Historia y Teología de la Adoración Adventista

Mar 28, 2017
Juegos Cristianos

Introducción

Las iglesias cristianas tienen como propósito principal el colaborar con Dios en el plan de salvación de los seres humanos. Los miembros de estas iglesias se reúnen periódicamente, varias veces por semana, para fortalecer la fe de los creyentes y compartirla con aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerla. A pesar de tener varias reuniones semanales, todas las iglesias cristianas tienen una reunión muy especial, diferente a las demás, conocida como el culto de adoración.[1] Este culto de adoración tiene como propósito rendir gloria y honra al Dios Todopoderoso.

Las diferentes denominaciones cristianas tienen conceptos distintos de lo que debe ser el culto de adoración. Esto se debe a que las iglesias tienen distintas concepciones de quién es Dios y qué ha hecho, sigue haciendo y hará por la humanidad. Por esta razón los cultos de adoración difieren en cuanto a las partes que lo componen, el orden de estas partes, y el estilo o forma en las que son conducidas.[2] Esta forma característica de conducir los cultos, así como su orden específico, se le conoce como liturgia. Canale define liturgia como "formas y rituales externos que usan los creyentes en sus ceremonias de culto".[3]

La Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) tiene también su liturgia o forma particular de realizar sus cultos de adoración. Al igual que en las demás iglesias cristianas, la forma de adoración de la IASD ha ido modificándose con el tiempo, en la medida en que la iglesia evoluciona en su compresión del carácter de Dios y lo que debe ser el culto de adoración.[4]

Este trabajo tiene como propósito el tratar de explicar el concepto de adoración, en particular el concepto de adoración adventista, y evaluar la adoración actual en la IASD a la luz de los cambios que ha experimentado la iglesia como resultado de su avance en la búsqueda del conocimiento de Dios.

La respuesta del hombre al conocimiento progresivo del carácter de Dios será la base para la compresión de la adoración y el foco de este ensayo. El trabajo llevará la siguiente estructura; se comenzará definiendo algunos términos y clarificando algunos conceptos y procesos en cuanto lo referente a la adoración. Luego, se discutirá la manera en la cual Dios se ha revelado al hombre a través de las edades y cómo este conocimiento de Dios ha tenido efecto en la forma de adoración.

Se presentará el desarrollo de la adoración de iglesia cristiana a través de la historia finalizando con la IASD.

Definiciones, Conceptos y Procesos

Adoración

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, adorar es: "Reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina".[5] Se desprende de esta definición que la adoración debe ser dirigida solo a un ser divino. Entonces, si el objeto de adoración no se percibe divino cualquier reverencia a éste no constituye un acto de adoración, por la misma definición de la palabra. De esto se desprende que, la adoración a su vez depende en gran medida de la percepción que se tenga del objeto al cual se le adora. Elena G. de White escribió: "Cuando podamos comprender el carácter de Dios como lo comprendió Moisés, también nos apresuraremos a postrarnos en adoración y alabanza".[6] Este concepto también es presentado muy bien se puede resumir en un antiguo credo del catolicismo que en latín reza "Lex onradi, lex credendi", que quiere decir "Como el hombre adora es como él cree".[7] Sin embargo, la adoración va más allá de la liturgia, de acuerdo con Canale: "La adoración es una experiencia interna que toma lugar en la conciencia de los seres humanos".[8] Es precisamente la experiencia del conocimiento personal lo que define la adoración.

Para conocer bien a alguien se tiene que invertir tiempo. Ese tiempo ha de ser empleado en establecer una relación personal con este ser u objeto de adoración. Una vez se ha entrado en una relación con él y se le reconoce como Dios, entonces se le puede aprobar como digno de adoración. La adoración surge como una respuesta a esa persona divina por quien es y por lo que ha hecho y hará favor del adorador.[9] Aunque los adoradores, que tienen percepciones similares de Dios, se reúnen para hacer sus cultos y apoyarse mutuamente, es evidente, por lo expuesto anteriormente, que la adoración es un acto muy personal.

En el cristianismo, y otras religiones, se reconoce que se necesita un elemento indispensable para poder entrar en una relación con Dios. A ese elemento se le denomina fe. La Biblia enseña que "sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a Dios se acerca, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". (Hebreos 11:6). El hombre no se puede acercar a conocer a un Dios que no ve, sin creer que éste existe, como tampoco se puede acercar a alguien para rendirle adoración sin conocer que posee unos atributos dignos de adoración. Finalmente, el adorador, debe estar convencido de que su adoración habrá de rendirle beneficios. Además, la fe no solo lleva al adorador a creer en Dios y aceptar la obra que ha hecho de acuerdo al registro bíblico e histórico, sino que también fortalece la esperanza en lo que Dios hará en un futuro con sus fieles adoradores. Por esto es que la fe se proyecta también hacia el futuro, tal como lo define la Biblia: "Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera..." (Hebreos 11:1(a)).

Una vez la persona ha conocido a Dios por haber dedicado tiempo para establecer una relación con él, el producto de esto se resume en la adoración. De acuerdo con Daniel Oscar Plenc "La adoración es la respuesta positiva, sumisa, obediente e integral del hombre redimido a la iniciativa de Dios de revelar sus atributos y acciones, sobre todo de creación, redención y providencia".[10]

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Hay dos etapas generales en el proceso de conocer a alguien. Primero, se conocen sus acciones; esto es algo relativamente sencillo, pues la acciones son hechos visibles. Se puede saber lo que la persona hace con solo observarlo y estar atentos a sus hechos. Desafortunadamente, muchas veces se llega a conclusiones sobre el carácter de alguien con solo mirar de forma superficial lo que ésta hace. Es cierto que lo que la persona hace muchas veces puede dar indicios de cómo es, pero no es suficiente saber las acciones para conocer el carácter. Se necesita evaluar y analizar a profundidad, en conjunto, todas estas acciones para poder establecer un patrón congruente con el carácter de la persona. Es por esto que en segundo lugar, se necesita conocer los motivos o intenciones que están detrás de las acciones. Esos motivos o intenciones están determinados por el carácter de esa persona. El carácter es la esencia del ser y determina los valores éticos que mueven a la acción. Lo mismo sucede con el conocimiento de Dios. El adorador necesita saber quién es él, qué ha hecho y también lo que tiene planificado hacer (lo que hará). Además, necesita saber con qué intenciones y motivos Dios hace estas cosas. Cuando se pueden establecer las intenciones y motivos, entonces se puede obtener una mejor compresión del carácter de esa persona.

Además de tener un concepto claro de quién es Dios otro aspecto importante en la adoración es la percepción que el adorador tiene de sí, con respecto a este Ser Supremo. La clara compresión de Dios también ha de llevar al adorador a tener un concepto adecuado de sí mismo y su función como criatura de Dios. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál la razón de mi existir? Las respuestas a estas interrogantes deben proveer una perspectiva correcta de cuál debe ser la respuesta de adorador al relacionarse con el Ser Supremo. De acuerdo con la Biblia el hombre fue creado para glorificar a Dios; es decir, reflejar su carácter. Dios dice en su Palabra: "todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los creé, los formé y los hice" (Isaías 43:7). De acuerdo con dice Dios en Su Palabra, la razón de la existencia del hombre es el de reproducir Su carácter (el de Dios) en los seres humanos. Es por esto que el conocimiento del carácter de Dios, y la respuesta humana de adorarle, son fundamentales para que se concrete el plan de Dios en sus criaturas.

En resumen, la adoración es una respuesta al conocimiento de Dios. Este conocimiento tiene tres dimensiones, ¿quién es Dios y que hace? (presente), ¿qué ha hecho? (pasado), y ¿qué hará en favor de sus adoradores? (futuro). El carácter de Dios es la esencia de su naturaleza, quién es él y los atributos de Dios que se desprenden de lo que hace, ha hecho y hará en favor de sus criaturas. El relato Bíblico muestra que Dios ha hecho a todas las criaturas del universo y las sustenta. Dios también ha redimido a la raza caída y les promete vida eterna en un mundo sin dolor. Estas acciones por parte de Dios muestran los atributos de su carácter como Creador, Sustentador, Redentor y Eterno. La figura 2 es una representación gráfica de estos conceptos presentados.

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Resulta muy interesante que, aunque se entra en el proceso de adoración por fe, el producto de la adoración a su vez genera fe. La relación entre adoración y fe es cíclica en lugar de ser un proceso lineal. "Así que la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Mientras más se conoce al verdadero Dios más se le adora y mientras más se le adora más se le conoce. La fe real no es ciega por tanto va creciendo en el proceso. La Figura 1 más bien pude modificarse para que la fe, y por consiguiente el tiempo para establecer una relación en busca del conocimiento de Dios, aumente con la adoración. Ver la figura 3 para una representación gráfica.

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A pesar de la adoración ser una respuesta humana, esta respuesta va dirigida a agradar a Dios y no al adorador aunque, si el adorador está en perfecta sintonía con Dios, el culto de adoración resultará en una experiencia gratificante. Canale establece que:

Cuando participamos de los rituales de iglesia, a menudo pensamos más sobre cómo nos hacen sentir que en cómo se originaron los mismos. El disfrute personal subjetivo y el éxito pastoral en atraer creyentes a los servicios de culto no son criterios confiables para juzgar si los rituales en el culto público son apropiados.[11]

El culto debe ser racional tal como lo dice el apóstol Pablo en Romanos 12:1; sin embargo, además de la razón, fuimos creados con emociones y, siendo que la adoración es una actividad integral que involucra todo el ser, no podemos dejarlas fuera al momento de adorar.[12] Ahora, se debe tener mucho cuidado de confundir las emociones con lo que es la verdadera adoración. "Dado que las formas externas de la liturgia apelan a nuestra percepción sensorial, siempre corremos el riesgo de confundirlas con la adoración".[13] La falsa adoración se centra en el "yo" y muchas veces surge como un producto de autocomplacencia, en busca de una experiencia placentera sin importar lo que Dios demanda.

La cultura también juega un papel principal sobre la forma de adorar pues el adorador no está ajeno a ella. Ahora bien, no se puede caer en la trampa de pensar que la cultura ha de dictar la adoración. Con relación a la adoración y a la cultura, Beach escribió lo siguiente:

(1) La adoración es transcultural, porque el evangelio trasciende los limites de la cultura; (2) la adoración es contextual, porque se desarrolla dentro del marco cultural e incorpora componentes de la cultura local; (3) la adoración es contracultural, porque no se conforma con el mundo y rechaza componentes contrarios a las normas cristianas; (4) la adoración es intercultural, porque no se limita a una cultura o latitud determinada; (5) la adoración es multicultural, porque sirve a diversas culturas.[14]

La Revelación de Dios y la Adoración

Antes de la Entrada del Pecado

Para darse a conocer, Dios se ha revelado de muchas formas distintas a los seres humanos y por consiguiente la humanidad ha ido variando su percepción de Dios y por ende sus elementos en la adoración. Se tiene la primera revelación de Dios justo en la cuna de la creación de la raza humana, el jardín del Edén. Aunque se sabe, por el relato bíblico, que antes de revelarse a los humanos, Dios ya recibía adoración por parte de los ángeles y seres de otros mundos donde el pecado no entró. Previo a la entrada del pecado al planeta tierra, el hombre hablaba directamente y cara a cara con su Creador. Una vez por semana, cada sábado,[15] el hombre tenía una cita especial con su Creador y el hombre le adoraba como tal. Dios estableció un tiempo en particular para la adoración. El séptimo día, sábado, habría de ser el día especial para que el hombre tuviese una relación de intimidad y pudiese conocer al su Creador.[16]

En esa cita semanal, participaban también los ángeles del cielo y la música jugaba un papel importante en la adoración. La siguiente cita muestra cómo la música era entonada por la primera pareja, juntamente con ángeles no caídos, durante la adoración en el Edén, mientras que a su vez era escuchada por el mismo Lucifer: "Los ángeles unieron sus voces a las de Adán y Eva en santas estrofas de armoniosa música, y al resonar sus cánticos fuera del bienhadado Edén, Satanás oyó el son de las estrofas de gozosa adoración al Padre y al Hijo".[17] Esta cita muestra que la música siempre ha desempeñado un papel importante en la adoración y que Dios mismo la aprueba y se complace en ella. En esta etapa de la historia la adoración consistía mayormente en alabanzas al Creador y Sustentador del Universo.

Después de la Entrada del Pecado

Luego de la caída Dios establece un sistema de adoración que se basaba en el sacrificio de animales, lo cual representaba lo que Dios habría de hacer y el precio que tenía que pagar por su rescate. A Adán y Eva se les mostró muy bien el sistema que Dios habría de usar ahora para mostrarse al hombre como su Redentor.[18] Esta faceta de Dios es nueva para el hombre pues además de Dios ser su Creador y Sustentador a partir de la desobediencia se convierte, por la fe en un sacrificio futuro, en su Redentor.

El hombre pronto se aparta del plan de Dios y de su sistema de adoración para establecer su propio sistema de salvación por méritos propios y no en los méritos de Cristo. Esto quedó de manifiesto de manera clara en el conflicto entre Caín y Abel. Este conflicto representa, a pequeña escala, el conflicto de adoración que se habría de suscitar a gran escala en todo el mundo. La salvación por obras y la salvación por la fe en los méritos de Cristo y de su sacrificio en la cruz. Este conflicto habría de prolongarse por siglos hasta tener su culmen cuando el mal sea destruido por completo, tal y como se revela en el libro de Apocalipsis. Es por esto que es de suma importancia comprender y llevar a cabo el tipo de adoración que Dios requiere de sus criaturas.

El sistema de adoración edénico continuó como se evidencia en los altares levantados por Noé y los patriarcas, y de manera especial por Abraham, el padre de la fe. Los descendientes Abraham (Isaac y Jacob) prosiguieron con el sistema de adoración de su padre. El culto se convierte en una actividad familiar. No existían santuarios, ni templos ni lugares amplios para congregarse masivamente. Solo las familias practicaban la adoración en sus respectivos altares. Más adelante Israel (antes Jacob) y sus hijos buscaron refugio en Egipto y algún momento en Egipto se va perdiendo el sistema de adoración familiar; esto debido a la apostasía y agravado por el hecho de ser sometidos a la esclavitud en tierra extraña. En medio de este triste escenario surge la figura de Moisés, el caudillo libertador, quien adoró personalmente ante la presencia de Dios en la zarza ardiente y re-establece un sistema de adoración claramente definido cuando saca el pueblo de Egipto. Se puede notar el uso de la música justo después de la liberación cuando el pueblo canta y danza al son de panderos un cántico de agradecimiento por lo que Dios había hecho a su favor.

El Santuario

Luego que el pueblo de Dios es libertado de la esclavitud egipcia, lo que puede interpretarse espiritualmente como la liberación del pecado, entonces Dios le da a través de Moisés instrucciones específicas de lo que debe ser el culto de adoración. Esto ejemplifica, que el hombre solo puede adorar realmente a Dios cuando esta libre de la esclavitud del pecado. Es en este momento que Dios establece un lugar para la adoración conocido como santuario. El santuario en la tierra habría de ser un modelo del santuario celestial. En este santuario, y en sus ritos correspondientes, se representaban enseñanzas muy profundas con respecto a Dios, su carácter, lo que había hecho y lo que habría de hacer por la humanidad y toda la creación.

Se supone que este sistema de adoración proveyera un conocimiento mucho más amplio del amor de Dios. Sin embargo, el pueblo de Israel en general se limitó a los rudimentos de los ritos obviando sus hermosas enseñanzas. Es sistema falso de adoración se entronizó en los adoradores que habían perdido de vista el espíritu que debía motivar cada acto de adoración en el santuario. La liviandad con la que tomaban en cuentan las instrucciones específicas de Dios, quedó ejemplificada con la historia de Nadab y Abiú (ver Levítico 10:1-2). Éstos no siguieron las instrucciones específicas con respecto al fuego que debía encender el altar y murieron como ejemplo de la importancia de adorar correctamente, tal y como Dios ordena. Nuevamente, el conflicto entre la adoración verdadera y falsa queda expuesta ante los ojos del pueblo escogido por Dios. Otro ejemplo que dejó de manifiesto el sistema de falsa adoración lo fue el caso del rey Saúl cuando ofreció, sin autorización divina, sacrificios que sólo era lícito ofrecer a los sacerdotes (ver 1 Samuel 13:9-14).

La adoración en el santuario incluyó el uso música e instrumentos musicales, de forma especial en ocasión en el que arca fue rescatada de manos de los filisteos por el rey David. El evento de la recuperación del arca fue uno de gran gozo y David se aseguró de incluir música organizada en la actividad (ver 2 Samuel 6:5). En esta ocasión también podemos ver lo que significa el tomar livianamente los mandatos de Dios, cuando Uza no sigue las instrucciones en cuanto a la transportación de este sagrado mueble (1 Crónicas 13:9-10).

El Templo

Un tiempo después de culminar el peregrinaje en el desierto, el tabernáculo fue sustituido por el templo que edificó Salomón. Este templo permanente fue construido de piedra y era más esplendoroso que el tabernáculo en el desierto el cual era una carpa movible. Se instituye el mismo sistema de adoración que Dios había establecido para el tabernáculo y mediante su presencia Dios dio testimonio de haber aceptado esta estructura. El templo de construido por Salomón fue destruido. Luego del cautiverio Babilónico, se instituyen las casas de culto, lo que muy bien pudo dar origen a lo que hoy día se conocen como las sinagogas. Un poco más adelante se re-edifica el templo para el tiempo de Esdras. El templo re-edificado por Esdras fue restaurado por Herodes en el tiempo de Jesús y más tarde fue destruido en el año 70 por el general Tito.

La adoración en el templo era muy similar a la del santuario. Se hacía el ritual diario con sus sacrificios matutinos y vespertinos. Aunque carecían de predicación dentro del mismo, fuera del templo los escribas interpretaban la ley. Se practicaba la oración dentro del templo que era de libre acceso para los adoradores durante todo el día. En cuanto a la música, David organizó el ministerio musical de los levitas (ver 1 Crónicas 23:4-5). Los instrumentos en el templo eran los instrumentos de cuerda y se conocían como instrumentos de música de Dios. Solo se usaban liras y arpas para acompañar los cantos. El címbalo se usaba para marcar el fin de una línea y las trompetas para dar algunas señales. En aquel entonces no se usaba música estridente ni percusión en el templo.[19]

Las Sinagogas

Como ya se mencionó, se cree que surgen durante el exilio babilónico luego de la destrucción del Templo de Jerusalén. La adoración en la sinagoga era diferente a la adoración del templo porque se enfocaba en oraciones y en la Escritura en lugar del sacrificio. Los cánticos eran únicamente vocales y dirigidos por laicos no por profesionales. Seguramente se cantaban salmos. Se cree que la ausencia de la música fue por luto a causa de la destrucción del templo.

La Iglesia en el Nuevo Testamento

La adoración es re-enfocada dándole el significado correcto a los ritos y ceremonias que apuntaban a Jesús. El culto se centraba en la predicación de la palabra, oraciones, himnos y la administración de la Cena del Señor y el bautismo como los dos únicos ritos. Siendo que el estilo de adoración era básicamente una continuidad del culto en las sinagogas, tampoco había música instrumental para acompañar los cantos.

La Iglesia en la Edad Antigua ( 476)

Esta época de la historia fue marcada por la influencia grecorromana. La liturgia consistía en lecturas de la Palabra, oraciones, cantos, confesiones de fe, o credos, y ofrendas. Luego del siglo IV, tras el Edicto de Milán en donde los cristianos ya no eran perseguidos, la liturgia sufre cambios dramáticos. Ahora ser cristiano no era peligroso sino más bien representaba estatus social, pues el cristianismo pasa a ser la iglesia del estado. La iglesia de Roma asume un papel protagónico al ubicar en la capital del imperio. Además, el siglo IV fue un siglo de mucho dinamismo en el ambiente eclesiástico; se realizaron 4 concilios Elvira (300), Nicea (325), Laodicea (364) y Constantinopla (381). A raíz de estos concilios se introducen una serie de cambios con respecto a la iglesia y en especial a lo que la liturgia se refiere. Surge la estructura gótica como alternativa para poder construir grandes catedrales para que pudiesen reunir a la nueva gran muchedumbre de feligreses. Estos factores, entre otros, facilitaron el que se llevara al extremo el concepto de la trascendencia de Dios dejando a un lado Su inmanencia. No es de extrañarnos que este extremismo en cuanto a la trascendencia de Dios propiciara el que liturgia fuese modificada para no permitir el que los fieles participaran activamente de la adoración. Todos estos cambios fertilizan el terreno para que la próxima época fuese de control y dominio total del culto de la Iglesia Católico Romana.

La Iglesia en la Edad Media (476 - 1453)

Con la entrada de este periodo histórico, la iglesia de Roma juega su principal papel. Se sigue explotando al extremo la trascendencia de Dios. Se tergiversa la concepción de Dios y se le percibe como un juez y verdugo alejado de todo lo humano. Se introduce el latín (una lengua muerta) como idioma del culto. Se introduce la salvación a través de los sacramentos. El culto se convierte en la misa en donde se venera a la hostia se y atribuyen poderes curativos. En la misa el pan y el vino se convierten literalmente en la carne y sangre de Cristo (transubstanciación). La Cena del Señor se convierte en un espectáculo que inspiraba temor. La predicación de la Palabra cae de su sitial, al ser predicada en una lengua extraña por párrocos ignorantes.

En cuanto a lo musical, la feligresía sigue sin participación activa; la congregación no participaba a menos que no fuese una misa cantada. Se introduce un canto característico por el papa Gregorio I (Canto Gregoriano). Este canto era monofónico, sin acompañamiento, sin metro estricto y libertad rítmica.

La Iglesia en la Edad Moderna (1453 - 1789)

Esta época se caracteriza por la reforma protestante, en donde las ideas erróneas que por siglos Roma había sostenido, ahora eran objeto de escrutinio y fuerte debate. Los cambios de la reforma fueron significativos y acercaron más al creyente a Dios. Comenzando por el uso del idioma del pueblo en lugar del latín. Se disemina la enseñanza de la Palabra como un derecho popular comenzando desde la niñez. Se exalta la predicación de la Palabra. Se pierde el carácter sacrificial de la misa y se establece un culto Cristo-céntrico y participativo, con cantos congregacionales; con la excepción de los reformadores Zwinglio que no creía en el canto congregacional y Calvino que además no patrocinaba el uso de instrumentos. Se componen cantos para que los fieles puedan cantarlos dentro y fuera de la iglesia. Surge la contrafacta en donde se le ponía letra sacra a música popular. Las imágenes dejan de idolatrarse y la transubstanciación y la misa pierden su misticismo. En fin, se acuña el lema de regirse solo por la Escritura, la fe y la gracia.

La Iglesia Contemporánea (1789)

En las iglesias contemporáneas se destacan los evangélicos y pentecostales cuya reacción contraria a la transcendencia llevan al extremo la inmanencia de Dios. Esta percepción de demasiada familiaridad hace desaparecer el carácter reverente de la adoración rayando en la falta de orden, improvisación e irreverencia. A esta percepción se suma la creencia de llevar al extremo la gracia de Dios convirtiéndola en libertinaje. De acuerdo con ellos, los mandamientos fueron abolidos y ya no hay guardarlos. Esta idea le resta a la solemnidad del culto. Ya Dios no exige un culto de una manera particular. El creyente está salvo y lo que necesita es celebrar para agradecer este hecho. Algunos llevan la gracia a un extremo aún más peligroso, si ya Dios me salvó, no hay nada que pueda hacer para perder la salvación: "Una vez salvo, siempre salvo".

Todo esto ha convertido el culto de muchas iglesias modernas en una algarabía desordenada para celebrar la salvación. Si bien es cierto que todos participan de la música, no es menos cierto que se lleve al extremo de la estridencia e irreverencia. El culto moderno a Dios pretende satisfacer las necesidades emocionales del hombre y no el de rendir un culto de acuerdo a los requerimientos de Dios.

Iglesia Adventista del Séptimo Día

El movimiento millerita que da origen a la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue un movimiento inter-denominacional compuesto de bautistas, metodistas, anabaptistas, presbiterianos, episcopales y otros. Luego del Gran Chasco de 1844, los milleritas siguieron reuniéndose para buscar más luz que pudiese explicar lo ocurrido en 1844. No es de sorprender que, con la diversidad de creencias imperantes entre los miembros de este movimiento, luego del chasco se fragmentaran en múltiples grupos, pues resultaba muy difícil tratar de armonizar todas sus creencias.

Uno de estos grupos se constituyó mas adelante en lo que hoy se conoce como la IASD. Los miembros de este grupo también habían dejado sus antiguas iglesias y también tenían diferentes conceptos doctrinales y por ende diferentes estilos de adoración. No debió haber sido tarea fácil el armonizar este grupo tan diverso de creyentes. El culto de adoración adventista incorporó elementos de la adoración de todos los grupos que lo conformaban. Con este trasfondo teológico no debe sorprender que los en sus inicios este grupo de creyentes tuviese cultos de corte pentecostal.[20] Tal parece que la forma de cómo adorar no fue tomado como un asunto tan importante como lo fue el cuándo adorar. Este culto ha ido cambiando conforme se amplía la compresión doctrinal. Por años los adventistas se conformaron con adorar en día sábado sin dar demasiada importancia a la liturgia como lo evidencian las escasas publicaciones a este respecto.[21] Sin embargo, este es un asunto que se debe considerar de forma seria.[22]

Como ya se ha mencionado, la forma de adoración depende de la plataforma doctrinal de la iglesia y, de manera especial, del concepto que se tenga de Dios. En términos doctrinales la IASD se ha caracterizado por mantener un balance entre la inmanencia y la trascendencia, la fe y las obras, la ley y la gracia, la cruz y el juicio celestial, la primera y la segunda venida de Jesús, las emociones y la razón, la espontaneidad y el orden y la celebración y la solemnidad. Este balance ha hecho que el culto sea ordenado y a su vez espontaneo y participativo. Además la cosmovisión más amplia que tienen los adventistas en cuanto al conflicto cósmico entre el bien y el mal, le han permitido tener una visión más clara en cuanto a la obra de Dios a favor de la toda la creación. El juicio en pre-advenimiento, que se está llevando a cabo en el Santuario Celestial para vindicar el carácter de Dios ante todo el universo, aporta a la adoración una elemento de solemnidad que no poseen las iglesias protestantes modernas. De acuerdo con Elena G. de White, las iglesias protestantes no están predicando la verdad presente de un juicio pre-advenimiento desde el fin de los 2,300 días que culminaron en 1844.[23]

La música desempeña un papel importante en la liturgia adventista, tanto así que en su manual de iglesia se siguieren al menos ocho intervenciones musicales.[24], [25] Actualmente hay debates en cuanto al uso de algunos instrumentos como parte del culto de adoración. Se han establecido iglesias que hacen un uso marcado de la música a la cual se les ha denominado como iglesias "celebración".[26] Este debate se debe a que, a pesar de que se le da importancia a la música como parte de la liturgia, la iglesia no posee un departamento de adoración que pueda proveer la dirección y los estándares que han de seguirse en el culto de adoración.

Conclusión

El hombre fue creado para reflejar el carácter de Dios, esto es glorificar a Dios puesto que la gloria de Dios es Su carácter. De acuerdo con la Biblia la esencia de Dios y su carácter lo es el amor: "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor" (1 Juan 4:8). En la medida en que el hombre se acerca más a Dios refleja mejor su carácter y va perfeccionando su forma de adora culto de adoración. El conocimiento del carácter de Dios es un proceso que nunca acabará. La eternidad no bastará para conocer a Dios. Es por esto que iremos de gloria en gloria tal como lo escribió el apóstol Pablo: "Por tanto, nosotros todos, mirando con cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor" (2 Corintios 3:18).

Es por esto que no se debe juzgar a adoradores que por desconocimiento realicen prácticas que luzcan tan correctas. A fin de cuentas nadie sabe exactamente la manera correcta de cómo hacerlo. Será un proceso que llevará toda la eternidad:

Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza.[27]

El amor no puede expresarse en la soledad. Es por esto que la creación de Dios es inmensa y muy bien también pueda explicar el por qué Dios es trino, pues antes de la existencia de alguna criatura cuando Dios estaba solo podía expresar su amor con los otros seres de la Deidad.

Autor: Pr. Fernando Dávila


Bibliografía

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Referencias


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  2. Norval Pease, Y Adoradle (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2002), 47. ↩︎

  3. Fernando Canale, "Principios de Adoración", Revista SAIT, 1.1 (octubre 2011): 3. ↩︎

  4. Ibíd., 5. ↩︎

  5. Diccionario de la Lengua Española, 22o Edición, 2001. http://lema.rae.es/drae/ ↩︎

  6. Elena G. White, Consejos para los maestros (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1971), 30. ↩︎

  7. Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 2007), 16. ↩︎

  8. Canale, "Principios", 3. ↩︎

  9. Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 2007), 29. ↩︎

  10. Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 2007), 30. ↩︎

  11. Canale, "Principios", 4. ↩︎

  12. Alejandro Bullón, "Las emociones en la adoración", en En Espíritu y en verdad, ed. Adriana Perera (Nampa, ID: Pacific Press Publishing Association, 2013), 165. ↩︎

  13. Canale, "Principios", 3. ↩︎

  14. Bert B. Beach, "Estilos adventistas de adoración", Diálogo 14:1 (2002): 26. ↩︎

  15. Elena G. White, Ser Semejante a Jesús (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 2004), 156. ↩︎

  16. Elena G. White, Conflicto de los siglos (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 2004), 433. ↩︎

  17. Elena G. White, La historia de la redención (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 2004), 32. ↩︎

  18. Elena G. White, Cristo en su santuario (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 2004), 23. ↩︎

  19. Daniel Oscar Plenc, La música que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Casa Editora Sudamericana, 2013), 32. ↩︎

  20. Ronald D. Graybill, "Adoración entusiasta en la iglesia adventista primitiva", El Ministerio Adventista (julio - agosto 1992): 18. ↩︎

  21. Daniel Oscar Plenc, El culto que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 2007), 1. ↩︎

  22. Ibíd., 119. ↩︎

  23. Cf. Stephen Bohr, Culto en el trono de Satanás, (Coldwater, MI: Remant Publications, 2012), 40-70. ↩︎

  24. Daniel Oscar Plenc, La música que agrada a Dios (Buenos Aires, Argentina: Casa Editora Sudamericana, 2013), 134. ↩︎

  25. Iglesia Adventista del Séptimo Día, Manual de la Iglesia, ed. 2010, 18a revisión, trad. Roberto Gullón (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2010), 170. ↩︎

  26. J. David Newman, "Celebration is a Naughty Word", Ministry (diciembre 1990): 26-27. ↩︎

  27. Elena G. White, El conflicto de los siglos (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 2004), 657. ↩︎

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