Estudio exegético de Isaías 65:13-25

Sep 12, 2017
Juegos Cristianos

INTRODUCCION
Trasfondo del problema

La Teología Bíblica es uno de los campos más extensos, pero a la vez más satisfactorios que tiene un investigador cuando se aproxima al conocimiento de Dios y de lo que él ha dicho a través de toda la historia de la humanidad.

Extenso, porque al tratarse de la Palabra de Dios, nos encontramos con un texto que aparte de ser una simple literatura, llega a ser algo más, una revelación del carácter de quien lo inspiró. Y como Dios es inescrutable en su totalidad, su Palabra llega igualmente a ser totalmente inabarcable.

Satisfactorio, porque el investigador, con lo poco o mucho que logra comprender, llega a un conocimiento que le trae beneficios grandiosos, pues lo acercan a ese Ser que desea revelársele.

Y es así, como el tema sobre el cual versa el presente trabajo investigativo, fundamentado en la perícopa de Isaías 65:13-25, ha llenado de profundo interés a los que se propusieron abordarlo, sin dejarse intimidar por las consecuencias que podrían sobrevenir, al tratarse de una porción bíblica que ha dejado perplejo a muchos por su contenido profundo, pues se reconoce que el gozo de un acercamiento más certero a la verdad no tiene comparación.

Isaías 65:13-25, es una declaración divina de crear nuevos cielos y tierra nueva donde la maldad no tiene cabida, y donde todo es paz y alegría para su pueblo, que es redimido de un grupo de rebeldes y obstinados.

Se considera una promesa de regeneración para el pueblo de Dios. De manera específica, el versículo 20 de la perícopa, trae una característica de lo que sucede en esos nuevos cielos y tierra nueva, que lleva como dato principal, la presencia de la muerte en este paradisiaco lugar, algo que es inconcebible para muchos que han tenido por cierto, que en la nueva creación de Dios no habrá muerte. Esto los ha confundido, y los ha puesto a dudar en cuanto a la confiabilidad de las Escrituras. Tal asunto, será tratado en el presente estudio.

Se considera que el trasfondo del problema a abordar, es de esencia puramente teológico, pues es necesario llegar a conocer que fue lo que realmente Dios dijo acerca de los nuevos cielos y la tierra nueva, en Isaías 65:13-25, y cómo esto trasciende. No obstante, las implicaciones del verso 20, que es objeto a tratar específicamente en este estudio, tienen que ver con su parte literaria. Es un motivo adicional del trabajo investigativo, sin poner ni quitar nada al producto final.

La importancia de este estudio exegético

Su importancia en el mundo actual, radica en que este texto, correctamente estudiado e interpretado, trae esperanza a los seres humanos. Al referirse a una promesa, que por su naturaleza inspira confianza, motiva al que la estudia a esperar en lo que Dios tiene para él. Todo esto, más allá de las implicaciones teológicas especificas que posee la perícopa.

En una sociedad en la cual cada día se acrecientan los problemas, y en donde los seres humanos se sienten perplejos por la incertidumbre del futuro, es necesario recurrir a lo que dice la Palabra de Dios, con respecto a este tema, que habla de lo que hay más allá de esta existencia perecedera. Dios no se quedó totalmente callado con respecto a lo que acontecerá en el mañana, y la perícopa seleccionada, justamente explica de manera concreta, la respuesta que necesita el corazón inestable del hombre con respecto al tema del más allá.

Pero lo que mayormente justifica el presente estudio exegético de la mencionada perícopa, es llegar a conclusiones ciertas y reales acerca de un tema que hoy es grandemente tergiversado por muchos entes y que por diferentes razones, entre las que están el avalar pensamientos personales, o pretender ser cientificistas en algo que no se resuelve de manera únicamente racional, han confundido antes que ayudado, al pueblo que cree en Dios, con respecto a lo que se enseña en la Biblia de lo que significa el cielo nuevo y la tierra nueva.

Metodología del estudio y división de los capítulos

La metodología utilizada en el presente estudio exegético, esta subordinada a los principios y pasos explícitos y determinantes de la exegesis moderna, para llegar a un conocimiento certero de la revelación bíblica.[1] No obstante es importante notar, que los investigadores reconocen la inspiración divina de las Escrituras, y por esto, abordan el texto veterotestamentario de manera integral, conociendo los procesos técnicos exegéticos, pero reconociendo el papel fundamental que cumple la iluminación que sólo Dios provee para estos fines. Esto, teniendo como base que Dios es quien inspiró a los profetas que escribieron las Escrituras, y solo mediante él, se puede llegar a un conocimiento real de éstas.

Además, viene el rastreo bibliográfico del tema, apoyado en lo que diferentes eruditos y comentadores bíblicos han aportado con respecto a la perícopa seleccionada.

Estos apoyos bibliográficos, no están limitados a la literatura en el idioma español. Se cuenta con abundante material en inglés, pero éste si se circunscribe (vale la pena aclarar) a las obras que han sido consideradas clásicas y relevantes por los investigadores, observando criterios como el reconocimiento en el mundo teológico, la buena organización de las ideas, lo completo de sus trabajos exegéticos, y como punto importante, tomados de diferentes corrientes ideológicas, para observar la diversidad de puntos de vista.

También se utiliza lo básico del hebreo y el latín, especialmente para el trabajo de traducción y de revisión del aparato crítico.

El trabajo investigativo está dividido en seis capítulos principales los cuales son: Introducción, Revisión Literaria, Ejes de Análisis, Exégesis, Conclusiones y Bibliografía.

El primero busca establecer cuál es el trasfondo del problema, justificar la necesidad de su estudio, clarificar la metodología y los capítulos presentados, establecer los propósitos y supuestos, y finalmente determinar los alcances y destinatarios del proyecto investigativo.

El segundo, revisa un panorama de escritos que abordan el tema investigativo, agrupándolos por corrientes ideológicas.

El tercero, es la necesidad de fundamentar la posición de la investigación con respecto a cuatro ejes de análisis determinantes, los cuáles se circunscriben a quién es el autor de la perícopa, qué textos constituyen la perícopa, cuál es el significado de la perícopa y cómo se debe interpretar el verso 20 de la perícopa.

El cuarto es la exégesis de la perícopa como tal, que conlleva los pasos de un estudio serio, tales como la delimitación, el análisis literario, la traducción, la estructura, el contexto histórico y las reflexiones teológicas de la perícopa seleccionada.

El quinto describe las conclusiones finales a las que se llega con la investigación, y el sexto muestra la lista de referencias bibliográficas que aportaron para el desarrollo del estudio exegético.

Propósitos

El propósito general del estudio exegético de Isaías 65:13-25 es contemplar las implicaciones que tuvo este texto en el pasado, para el público al cual fue dirigido, y encontrar si hay algo relevante en su mensaje que pueda ser traducido como aplicable al mundo contemporáneo.

Esto, por medio de un acercamiento conceptual al significado del verso 20 de la perícopa propuesta, qué es el punto sinérgico del estudio, y que se considera una problemática compleja para los eruditos. Además, si se determina quién es el autor, cuál es la perícopa como tal, y cuál es el tipo de interpretación correcta del texto.

Supuestos

Como un supuesto en el presente estudio, está la necesidad de observar la Biblia, la Palabra de Dios, como una revelación especial de su carácter, su obra y sus designios para este mundo. Por ende, se reconoce que es inspirada por él mismo, y que en ella se encuentran no solamente contenidos de un rico valor literario, sino mensajes que tienen el poder de transformar vidas.

Además, que los profetas fueron personas que vivieron en su propio tiempo, que recibieron mensajes en un momento determinado de la historia, y que los recibieron por la inspiración del Espíritu Santo. Esto hace que los contenidos de los mensajes puedan expresar sin ningún problema revelaciones acerca de lo futuro, pensamiento contrario a los argumentos del criticismo moderno.

Finalmente se tiene como un supuesto que no hay un reinado milenial en la tierra al final de la historia. El milenio al que hace referencia Apocalipsis 20 (siendo este para los investigadores el único texto de la Biblia que habla del milenio como tal), corresponde a un reinado en el cielo con Cristo mientras Satanás se encuentra atado en la tierra.

Alcances y destinatarios del proyecto

Los alcances del estudio exegético de Isaías 65:13-25 que se condensan en el presente proyecto investigativo son realmente de gran amplitud, pues lo que se va a encontrar en éste, no son simples ideas u opiniones salidas del azar, sino fundamentadas en los principios y pasos de la exégesis moderna, y respaldadas por lo que los eruditos han encontrado a través de años de escudriñamiento profundo.

Por esto, va destinado a teólogos, pastores, líderes religiosos, y estudiantes ávidos de la Palabra de Dios que desean llegar a un nivel más profundo de conocimiento en teología bíblica.

De esta manera, se extiende la invitación a todo estudiante concienzudo de la Biblia, a aventurarse en el fenomenal estudio de los nuevos cielos y la nueva tierra que nos presenta Isaías 65:13-25.

CAPITULO II REVISIÓN LITERARIA

Corrientes ideológicas

Para una exégesis veterotestamentaria seria, es imprescindible reconocer las diferentes autoridades en esta materia, que han hecho aportes significativos a través de los años. Ya se mencionó en el capitulo anterior, en las consideraciones metodológicas del estudio, cuáles han sido los criterios para elegir la literatura, que de por sí es abundante y diversa.

Para comenzar a dilucidar el serio problema que conlleva un texto como el de Isaías 65:13-25, y que se desea tratar de manera deductiva, de lo general a lo específico, teniendo como específico el verso 20 de la perícopa mencionada, hay que dirigirse al conflicto acerca de quién fue el autor de este pasaje bíblico.

Y aquí, se encuentra el primer detalle. Hacia finales del siglo XVIII d.C., estaba bien arraigada la idea concerniente a que el autor del libro que lleva su nombre era el histórico profeta Isaías, que vivió aproximadamente entre los años 740-686 a.C.[2]

Hacia el año de 1775, un erudito alemán revivió una probable dicotomía que ya se había observado desde la época medieval entre los capítulos 1-39 y 40-66 de Isaías.[3]

De allí en adelante, es casi incontrovertible para la mayoría de eruditos de la teología contemporánea que el libro fue escrito por mas de un Isaías, contando entonces con la presencia de otro Isaías (Deutero-Isaías) que habría escrito los capítulos 40-66, y todavía más, pues se tiene en cuenta también la presencia de tres o incluso más personajes que habrían participado en la escritura de este segmento de capítulos. Por lo menos, la idea del Trito-Isaías, es la que toma más fuerza.[4]

Entonces quedaría de la siguiente manera: Isaías histórico, hijo de Amós, que vivió entre los años 740-686 a.C., quién habría escrito los capítulos del 1-39. Deutero- Isaías[5], que vivió durante el tiempo de Ciro, escribiendo los capítulos 40-55 y el Trito- Isaías, quién habría vivido en Jerusalén cerca al tiempo de Esdras y Nehemías.[6]

Pero hay más, aparte de solamente saber quién es el que escribió el libro, o más aún, quién fue el autor de la porción a explicar, la perícopa de Isaías 65:13-25.[7]

El sólo hecho de nombrar que este texto es en sí mismo, una unidad de pensamiento clara y precisa, es otro dato que hay que analizar.

La gran mayoría de autores, precisan que Isaías 65:17-25 es una unidad de pensamiento.[8] Y aquí, los investigadores que desarrollan esta exégesis, promueven una idea diferente a la de la abrumadora mayoría, al asignar como perícopa a Isaías 65:13-25, por razones que serán explicadas mas adelante.

Por otro lado, está uno de los meollos del trabajo investigativo. Las diferentes interpretaciones que se han dado al texto en cuestión. Estos trece versículos que se han escogido como perícopa, han dado lugar a muchas opiniones diferentes.

Entre ellas se mencionan: Es una declaración acerca de lo que Dios había prometido a su pueblo de antaño, y cuya aplicación esta destinada al pasado.

Otros dicen que es una expresión de lo que Dios quería para su pueblo en el pasado, pero que, con algunas modificaciones, lo hará para su pueblo en el futuro.

Otro grupo asevera que la declaración nunca fue para el pueblo de antaño, es sólo para el futuro. Aquí entran a jugar un papel importante términos como el reinado milenial y la tierra nueva.

En fin, hay quienes defienden la idea de una triple aplicación pasada, presente y futura, concerniente a lo que experimenta un creyente fiel de Dios hoy, a un reino milenial, y a una vida futura de paz sin igual.[9]

Finalmente, está la situación más interesante del asunto. La explicación específica que debe dársele al verso 20 de Isaías 65.[10]

La primera parte es clara para todos: No habrá allí más niño que viva pocos días, ni anciano que no cumpla sus días. Se está refiriendo a longevidad. Eso es común para todos. La divergencia está en la segunda parte del verso.

Independientemente de la aplicación que se haga con éste (dando a entender que hay confusión del significado literario, no teológico), están los que creen que la segunda parte del verso literariamente se refiere a que allí (obviamente en los nuevos cielos y tierra nueva) un joven llega a la edad de 100 años, que es un aumento de esperanza de vida grandioso, y el pecador aunque llegase a los 100 años sería maldito.

Otro grupo que vale la pena mencionar, es el que afirma que el que llegare a los cien años sería considerado joven (hecho que indica que pasarían los cien años sin problema), y el que no los pasare sería considerado maldito y pecador.

Podrán existir otras posiciones, e incluso combinaciones de los dos grupos mencionados, pero la esencia está en si la edad es 100 como número redondo que indica alcanzar buena edad, o si la indicación es que a los 100 años apenas deberían estar en la juventud.

Como se puede observar, la perícopa seleccionada contiene una gran cantidad de corrientes ideológicas que es importante analizar, antes de llegar a una conclusión final.

CAPITULO III EJES DE ANÁLISIS

Autor

En la revisión literaria (Capitulo II), se mostró la diversidad de opiniones que existen con respecto al verdadero autor de la perícopa encontrada en Isaías 65:13-25.

Teniendo en cuenta el supuesto investigativo referente a que la Biblia es inspirada por Dios, y atribuyéndole a la acción del Espíritu Santo su formación y composición, indefectiblemente el autor de la perícopa ubicada en el libro de Isaías capitulo 65 versículos 13 hasta el 25, es el Isaías histórico,[11] quien vivió en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías reyes de Judá[12], aproximadamente entre los años 740- 686 A.C.[13]

Sin la premisa que indica el poder que tiene el Espíritu Santo para predecirle a un profeta las cosas que acontecerán en el futuro, la aseveración concerniente a que Isaías histórico es el autor del libro, posiblemente no tendría fundamentos. Porque es justamente esta facultad predictiva, que proviene del Espíritu de Dios, la que hace posible que Isaías hable de cuestiones que están muy lejos de su propio tiempo.[14] Por otro lado hay argumentos que favorecen la unidad de Isaías. Un argumento como el de los nombres con los que se refiere a Dios tanto en los primeros capítulos del libro como en los finales, es importante para abogar en favor de la unidad de Isaías, dando a entender que hay un solo autor del libro completo.

Otro argumento contundente, es el referente a que si bien la estructura literaria parece diferir entre los primeros capítulos y los últimos del libro, una mirada a la unidad de pensamiento que se maneja, soluciona las dudas.

La razón por la que la estructura literaria cambie un poco, y por consiguiente el uso de algunas oraciones un poco más elaboradas en la última parte del libro, se debió (y es una explicación razonable) a la experiencia que ya había adquirido en sus últimos años de vida[15], que es cuando escribe los magníficos capítulos finales, entre ellos la perícopa de análisis.[16]

Elección de la perícopa

Como ya se mencionó en el capítulo de la revisión literaria, la mayoría de autores promueve Isaías 65:17-25 como una unidad de pensamiento clara y precisa que se denomina perícopa.[17]

No obstante, en la presente investigación se ha dado un énfasis diferente al asunto. Basados en el texto masorético y en las guías que se han preparado para hacer un uso correcto de la Biblia hebrea, se ha encontrado que desde un punto de vista más literario y preciso, la perícopa debe ser Isaías 65:13-25.

Interpretación del texto en cuestión

Se mencionó también en el capítulo segundo, que existen diferentes formas de interpretar la perícopa seleccionada. Se mostraron los enfoques preteristas, historicistas, y futuristas.

El grupo investigador avala el enfoque historicista como apropiado para interpretar correctamente el texto en cuestión, pues permite explicar cada uno de los detalles teológicos que se presentan en él, y que no parecen claros.

La declaración que hace Dios en el texto de análisis, tenía una aplicación para el tiempo en el cual fue escrito.

Además de esto tiene una aplicación para todo aquel que cree en el reino de Dios en la actualidad. Los cielos nuevos y la tierra nueva se experimentan en esa novedad de vida, al conocer a Cristo Jesús, y de esta manera también gozar del reino de Dios en su cotidianidad.

Finalmente, lo que Dios expresó en este pasaje, tiene connotaciones y aplicación valedera para el futuro.[18] Los cielos nuevos y la tierra nueva serán experimentados en el futuro, cuando ya no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque estás cosas habrán pasado. Y Dios enjugará las lágrimas de todos sus hijos fieles, regenerando por completo el planeta, después de su obra de juicio.

Análisis del versículo 20

Lo que motivó principalmente el estudio de este pasaje o perícopa de Isaías 65:13- 25, es la declaración que se encuentra específicamente en el versículo 20.

El versículo en su forma más literal rinde la siguiente declaración: “No habrá allí mas niño de días, ni anciano que no cumpla sus días, ciertamente el joven hijo de cien año morirá y el pecador hijo de cien año será maldito”.[19]

Como ya se mencionó en el análisis literario del presente capitulo, el tema central de la perícopa seleccionada es una promesa de regeneración para el pueblo de Dios.

La promesa habla de unos cielos nuevos y una tierra nueva, donde se dice que no va a existir clamor ni sonido de llanto. Además, al final de la declaración Dios cierra diciendo que “no dañaran, ni destruirán en todo el monte de mi santidad”.[20] Esto daría a entender una declaración acerca de lo que comúnmente se conoce como la tierra nueva, que también es descrita en Apocalipsis capítulo 21.

No obstante, lo que dice este versículo 20 con respecto a la presencia de la muerte en esta tierra, parece contradecir la enseñanza que deja el último libro de la Biblia y otros textos que hablan acerca del tema de la novedad en un lugar paradisiaco. La explicación historicista del texto de análisis ayuda a resolver el problema.

La declaración iba destinada en primer lugar al pueblo escogido por Dios en la antigüedad (para ese momento los fieles de Judá), los cuales estaban condicionados a lo siguiente: Si como nación cumplían los requerimientos de Dios, los cielos nuevos y la tierra nueva se experimentarían en las condiciones en las que ellos vivían. Habría muerte, pero gozarían de la bendición de un alargamiento de la vida que incluía calidad de existencia, prosperidad económica, seguridad en la natalidad, entre muchas otras bendiciones.[21]

Teniendo en cuenta estos aspectos interpretativos, se puede proceder al análisis que realmente importa, es decir, el semántico.

Se busca determinar entonces el significado de este versículo, en el sentido que su contenido semántico tendría para el pueblo de Judá si permanecía fiel a Dios.

Se referirá la segunda sentencia del verso, pues la primera no trae muchos problemas.

Ésta dice que “el joven hijo de cien año morirá, y el pecador hijo de cien año será maldito”[22] (hijo de cien años es una cláusula para identificar menos que cien años). El dilema para los estudiosos en este punto, es si se refiere a que el joven o las personas que vivían, tendrían la edad de cien años (entendiéndose éste, como número redondo que indica una vida bien larga)[23] como la edad normal para vivir, o si el versículo quiere dar a entender que el tener cien años era apenas el paso de la juventud a la adultez, y que una persona normalmente podría llegar a la edad de mil años como los árboles.[24]

La respuesta correcta es que las dos opciones son válidas. Los presentes investigadores comparten algo de la primera, pues preferiblemente lo que en el texto se encuentra como “morir”, y que en hebreo es “muth”,[25] tiene en su sentido natural la opción de la edad de cien años como el numero de edad pleno de vida, sin buscar acomodar edades de 1000 años (que es la edad de los árboles a la que muchos asocian el texto), que no son más que opciones sin fundamento bíblico alguno.

Por otro lado, la segunda opción, cuya parte negativa ya fue de alguna manera mostrada para fundamentar la idea anterior, tiene la ventaja de explicar por qué el pecador sería maldito (algo que no puede ser explicado por la primera opción), al decir que sería por no pasar de los cien años (que sería la edad transicional entre la niñez y la adultez). En fin, en este punto se reconoce que hace parte de las preguntas que no serán contestadas por el resultado de la investigación, como una respuesta absoluta, sino que se permite que el lector se apropie de la opción que de acuerdo a los fundamentos que sí serán dados en el análisis de los componentes estructurales, cuando se llegue al verso 20, le muestre mejor el camino.

CAPITULO IV EXEGESIS

Delimitación de la perícopa

El pasaje seleccionado está en el libro de Isaías capitulo 65, versículos 13 al 25. Fue extraído de la Biblia Hebraica Sttuttgartensia (BHS),[26] desde donde se analiza el texto partiendo de la base que está en sentido literal.

Se define este pasaje (Is. 65:13-25) como perícopa, por lo siguiente: En los capítulos 65 y 66, que envuelven la perícopa, se viene hablando de Regeneración. Y se observa el contraste que Dios quiere hacer en cuanto a las maldiciones que caerán sobre los rebeldes y las bendiciones que traerá sobre sus siervos.

En los versículos anteriores (vs. 1-12), se viene hablando de la situación de tinieblas espirituales del pueblo de Dios, y de la forma como habían afrentado a su Señor. Los rebeldes estarían destinados a la destrucción y los verdaderos siervos del Señor serían redimidos.

Súbitamente el capítulo (vs. 13-25) presenta una sentencia dada por el Señor Yahweh, donde anuncia a modo de contraste, cómo se va a dar esa regeneración de su pueblo. Reafirma que sus siervos gozarían de su favor, mientras que a los malvados mataría, enfatizando en los versículos 17-25 cuales serían las bendiciones vitales que recibirían, y que se constituye en una parte importante del estudio del grupo investigador.

En los versículos posteriores (cp. 66, vs.1-10), una vez más aparece la sentencia: “Así dice Yahweh”,[27] lo que indica una nueva declaración, y por ende la finalización de la idea anterior. Se habla una vez más de un castigo hacia el pueblo que había dejado a su Señor, mientras estima realmente al contrito de espíritu que se estremece ante su Palabra.

La clave entonces, está dada por las sentencias de “Así dice Yahweh”, o “Por lo tanto así dice Yahweh, Señor”,[28] que muestran una nueva idea en el texto, no obstante encaminada en el marco general de presentar un contraste entre las maldiciones para los rebeldes y las bendiciones para los verdaderos siervos.

Otro argumento trascendental para fundamentar la unidad de pensamiento que enmarca la perícopa escogida, es lo que muestra la Biblia hebrea.

Ésta se encuentra dividida por párrafos,[29] que a su vez tienen la característica de ser “abiertos” (aquellos que empiezan con una nueva línea) o “cerrados” (aquellos que comienzan en la misma línea que el párrafo precedente, con un pequeño espacio separando a ambos). Para hacer la distinción se utilizaron dos letras: la (p) y la (s).

La primera es una abreviatura de petuha; que significa “abierto”, y la segunda es una abreviatura de setuma que significa “cerrado”.[30] En la BHS, se encuentra una (p) justamente iniciando el versículo 13, lo cual indica un párrafo abierto, que comienza en una nueva línea, y una (s) al terminar el versículo 25, lo cual da a entender un párrafo cerrado.[31]

Con esto, se muestra que los masoretas, quienes trabajaron la BHS, también tuvieron el capítulo 65, versículos 13-25 como una unidad clara de pensamiento, y por lo tanto puede considerarse perícopa.

Traducción de la perícopa

Texto en su idioma original
Perícopa: Isaías 65:13-25 según la BHS

12וּמָנִ֨יתִי אֶתְכֶ֜ם לַחֶ֗רֶב וְכֻלְּכֶם֙ לַטֶּ֣בַח תִּכְרָ֔עוּ יַ֤עַן קָרָ֨אתִי֙ וְלֹ֣א עֲנִיתֶ֔ם דִּבַּ֖רְתִּי וְלֹ֣א שְׁמַעְתֶּ֑ם וַתַּעֲשׂ֤וּ הָרַע֙ בְּעֵינַ֔י וּבַאֲשֶׁ֥ר לֹֽא־חָפַ֖צְתִּי בְּחַרְתֶּֽם׃ פ
13לָכֵ֞ן כֹּה־אָמַ֣ר׀ אֲדֹנָ֣י יְהוִ֗ה הִנֵּ֨ה עֲבָדַ֤י׀ יֹאכֵ֨לוּ֙ וְאַתֶּ֣ם תִּרְעָ֔בוּ הִנֵּ֧ה עֲבָדַ֛י יִשְׁתּ֖וּ וְאַתֶּ֣ם תִּצְמָ֑אוּ הִנֵּ֧ה עֲבָדַ֛י יִשְׂמָ֖חוּ וְאַתֶּ֥ם תֵּבֹֽשׁוּ׃
14הִנֵּ֧ה עֲבָדַ֛י יָרֹ֖נּוּ מִטּ֣וּב לֵ֑ב וְאַתֶּ֤ם תִּצְעֲקוּ֙ מִכְּאֵ֣ב לֵ֔ב וּמִשֵּׁ֥בֶר ר֖וּחַ תְּיֵלִֽילוּ׃
15וְהִנַּחְתֶּ֨ם שִׁמְכֶ֤ם לִשְׁבוּעָה֙ לִבְחִירַ֔י וֶהֱמִיתְךָ֖ אֲדֹנָ֣י יְהוִ֑ה וְלַעֲבָדָ֥יו יִקְרָ֖א שֵׁ֥ם אַחֵֽר׃
16אֲשֶׁ֨ר הַמִּתְבָּרֵ֜ךְ בָּאָ֗רֶץ יִתְבָּרֵךְ֙ בֵּאלֹהֵ֣י אָמֵ֔ן וְהַנִּשְׁבָּ֣ע בָּאָ֔רֶץ יִשָּׁבַ֖ע בֵּאלֹהֵ֣י אָמֵ֑ן כִּ֣י נִשְׁכְּח֗וּ הַצָּרֹות֙ הָרִ֣אשֹׁנֹ֔ות וְכִ֥י נִסְתְּר֖וּ מֵעֵינָֽי׃
17כִּֽי־הִנְנִ֥י בֹורֵ֛א שָׁמַ֥יִם חֲדָשִׁ֖ים וָאָ֣רֶץ חֲדָשָׁ֑ה וְלֹ֤א תִזָּכַ֨רְנָה֙ הָרִ֣אשֹׁנֹ֔ות וְלֹ֥א תַעֲלֶ֖ינָה עַל־לֵֽב׃
18כִּֽי־אִם־שִׂ֤ישׂוּ וְגִ֨ילוּ֙ עֲדֵי־עַ֔ד אֲשֶׁ֖ר אֲנִ֣י בֹורֵ֑א כִּי֩ הִנְנִ֨י בֹורֵ֧א אֶת־יְרוּשָׁלִַ֛ם גִּילָ֖ה וְעַמָּ֥הּ מָשֹֽׂושׂ׃
19וְגַלְתִּ֥י בִירוּשָׁלִַ֖ם וְשַׂשְׂתִּ֣י בְעַמִּ֑י וְלֹֽא־יִשָּׁמַ֥ע בָּהּ֙ עֹ֔וד קֹ֥ול בְּכִ֖י וְקֹ֥ול זְעָקָֽה׃
20לֹא־יִֽהְיֶ֨ה מִשָּׁ֜ם עֹ֗וד ע֤וּל יָמִים֙ וְזָקֵ֔ן אֲשֶׁ֥ר לֹֽא־יְמַלֵּ֖א אֶת־יָמָ֑יו כִּ֣י הַנַּ֗עַר בֶּן־מֵאָ֤ה שָׁנָה֙ יָמ֔וּת וְהַ֣חֹוטֶ֔א בֶּן־מֵאָ֥ה שָׁנָ֖ה יְקֻלָּֽל׃
21וּבָנ֥וּ בָתִּ֖ים וְיָשָׁ֑בוּ וְנָטְע֣וּ כְרָמִ֔ים וְאָכְל֖וּ פִּרְיָֽם׃
22לֹ֤א יִבְנוּ֙ וְאַחֵ֣ר יֵשֵׁ֔ב לֹ֥א יִטְּע֖וּ וְאַחֵ֣ר יֹאכֵ֑ל כִּֽי־כִימֵ֤י הָעֵץ֙ יְמֵ֣י עַמִּ֔י וּמַעֲשֵׂ֥ה יְדֵיהֶ֖ם יְבַלּ֥וּ בְחִירָֽי׃
23לֹ֤א יִֽיגְעוּ֙ לָרִ֔יק וְלֹ֥א יֵלְד֖וּ לַבֶּהָלָ֑ה כִּ֣י זֶ֜רַע בְּרוּכֵ֤י יְהוָה֙ הֵ֔מָּה וְצֶאֱצָאֵיהֶ֖ם אִתָּֽם׃
24וְהָיָ֥ה טֶֽרֶם־יִקְרָ֖אוּ וַאֲנִ֣י אֶעֱנֶ֑ה עֹ֛וד הֵ֥ם מְדַבְּרִ֖ים וַאֲנִ֥י אֶשְׁמָֽע׃
25זְאֵ֨ב וְטָלֶ֜ה יִרְע֣וּ כְאֶחָ֗ד וְאַרְיֵה֙ כַּבָּקָ֣ר יֹֽאכַל־תֶּ֔בֶן וְנָחָ֖שׁ עָפָ֣ר לַחְמֹ֑ו לֹֽא־יָרֵ֧עוּ וְלֹֽא־יַשְׁחִ֛יתוּ בְּכָל־הַ֥ר קָדְשִׁ֖י אָמַ֥ר יְהוָֽה׃ ס

1כֹּ֚ה אָמַ֣ר יְהוָ֔ה הַשָּׁמַ֣יִם כִּסְאִ֔י וְהָאָ֖רֶץ הֲדֹ֣ם רַגְלָ֑י אֵי־זֶ֥ה בַ֨יִת֙ אֲשֶׁ֣ר תִּבְנוּ־לִ֔י וְאֵי־זֶ֥ה מָקֹ֖ום מְנוּחָתִֽי׃

Texto traducido al español
Perícopa: Isaías 65:13-25 según el grupo investigador

Por tanto así dice (el) Señor Yahweh: He aquí mis siervos comerán, pero vosotros tendréis hambre; he aquí mis siervos beberán pero vosotros tendréis sed; he aquí mis siervos se alegrarán pero vosotros seréis avergonzados. He aquí mis siervos cantarán por (el) gozo del corazón, pero vosotros gritaréis por (la) angustia del corazón, y por el quebrantamiento de (vuestro) espíritu aullaréis. Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis elegidos, y (el) Señor Yahweh te matará, pero a sus siervos llamará (por) otro nombre. Porque el que pida ser bendecido en la tierra, (se) bendecirá por el Dios de verdad y el que jure en la tierra, jurará por el Dios de verdad, porque las angustias pasadas serán olvidadas y ciertamente estarán escondidas de mis ojos.

Porque he aquí (yo) creo cielos nuevos y tierra nueva, y las cosas primeras no serán recordadas, ni vendrán a la mente. Más bien, alegraos y gozaos por siempre, (sobre, en) lo que yo creo. Porque, he aquí, yo creo un deleite a Jerusalén y un regocijo a su pueblo. Y me alegraré con Jerusalén y me deleitaré en mi pueblo, y no se oirá en ella más sonido de llanto ni de clamor. No habrá allí más niño de días, ni anciano que no cumpla sus días, ciertamente el joven vivirá sus días antes de morir, y el pecador cumplirá sus años, aunque será maldito.
Y construirán casas y habitarán (en ellas), y plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán y otro habitará, no plantarán y otro comerá, pues (los) días de mi pueblo (serán) como los días del árbol, y mis elegidos disfrutarán (la) obra de sus manos. No se esforzarán en vano y no darán a luz para desgracia, pues ellos y sus descendientes (son) simiente de (los) benditos de Yahweh. Y será antes que clamen, que yo responderé. Yo escucharé entonces, (mientras) aún ellos (estén) hablando. (El) lobo y el cordero pacerán como uno y (el) león comerá paja como el buey. Y (la) serpiente, (tendrá) (como) su alimento (el) polvo. No dañaran, ni destruirán en todo (el) monte de mi santidad, dice Yahweh.[32]

Revisión de las palabras controversiales del aparato crítico

Vers. 18.
a. Una variante para ser puesta antes de la palabra rv<ßa], es la preposición la, (°el), que significa (sobre, en, contra). En este caso toma el sentido “sobre” o "en" para indicar “... y gozaos por siempre jamás sobre (en) lo que yo creo”. En la BHS no aparece la preposición citada, y a esto se denomina elipsis, figura literaria que se basa en la omisión de una frase o palabra que se puede considerar obvia.

Vers. 20.
a. Ha sido propuesta la variante lq;y> en vez de lL'(quy> La variante mencionada, viene de la raíz lq;(qal), adjetivo que significa ligero, rápido, y se aplicaría connotando lo veloz que es el desvanecimiento del malvado.

lL'(quy>por su parte, que en el texto significa “será maldito”, en el contexto de “y el pecador hijo de cien año será maldito", viene de una raíz verbal pual que denota ser maldito, pero que en otras formas verbales tiene connotaciones de ser insignificante, de poca monta, ligero y rápido. La variante no altera mucho el significado del texto, ya que lo que recibe el pecador es al fin de cuentas una maldición, encaminado a lo fugaz que es.

Vers. 23
a. En la versión Septuaginta (LXX), (y por ende en la Siriaca y la Vulgata que traducen de ésta), aparece el término teknopoih,sousin, que es igual a dulyo en vez de Wdßl.yE (este último significa “dar a luz” y es el que aparece en el texto masorético). Es una variante que se puede utilizar, y es importante mencionar que existe, pero por no estar presente en la mayoría de los otros testigos fidedignos, no se considera puntual. El significado de dulyo, que también es de soportar hijos, no altera el significado del texto.

Vers. 25.
a-a La frase que aparece como “y serpiente polvo su alimento” es tal vez una glosa.[33]

Análisis literario

Tema central: Promesa de Regeneración para el Pueblo de Dios.

Bosquejo del texto:

13-16 El Señor promete bendecir a sus siervos mientras maldice a los que lo dejan.

17-19 El Señor promete crear un nuevo cielo y una nueva tierra donde todo será gozo para su pueblo.

20-25 Características de lo que sucederá en esa nueva creación (regeneración) de Dios.

20- Se les alargará la esperanza de vida
21,22- Edificarán, plantarán, y todo para su bienestar.
23- Engendrarán para bendición.
24- Clamarán y siempre obtendrán rápida respuesta de Dios 25- Todos harán el bien, hasta los animales serán pacíficos.

Género

El género corresponde al profético. Y dentro de las variantes del género, corresponde a una revelación del futuro (apocalíptico). Anuncia una nueva creación donde el pueblo de Dios se gozará en lo que él les dará.

El profeta habla del futuro del pueblo. La forma de abordarlo es literal. El texto además de ser profético, maneja un estilo literario poético. Y teniendo en cuenta la importancia del verso 20 para la presente investigación, se encuentra que utiliza la figura literaria del Paralelismo.

Contexto histórico[34]

El contexto histórico, aunque siempre trascendental para identificar los referentes que circundaron cualquier pasaje bíblico, en este caso no provee suficiente información para dilucidar todos los problemas en cuestión. Esto, ya que el tipo de género al cual se refiere la perícopa, que es apocalíptico, trata de algo que va a acontecer en el futuro distante del profeta. Otro asunto adicional que complica la ayuda del contexto histórico es que no hay indicios de que lo relatado en el pasaje se haya cumplido en la historia del pueblo de Dios. No obstante, observar que es lo que estaba sucediendo en el tiempo en el cual fue escrito, ayuda a vislumbrar las razones por las cuales fueron pronunciadas las palabras que se encuentran consignadas en Isaías 65:13-25.

Asumiendo que el autor del libro de Isaías es uno solo (el cual se denominó Isaías histórico), aquel profeta de Dios que vivió entre los años 740-686 a.C., en los días de Uzías, Jotam, Acaz, y Ezequías, reyes de Judá (Is. 1:1)[35], el mismo registro bíblico permite dilucidar algunas cosas.

Este Isaías, que escribe el capitulo 65 en los últimos días de su vida, y de esta manera introduce un cierre magistral para la continuidad temática bastante pronunciada de su libro, es el mismo entonces, que según los capítulos 7 y 8, tiene como mujer a la profetisa (Is. 8:3), y es padre de tres hijos: Sear Jasub “un remanente volverá” (Is. 7:3), Emanuel “Dios con nosotros” (Is. 7:14) y Maer Salal Hasbaz “el despojo se apresura” (Is. 8:3).

Como se puede observar en los nombres de los hijos, todos apuntan a un acontecimiento futuro para el pueblo, que no parece ser muy atractivo ni benigno, y aun así se muestra una seguridad de que a pesar de todo, Dios estaba allí. Al relacionarlo con los versos 13-16 de Isaías 65, que es la perícopa de análisis, se ve claramente que los siervos obedientes son los que tienen derecho a bendición, mientras que los que dejan al Señor reciben el castigo que desde allí se estaba prediciendo.[36]

Otro aspecto que muestra el registro sagrado acerca del personaje histórico de Isaías, es su trabajo en la corte real. Bien es dicho por los comentadores que Isaías era de linaje real,[37] y los capítulos 7 y 39 por poner ejemplos, muestran que Dios mandaba al profeta a hablar directamente con los reyes de Judá. En los capítulos mencionados se narran dos momentos difíciles para el pueblo de Judá, ya que el primero muestra el sitio terrible al que viene a ser sometido el pueblo de Jerusalén en los mismos días de Isaías, y el segundo, después de una interesante obra milagrosa de sanación, el episodio futuro en el que el pueblo sería llevado cautivo a la nación de Babilonia.

En el primero se da una liberación portentosa de parte de Dios. En el segundo, el castigo predicho. Estos dos ejemplos son un indicio del fin que les espera a los siervos obedientes y a los rebeldes que dejan al Señor respectivamente, según los versículos que componen la perícopa de análisis, Isaías 65:13-25, que afirman que en el proceso de regeneración hay bendiciones para los obedientes (que aunque pareciera difícil recibirían salvación de manera portentosa) y maldiciones para los rebeldes (opresión fatal sin misericordia).

Ahora, en cuanto a lo que habla el profeta, es interesante notar que aparte de profecías apocalípticas (que realmente son pocas, teniendo como representativas la del capítulo 65 que es el texto de análisis, y parcialmente la paralela que está en el capítulo 11), es muy recurrente encontrar las otras connotaciones de la profecía de Isaías en su libro, como son las exhortaciones, las reprensiones y los llamados a enmienda. Y aquí también se muestra un punto que sirve para el análisis del capítulo 65. La razón por la que Isaías tiene que llevar a cabo este tipo de reprensiones al pueblo, en ocasiones muy fuertes, es porque éste había llegado a un nivel de depravación tal, que se consideraba que la apostasía era nacional. Creían en los ídolos (Is.41:22,23), actuaban con hipocresía (Is.58:1-2), les encantaba el vino y la bebida fuerte (Is.5:12, 22), y entre muchos otros pecados, eran totalmente repelentes para un Dios santo (Is. 6:3).

En este cuadro se denota entonces la razón principal por la cual en el capítulo 65, versos 13-16, hay un ultimátum para todos los malvados, mientras se prometen bendiciones majestuosas para los siervos obedientes. Éstos, según los primeros versos del capítulo, son pocos en relación con la mayoría perversa (Is. 65:8). Pero por amor a ellos, se haría todo lo prometido.

La nueva creación es sin duda, según este contexto, una promesa que da esperanza a los fieles siervos de Dios, quienes en medio de esa sociedad corrompida, también ven como inminente una regeneración total.

Interpretación teológica y aplicaciones

(Análisis en componentes estructurales)

Por tanto así dice (el) Señor Yahweh: He aquí mis siervos comerán, pero vosotros tendréis hambre; he aquí mis siervos beberán pero vosotros tendréis sed; he aquí mis siervos se alegrarán pero vosotros seréis avergonzados. He aquí mis siervos cantarán por (el) gozo del corazón, pero vosotros gritaréis por (la) angustia del corazón, y por el quebrantamiento de (vuestro) espíritu aullaréis. Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis elegidos, y (el) Señor Yahweh te matará, pero a sus siervos llamará (por) otro nombre. Porque el que pida ser bendecido en la tierra, (se) bendecirá por el Dios de verdad y el que jure en la tierra, jurará por el Dios de verdad, porque las angustias pasadas serán olvidadas y ciertamente estarán escondidas de mis ojos.

El nombre de Yahweh está íntimamente ligado con Adonai, para afirmar que el Dios de salvación y juicio tiene el poder para cumplir sus promesas y sus amenazas a una ejecución real.[38]

En este caso Yahweh está prometiendo a sus siervos fieles bendiciones, que contrastan fuertemente con las maldiciones que caen sobre los rebeldes.

En el caso de la frase que menciona que esos rebeldes (que en el texto son mencionados como vosotros) dejarán su nombre por maldición a sus elegidos, lo que Dios dice aquí es que el nombre de ellos iba a quedar como un ejemplo de maldición para los verdaderos siervos y sus generaciones, que posiblemente podrían decir “que el Señor te mate así como lo hizo a aquellos rebeldes”.[39]

No obstante el texto viene dando después de esto la contraparte, al decir que en el Dios de verdad (Amén) es que realmente jurarían los verdaderos siervos y en esta forma de actuar estaría la seguridad de que los males primeros ciertamente estarían lejos de ellos al confiar en el Dios fiel. Así como lo que le sucedería a los rebeldes en la ejecución de las amenazas descritas como testigo fiel, de que iba a cumplir sus promesas, así también cumpliría esta devastadora destrucción a los rebeldes los cuales no serían aptos para recibir las bendiciones que se les otorgaría a los justos. Como Dios de verdad, cumpliría tanto las amenazas como las promesas pronunciadas.

En cuanto a la interpretación de la perícopa, estos versos sirven como una buena introducción que demuestran la historicidad del mensaje.

Al leerlos se observa que el lenguaje aplica para una situación específica que está viviendo el pueblo de Judá. Hay unos rebeldes que no quieren hacer caso a los designios de Yahweh. A éstos, él matará. Hay unos siervos obedientes a los mandatos de su Dios y éstos son recompensados con bendiciones. En lo descrito, consiste el proceso de regeneración que Dios busca hacer con su pueblo. El castigo es claramente mostrado por la historia, en la destrucción de Jerusalén en el año 587 A.C. Realmente llegaron a ser un oprobio para todos los pueblos.

Ahora, es normal la pregunta con respecto a las promesas de bendición para los verdaderos siervos. La respuesta se encuentra en la continuación del análisis, en los versos 17-19.

En cuanto al versículo 20 específicamente, que también es un tema relevante en el análisis de esta investigación, los versículos del 13 al 16 nos dan un indicio importante: la muerte es algo presente en los planes de Dios para aquel pueblo. Dice que va a matar a los rebeldes, y que de igual manera el nombre de ellos iba a quedar como una maldición para las generaciones.

El hecho de que los siervos obedientes pudieran utilizar como frase: “Que el Señor te mate como a esos rebeldes”, muestra que la sentencia era para ese tiempo, donde todavía la muerte estaba presente (al igual que hoy), y aún hay pecadores, según la última parte del verso 20.

Porque he aquí (yo) creo cielos nuevos y tierra nueva, y las cosas primeras no serán recordadas, ni vendrán a la mente. Más bien, alegraos y gozaos por siempre, (sobre, en) lo que yo creo. Porque, he aquí, yo creo un deleite a Jerusalén y un regocijo a su pueblo. Y me alegraré con Jerusalén y me deleitaré en mi pueblo, y no se oirá en ella más sonido de llanto ni de clamor.

En esta parte, el punto más importante a analizar es el referente a los cielos nuevos y la tierra nueva. Es aquí donde se dilucidará más a fondo la interpretación que se hace a esta nueva creación. Y se parte justamente del concepto de una nueva creación, porque la palabra utilizada por Dios aquí, que es bara’, es la misma utilizada en Génesis capítulo 1, y que indica el poder desplegado en la creación original, que está siendo manifestado una vez más, en sentido presente, en la nueva obra de creación.[40]

Para entender el significado de estos nuevos cielos y tierra nueva se comparte la idea que apoya el hecho de analizar esta novedad como varios aspectos amalgamados, que pueden ser cronológicamente distintos, pero espiritualmente idénticos.[41]

De este modo se cumple la promesa de regeneración con los dos advenimientos de Cristo y su reinado total. Pero también puede haber una presente manifestación en las vidas de los creyentes, donde el cielo nuevo y la tierra nueva, representa el reino de Dios que llegó a ellos, y entonces comienzan a participar de una nueva creación (2 Corintios 5:17), el mundo por venir (Hebreos 2:5).

Esta forma de ver el pasaje, como tres manifestaciones del Reino del Mesías, (primer advenimiento, vida actual de los creyentes y segundo advenimiento de reinado total), son telescopeados juntos en la mente del profeta, de forma comparable a lo que Jesús hizo con la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo en Mateo 24.[42]

La destrucción del pecado y la renovación de las cosas es un proceso entonces permanente y continuo que Dios está realizando desde que el mal surgió, pero de forma concreta cuando Cristo murió por la humanidad en su primer advenimiento, cuando un alma se entrega al poder justificador y santificador de su sangre, y finalmente cuando en su segundo advenimiento destruya la maldad, y al final del milenio haga la completa renovación del cosmos, pero específicamente de este planeta.

Ahora bien, cómo entender el milenio. Definitivamente este pasaje no sustenta la idea de un milenio, o mil años de paz y felicidad antes del segundo advenimiento de Cristo. La Biblia en su totalidad no predica esta idea.

En este aspecto fallan la mayoría de comentadores y expertos en el tema. Según la Palabra, el milenio existirá después del advenimiento de Cristo, cuando sean resucitados los decapitados y los que habían sido muertos por no adorar a la bestia y a su imagen, según Apocalipsis 20:4. De hecho, el capítulo 20 de Apocalipsis es prácticamente el único de la Biblia que habla de mil años, o el milenio.

Aparte de esto, el verso 5 del mismo capítulo 20 dice que “éstos que volvieron a vivir” reinarían con Cristo mil años. La pregunta es ¿Dónde reinarán? Y la respuesta se encuentra en los versos anteriores. Desde el verso 1 del capítulo 20 se dice que un ángel descendió del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Prendió al dragón, el diablo, y lo ató por mil años para que no engañe más a las naciones, habiéndolo arrojado al abismo.

El abismo representa la tierra, y lo deja claro el mismo contexto de Apocalipsis, al mostrar que la palabra griega de abismo representa un lugar desierto, inhabitable sobre la tierra, como en el capítulo 9, las langostas que subían de la humareda del pozo del abismo. Más específicamente denota desolación. Satanás quedará sólo sobre la tierra, sin poder engañar a los habitantes de la tierra, y eso se da cuando todos los habitantes malvados mueran, plasmado en el capítulo 19:17-21, donde dice que todos los reyes y los capitanes etc., que representan a los rebeldes, mueren con la espada que salía de la boca del que estaba sentado sobre el caballo.

Así que el encierro milenial de Satanás es porque no va a tener a quién tentar, y no de una forma literal en un pozo hermético, o en el espacio sideral. Se quedará en la tierra sólo con sus secuaces ángeles malvados, meditando en las consecuencias de su mal proceder y su rebelión con Dios. Los justos vivos, cuando se destruya a los rebeldes, se dice en 1 Tesalonicenses 4:17, ascenderán con Cristo y vivirán con él por el tiempo determinado en Apocalipsis 20:5, con los dichosos y santos que tienen parte en la primera resurrección. Esta idea del milenio es muy distinta a la popular que promueven los círculos del post-milenialismo, que asignan mil años de prosperidad a la tierra[43] y de un nuevo y maravilloso orden mundial antes de la segunda venida de Cristo.

Temas como el derramamiento de las copas de la ira de Dios, el cierre de la gracia, y la muestra de la caída de Babilonia con un tiempo de angustia y persecución para los fieles que no adoren a la bestia y a su imagen, ni reciban su marca en su frente ni en su mano, son todos argumentos claves para entender que cuando Cristo venga a la tierra por segunda vez, las cosas estarán muy graves, todo irá de mal en peor.

Él mismo lo dijo en Mateo 24, al narrar los acontecimientos finales de este mundo.

Realmente será al fin de los mil años (años que necesariamente no tienen que ser literales, pues el Apocalipsis es un libro cargado de símbolos), cuando los perversos serán levantados de la tierra y reunidos por Satanás para el último asalto a la ciudad de Dios que desciende después de un buen tiempo de reinado y de obra de comprobación acerca de la justicia de Dios, y serán completamente destruidos junto con su jefe, y la visión de Isaías se completará con la renovación del cielo y la tierra, porque aún la muerte y el sepulcro serán lanzados en el lago de fuego.

Y allí está la unión con Apocalipsis 21:1-4, “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén que descendía del cielo, de Dios, engalanada como una novia para su esposo. Y oí una gran voz del cielo que decía, ahora la morada de Dios está con los hombres y él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos, y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor porque las primeras cosas pasaron.”

Ahora bien, qué hacer con los aspectos del pasaje de Isaías 65:13-25, que parece nunca se cumplieron, y que hace dudar a muchos en cuánto a conectarlos con los dos advenimientos de Cristo y su reinado total, y la vida actual espiritual de los creyentes.

Es importante primero, mostrar la forma como se deben abordar. Hay que entender en primer lugar, que todo pasaje (tal como la perícopa que se está trabajando), debe analizarse desde su marco referencial, que incluye aspectos como los que se identificó anteriormente: género, contexto histórico, etc., entendiendo que hay un primer público receptor. Lo concerniente a la globalidad del pasaje, que predica entenderlo como una triple manifestación de la creación regeneradora de Dios parece estar claro ya. Pero los detalles que se presentan desde el verso 20-25 complican a muchos.

No se ve pertinente por ejemplo, lo que propone Whybray[44], de hacer una reconstrucción del texto, arguyendo que se podría recortar el verso 17 y 25, para darle al pasaje la aplicación simplemente al pueblo de Jerusalén, y así apoyar la idea de Cheyne[45], de que esta transformación física no será real.

Tampoco se ve correcto, tratar de reconstruir el texto, recortando textos difíciles como el 20 y el 23 para que cuadre la explicación que se ha dado en este trabajo. Estos versículos también tienen su razón.

La problemática se resuelve cuando se entiende que al ser aplicado primariamente este texto al pueblo de Jerusalén, que vivía de forma común en la tierra, cuestiones como la muerte y el engendrar hijos serían sucesos rutinarios que no afectarían las bendiciones que el Señor les promete en este texto a los siervos obedientes.

Se sabe que estos eventos no sucederán en la tierra nueva después de la destrucción de Satanás y el mal (Ap. 21:4, Mt. 22:30). Por ello, estos detalles específicos están destinados, sin afectar para nada la triple manifestación del reino de Dios, a este pueblo que se esperaba iba a recibir al Ungido, el Mesías, en su primer advenimiento.

Ahora bien, el registro bíblico es claro, que en vez de mejorar como nación en los tiempos de Isaías, y luego, tras el castigo fatal del exilio babilónico en el 587 a.C.,[46] el pueblo elegido por Dios no aceptó lo que se pueden llamar, promesas condicionales de Dios. En vez de aprender la lección que quería mostrarles Dios tras el exilio, se alejaron aún más de su Señor. Es cierto, no se fueron tras los ídolos de la misma forma abierta en que lo habían hecho sus padres, pero comenzaron a darle más importancia a los ritos del culto dedicado a Dios, y se olvidaron del Dios al cual el culto era dedicado.

Por ello es que se observa, que cuando Jesús es presentado en el Templo al octavo día de nacido, sólo personas fieles como Simeón y Ana lo reconocieron. Y en sus días finales sobre la tierra, se observa como la misma nación asesinó al garante de su salvación y por quien las promesas venían. En este sentido, ¿queda alguna duda con respecto a porqué no se cumplieron estas promesas en su totalidad al pueblo de Jerusalén?

Eran promesas condicionales (ejemplo de promesa condicional es la que le hizo Dios a Abrahán en Gn. 18:22-33), y como no respondieron a las condiciones, entonces las bendiciones tampoco iban a llegar.[47] Cristo vino, pero ellos no le recibieron.

Realmente se esperaba que para la venida de Cristo, Jerusalén fuera una ciudad de luz para el mundo conocido. Que esos detalles que a continuación se van a analizar en los versos restantes de la perícopa, estuvieran funcionando en su comunidad. Gran longevidad, poder económico y tranquilidad nacional. Calidad de vida, y hasta seguridad en la procreación. Obviamente, como ya se mencionó anteriormente, la visión es más profunda e incluye la renovación total de la tierra, donde por fin hasta los animales serán pacíficos de nuevo, como en el principio.

No obstante, no se desconoce que esta promesa se hubiera podido cumplir al igual que en el éxodo fue una realidad, cuando se creó un cerco invisible protector de parte de Dios para que animales fieros, reptiles venenosos y cualquier depredador, que sí atacaban a otras naciones o pueblos, no lo hicieran con Israel.

Es natural entonces que en la comunidad fiel a la cual esta promesa iba dirigida, los animales feroces fueran pacíficos. Pero si hay algo, y es que si el pueblo de Jerusalén hubiera sido fiel a las condiciones de fidelidad que incluía la promesa dada a ellos en el pasaje de análisis, posiblemente la tierra no tendría que pasar por más procesos de dolor, sino que se cumpliría el cometido tras la primera venida de Cristo,[48] de que las naciones del mundo conocieran a Jerusalén y a su Rey, gracias a la prosperidad que emanaría de sus habitantes. En ese caso, si es creíble, que las condiciones de paz a las que apuntan los que catalogan el milenio como un tiempo de prosperidad y paz antes de la venida de Cristo, se habrían cumplido en Jerusalén y el reino de Judá antes del primer advenimiento de Cristo. Pero se sabe que esto no sucedió.

Y ahora, antes del segundo advenimiento, lo que habrá es lo predicho en los versos 13-16 de Isaías 65 (parte de la perícopa de análisis): Destrucción total de los rebeldes, de raíz, y bendición total e imperecedera para los siervos obedientes. Ya no habrá más gracia, la destrucción será repentina y total, con fuego, para que pueda haber renovación (2 P. 3:10, 13).

No habrá allí más niño de días, ni anciano que no cumpla sus días, ciertamente el joven vivirá sus días antes de morir, y el pecador cumplirá sus años, aunque será maldito.

Entendiendo que el eje problemático con relación a la interpretación general del pasaje ya está resuelto, no queda sino analizar los detalles del resto del texto que también son importantes, porque ayudan a la comprensión general. Por cierto, este versículo, que es el 20 del capítulo 65, es referenciado como de gran importancia por los investigadores, porque es el que los motivó a analizar la perícopa, y es finalmente un eje problemático en sí mismo.

Pero como ya se mencionó, en el análisis de los versos anteriores ya se comprobó la interpretación correcta, y ahora queda mirar en sí lo que representaría para los habitantes de Jerusalén el acceder a esta promesa.

Se ha catalogado ya esta promesa de este verso, como un alargamiento de la esperanza de vida para los fieles siervos constituyentes del pueblo de Dios, Jerusalén.

Ahora, la primera parte del verso es clara para la mayoría de autores. No habría niños que vivieran pocos días, es decir no habría muertes prematuras. Los ancianos también llegarían a la plenitud de sus días sin ningún problema.[49]

La segunda parte del verso es la que complica a la mayoría. Ciertamente se observa un paralelismo en el verso, especie de quiasmo, en el cual el niño de la primera oración está relacionado con el joven de la segunda, y el anciano de la primera oración con el pecador de la segunda.[50]

La segunda oración comienza diciendo en el lenguaje más literal, que “el joven hijo de cien año morirá”. Esto de “hijo de cien año” es una cláusula que indica menor.[51] Por ende, al analizar el texto, se puede llegar a dos viabilidades. La primera, que el que muera antes de los cien años será apenas considerado un joven. Es decir, se esperaba que pudiera vivir mucho más de esto, incluso algunos se han atrevido a decir que mil años, “como los días de los árboles” (Is. 65:22).[52] Los cien años apenas serían una especie de transición entre la juventud y la edad adulta.[53]

Por esto, la frase que cierra la segunda oración que dice en su forma más literal que el pecador hijo de cien año será maldito, indicaría que sería maldito por no pasar de esa mínima edad de cien años.

No obstante, es importante reconocer que realmente el texto no está especificando que las personas vivirían hasta esas prolongadas edades, y en la Biblia tampoco hay sustento claro para esta idea.

No obstante, es importante reconocer que realmente el texto no está especificando que las personas vivirían hasta esas prolongadas edades, y en la Biblia tampoco hay sustento claro para esta idea.

La segunda posibilidad es que los cien años deben ser tomados como un número redondo, dándole a la palabra hebrea muth su sentido natural, y no forzando la idea de que se podría llegar a los mil años, teniendo los cien años como una transición para el desarrollo del ciclo de vida. De esta manera, la edad de cien años sería una vida bastante larga teniendo en cuenta que el promedio de vida de las personas en los tiempos de Isaías era mucho menor, algo que muestra por ejemplo el análisis del tiempo de vida de los reyes de Judá desde Roboam hasta Joacim, cuyo promedio es de 47 años.

También es interesante el ejemplo de Moisés en el Salmo 90:10 al decir que los hombres en lo más común llegan a los 70 años.

Así, el texto estaría diciendo que los jóvenes no morirían hasta que no hubieran cumplido sus años de vida, cuya cifra normal podrían ser los cien.[54]

Esta posibilidad también trae su problema, porque no se ha indicado la razón, bíblicamente hablando tampoco, de escoger el número cien.

Lo del pecador aquí, entonces se explicaría diciendo que éste, aunque experimentase la bendición de una vida muy larga (cien años), estaría bajo una maldición o sería maldito. Esta explicación trae otro problema. No es claro como la maldición sería expresada en ese caso, o como la gente sabría que el pecador o la persona, era maldito o no, y así diferenciarse del no pecador que también había llegado a esa edad.

Adicionalmente, este significado no parece cuadrar con la sentencia precedente de la primera parte de la oración paralela: “ni anciano que no cumpla sus días”.[55]

En este caso, se querrá que se solucione esto, pero hay que reconocer que este dilema no se puede todavía resolver con certeza, y es una de las cosas secretas que aún pertenecen a Dios (Dt. 29:29).

Se considera por parte de los investigadores que el saber si los siervos obedientes de Dios tendrían la edad de cien años como la normal y suficiente, o si podrían llegar a mucho más, incluso los mil años, no es indispensable para entender si Dios es realmente justo y misericordioso, que es algo maravilloso que muestra la promesa de regeneración de la perícopa de estudio.

Cuando se pueda ser partícipe de esa renovación total de la tierra, y se pueda ver a Dios cara a cara, sin duda alguna que esa será una excelente pregunta para resolver.

Y construirán casas y habitarán (en ellas), y plantarán viñas y comerán su fruto. No construirán y otro habitará, no plantarán y otro comerá, pues (los) días de mi pueblo (serán) como los días del árbol, y mis elegidos disfrutarán (la) obra de sus manos.

Este verso indica prosperidad económica,[56] calidad de vida y sobre todo el gozo de una labor que da frutos.

Es importante recordar que en el contexto anterior que presenta otra promesa condicional como la encontrada en el libro de Dt. 28:15-46, habían maldiciones para los rebeldes o desobedientes que no se atenían a los designios de Dios, y así también comienzan los primeros versículos de esta perícopa, al mostrar las maldiciones que caen sobre los que dejan al Señor, siendo el destino final de ellos la muerte, después de un lapso de castigo.

En el verso presente (en sí desde el 17-25), en cambio, se detallan con más poder las bendiciones. Hay aspectos de bendición que han sido prometidos a los siervos obedientes: en vez de lágrimas de frustración y futilidad, hay sonrisas de satisfacción.

Todo lo que construyan y planten es para ellos. El hecho de mencionar que estos súbditos del reino de Dios serán como los árboles, muestra la estabilidad, longevidad, y calidad de vida de la que serían partícipes.[57]

No se esforzarán en vano y no darán a luz para desgracia, pues ellos y sus descendientes (son) simiente de (los) benditos de Yahweh.

El hecho de que no se esforzarán en vano como bendición para los verdaderos siervos de Dios, hace referencia a la idea que vienen manejando los versos anteriores al mencionar que sus edificaciones serían para ellos, no para que otros morasen, y sus plantíos igualmente serían para su deleite. Pero este versículo entonces redondea la situación mostrando que en general todos sus esfuerzos serían fructuosos, toda la obra de sus manos.

Y lo mejor, no sólo sería para ellos, sino también para sus descendientes que harían parte de la simiente de los benditos de Yahweh.

Ahora bien, el texto habla acerca de la posibilidad de dar a luz y no para desgracia, que es sin duda alguna, otra maravillosa bendición.

Para aclarar el problema que muchos ven acerca de la contrariedad aparente entre esta frase y lo afirmado acerca de los casamientos por Jesús en los evangelios y por ende de dar a luz en la tierra nueva final, es importante que se lea lo ya expuesto en la aclaración de la situación que se hace en el análisis de los versículos 17-19 de esta perícopa.

Por lo demás, en los benditos siervos de Yahweh se observaría una gran bendición con respecto a los nacimientos de niños, porque tendrían las familias la seguridad de que éstos pequeñuelos no serían arrebatados por causa de la guerra, el hambre o algún otro problema, pues tendrían la protección divina de acuerdo a su promesa.[58]

Y será antes que clamen, que yo responderé. Yo escucharé entonces, (mientras) aún ellos (estén) hablando.

La seguridad de la presencia de Dios en su comunidad sería inevitable. Pues de acuerdo a la interpretación que se viene dando, el mismo Mesías, el Cristo, llegaría a ellos en el momento indicado por Dios (Isaías 11:1-5), y para complementar las tantas bendiciones que se mencionan en esta perícopa, su justicia llenaría todas las necesidades de la sociedad.

Cristo igualmente llevaría a cabo su plan de rescate por este mundo, pero a diferencia de hacerlo con la presencia de este pueblo diferente y especial, habitando en la tierra.

Se sabe como ya se ha mencionado a través de la presente investigación, que este pueblo de siervos no cumplió el plan divino, por el contrario rechazaron al Mesías cuando vino, y la promesa en su totalidad puede ser maravillosamente cumplida en las otras dos dimensiones que se han mencionado, que equivalen a la vida actual del creyente, y a la culminación final de las cosas cuando la renovación de cielos y tierra se lleve a cabo con la obra de exterminación total del mal (Apocalipsis 20 y 21).

Los creyentes hoy pueden tener la seguridad que Dios a través del Espíritu Santo, oye todas las oraciones que se expresan con un clamor de fe hacia él. Y se puede experimentar esta fenomenal promesa de recibir respuesta antes de que el mismo clamor haya salido de la boca de los hijos de Dios, reconociendo una de sus características más portentosas, como es la omnisapiencia del Creador.

En la renovación total al final de los tiempos de este mundo, la promesa es más que revalidada en Apocalipsis 21:3 donde se menciona que “Ahora la morada de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios”. Y en Apocalipsis 22:4 se dice que “Verán su rostro y su Nombre estará en sus frentes”.

(El) lobo y el cordero pacerán como uno y (el) león comerá paja como el buey. Y (la) serpiente, (tendrá) (como) su alimento (el) polvo. No dañaran, ni destruirán en todo (el) monte de mi santidad, dice Yahweh.

Para muchos es casi imposible creer que para ese momento determinado de la historia Dios podría hacer que incluso en el medio ambiente que rodeara a sus siervos obedientes, los animales cambiarían sus modales, y hasta los carnívoros se volverían vegetarianos. No obstante, ¿qué es imposible para Dios?

Hasta con el Israel del éxodo, tan rebelde y obstinado, Dios permitió que el ambiente que los rodeaba fuera apacible y seguro. Las bestias fieras del desierto no los afectaron, y hasta sus ropas se mantenían intactas a pesar de las condiciones desfavorables que cualquiera se puede imaginar en un desierto.

Pero este texto guarda una íntima relación con Isaías 11:6-9, y algunos lo han catalogado como una repetición de la idea con algunos detalles diferentes.[59]

En sí, lo que el verso está mostrando, es que aún los animales serían pacíficos en el santo monte de Dios, haciendo referencia al pueblo de siervos obedientes que se mantendrían fieles. Y la presencia de la serpiente, que para algunos es la certeza de que el enemigo, Satanás, todavía tendría parte en ese ambiente de los obedientes,[60] es viable reconociendo que si la muerte existiría, con ella también la posibilidad de pecar. No serían un pueblo perfecto, pero sí avanzarían gradualmente en búsqueda de la santidad, perseverando en la fe en el Mesías Salvador. (Tampoco está mal creer que se está poniendo a la serpiente como un ejemplo de animal feroz que se volvería pacífico, tal como el lobo y el león). Además, el versículo 20 de la perícopa en estudio, también menciona la presencia de los pecadores dentro de ese pueblo.

Ahora bien, si se observa la terminación del verso, aparece una cuestión que parece contradecir mucho de lo anterior. Si no dañarían ni destruirían en todo el monte de la santidad de Dios, ¿por qué se mencionó que hay muerte, pecadores, un enemigo? Hay una aparente contradicción.

Este detalle se explica reconociendo lo recién mencionado con respecto al gradual acercamiento a la perfección total, y tiene que ver con lo que experimenta también el creyente hoy.

Él tiene muchas dificultades al vivir en un mundo lleno de pecado y maldad, pero reconociendo a Cristo como su Salvador personal es declarado justo, llevando una existencia lo más cercana a sus designios y purificado por la misma sangre expiatoria del Redentor, es declarado santo, y finalmente después de cumplida esa tarea continua, y verificándose la rectitud a través de la justificación y santificación otorgada al creyente, lo próximo es el proceso de glorificación, tan real como lo muestra la perícopa de estudio al hablar de los cielos nuevos y la tierra nueva en su aplicación última.

Ésta era la misma experiencia a la que estaban invitados los siervos de Dios, siglos antes del primer advenimiento del Mesías. Y el proceso por el que tendrían que pasar no es diferente del que necesita el creyente hoy. Toda la historia finalizaría en la maravillosa promesa: No destruirán ni dañarán en todo el monte de mi Santidad. Y lo dice Yahweh.

CAPITULO V
CONCLUSIONES

  1. El autor de la profecía concerniente a una promesa de regeneración para el pueblo de Dios encontrada en Isaías 65, por las evidencias internas y externas del libro, es el único y real Isaías histórico, quien vivió aproximadamente entre los años 740-686 a.C., en los días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

  2. La perícopa de estudio, que constituye una unidad clara de pensamiento, está correctamente delimitada y fundamentada en Isaías 65:13-25. La razón está dada por la idea continua y precisa que se maneja en este pasaje, y por la evidencia masorética de aceptarla como tal.

  3. La interpretación teológica correcta de la perícopa de Isaías 65:13-25 es la historicista, que la entiende como una profecía que apunta a eventos cronológicamente ubicados en los tres diferentes tiempos: pasado, presente y futuro. En primer lugar, la profecía, que era condicional, iba destinada al pueblo fiel de Dios en el pasado. Como no cumplieron con las condiciones de obediencia y fidelidad a la cual estaban llamados, la profecía no se cumplió en ellos. En segundo lugar, la profecía está destinada para el creyente hoy. De igual manera las condiciones están dadas, mas los detalles de la profecía no se cumplen para estos receptores en su totalidad, como sí lo eran para el pueblo del pasado. Finalmente, la profecía está destinada al pueblo del futuro, del último tiempo, que sea fiel a Dios. Que cuando se cumpla la renovación total indicada en Apocalipsis 20-22, gozarán de la plenitud de la promesa, con las modificaciones de perfección y eternidad que se especifican en este pasaje, y la bendición nunca será quitada.

  4. La explicación semántica de la segunda parte del verso 20 de Isaías 65, puede darse de dos formas: Por un lado, la frase “joven hijo de cien año morirá, y pecador hijo de cien año será maldito”, significa que el joven llegaría a una vida larga y plena que se relacionaría con los cien años, número redondo que indicaría longevidad, teniendo en cuenta que el promedio de vida para los receptores de esta promesa era mucho más inferior. Y que el pecador (anciano) aunque llegase a esta edad plena, sería considerado maldito, por su forma de actuar. Por otro lado, la otra forma de interpretarlo arguye que el significado es que los jóvenes pasarían la edad de los cien años sin ningún problema, y podrían llegar a vivir hasta mil años, como los árboles, de tal manera que la edad de cien años se consideraría simplemente como una etapa entre la juventud o niñez y la adultez. Así, el que muriera a los cien años sería considerado joven. Y que el pecador (anciano), recibiría su maldición, al demostrarse que como no había pasado de los cien años, habría muerto por su rebeldía, que lo habría hecho envejecer rápido y de esta misma forma morir.

Autor: Carlos Andrés Marín Sánchez, Manuel Alejando Patiño Pineda y Henry Dario Mojica Llanos.


VI. BIBLIOGRAFIA

Broyles, Craig C. Interpreting the Old Testament: A guide for exegesis. Grand Rapids, USA: Baker Academic Press, 2001.

Brueggemann, Walter. Isaiah 40-66. Patrick D. Miller y David L. Bartlett. General Editors. Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 1998.

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Henry, Matthew. Comentario exegético devocional a toda la biblia, libros proféticos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Vol. 6. Traducido por Francisco LaCueva. Barcelona, España: Editorial CLIE, 1989.

Keil, C. F. y Delitzsch F. Isaiah XV to Ezekiel XXIV, Commentary on the Old Testament, Vol. 5. Grand Rapids, Michigan: Associated Publishers and Authors, Inc., s/f.

Nichol, Francis D., ed. Comentario Bíblico Adventista, Vol. 5. Miami, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 1980.

Ricciotti, Giuseppe. Historia de Israel de los orígenes a la cautividad. Traducción de la cuarta edición italiana por Xavier Zubiri. Barcelona, España: Editorial Luis Miracle, 1945.

Sáenz Ángel y Tarragona Judith, Antiguo testamento interlineal hebreo-español, libros proféticos. Barcelona, España: Editorial Clie, 1992.

Scott, William R. Guía para el uso de la BHS. Aparato crítico, masora, acentos, letras poco comunes y otros signos. Traducido por Edesio Sánchez. Vallejo, California: BIBAL Press, 1995.

Oswalt, John N. New International Commentary on the Old Testament, Vol. 13. Robert L. Hubbard, General Editor. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 1998.

Roth Cecil, Wigoder Geoffrey (Eds.), Encyclopaedia Judaica Jerusalem, Vol.9. Jerusalén, Israel: Editorial Keter Publishing House Jerusalem, 1970.

Stuart, Douglas. Old Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors, Third Edition. Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 2002.

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Referencias


  1. Los principios y pasos de la exégesis en los cuales se basa este trabajo se ven en Craig C. Broyles, Interpreting the Old Testament: A Guide for Exegesis (Grand Rapids: Baker Academic, 2001), 13-62. También fueron importantes los principios de Douglas Stuart, Old Testament Exegesis: A Handbook for Students and Pastors, Third Edition (Louisville: WJK, 2002), 1-179. ↩︎

  2. Francis D. Nichol, Comentario Bíblico Adventista (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, Vol. 5, 1980), 130-1. ↩︎

  3. Para un acercamiento interesante al contexto, la forma y las condiciones en las que surge esta idea ver Cecil Roth, Geoffrey Wigoder (Eds.), Encyclopaedia Judaica Jerusalem (Jerusalén: Editorial Keter Publishing House Jerusalem, Vol. 9, 1970), 61-7. ↩︎

  4. Para mas detalles, ver Walter Brueggemann, Isaiah 40-66, (Louisville: Westminster John Knox Press, 1998), 164-67, 238-51. ↩︎

  5. La presencia de un Deutero-Isaías y de un Trito-Isaías en la composición del libro profético de Isaías no es la posición que apoyan los investigadores. ↩︎

  6. Roth, 62. ↩︎

  7. Como se mostrará en el capítulo 3, la posición de los investigadores en este trabajo es diferente a la de los teólogos que sostienen la idea de más de un Isaías. Hay evidencia suficiente para creer que el Isaías histórico fue el único en escribir el libro que lleva su nombre. ↩︎

  8. Parece ser que la razón por la cuál la mayoría de autores modernos le da a Isaías 65:17-25 la función de perícopa como una unidad de pensamiento, es por el cambio temático; de contrastes en los versos anteriores del capítulo, a una declaración de regeneración especifica. Esto, probablemente influenciados por las ideas de Westermann, el erudito alemán. ↩︎

  9. Dentro de la teología veterotestamentaria, a la corriente que arguye que los escritos son sólo aplicables al pasado, se les conoce como preteristas. A los que los aplican únicamente al futuro, se los denomina futuristas. Los que creen que pueden tener más de una aplicación, tanto para el pasado, el presente y el futuro, llevan el nombre de historicistas. ↩︎

  10. A la luz de Ángel Sáenz y Judith Tarragona, Antiguo testamento interlineal hebreo-español, libros proféticos (Barcelona: Editorial Clie, 1992), 200-02, la traducción más literal del texto que se menciona es: “No habrá allí más niño de días ni viejo que no cumpla sus días, ciertamente el joven hijo de cien año morirá y el pecador hijo de cien año será maldito”. Se considera segunda parte del versículo, lo que va desde la coma hasta el final de éste. ↩︎

  11. Edward Young, The book of Isaiah (Grand rapids: William. B. Eerdmans Publishing, 1992), 538-49. ↩︎

  12. Nichol, 130. ↩︎

  13. Ibíd., 130. ↩︎

  14. Young, 538. ↩︎

  15. Nichol, 127. ↩︎

  16. Aquí se hace referencia al Isaías histórico como único autor del libro. ↩︎

  17. Ver por ejemplo John. N. Oswalt, New International Commentary on the Old Testament, (Grand Rapids: William. B. Eerdmans Publishing, Vol. 13, 1998); Walter Brueggemann, Isaiah 40-66, (Louisville: Westminster John Knox Press, 1998). ↩︎

  18. Oswalt, 655-7. ↩︎

  19. Sáenz, Tarragona, 201. ↩︎

  20. Ibíd., 202. ↩︎

  21. Brueggemann, 247-51. ↩︎

  22. Sáenz, Tarragona, 201. ↩︎

  23. Nichol, 371. ↩︎

  24. Oswalt, 659. ↩︎

  25. Nichol, 371. ↩︎

  26. K. Elliger, W. Rudolph, Biblia Hebraica Stuttgartensia, (Stuttgart: Bibelgesellschaft, 1984), 776-7. ↩︎

  27. Sáenz, Tarragona, 202. ↩︎

  28. Ibíd., 200-1. ↩︎

  29. William R. Scott, Guía para el uso de la biblia hebraica sttutgartensia, (California: Bibal Press, 1995), 1. ↩︎

  30. Ibíd., 1. ↩︎

  31. K. Elliger y W. Rudolph, Biblia Hebraica Stuttgartensia, (Stuttgart: Bibelgesellschaft, 1984), 776-7. ↩︎

  32. Sáenz, Tarragona, 199-2. ↩︎

  33. Elliger, Rudolph, 777. ↩︎

  34. Ver Giuseppe Ricciotti, Historia de Israel de los orígenes a la cautividad, (Barcelona: Luis Miracle, 1945), 385-412; Nichol, 130-1. ↩︎

  35. A menos que se indique lo contrario la versión bíblica utilizada en el presente trabajo investigativo es la Versión Reina Valera 2000 (Miami, EE.UU.: APIA, 1999, 2000). ↩︎

  36. Oswalt, 654. ↩︎

  37. Nichol, 125. ↩︎

  38. C. F. Keil y F. Delitzsch, Isaiah xv to Ezekiel xxiv: Commentary on the Old Testament (Michigan: Grand Rapids, Vol 5. s/f), 481-2. ↩︎

  39. Ibid., 482. ↩︎

  40. Young, 513. ↩︎

  41. Oswalt, 656. ↩︎

  42. Ibid., 656. ↩︎

  43. Nichol, 656; Brueggemann, 250. ↩︎

  44. Citado en Oswalt, 659. Para Whybray el texto original es lo que está contenido en los versos 18- 24. Los demás es añadido, y por tanto el hace el recorte de los versos 17 y 25 en su reconstrucción del texto. Él observa de esta manera, que lo que está contenido en el “original”, no tiene ningunas muestras “apocalípticas”. ↩︎

  45. Ibíd., 659. Cheyne, que también es citado por Oswalt, sacó a la luz la idea referente a una simple transformación de los cielos y la tierra, en el sentido de cambio en las circunstancias. Es decir, no habría realmente cielos nuevos y tierra nueva, regenerados completamente en un sentido concreto. ↩︎

  46. Nichol, 383-4. ↩︎

  47. Nichol, 27-40. ↩︎

  48. Nichol, 32. ↩︎

  49. Entre ellos Nichol, 370-1, Oswalt, 658-9, Brueggemann, 247. ↩︎

  50. Oswalt, 658-9. ↩︎

  51. Keil, Delitzsch, 484. ↩︎

  52. Oswalt, 658-60. ↩︎

  53. Ibid., 659. ↩︎

  54. Nichol, 371. ↩︎

  55. Oswalt, 659. ↩︎

  56. Brueggemann, 248. ↩︎

  57. Oswalt, 659. ↩︎

  58. Ibíd., 660. ↩︎

  59. Ibíd., 662. ↩︎

  60. Matthew Henry, Comentario exegético devocional a toda la biblia, libros proféticos Isaías, Jeremías, Lamentaciones, tomo 1. Traducido por Francisco LaCueva, (Barcelona: Editorial CLIE, 1989), 318-19; A.R. Fausset, A Commentary Critical, Experimental, and Practical on the Old and New Testaments. Edited by Robert Jamieson, (Grand Rapids: William. B. Eerdmans Publishing, 1967), 763. ↩︎

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