La Trinidad en la Historia de los Adventistas del Séptimo Día

Jan 26, 2017
Juegos Cristianos

En la última década se ha visto el incremento de la actividad antitrinitaria dentro del seno de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD). Se podrían mencionar cuatro razones para esta actividad:

  1. La disponibilidad de información mediante Internet.
  2. Varios grupos de otros adventistas que surgieron del movimiento Millerita que continuaron afirmando la perspectiva antitrinitaria. Como ejemplo podría ser la Iglesia de Dios (del Séptimo Día), también conocida como el Grupo Marion; el punto de vista previo de la Iglesia Mundial de Dios; la iglesia de Dios de Atlanta en Georgia (anteriormente de Oregon, Illinois, o los Adventistas de la Era por Venir [Age to Come Adventists]), y los Testigos de Jehová (la rama de la Iglesia Adventista Cristiana). Se puede decir que los adventistas cristianos, al igual que los adventistas del séptimo día, han aceptado el punto de vista trinitario.
  3. Algunos creen que la doctrina de la Trinidad viene de la teología Católica y que por lo tanto debe ser falsa. Muchos no se han dado cuenta que la doctrina Católica de la Trinidad tiene diferencias con la doctrina bíblica de la IASD sobre la Trinidad. Esto incluye la generación eterna del Hijo y la impasibilidad Divina, que se encuentran influenciadas por la filosofía griega.
  4. Quizás lo más significativo en las últimas décadas, es que algunos adventistas del séptimo día han pensado en retroceder a la fe histórica adventista temprana, o lo que se da en llamar el neorestauracionismo.

Algunos han errado en reconocer la naturaleza dinámica de la teología Adventista del Séptimo día. Históricamente, nuestras doctrinas se han desarrollado en el contexto del núcleo original distintivo de los mensajes de los tres ángeles y conceptos similares. Un pequeño segmento, aunque significativo y en crecimiento de los adventistas “históricos”, están abogando por un retroceso a la instancia antitrinataria. Los adventistas sabatistas y los adventistas del séptimo día siempre han centrado su teología y doctrina en la Biblia. Han rechazado un credo estático y siempre han buscado estudiar, comprender y seguir la Biblia como su fuente de doctrina y la guía de la experiencia. Consecuentemente, no debería sorprender que la doctrina adventista se haya desarrollado a lo largo del tiempo construyéndose sobre estudios bíblicos previos y nuevos.

Mientras el adventismo sabatista emergía a fines de la década de 1840, trajo varias verdades cristianas y las colocó en el marco de la profecía cumplida y el descubrimiento constante de las enseñanzas bíblicas. Una cadena de enseñanzas bíblicas explicó lo que había sucedido en 1844 y porqué Jesús no había regresado. El santuario celestial, el ministerio de Jesús del tiempo del fin en el Lugar Santísimo, y el sábado como el sello de Dios, fueron un enfoque particular. La comprensión adventista de varias perspectivas teológicas continuó desarrollándose y mejorando con el paso del tiempo. Dos ejemplos son el sábado y el diezmo. Los primeros adventistas inicialmente concluyeron, mediante la influencia de José Bates, que el sábado debía comenzar y terminar a las 6:00 p.m. Fue en 1855, cerca de una década después del énfasis en el inicio del sábado, que la presentación bíblica e histórica de J. N. Andrews contribuyó a que los creyentes adoptaran la puesta de sol como el momento correcto para comenzar y terminar el sábado. El diezmo comenzó en 1859 como benevolencia sistemática y tenía poca o ninguna relación con la enseñanza bíblica del diez por ciento. No fue hasta la década de 1970 que el re estudio cuidadoso del tema llevó a que los adventistas del séptimo día adoptaran el marco del diezmo que se practica actualmente. Un proceso similar es evidente en la comprensión adventista de la naturaleza de Dios y la Trinidad.

El propósito de este artículo es bosquejar el desarrollo histórico del punto de vista de la Trinidad de los adventistas del séptimo día desde sus comienzos hasta el presente.

HASTA 1890: PERÍODO ANTITRINITARIO

Hasta cerca de los comienzos del siglo XX, la literatura adventista del séptimo día era casi unánimemente contraria a la deidad eterna de Jesús y la personalidad del Espíritu Santo. Durante los primeros años, algunos sostuvieron que Cristo fue creado. Es muy importante comprender que los puntos de vista adventistas no eran homogéneos. La tensión teológica dentro del adventismo comenzó durante el movimiento Millerita y se ilustra en la vida de dos líderes principales, Guillermo Miller y Joshua V. Himes.

Miller, siendo Bautista, era trinitario. Escribió, “creo en un Dios viviente y verdadero, y que hay tres personas en la Divinidad…. Las tres personas del Dios Triuno están conectadas”.[1] Himes, un asociado cercano de Miller, era de la Conexión Cristiana. La rama nororiental de la iglesia cristina “rechazó la doctrina trinitaria como no escriturística”.[2] Es importante notar que los adventistas milleritas se centraban en el pronto regreso de Jesús y no consideraron necesario discutir sobre la Trinidad.

Dos de los principales fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, José Bates y Jaime White, al igual que Himes, habían sido miembros de la Conexión Cristiana y rechazaron la doctrina de la Trinidad. José Bates escribió lo que creía, “respecto a la trinidad, concluyo que era imposible para mi creer que el Señor Jesucristo, el Hijo del Padre, era también el Dios Todopoderoso”.[3] Jaime White escribió, “aquí debemos mencionar la Trinidad, la cual tiene que ver con la personalidad de Dios y la de su Hijo Jesucristo”.[4] Tanto Bates como White estaban ansiosos por mantener separadas las personalidades del Padre y del Hijo. Esta preocupación se debía, en parte, a la fuerte influencia espiritualizadora de los adventistas del Novio [Bridegroom Adventists] durante los años de 1845 y 1846. Un problema similar resurgiría al concluir el siglo XX con la despersonalización de Dios y los puntos de vista panteístas de J. H. Kellogg.[5]

Aunque Jaime White rechazó la doctrina de la Trinidad, él sí creía en los tres grandes poderes en el cielo y esto se refleja en su primera colección de himnos.[6] Aunque opuesto al concepto de Trinidad, no creía que Cristo era inferior al Padre. En 1877 escribió, “la inexplicable trinidad que hace de las tres personas de la Divinidad una y una en tres, es suficientemente mala; pero el ultra unitarianismo que hace a Cristo inferior al Padre es peor”.[7]

No todos estaban de acuerdo con Jaime White en la igualdad del Padre y el Hijo. Durante la década de 1860, Urías Smith, por largo tiempo editor de la Review and Herald, creyó que Jesús fue “el primer ser creado”.[8] Para 1881, él cambió su creencia y consideró a Jesús como “concebido” y no como “creado”.[9]

Una lista selectiva de los adventistas que hablaron contra la Trinidad y/o rechazaron la deidad eterna de Cristo incluye a J. B. Frisbie, J. N. Loughborough, R. F. Cottrell, J. N. Andrews, D. M. Canright, J. H. Waggoner, y C. W. Stone.[10] W. A. Spicer, en un momento dijo a A. W. Spalding que su padre, después de llegar a ser Adventista del Séptimo Día (antes era un ministro Bautista del Séptimo Día), “se sintió tan ofendido con la atmósfera antitrinitaria en Battle Creek que dejó de predicar”.[11]

Al revisar los escritos de varios pioneros, surgen algunas preocupaciones frecuentes. Al rechazar la Trinidad, algunos vieron a los cristianos ortodoxos como paganos triteístas. Otros argumentaron que la Trinidad degradaba la personalidad de Cristo y del Padre al borrar la distinción entre ambos. Mientras que las primeras posturas sobre la Trinidad y la deidad de Cristo eran imperfectas, había un sincero intento por oponerse a ciertos errores legítimos.

Alrededor de 1890, los adventistas habían llegado a sostener una posición más o menos armoniosa que veía a Jesús como el Hijo engendrado u originado de Dios. Era visto como el Creador Divino junto con el Padre. La naturaleza del Espíritu Santo se discutía muy poco, aunque el Espíritu Santo era considerado generalmente como la influencia omnipresente del Padre y del Hijo en lugar de una persona.

DESDE 1890 HASTA 1900: SURGIMIENTO DE LA OPINIÓN ANTRITINITARIA

A comienzos de la década de 1890, dos de los pensadores clave en relación con los temas opuestos de la justificación por la fe/ley en Gálatas estuvieron de acuerdo con la divinidad derivada de Jesús. E. J. Waggoner escribió en 1890, en su libro Christ and his righteousness [Cristo y su justicia], “hubo un tiempo cuando Cristo procedía de y venía de Dios… pero ese tiempo era tan lejano en los días de la eternidad que para comprensión finita es prácticamente sin comienzo”.[12] En 1898, Urías Smith escribió en Looking unto Jesus [Al mirar a Jesús], “sólo Dios no tiene principio. En la época más temprana, cuando pudo haber existido un comienzo –un período tan remoto que para las mentes finitas es esencialmente eternidad-, apareció la Palabra”.[13]

El período posterior a la reunión de la Asociación General en Minneapolis, 1888, vio un renovado énfasis en Jesús y el plan de salvación. Esto llevó a considerar su deidad y lo que esto significa para la redención de la humanidad. A. T. Jones estuvo entre los primeros (a excepción de Elena de White) en sugerir que Cristo fue eternamente preexistente. Jones enfatizó Colosenses 2:9 y la idea de que Cristo era corporalmente la plenitud de la Deidad. También describió a Cristo como “la Palabra eterna”.[14] Aunque evitó la palabra Trinidad, en 1899 escribió: “Dios es uno. Jesucristo es uno. El Espíritu Santo es uno. Y estos tres son uno: no hay disensión ni división entre ellos”.[15]

Elena de White desempeñó un rol profético al confirmar la deidad eterna de Jesús y la Divinidad en Tres-Personas. A comienzos de 1878, se refirió a Jesús como el “eterno Hijo de Dios”.[16] En El Deseado de todas las gentes, escribió “[Cristo] se había proclamado a sí mismo como el que tenía existencia propia” y “en Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otro”.[17] Escribió sobre el Espíritu Santo como la “tercera Persona de la Divinidad”.[18] Elena desempeñó un papel importante en instar a la iglesia para que adopte una posición trinitaria bíblica. No obstante, durante años después de la publicación de El Deseado de todas las gentes, la iglesia evitó en general éstas y otras declaraciones. Mientras que ella nunca usó el término Trinidad en sus escritos publicados, reiteradamente comunicó el concepto.

M. L. Andreasen discutió si Elena de White había escrito en realidad algunas de sus declaraciones en El Deseado de todas las gentes y otros libros. Durante 1909, Andreasen pasó tres meses en Elmshaven, California,[19] y se convenció de la certeza de la postura que ella había publicado.[20]

DESDE 1900 HASTA 1931: TRANSICIÓN Y CONFLICTO

Durante las primeras tres décadas del siglo XX, la iglesia permaneció dividida en la postura sobre la deidad de Cristo. El uso de la palabra Trinidad continuó evitándose al publicar. W. W. Precott y A. T. Jones, ambos editores de la Advent Review and Sabbath Herald, fueron partidarios clave de la deidad plena y eterna de Jesús. Durante la década de 1890, Prescott fue más lento que Jones en aceptar el nuevo punto de vista. Pero después de 1900, como editor de Advent Review and Sabbath Herald, publicó artículos sobre la personalidad y la naturaleza eterna del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.[21] Prescott aún creía que Jesús tenía una existencia derivada de Dios el Padre. En la Conferencia Bíblica de 1919, presentó una serie de ocho temas devocionales para la conferencia titulada “La Persona de Cristo”, que expresaba su punto de vista. Una discusión cuidadosa en esa conferencia mostró que había opiniones diferentes.[22]

El inicio del siglo XX vio la lucha de adventistas y protestantes fundamentalistas contra la alta crítica y el desarrollo del “nuevo modernismo” en la cristiandad. Los liberales rechazaron la deidad de Jesús y su concepción virginal. Los artículos adventistas que defendían los puntos de vista bíblicos comenzaron a aparecer con mayor frecuencia en los periódicos de la iglesia. Sin importar las diferencias individuales en algunos detalles, los ministros adventistas se enlistaron contra los puntos de vista liberales. Naturalmente, quienes rechazaron la preexistencia eterna de Cristo no deseaban hablar de sus orígenes y debilitar la argumentación contra la alta crítica. Incluso se toleraron los artículos sobre la Trinidad.[23] El resultado fue un aumento del aprecio por la completa divinidad del Hijo de Dios.

DESDE 1931 HASTA 1957: ACEPTACIÓN DE LA POSTURA TRINITARIA

F. M. Wilcox fue crucial en facilitar la transición final hacia una aceptación del punto de vista Adventista del Séptimo Día sobre la Trinidad mediante su conducción en 1931 Statement of Fundamental Beliefs [Declaración de las creencias fundamentales de 1931] y sus artículos en la Review and Herald.[24] Se evitaron cuidadosamente los resúmenes doctrinales durante las primeras décadas del siglo XX, debido en parte al conflicto sobre la Trinidad. Según L. E. Froom, Wilcox fue “respetado por todas las partes debido a su solidez, integridad y lealtad a la fe adventista –y al Espíritu de Profecía-, él, como editor de la Review, hizo lo que probablemente ningún hombre podría haber hecho en el logro de la unidad en la aceptación”.[25] No fue sino hasta 1946 que la sesión de la Asociación General votó oficialmente una Declaración de las creencias fundamentales.[26]

Durante la década de 1940, una creciente mayoría de la iglesia creía en la deidad eterna, no derivada de Cristo y la personalidad del Espíritu Santo, aunque todavía había algunos que se negaban e incluso resistían activamente el cambio. Entre estos estaban principalmente unos pocos ministros de edad avanzada y profesores de Biblia tales como J. S. Washburn, C. S. Longacre y W. R. French. En 1944, el libro Daniel and the Revelation [Daniel y Apocalipsis] de Urías Smith fue revisado y se quitaron sus comentarios sobre la naturaleza derivada de la divinidad de Cristo.[27]

En 1957, el libro Questions on Doctrine [Cuestiones sobre Doctrina] ancló la doctrina de la Trinidad o Divinidad para los adventistas. Aunque el libro trajo conflictos teológicos en otras áreas, no hubo disenso real sobre la enseñanza clara del libro en relación con la Trinidad.[28] La declaración ambigua corriente sobre la Trinidad en las creencias fundamentales en la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue revisada y votada en la sesión de la Asociación General de 1980.

El proceso de adopción de la Trinidad continúa desde 1900 hasta 1950. Las influencias clave en el cambio fueron:

  1. La publicación reiterada de estudios bíblicos sobre el tema.
  2. Las claras afirmaciones de Elena de White.
  3. La respuesta adventista a los ataques del liberalismo moderno en relación con la deidad de Cristo y su concepción virginal.
  4. La declaración de F. M. Wilcox sobre las creencias fundamentales y sus editoriales en la Review and Herald.

Podemos aprender varias lecciones sobre la historia del desarrollo de la doctrina de la Trinidad en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Primero, debemos reconocer que el desarrollo de la teología adventista ha sido generalmente progresivo y correctivo. Esto se ilustra claramente en la doctrina de la Trinidad. La conducción del Espíritu Santo es dinámica. Otros conceptos doctrinales se desarrollaron de forma similar. Este desarrollo nunca supuso un cambio de paradigma que contradijo la clara enseñanza bíblica sobre el ministerio de Cristo en el santuario celestial y el fundamento profético de la iglesia. Segundo, el desarrollo de la doctrina de la Trinidad demostró que el cambio doctrinal requiere a veces que transcurra la generación previa. A los adventistas del séptimo día, les llevó más de 50 años hasta que la doctrina de la Trinidad se convirtió en normativa. Tercero, las declaraciones inequívocas de Elena de White atenuaron la discusión y proveyeron confianza en la transición hasta el punto de vista actual. Finalmente, la teología adventista depende siempre en forma suprema de la Escritura. La Biblia nos dice que “La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud”.[29] Hebreos 2:1 dice, “Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo”. En definitiva, fue la Biblia la que condujo a los adventistas del séptimo día a adoptar su posición actual sobre la Divinidad o Trinidad.

Autor: Merlin D. Burt, director del Centro de Investigación Adventista, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos | Traducción: Silvia Scholtus de Roscher | Centro de Investigación White | Universidad Adventista del Plata Libertador San Martín, Entre Ríos Argentina 28 de julio de 2009

Referencias


  1. Sylvester Bliss, Memoirs of William Miller (Boston: Joshua V. Himes, 1853), 77, 78. ↩︎

  2. Joshua V. Himes, “Christian Connexion”, en Encyclopedia of Religious Knowledge, ed. J. Newton Brown (Brattleboro, VT: Brattleboro Typographic, 1838), 363. ↩︎

  3. Joseph Bates, Autobiography of Elder Joseph Bates (Battle Creek, MI: Steam Press, 1868), 205. ↩︎

  4. James White, “Preach the Word”, Adventi Review and Sabbath Herald, 11 de diciembre, 1855, 85. ↩︎

  5. Véase J. H. Kellogg, The Living Temple (Battle Cree, MI: Good Health, 1903), 26-36, 396-398, 460-460, 484-486. ↩︎

  6. Arthur L. White a Hedy Jemison, 2 de julio, 1969; James White, compilación de Hymns for God’s Peculiar People (Oswego, NY: Ricchard Oliphant, 1849), 47. ↩︎

  7. James White, Advent Review and Sabbath Herald, 29 de noviembre, 1877, 72. ↩︎

  8. Uriah Smith, Thoughts, Critical and Practical on the Book of Revelation (Battle Creek, MI: Steam Press, 1865), 59. ↩︎

  9. Urías Smith, Thoughts (1881), 74. ↩︎

  10. J. B. Frisbe, “The Seventh Day Sabbath Not Abolished”, Advent Review and Sabbath Herald, 7 de marzo, 1854, 50; J. N. Loughborough, “Questions for Brother Loughborough”, Advent Review and Sabbath Herald, 5 de noviembre, 1861, 184; R. F. Cottrell, “The Trinity”, Advent Review and Sabbath Herald, 6 de julio, 1869, 84; D. M. Canright, “The Personality of God”, Advent Review and Sabbath Herald, 29 de agosto, 1878, 73-74; 19 de septiembre, 1878, 97; J. H. Waggoner, The Atonement (Oakland, CA: Pacific Press, 1884), 164-179; C. W. Stone, The Captain of our Salvation (Battle Creek, MI: n.p., 1886), 15-20. ↩︎

  11. A. W. Spalding a H. C. Lacey, 2 de junio, 1947. ↩︎

  12. E. J. Waggoner, Christ and his righteousness (Oakland, California: Pacific Press, 1890), 21, 22. ↩︎

  13. Uriah Smith, Looking unto Jesus (Battle Creek, Michigan: Review and Herald, 1898), 10. ↩︎

  14. A. T. Jones, “The Third Angel’s Message Number 20”, General Conference Bulletin, 27 de febrero, 1895, 378; Ibid., “The Third Angel’s Message Number 17”, General Conference Bulletin, 25 de febrero, 1895, 332. ↩︎

  15. A. T. Jones, editorial, Advent Review and Sabbath Herald, 10 de enero, 1899, 24. ↩︎

  16. Elena de White, Advent Review and Sabbath Herald, 8 de agosto, 1878, 49. ↩︎

  17. Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1955, 9º ed. 1977), 435, 489. ↩︎

  18. Ibid., 625. ↩︎

  19. Lugar donde residía Elena de White [nota de la traductora]. ↩︎

  20. M. L. Andreasen, “Testimony of M. L. Andreasen”, Document File 961, 15 de octubre de 1953, Patrimonio White. ↩︎

  21. W. W. Prescott, Advent Review and Sabbath Herald, 4 de abril, 1896, 232; General Conference Committee Minutes para el 15 de febrero, 1902, citado en Gilbert Valentine, William Warren Prescott (Tesis de doctorado, Andrews University, 1982), 351; W. W. Prescott, “Studies in the Gospel Message”, Advent Review and Sabbath Herald, 2 de septiembre, 1902, 4; ibid., “Our Place as Sons”, Advent Review and Sabbath Herald, 23 de septiembre, 1902, 6; ibid., “The Eternal Purpose”, Advent Review and Sabbath Herald, 23 de diciembre, 1902, 4; ibid., “Our Personal Saviour Jesus Christ”, Sabbath School Lesson Quarterly, first quarter, 1921, 2, 9, 20; ibid., The Doctrine of Christ (Washington, DC: Review and Herald, 1920), 3, 20, 21. ↩︎

  22. Donald E. Mansell, “How the 1919 Bible Conference transcript was found”, documento no publicado, en el archivo de documentación del Patrimonio White, 6 de julio, 1975. ↩︎

  23. Stemple White, Canadian Watchman, septiembre de 1923, 18; C. P. Bollman, Advent Review and Sabbath Herald, 15 de marzo, 1923, 4; Lyle C. Shepard, Canadian Watchman, septiembre de 1927, 12. ↩︎

  24. F. M. Wilcox, “Christ as Creator and Redeemer”, Advent Review and Sabbath Herald, 23 de marzo, 1944, 2; ibid., Advent Review and Sabbath Herald,, 3 de enero, 1945, 5, 6. ↩︎

  25. L. E. Froom, Movement of Destiny (Washington, DC: Review and Herald, 1971), 413, 415. ↩︎

  26. Robert Olson y Bert Haloviak, “Who decides what adventists believe: A chronological survey of sources, 1844-1977”, estudio no publicado, Document File 326, 24 de febrero de 1977, Patrimonio White. ↩︎

  27. Uriah Smith, Daniel and the Revelation (Nashville: Southern Publishing, 1941), 400; ibid., The prophecies of Daniel and the Revelation (Nashville: Southern Publishing, 1944), 391. ↩︎

  28. Questions on Doctrine (Washington, DC: Review and Herald, 1957), 30, 31, 36. ↩︎

  29. Proverbios 4:18, NVI. ↩︎

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