Declaraciones Trinitarias de Elena de White: ¿Qué es lo que verdaderamente escribió?

INTRODUCCIÓN

Ciertos oponentes de la segunda creencia fundamental de la iglesia (“La Trinidad”) argumentan que las declaraciones de Elena de White que apoyan esta creencia no son confiables, dado que no reflejan fielmente lo que ella escribió y enseñó. Estas personas afirman aceptar los escritos proféticos de Elena de White, pero cuestionan la autenticidad de sus declaraciones que ratifican la creencia de la iglesia en tres personas totalmente divinas, diferentes y coeternas en la Divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta investigación no intentará definir exhaustivamente el concepto de Elena de White acerca de la Divinidad ni analizar el tema de si estuvo totalmente desarrollado en su posición. El interés está en la autenticidad de las declaraciones clave de Elena de White a la luz de las fuentes documentales disponibles. También se debería aseverar con claridad que la creencia fundamental de la iglesia en la Trinidad no está basada en los escritos de Elena de White, sino en su comprensión de la verdad bíblica.

“La tercera Persona de la Divinidad”

Para muchos adventistas, las declaraciones publicadas de Elena de White pueden ser consideradas como la prueba concluyente de sus enseñanzas sobre el tema. En El Deseado de todas las gentes, ella escribe que “el pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino” (p. 625). Así es como el texto se ha leído desde su primera publicación en 1898. Así que, ¿cómo es que los oponentes escapan a la interpretación natural de que existen tres personas distintas en la Divinidad?

Primero, al sugerir que la expresión fue colocada en El Deseado de todas las gentes a través de la influencia de los asistentes de Elena de White y/o Herbert Lacey o W. W. Prescott.[1] Segundo, al señalar que las palabras “tercera persona” no están en mayúscula en el original que se imprimió en 1898, lo que para ellos daría a entender que la palabra “persona” está utilizada en un “sentido más general”.[2] Tercero, al sugerir que, si bien existen en realidad solo dos personas en la Divinidad, “el efecto final para nosotros es que existen tres seres divinos”, dado que el Espíritu Santo es llamado “otro Consolador”. En esta posición, el Espíritu Santo es “el Espíritu (presencia) del Padre y/o de Cristo”, y no en realidad una tercera persona divina diferente.[3]

No responderemos a la tercera interpretación, salvo al estudiar más adelante las declaraciones de Elena de White que hablan del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como “tres agentes distintos” que trabajan juntos en favor de la humanidad. Pero las primeras dos observaciones están objetando la autenticidad del texto, y por lo tanto es de interés para nuestra investigación. ¿Podemos confiar en que Elena de White realmente escribió este pasaje de El Deseado de todas las gentes? ¿Qué es lo que dice el manuscrito original?

El Centro de Investigaciones White a menudo recibe esta clase de preguntas de personas que cuestionan la lectura o la enseñanza de una declaración publicada. Algunos se sorprenden cuando les decimos que Elena de White no escribió de corrido sus capítulos en forma manuscrita tal como aparecen en libros como El camino a Cristo y los de la serie de El gran conflicto. Ella verdaderamente es la autora del texto, pero gran parte del material que forma parte de los capítulos como los tenemos fue compilado de sus muchas obras anteriores, incluyendo sus sermones, sus cartas y sus artículos.[4] Así que, para encontrar el manuscrito original para algún pasaje de un libro como El Deseado de todas las gentes, debemos determinar el documento que sirvió como fuente y si se ha conservado el manuscrito original de ese documento.

Entonces ¿cuál es la fuente de esta sentencia de la página 625 de El Deseado de todas las gentes? La encontramos en una carta que Elena de White le dirigió a “Mis hermanos en Norteamérica” [My Brethren in America], fechada el 6 de febrero de 1896. Ella escribió: “El mal se había estado acumulando durante siglos, y solo podía ser reprimido y resistido mediante el vigoroso poder del Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, que vendría no con energía modificada, sino en la plenitud del poder divino”.[5] Esta carta fue copiada y enviada desde Australia a los líderes de la iglesia en Battle Creek, donde el presidente de la Asociación General, O. A. Olsen, la publicó al siguiente año en un panfleto que circuló entre líderes y ministros de la iglesia (Special Testimonies, N° 10, pp. 25-33). Esta publicación de ese tiempo provee otra evidencia –más allá de la obvia fecha de copyright– de que este pasaje de El Deseado de todas las gentes está tal cual se pudo leer en su primera publicación de 1898.

La Figura 1 es una copia escaneada de la primera página de esta carta, que muestra la frase clave en el segundo párrafo. El escéptico se preguntará cómo podemos saber que esta carta provino de Elena de White. ¿Qué es lo que dice el manuscrito original?

Desafortunadamente para los que vivimos en 2009, Elena de White raras veces preservaba los borradores originales de sus cartas una vez que habían sido transcriptas y habían recibido su aprobación. Veremos que, en ciertas otras instancias, somos afortunados de tener sus borradores originales, pero de esta carta no se conoce que el original manuscrito haya sido preservado. Pero tenemos otras evidencias de su autenticidad. Las páginas 5, 6 y 7 contienen las interpolaciones manuscritas de Elena de White, que ella a menudo agregaba después de haber leído nuevamente un documento. La Figura 2 es el escaneo de la página 6, que muestra estas interpolaciones y provee la evidencia de que esta carta efectivamente fue revisada por la misma Elena de White. Así que estamos sobre terreno firme para concluir que esta sentencia clave de El Deseado de todas las gentes no fue introducido sin que Elena de White se diera cuenta en el manuscrito del libro, ya sea por sus asistentes u otros líderes de la iglesia.

¿Qué deberíamos hacer con el segundo argumento de que las palabras “tercera persona” no estaban en mayúscula en las primeras impresiones? Como lo vimos en la Figura 1, la frase tampoco estaba en mayúsculas en la carta original. Una comparación entre las cartas de Elena de White y sus artículos y sus libros publicados indica que el estilo editorial, no el propósito teológico, gobernó el tema de si los pronombres que se refieren a la deidad deben estar en mayúsculas. Si se acepta el argumento de que el uso de minúsculas en la frase “tercera persona” muestra que Elena de White no le estaba atribuyendo la condición de deidad al Espíritu Santo, entonces uno tiene que explicar por qué, en esos mismos primeros escritos, el pronombre
personal “He” [él] (refiriéndose al Espíritu Santo) está dos veces en mayúscula en el párrafo inmediatamente anterior (página 671:1 del inglés), y en otras parte del capítulo.

Figura 1: Carta 8, 1896, p. 1.

“Tres personas vivientes”

A continuación abordaremos una declaración significativa publicada en el libro El evangelismo. Este libro es una compilación publicada en 1946, una década antes del diálogo entre adventistas y evangélicos que trajeron como resultado Questions on Doctrine [Preguntas sobre doctrina]. No obstante, las dudas asociadas con este período han hecho que algunos lancen un halo de sospecha sobre esta clara declaración trinitaria:

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes –el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo– son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo”.[6]

Esta declaración, ¿representa fielmente lo que escribió Elena de White?

La Figura 3 es una copia escaneada de la portada de la fuente de la cita en El evangelismo: Special Testimonies [Testimonios especiales], Series B, N° 7. Es de particular interés señalar la nota de la parte inferior: “Publicado por el autor”. La Figura 4 es un escaneo de la página que contiene la sentencia clave. Así que sean cual fueren las “conspiraciones” que llevaron a la cita redactada en El evangelismo, no pudieron haberse originado entre los hermanos en la década de 1940. El pasaje aparece impreso en 1906, publicado por el autor: Elena de White. Al rastrear la fuente de este material, encontramos que viene del Manuscrito 21, de 1906, escrito en noviembre de 1905 y lleva la fecha de transcripción del 9 de enero de 1906.

La Figura 5 es un copia escaneada de la página 4 en la que aparece esta declaración clave. La sentencia es idéntica a lo que fue publicado en Series B, excepto que en la versión impresa el punto y coma que aparece después de la frase “trío celestial” fue reemplazado por una coma.

La Figura 6 es un copia escaneada de la primera página de este manuscrito, que muestra las interpolaciones manuscritas de Elena de White; evidencia de que ella revisó personalmente la copia mecanografiada. Así, vemos que lo que está publicado en El evangelismo es una reimpresión fiel de lo que está publicado en Series B que, a su vez, reproduce fielmente el manuscrito de Elena de White, que fue revisado por ella.

Figura 3: Special Testimonies [Testimonios especiales], Series B, N° 7 (1907), portada.

Figura 4: Special Testimonies [Testimonios especiales], Series B, N° 7 (1907), p. 63.

Figura 5: Manuscrito 21, 1906, p. 4.

Figura 6: Manuscrito 21, 1906, p. 1, que muestra las interpolaciones manuscritas de Elena de White.

Sin embargo, podemos avanzar un paso más en esta instancia. La Figura 7 es la copia escaneada de una página del diario personal de Elena de White donde se encuentra el borrador manuscrito sin editar del Manuscrito 21 de 1906. Esto es lo que fue transcripto por los secretarios de Elena de White. El pasaje clave, tal como fue escrito originalmente por Elena de White, dice: “Estas son las tres personas vivientes del trío celestial en el que cada alma que se arrepiente de sus pecados, que recibe a Cristo por medio de una fe viva, es bautizada en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...”.

Figura 7: Fragmento del borrador manuscrito del Manuscrito 21, 1906.

Ahora, nos enfrentamos con una pregunta interesante. Más allá de las mejoras gramaticales de rutina que los asistentes de Elena de White estaban instruidos a hacer cuando transcribían sus primeros borradores manuscritos, ¿qué debemos hacer con el cambio de “tres personas” a “tres personalidades”? Esta es una evidencia, argumentan los promotores del antitrinitarismo, de que Elena de White estaba haciendo una distinción entre “personalidades” y “personas”, tal como aparece escrito finalmente en el manuscrito transcripto. ¿Deberíamos leer algo significativo en este cambio de “personas” a “personalidades”?

Un estudio detallado del uso que Elena de White hace de estos términos está más allá de los parámetros de nuestro interés en esta investigación, pero será suficiente con decir que, como su primera definición, el diccionario Webster define “personalidad” como “la cualidad o estado de ser una persona”; y en su uso teológico, “cualidad o estado de consistir de diferentes personas, dicho de la Divinidad”[7]. Mi propio estudio del uso de Elena de White es que ella utiliza estos dos términos de manera intercambiable, por lo que no hay dudas de por qué ella quedó totalmente satisfecha con la redacción final de la transcripción, tal como lo vemos en la Figura 5 y la Figura 6.

Es más, si al escribir “tres personalidades” Elena de White quiso evitar referirse a las tres personas de la Divinidad, estamos obligados a explicar por qué ella escribió claramente “tres personas” en un documento anterior, el Manuscrito 57, de 1900, publicado en el Comentario bíblico adventista:

“La obra es trazada frente a cada alma que ha confesado su fe en Jesucristo mediante el bautismo, y se ha convertido en un receptáculo de la promesa que procede de las tres personas de la divinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.[8]

La Figura 8 es la copia escaneada de este manuscrito y, como en los ejemplos anteriores, somos afortunados de tener el borrador manuscrito original que fue transcripto por los secretarios de Elena de White. Como lo vemos en la Figura 9, no hay dudas de que Elena de White escribió “las tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

Figura 8: Fragmento del Manuscrito 57, 1900.

Figura 9: Fragmento del borrador manuscrito del Manuscrito 57, 1900

El uso de Elena de White de “tercera persona” y “tres personas en el trío celestial” indica claramente su creencia en que no solo hay tres seres en la Divinidad, sino que son “personas”. Otra declaración publicada en El evangelismo lo dice sin ambigüedades:

“El Espíritu Santo es una persona, porque testifica en nuestros espíritus que somos hijos de Dios”.[9]

Nuevamente, se nos pregunta: ¿Qué es lo que Elena de White realmente escribió?

La Figura 10 es la copia escaneada de la fuente citada en El evangelismo: Manuscrito 20, 1906, p. 9. No solamente tenemos la aprobación de Elena de White en la parte superior de la primera página de este manuscrito (“He leído cuidadosamente esto y lo he aceptado” [Figura 11]), sino que también tenemos el borrador manuscrito original que fue transcripto por sus secretarias. La Figura 12 es una copia escaneada de la sentencia clave: “El Espíritu Santo es una persona, porque testifica en nuestros espíritus...”

Pero, dicen los promotores del antitrinitarismo, el Padre y el Hijo son personas. “La referencia no dice:
'El Espíritu Santo es una persona separada y distinta de Dios el Padre”.[10] No, esta referencia no lo dice. Pero Elena de White tiene más que decir acerca de este asunto en otro lugar. El Manuscrito 93 de 1893 dice:

“El Espíritu Santo es el Consolador, en nombre de Cristo. Personifica a Cristo, pero es una persona distinta”.[11]

La Figura 13 es una copia escaneada del borrador manuscrito original de Elena de White, que respalda la transcripción. El Manuscrito 27a, de 1900, agrega esta descripción:

“El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, poderes infinitos y omniscientes, reciben a aquellos que verdaderamente entran en la relación de pacto con Dios”.[12]

Note cómo los atributos de la deidad son aplicados a cada persona. Esto es seguido por la siguiente declaración:

“Tres agentes distintos, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, trabajan juntos por los seres humanos”.[13]

El manuscrito original de este Manuscrito no se ha conservado, pero la transcripción no solo lleva la firma de Elena de White, sino también tiene sus interpolaciones, como se ve en la Figura 14 y la Figura 15.

Figura 12: Fragmento del borrador manuscrito del Manuscrito 20, 1906

Figura 13: Original manuscrito del Manuscrito 93, 1893

Figura 14: Manuscrito 27a, 1900, p. 7

Figura 15: Manuscrito 27a, 1900, p. 8, que muestra la firma de Elena de White

El Espíritu Santo, ¿es el representante de Cristo o Cristo mismo?

Con las declaraciones inequívocas acerca del “trío celestial” en mente, examinemos otro pasaje relacionado con la naturaleza del Espíritu Santo que los promotores del antitrinitarismo usan para apoyar su posición. Aparece en las páginas 622, 623 de El Deseado de todas las gentes:

El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. Nadie podría entonces tener ventaja por su situación o su contacto personal con Cristo. Por el Espíritu, el Salvador sería accesible a todos. En este sentido, estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto.

El tema de este pasaje es la presencia de Cristo a través de su representante: el Espíritu Santo. La distinción personal entre Cristo y el Espíritu Santo está expresada cuidadosamente en el texto, pero los promotores del antitrinitarismo señalan el manuscrito que es la fuente de este pasaje. Lo encontramos en una carta a Edson White y su esposa, fechada el 18 de febrero de 1895.[14]

¿Qué decía en la carta original? “Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente; por lo tanto, les convenía que los dejara y fuese a su Padre, y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra. El Espíritu Santo es él mismo, pero despojado de la personalidad de la humanidad e independiente de ella. Se representaría como presente en todos los lugares por su Espíritu Santo, como el Omnipresente”.[15]

Lo que tiene una importancia especial para los no trinitarios es que donde El Deseado de todas las gentes dice “el Espíritu Santo es el representante de Cristo”, la carta original dice “El Espíritu Santo es él mismo”.

Hasta donde se sabe, el manuscrito original no se ha conservado, pero sí la carta transcripta por los secretarios de Elena de White que lleva su firma y otras interpolaciones, que dan a entender su aprobación de la carta. Vea la Figura 16.

La formulación de la carta original, ¿establece que Elena de White creía que el Espíritu Santo y Cristo no eran personas diferentes? Ya hemos visto varias declaraciones de Elena de White que afirman que hay “tres personas” en la Divinidad, y que el Espíritu Santo es una “persona distinta”. Dado que estas declaraciones preceden y siguen cronológicamente a la escritura de esta carta, la coherencia nos llevaría a esperar que ella no está interponiendo una nueva comprensión del Espíritu en este pasaje. Es más, encontramos el mismo lenguaje de “representación”usado en esta carta que el que encontramos en El Deseado de todas las gentes. El párrafo de la carta donde aparece esta sentencia comienza con la declaración: “Aunque nuestro Señor ascendió de la tierra hacia el cielo, el Espíritu Santo fue señalado como su representante entre los hombres”.

Elena de White explica más adelante el significado de sus palabras “el Espíritu Santo es él mismo” al agregar que “Cristo se representaría como presente en todos los lugares por su Espíritu Santo”. En la misteriosa unión que existe entre los miembros de la Divinidad, la presencia del Espíritu Santo es sinónimo de la presencia personal de Jesús, aunque sus identidades diferentes son preservadas.

La misma idea se encuentra en otros pasajes de Elena de White, como:

“Cuando usted reciba a Jesús como su Salvador personal habrá un cambio marcado en usted; se convertirá, y el Señor Jesús por medio de su Espíritu Santo estará junto a usted”.[16]

“Testifico ante mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual él concede su suprema consideración. Mientras el Señor extiende a todo el mundo su invitación de venir a él y ser salvo [...] él se manifiesta personalmente a través de su Espíritu Santo en medio de su iglesia”.[17]

¿Cómo damos cuenta del cambio en la formulación de la frase en El Deseado de todas las gentes? Tenemos solo la carta de 1895, no los borradores de trabajo del capítulo terminado, lo que nos lleva a concluir que lo que fue publicado en 1898 representa la lectura editada aprobada por el autor.[18] El lenguaje adoptado por Elena de White en El Deseado de todas las gentes ayuda al lector a evitar una interpretación errónea que surge cuando la sentencia, tal como fue construida originalmente, es aislada de todo el párrafo de su contexto original.

CONCLUSIÓN
En conclusión, no podemos acercarnos al tema de la Divinidad sin reconocer las limitaciones de la concepción y el lenguaje humanos. Una cosa es examinar lo que un autor inspirado ha escrito, y otra muy diferente es decir que lo hemos comprendido completamente. No obstante, nuestro interés en esta investigación no ha sido el misterio de la Divinidad, sino la confiabilidad de ciertas declaraciones descriptivas encontradas en los libros de Elena de White. Hemos encontrado que los manuscritos originales, las transcripciones aprobadas por ella y/o las primeras ediciones de sus obras publicadas apoyan las expresiones trinitarias que se encuentran hoy en sus escritos.

Autor: Tim Poirier | Secretario asociado del Centro de Investigaciones White | Traducción de Marcos Blanco

Referencias


  1. Por ejemplo, ver Rachel Cory-Kuehl, The Persons of God (n.p.:Aggelia Publications,1996), pp. 159-188. ↩︎

  2. www.creation-seventh-day-adventist- church.org/Binary/Essays/ePioneer.html (ingresado el 14 de noviembre de
    2005). ↩︎

  3. Cory-Kuehl, pp. 187, 177. ↩︎

  4. Para El Deseado de todas las gentes, este proceso es descripto en Arthur L. White, Ellen G. White: The Australian Years, 1891-1900 (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1983), capítulo 32, y en mayor detalle en Robert W. Olson, How the Desire of Ages Was Written (Washington, DC: Ellen G. White State, 1979), y Fred Veltman, Full Report of the Life of Christ Research Project (n.p.: Life of Christ Research Project Review Committee, 1988). ↩︎

  5. Elena de White, Letter 8, 1896. ↩︎

  6. Elena de White, El evangelismo (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1978), p. 445, de Special Testimonies, Series B, N° 7, publicado en 1906. ↩︎

  7. Merrian-Webster’s Collegiate Dictionary, 11th Edition (Springfield, MA: Merrian- Webster, 2003); Webster’s New International Dictionary, 2nd Edition, Unabridged (Springfield, MA: G. & C. Merrian, 1954). ↩︎

  8. Elena de White, Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1074, énfasis agregado. ↩︎

  9. El evangelismo, p. 447. ↩︎

  10. Cory-Kuehl, p. 177. ↩︎

  11. Elena de White, Manuscrito 93, 1893, publicado en Manuscript Releases, vol. 20, pp. 323-325, énfasis añadido. ↩︎

  12. Elena de White, Manuscrito 27a, 1900, publicado en Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1075, énfasis
    añadido. ↩︎

  13. Elena de White, Manuscrito 27a, 1900, p. 7. Esta porción no fue publicada en el Comentario bíblico adventista. ↩︎

  14. Elena de White, Letter 119, 1895. ↩︎

  15. Publicado en Manuscript Releases, vol. 14, p. 93. ↩︎

  16. Elena de White, Manuscrito 13, 1897, publicado en Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 128. ↩︎

  17. Elena de White, Letter 2d, 1892, publicado en Testimonios para los ministros, p. 11. ↩︎

  18. Contra los que afirman que el texto publicado no refleja las enseñanzas de Elena de White se encuentra el hecho de que el texto permaneció sin ser cambiado por ella durante los 17 años anteriores a su muerte, y que el pasaje fue repetido en un artículo que ella misma proveyó para las Lecturas de la Semana de Oración [Week of Prayer Readings] publicadas en la Review and Herald, 9 de noviembre de 1908. ↩︎