Cuando Dios ordenó matar niños
“Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene… mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (1Samuel 15:2, 3)
¿Por qué Dios, en su lucha contra los amalecitas, ordenó la muerte de niños?
Para muchos este es uno de los temas difíciles de comprender al estudiar las Escrituras. Este es un tema complejo y se puede comprender desde varios puntos de vista.
Un punto de vista es el crítico. En este se mira a Dios como injusto y hasta malo en cierta medida al castigar y ordenar la muerte de niños inocentes.
Cuando contemplamos este tema desde éste punto de vista pretendemos ocupar el lugar de jueces y queremos condenar a Dios como si nosotros fuésemos inocentes. Esta actitud no proviene de Dios y es alimentada por el enemigo quien aprovecha esta situación para difamar y hacer ver como malo a Dios. Muchos de los que adoptan o han pensado con esta actitud, en muchas ocasiones no buscan respuestas en la Biblia y sencillamente aceptan eso como la voluntad de Dios porque él es Dios y él hace como quiere.
Otra actitud es comprender este tema desde las razones divinas. Basados en lo que enseña la Biblia y la historia del pueblo de Dios podemos entender que si Dios ordenó la muerte de niños es por las consecuencias que traerían años mas tarde al crecer y hacerse hombres. Recordemos que la Biblia habla de la omnisciencia de Dios y que él conoce el pasado así como el futuro.
No olvidemos
Antes de mencionar las razones divinas, debemos tener en cuenta:
Los juicios de Dios son justos:
“Ciertamente Señor Dios Todopoderoso tus juicios son verdaderos y justos” (Apocalipsis 16:7)
Dios no quiere la muerte de los impíos:
“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos…” (Ezequiel 33:11)
Por su carácter de amor, castigar con la muerte es una obra extraña para Dios:
“Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación” (Isaías 28:21)
Razones divinas
Los textos a estudiar son:
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (1Samuel 15:2, 3)
a) Enemigos resentidos de Dios
Lo primero que debemos tener en cuenta es que dicho pueblo era un enemigo declarado contra Dios.
“Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (Éxodo 17:16)
Si Dios hubiese dado la orden de matar solo a los varones; muy seguramente las mujeres seguirían siendo enemigas de Dios y por influencia de estas los niños al crecer lo harían con resentimientos y siendo enemigos de Dios.
El texto dice que se levantaron contra el trono de Dios y Dios conociendo el futuro, sabía que los niños harían lo mismo en el futuro.
En este aspecto debemos tener en cuenta que desde Moisés, cuando los amalecitas salieron a luchar contra Israel en el desierto habían pasado aproximadamente cuatrocientos años de paciencia por parte de Dios para con ellos hasta que se cumplió esta sentencia de matarlos a todos por completo.
b) Visita a los que le aborrecen
El mandamiento es claro “yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:5). No es que los hijos paguen por los pecados de los padres (Ezequiel 18:20). Pero por lo general los hijos siguen los caminos de los padres y al seguir el camino del odio y aborrecimiento del Señor estos son castigados también. No hay dudas que Dios sabía que los hijos de los amalecitas le aborrecerían
c) Enemigos futuros del pueblo de Dios
Dios conoce el futuro con anticipación “Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho…” (Isaías 46:10) y solo él sabe qué será o qué hará cada una de sus criaturas en los años siguientes. Dios sabiendo quienes llegarían a ser y qué harían los hijos de los amalecitas, para proteger a su pueblo prefirió exterminarlos.
El Señor a manera de protección de su pueblo destruyó por completo a los amalecitas, y aún a sus niños. “El Señor sabía que esta gente impía raería, si fuese posible, su pueblo y su culto de la tierra”(1)
En el pasado los amalecitas habían atacado por la espalda y a traición a los israelitas:
“Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios” (Deuteronomio 25:18)
Los amalecitas habían luchado contra los israelitas en época de Moisés y Josué (Éxodo 17:8-16) Barac (jueces 5:14) Gedeón(jueces 7:12), Saúl y Samuel (1Samuel 15;1-9) David (1Samuel 27:8).
El Señor en su omnisciencia y mirando hacia el futuro y el cuidado de su pueblo destruye aún a los niños amalecitas por qué estos representaban un grave peligro al crecer resentidos.
Solo el Señor sabe el peligro que representa una persona perversa y resentida. Los amalecitas habían sido y serían en el futuro enemigos a muerte de los israelitas. Solo Dios sabe el daño del que serían capaces esos niños si se les dejaba crecer.
d) Destrucción completa de los enemigos
Otro aspecto que debemos tener en cuenta, a modo de aclaración, es que dicha practica era propia del mundo antiguo de los países del Cercano Oriente. No era la primera orden para destruir un pueblo con sus mujeres, niños y animales
La palabra hebrea, jaram, traducida “destruye”, significa, “anatematizar”, “dedicar” y por lo tanto “exterminar”. Cuando un país era anatematizado, se consideraba como maldito todo lo que pertenecía a la nación. Debía ser muerto el pueblo, también el ganado y los otros seres vivientes, pero cosas tales como plata y oro debían llevarse a la tesorería del Señor (Josué 6:17-19)
e) Lecciones para la humanidad
“Dios quería que todas las naciones contemplaran la suerte funesta de aquel pueblo que había desafiado su soberanía y que notaran como era destruido por el pueblo mismo que habían menospreciado”
Este pueblo que se había levantado contra el trono del Señor(Ex.17:16) serviría como lección a todo el que osadamente desafía a Dios. Aun no es el tiempo pero llegará el momento en que Dios juzgará y destruirá por completo a los impíos.
Lamentablemente muchas de las malas decisiones tomadas por los padres afectan a los hijos y ellos terminan pagando las consecuencias.
f) Seguirían en pecado
Los amalecitas eran un pueblo idolatra.
Otro aspecto a tener en cuenta es que si se dejaban vivas las mujeres y a los niños estos seguirían en idolatría y su idolatría no les condenaría solo a ellos sino a otras naciones y aún a los israelitas si llegaran a conquistarles.
La Biblia tiene claras e innumerables advertencias contra la idolatría.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”(Éxodo 20:4, 5)
“Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de Canaán, echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos”( Números 33:51, 52)
g) Dios les negó la oportunidad o sabía que no se arrepentirían?
Dios quiere que todos los hombres sean salvos (1Timoteo 2:4) y que todos procedan al arrepentimiento (2Pedro 3:9). Pero no todo el mundo será salvo y no todos se arrepentirán. Dios no le estaba negando la oportunidad de arrepentirse a los hijos de los amalecitas. En su infinita sabiduría Dios sabía que al crecer no se arrepentirían, Dios sabe quienes en un futuro se arrepentirán y quienes no, así como sabe quienes si y quienes no se salvarán.
Autor: Deneris Torres