enseñanza tradicional protestante respecto al periodo de mil años descrito en Apocalipsis 20:1-10 y conocido comúnmente como el “Milenio”.

Mientras que la mayoría de las denominaciones evangélicas afirman que durante el milenio Jesús reinará sobre la tierra, los adventistas manifiestan que el reinado milenial de Cristo tiene como contexto el cielo, y no la tierra.

Escenario del reinado milenial de Cristo

Para identificar de manera precisa y, por supuesto bíblica, el lugar donde se lleva a cabo el reinado de Cristo y los santos durante los mil años posteriores a su segunda venida, contamos con una gran cantidad de versículos que hacen alusión a dicho reinado como algo “celestial”, no  terrenal.

“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial" (2 Timoteo 4:18).

“Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”(Mateo 5:3).

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10).

El pasaje más contundente que indica que los justos serán llevados al cielo es el siguiente:

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:2-6).

Jesús prometió a sus discípulos que en su regreso, el los llevaría a la casa de su Padre, donde el mismo esta. Es evidente que dichas “moradas” hacen referencia a la Nueva Jerusalén, que descenderá del cielo al final de los mil años.

La tierra es asolada

Durante el reinado milenial de Cristo y sus santos en el cielo, la tierra esta asolada. Para hacer esta afirmación, nos basamos en unos versículos presentes en los escritos de Isaías y Jeremías que describen el juicio de Dios sobre los impíos y a la Tierra con un estado completamente desolado y caótico.

Aunque se puede argumentar que estas profecías de Isaías y Jeremías no hablan del milenio, sino de los prontos juicios de Dios sobre Israel debido a su desobediencia, no es menos verdad que estos profetas aplicaban la profecía clásica en sus escritos (la mayoría de los profetas aplican este tipo de profecías en sus escritos). Una característica de la profecía clásica es su tipología en la que un acontecimiento local y parcial tiene un anti tipo mundial y total. Por tanto los pasajes citados a continuación pueden ser atribuidos muy adecuadamente al milenio.

“Miré a la tierra, y he aquí, era sin forma y vacía, y los cielos, y no tenían luz. Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré y he aquí, no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas por la presencia del Señor, y por su ardiente ira”. (Jeremías 4:23-26)

Los teólogos protestantes argumentan que este pasaje se refiere a la futura ira de Dios, cuando sus plagas sean derramadas sobre la tierra, y entonces venga una destrucción sobre todos los impíos, es decir, los adoradores de la bestia, y será entonces cuando los cielos se oscurecerán (Mt.24:29). Pero el pasaje afirma claramente que la tierra estaba vacía y que no había hombre en ella, una contundente alusión a la destrucción de los impíos y al arrebatamiento de los justos de dicho escenario caótico.

He aquí, Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz. . . . La tierra será enteramente vaciada y completamente estropeado: porque Jehová a pronunciado esta palabra (Isaías 24:1-3)

Este pasaje tampoco puede atribuirse a la ira de Dios en los últimos días, porque afirma que la tierra será “enteramente vaciada”, frase que únicamente puede explicarse si los impíos están muertos y los justos serán arrebatados al cielo.

Después de la destrucción provocada por la segunda venida de Cristo, la tierra tendría que volver a ser creada con el fin de ser habitable durante un supuesto reinado milenial en la tierra. Pero la mayoría de los cristianos están de acuerdo con el hecho de que la tierra no será restaurada sino hasta después del milenio. Eso nos deja con la conclusión de que la tierra no será capaz de soportar vida después del regreso de Cristo.

“Y en aquel día los muertos por Jehová estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo; no se endecharán, ni se recogerán, ni serán enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.” (Jeremías 25:33)

Este pasaje afirma claramente que los cadáveres no se recogerán ni serán enterrados, concordando perfectamente con un reinado milenial en el cielo, pero deja un serio problema para aquellos que planteen que el reinado de Cristo será terrenal.

Satanás es atado

La Biblia dice que Dios “ató a Satanás y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que los mil años fuesen cumplidos”. Las denominaciones protestantes plantean que el  “abismo” hace referencia a un lugar místico donde están encerrados los demonios.

Sin embargo, la palabra griega en Apocalipsis 20, traducida como “pozo sin fondo” (ἄβυσσον), es la misma palabra griega que usa la Septuaginta para la palabra “abismo” en Génesis 1:2, lo que sugiere que la propia tierra es el pozo sin fondo. En armonía con esto, Jeremías describe a la tierra durante el milenio como “sin forma y vacía” (Jeremías 4:23) adjetivos usados de igual manera en en el relato del Génesis.

Otra evidencia de que Satanás es atado en la tierra y no en un inexistente abismo místico se encuentra analizando el rito del día de la expiación, el cual es un antitipo del verdadero proceso expiatorio (Hebreos 9:23).  En esta ceremonia, el sacerdote purificaba el santuario con la sangre del macho cabrío del Señor (el cordero sacrificado, prefiguraba a Cristo crucificado en la cruz, la purificación del santuario prefiguraba el ministerio sacerdotal de Cristo en el santuario celestial, también llamado Juicio Investigador). Y después de completa esta expiación comenzaba el rito que incluía a Azazel, el macho cabrío (que simbolizaba a Satanás). Colocando sus manos sobre su cabeza, el sumo sacerdote (que simbolizaba a Cristo [Hebreos 3:1]) confesaba sobre el “todos los pecados de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío” (Levítico 16:21) Luego el macho cabrío era enviado al desierto “a tierra inhabitada” (Levítico 16:22). En forma similar, cuando Cristo acabe su ministerio en el santuario celestial, colocara los pecados de su pueblo sobre Satanás. Satanás no expía los pecados, pues Cristo lo hizo en la cruz, pero el debe llevar la responsabilidad de todo el pecado que ha causado. Y como el macho cabrío era enviado a tierra inhabitada, Dios desterrara a Satanás a tierra desordenada y vacía (Jeremías 4:23). Sería realmente muy inverosímil comparar la tierra inhabitada a la que era llevado Azazel, con un mítico confín de demonios. Se puede entonces decir que la cadena con la que Satanás es atado es una cadena de circunstancias: Al estar en una tierra desolada no puede engañar mas (Apocalipsis 20:3).

El gobierno de los santos

Durante el milenio, los santos gobernaran con Cristo (Apocalipsis 20:4-6). Apocalipsis 20:16-17 dice que reinaran con Cristo mil años. Como Apocalipsis 2:26-27; 5:10 y 19:15 dice que reinaran sobre las naciones, las denominaciones protestantes indican que será un reinado sobre la tierra. Sin embargo, ya indicamos que hay algunos problemas con esta postura.

El reinado de los santos sobre “las naciones” consistirá en la participación en una fase importante del gobierno de Cristo. Juan vio que durante el milenio los santos tomarían parte del juicio; vio “tronos y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar” (Apocalipsis 20:4) Aquí, los santos juzgaran al mundo y hasta a los ángeles (1 Corintios 6:2,3).

Este juicio no decide quien se salvara o perderá: esta decisión se toma desde antes de la segunda venida de Cristo; todos lo que no fueron resucitados ni trasladados están perdidos. El juicio de los santos probablemente será para contestar cualquier duda en cuanto a la razón de porque los impíos están perdidos y así reivindicar la justicia de Dios.

La ciudad amada

Al final del milenio Satanás es desatado. Los adventistas sostenemos que, a pesar de que Juan menciona el descenso de la Nueva Jerusalén después de la destrucción de Satanás y del pecado, la ciudad desciende antes. Apocalipsis 20:9 nos dice que Satanás y los suyos “rodearon el campo de los santos y a la ciudad amada” Puesto que durante el milenio “todas sus ciudades (de la tierra) eran asoladas” (Jeremías 4:26) incluyendo la Jerusalén terrenal, esta “ciudad amada” tiene que referirse a la Nueva Jerusalén. Si está en la tierra en ese momento es que ya ha descendido del cielo.

¿Por qué Juan no menciona que la Nueva Jerusalén descendió del cielo sino hasta el capitulo siguiente? Por la cuestión de contexto. Describe la situación desde puntos de vista diferente. El primer punto de vista es la solución definitiva que dará Cristo al pecado. En este contexto resultaría muy irrelevante describir a la ciudad amada descendiendo y comparándola con una novia ataviada para su marido. En cambio, desde otro punto de vista (la restauración de la tierra), la descripción de cómo desciende la ciudad resulta más apropiada.

Los impíos son resucitados en la segunda resurrección (Apocalipsis 20:5). Satanás es puesto en libertad para engañarlos de nuevo (Apocalipsis 20:7,8) Satanás y los impíos rodean la ciudad santa para tomarla (Apocalipsis 20:8,9). Todos los impíos son destruidos en el gran juicio del trono blanco, que en realidad es la ejecución de la sentencia (Apocalipsis 20:9); y esta tierra será hecha de nuevo (Apocalipsis 21:1-5;2 Pedro 3:10-14).

Conclusión

La descripción adventista del milenio resulta mas adecuada examinando otros textos bíblicos relacionados con dicho suceso, como son el rito del día de la expiación en el Levítico o las vividas descripciones de una tierra asolada y destruida por los juicios de Dios sobre los impíos en los escritos de Isaías y Jeremías.

Autor: Emilio Villa