El mensaje del remanente final en los libros sapienciales
INTRODUCCIÓN
Los Adventistas del Séptimo Día creemos que el Señor nos ha levantado en el tiempo del fin (Apoc.10-11), para predicar un mensaje especial de advertencia a todo el mundo (Apoc.10:11; 14:6), antes que venga el fin. Ese mensaje especial entendemos que está compendiado en el mensaje de los tres ángeles de Apoc.14:6-12.
Entre las doctrinas aquí proclamadas las dos más cuestionadas por otros grupos cristianos y que a los Adventistas nos ha ocupado más energía en demostrar están: la doctrina del juicio investigador, esto es, el juicio celestial antes de la segunda venida de Cristo, donde se considera sólo al pueblo de Dios. La otra doctrina cuestionada es la del sábado, implícita en la invitación a adorar a Dios como creador en Apoc.14:7, donde se usa un lenguaje muy similar al de Exo.20:8-11que contiene el cuarto mandamiento.
En general los cristianos piensan que el juicio final ocurrirá en la segunda venida de Cristo o después de ésta, no antes, y que afectará a todos a la vez (Juan 5:27-29; Mat.25:31-46), no juicios separados en tiempo para justos e injustos; incluso hay cristianos que piensan que el juicio sólo afectará a los impíos (Juan 3:18).
Por otro lado, la mayoría de los cristianos cree que por vivir en el Nuevo Pacto y al haber invalidado Cristo el Antiguo (Heb.8:6-7,13), la doctrina del santuario en general ya no tiene trascendencia, y el sábado como señal del antiguo pacto (Exo.31:12-17), parte de las tablas de piedra, que eran la norma y esencia del antiguo pacto (Deut.4:13), y que estaban guardadas en el arca del pacto, principal mueble del santuario, ambas instituciones habrían sido desplazadas por las realidades del Nuevo Pacto (2Cor.3:6-8, ver también Col.3:14-16; Gal.3:19, 24-25; 4:9-11).
Los Adventistas del Séptimo Día hemos probado que estas doctrinas son bíblicas recurriendo principalmente a Daniel y Apocalipsis (ej.: Dan.8:14; 9:24-27; Apoc.10 y 11; 14:12; 12:17, etc.), el problema que nos plantean nuestros hermanos de otras denominaciones, es que estos dos libros son los menos comprendidos de la Biblia, hay varias escuelas de interpretación, y aun dentro de la escuela historicista no hay plena armonía entre los comentadores, e incluso en algunas profecías como las siete trompetas o Dan.12, ni siquiera entre los autores contemporáneos ortodoxos de nuestra propia iglesia hay pleno acuerdo. Por otro lado, usar textos simbólicos para defender aquellas doctrinas que son la razón de ser de nuestra iglesia, en vez de usar porciones literales y explícitas de la Palabra de Dios, ha llevado a nuestros eruditos a buscar por ejemplo, paralelos del juicio investigador en los Salmos[1] y en otras partes de la Biblia, principalmente en los libros históricos y en los proféticos.[2]
Generalmente, nos ha sido fácil encontrar apoyo para el juicio investigador y el sábado en el pentateuco y los libros proféticos del Antiguo Testamento (A.T.), especialmente Ezequiel, Joél, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. En el Nuevo Testamento (N.T.) S. Juan y Hebreos nos ayudan principalmente en el tema del santuario, y algunas referencias de otros libros como Hechos, 1 Juan y 1 Pedro; y nos hemos apoyado principalmente en los libros de Lucas y en algunas epístolas paulinas para defender el sábado. Pero los libros Sapienciales no han sido muy estudiados por nuestros teólogos ni tampoco por teólogos de otras denominaciones, ya esta es una razón para estudiarlos, pero la razón fundamental es que en ellos no sólo hay paralelos con las doctrinas mencionadas, sino creemos que es su mensaje medular.
¿CUÁLES SON LOS LIBROS SAPIENCIALES?
Tanto en la Tanakh judía como en la Biblia cristiana estos libros se han clasificado junto con los libros poéticos, esto se debe a que en su totalidad o gran parte de ellos están escritos en verso, contienen más abundancia de figuras literarias, y recurrentemente usan los paralelos que son típicos de la poesía hebrea. Sin embargo, tanto judíos como cristianos hemos reconocido el género sapiencial como un género distinto. En la Biblia tenemos tres libros Sapienciales, estos son: Job, Proverbios y Eclesiastés, aunque existen porciones Sapienciales en otras partes de la Biblia, en esta reflexión nos limitaremos a estos tres, aunque diremos algo del Cantar de los Cantares por ser escrito por el sabio Salomón, el mismo autor de dos de los tres libros de nuestro interés.
ALGUNAS GENERALIDADES
Desde antiguo los judíos consideraron que el libro de Job era escrito por Moisés, y Proverbios, Eclesiastés y Cantares por Salomón. En los libros de Proverbios y Cantares se afirma explícitamente la autoría salomónica (Pro.1:1; Can.1:1); en Eclesiastés ésta se encuentra en forma implícita (Ecl.1:1); a pesar del anonimato de Job hay varias evidencias internas y externas que apoyan la tradición judía, como ejemplo de evidencia interna tenemos varias similitudes entre los libros del Pentateuco y Job[3], el nombre divino conocido sólo por el autor no por los protagonistas[4] (comp. Exo.3:14-15; 6:2-3); el absoluto silencio acerca de la nación israelita, el santuario, el sacerdocio, sus reyes, sus ciudades, etc., dan a entender, entre otros argumentos, su data anterior a la formación de la nación hebrea. Como evidencia externa, aparte de la tradición judía, tenemos la aceptación cristiana hasta el s. XVII. La verdad es que el cuestionamiento a la autoría mosaica de Job surgió en los ss. XVIII y XIX con el nacimiento de la alta crítica, que no sólo rechazó la autoridad mosaica del anónimo Job, sino incluso la autoría salomónica de los libros por él firmados. Más que la autoría, estos teólogos rechazaban la inspiración divina de estos libros (y del resto de la Biblia), rebajándolos al nivel de la mera sabiduría humana.
En nuestro tiempo, los eruditos han encontrado evidencias adicionales y muchos de ellos han vuelto a aceptar la tradición judeocristiana de la autoría de estos libros, en esta reflexión aceptaremos la autoría de Moisés para Job, quien fue enseñado "en toda la sabiduría de los egipcios" (Hec.7:22) además de recibir la instrucción divina. También aceptamos la autoría salomónica para los restantes libros Sapienciales. En ambos casos tenemos el apoyo del Espíritu de Profecía[5]. Además, fuera de las evidencias internas y externas, pensamos que lo que afirman cada libro en su primer versículo es tan cierto como el resto de su contenido, si no creemos su primera afirmación sería inútil el estudio del resto de su contenido; y por el hecho de ser citados y considerados como Palabra de Dios por autores del A.T. y N.T., dudar de su inspiración sería dudar de toda la Biblia. Schökel critica a los críticos de las fuentes de Job diciendo: “Al hablar de discrepancias, incoherencias, cambios del singular al plural, etc., la exégesis tradicional olvida a veces la pobreza de recursos técnicos de los autores antiguos. Ellos no podían, como nosotros, arrugar una hoja de papel y tirarla, ni corregir pruebas de imprenta. Si escribiésemos unas páginas con sus mismos medios, probablemente nos parecerían normales fallos que tanto criticamos.”[6]
Del marco histórico de Job destacamos que es un personaje de la era patriarcal que así como Sem, Melquisedek, Abraham y seguramente muchos otros personajes postdiluvianos conservaban su fe en el Dios Omnipotente que creó todas las cosas.
Elena de White revela que fue escrito por Moisés en Madián para alentar a la congregación de Israel o la Iglesia de Dios del A.T., a fin de que vieran en el sufrimiento inmerecido de este justo y su posterior vindicación, un tipo de ellos como creyentes en el verdadero Dios que sufrían una esclavitud injustificada, pero que también Dios se les manifestaría para liberarlos. El anonimato, la no-mención de ninguna institución israelita y la inclusión en el canon sagrado le dan a este libro sapiencial un carácter universal que lo hacen aplicable no sólo a cada individuo o grupo fiel a Dios en cualquier generación, sino además y en particular al remanente fiel en el tiempo del fin[7].
Antes de examinar el marco histórico de los libros salomónicos creemos necesario reconocer las diferencias que existen en sus escritos. Por ejemplo, Eclesiastés patentiza a un autor angustiado, pesimista y vacío, sin paz ni gozo interior; en cambio el Cantar de los Cantares irradia la felicidad y optimismo del autor, la voz de la tórtola en el Cantar anuncia la hermosa primavera, pero en Eclesiastés la naturaleza causa un ruido molesto; mientras que el autor del Cantar observa absorto los colores y formas de las flores, el autor de Eclesiastés resalta sus espinas; por una parte el Eclesiastés nos dice que toda la naturaleza es monótona, los ríos llegan al mar para volver a correr y la tierra gira en forma cíclica sin llegar a ningún lugar, por su parte el poeta del Cantar no ve monotonía cada cosa tiene un encanto distinto, nos diría como el poeta griego: "nadie se ha bañado jamás en el mismo río".
El título "cantar de los cantares", es un hebraísmo que expresa el grado superlativo[8] de este Cantar entre los 1005 que escribió Salomón (1Rey.4:30-33), esto implica la alegría extrema del autor (Sant.5:13). Por contraste, la palabra más usada por Eclesiastés es "vanidad", la palabra hebrea הֶבֶל que aquí tiene el sentido de "vano" o "vacío" aparece 73 veces en todo el A.T., de ellas 36 veces[9] se usa en este librito que representa menos del uno por ciento del A.T., esta palabra en superlativo, "vanidad de vanidades", da comienza y fin a este libro (1:2; 12:8).
Mientras que en el Cantar vemos a Salomón con su Sulamita o Salomona, su otro "yo", en lenguaje adámico la "varona" tomada del varón (Gen.2:23-24), o en lenguaje popular "su media naranja" que aun separados nunca están solos, pues son siempre parte del paisaje vivo y expresivo. En Eclesiastés vemos a un Salomón solitario, en un soliloquio,[10] sin amada, sin paisaje, sin Dios, sin esperanza.
Pero, ¿qué decir de Proverbios? éste libro fundamentalmente nos enseña una doctrina retribucionista, de causa y efecto, en donde el justo o sabio siempre saldrá bien, y el necio o impío inevitablemente saldrá mal. En cambio Eclesiastés nos dice que al sabio y al necio le afectan las mismas cosas, no hay diferencias entre ellos, ambos sufren y ambos gozan (2:14- 15), ambos morirán y de ninguno con el tiempo habrá memoria (2:16). El autor de Proverbios es moralista y virtuoso que de lejos observa a los incautos caer en los brazos de la ramera, él no bebe las fuentes de otro, no mira el vino cuando resplandece su color en la copa, pone cuchillo en su garganta cuando tiene hambre y se conforma con vivir con lo justo. Eclesiastés, en cambio, ha construido para sí palacios, se ha rodeado de cantores, se agasaja con vino, y abiertamente reconoce: que "no negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno. . . " (2:10).
Por otra parte, si comparamos Proverbios con Cantares, vemos en el primero a un hombre sereno carente del ímpetu del autor de Cantares, que más que pensar en una mujer sólo tiene ojos para la sabiduría personificada. Mientras el sabio de proverbios es un predicador el poeta de Cantares es un cantor; el primero usa su lado izquierdo del cerebro, el segundo su lado derecho; mientras el primero es urbano, el otro es campesino.
Estas y otras diferencias en estos tres libros que afirman ser del mismo autor e inspirados por el mismo Dios han hecho que muchos duden de la autoría salomónica de los tres. Sin embargo, hay otros comentaristas que se han dedicado a buscar las similitudes entre estos escritos. Una cita esclarecedora está en las palabras de un rabino judío llamado Jonathan, que afirma: "Cuando un hombre es joven canta canciones de amor = Cantar; cuando un hombre se hace adulto enuncia máximas de vida = Proverbios; cuando un hombre es viejo, habla de la vanidad de las cosas = Qohéleth”[11]. Estas diferencias se entienden mejor al considerar, aparte de la edad y madurez, la apostasía en que cayó paulatinamente el antes consagrado Salomón; los conocimientos tan variados que adquirió (1Rey.4:30-34); la temática distinta de cada libro, etc.
Además, algunas diferencias no parecen tan grandes cuando examinamos a fondo estos libros, por ejemplo: Proverbios nos dice que no siempre el justo lo pasa bien, pues el padre al que ama castiga (3:11-12), y el necio también puede aprender sabiduría, de otra manera no tendría sentido este libro (1:1-7), ni el pregón de la sabiduría encarnada (cap.8). También Eclesiastés ve ventajas en la sabiduría (2:13). En Cantares no todo es color de rosas, pues hay pequeñas zorras que dañan las viñas, guardias que golpean a la amada, hermanos mayores que la menosprecian (8:8), momentos de separación, etc. Por otro lado, los tres libros parecen estar dirigidos a los jóvenes (Pro.1:4, 8; 2:1; 3:1; 4:1, 5:1, etc.; Ecl.11:9-10; 12:1; Can.2:7; 3:5); hay palabras usadas sólo en estos tres libros, etc. Podemos afirmar que con distintos acentos los tres nos presentan una misma realidad: existe el bien y el mal, y es placentero y salvífico buscar y vivir en el bien.
Fuera de esto, muchos críticos han notado que el mensaje de estos libros es poco ortodoxo con relación al resto de la Biblia, sabemos que costó en el judaísmo y el cristianismo aceptar la canonicidad de ellos; en el judaísmo Cantares estaba prohibido para los menores de edad, además en este libro no es mencionado Dios, durante siglos en el judaísmo y el cristianismo se prohibió la interpretación literal de él, algunos como Fray Luis de León fueron encarcelados por este motivo, Renán considera bromeando a "Cantar de los Cantares y Qohéleth respectivamente como un librito erótico y un opúsculo volteriano escondidos entre las grandes páginas in folio de una biblioteca de teología"[12], a lo que podríamos agregar que proverbios es un tratado de justificación por obras opuesto al evangelio de Jesucristo.
José Vílchez dice de Eclesiastés que “la opinión común afirma, con toda razón, que en el N.T. no se cita ni una sola vez a Qohélet. ‘Silencio normal’ le llama J. Steinmann, puesto que el pequeño libro no contiene ‘una materia inmediatamente útil para la catequesis cristiana’”13. Esta aparente heterodoxia de los libros Sapienciales se incrementa cuando consideramos el mensaje de Job, que es más radical que Eclesiastés en el sufrimiento del inocente, ya que éste no sólo puede sufrir igual que el impío, sino más aún; y no sólo es mencionado sino vivido y se transforma en el centro mismo del libro.
Antes de responder a estas inquietudes, que creemos que se dilucidarán a medida que examinemos el contenido de estos libros, daremos algunas razones del porqué creemos encontrar el mensaje del remanente apocalíptico en los libros Sapienciales.
RELACION ENTRE LA LITERATURA SAPIENCIAL Y LA APOCALIPTICA
En el A.T. hebreo (TANAKH) los judíos clasificaban el libro de Daniel dentro de los NeBI'IM o Escritos, donde estaban incluidos también los libros Sapienciales, Daniel es el único libro profético que no está considerado entre los Profetas o KeTUBIM.[13] Además, Daniel, fuera de las 75 veces que aparece su nombre en el libro por él escrito es mencionado sólo tres veces más en el resto del A.T., estas tres referencias corresponden a su contemporáneo Ezequiel, quien dos veces lo destaca como justo en paralelo con Noé y Job (Ezq.14:14,20), y una vez como sabio (28:3), pero nunca se lo llama profeta. Es interesante que estos dos calificativos (justo y sabio) son muy recurrentes en los libros Sapienciales. Por otro lado, la palabra "Profecía" y el verbo "profetizar" nunca aparecen en Daniel ni en hebreo ni en arameo, y la palabra "profeta" (heb. גָבִיא)" sólo es usada cuatro veces por Daniel, siempre en el cap.9, la primera vez para referirse al libro del profeta Jeremías (v.2), dos veces en su oración para reconocer que ellos (Israel) no obedecieron a los profetas de Jehová (v.6 y 10), y una vez Gabriel le dice que durante las setenta semanas será sellada la visión y el profeta (refiriéndose a Esteban. v.24), pero nunca se la emplea para él, en cambio desde el principio del libro se lo destaca como sabio (1:17, 20; 2:13, 48; 4:6-9; 5:11, 14-16, etc.). Con esto no queremos cuestionar la afirmación de Jesús en Mat.24:15, ni negar el carácter predictivo de Daniel, sino solamente resaltar el hecho de que en Israel fue mirado principalmente como sabio.
Fuera de esto, queremos señalar que las palabras usadas para "sabiduría" דָּעַח ,חָכֵמָה y בִּיגָה que caracterizan a los libros Sapienciales, son usadas con la misma profusión en Daniel, veamos algunos datos: la raíz תָכמ aparece 340 veces en el A.T.; 318 en hebreo y 22 en arameo[14]. En hebreo 27 veces es usada como verbo, de éstas 13 veces se usa en Prov., 4 en Eclesiastés, 4 en Salmos y 2 en Job; "sabio" aparece 138 veces: 47 en Proverbios, 21 en Eclesiastés y 8 en Job. "Sabiduría" es mencionada 149 veces: 39 en Proverbios, 29 en Eclesiastés y 18 en Job. En arameo el verbo no ocurre, "sabio" está presente 14 veces, todas en Daniel;[15] y "sabiduría" 8 veces, una vez en Esdras y 7 en Daniel, más tres veces en hebreo, si sumamos todas las formas y ubicamos los libros del A.T. de mayor a menor frecuencia de esta raíz, veríamos que los cinco libros donde más se usa son: Proverbios con 102 usos, Eclesiastés con 54, Job con 28, Daniel con 24 y 1Reyes con 21. Ningún otro libro del A.T. alcanza los 20 usos de esta raíz, en 8 de ellos aparece menos de cinco veces, y en 18 libros nunca aparece. Por otro parte, en 1° de Reyes siempre se usa esta raíz con relación a Salomón, el autor de los libros Sapienciales. En 2° de Reyes nunca es usada esta raíz. Además, Daniel es mucho más pequeño que 1° de Reyes.[16] Porcentualmente, Daniel no sería el cuarto libro, sino el tercero en que se usa más la raíz תָכמ.
La raíz ידָע, fuera de las 72 veces que aparece מַדּוּעַ "¿por qué?", es usada 1.119 veces en el A.T., 1.068 en hebreo y 51 en arameo[17] esta palabra significa "ciencia" "conocimiento" y a veces se traduce como "sabiduría"[18]. Esta raíz es más común en el A.T., aparece desde el Génesis donde se habla del "árbol del conocimiento (o ciencia) del bien y del mal" (2:9), sólo en tres libros pequeños nunca se usa.[19] El verbo ocurre 994 veces, generalmente en qal (822 v.), en esa forma se usa bastante en los libros Sapienciales (aunque no ocupan los primeros lugares): Job 60 veces, Eclesiastés 34 v. y Proverbios 27 v.; en otras formas se destaca Job, ejemplo en piel la única vez así usada está en este libro (38:12); en hifil se usa 71 v., Job comparte con Ezequiel el segundo lugar con 8 v. cada uno. En Daniel las formas verbales hebreas suman 7 usos; en arameo de los 22 verbos en qal 16 pertenecen a Daniel y sólo 6 a Esdras; además aparece 25 v. el verbo en hafel, de las cuales 20 ocurren en Dan. y sólo 5 en Esdras, en total tenemos 43 menciones del verbo "conocer" en Daniel. Por su parte, el sustantivo aparece 93 v. en el A.T. hebreo, ocupando un amplio primer lugar proverbios con 40 usos, en segundo lugar Job e Isaías con 11 v. cada uno, en tercer lugar Eclesiastés con 7 usos, y en Daniel 2 usos. Si sumamos solamente estos libros tenemos 71 de los 93 usos veterotestamentarios. Además, en Daniel se usa 4 v. el sustantivo equivalente en arameo מַגְדָּע dando un total de 6 usos.
La tercera raíz בּין se usa 250 v. en hebreo[20], es el verbo "entender" o "comprender", como adjetivo significa "inteligencia". En sus distintas formas los seis libros del A.T. donde más se usa son: Proverbios con 67 ocurrencias, Job con 36, Salmos con 30, Isaías con 28 y Daniel con 27 (26 en heb. y 1 en aram.). Curiosamente se usa una sola vez en Eclesiastés (9:11). Aunque Daniel tiene una sola palabra menos que Isaías, y está cerca de Job y Salmos, hay que considerar el tamaño de estos libros: Job contiene 8.343 palabras hebreas (2,78% del A.T.); Isaías tiene 16.930 palabras (5,63% del A.T.); y Salmos cuenta con 19.531 palabras (6,50% del A.T.)[21]. Comparadas con las 5.923 palabras de Daniel, éste se ubicaría en segundo lugar después de Proverbios en el uso de בּין. Otra característica interesante de los libros Sapienciales, que resalta más en Proverbios, es el uso sinonímico de צַדִּיק "justo" con חָכָם "sabio" (véase Pro. 9:9,11,30;23:24, etc.). Esta antítesis entre justo e impío, y entre sabio y necio también ocurre en Eclesiastés[22]. En Job, los tres amigos y Job no sólo discuten quien es más justo de ellos sino quien es más sabio, es decir, quien tiene la razón; Job no sólo afirma que él es justo o inocente sino también sabio (17: 9-10); Job además de ser llamado "perfecto y recto" es descrito como "temeroso de Dios y apartado del mal" (1:1,8;2:3), lo que constituye "el principio de la sabiduría" (Pro.1:7;8:13; Job 28:20). En esencia, la preocupación de Job era donde encontrar la sabiduría que le aclare su sufrir (28:12,20). Elihú pretende ser más sabio que los tres amigos (33:33) al dar respuestas más acertadas a Job (32:13-14), pero reconoce en Dios una sabiduría inexpugnable (36:26), y el único verdaderamente sabio y justo en su proceder (37:23-24). Finalmente con el discurso divino el creador demuestra, con una serie de preguntas su infinita sabiduría. Así vemos que la justicia de Dios es también su sabiduría, y el cuestionamiento de la justicia o rectitud de Job es también el cuestionamiento de su sabiduría.
Ya dijimos que en el A.T. Daniel es considerado justo y sabio (Ezq.14:14,20; 28:3). En el libro de Daniel, él y sus amigos representan al remanente justo (1:8) que sufre un cautiverio inmerecido, a quienes Dios bendice con sabiduría (1:17, 20); los santos o remanente fiel son los sabios que a pesar de ser perseguidos (11:35) "instruirán a muchos" (11:33), y estos sabios o entendidos son los que resucitarán (12:3) y entenderán en el tiempo del fin el libro sellado (12:10).
Quisiéramos también mostrar algunos nexos entre Apocalipsis y los libros Sapienciales. La palabra "sabiduría", en gr. σοφια, aparece 51 veces en el N.T.[23], donde más ocurre es en 1Corintios (17 v.), en Apocalipsis sólo aparece cuatro veces, pero en forma muy significativa, dos ocasiones se menciona como un atributo divino (5:12;7:12); y las otras dos veces como un requisito indispensable para entender los símbolos apocalípticos: "aquí hay sabiduría: el que tiene entendimiento cuente el número de la bestia. . . " (13:18), "esto para la mente que tenga sabiduría. . . " (17:9), frases similares como "si alguno tiene oído oiga" (13:10) se repiten varias veces en Apocalipsis (ej.: 2:7,11,17,29; 3:6, 13, 22). En otras palabras este libro será entendido por los sabios o temerosos de Jehová o "siervos" de Dios (1:1). Las palabras σοφόζ "sabio" (23 v. N.T.) y σοφιζώ, (2 v. N.T.) nunca aparecen en Apocalipsis[24]. Es interesante que Jesús equipara a los "profetas" con los "sabios y escribas" (Mat.23:34).
La palabra γινώσκω "conocer" que aparece 228 v. en el N.T.[25] se repite con más frecuencia en Juan con 57 v., en segundo lugar en Lucas con 28 v., luego en 1Juan con 25 v. (más una vez en 2Juan) y aparece 5 v. en Apocalipsis. Juan en total usa esta palabra 88 veces. También cave destacar que porcentualmente el Evangelio de Juan es seguido por su 1° epístola en la reiteración de esta palabra[26].
La palabra οίδα, "saber"[27], se usa 321 v. en el N.T.[28], el primer lugar lo ocupa San Juan con 86 usos; además de 13 v. en 1Juan; 1 v. en 3Juan, y 12 v. en Apocalipsis, sumando 112 v. Podemos ver que Juan, el autor del Apocalipsis es quien usa más reiteradamente las palabras usadas por los autores Sapienciales.
Otro nexo entre los libros Sapienciales y el mensaje del remanente de Apoc.14:6-12 en particular, es la frase con que comienzan estos mensajes: "temed a Dios". Esta frase es un hebraísmo tomado de los libros Sapienciales, ya dijimos que Job es calificado desde el principio de su libro como "temeroso de Dios" (1:1,8; 2:3), y reconoce que la verdadera sabiduría es "el temor a Dios" (28:28). Proverbios, en el clímax de su prólogo afirma que el principio de la ciencia es "el temor a Jehová" (1:7), lo mismo repite en puntos neurálgicos de su libro: (8:13), donde personifica a la sabiduría; 9:10, donde personifica a la necedad), opone al que teme a Jehová con los impíos (14:2), y concluye el libro con una artística alabanza a la mujer virtuosa cuya principal característica es la de una mujer que "teme a Jehová" (31:30). En el libro de Eclesiastés también se destaca a los temerosos de Dios (7:18; 8:12,13), y después de desechar todo como vano y sin provecho debajo del sol, Salomón concluye que "el fin de todo el discurso oído es éste: teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre" (12:13).
Es interesante que la forma verbal equivalente al verbo "temed" de Apoc.14:7[29] sólo ocurre en tres partes del A.T. hebreo (Jos.24:14; 1Sam.12:24; Sal.34:10), siempre amonestando a no olvidarse de Jehová ni volverse a la idolatría[30]; en imperativo singular sólo se usa cuatro veces, siempre en los libros Sapienciales[31]. En el N.T. la misma forma gramatical griega solo aparece en los labios de Jesús, cuando enseñó a no temer a la muerte sino a Dios que puede destruir para siempre (Mat.10:28; Luc.12:5, 5), bastante relacionado con el mensaje del tercer ángel de Apoc.14:9-11.
MENSAJE CENTRAL DE LOS LIBROS SAPIENCIALES
Ahora analizaremos el contenido de cada libro sapiencial por separado, y su relación con los libros apocalípticos. Comenzaremos con el libro de Job, primero veremos el tema del juicio investigador y luego el tema del sábado.
JOB
Primeramente presentaremos una estructura general del libro de Job, la que hemos sintetizado de David Dorsey[32]:
El hecho de que Job sea un personaje que vivió en una época anterior a la nación israelita, y por lo tanto, al santuario, al sacerdocio aarónico, y a todo el sistema cúltico que Moisés recibió después del éxodo, parecería imposibilitarnos para hacer una sana exégesis de este tema. Sin embargo, los temas de la adoración, la intercesión y la vindicación que eran la esencia del santuario israelita están presentes desde el principio del libro. Job mismo comienza intercediendo por sus hijos y termina intercediendo por sus tres "amigos". La única acción que se menciona acerca de Job antes de su desgracia es que "se levantaba de mañana, y ofrecía holocaustos" intercesorios por cada uno de sus hijos (1:4-5). En el último capítulo se dice que los acusadores de Job ofrecen holocaustos por ellos y Job ora en favor de ellos, "porque de cierto a él atenderé" dice Jehová (42:8), y el autor confirma que "Jehová aceptó la oración de Job" (42:9). Este holocausto y la oración intercesora de Job eran requisitos indispensables para que los adversarios de Job recibiesen perdón (42:7-8). Esta oración intercesora es la última acción de Job antes de la restitución (42:10). El hecho de que Job haya padecido injustamente y haya orado por sus acusadores lo trasforma en un tipo de Cristo, quien oró por los que lo condenaron (Luc.23:34; Sant.5:11), y después de su injusto padecer comenzó su obra intercesora en favor de los pecadores (Heb.4:15-16; 1Juan 2:1-2).
Es interesante que Daniel y Juan los autores de los libros apocalípticos estaban padeciendo un cautiverio inmerecido cuando recibieron sus revelaciones (Dan.1:1-3,6; Apoc.1:9) y ambos fueron librados en la tribulación.[33] También es interesante que Job es el único libro sapiencial que concluye con una revelación divina o teofanía, que es más propia de los libros proféticos. Job también se convierte en un tipo del remanente apocalíptico descrito en las visiones de Daniel y Juan, este remanente justo es perseguido y sufre por causa de un poder anticristiano que prospera sin que Dios lo impida, esta paradoja requiere el juicio divino y la comprensión humana y angelical (Job 1 y 2; Dan.7:8-19; 8:11-14; Apoc.6:9-11, etc.), aunque los seres celestiales son testigos del juicio que se realiza en los cielos, el remanente (tanto Job como el apocalíptico) no ve ni comprende el proceder divino, pero lo acepta como justo y sabio sólo por fe antes de la vindicación y la respuesta divina.
En el libro de Job, el juicio celestial no afecta directamente a Satanás (el enemigo), ni a los tres amigos (los acusadores), sino a Job (el justo). El es acusado por Satanás, él debe ser examinado por el universo, él debe ser defendido y vindicado por Dios. Al mismo tiempo Job es la vindicación de Dios, él es el verdadero adorador, la evidencia vívida de la fidelidad desinteresada, y a pesar de los yerros de Job Dios lo defiende. Así, no resulta raro el que el juicio previo al fin se realice en el cielo y afecte a "los santos del altísimo" en vez de al “cuerno pequeño” en Dan.7:22.
Lael Caesar, agrega que Job se transforma en un tipo del remanente escatológico o 144.000 en especial, pues después de ser evaluado favorablemente por Dios en un juicio celestial (1:8;2:3), se hace necesaria la prueba o tiempo de angustia para él (caps.3-37) antes de la parousía (38-42) que trae la vindicación (42:10-12)[34]. Además, podemos ver en los tres acusadores de Job un tipo de los tres espíritus engañadores que lucharán contra los 144.000 (Apoc.16:13-14).
Por otro lado, vemos que el caso de Job no sólo interesa a cuatro individuos que le aconsejan, sino toma dimensiones cósmicas, todo el cielo está interesado, incluso Dios y su adversario. Schökel y Sicre nos recuerdan que Satanás es propio de la literatura apocalíptica[35] (ej.:Apoc.12:7-9; 20:1). Los ángeles también nos recuerdan a "los millares de millares [que] le servían, y millones de millones [que] asistían delante de él" en el juicio daniélico (7:10); y los "millones de millones" de ángeles "alrededor del trono de Dios" en Apoc.5:11. Fuera de las múltiples participaciones de estos seres en los juicios divinos, su cuestionamiento acerca del triunfo del mal sobre el bien (Dan.8:13; 12:6), su gozo por los juicios retributivos de Dios (Apoc.16:5-7; 19:1-2), su lucha en favor de los justos (Dan.10:20),y su participación junto a Cristo en su segunda venida ((Apoc.19:14; Mat.24:30-31).
La discusión respecto a la justificación por la fe y el juicio por obras que ha ocupado intensamente a nuestra iglesia, también es crucial en el libro de Job, ya que la retribución versus gratuidad no sólo es el meollo de la discusión entre Dios y Satanás, sino el tema de discusión que permea todos los discursos tanto de los amigos, de Job y de Elihú. Este tema es el nexo entre la prosa y el verso irreconciliables según los teólogos críticos. El tema de la gracia de Dios y la adoración desinteresada de sus siervos une también este libro con el corazón mismo del evangelio de Jesucristo.
El tema del intercesor entre Dios y Job, es el motivo del clamor de Job, no le satisface la interpretación de los tres "amigos", desearía contender con Dios (13:3), pero reconoce que "no le podría responder una cosa entre mil" (9:3), no quiere otro hombre por mediador (21:4), sino un ser celestial, clama: "alguien debe haber en los cielos que declare en mi favor, que interprete ante Dios mis pensamientos, para que él vea mis lágrimas; alguien que hable ante Dios en mi favor, como se habla ante un hombre en favor de otro" (16:18-21, D.H.H.). Anhela que alguien registre en forma permanente sus palabras (19:23-24), y confiesa su fe diciendo: "yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo" (19:25). Esta palabra "redentor", o "defensor" según otras versiones (B.J., D.H.H.), es la traducción de la palabra hebrea גֹּ֣אֲלִ, “exclusivo del hebreo entre las lenguas semíticas”[36] que se usa para el "pariente redentor" (ej. Rut), para el vengador de la sangre del justo (Num.35), y para designar al año del jubileo o restitución que se celebraba cada 50 años o después de 70 veces siete años (alusión tomada en Dan.9:24) comenzando en el día de la expiación (Lev.25). La expresión "se levantará" es "término jurídico, aplicado con frecuencia al testigo o juez"[37], quizás por eso la D.H.H. traduce "yo sé que mi defensor vive, y que él será mi abogado aquí en la tierra".
Otra referencia a un mediador se encuentra en el cap.9 donde Job reconoce que Dios "no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio" (v. 32), y después se pregunta: "no hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros dos" (v. 33). La palabra "árbitro" es la traducción del hebreo מוֹכִיחַ, amonestador, predicador, árbitro, que los LXX traducen por μεσίτης, mediador, un hapax legómeno en la LXX, pero bastante usada en el N.T. para referirse a Cristo (1Tim.2:5; Heb.8:6; 9:15; 12:24), y en una ocasión para Moisés (Gál.3:19-20). Algunos traductores no le dan importancia a la LXX por ser una versión no el original hebreo, pero los autores inspirados del N.T. le dieron mucha importancia, ya que de las 189 citas que hacen del A.T., 105 de ellas son tomadas de la LXX contra 21 del texto hebreo (las restantes son diferentes a ambos textos)[38]. Además, en los rollos del Mar Muerto se han encontrado fragmentos de una familia de manuscritos originales del A.T., que corresponden a la LXX[39], lo que hace suponer que las diferencias entre el texto masorético y LXX no se debe a cambios deliberados de los traductores sino al texto que usaron como base para traducir la versión griega, y ¿quién sabe si en los tiempos apostólicos existía esa familia? Además, la expresión hebrea בֵּינֵ֣ינוּ “entre nosotros” que acompaña a מוֹכִיחַ, y su paralelo עַל־שְׁנֵֽינוּ “sobre nosotros dos” fortalecen el uso de μεσίτης[40].
Elihú también menciona el tema cuando dice: "si hay entonces junto a él un ángel, un mediador escogido entre mil que declare al hombre su deber, que de él se apiade y diga: 'líbrale de bajar a la fosa, yo he encontrado el rescate de su alma'" (33:23, B.J.). La palabra "ángel" o mensajero en el A.T. se utiliza para los seres celestiales (Exo.3:2; Gen.48:16), o para algunos seres humanos como los profetas (Isa.44:26), o los sacerdotes (Mal.2:7); y la palabra "mediador" o "intérprete" se refiere a alguien que declara al hombre su deber pero también habla a Dios para rescatar su alma (Gén.42:23; Isa.43:27).
El sábado nunca es mencionado en los libros Sapienciales, tampoco en los libros apocalípticos, además Job vivió antes del Sinaí y del decálogo, por lo tanto, parecería eisegético referirnos al sábado en este libro. Sin embargo, así como en Apocalipsis está implícito en “el día del Señor” (1:10), en la adoración al Padre como creador (4:11), en el juramento del ángel con el librito (10:6), en el remanente que guarda los mandamientos de Dios (12:17; 14:12), en las trompetas y plagas como lo opuesto a la creación divina (8, 9, 16), en todas las series de sietes para representar la totalidad de los actos divinos, en la visión de la nueva creación (21, 22), pero más claramente en el mensaje del primer ángel donde se aluda al cuarto mandamiento (14:7) y se insta a adorar a Dios como creador en contraste con la falsa adoración; creemos que también está implícito en Job.
Es interesante que el A.T. destaca al Dios creador como un Dios sabio (Sal.103:24; Jer.10:10- 12), y los libros Sapienciales resaltan principalmente a Dios como el creador. Job lo reconoce como el único creador (9:8-10; 10:8-12; 12:7-10, etc.); casi todo el lenguaje de Job y sus interlocutores está tomado de la naturaleza; Elihú destaca el poder creador de Dios (34:13; 35:10; 36:22-30; 37:5-18); y la respuesta tan esperada por Job, sus amigos, los seres celestiales y por nosotros los lectores es el discurso de Dios como creador (38-41).
También es necesario recordar que el sábado existía antes del decálogo (Exo.16), Dios lo instituyó en el Edén (Gén.2:1-3), y que debido a la longevidad, la memoria más aguda de los patriarcas y la transmisión oral de la fe yahvista, es muy probable que el sábado no haya sido olvidado por los verdaderos adoradores en la era patriarcal. Lo mismo podemos suponer respecto a los holocaustos ofrecidos por Job. La no mención del sábado entre Gén.2:3 y Exo.16, es más probable que se deba a la velocidad y al carácter narrativo de esta porción bíblica que a la abolición u olvido del mismo. El libro de Job, al pertenecer a una época tan remota, entrega un aporte significativo al respecto, el versículo que sirve de puente entre la prosa y el verso dice que entre Job y sus amigos hubo "siete días y siete noches" de silencio (2:13), ésta sería una de las primeras alusiones a un periodo de siete días o una semana en la Biblia, se ha probado que la división del tiempo en siete días no está relacionada con los ciclos ni la cantidad de astros, sino con la semana de la creación. El diálogo termina, y sirve de nexo entre el verso y la prosa esta vez, con el holocausto que consiste de "siete becerros y siete carneros" (42:8), la construcción de éste texto y el de 2:13 es la misma con el siete repetido dos veces; es interesante también que Elifaz dice que Dios puede librar hasta de siete tribulaciones (5:19) aludiendo a la plenitud o totalidad del soporte humano, otro detalle que no parece casual es que el número siete se menciona siete veces en el libro de Job.[41]
Respecto al discurso de Dios, que es el clímax de todo el drama, algunos comentadores han reconocido una estructura que consta de siete partes, cada una aludiendo a uno de los días de la creación[42]: en la primera parte Dios se aparece en un torbellino (38:1-3) y pregunta a Job "¿quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?”, y a continuación le pide que lo escuche porque él le dará luz sobre sus inquietudes (v.3). Es interesante que el hablar divino es el que crea en Génesis, el pedirle a Job que lo deje hablar a él implica que lo deje actuar. En 38:4-7 habla de la tierra y su formación. En 38:8-11 habla de los límites del mar y las nubes. En 38:12-38 se refiere a la separación del día y la noche (v.12, 15, 19, 20, 24) y a su autoridad sobre los astros del cielo (v.31-33). En 38:39-39:30 introduce los animales, aunque también menciona mamíferos, destaca la creación de las aves del cielo (38:41; 39:13- 18, 26-30). En 40:1-5 el creador dialoga con el hombre Job, para luego comenzar un segundo discurso (40:6-41:34), donde habla del hombre (40:6-14); luego de behemot, al parecer el hipopótamo (40:15-24); y finalmente de leviatán, seguramente el cocodrilo (41:1-34), todos ellos creados en el sexto día. Por último Dios habla en 42:7-10 donde reclama adoración con el doblemente séptuple holocausto, y después de la oración de Job, Dios le quita su aflicción o le da reposo de su sufrir (42:10). De esta forma Job tiene un comienzo y un final sabático.
PROVERBIOS
La marcada diferencia o conflicto entre los agentes del bien y del mal en los libros apocalípticos, generalmente en forma corporativa; se presenta en Proverbios principalmente en forma individual como la antítesis entre el justo o sabio y el impío o necio.
Schökel y Vilchez presentan un bosquejo de Proverbios que consta de una introducción (caps.1-9), siete divisiones (caps.10:1-31:9), y una conclusión (cap.31:10-31)[43].
David Dorsey presenta una estructura en siete partes que incluye prólogo y epílogo, esta estructura conforma un quiasmo:
Los autores consultados coinciden en que la introducción de proverbios es la más larga de los libros de la Biblia (nueve capítulos). Los caps.7 al 9 muestran el clímax introductorio para el resto del libro, en estos capítulos es personificada la sabiduría y la locura, el cap.7 personifica la locura, el cap.8 personifica a la sabiduría, y el cap.9 muestra la oferta de ambas: las dos presentan un discurso y una invitación a un banquete (9:5 y 17); el banquete de la sabiduría es el contenido del libro (9:1-5), y las siete columnas sobre las cuales edifica su casa son posiblemente las siete divisiones del libro (9:1), el ofrecimiento final de la sabiduría es la vida (9:6,11), y el de la locura la muerte (9:18). La conclusión por su parte contiene un poema acróstico alefético y quiástico (31.10-31), es decir, cada uno de los 22 versos comienza con una letra distinta del alfabeto hebreo desde la alef a la tau. La estructura quiástica es como sigue:
Esta redundancia artística es para resaltar la estética y destacar las porciones claves de un libro, Döderlein llama a este poema: "un ABC de oro para las mujeres"[44]. Esta mujer virtuosa lleva a la práctica o encarna todo lo que el libro enseña acerca de la sabiduría, es interesante el papel femenino en este libro: la necedad y la sabiduría que introducen el libro son damas, y la mujer virtuosa con que termina el libro es dama, este poema aparece después de las palabras de la madre fiel, y las palabras hebreas para sabiduría y necedad son palabras en género femenino.
No sólo el fin del libro termina bellamente estructurado, también los capítulos introductorios tienen una expresiva estructura, los capítulos 7 y 8 son un paralelismo antitético, Schökel y Sicre comentan:
La Sabiduría o Sensatez es figura antitética de la ramera del cap.7. Una “acecha” en las esquinas, la otra “se planta” en medio de las calles; una busca el secreto, la otra pregona en público; una emplea palabras lisonjeras y engañosas, la otra habla derechamente y sin rodeos; una ofrece placeres prohibidos, la otra brinda acierto y prosperidad; una conduce a la muerte, otra a la vida. El mal amor (7,18) se opone al buen amor (8,17.21). Salazar resume: “Contra meretricias voces, sapientiae clamores[45].
En los v.1-3 la Sabiduría es presentada por el autor; en v.4-11 ella habla en primera persona, habla a los hombres en forma imperativa y les dice lo valiosa que es, pero todavía no comienza su discurso, Schökel estructura este capítulo igual que Gilbert con la única diferencia de que considera los v.1-11 como la introducción y aparte de la conclusión (32-36) sólo distingue dos estrofas (12-21 la Sabiduría vinculada con los hombres, y 22-31 la Sabiduría vinculada con Dios), pero el cambio de tercera a primera persona de los v.1-3 y 4- 11, señalarían esta última porción como la primera estrofa, Gilbert encuentra en ella una estructura quiástica como sigue:
La segunda parte (v.12-21) se divide en dos estrofas de cinco versículos cada una (12-16 y 17- 21), cada una comienza con la palabra “yo”[46], y con el verbo “encontrar”; en el v.12 aparece por primera vez la palabra sabiduría, y ya no aparece más en el discurso; siete veces la sabiduría habla en primera persona (yo v.12,17; de mí v.14,14; por mí v.15,16; conmigo v.18); la segunda estrofa tiene en su primer y último versículo (17,21) la frase “los que me aman”; estas dos estrofas nos hablan de la sabiduría moral que rige al hombre, y las dos que siguen nos hablan de la sabiduría cósmica que rige el universo.
La tercera parte (v.22-31) también puede dividirse en dos estrofas de cinco versículos cada una; aunque la sabiduría se presenta como regidora cósmica, cuatro veces se menciona la tierra (v.23, 26, 29, 31). Gilbert nos recuerda que el v.29ab no aparece en la LXX, piensa que posiblemente haya sido una glosa añadida, si se sacara, cada estrofa se dividiría en dos partes resultando una estructura así:
a) 8:22-23 (dos versos).
b) 8:24-26 (tres versos).
b') 8:27-30a (tres versos).
a')8:30b-31 (dos versos).
Esta tercera y última parte, que describe a la sabiduría cósmica, comienza en el v.22 con el nombre divino יְהוָה, única mención en toda la sección; termina en el v.31 con la frase “hijos de los hombres”, la única referencia a los seres humanos en esta tercera parte; y en el centro mismo de esta sección, en el v.27a que da comienzo a la segunda estrofa de la sección aparece por única vez en toda la sección el pronombre personal en primera persona singular referido a la sabiduría, así en medio del יְהוָה del comienzo y de “los hijos de los hombres” del final se encuentra la sabiduría como mediadora.
Después de presentarse como humana entre los hombres (v.12-21), y como divina junto a Dios (v.22-31) la sabiduría dirige un paternal llamado al hombre en los v.32-36, donde pronuncia dos bienaventuranzas para los que le buscan (v.31,34), hallarle significa hallar la vida (v.35), rechazarla significa amar la muerte (v.36), la sabiduría se presenta como el único camino para alcanzar “el favor de Jehová” (v.35), esto nos recuerda el papel sacerdotal de Cristo en Juan 14:6 donde se presenta como el único camino al Padre, pues afirma “y nadie viene al Padre sino por mí”, recordemos también que Juan es el único evangelista que presenta a Jesús como el verbo divino (1:1-3) que se hace carne (1:14).
Volviendo a la estructura de Gilbert, para esta sección final él propone la siguiente estructura:
v.32 a,b.
v.33 a,b.
v.34 a,b,c.
v.35 a,b.
v.36 a,b.
Queremos añadir a la estructura de Gilbert una visión de conjunto donde también creemos reconocer el papel sumo sacerdotal de la Sabiduría, después de presentar a la Sabiduría en las calles y en las plazas, es decir en medio de los hombres (v.1-3); la primera perícopa (v.4-11) comienza con las palabras “oh, hombres”; la segunda perícopa (v.12-21) comienza con las palabras “yo, la sabiduría”; y la tercera perícopa (v.22-31) comienza con la palabra יְהוָה; y finalmente viene el llamado de vida o muerte (v.32-36), de esta manera la primera estrofa nos muestra a la Sabiduría dirigiéndose al hombre, la última intercediendo por el hombre ante Dios, y la perícopa central comienza con el pronombre personal, pero además es mencionada por única vez la Sabiduría חָכְמָֽה.
Este capítulo es la pauta para todo el contenido de Proverbios, la sabiduría deja de tener un carácter legalista y teórico y se transforma en el único medio de salvación, el carácter sacerdotal que Salomón le da a la Sabiduría quizá se deba a que él fue el sabio constructor del templo de Jehová, y estaba familiarizado con las funciones en él realizadas.
Otro punto interesante es el contraste entre la locura o insensatez del cap.7 representada por una ramera y la sabiduría del cap.8. En Apoc.17 el falso sistema de adoración es representado por una ramera (v. 3-6), y los verdaderos adoradores son aquellos que tienen sabiduría (v.9). Reconocemos que no hemos encontrado un énfasis notorio sobre el cuarto mandamiento, el sábado tampoco es mencionado, pero no está ausente completamente el tema, puesto que proverbios presenta un fuerte énfasis en los mandamientos y principios de Dios, la sabiduría está íntimamente relacionada en este libro con la obra creadora de Dios (3:19-20), y en la perícopa principal de la sabiduría encarnada se presenta a si misma como co-creadora con Dios (8:22-31); además, el verbo שָׁבַת, “cesar” aparece tres veces en el libro[47], en las tres ocasiones relacionado con las contiendas, con la idea de “hacer cesar las contiendas”; también la palabra “siete” ocurre cinco veces en este libro, una vez cuando habla de las siete columnas sobre las cuales descansa la casa de la sabiduría (9:1), que según Schökel y Sicre podrían representar las siete divisiones del libro, y cuatro veces se usa en proverbios numéricos para representar la totalidad (6:16; 24:16; 26:16, 25), esta idea de totalidad que aparece muchas veces en la Biblia se origina en el séptimo día cuando Dios termina la obra de la creación (Gén.2:1-3); también es común en Proverbios los ejemplos tomados de la creación de Dios (6:6-9; 30:15-30, etc.).
Pero sin duda, el mensaje más palpable en proverbios es sobre la salud y la temperancia, tenemos que recurrir a él cuando fundamentamos nuestra abstinencia de las bebidas alcohólicas (20:1; 23:29-36), o cuando hablamos de temperancia en el comer (23:2-3; 25:16, etc. ver también Ecl.10:17), en el manejo de nuestros recursos materiales (28:20; 30:8-9, etc.), en nuestra vida moral (cap.5; 6:23-35, etc.), y otros elementos que los adventistas creemos que están vinculados con el temor y la gloria a Dios de Apoc.14:7 (1Cor.6:15-20; 10:31).
ECLESIASTES
Ha sido difícil descubrir la estructura de Eclesiastés, de las consultadas la más sólida parece ser la de Dorsey, a continuación presentaremos su propuesta:
El nombre de este libro es una traducción del pseudónimo que se da a si mismo en esta obra Salomón, en hebreo es קהֶלֶת, que significa “predicador” o más literalmente “el que reúne una asamblea”, קהֶלֶת aparece siete veces en el libro[48], tres veces en el cap.1 (v.1, 2, 12), tres veces en el capítulo final (12:8, 9, 10), y una vez en el centro del libro (7:27). Salomón escribe este libro al final de su vida después de haber perdido su primer amor, de haber vivido años de apostasía y después de haber recibido la amonestación final del profeta, el autor de este libro es un hombre cercano a la muerte que se siente perdido, se da cuenta que su intensa vida llega a su fin, como condenado a la muerte pide su último deseo, un profundo deseo: llenar su alma. Salomón no rehuye a la muerte, pero quiere morir aferrado a algo consistente, por lo tanto se propone desesperadamente buscar eso que no sabe definir, algo que dé significado a cualquier ser humano en cualquier situación, incluso frente a la muerte, este libro es una reflexión en primera persona, su último legado, quizás su hermoso palacio, el santo templo, sus jardines y todas sus obras algún día se extinguirán igual que su regia vida, esto consistente que lo llene tiene que perdurar aun después de su muerte y tiene que ser capaz de satisfacer al hombre en todos los tiempos y en todas las culturas. Esta búsqueda de algo eterno tiene que ser tan objetiva que si requiere cuestionar a Dios lo va a hacer, ¡qué puede temer!, total va a morir. Con un realismo escalofriante Salomón sopesa todas las cosas y se da cuenta que todo lo que se hace debajo del sol es vanidad, vacío o sin sentido(2:17), el placer es vanidad (2:1), la sabiduría es vanidad (2:15), el dinero es vanidad (5:9), el trabajo es vanidad (2:21), la envidia es vanidad (4:4), el soñar y el ser realista es vanidad (6:9), la justicia y la injusticia son vanidad (8:19-14), la felicidad de la juventud es vanidad (11:8-10), y la vida misma del hombre es vanidad (12:1-8), todo es pasajero, todo es perecedero.
Después de poner todas las cosas sobre la balanza Salomón reconoce que hay una sola realidad eterna, sólo esta tiene sentido, para encontrarla no es necesario leer muchos libros (12:12), está más cerca de lo que pensamos. Terminó su reflexión reconociendo que “el fin de todo el discurso oído es éste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta sea buena o sea mala” (12:13-14). La conclusión de Salomón está fielmente reflejada en el mensaje del primer ángel de Apoc.14:6-7. Un hombre que se había vuelto a la idolatría nos aconseja a temer a Dios, un hombre transgresor nos manda a guardar los mandamientos de Dios, estas dos ideas dan apertura y cierre al mensaje de los tres ángeles (v.7 y 12 respectivamente). Este sabio no concluye esto presionado por el temor a la muerte, él fundamenta su conclusión, el v.14 comienza con la palabra “porque”, allí nos dirá el porqué, el motivo es el juicio final, no está hablando de un juicio parcial en la historia de un pueblo como la caída de una ciudad, ni un juicio personal al descarriado como la muerte, es un juicio universal, se considerará “toda obra” no sólo conocida sino también “toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.
Esta no es sólo la conclusión de un capítulo, sino de todo su libro, podemos añadir que es la conclusión de toda su vida, si hay algo que este sabio pueda legarnos es que Dios existe, ese Ser superior y soberano, innegable, existe, y si existe algún día nos juzgará, Salomón dirige un llamado en especial a los jóvenes que están en la etapa de tomar decisiones, les aconseja que sean felices, que disfruten de la vida, pero sin olvidarse de Dios: “alégrate joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (11:9).
El “temor a Dios” se repite siete veces en Eclesiastés[49], según Dorsey es el centro de todo el libro como hemos visto. Es interesante que los imperativos “temed a Dios” y “guardad sus mandamientos” “es la convicción repetida una y otra vez” por Moisés en Deuteronomio[50]. Podemos encontrar algunos paralelos entre Moisés cuando escribe Deuteronomio y Salomón cuando escribe Eclesiastés: los dos eran ancianos, habían regido al pueblo de Dios, a ambos se les había anunciado su muerte, predicaban su último discurso, son los únicos autores sapienciales de la Biblia, y llegan a las mismas conclusiones, con la única diferencia que Moisés permaneció siempre fiel desde su llamado en cambio Salomón experimentó por años la apostasía.
El capítulo 12 que termina con el juicio final, comienza con la creación, las primeras palabras de este capítulo son: “acuérdate de tu creador en los días de tu juventud. . .” (12:1). El mismo verbo hebreo וָכָד, “recordar” con que comienza el cuarto mandamiento (Exo.20:8-11) es la palabra que escoge Salomón para comenzar este capítulo final; en este caso no nos dice que nos recordemos de Dios como juez o soberano, sino como “creador”. Cuando un hombre niega su fe en el único Dios, como Salomón y se vuelve a los ídolos hechos por manos humanas, lo único que no puede negar es que tenemos un origen, alguien nos creó, este origen no puede ser azaroso porque todo el universo muestra orden y diseño, y si realmente alguien nos creó ese alguien nos llamará a juicio algún día, en medio de un mundo indiferente al Dios de la Biblia, en medio de un cristianismo que cree en la teoría de la evolución en vez de lo que dice la Palabra de Dios, en medio de un mundo corrompido que no se sujeta a leyes, ni respeta autoridades, el mensaje de Eclesiastés es tan fundamental como el clamor de los tres ángeles de Apoc.14. De esta forma este último capítulo de Eclesiastés une el Génesis con el Apocalipsis, nuestro origen y nuestro fin, no sólo nos recuerda que alguien nos creó con un propósito sino también tiene un propósito final para nosotros, la idea de juicio final nos hace tomar en serio a Dios, pero también nos da una esperanza trascendente en medio de un mundo de vanidades.
El mensaje del sábado en Eclesiastés está implícito por el uso frecuente de repeticiones séptuples o múltiplos de siete, según Dorsey la estructura del libro comprende siete partes, cuya parte central también puede dividirse en siete, el pseudónimo que toma para sí Salomón (קהֶלֶת) ya dijimos que aparece siete veces en el libro, en forma muy equilibrada (1:1, 2, 12; 7:27; 12:8, 9, 10); a pesar del pesimismo del libro hay siete declaraciones optimistas (2:24; 3:12-13; 3:22; 5:17; 8:15; 9:7-9; 11:9-12:1), Ravasi le llama el “septenario de 'bienaventuranzas'”[51]; el verbo יָרֵא “temer”,característico de los Sapienciales es usado siete veces por el autor (3:14;5:6;7:18;8:12,12,13;12:13); en el cap.3:2-8 Salomón enumera catorce pares de acciones temporales que involucran todo el actuar humano desde que nace hasta que muere (v.2); en la primera estrofa del libro (cap.1:4-7) utiliza catorce verbos, todos participios, para describir movimientos, que a diferencia del pensamiento griego no implican vida, pues son movimientos cíclicos que no llevan a ninguna parte y estos movimientos abarcan la totalidad del escenario geográfico que rodea al hombre, es decir, el espacio en el cual se desenvuelve; en la segunda estrofa (1:8-11) se repite siete veces el verbo “ser” o “existir” seguido por siete negaciones, en esta estrofa no habla del espacio sino del tiempo en el cual actúa el hombre, describe el escenario histórico sin progreso y cíclico del nacer y morir humano[52].
El último nexo que queremos mencionar entre los libros Sapienciales y el mensaje del tercer ángel en particular (Apoc.14:9-12) es acerca del estado de los muertos, este tema es ampliamente desarrollado en Job y Eclesiastés, generalmente no presentamos este “pilar de nuestra fe” sin considerar estos dos libros. A continuación mencionaremos los textos más conocidos acerca de la inconsciencia de la muerte en Job y Eclesiastés: Job 7:6-10; 14:1-2, 6- 12, 19-21; Ecl.3:18-22; 5:15; 9:4-6, 10; 12:1-8. La esperanza de la resurrección también está presente en Job: 14:6-12; 19:24-27.
En conclusión, podemos afirmar que el énfasis de los libros Sapienciales o su mensaje central es hablarnos de un conflicto entre la sabiduría y la necedad; la adoración a Dios como creador; el juicio final para el pueblo de Dios en el cielo, previo al fin; el equilibrio entre la fe y las obras; un llamado a la temperancia; una correcta interpretación del estado de los muertos; y la esperanza en la vindicación final del pueblo de Dios.
Autor: Pr. Héctor E. Urrutia Hernández | Este artículo fue publicado en Pensar la Iglesia Hoy: hacia una eclesiología adventista, (Editorial Universidad Adventista del Plata, editores: Gerald Klingbeil; Martin Klingbeil y Miguel Ángel Núñez, 2002), 71-92.
Referencias
Hans LaRondelle, Deliverance in the Psalms: Messages of Hope for Today (Berrien Springs, Michigan: Library of Congress, 1983) 61-73, 195-206. ↩︎
William Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, (Daniel and Revelation Committee Series), cap.1. ↩︎
Francis Nichol, Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día (Bs. Aires: ACES, 1995), 3:493. ↩︎
Luis Alonso Schokel y J. L. Sicre Diaz, Job: Comentario Teológico y Literario (España: Ediciones Cristiandad, 1983), 39-40. ↩︎
Job en Nichol, 3:1158, Proverbios en Elena de White, Profetas y Reyes (Buenos Aires: ACES, 1987), 23 , 58, 62 y Eclesiastés Discurso Maestro de Jesucristo (Buenos Aires: ACES, 1984), ↩︎
Schökel y Sicre, p.39. ↩︎
Lael Caeser, “Job as Paradigm for the Eschaton”, pp.148-160, Journal of the Adventist Theological Society (vol.11, 2.000). ↩︎
Otros ejemplos son: Santo de los santos o lugar santísimo; Rey de reyes y Señor de señores, para describir el reinado divino; siglo de los siglos, para expresar eternidad. ↩︎
Todos los datos estadísticos han sido tomados de: Abraham Even-Shoshan, A New Concordance of the Old Testament (Jerusalem: Kiryat Sefer Publishing House, 1990) 279. ↩︎
85 veces reflexiona en primera persona singular. ↩︎
Gianfranco Ravasi, El Cantar de los Cantares, (Colombia: Ediciones Paulinas, 1993), 23. ↩︎
Daniel es el único libro profético que no está considerado entre los Profetas o KeTUBIM. No vemos necesario suponer que los judíos incluyeron a Daniel en esta sección por considerarlo tardío en composición, puesto que incluyeron aquí libros que ellos consideraban muy antiguos como Job. ↩︎
José Vílchez Líndez, Sapienciales III: Eclesiastés o Qohelet (Estella, Navarra: Editorial Verbo Divino, 1994), 100. ↩︎
Even-Shoshan, 776-789. ↩︎
Es interesante que en Esdras no aparece esta palabra pero sí la palabra profeta, que es la única vez que aparece en arameo. ↩︎
Dan. contiene 2.324 palabras hebreas más 3.599 palabras arameas, sumándolas representan el 1,60% del A.T.; por su parte 1Rey. tiene 13.140 palabras hebreas, equivalentes al 4,37% del A.T., estadística tomada de Ernst Jenni y Claus Westermann, ed., Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento, 2 vol. (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1978) 2:683. ↩︎
Jenni y Westermann, 942-967. ↩︎
Ejemplo: Pro.1:7 en R.V.60. ↩︎
Abdías, Hageo y Lamentaciones. ↩︎
Ibíd., 446-449. ↩︎
Ibíd. ↩︎
Ejemplo: 9:1. ↩︎
Jorge G. Parker, ed. Léxico – Concordancia del Nuevo Testamento en Griego y Español (Texas: Editorial Mundo Hispano, 1982), 721-722. ↩︎
Ibíd., 722. ↩︎
Parker, 212-214. ↩︎
γνώσις 29 veces en el N.T., principalmente en las epístolas a los Corintios (1Cor. 10 veces; 2Cor. 6 veces). Esta palabra nunca la usa Juan. ↩︎
derivado de eivdw y este de όράω "ver", es un saber por experiencia, conocer algo porque se lo ha visto y palpado. ↩︎
Parker, 275-278. ↩︎
Φοβήθητε, 2 pers., plu., aor.1, imper., pas. ↩︎
Esto calza con el contexto de Apoc.12-14 que describe el conflicto cósmico entre la verdadera y la falsa adoración. ↩︎
Pro.3:7; 24:21; Ecl.5:6; 12:13. ↩︎
Para ver la estructura detallada con sus correspondencias de palabras e ideas ver: David A. Dorsey, The Literary Structure of the Old Testament: A Commentary on Genesis – Malachi (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 1999), 170. ↩︎
Dan.2 y 6, Juan había sobrevivido al aceite hirviendo, y finalmente salió de Patmos para morir en libertad. Daniel no salió de Babilonia, pero estaba vivo cuando Ciro dio el decreto de libertad para su pueblo. ↩︎
Caeser, 148-160. ↩︎
Scökel y Sicre, 97, 101. ↩︎
Moisés chavez, Diccionario de Hebreo Bíblico, art. GO’EL. ↩︎
Bilia de Jerusalén, nota de 19:25. ↩︎
E. W. Bullinger, F. Lacueva, Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia (España: Clie, 1985) ,652- 653. ↩︎
Nichol, 5:94. ↩︎
Talvez estas expresiones son la causa de que los LXX hayan traducido מוֹכִיחַ por μεσίτης. ↩︎
Even-Shoshan, 1106-1110. Job 1:2,3; 2:13, 13; 5:19; 42:8, 8, en 42:13 dice catorce en el original. ↩︎
Series, v. V Jacques Doukhan, The Genesis Creation Story: Its Literary Structure (Andrews University Seminary, Doctoral Dissertation), 90-94. La séptima porción la hemos adaptado. ↩︎
L. Alonso Schökel y J. Vilchez, Proverbios (España: Ediciones Cristiandad, 1984), 8-10,23-25,250. ↩︎
Citado en Ibíd. ↩︎
SchöSkel y Vilchez, p.230. ↩︎
Heb. אֲנִי, pron. personal prim. Per. Sing. ↩︎
Even-Shoshan, 1112-1113, 18:18; 20:3; 22:10. ↩︎
Even-Shoshan, 1006. ↩︎
Ecl.3:14; 5:6; 7:18; 8:12, 12, 13; 12:13. ↩︎
Vílchez, 420, nota 27. El autor lo ejemplifica con: Deut. 5:29; 6:2; 8:6; 10:12; 13:5, etc. ↩︎
Gianfranco Ravasi, Qohélet, (Colombia: Ediciones Paulinas, 1991), 95. ↩︎
Ibíd. 61-66. ↩︎