Elena de White y el “ojo que todo lo ve”
Elena de White fue una prolífica escritora, con alrededor de 100.000 páginas escritas y más de 60 libros. Por supuesto, en su extensa obra literaria se encuentran algunas expresiones y frases que son difíciles de explicar, y que sus críticos han utilizado para hacer toda clase de acusaciones. Una de estas expresiones es “el ojo que todo lo ve”. Esta frase, que en la actualidad tiene connotaciones masónicas, ha sido utilizada para afirmar que Elena de White perteneció a alguna sociedad secreta masónica.[1] En este artículo analizaremos esta acusación y veremos realmente que relación hay entre la frase “el ojo que todo lo ve” y la masonería.
Elena de White utilizó la expresión “el ojo que todo lo ve” (“all-seeing eye”) al menos en 58 ocasiones.[2] Los críticos utilizan este hecho para acusarla de pertenecer a la masonería, pero esto demuestra una gran ignorancia histórica. La expresión “ojo que todo lo ve” no tiene un origen masónico. En realidad, apareció a fines de la Edad Media para describir la omnisciencia y omnipresencia de Dios. También era llamado “el ojo de la Providencia” o “el ojo de Dios”.[3] Durante varios siglos se representó en el arte religioso como un ojo rodeado de rayos dorados en medio de un triángulo que simboliza la trinidad.[4]
El hecho de que el “ojo que todo lo ve” se usó por siglos en el arte cristiano mucho antes de la aparición de las logias masónicas nos indica que es un símbolo cristiano. El origen del símbolo es cristiano y fue tomado por los masones recién a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. S. Brent Morris, especialista en historia masónica, confirma esto diciendo:
El ojo que todo lo ve parece ser más bien una adición reciente al simbolismo masónico. No es encontrado en ninguna de las Constituciones Góticas escritas desde 1390 hasta 1730. […] Su uso como un elemento decorativo parece haber sido una representación artística de la omnisciencia de Dios más que algún símbolo masónico generalmente aceptado.[5]
El primer registro masónico en el cual se encuentra el “ojo que todo lo ve” es un libro llamado Freemasons Monitor, publicado por Thomas Smith Webb en 1797.[6] Recién en la segunda mitad del siglo XIX se convirtió gradualmente en un símbolo masónico común.[7]
Existen otras evidencias históricas que demuestran esto. Por ejemplo, el “ojo que todo lo ve” aparece en numerosas obras artísticas siglos antes de que aparecieran las primeras logias masónicas. Por ejemplo, el pintor renacentista Pontormo (1494-1557), en su pintura llamada “Cena en Emaús” (1525) contiene el “ojo que todo lo ve” en su parte superior, a pesar de que esta obra fue creada casi doscientos años antes de la aparición de la primera logia masónica especulativa conocida.[8]
Figura 1. “Cena de Emaús” pintada por el artista italiano Pontermo en el año 1525. En la parte superior de la pintura se puede apreciar la imagen del “ojo que todo lo ve”.
Esta pintura es una clara evidencia de que el “ojo que todo lo ve” era considerado como un símbolo artístico de la omnisciencia de Dios siglos antes de que apareciera la masonería.
El origen de este símbolo no proviene del paganismo semítico, sino de la interpretación de varios versículos bíblicos. La omnisciencia de Dios es descrita en numerosas ocasiones en la Biblia utilizando la imagen de los ojos. Por ejemplo, Salomón escribió: “En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos” (Pro. 15:2).[9] El Salmista cantaba: “He aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen” (Sal. 33:18). A esto se refería Elena de White cuando usó la expresión “ojo que todo lo ve”. Ella no se refería a ninguna deidad masónica, sino al Omnisciente y Omnipresente Dios Verdadero. Cada vez que ella usó esta expresión era para hacer énfasis en la idea de que Dios lo ve todo y lo sabe todo, nada está oculto antes sus ojos.
El uso de esta expresión por parte de Elena de White está de acuerdo a las costumbres del siglo XIX. Durante esta época los escritores religiosos usaban esa expresión sin creer que fuera masónica o tuviera connotaciones negativas.
A continuación, veremos varias citas contemporáneas a Elena de White de autores pertenecientes a diferentes denominaciones que también utilizaron la misma expresión. El reverendo presbiteriano Alexander Topp escribió en 1878:
Seguramente entonces, la verdad a la cual me refiero es una de elevada importancia: la Omnisciencia de Dios, la verdad que su Ojo que todo lo ve esta siempre sobre nosotros.[10]
Charles Spurgeon, el famoso predicador bautista, predicó en 1858:
¿Y las naciones ante Él no son sino como una gota del mar? Si entonces el ojo que todo lo ve de Dios observa en con una sola mirada las amplias regiones de la muerte… si, digo yo, con una sola mirada Dios ve la muerte y ve el infierno con a través de todo su insondables abismos, de toda su miseria sin límites, seguramente entonces Él es bastante capaz de contemplar todas las acciones de esa pequeña cosa llamado corazón del hombre.[11]
El teólogo del movimiento americano reformista John William McGarvey escribió en 1872:
Pero Pablo fue a menudo guiado simplemente por las indicaciones de la Providencia, y así puede suceder con ustedes. Si estamos atentos a esas indicaciones, estaremos bajo la orientación del mismo Ojo que todo lo ve que decidió los pasos de Pablo.[12]
El teólogo anglicano Richard Chenevix Trench escribió en 1862:
En esta última forma las palabras son generalmente entendidas como el Señor declarando lo que, en su ojo que todo lo ve, fue la verdadera naturaleza de μεγαλοῤῥημοσύναι, las “grandes palabras infladas de vanidad” que estos gnósticos descargaron, prometiendo libertad a otros, siendo que ellos mismos eran esclavos de la corrupción.[13]
El clérigo bautista Alexander McLaren, escribió en una de sus obras:
Ni en la sabiduría que no conoce crecimiento, ni en el conocimiento que no tiene frontera de ignorancia a su alrededor, ni en incansable poder de su brazo, ni en la inacabable energía de su ser, ni en la vigilancia ininterrumpida de su ojo que todo lo ve, ni en la presencia de donde sea de sus criaturas estén, ni en nada de esto yace la gloria de Dios, sino en su amor.[14]
El ministro presbiteriano John Dick escribió:
El mismo no santificado amor a la reputación, la misma base de hipocresía, la misma indiferencia hacia el ojo que todo lo ve de los cielos, influye a ambos [Ananías y Safira]. Ellos fueron odiosos en sus vidas, y en su muerte no estuvieron separados. Ellos perecieron mediante la misma destrucción y su fin ministra una solemne advertencia a otros, para que puedan escuchar y temer y no actuar más impíamente.[15]
El cardenal católico Henry Edward Manning declaró en una de sus misas:
El mundanal, trivial, iluminado, el impuro, falso y sensual; aun los blasfemos, burladores, infieles, todos están atados a una cadena de conciencia, la cual, como lo oculto, pero el Ojo que todo lo ve los sigue a todas partes. Los aguijonea con temor, y, cuando pecan, vuelve sus corazones dentro de ella en piedra.[16]
La escritora norteamericana Hanna Whitell Smith, quien perteneció al movimiento cuáquero, escribió en 1874:
¿Cómo hará su dueño para recibir la inteligencia? ¿Invocará mediante una ansiosa acción de gracias, y abrirá cada puerta para la entrada de su glorioso Invitado? ¿O disminuido y vacilante, temeroso de su presencia, buscara convertir alguna esquina privada como un refugio de su ojo que todo lo ve?[17]
Andrew Murray fue un misionero y ministro presbiteriano. En una de sus obras escribió:
Esta es la bendición de esperar en Dios, que Él toma nuestros ojos y pensamientos de nosotros mismo, incluso nuestras necesidades y deseos, y los ocupa con nuestro Dios. Nosotros lo adoramos en su gloria y amor, con su ojo que todo lo ve observándonos a nosotros, sabiendo que Él suplirá todas nuestras necesidades.[18]
Mientras todos estos escritores, teólogos y ministros cristianos usaban la expresión “el ojo que todo lo ve” en sus libros y sermones, las congregaciones de la Iglesia Libre de Escocia cantaban en sus reuniones:
Como tu voluntad, Puede esperar en ella
La luz del sol regresara cuando las tormentas hayan pasado
Tu Ojo que todo lo ve de amor insomne
Observa sobre mi camino desde el primero hasta el último
Cuando tu voluntad, sobre el llano desértico
Primaveras se levantarán de nuevo, y ríos fluirán otra vez.[19]
John Newton, el reconocido autor del himno “Amazing Grace” (“Subime gracia”), también compuso muchos otros himnos y poemas. En uno de ellos puede leerse:
Ahora de la voz de su Creador él (Adán) huye
La cual fue antes su alegría
Y piensa en esconderse entre los árboles
De un ojo que todo lo ve.[20]
Samuel Longfellow, un poeta y clérigo unitario, escribió en uno de sus himnos:
Se tu mi guía, y déjame vivir
Como bajo tu Ojo que todo lo ve
Provee mis deseos, mis pecados perdona
Y hazme feliz cuando muera.[21]
El poeta anglicano Francis Turner Pelgrave compiló una serie de himnos en su libro “Tesoro de Canciones sacras”. En uno de estos se encuentra la siguiente estrofa:
¡Quédate quiera, triste alma! No eleves un grito apasionado
Sino abre el desierto de tu ser descubierto
Al escrudiño completo del Ojo que todo lo ve.[22]
Como podemos ver, todos estos escritores, poetas, teólogos y autores cristianos del siglo XIX pertenecientes a diferentes denominaciones usaban la expresión “ojo que todo lo ve”. ¿Acaso es posible que todos ellos fueran masones? ¿O no es más probable que ellos simplemente se estuvieran refiriendo a la omnisciencia de Dios con términos comunes de la época?
Conclusión
La evidencia nos muestra que la expresión “ojo que todo lo ve” no tiene un origen masónico, sino cristiano. Pero más tarde los masones tomaron este símbolo y se lo apropiaron. Sin embargo, durante el siglo XIX esta frase continuaba siendo usaba comúnmente para describir la omnisciencia de Dios. Con este sentido fue usada por numerosos autores y escritores cristianos de diferentes denominaciones. Y con ese mismo sentido lo utilizó Elena de White.
¿Elena de White utilizó terminología masónica? Podemos concluir que no, que no lo hizo. Sencillamente usó una expresión común de su tiempo para describir la omniciencia de Dios.
Referencias
Véase, por ejemplo, Mario Olcese Sanguineti, “Elena G. de White definió a su deidad de la masonería: ‘El ojo que todo lo ve’”, disponible en https://apologista.wordpress.com/2012/05/27/elena-g-de-white-definio-su-deidad-de-la-masoneria-el-ojo-que-todo-lo-ve/ (consultado el 22 de mayo de 2017). ↩︎
An appeal to the Youth (Battle Creek, MI: Seventh-day Adventist Publishing Association, 1864), 58; Counsels for the Church (Nampa, ID: Pacific Press, 1991), 177; Early Writings (Washington, D.C.: Review and Herald, 1882), 234; The Great Controversy (Mountain View, CA: Pacific Press, 1911), 370; Life Sketches of James White and Ellen G. White (Battle Creek, MI: Seventh-day Adventist Publishing Association, 1880), 144; Medical Ministry (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1932), 133; The Spirit of Prophecy, vol. 4 (1884), 225; Spiritual Gifts (Battle Creek, MI: Seventh-day Adventist Publishing Association, 1858), 135; Steps to Christ (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1892), 34; The Story of Redemption (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1947), 360; Testimonies for the Church, vol. 1 (Mountain View, CA: Pacific Press, 1868), 19, 468, 501; Testimonies for the Church, vol. 3 (Mountain View, CA: Pacific Press, 1875), 417; Testimonies for the Church, vol. 4 (Mountain View, CA: Pacific Press, 1881), 583, 646; Testimonies for the Church, vol. 5 (Mountain View, CA: Pacific Press, 1889), 95, 147, 333, 561; Testimonies on Sexual Behavior, Adultery, and Divorce (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1989), 101; Testimony Treasures, vol. 2 (Moutain View, CA: Pacific Press, 1949), 23, 38; Christ Triumphant (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1999), 8; The Faith I Live By (Washington, D.C.: Review and Herald, 1958), 37; Lift Him Up (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1988), 287; Our High Calling (Washington, D.C.: Review and Herald, 1961), 283; The Day With God (Washington, D.C.: Review and Herald, 1979), 306; The Upward Look (Washington, D.C.: Review and Herald, 1982), 254; “To the Members of the Churches of Australia and New Zealand”, Australasian Union Conference Record, 15 de abril de 1903; “Dangers of the Young”, Review and Herald, 11 de marzo de 1880; “Words for the Young”, Review and Herald, 30 de marzo de 1886; “Nothing is Hidden”, Review and Herald, 27 de marzo de 1888; “God’s Estimate of Service”, Review and Herald, 31 de julio de 1900; “The Value of Christlike Love”, Review and Herald, 21 de julio de 1904; “An Open Letter”, Review and Herald, 13 de abril de 1905; “To Our Ministering Brethren”, Review and Herald, 11 de enero de 1912; “Mrs. Ellen G. White—Her Life, Christian Experience, and Labors”, The Signs of the Times, 27 de enero de 1876; “Israel Depart from God”, The Signs of the Times, 30 de diciembre de 1880; “A Backsliding People”, The Signs of the Times, 11 de Agosto de 1881; “In the Downward Path”, The Signs of the Times, 13 de octubre de 1881; “Dangers and Duties of the Young”, The Signs of the Times, 1 de mayo de 1884; “The Council of Gibeah”, The Signs of the Times, 14 de septiembre de 1888; “Our Besetting Sins”, The Signs of the Times, 13 de diciembre de 1899; “Ye Teach for Doctrine the Commandments of Men”, The Signs of the Times, 3 de enero de 1900; “Words to the Young”, The Youth’s Instructor, 21 de julio de 1892; “Words to the Young”, The Youth’s Instructor, 22 de junio de 1893; “The Price of Our Redemption”, The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1900; An Appeal for Self-supporting Laborers to Enter Unworked Fields (Nashville, TN: Associated Lecturers\Bureau, 1933), 43; Testimonies on the Case of Elder E. P. Daniels (1890), 29; Testimony for the Battle Creek Church (Oakland, CA: Pacific Press, 1882), 81; Testimony for the Physicians and Helpers of the Sanitarium (1879), 79; Manuscript Releases, vol. 3 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1990), 52; Manuscript Releases, vol. 6 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1990), 30; Manuscript Releases, vol. 8 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1990), 432; Manuscript Releases, vol. 13 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 1990), 235; Ellen G. White: Volume 1—The Early Years: 1827-1862 (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1985), 415; Life Sketches Manuscript (1915), 25. ↩︎
Micah Lee Issitt y Carlyn Main, Hidden Religion: The Greatest Mysteries and Symbols of the World's Religious Beliefs (Santa Bárbara, CA: ABC-CLIO, 2014), 48-49. ↩︎
James Hall, Illustrated Dictionary of Symbols in Eastern and Western Art (Boulder, CO: Westview Press, 1996), 121, 207. ↩︎
S. Brent Morris, “The Eye in the Pyramid”, Short Talk Bulletin 73, n.º 9 (1995): 3. A menos que se indique algo diferente, todas las citas traducidas del inglés son del autor. ↩︎
Ibid., 3. ↩︎
Ibid., 4. ↩︎
Se considera que la Gran Logia Unida de Inglaterra es la primera logia de masonería especulativa (mística) que se formó en la historia. Las actas de la logia comienzan en 1717, aunque es probable que haya grupos masónicos ya a mediados del siglo XVII. Véase David Stevenson, The Origins of Freemasonry: Scotland's Century, 1590–1710 (Cambridge University Press, 1990). ↩︎
A menos que se indique algo diferente, todas las citas bíblicas han sido tomadas de La Biblia de las Américas. ↩︎
Alexander Topp, The All-Seeing Eye of God: a New Year’s Addres to the young connected with Knox Church [in] Toronto, (Toronto: Globe Printing Company, 1878), 4. Énfasis añadido. ↩︎
Sermons on Proverb, No. 177, predicado la mañana del Sábado 14 de Febrero de 1858 en The Music Hall, Royal Surrey Gardens. Énfasis añadido. ↩︎
John William McGarvey, Commentary on the Acts of the Apostles (Cincinnati: Wrightson, 1863), 200. Énfasis añadido. ↩︎
Richard Chenevix Trench, Commentary on the Epistles to the Seven Churches in Asia, (New York, Charles Scribner, 1863), 194. Énfasis añadido. ↩︎
Alexander McLaren, Expositions of the Holy Scriptures: Second Corinthians, Galatians, and Philippians, Colossians, Thessalonians, and First Timothy (New York: George H. Doran, 1910), 312-313. Énfasis añadido. ↩︎
John Dick, Lectures on the Acts of the Apostles, 2da ed. (New York: Robert Carter & Brothers, 1857), 81. Énfasis añadido. ↩︎
Henry Edward Manning, Sermons, vol. 3 (Londres, James Burns, 1847). 24. Énfasis añadido. ↩︎
Hanna Whitell Smith, Christian’s Secret of a Happy Life (New York: Fleming H. Revell, 1916), 226. Énfasis añadido. ↩︎
Andrew Murray, Waiting on God (1889), 54. Énfasis añadido. ↩︎
“Hymns from the land of Luther (New York: A. D. F. Randolph, 1858), 153 “As Thou Wilt”. Énfasis añadido. ↩︎
Olney Hymns (1779), 2, Himno 1. Énfasis añadido. ↩︎
Books of Hymns for public and private devotion (Boston: James R. Osgood, 1871), 366. Énfasis añadido. ↩︎
Treasury of Sacred Song (Oxford: Clarendon Press, 1890), 280. Énfasis añadido. ↩︎