¿Fue la Ley de Dios clavada en la Cruz, en ocasión de la muerte de Cristo?

Apr 6, 2016
Juegos Cristianos

En la actualidad, en el mundo cristiano se ha proliferado una creencia en relación con la Ley de Dios, en la cual asumen una posición totalmente arbitraria basada en suposiciones y textos fuera de su contexto para tratar de probar que la ley (Exo. 20:1-17; Dt. 5:7-21) fue abolida en el suceso histórico de la muerte de Cristo. Esta divergencia bíblica, está en contraposición con el texto sagrado ya que pone en antagonismo algunas declaraciones bíblicas en cuanto a la ley de Dios. En cuanto a lo precedente, debemos saber que la biblia en ningún momento se contradice; nuestra mente es la que emana posiciones sobre el texto, donde posteriormente emergen interpretaciones al respecto. Es importante resaltar que la Biblia es un legado que, además de ser sagrada, también ha sido inspirado por Dios mismo y es la revelación directa del Monarca Universal a sus criaturas (2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:19-21; Heb. 1:1). Es también compacta e incontrovertible en sus mismas declaraciones. En otras palabras, el texto sagrado no se contradice ni en un ápice. Teniendo esta somera introducción anterior, es necesario adentrarnos en nuestro tema de estudio. Según el apóstol Pedro declara que Pablo el erudito, educado en las tradiciones farisaicas, escribió algunas cosas no tan exotéricas, es decir, algunas cosas no muy claras. Observemos el pasaje como sigue: “como también nuestro amado hermano Pablo…En casi todas sus epístolas, hablando de ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen para su propia perdición” (2 Ped. 3:15-16). Es interesante notar que Pedro dijo que los que tuercen las escrituras son indoctos en las mismas, es decir, sacan de contexto el texto en cuestión y proporcionan un corto circuito en las Escrituras, y de eso se forma el problema. En otras palabras, el problema no es el texto, sino la interpretación del texto. Una de estas cosas difíciles de las que Pablo habló, de las cuales los indoctos o los que leen mal tuercen, la encontramos en Colosenses 2:14: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio, y clavándola en la cruz”.

Muchos cristianos de diferentes denominaciones protestantes, asumen una posición frente a esta referencia bíblica, y dicen que en ocasión de la muerte de Jesús, la ley de los Diez Mandamientos quedó abolida, y por lo tanto no rige nuestra vida cristiana hoy día. Sin embargo, examinaremos en el transcurso de este artículo, a que se refería Pablo con la expresión “anulando el acta de los decretos”. Ahora ¿Cómo puede la biblia decir en algunas partes que la ley es eterna y santa (Rom. 7:12), y en otros versículos que la ley ya no tiene validez? Eso sería decir que el Dios que inspiro la escritura es un ser de confusión, y al decir eso estamos diciendo que Dios se equivocó porque se contradice en sus requerimientos. Pero Dios es ordenado en sus preceptos y no confunde (1 Cor. 14:33) de manera que debemos observar, analizar, profundizar en textos que para nosotros son complejos, pues nuestra mente es limitada y finita, pero al enfocarnos en las verdades bíblicas con mansedumbre y oración, lleno de humildad y exento de orgullo, el Espíritu Santo nos capacitara y abrirá de manera exuberante las grandes verdades establecidas en su palabra.

Antes de establecer bases claras para solucionar el problema que nos compete, es necesario saber que la palabra ley en la biblia es polisémica, y está adecuada a distintos contextos. Además de ser atribuida la designación “Ley” a los diez mandamientos del éxodo, los autores del A.T., también denominaban “ley” a lo que los cristianos llamamos pentateuco o los judíos llaman Torah, que en resumidas cuentas son los cinco primeros libros del canon bíblico. El vocablo “pentateuco” es un término normativo en la cultura judía, pues el morfema deriva de dos palabras griegas que confeccionan un compuesto que da como resultado “cinco libros”. Hablando en el contexto del pentateuco o Torah, o lo que aquí se aplica la designación “ley”, estos cinco libros “desempeñan una función importante en la comprensión de Dios, porque….es la enseñanza la que confirma los eventos reconocidos por la comunidad judía como actos de Dios”[1]. Esta palabra “Ley” indica desde la perspectiva hebrea “dirección” “camino” ya que eso es lo que proporciona la palabra hebrea que se traduce como ley en este caso. “Desde fines del siglo II a.C., los judíos reconocían una triple división del antiguo testamento”[2] en donde dividían el texto veterotestamentario en un documento tripartito: (1) Ley (Pentateuco), (2) Los profetas (Josué, Jueces, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los profetas menores) (3) y los escritos, los cuales esta sección los conforman los libros restantes del A.T. Es más, Jesús citó la triple división del antiguo testamento en Lucas 24:44, cuando declara: “Y les dijo: estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés (o pentateuco), en los profetas y en los salmos”.

De esta manera podemos notar que en los días de Jesús utilizaban la expresión lacónica “ley de Moisés” para referirse al pentateuco. Pero la expresión “ley” no solamente se le atribuye a la los diez mandamientos ni al pentateuco, sino que también se le atribuye a los preceptos ceremoniales instituidos en el santuario y a algunas leyes civiles. “… esta es la ley del holocausto: el holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda la noche” (Lev. 6:9) explícitamente observamos que la palabra “ley” también se le imputa a los decretos sacrificiales. Otros textos nos ayudan a comprender mejor el asunto (Lev. 7:1,11; 6:14; Num. 9:14; 15:24). También se le atribuye a las leyes de salubridad (Lev. 11:46) leyes civiles y ciudadanía (Lev. 14:2; 15:32; 19:14) Lo precedente demuestra que “ley” en el contexto bíblico es polivalente, ya que se da en diferentes circunstancias y aspectos. Ya con la distinción y verificación hecha, pasamos a analizar el texto en cuestión, Colosenses 2:14.

Antes de tratar de dilucidar la confusión, deseo dar una breve apología bíblica en cuanto a la eternidad de los diez mandamientos, ya que en este contexto nos interesa estudiar la expresión “ley”. Quiero poner de manifiesto que la ley que existió antes del pecado fue la ley moral de Dios, que Según Salmo 119:143 dice: “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad” es decir, la Ley es eterna y justa, así como Dios es eterno (Isa. 40:28; Deut. 33:27; Salm. 135:13) y justo (1 Juan 2:1; Exo. 9:27; Job 4:17; Salm. 119:137). La ley de Dios está en armonía con su gobierno. “Nubes y oscuridad alrededor de él; Justicia y juicio son el cimiento de su trono” por lo tanto como la justicia de Dios es equivalente a su ley (Salm. 119:142) entonces la ley de Dios es el fundamento o cimiento de su gobierno. Examinemos un caso.
El siguiente pasaje se refiere indirectamente a un acontecimiento histórico, a la rebelión de Lucifer, y su posterior caída: “perfecto eras en todos tus caminos, y desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”. Si examinamos algunos textos que contengan la palabra “maldad”, observamos que siempre cuando se usa esta expresión está hablando en el contexto de una rebelión abierta, primeramente contra Dios, y en segundo lugar, ocasionalmente contra los hombres (Gen. 6:5; Jos. 7:15; Isa. 47:10; Jer. 33:5; Eze. 16:49; Mat. 7:23). De igual modo la palabra “maldad” es también traducida como “pecado” en el idioma hebreo en algunos casos. (Salm. 32:5; 51:9; Isa. 1:4; 43:24; Jer. 18:23; Os. 4:8) Es decir que Ezequiel 28:15 sugiere que Satanás quería ser un individuo que no estuviera bajo la justicia de Dios. Pero revisemos un poco más. “A causa de la multitud de tus contrataciones, fuiste lleno de iniquidad, y pecaste” (Eze. 28:16) Según el texto Bíblico, 1Juan 3:4 dice: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la Ley; pues el pecado es infracción de la ley”. Observen la conexión que existe entre los dos textos anteriores. Satanás pecó en el cielo; pero la Biblia me declara, que el que viola la ley es pecador. Como puede haber pecado sino hay ley, si el pecado es transgresión de la ley, por lo tanto si Satanás pecó, tiene que haber existido una ley la cual él transgrediera. La ley que existía en el cielo era el reflejo del carácter de Dios: Amor, paz, justicia, etc. Sin embargo cuando el hombre pecó (Gen. 3) los principios de esa ley divina se adaptaron a un plano terrenal, humano de condición pecaminosa. Lo anterior deduce que la justicia de Dios, y por lo tanto su ley, existía antes de la transgresión, el pecado.
Según la definición bíblica maldad es sinónimo de pecado (1 Juan 1:9; Job. 33:9; Isa. 13:11) y el pecado es violación directa contra la ley de Dios (Rom. 4:15; 1 Juan 3:4) “Pero donde no hay ley no se inculpa de pecado” (Rom. 5:13). Iniquidad también es sinónimo pecado (Exo. 34:9; Núm. 14:19; Neh. 4:5; Jer. 30:15). También estas dos expresiones comparten en algunos casos la misma palabra en el Hebreo (Exo. 34:9; Lev. 7:18; 20:17; Núm. 5:15; Job. 13:26; Salm. 39:11; Esd. 9:7; Prov. 5:22; Isa. 57:17; Mal. 2:6)

Pecamos nosotros, como nuestros padres
Hicimos iniquidad, hicimos impiedad (Salm. 106:6)

La ley existía antes de la promulgación de la misma en el monte Sinaí. Veamos algunos ejemplos. Romanos 5:12 declara: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre” Pablo describe aquí un acontecimiento en el huerto del Edén. ¿En el huerto del Edén había ley? Claro que sí. El hombre pecó, y el pecado es transgresión de la ley. Entonces en los días de Adán existían los principios de la ley de Dios; porque el pecado es transgresión de la ley. También podemos observar el caso de José, cuando la esposa de Potifar le dijo que durmiera con ella; pero José respondió: “¿Como, pues haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?” ¿Conocía José la ley de Dios? José dijo que no pecaría contra Dios. Si él pecaba inmediatamente infringía la ley, pues el pecado es transgresión de la ley. Es decir, José conocía las implicaciones de la desobediencia, por lo tanto tenia de manifiesto los principios de la ley de Dios. También podemos observar otros acontecimientos, en los cuales algunas personas violaron la ley de Dios: (1) Gen. 12: 10-20: “No dirás falso testimonio contra tu prójimo (Exo. 20:16; 27: 1-30) (2) Veamos un último ejemplo. Cuando Dios dio su ley al pueblo en el monte Sinaí, el cuarto mandamiento declaraba: “Acuérdate del día Sábado para santificarlo” dentro de este mandamiento dice, hablando del día Sábado: “… Y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día de reposo, y lo santificó” (Exo. 20: 8,11). Hay dos elementos que quiero subrayar (1) la expresión “acuérdate” (2) las tres palabras del versículo 11: “reposó, bendijo, santificó”. Estudiemos el primer elemento. Si Dios proclamó en el Sinaí, respecto al cuarto mandamiento, y dijo acuérdate, es porque antes de esta promulgación ya existía este mandato. Como podría decir acuérdate cuando el hecho no ha acontecido. En el mismo principio, dentro de la creación, el ultimo día Dios declaro: “Y acabó Dios en el día séptimo de la obra que hizo; y reposo en el día séptimo de toda la obra que hizo” Entonces, desde el mismo principio Dios instituyo el Sábado. Pero según el contexto Dios lo instituyo antes del pecado. Cuando Dios creó el sábado, y ulteriormente lo santificó y lo aparto para sí mismo, el pecado aun no existía sobre la tierra. Pero aún nos queda por estudiar el último elemento, el cual contienen tres palabras claves. En éxodo 20, respecto al mandamiento del sábado se dice que Jehová reposó, procedió a bendecirlo, y luego lo santificó. En Génesis 2:3, Dios declara los tres mismos verbos en tiempo pasado anteriormente vistos: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en el reposó de toda la obra que había hecho en la creación” Allí en Génesis están situadas las mismas tres palabras que en Éxodo 20: 8-11, y los dos textos hablan del mandato respecto al Sábado. El sábado existió antes de la entrada del pecado, por lo tanto la ley moral existía antes del pecado.

“… Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad” (Salm. 96:13; 9:8) “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:31) La biblia dice mucho en cuanto a justicia, pero ¿qué definición da la biblia? “Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia” (Salm. 119:172) pero también el texto base afirma que juzgará al mundo con su verdad, ¿Cuál es la definición bíblica de verdad? “… Y tu ley es la verdad” (Salm. 119:142) “Todos tus mandamientos son verdad” (Salm. 119:86) Los anteriores textos dan por entendido que seremos juzgados o “compareceremos ante el tribunal” por causa de la ley de Dios. Sin embargo el Nuevo Testamento amplia mucho más esta postura. “… Como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad” (Sant. 2:12) “porque todos los que sin la ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados” (Rom. 2:12) “… En cuanto a la justicia que es en la Ley, irreprensible” (Filip. 3:6) por lo tanto seremos juzgados según la ley de verdad y justicia.

“La misericordia y la verdad se encontraron” (Salm. 85:10). Es interesante notar que cuando se presenta la asociación misericordia-verdad se da en un marco judicial con énfasis hacia la observancia de la ley de Dios. Observemos algunos ejemplos. “Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Salm. 25:10). Observemos la expresión “pacto” que viene de la palabra Heb. Berit que se traduce como “hacer alianza” “pacto”. Esta misma palabra la encontramos en algunos textos y casi siempre va ligado con la ley (Exo. 34.28; Núm. 10:33 cf. Dt. 10:1-2; 4:13, 23, 31; 9:11; 29:25; Jos. 7:11; 1 Rey. 8:11). Continuando la secuencia de términos anteriores también podemos analizar la siguiente declaración. “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salm. 89:14). En el contexto del mismo, se nos recalca que justicia es el cimiento de su trono, es decir su ley (Salm. 119:142). “Tu misericordia y la verdad me guarden siempre” (Salm. 40:11) Aquí se presenta nuevamente la asociación. Sin embargo el vers. 12 me arroja algunos elementos que llaman profundamente la atención. El texto menciona la expresión “maldades” que deriva de la palabra Heb. awon que traduce como “malo” “iniquidad” “maldad” “sin ley”. La misma expresión hebraica la encontramos en los siguientes textos (Lev. 18:17; Juec. 20:6; 1 Sam 12:17; Isa. 1:4; 47:10; Jer. 16:17-18), por lo tanto como maldad es sinónimo de pecado, y pecado es transgredir el pacto, la ley instituida por Dios, norma de justicia y verdad, por lo tanto el texto mencionado, es decir Salm. 40:11 dirige mi enfoque hacia la ley, el reflejo del carácter de Dios.

Dios siempre ha estado interesado en que su pueblo escogido guarde sus mandamientos y preceptos (Gen. 26:5; Exo. 20:6; Dt. 6:24; 7:11; 6:17; 10:13; 1 Rey. 3:14). En el libro de Éxodo cap. 33:2-6 se presenta la escena de adoración al becerro de oro. El vers. 30 manifiesta: “vosotros habéis cometido un gran pecado”. ¿Cuál? Violaron el primer y segundo mandamiento del decálogo dado por Dios en el monte Sinaí (Exo. 20:3-5) los cuales prohíben la falsa adoración. Para otros hechos de idolatría ver. 1 Rey. 14:22-24; 2 Rey. 17:15-21. En Mateo 7:23 se presenta la palabra Gr. Anomia que se traduce como “maldades” “iniquidad” “transgresión de la ley”. Si observamos los versículos que preceden a esta declaración (22-23) veremos algunos elementos, los cuales son acciones directas contra la ley de Dios (Dt. 5:7-21). Esta misma palabra de origen griego la encontramos en Mateo 24:12; Heb. 1:9. Por lo tanto podemos deducir que awon y anomia semánticamente es lo mismo, y ambas apuntan a una sola dirección: atentar contra el fundamento del gobierno celestial, su ley.

Estudiaremos a continuación la segunda ley, la cual se dio después del pecado y se denomina como la ley ritual o ceremonial, y se le llama así por los procedimientos de la misma, por todo lo que se hacia dentro de esta.

Es en el contexto sacrificial que Andreasen señala que “todos los servicios del Santuario se cumplían con referencia a la ley de Dios, custodiada en el arca, en el departamento de más adentro del tabernáculo. Fue precisamente por la violación de esta ley por lo que los sacrificios tuvieron que instituirse. (Lev. 4:2,3)”[3] Si estudiamos los primeros dos capítulos de Génesis, observaremos que todavía el pecado no había entrado al mundo. Pero en el capítulo 2, Dios le dio una advertencia al hombre (16-17) donde debía obedecerle para poder seguir disfrutando del mundo edénico, y disfrutar de todas la maravillas que el Señor había creado. Sin embargo en el capítulo 3 vemos, que el hombre pecó (6-7) y se le quitaron todos los derechos de estar en el Edén. Y como el hombre desobedeció el mandato que Dios dio en el huerto, de no comer el árbol prohibido, por lo tanto entró la muerte al mundo: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. Es decir que con la entrada del pecado, inmediatamente como resultado vino la muerte. También podemos leer en Romanos 6:23 cuando expresa: “Porque la paga del pecado es la muerte”. En otras palabras, la muerte es el resultado del pecado. Podemos ver también otros ejemplos en Génesis 5 comparándolo con Romanos 6:23.

La Biblia me declara que después del pecado del hombre, Adán vivió novecientos treinta años. Sin embargo el hombre había pecado, había desobedecido el mandato expreso de Dios y debía morir. Ahora la pregunta que postulamos es la siguiente: ¿por qué Adán no murió el mismo día que pecó, si Dios había dicho que el día que comieran de ese árbol morirían? ¿Acaso no se cumplió? Hubo tanto una muerte espiritual como física, pero no inmediata. Espiritual en el sentido de que Dios no puede habitar con el pecado (Isa. 59:2; Rom. 3:23) por lo tanto desde ese día hubo una separación entre Dios y el hombre. Muerte física pero no en un sentido inmediato, sino que ya era un hecho que la humanidad debía morir a causa del pecado; ya era un suceso seguro en la vida del hombre. Pero, en medio de todo esto, ¿Dónde está la siguiente ley, la que entro después del pecado? La hallamos por primera vez en Génesis 3:21: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer, túnicas de pieles y los vistió”. De seguro que en el huerto del Edén tuvo que haber ocurrido un sacrificio, porque entonces ¡de donde iban a sacar las pieles para cubrir la desnudez del hombre! Este fue el primer sacrificio terrenal que hubo.

Luego con el pasar del tiempo, Dios fue añadiendo decretos, requisitos o regulaciones a este sistema de sacrificios; podemos ver un ejemplo de esto ya en Génesis 4. En ocasión del acercamiento de estos dos hermanos, Abel trajo un animal, un cordero; en contraparte con Caín que trajo de los frutos de la tierra. ¿Cómo sabia Abel que debía traer de los primogénitos de sus ovejas? Podemos ver Núm. 8:17, donde Dios declara: “todos los primogénitos son míos” Dios mismo estaba comenzando a plantar los fundamentos del sistema de sacrificios. ¿Cómo sabía Abel que para el perdón de los pecados habría que derramar sangre? “sin derramamiento de sangre, no hay remisión de pecados” (Lev. 17:11). Tenía que ser que Dios mismo desde un comienzo estaba impartiendo el conocimiento y las pautas necesarias para este ritual simbólico, que apuntaba directamente a Cristo. Y poco a poco vemos que los patriarcas ofrecieron sacrificios, en lo que se conoce como la “era patriarcal”, luego más adelante fue instituido el santuario, donde los sacrificios se cumplían de una manera ampliada en comparación con el primer sacrificio, el cual fue, creo yo, una ceremonia sencilla.

Que podemos extraer de esta primera lectura. Como primer elemento podemos observar que desde el principio habían dos leyes: una ley moral, y una ley ceremonial o ritual. Que las dos leyes son de carácter distinto. La ley moral muestra el pecado (Rom. 7:12) mientras que la ley ceremonial muestra el remedio por el pecado y apunta directamente a Cristo, y posteriormente a un arrepentimiento genuino (Heb. 9:6-15). Observamos también que la ley moral existió antes del pecado; pero que la ley ceremonial se dio después, y en consecuencia del pecado. El pecado se dio por la desobediencia del hombre hacia la ley de Dios, y por lo tanto la ley ritual se dio para que el hombre en vez de ofrecer su vida, muriera un sustituto en lugar del pecador. Acaso, ¿Cristo no hizo lo mismo por nosotros, quien murió en nuestro lugar, y fue nuestro posterior sustituto? Vemos aquí un símbolo de Cristo (Juan 1:29). Pero la pregunta es: ¿Cuál de estas dos leyes apunta más a la cruz? La ley moral, o la ley de los sacrificios. Procederemos a explicar un poco más, y haremos una comparación entre estas dos leyes para ampliar más nuestro punto, y llegar al foco crucial al cual queremos llegar y es descubrir cuál fue la ley que Cristo clavo en su cruz en relación con su muerte. ¿En que nos basamos nosotros los adventistas para decir que la “ley moral” y la “ley ceremonial” son distintas? Véase a continuación el siguiente cuadro de comparación[4]

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En Isaías 53, podemos observar una poderosa descripción, y profecía mesiánica de la muerte de Cristo por los pecados del mundo. Varios aspectos en este pasaje nos dan una clara evidencia de que la muerte de Jesús es la expiación en la forma de sustitución. Podemos ver varios aspectos en cuanto al Mesías y sus posteriores profecías del Antiguo Testamento.

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Anteriormente analizamos la comparación que existe entre la muerte de Cristo por los pecados del mundo, por expiación; y el cordero por los pecados del pueblo, y posteriormente para expiación. A Cristo se lo compara con el cordero sacrificial del santuario terrenal. Aun Juan el bautista introdujo a Cristo en su ministerio con una figura muy particular en el mundo judío: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Entonces vemos que todos estos sacrificios apuntaban a Cristo, quien cargaría posteriormente con los pecados del mundo. Cristo cumplió la ley de los sacrificios, siendo él mismo el arquetipo del tipo, el cual es el cordero que moría en el santuario como expiación; por lo tanto en ocasión de la muerte de Cristo, esta ley (ley ceremonial) quedó sin relevancia, ya que el verdadero sacrificio perfecto había muerto para cargar la maldad del mundo entero. Si nos ponemos a ver cuál de las dos leyes (ley moral, y ley ritual) apuntaba a la cruz y el sacrificio de Cristo, observamos que era la ley de los sacrificios, ya que hubo muerte, y posteriormente sangre. Esto (la ley de los sacrificios) clavó Cristo en su cruz. El cordero en el santuario moría como sustituto del hombre, para que el pecador depositara su pecado sobre la victima; de igual manera Cristo fue nuestro sustituto, cargando sobre él nuestras transgresiones y nuestros pecados.

Además de esto, si observamos Deut. 31:16, hablando de la ley de los sacrificios escrita en un libro, y puesta al lado del arca, declara: “Tomad este libro de la ley… y este allí por testigo contra ti”. Quiero hacer énfasis en la expresión “contra ti” porque denota que esta ley estaba en contra de algo o de alguien si llegaban a violar el pacto que habían hecho, el cual reconocían que vendría un salvador simbolizado por los sacrificios que se ofrecían, por lo tanto era contraria si la llegaban a violar. Si observamos Colosenses 2:14 hablando sobre el acta que fue clavada en la cruz, dice: “Anulando el acta de los decretos, que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio, y clavándola en la cruz” Tanto Deuteronomio como Colosenses, hablando de la ley de los sacrificios, nos anuncia que era contraria, y que por lo tanto Cristo la clavó en su cruz. Es interesante observar que la palabra que se da para ley en el Nuevo Testamento, que es nomos, no aparece en colosenses. ¿Por qué? Seguramente pablo quiso prevenir interpretaciones erradas, por lo tanto no utilizó la palabra pero si nos arrojó luz en cuanto a este asunto en el contexto posterior del pasaje en cuestión.

Ahora, muchas personas piensan que la expresión “acta de los decretos” se refieren a la ley de Dios, sencillamente porque aparece la palabra “sábado” y lo identifican con el cuarto precepto de la ley moral de Dios. Esta interpretación tiene un gran problema porque no siempre la expresión “sábado” se refiere al reposo semanal, sino que también “son los sábados ceremoniales de la antigua religión hebrea”5. Pero, ¿que nos dicen los versículos posteriores? ¿Podrán arrojarnos más detalles? La respuesta es un sí rotundo. El contexto implica mucho en cuanto a la decisión que tomemos de un texto cualquiera. Ahora observemos el contexto posterior de Colosenses 2:14. En el versículo 16, hay algo más que indica que esta ley se está refiriendo a la ley ceremonial: “Por lo tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiestas, o de luna nueva, o de sábados”. Los elementos anteriores, todos están dentro del vínculo del santuario: (1) comidas o bebidas: “Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios… ya que consiste solo de comidas y bebidas” (Heb. 9:9-10) Panes sin levadura (Lev. 23:6) libación (Lev. 23:13) flor de harina, aceite (Lev. 23:13) pan, grano, espiga (Lev. 23:14; (2) días de fiesta (Lev. 23) (3) Luna nueva o sábados, hablando de los sábados ceremoniales: (Lev. 23: 2,8,11,16,24,) Por consiguiente, el contexto posterior de Col. 2:14, me indica que estaba en conexión legítima con los oficios del santuario, sus fiestas y sacrificios. Claramente la ley que fue abolida en ocasión de la muerte de Cristo fue la ley ceremonial.

Creemos que hay abundante base Bíblica para hacer esta distinción. Los Diez Mandamientos, o Decálogo, constituyen en principio la eterna ley de Dios. Esta ley no solo es eterna, sino que es inmutable. Es el fundamento de su trono; es la expresión de su carácter. Creemos que es tan perpetua como el Dios eterno. Es interesante notar que así como la ley es justa, también lo es Dios (Salm. 5:8; 9:4; 7:9,11; 11:7; 112:4; 116:5; 145:7; Jer. 33.16; Mat. 6:33; Rom. 3:21) por lo tanto la ley tiene una conexión profunda con la personalidad y atributos característicos de Dios, como sus sentimientos, emociones, etc. Así como la ley es eterna (Salm. 119:142) también lo es Dios (Isa. 40:28; Dt. 33:27; Salm. 135:13; 2 Ped. 3:8; Apoc. 1:8) El anterior concepto puede verse en las siguientes cualidades inherentes en Dios, y en su ley[5]

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Esta ley (los Diez Mandamientos) aún está en vigencia absoluta. “entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer… los que guardan los mandamientos de Dios…” (Apoc. 12:17). Si para el tiempo del fin se presenta a un remanente fiel, que guarda la ley, eso da evidencia inteligible para confirmar que la ley no fue abolida en ocasión de la crucifixión, porque para este tiempo tiene que estar vigente según la declaración apocalíptica.

Autor: Richard A Bolaños | Lic. en Teología- Unac, Colombia | Iglesia Adventista del Séptimo Día Medellín, Colombia

Referencias


  1. Scarone, Daniel (1987). Credos contemporáneos. Miami, Florida: Casa Editora Sudamericana. Pág. 169. ↩︎

  2. Figueroa, Victor. La Ley de Dios. Artículo. ↩︎

  3. Andreasen, M. L. (1942). El Santuario y sus servicios. Buenos Aires, Argentina: Casa Editora Sudamericana. ↩︎

  4. Anotada, E. (2008). Los Adventistas del Séptimo Día responden preguntas sobre doctrina. Benito Juarez, México D.C: Asociación publicadora Interamericana. ↩︎

  5. Schaff, Edición Anotada. (2008). Los adventistas del Séptimo Día responden preguntas sobre doctrina. Benito, México D.C: Asociación Publicadora Interamericana. ↩︎

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