La homosexualidad y Uniones del mismo sexo

May 18, 2013
Juegos Cristianos

El mes pasado leímos la noticia sobre Francia: Francia aprobará este martes el matrimonio homosexual en medio de un clima de crispación. Ahora le toca al estado de Rhode Island, EE.UU. “Rhode Island se convirtió el jueves en el décimo estado de EU en autorizar el matrimonio homosexual.” Es por ello que queremos compartir con ustedes la posición oficial de la Iglesia Adventista Del Séptimo Día sobre el tema, posición que compartimos en DA completamente.

La homosexualidad

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce que todo ser humano es valioso a los ojos de Dios, y por ello procura ministrar a todos los hombres y mujeres con el Espíritu de Cristo. Los adventistas creemos que, por la gracia de Dios y mediante el apoyo de la comunidad de la fe, cualquier persona puede vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios.

Creemos que la intimidad sexual pertenece exclusivamente a la relación matrimonial entre un hombre y una mujer. Ese fue el designio establecido por Dios en la Creación. Las Escrituras declaran: «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Gén. 2: 24). Ese modelo heterosexual es reiterado a lo largo de las Escrituras. La Biblia no da cabida a la actividad o a las relaciones homosexuales. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio heterosexual están prohibidas (Lev. 20: 7-21; Rom. 1: 24-27; 1 Cor. 6: 9-11). Jesús reafirmó el propósito de la creación divina cuando dijo: «¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “hombre y mujer los hizo”, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne» (Mat. 19: 4-6). Por eso los adventistas nos oponemos a las prácticas y relaciones homosexuales.

Estamos comprometidos en seguir las enseñanzas y el ejemplo de Cristo, que reiteró la dignidad de todos los seres humanos y extendió la mano compasivamente a las personas y familias que sufrían las consecuencias del pecado. Él llevó a cabo un ministerio lleno de bondad y de palabras de consuelo hacia las personas que luchaban contra el pecado, aunque diferenció su amor por los pecadores de sus claras enseñanzas sobre las prácticas pecaminosas.

Declaración aprobada el 3 de octubre de 1999 en el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General, celebrada en Silver Spring, Maryland.

Uniones del mismo sexo

Una reafirmación del matrimonio cristiano

Durante las últimas décadas, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sentido la necesidad de establecer con claridad y de diversas maneras su posición respecto al matrimonio, la familia y la sexualidad humana. Estos asuntos se encuentran en el centro mismo de las acuciantes problemáticas que tiene que enfrentar nuestra sociedad. Lo que durante siglos se venía considerando como moral cristiana básica en el contexto del matrimonio, está siendo cada vez más y más cuestionado, no solo en la sociedad secular, sino también en el seno de las propias iglesias cristianas.

Las instituciones de la familia y el matrimonio están sufriendo fuertes embestidas y enfrentan fuerzas centrífugas que las están destrozando. Un número cada vez mayor de países está debatiendo la cuestión de las uniones del mismo sexo, convirtiéndola en un asunto de interés mundial. Los debates públicos han provocado sentimientos encontrados. A la luz de estos acontecimientos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día expone una vez más con claridad su posición.

Reafirmamos, sin la menor vacilación, nuestra posición histórica, tal y como ha sido expresada en la Creencia Fundamental número 23: «El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo» (Manual de la Iglesia, edición 2010, p. 178). Aunque «el pecado ha desvirtuado los ideales de Dios para el matrimonio y la familia», «los lazos familiares son los más estrechos, tiernos y sagrados de todas las relaciones humanas que se establecen en la tierra», por lo que «las familias necesitan experimentar una renovación y un cambio en sus relaciones» (ver declaración Reafirmación de la familia, 1990, pp. 47-48). Dios «instituyó el matrimonio como un pacto basado en la unión física, emocional y espiritual de los dos sexos, que las Escrituras definen como “una sola carne”[…] La unión matrimonial monógama de un hombre y una mujer es […] el único ámbito moralmente apropiado para el contacto genital o la intimidad sexual[…]. Cualquier otra inferior a ese elevado ideal desvirtúa el propósito divino» (ver declaración Reafirmación del matrimonio, 1996, pp. 59-60).

La homosexualidad es una manifestación del trastorno y el quebrantamiento de las inclinaciones y relaciones humanas que se produjeron por la entrada del pecado a este mundo. Si bien todos estamos sujetos a una naturaleza humana caída, «creemos que, por la gracia de Dios y mediante el apoyo de la comunidad de la fe, cualquier persona puede vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios» (La homosexualidad, 1999, p. 160).

Sostenemos que todos los seres humanos, sin importar su orientación sexual, son hijos de Dios. No aprobamos que se señale a ningún grupo para hacerlo objeto de burlas o escarnio, y menos aún de abuso. A pesar de ello, está claro que la Palabra de Dios no aprueba el estilo de vida homosexual, ni lo ha hecho la iglesia cristiana a lo largo de sus dos mil años de historia. Los adventistas creemos que la enseñanza bíblica sigue siendo válida en el presente, porque está inscrita en la propia naturaleza del ser humano y en el plan de Dios para el matrimonio establecido en la Creación.

Documento aprobado el 9 de marzo de 2004 por la Junta Administrativa de la Asociación General.

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