El bautismo y la justificación

Antes de la venida de Jesús, Juan desempeñó un ministerio que consistía en preparar al pueblo para recibir al mesías. Este mensaje estaba relacionado con el arrepentimiento, y aunque la práctica del bautismo tiene su origen tiempo antes del nacimiento de Juan[1], fue a éste a quien se le conoció como el Bautista. De hecho el prólogo del evangelio de Juan hace hincapié en la función que desempeñó Juan antes del inicio del ministerio de Cristo; sin duda ésta tuvo que ver con un reavivamiento y reforma en la época, un llamado a la justicia y a la equidad, para ser sellada con el arrepentimiento por medio del bautismo.

Los discípulos de Jesús continuaron el ministerio que se les encargó mientras iban de ciudad en ciudad, discipulaban, enseñaban, bautizaban. Pablo de manera particular procuraba no bautizar porque los cristianos de la época hacían uso del acto para promover divisiones y disensiones (1 Corintios 1:14-16), pero pese a que él no se denominó como un bautista sí fue uno de los más grandes fundadores de nuevas iglesias y dedicó el capítulo 6 de la carta a los Romanos a explicar el significado del bautismo.

El bautismo en Romanos 6:1-6

¿Qué diremos, seguiremos en pecado para que abunde la gracia? De ninguna manera, porque los que morimos al pecado cómo viviremos en él. ¿No sabéis que los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Porque fuimos bautizados junto con él por medio del bautismo en muerte, a fin de que como Cristo se levantó de entre los muertos por la gloria del padre, de la misma manera nosotros caminemos en nueva vida. Porque si hemos llegado a ser unidos (a él) en una muerte semejante a la suya, así también en su resurrección seremos (unidos). Esto conociendo que nuestro viejo hombre fue crucificado a fin de que sea destruido el cuerpo de pecado y ya no (seamos) esclavos del pecado.

El apóstol Pablo explica que el significado del bautismo se ilustra con la muerte de Cristo. Así, para quienes fuimos bautizados y aceptamos el sacrificio de Cristo, es necesario morir a la vida pasada, a lo que Pablo llama el viejo hombre o el cuerpo de pecado, pues Cristo murió a este cuerpo en sacrificio por el pecado.

Este aspecto parece ser confuso, pues entendemos que la justificación es por fe, no por obras; no hay nada que nosotros podamos hacer para justificarnos, es Cristo el único que nos justifica. Sin embargo el texto indica que es necesario morir al pecado, entonces ¿acaso hay una obra que debemos hacer?

Evidentemente es necesario entender plenamente el concepto de crucificar al viejo hombre o morir al yo. En 1 Corintios 15:36-37 Pablo señala que la muerte es un requisito para la nueva vida y lo ilustra con un grano de trigo, que al ser sembrado primero debe morir como semilla para pasar a convertirse en una nueva planta. El apóstol también habla del concepto de morir a la carne y vivir para el Espíritu en todo Romanos 8, particularmente en el versículo 5 donde relaciona el vivir en la carne con pensar en los deseos de la carne en contraste con vivir en el espíritu para pensar en los deseos del espíritu; así, los versículos 7 al 10 advierten que solo hay dos caminos: vivir en la carne o vivir en el espíritu; pero si Cristo está en nosotros, estaremos muertos para la carne pero vivos en el espíritu a causa de la justicia (la de Cristo).

De hecho Pablo toma el mensaje de Cristo “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Marcos 8:34), de modo que el crucificar al viejo hombre de Romanos 6:6 indica tomar la cruz cada día para seguir a Cristo; cada día es necesario refrendar la decisión de seguir a Cristo. Pero esto no responde a la pregunta que planteamos ¿acaso nuestra justificación no es por fe? ¿Es necesario efectuar alguna obra para poder ser justificados?

Según Romanos 8:10 para morir a la carne, es necesario vivir en el espíritu, y esto sucede cuando el Espíritu de Dios habita en nosotros. De esta manera lo que menciona Romanos 6:4 es que de la misma manera como Cristo se levantó de los muertos por la gloria del Padre, también por la gloria del Padre andemos en nueva vida, entonces comenzamos a vivir para Cristo y morir al viejo hombre; esta idea se repite en Romanos 8:11:

“Si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús habita en vosotros, también el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos, vivificará también vuestro cuerpo mortal por medio de su Espíritu que da vida”.

La verdad es que solo la presencia del Espíritu de Cristo neutralizará nuestros malos deseos, y esa presencia requiere ser invitada cada día; cada día debemos tomar la decisión de crucificar a nuestros malos deseos, así que no es una obra en sí que el ser humano debe realizar, es una decisión de aceptar o rechazar el sacrificio de Cristo.

La Nueva Creación en 2 Corintios 5:14-15

Pablo menciona en 2 Corintios 5:14-15 que “si uno murió por todos, luego todos murieron, de modo que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquél que murió y resucitó por ellos”; ésta es la misma idea que se desarrolló en Romanos, pero se le explica un poco más con otro elemento como lo es la Nueva Creación: “Si alguna persona está en Cristo Nueva Criatura es, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas”. A Nicodemo se le explicó el concepto del nacer de nuevo, de ser una nueva persona del agua y del Espíritu, que es a la verdad dejar que muera el viejo hombre. Pablo avanza y aclara el concepto de la reconciliación, la relación que tiene el bautismo con la justificación es que este sirve como un puente para la reconciliación de Dios con el hombre, la restauración de la relación rota, la relación del pacto de Dios con nosotros. Como dice Knight “una relación interrumpida y que necesita restauración”[2].

Una vez reconciliado, la Nueva Criatura se convierte en un embajador de Cristo, para llevar el mensaje de reconciliación a los demás. De modo que el bautismo indica que la persona ha decidido que por medio del Espíritu se dé muerte a las obras de la carne, se resucite para una nueva vida, y se constituya en un embajador del cielo, un discípulo que esté dispuesto a llevar el mensaje a otros.

Conclusión

Entonces de esta manera la justificación se ve como un proceso que comenzó con la propiciación hecha antes de la fundación del mundo, y tiene un desarrollo una vez que la persona acepta el sacrificio de Cristo. Incluso para los judíos cristianos el bautismo se convirtió en el punto decisivo para aceptar su equivocación, arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesús y reconocer que Jesús es el Señor[3].

Ahora a los nuevos creyentes en esta época moderna el bautismo significa aceptar y recibir la justicia que nos ofrece Cristo, morir al yo, vivir para Cristo y convertirse en un embajador del ministerio de reconciliación.

Referencias


  1. Peter Ainslie, Among the Gospels and the Acts Being Notes and Comments Covering the Life of Christ in the Flesh, and the First Thirty Years’ History of His Church (Baltimore: Temple Seminary Press, 1908), 42. ↩︎

  2. Geoerg R. Knight La cruz de Cristo Asociación Publicadora Interamericana 108. ↩︎

  3. Hyatt, James Philip. “Origin and meaning of Christian baptism.” Encounter 21, no. 3 (June 1, 1960): 255-268. ATLA Religion Database with ATLASerials, EBSCOhost (accessed June 24, 2014). ↩︎