La perfección y la última generación

Revista Sefer Olam Mar 13, 2017
Juegos Cristianos

Uno de los temas interesantes relacionado al tema de la justificación por la fe y la salvación del ser humano tiene que ver con la perfección. Mucho se ha especulado en cuanto al significado exacto de la perfección bíblica. ¿Qué quiere decir Cristo cuando ordena “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat 5:48).

Personalmente creo que no hemos entendido bien lo que quiere decir ser santo/perfecto. Hasta ahora, me inclino a que simplemente es una vida enteramente dedicada a Dios. ¿24/7/365 metido en la iglesia? ¡no! Pablo tenía su trabajo secular (Hechos 18:3) y pudo decir: “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios…” (Gál. 2:20).

Por otra parte, las Escrituras también dicen: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:26, 27). En la historia denominacional de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) hubo un conflicto en torno a la publicación del libro Questions on Doctrine. Se trata de una historia muy conocida por algunos en la iglesia, aunque ignorada por otros. Muy poco se comenta sobre M.L. Andreasen, con cuya teología personalmente simpatizo en parte: La última Generación. No voy a mencionar la parte con la cual no estoy de acuerdo, recuerdo que en el salón de clases era uno de los que la defendía, cada uno teníamos nuestros argumentos, algunos eran sólidos y otros eran arenas movedizas. ¿En qué estoy de acuerdo con el Pr. Andreasen? Para ir al grano creo en una última generación que debe permanecer fiel y sin pecado delante de Dios, ¿por sus propios méritos? ¡¡Por supuesto que no!!

He tomado varios fragmentos para hacer comentarios del capítulo (La última generación) de su libro: El Santuario y su servicio[1]. Sin embargo, no dejaré dudas sobre mi posición respecto al tema, posición que no tiene que estar de acuerdo ni que representa la posición del equipo de Sefer Olam Magazine.

Hoy se enseñan muchas doctrinas falsas acerca de la santidad. Por un lado, hay quienes niegan el poder de Dios para salvar del pecado; por otro, están los que se jactan de su santidad delante de los hombres y quisieran hacernos creer que están sin pecado. Entre la primera clase hay no solamente incrédulos y escépticos, sino creyentes cuya visión no incluye la victoria sobre el pecado, sino una transigencia con él. En la otra, están los que no tienen un concepto justo ni del pecado ni de la santidad de Dios, cuya visión espiritual está tan dañada que no puede percibir sus propias faltas y por lo tanto, se creen perfectos, y cuyo concepto de la verdad y la justicia lo estiman superior al que se revela en la Palabra. No es fácil decidir cuál es el mayor error.[2]

El que no entiende la justificación por la Fe puede caer en uno de esos dos bandos fácilmente. Y hago eco de las palabras escritas por el Pr. Andreasen: ¿cuál sería el mayor error? Dios a través de Cristo nos ofrece el perdón de nuestros pecados, y nosotros a través de Cristo obtenemos la victoria sobre el pecado. El centro del Evangelio es Cristo, el centro de la Biblia es Cristo. “Colóqueseme en el Antiguo o Nuevo Testamento y siempre veré la cruz de Cristo”, escribió Charles Spurgeon.

Leamos 1 Pedro 1:16: “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. Antes de analizar el texto quiero decir que en la IASD muchos creen (yo lo creía) que Cristo iba a transformar nuestro carácter en el momento de su venida, pero no es así. Si fuera así, el proceso de la santificación, que es un proceso diario, sería en vano. En Juan capítulo 14 Jesús dijo: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (14:3). Algunos adventistas traducen ese “mí mismo” como que representa el carácter de Jesús el cual deben reflejar los que Él viene a buscar. Se puede entrar en mucha discusión sobre el texto, primero que es una mala traducción, pues debería decir “tomaré para mí” (algunos lo traducen como “y os tomaré conmigo” [kai paralëmpsomai humas pros emauton])[3]. Hay otro texto en esa misma línea y es Hebreos 9:28: “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. Si Cristo no viene con relación al pecado, los que le esperan tampoco tendrían ninguna relación con el mismo. Solo el recuerdo de la esclavitud en que estaban y la victoria y liberación del pecado, todo únicamente a través de Cristo. Ese verso de Hebreos elimina también una rama de la creencia del rapto secreto, me gusta el corto pero cortante comentario que hace A. T. Robertson sobre el verso: “…pero (hablando de la venida de Cristo) esta vez «sin relación con el pecado» (chöris hamartias), sin concepto, por tanto, de una segunda oportunidad.[4]

Sigue diciendo Andreasen:

El plan de la salvación debe necesariamente incluir no sólo el perdón del pecado, sino la restauración completa. La salvación del pecado es más que el perdón del pecado. Lógicamente, el perdón presupone el pecado y se lo da a condición de que rompamos con él. La santificación es apartarse del pecado e indica la liberación de su poder y la victoria sobre él. El primero es un medio de neutralizar el efecto del pecado; la segunda es una restauración del poder para obtener la victoria completa.[5]

Estoy completamente de acuerdo con ese comentario del Pr. Andreasen. A más de uno después de Jesús sanarlo o perdonarlo le dijo: “no peques más” (Juan 5:14; 8:11). Creo que cualquiera de nosotros puede durar un día sin pecar, puede ser el mejor cristiano por Cristo, su relación y dependencia. Si podemos durar entonces un día sin pecar, ¿por qué no podemos vivir toda una vida sin pecar? La respuesta es lamentable y sencilla: porque no dependemos de Cristo, aún siendo adventista, guardando el sábado, diezmando y ofrendando, tristemente no tenemos una dependencia constante con Cristo. Ese es el secreto a voces de la victoria del cristiano, Cristo, Cristo y sólo Cristo, mi amado lector.

Finalmente:

Así como un barco averiado remolcado al puerto está salvo pero no sano, así también el hombre está “salvo” pero no sano. Es necesario hacer reparaciones en el barco antes que pueda navegar, y el hombre necesita estar plenamente restaurado antes que pueda gozar de salud. Este proceso de la restauración se llama santificación, e incluye el cuerpo, el alma y el espíritu. Cuando la obra está acabada, el hombre es “santo”, está completamente santificado, y restaurado a la imagen de Dios. Esta demostración de lo que el Evangelio puede hacer en favor de un hombre es lo que el mundo necesita ver.[6]

Eso es lo que pasa cuando una persona llega a ser un santo, una persona apartada para Dios. Está salvo pero, no sano. En el momento que nos apartamos de la vida que es Cristo Jesús, la lepra del pecado vuelve a nosotros. No significa que una vez apartado para Dios no vamos a pecar y se lee un poco contradictorio pero, volvemos a lo mismo, en el momento que nos apartamos de Cristo vuelven las derrotas, ya que sin Cristo no podemos hacer nada (Juan 15:5).

Para meditar

El texto anteriormente citado de 1 Pedro 1:16 podemos compararlo con Levíticos 11:44 (“Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo”); 19:2 (“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios”); 20:7 (“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios”). Debemos consagrarnos a Dios cada día. La hermana White tiene una cita muy famosa con la que quiero terminar:

Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez mas semejante a la de Cristo.[7]

Mis amados, el tema es muy interesante, necesario y profundo. No quiero que la reflexión se limite a este acotado trabajo. Vivamos para Cristo, respiremos a Cristo en nuestras vidas, aprendamos a odiar el pecado, dejemos el amor por este mundo que es pasajero; que las luces del mundo no te entretengan: Cristo viene pronto. Esa frase no puede sonar trillada para nosotros, esa frase es una esperanza viva de Aquel que prometió volver y que no es hombre para mentir. ¡Dios te bendiga y guarde!

Nota: Mi postura acerca del tema ha cambiado y me inclino ahora (desde hace más de 5 años) a esta que presenta el Dr. Ángel Manuel Rodríguez. ¡Gloria a Dios por Cristo!.

Referencias


  1. En el futuro espero tener más oportunidades para desarrollar más a fondo el tema de mi parte para DA ↩︎

  2. Andreasen, M. L. El Santuario y su servicio, Pág. 241. ↩︎

  3. Mi próxima columna será sobre una exégesis sobre el texto de Juan para analizarlo a fondo. ↩︎

  4. A. T. Robertson, Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento: Obra Completa (6 Tomos en 1)(Barcelona, España: Editorial Clie, 2003), 622. ↩︎

  5. Andreasen, M. L. El Santuario y su servicio, Pág. 242. ↩︎

  6. Ibid., Págs. 242, 243 ↩︎

  7. El camino a Cristo, pp. 69, 70. ↩︎

Publicar en DA

Tags

Galvin Misael

Estudió Teología, Historia y Piano