Arrepentimiento... "Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos"
Somos muy dados a mirar la paja que hay en el ojo del hermano cuando nosotros tenemos una viga en el nuestro.
El Salmo 51 es muy conocido, es la oración de arrepentimiento de David. En el Ver. 13 David escribió:
"Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti."
Antes de David autoproclamarse Atalaya de la verdad o antes de llamar la atención a los caminos de Dios a las personas a su alrededor el confiesa su pecado, pide perdón por ellos, ¡qué no pide David!
- Piedad
- Borrar rebeliones
- Lavar su maldad
- Limpiar sus pecados
- Purificación
- Un corazón limpio
- Espíritu recto
Todo apuntando a él mismo, no a su hermano.
David y Daniel (lee Daniel 9) conocían verdaderamente a Quien servían y como es que Dios trabaja. Nosotros queremos ver primero el pecado del hermano y así le queremos decir a los hermanos: “Sígueme”. Y nos preguntamos, ¿dónde están los hermanos que se bautizaron el año pasado? A eso tenemos una respuesta rápida: “¡Solo fueron mojados!” ¿Visitamos a esos hermanos nuevos en la fe? ¿Le dimos seguimientos?
¿Está mal la Iglesia Adventista? Sí, y muy mal. Hay de todo, hace poco una amiga me comentó lo que pensaba su pastor de iglesia acerca del ministerio profético de la Hna. White y la verdad quedé en shock, no diré lo que dijo porque no edificará a nadie pero, ¿qué estoy haciendo yo como iglesia, como parte del cuerpo de Cristo? Si solo critico y no me ofrezco para el servicio en cualquier departamento de la iglesia para hacer la diferencia (no para que me vean, sino para agradar a Dios y trabajar por las almas, afuera y adentro, hay muchos adentro que están pidiendo auxulio con su silencio y no nos damos cuenta) no estoy haciendo nada.
Hagamos como David (Salmos 51) y Daniel (Daniel 9), humillemos nuestro rostro ante Dios no para mirar la paja del ojo del hermano o creernos superior a los demás y creer que estamos más cerca de Dios que el hermano, sino para que por nuestro testimonio ellos vean las grandes cosas que Dios ha hecho con nosotros y que también puede hacer por ellos.
No se trata de no llamar el pecado por su nombre o pasar paños tibios. Se trata de ser como Jesús. Estudiemos los Evangelios, en especial el trato que tuvo Jesús con los pecadores... También podría ser el trato que Dios te ha dado a ti y a mí como pecadores.