Elena G. de White, la sismología y el vulcanismo
Los escritos de Elena G. de White, al igual que los de la Biblia, no están exentos de ser sometidos a un juicio constante para poner en duda su veracidad. No es poco común que se utilicen ciertas de sus declaraciones relacionadas con aspectos concernientes a la sismología y el vulcanismo, para desacreditarla como inspirada por Dios. Se afirma que, si hubiese recibido testimonios de procedencia divina, la información descrita por ella sería precisa y exacta.
Sin embargo, hemos de puntualizar tres aspectos a tomar en cuenta cuando se estudian estos escritos. Primero, Elena de White en ninguna manera se puede considerar una autoridad en ámbitos vinculados a temáticas científicas. El objetivo de sus escritos nunca fue ese. Segundo, sus escritos debieran ser examinados a la luz del contexto temporal correspondiente, es decir, tomar en cuenta la posible influencia que pudo recibir de su contexto social. Debemos recordar que, aunque inspirada, el uso de material bibliográfico por su parte fue usual (algo claramente visible también en los escritores bíblicos) y, por lo mismo, pudo haber citado información errónea. Tercero, un análisis concienzudo y objetivo de sus declaraciones muestran que, después de todo, no estuvo tan lejos de la verdad como se quiere hacer aparentar.
Las afirmaciones referentes a éstos temas son, en realidad, sumamente escasas y casi usando la misma terminología. En el presente ensayo se partirá de sus declaraciones contenidas en Spiritual Gifts, ya que las referidas en Patriarcas y Profetas son prácticamente idénticas.
El vulcanismo
Elena G. de White fue completamente creacionista. Es por ello que atribuye al catastrofismo del diluvio descrito en el Génesis, aquellas disposiciones que, en el mundo secular, se tienden a vislumbrar bajo la lupa evolucionista, tales como la formación de la columna geológica o de los hidrocarburos[1].
Antes del diluvio había inmensos bosques. Los árboles eran muchas veces más altos que cualquier árbol que ahora vemos. Eran de gran durabilidad. No conocían el decaimiento por cientos de años. En el momento del diluvio estos bosques fueron destruidos o quebrados y sepultados en la tierra. En algunos lugares grandes cantidades de estos inmensos árboles fueron arrojados juntos y cubiertos con piedras y tierra por las conmociones del diluvio. Desde entonces se han petrificado y transformado en carbón de piedra, que explica las grandes minas de hulla que se encuentran ahora. Este carbón ha producido petróleo. Dios hace que grandes cantidades de carbón y petróleo se enciendan y quemen. Las rocas se calientan intensamente, la piedra caliza se quema, y el hierro se derrite. El agua y el fuego se encuentran bajo la superficie de la tierra. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos. La acción del fuego y agua sobre los rebordes de las rocas y mineral, causan fuertes explosiones que suenan como truenos amortiguados…Donde no hay montañas ni brotes ígneos generalmente se encuentran carbón y petróleo. Cuando el fuego y el agua se encuentran bajo la superficie de la tierra, los brotes ígneos no pueden dar suficiente salida a los elementos calientes de las profundidades.[2]
Es importante visualizar las implicaciones de estas declaraciones. Primeramente hace un contraste entre el aspecto de la vegetación pre diluviana y post diluviana. Segundo, atribuye al catastrofismo su enterramiento y posterior transformación en sustancias, tales como petróleo, carbón y gas natural. Hasta este punto, los creacionistas han hecho afirmaciones similares. La controversia inicia cuando afirma que el carbón y el petróleo se encienden, produciendo que la caliza se queme y el hierro se funda. Cuando a este proceso se le agrega la acción del agua, el calor se acentúa y se producen los “terremotos, volcanes y brotes ígneos”.
¿Identificaba irremediablemente Elena White la actividad vulcanica con la combustión de petróleo y carbón? Aunque en la cita dada pareciera que sí, es necesario percatarnos de que, por lo menos no siempre relacionó los procesos volcánicos con estos elementos. Al estudiar otros escritos suyos relacionados, regla básica de la hermenéutica, llegamos a esa deducción.
Hay un mar de fuego bajo nuestros pies. Hay un horno de fuego en las antiguas montañas rocosas. La montaña que arroja su fuego nos habla del horno poderoso que tiene encendido, aguardando la palabra de Dios para volcar en la tierra sus llamas.[3]
El que Elena White use el término “fuego” en lugar de magma y lava, se debe simplemente a que realiza una descripción no técnica, que los lectores comunes pueden entender fácilmente. Lo importante a resaltar es que, al hablar del interior de la corteza terrestre y de este “horno poderoso que tiene encendido”, no aparece un ápice que aluda a la intervención de sustancias como el petróleo o carbón. Podemos concluir que Elena White no describe la actividad vulcanica como producto de una combustión de hidrocarburos, si bien creía que el petróleo y carbón de alguna manera contribuían en los fenómenos eruptivos.
Elena White nos dice que “Dios hace que grandes cantidades de carbón y petróleo se enciendan y quemen.” Es un fenómeno innegable por la geología moderna, debido a que se ha documentado en muchas ocasiones como la oxidación de material carbonífero es, entre otros factores, causa de la combustión de este material en las minas de hulla[4].
La autora continua diciendo que “Las rocas se calientan intensamente, la piedra caliza se quema, y el hierro se derrite.” Es importante destacar el hecho de que no menciona la causa natural por la cual se encienden el carbón y petróleo. Probablemente era sensata en comprender que no es la combustión de los hidrocarburos lo que produce se queme la piedra caliza y derrita el hierro, sino por el contrario, es la intervención del material fundido lo que inicia la combustión. Es por eso que indica que “donde no hay… brotes ígneos, generalmente se encuentran carbón y petróleo”, frase que no tendría sentido si ella pensara que éstos eran los iniciadores de los fenómenos volcánicos.
La sismología
Sobre los terremotos, Elena White afirma que “El agua y el fuego se encuentran bajo la superficie de la tierra. La acción del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y brotes ígneos”. La crítica principal a estas palabras es que la Sra. White no identifica a los desplazamientos tectónicos como causa de los movimientos sísmicos[5]. Sin embargo, nada en las palabras previamente citadas parece mostrar una exclusión hacia otras teorías que expliquen los terremotos. Sus palabras no obligan a nadie a descartar otras explicaciones al respecto.
El hecho de que Elena White relacionara los terremotos y volcanes no es del todo descabellado. La Enciclopedia Rezza explica que, en ocasiones, ambos fenómenos están implicados.
Otros terremotos se deben a la actividad volcánica pero en general son de menor intensidad y más localizados, pero de todas maneras son debidos a movimientos de rocas dentro de la corteza terrestre[6].
La acción del agua en estos fenómenos tampoco es algo inverosímil. Al encontrarse éste líquido con el material ígneo, tal como lo explica la Sra. White, lógicamente se produce vapor de agua, el cual ejerce presión sobre la fisura volcánica.
La ascensión del magma se produce bajo el impulso de los gases y del vapor de agua cuyo origen es aun un misterio[7].
Conclusión
Es importante aclarar el porqué la Sra. White no menciona otras causas para los terremotos y volcanes. Puesto que las citas en cuestión están emplazadas dentro del contexto del diluvio, ella solamente habla de los efectos de dicho fenómeno universal en los procesos geológicos mencionados. Pero ello no implica que sea necesario descartar otras explicaciones a los mismos. Muchas de las descripciones que hace la Sra. White no contradicen las observaciones realizadas en los portentos geodinámicos. Finalmente, puntualicemos que sus escritos no debieran ser utilizados cuando se hable sobre temáticas científicas, pues la función de los mismos nunca fue ésa, como todo buen adventista sabe.
Autor: Emilio Villa
Referencias
Existen excelentes estudios creacionistas que respaldan el punto de vista bíblico. Sin embargo, por obvias razones, no se abordara la controversia “Creación – Evolución” en el presente estudio. Para más información al respecto, pueden consultarse materiales como Huse, Scott, “El colapso de la Evolución”, 2001; Flori Jean, Et. Al., “En busca de los orígenes ¿Evolución o Creación?”, 2000; entre otros. ↩︎
Spiritual Gifts, vol. 3, 76-79. ↩︎
Manuscrito 29, 1885. ↩︎
Véase “Relations between Coal Properties and Spontaneous Combustion” Department of Mining Engineering, Zonguldak Karaelmas University, Zonguldak-TURKEY. ↩︎
Las teorías de la Tectónica de Placas y la Deriva Continental fueron formuladas y discutidas en el siglo XX. ↩︎
Causas de los terremotos (1988). En La Enciclopedia Temática Rezza (Geografía, p. 53). Colombia: Norma. ↩︎
Explicación del volcanismo (1974). En La Enciclopedia Quillet (vol. 3, p. 123). México: W. M. Jackson, Inc. ↩︎