El Sello de Dios y la Marca de la Bestia

Un lector me pidió que explique las implicaciones el siguiente versículo:

"y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13: 17)

Este versículo establece que la segunda bestia de Apocalipsis 13 pondría una marca, o un nombre, o un número, a sus seguidores de modo que los que no posean uno de estos tres elementos no pueda comprar, ni vender. Por cierto, existen antecedentes históricos al respecto. El Sínodo de Tours, bajo el Papa Alejandro III, pasó una ley que decía que ningún hombre debería recibir o ayudar a los herejes, ni realizar negocio alguno con ellos, o sea, ni comprar, ni vender. Y también lo hizo así el Concilio de Constanza, tal y como fue expresado en la Bula del Papa Martín (Barnes Notes: Revelation, pág. 334).

Tener la marca, o el nombre, o el número de su nombre, es simbólico, así como lo son las bestias y no debe de tomarse literalmente, tal y como lo han hecho algunos. Por ejemplo, tener el nombre de de Cristo y del Padre escritos en la frente (Apoc. 14:1) no significa que Dios pondrá un tatuaje con su nombre, o que literalmente escribirá su nombre sobre los redimidos. Simplemente significa que estas personas son siervos de Cristo y de su Padre. Lo mismo ocurre cuando el Espíritu Santo escribe los mandamientos de Dios en la mente y los coloca sobre el corazón del creyente (Heb. 10:15, 16).

Esto es cuestión de convicción y no de marcas visibles por los ojos humanos. “Porque el Señor conoce el camino de los justos, mas el camino de los impíos perecerá” (Salmos 1:6 | LBLA). “El Señor conoce los pensamientos del hombre, sabe que son sólo un soplo” (Salmos 94:11 | LBLA). “Pero tú me conoces, oh Señor, tú me ves, y compruebas la actitud de mi corazón para contigo. Arrástralos como ovejas para el matadero y sepáralos para el día de la matanza” (Jeremías 12:3 | LBLA). “No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos, y: Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor” (2 Timoteo 2:19 | LBLA).

Con relación a este último versículo, el apóstol Pablo afirma lo siguiente al respecto: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad” (Romanos 1:18 | LBLA). Hay dos palabras claves en este versículo: impiedad (ἀσέβειαv - asébeian) e injusticia (ἀδικίαv - adikían). La impiedad se refiere a una actitud negativa hacia Dios y además se considera “una falta de respeto hacia Dios” (Strong). Por lo tanto, designa una mala relación con Dios. La injusticia apunta hacia una actitud negativa hacia el prójimo, o sea, no amar al prójimo.

El Decálogo reglamenta la relación con Dios y con el prójimo de modo que se evite caer en la impiedad y la injusticia. Por lo tanto, el creyente es sellado con el Espíritu Santo al creer (Efe. 1:13) y la manifestación externa y visible de ese sellamiento es la obediencia a los mandamientos de Dios. En este sentido tanto el Espíritu Santo, como la obediencia, se consideran sello distintivo del pueblo de Dios. Por lo tanto, no es incorrecto afirmar que el único mandamiento del Decálogo que contiene las características de un sello es el mandamiento que llama a santificar el Sábado.

El anticristo que cambió los tiempos y la ley identifica a los creyentes por su sello de autoridad, el cual está en oposición al sello de Dios. Por tal razón el apóstol Juan dice: “Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos” (LBLA) y también dice: “pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El” (1 Juan 2:5 | LBLA). Jesús también lo hizo meridianamente claro al decir: “No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21 | LBLA). Luego afirma cuáles serán sus palabras contra los desobedientes: “Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; apartaos de mi, los que practicais la iniquidad" (LBLA). La palabra griega que se traduce por iniquidad es ἀνομίαv (anomían) que significa sin ley, contrarios a la ley, o como lo define Juan: “transgresores de la ley” (1 Juan 3:4).
La implicación es obvia, tanto la marca de la bestia, como el sello de Dios, son marcas invisibles que se manifiestan visiblemente mediante la conducta de los hombres con relación a los mandamientos de Dios. El remanente apocalíptico tiene una actitud positiva hacia los mandamientos de Dios. Se distinguen porque guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apoc. 12:17; 14:12). Con razón Isaías escribió lo siguiente: “Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos”...”¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer” (Isaías 8:16, 20 | LBLA).

El mensaje de la Biblia es claro.