Desarrollo Histórico de la Doctrina del Santuario en la Iglesia Adventista del Siglo XIX
El desarrollo de la doctrina del santuario en el siglo XIX está muy ligado al surgimiento de la iglesia adventista del séptimo día debido a que es esta iglesia la que más énfasis puso a los servicios del antiguo santuario hebreo, viendo en sus ritos, fiestas, estructuras, sacrificios y funcionarios una representación del plan de la salvación presentado en símbolos.[1]
Vale la pena aclarar que no es la única iglesia que enseña acerca del santuario[2], pero si es la única que lo hace desde una perspectiva soteriológica y escatológica. Es la única iglesia que considera al tabernáculo israelita como una sombra pedagógica de la economía de la salvación lo que ha ocasionado burlas por parte de otras iglesias cristianas.[3]
Este escrito tiene como propósito hacer un breve rastreo del desarrollo de esta creencia en la incipiente iglesia adventista en el siglo XIX particularmente porque es el período en el que se gestaron grandes movimientos religiosos especialmente en los Estados Unidos de Norteamérica.
Es necesario destacar que el estudio no pretende ser en ningún aspecto erudito, solo servirá como orientación preliminar de los acontecimientos que sirvieron como antecedentes al desarrollo de la iglesia adventista desde sus orígenes en el movimiento millerita. La historia denominacional atestigua que el movimiento millerita fue un movimiento heterogéneo.[4] En él se encontraban representadas muchas de las más importantes iglesias de ese período.[5]
Cada una de ellas con sus peculiaridades hermenéuticas, doctrinales y litúrgicas, que impedían conformar un movimiento cohesionado, y si más bien un movimiento vivo a partir de los cuerpos vivos que lo conformaban.
Este dato es importante reseñarlo por cuanto se puede tener la errónea creencia que el movimiento tuvo una identidad doctrinal única, que sus adeptos tenían un claro derrotero de lo que querían para el mismo.
En consecuencia se analizarán los conceptos que se tenían de la doctrina del santuario en los diversos grupos religiosos que existieron durante el periodo de predicación de William Miller, algunos no seguidores de Miller, las interpretaciones de Miller y las interpretaciones de la iglesia adventista propiamente dicha, teniendo en cuenta de manera particular la posición de tres importantes figuras del adventismo.[6]
Desarrollo
Interpretación del santuario en los protestantes no milleritas. En la conformación del movimiento millerita, hubo participación activa de varias denominaciones que interpretaban el santuario como refiriéndose al templo judío o a la iglesia.[7] La purificación del santuario la comprendían de diversas maneras, en forma negativa o positiva.
La forma negativa de la interpretación la entendían explicando la purificación del santuario como la purificación del islamismo, de la apostasía papal o de cualquier otro poder[8] contrario.
En el aspecto positivo ellos entendían esa purificación de varias maneras, como la restauración de los judíos a su tierra, el restablecimiento del culto en el templo, la restauración de las doctrinas puras, la Segunda Venida de Cristo, el comienzo del milenio, entre otras.[9] Josiah Priest (1788-1851) interpretaba la purificación del santuario ocurriendo en la Segunda Venida, cuando los santos serían liberados del poder de la iglesia secular. Para Robert Reid (1781-1844) era la limpieza de las falsas doctrinas.
En términos generales, la mayoría de las iglesias protestantes no milleritas interpretaban el santuario como refiriéndose al templo judío o a la iglesia.[10]
Interpretación de los milleristas
Había mucho optimismo en los Estados Unidos cuando William Miller comenzó su predicación, como lo expresa Maxwell, “la democracia jacksoniana parecía proclamar la suma perfección de la raza humana, al igual que la multiplicación de sociedades misioneras, sociedades bíblicas y escuelas dominicales. Invenciones casi increíbles agregaban mayor evidencia de que el mundo estaba en el umbral de la edad de oro”.[11]
Es en este contexto histórico en que se desarrolla la interpretación del tema del santuario por parte de Miller. Resulta muy curioso que mientras la sociedad norteamericana experimentaba un auge sin precedentes en bienestar, la enseñanza del segundo advenimiento de Jesús acompañada de la destrucción de la tierra tuviera tanta acogida. Obviamente que un acontecimiento meteorológico añadió fuerza a su predicación, la caída de las estrellas el 13 de noviembre de 1833.[12]
De acuerdo a lo investigado, Miller no tenía clara la idea de la existencia de un santuario celestial. Podría decirse que no lo consideraba una opción. Él le asignaba a la palabra santuario siete posibles significados, 1) Cristo (Is.8:14); 2) Cielo (Sal.102:19); 3) Judá (Sal.114:12); 4) Templo de Jerusalén(1 Cr.22:19; 5) Santísimo (1 Cr.28:10); 6) Tierra ( Is.60:13); 7) Los santos o iglesia (1 Cor. 3:16,17).[13]
Su conclusión era lógica, no podía ser Cristo, porque él es sin pecado, no podía ser el cielo porque era inconcebible para él que el cielo tuviera que purificarse porque allá no hay impurezas; Judá era sólo un personaje y ya había muerto; el templo de Jerusalén, estaba destruido junto al santísimo; en consecuencia sólo quedaban dos entidades que podrían ser objeto de la purificación, la tierra y la iglesia.[14]
Se percibe entonces una analogía oculta en la interpretación millerita de estas dos entidades susceptibles a ser puri cadas, si la iglesia que estaba sobre la tierra debía ser purificada espiritualmente, por extensión aún más lo sería la tierra, por lo tanto la entidad a ser purificada por un descarte incluido, era la tierra.
Josiah Litch decía que el juicio precedía al advenimiento (Mt.24:31;Ap.20:12,13;Hch.10:42)que el juicio consistía en dos fases, 1) fase en proceso, 2) fase ejecutiva o penal (Ap.22:11-12)[15] relacionaba la puri cación del santuario con la venida del anciano de días de Daniel 7:22.[16]
Por su parte otro importante seguidor de Miller, Apolos Halle argumentaba que la purificación del santuario era la erradicación de los impío.[17]
Interpretación adventista
Del movimiento millerita surge un pequeño grupo conformado aproximadamente por unas cien personas[18] que se resistieron a creer que la interpretación bíblica había sido un fracaso. Ellos estaban convencidos que los cálculos hechos por Miller eran correctos, que la fecha era correcta, pero que debía haber una explicación para el no cumplimiento del evento. Los primeros adventistas, luego del chasco, revisaron la comprensión millerita del santuario. Estaban convencidos que no pertenecía a una realidad terrenal sino a una celestial. En esa búsqueda, Hiram Edson es el primero en recibir de parte de Dios una explicación del chasco. A él, Dios le muestra en visión lo que ocurrió ese 22 de octubre de 1844. A partir de allí la interpretación adventista sobre el tema del santuario tuvo una nueva luz. Entendió que en vez de que Cristo saliera del lugar santísimo el 22 de octubre de 1844, entró en el a fin de completar una obra antes de su segunda venida (Mt.23:10,Dn.7:13-14,Lc.12:35-37;19:12), que el chasco estaba predicho en la profecía(Ap. 10:10); que la obra de los adventistas no había terminado aún (Ap.10:11) y que el santuario enfatizaba la importancia de la ley de Dios (Ap.11:19).[19]
Enoc Jacobs sostenía que Cristo debía sentarse a juicio y así quitar los pecados de su pueblo antes de su segunda venida (Ex.28:15,29,30; Lv.16:29-31, 23:29-32;Hch. 3:19-21) y que el lugar del juicio es el cielo (Ap.4:1-6).[20]
Para Joseph Turner, la parábola de las diez vírgenes de Mt. 25:1-13, habla de la segunda venida de Cristo como novio y no como Rey de gloria, en consecuencia para él, Cristo vino el 22 de octubre de 1844 no como el Rey de gloria sino como el novio de la parábola que recibe su reino, por lo tanto el juicio había llegado.[21]
Por su parte O.R.L.Crosier decía que el santuario de Daniel 8:14 era el santuario del cielo, que el santuario terrenal era un tipo del santuario celestial, que el cumplimiento del día anti típico de expiación ocuparía muchos años, que el santuario tenía dos clases de rituales, un servicio diario y uno anual, el cual correspondía a dos fases de la obra de Cristo en el santuario celestial, que el pecado transferido al santuario por los sacrificios diarios eran purificados por el servicio del día de la expiación anual en el cual también se incluían sacrificios.[22]
Además sostenía que el santuario celestial también debía ser purificado (He.9:22-23), que había dos velos en el santuario celestial y que Cristo atravesó el primero el 31 DC (He.6:19-20,9:2-3), sin embargo ofreció seis argumentos que afirmaban que la expiación no ocurrió en el calvario.[23]
J. N. Andrews, intenta convencer a los milleritas de que su creencia original había sido básicamente correcta, que estuvieron correctos en la fecha más no el evento.[24]
Es importante destacar que estas interpretaciones pertenecen al período formativo de la iglesia adventista y no a la iglesia adventista del séptimo día propiamente dicha.
Para Hiram Edson, el santuario a purificar era el celestial; en tanto que otros líderes como Crossier y Bates sostenían que era la Nueva Jerusalén. Esta posición no tuvo mucha acogida. Más tarde (1846) Crossier aceptaba la posibilidad que fuera el santuario de la Nueva Jerusalén. Jaime White por su parte no aceptaba que fuera la Nueva Jerusalén porque el santuario estaría en ella cuando la ciudad celestial se estableciera en la tierra.[25] La idea predominante entre los adventistas sabatistas era que el santuario era el celestial.
La purificación del santuario los sabatistas adventistas la iniciaban con la entrada de Cristo al segundo comprartimiento del santuario celestial. J. White sostenía que la limpieza no era causada por la acumulación de mugre, como la de una habitación, sino por la acumulación de los pecados. J. N. Andrews, opinaba que era purificado con sangre, pero con la de Cristo.
Uriah Smith en 1855 aseveraba que la puri cación del santuario es el equivalente a la destrucción de Sodoma y Gomorra.[26] J. N. Loughborough decía que el santuario sería purificado pero no en el mismo lugar donde se realizaba el servicio diario.[27] Joseph Bates era de la creencia que el santuario era la propia Nueva Jerusalén.[28]
E. J. Waggoner enseñaba que “el santuario terrenal era un tipo del cuerpo humano y que la purificación del santuario descrita en Daniel 8:14 era el mensaje de salud adventista”.[29]
Pero se escuchaban voces diferentes entre los mismos adventistas, pero los no sabatistas. Sylvester Bliss decía que “era un engaño de Satanás para confundir las almas sinceras”[30] a lo que J. N. Andrews replicó diciéndole que su declaración acusaba directamente a Pablo de escribir no bajo la inspiración del Espíritu Santo sino bajo la influencia del diablo.[31]
Se puede concluir entonces que la interpretación que los pioneros adventistas daban al santuario y a su purificación puede resumirse en dos: que era el celestial y que comenzó el 22 de octubre de 1844.
Interpretaciones de tres importantes teólogos adventistas
En esta sección se buscará conocer la posición teológica que asumieron tres figuras representativas de la iglesia adventista en períodos diferentes, en relación con la doctrina del santuario.
Uriah Smith
Es sin duda uno de los pioneros más influyentes en la conformación de la iglesia adventista del séptimo día. Además es considerado uno de los primeros eruditos de la Biblia que tuvo la iglesia[32] y quien le dio alas para el alto vuelo que hoy tienen las publicaciones adventistas.[33]
Por muchos años su comentario de los libros de Daniel y Apocalipsis fue un clásico en la literatura teológica de la iglesia.
Su posición doctrinal respecto al santuario Roy Adams la define en tres aspectos[34]:
Su exaltación a la salvación en su significado histórico de 1844. Su testificación de la perpetuidad del decálogo en general y del sábado en particular. Y la conservación del retorno inminente de Jesús.
El no admitió la literalidad del santuario celestial. Consideraba que el cielo entero era el santuario. Demostró además que el santuario terrenal era una sombra del celestial. Discrepó de la posición de los protestantes quienes decían que en la cruz se había hecho la expiación total de los pecados. Entendía que la expiación era precedida por tres pasos importantes: 1) la confesión de los pecados sobre la cabeza de la víctima por parte del penitente, 2) la recogida de la sangre de la ofrenda, y 3) la presentación de la sangre por el sacerdote en el altar.
A pesar de que su posición sobre la no literalidad del cielo contrasta con la posición oficial de la iglesia adventista, el puede considerarse un apologista para su tiempo. Usó las mejores herramientas de las que podía disponer, toda vez que con las actuales fuentes extra bíblicas, la posición adventista ha sido corroborada.
Es razonable entender la posición de Smith, muy seguramente su posición obedecía a la necesidad de establecer un firme fundamento de la naciente iglesia adventista, sin embargo en ese afán incurrió en errores teológicos, como su poco apego a la justificación por la fe.
De todos modos, nunca fue un hombre que se opuso a la iglesia, siempre estuvo poniendo todos sus talentos para el desarrollo de la misma. Teológicamente pudo sostener puntos de vista contrarios a la posición de la iglesia adventista, pero nunca fue su enemigo, más bien fue un soporte vital en el andamiaje doctrinal y administrativo de la iglesia, cosa que no hizo el siguiente personaje.
Albion Fox Ballenger
Puede conocerse como un adventista de segunda generación. Sirvió como secretario de la Asociación Nacional para la Libertad Religiosa, como editor asistente la American Sentinel, como pastor y evangelista. Sus puntos de vista respecto a Smith tienen un agudo contraste porque mientras Smith nunca atacó virulentamente a la iglesia, este lo hizo con denuedo.
Al comienzo no demostró mucho interés en el tema del santuario, pero con el paso del tiempo desarrolló a partir de esta doctrina sus interpretaciones peculiares: 1) que era posible obtener la victoria sobre el pecado, 2) la recepción del Espíritu Santo y 3) curaciones milagrosas.[35]
Comenzó a predicar su tema favorito “¡Recibisteis el Espíritu Santo!” que acompañado de su extraordinaria elocuencia y de las curaciones milagrosas que ocurrían en sus campañas evangelísticas, pronto ganó miles de simpatizantes. Para 1899 se había desarrollado la doctrina de la carne santa que en otras palabras enseñaba que al recibir la unción del Espíritu Santo (unción similar a la que ocurre actualmente en las iglesias de corte pentecostal) el feligrés había atravesado por la experiencia de Jesús en el Getsemaní[36], ello testificaba que había nacido como hijo de Dios, todos sus pecados quedaban plenamente purificados, ya no poseían inclinaciones pecaminosas (por lo que todo lo que hacían era el resultado de esa experiencia mística) y la muerte no tendría poder sobre ellos.
Creía que Cristo inició su ministerio en el segundo departamento del santuario celestial al tiempo de su asunción[37] y que la expiación comenzó en la cruz.[38]
Enseñaba que hubo dos expiaciones, una por la iniquidad que consistió en eliminar la alienación del hombre contra Dios, y otra por el juicio, que consistía en la purificación del santuario celestial propiamente dicho.[39]
Enseñaba que los ángeles eran los mediadores para la expiación[40] y junto a ellos Melquisedec también participaba en la mediación en el santuario celestial.[41]
Estas interpretaciones echaban por el suelo toda la teología adventista y peor aún hacían inútil el sacrificio de Cristo toda vez que espiritualizaba las realidades celestiales. En última instancia, no habría juicio investigador, no hay limpieza del santuario, no hay pecados que perdonar y en consecuencia Cristo no tendría necesidad de regresar.
La respuesta de la iglesia no se hizo esperar y fue licenciado como pastor y desfraternizado de la iglesia. El resto de su existencia la empleo para desacreditar a la iglesia de todas las formas que pudo.
Pero su fermento tuvo albergue a través de una entrevista personal en el último de los personajes a estudiar en este segmento de la monografía.
Millian L. Andreasen
De origen danés[42] fue uno de los teólogos adventistas más brillantes en la primera mitad del siglo XVII, su interpretación bíblica era muy respetada en todos los círculos y durante sus casi sesenta años de ministerio influyó decididamente en la formación de una nueva generación de teólogos adventistas. Él sostuvo firmemente que Cristo tomó una naturaleza pecaminosa tal como la de Adán después de la caída (dicho de otro modo, una naturaleza pecaminosa con tendencias al pecado). De esa forma, con el poder traído por Cristo a modo de ejemplo a sus seguidores de la última generación, podría llevarse a cabo la expiación desde el santuario celestial, manifestándose en caracteres perfeccionados y libres de pecado, en los atribulados santos de la tierra. De esa forma Cristo, mediante la victoria del remanente, derrotaría a Satanás, vindicaría la demanda divina de obediencia perfecta, y esa vindicación de Dios permitiría finalmente el regreso de Cristo. Él creía firmemente en la naturaleza de Cristo tal como nosotros, o como la de Adán después del pecado (post-lapsariana), y que Cristo puede ser tranquilamente nuestro ejemplo pues él venció al pecado en vida y nosotros debemos seguir su ejemplo, pues es nuestro ejemplo.
En la década de los 40 en la IASD, M.L. Andreasen empezó con fuerza a enseñar y predicar desde la Asociación General, que los adventistas debían ser perfectos, tal como el mandato bíblico lo señala y que la última generación de hombres que vivan sobre la tierra estará conformada de aquellos que han alcanzado la perfección, Satanás les tentará pero ellos no cederán porque han alcanzado la perfección de Cristo, ellos demostrarán que es posible vivir sin pecar.[43]
Podría resumirse que la actitud de Andreasen fue reaccionaria debido a que no fue consultado, como debió serlo, toda vez que era la figura teológica más representativa de la iglesia adventista de ese período, cuando los evangélicos Martin y Barnhouse, enviaron a la iglesia unas preguntas de cuyas respuestas dependería si se incluía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día dentro de las iglesias cristianas o ser considerada una secta.
A partir de allí él solicitó audiencia con la administración de la Conferencia General para que escucharan su posición y al mismo tiempo el conocer la posición de ellos. No le fue posible esa audiencia, entonces el recurrió al envió de cartas a las iglesias en las que manifestaba su malestar e inconformismo por la forma como la iglesia manejó esa situación y del porque lo excluyeron del grupo de investigadores adventistas conformado por cerca de 250 personas entre pastores, administradores y teólogos.
Que la iglesia se equivocó al retirarle sus credenciales, cosa que no hizo con Smith, quien discrepó de algunas posiciones teológicas oficiales de la iglesia adventista en sus orígenes, es evidente.
Al restituirle sus credenciales, la iglesia reconoció, aunque tardíamente, su error. Andreasen nunca dejó de ser adventista ni fue enemigo de la iglesia. Personalmente comparto posición con Andreasen, si hubiese estado en ese tiempo, y solo por darles gusto a otras iglesias para que nos reconocieran como una iglesia cristiana, no hubiese aceptado darle ninguna explicación a nadie. Creo que la verdad no necesita ser avalada por la mentira. Es la verdad la que liberta.[44]
Conclusión
Cuando se mira la forma cómo surgió el movimiento adventista no se puede concluir otra cosa que hubo una Mano que dirigió todo. Es alentador para mí como adventista del séptimo día, poder comprobar a través de este escueto intento literario, que la conformación doctrinal en general de la iglesia, y de la doctrina del santuario en particular, no fue el resultado de febriles esfuerzos humanos. Como bien lo expresa una conocida obra adventista, Dios estuvo al timón.
Es sorprendente notar que la doctrina del santuario se desarrolló muy rápido y quedó tan firmemente establecida, que cuando llegaron los ataques de dentro y de fuera, la joven iglesia no dudó en mantener firme lo que ellos sabían se había obtenido con oración y lágrimas.
Las fuerzas desestabilizadoras que el enemigo lanzó contra la mujer, fueron contenidas por un grupo de hombres y mujeres que guiados por el don profético establecieron las sólidas bases doctrinales que hoy hacen de la iglesia adventista un movimiento respetado y reconocido a nivel mundial. La iglesia verdadera, el remanente de Dios.
Autor: Jonathan Marques Seiza
Referencias
Víctor Casali, (Ediciones SALT,1991), 69. ↩︎
Ibid. ↩︎
Arnold, Wallenkampf; W Richard Lesher. e sanctuary and the atonement, biblical, historical and theological studies. (Review and Herald Publishing Association, 1981). ↩︎
Richard Schwarz; Floyd Greenleaf. Portadores de luz, historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Asociación Publicadora Interamericana-Asociación Casa Editora Sudamericana),37 ↩︎
Paul Gordon. e sanctuary 1844 and the pioneers. (Review and Herald Publishing Association, 1983). ↩︎
Uriah Smith, Albion F. Ballenger y M.L.Andreasen. ↩︎
Alberto Timm. O Santuário e as trës mensagens angélicas, fatores integrativos no desenvolvimento das doutrinas adventistas. (Imprensa Universitaria Adventista, 1998), 21. ↩︎
Ibíd., 25. ↩︎
Frank B.Holbrook. Doctrine of the sanctuary a historical survey (1845-1863), 4. ↩︎
Ibíd., 3. ↩︎
C. Mervyn Maxwell. Dilo al mundo. La historia de los Adventistas del Séptimo Día (Asociación Publicadora Interamericana), 21. ↩︎
Nuestra herencia. (Asociación Casa Editora Sudamericana), 29. ↩︎
Timm, Santuário e as….,28 ↩︎
Ibíd. ↩︎
Josiah Litch. “An address to the public and especially the clergy”, 1844. ↩︎
Ibid., 36 ↩︎
Ibid. ↩︎
Holbrook, e sanctuary, 16. ↩︎
Hiram Edson, Manuscrito no publicado (Citado en Source Book, B-1 a 13) ↩︎
Enoc Jacobs. “ e times”. Western Midnight Cry,1844, pp.12-20. ↩︎
Joseph Turner, e Advent Mirror, enero 1845,1-4. ↩︎
O.R.L.Crosier. Day Star Extra, febrero 7 de 1846. ↩︎
Ibid. ↩︎
J.N.Andrews. e sanctuary and twenty, three hundred days (Battle Creek: SDA Publishing Association, 1853). ↩︎
Timm. O santuário, 68. ↩︎
Ibíd., 166. ↩︎
Ibíd., 166. ↩︎
Ibíd., 67. ↩︎
Richard Schwarz;Floyd Greenleaf. Portadores de luz, 616. ↩︎
Ibíd., 165. ↩︎
Ibíd., 165. ↩︎
Nuestra herencia, 63. ↩︎
Ibíd. ↩︎
Roy Adams. e sanctuary doctrine , three approaches in the seventh-day adventist church.(Andrews University Press),105. ↩︎
Enoch de Oliveira. La mano de Dios al timón. (Asociación Casa Editora Sudamericana), 123. ↩︎
Ibíd. ↩︎
Roy Adams. e sanctuary, 108. ↩︎
Ibid.,112. ↩︎
Ibid., 121. ↩︎
Ibid. ↩︎
Ibid., 114. ↩︎
Virginia Du e Steinweg. Biografía de M.L.Andreasen, (Review and Herald Publishing Association),1979. ↩︎
George R. Knight, Guía del fariseo para una santidad perfecta. Un estudio sobre el pecado y la salvación (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1998), 9. ↩︎
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”Juan 8:32. ↩︎