El equilibrio en la Reforma Pro-Salud

Elena G. de White Apr 4, 2017
Juegos Cristianos

“No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal” [Proverbios 4:27.]

Esta cita aparentemente muy corta, en realidad presenta un principio bíblico que es muy abarcante y que es determinante para entender de manera correcta todas las doctrinas que forman parte de la maravillosa Verdad Presente. Este principio inspirado es el equilibrio, el cual, si es bien entendido, permitirá que el creyente no se desvíe ni a la derecha ni a la izquierda, es decir, por un lado evitará que se tome una posición de indiferencia y también evitará que se caiga en el otro extremo del legalismo y fanatismo.

El principio bíblico del equilibrio está presente de manera especial en el tema de la carne limpia y lo podemos encontrar en todas las citas inspiradas que tratan sobre este importante asunto; por cuanto al estudiarlas, por un lado comprobaremos que no existe ninguna cita que autorice o determine que el uso de la carne limpia deba convertirse en un requisito de membrecía, y por otro lado también evidenciaremos que su abstención no debe ser tomado de una manera indiferente.

UNA POSICIÓN FIRME

El primer ejemplo categórico de la aplicación del principio de equilibrio en el tema de la carne limpia, lo encontramos en la siguiente cita inspirada, la cual declara que la Iglesia Militante debe mantener “una posición firme en contra del consumo de carne”, para que equilibradamente se enseñe y recomiende “abandonar el uso de carne”, pues así está escrito:

“Se me ha presentado claramente que el pueblo de Dios ha de tomar una posición firme en contra del consumo de carne. ¿Estaría Dios dando a su pueblo durante treinta años el mensaje de que si sus hijos desean tener sangre pura y mentes claras, deben abandonar el uso de la carne, si él no quisiera que ellos prestaran atención a su mensaje? Por el empleo de la carne se fortalece la naturaleza animal, y la naturaleza espiritual se debilita”. [Carta 48, 1902. Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 457.]

Sin embargo, en ninguna parte de esta cita se estipula que dicha posición firme consiste en convertir el abandono de la carne limpia en un requisito para obtener o mantener la membrecía, al contrario, al revisar la carta original de esta cita (la Carta 48), y al leer 5 párrafos posteriores de esta cita, encontramos otra cita inspirada, la cual aclara que dicha posición firme no debe ser entendida como una autorización para convertir este asunto en una prueba de discipulado, pues así está escrito:

“Aun cuando no hacemos del uso de la carne una prueba [de discipulado], aun cuando no queremos forzar a nadie a abandonar su uso, es nuestro deber pedir que ningún ministro de la asociación tome livianamente o se oponga al mensaje de la reforma en este punto. Si, en vista de la luz que Dios nos ha dado con respecto al efecto del consumo de la carne sobre el sistema, continuáis comiendo carne, debéis soportar las consecuencias. Pero no asumáis una posición, ante el pueblo, que les permita pensar que no es necesario llamar a una reforma con respecto al consumo de carne; porque el Señor está llamando a una reforma. El Señor nos ha dado la tarea de proclamar el mensaje de la reforma pro salud, y si vosotros no podéis avanzar en las filas de los que dan este mensaje, no debéis hacer esto prominente. Al obrar en contra de los esfuerzos de vuestros obreros colaboradores, quienes enseñan la reforma pro salud, estáis fuera de lugar y actuáis en el lado erróneo. [Carta 48, 1902. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 385, 480-481.]

Esta es la posición firme y equilibrada que el pueblo de Dios debe mantener sobre este tema, en primer lugar, no debe hacer “del uso de la carne una prueba”, ni tampoco puede “forzar a nadie a abandonar su uso”, porque quienes hacen esto pierden el equilibrio y caen en extremismo; y en segundo lugar, tampoco se debe caer en el otro extremo de “tomar livianamente o de oponerse al mensaje de la reforma en este punto”, por cuanto “el Señor está llamando a una reforma” en este sentido.

Por lo tanto, cuando se convierte el uso de la carne limpia en una prueba de discipulado, ya no se mantiene una posición firme ni equilibrada, al contrario, el Espíritu de Profecía señala que hacer esto “sería llevar las cosas a los extremos”, precisamente porque este es un asunto de exclusiva decisión personal, y ni la iglesia ni “nadie” puede tomar la posición de “conciencia de otra persona”, tal y como lo señala la siguiente cita inspirada:

“Nunca he sentido que era mi deber decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia. Decir esto cuando la gente ha sido enseñada a vivir a base de carne en gran medida, sería llevar las cosas a los extremos. Nunca he sentido que era mi deber hacer declaraciones categóricas. Lo que he dicho lo he dicho dominada por un sentido del deber, pero he sido cuidadosa en mis declaraciones, porque no quería dar ocasión para que nadie fuera conciencia de otra persona...” [Carta 76, 1895. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 447, 556.]

Además debemos comprender que una posición firme, significa no caer ni en la “licencia” ni en el extremismo de la “restricción”, cualquier de los dos extremos se salen de una posición firme, es decir que cuando se lo convierte en una restricción eclesiástica y se lo establece como una prueba de membrecía, en realidad se toma una posición extremista y dicha posición deja de ser firme y equilibrada, solo los que evitan tomar esta posición errónea y “entienden debidamente las leyes de la salud”, podrán “ejercer una extensa influencia para el bien”, pues así está escrito:

“Los que entienden debidamente las leyes de la salud y que se dejan dirigir por los buenos principios evitan los extremos, y no incurren en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no meramente para agradar al paladar, sino para reconstituir el cuerpo. Procuran conservar todas sus facultades en la mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben someter su apetito a la razón y la conciencia, y son recompensados con la salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus opiniones a los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en favor de los principios correctos. Estas personas ejercen una extensa influencia para el bien”. [El Ministerio de Curación, páginas 245-246 (1905). Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 233.]

Tal y como lo señala esta cita inspirada, “los que entienden debidamente las leyes de la salud”, presentarán la abstención de la carne limpia de manera equilibrada, sin incurrir “ni en la licencia ni en la restricción”, y únicamente aquellas personas que así presenten este tema, podrán “ejercer una extensa influencia para el bien”.

MINISTROS QUE AÚN CONSUMEN CARNE LIMPIA
El equilibrio adecuado que debe mantenerse en el tema de la carne limpia, debe ser claramente entendido y practicado especialmente por quienes ocupan cargos ministeriales, por cuanto el Espíritu de Profecía declara que quienes se desempeñan “Como mensajeros de Dios”, deben consumir de manera saludable y en las cantidades debidas, las frutas y cereales que Dios ha provisto, y también se les recomienda que no continúen eligiendo carne para comer, porque este hábito no es saludable y además crea desconfianza hacia su ministerio, pues así está escrito:

"Como mensajeros de Dios, ¿no presentaremos un testimonio decidido en contra de la complacencia de un apetito pervertido?... Dios ha provisto abundancia de frutas y cereales, los cuales pueden ser saludablemente preparados y empleados en cantidades debidas. ¿Por qué, entonces, continúan los hombres eligiendo carne? ¿Podemos tener confianza en ministros que, sentados en mesas donde se sirve carne, se unen con los demás para comerla?..." [Pacific Union Recorder, October 9, 1902, Art. B, par. 10. Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 481.]

Y al revisar el artículo original en el que consta esta cita, encontramos que inmediatamente antes de la cita presentada, consta otra cita, en la cual el Espíritu de Profecía nuevamente aplica el principio del equilibrio y por un lado aclara que “no debemos hacer que el consumo de carne sea una prueba” y por otro lado nos insta a no desatender “las advertencias que Dios ha dado concerniente a esta cuestión”, pues así está escrito:

“No debemos hacer que el consumo de carne sea una prueba. Pero podemos y debemos analizar la influencia que los creyentes profesos que consumen carne tienen sobre otras iglesias. Los que usan carne desatienden todas las advertencias que Dios ha dado concerniente a esta cuestión. No tienen evidencia de que andan en sendas seguras. No tienen la menor excusa por comer carne de animales muertos. La maldición de Dios descansa sobre la creación animal. Muchas veces cuando se come carne, ésta se descompone en el estómago, y produce enfermedad. El cáncer, los tumores y las enfermedades pulmonares son producidos mayormente por el consumo de carne”. Pacific Union Recorder, October 9, 1902, Art. B, par. 9. (Nota: Estas citas constan en un artículo original que fue preparado por la Sierva del Señor para publicarlo en la revista Pacific Union Recorder, del 9 de octubre de 1902 y que puede ser revisado en la siguiente página web. Y también puede ser descargado en el siguiente sitio web de los Archivos Adventistas.

Tal y como lo demuestra esta cita inspirada de 1902, hemos de recomendar tanto a ministros como a miembros que abandonen el consumo de carne limpia pero también hemos de enseñar con toda autoridad que "no debemos hacer que el consumo de carne sea una prueba", por cuanto así lo declara la revelación inspirada.

Dos años después en 1904, nuevamente el Espíritu de Profecía dio más evidencias que el asunto de comer carne limpia no era un requisito de membresía, y tampoco lo era para mantener el estatus de ministro de la Iglesia, pues la misma Sierva del Señor reconoce de que en la Iglesia habían “ministros que no practican la reforma prosalud” y sin embargo podemos comprobar claramente que ella no recomienda ni sancionar ni separar a estos ministros de su cargo ministerial, pues así está escrito:

"Hay que precaverse contra el peligro de ir a los extremos en el régimen alimenticio en el sanatorio. No podremos esperar que los mundanos acepten de inmediato aquello que nuestros hermanos han tardado años en aprender. Aun ahora hay muchos de nuestros ministros que no practican la reforma pro salud, a pesar de la luz que han tenido. No podemos esperar que los que no reconocen la necesidad de ser abstemios en el régimen, que no han tenido experiencia práctica en este asunto, den de una vez el gran paso que separa la complacencia propia en el comer de un régimen de lo más severo en la reforma pro salud”. [Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página 339; —Carta 127, párrafo 3, 1904.]

El hecho de que en la Iglesia hubieran varios ministros que comieran carne limpia o que no practicaban la Reforma Prosalud, no fue considerado como una evidencia de apostasía y tampoco el Espíritu de Profecía dio instrucciones para sancionar o separar a dichos ministros.

Por lo tanto hemos de exhortar a todos, tanto a ministros como a miembros, a que practiquen la Reforma Prosalud para que abandonen el consumo de todo tipo de producto malsano, pero no hemos de convertir este asunto en una prueba de discipulado, ni hemos de condenar ni atacar a nadie por este tema, por cuanto este es el adecuado equilibrio que enseña la revelación inspirada.

NI UN GRAMO DE CARNE
La siguiente cita inspirada declara que la abstención de la carne y el vegetarianismo deben ser el objetivo que debe plantearse todo aquel que cree en la Verdad Presente, por cuanto este es el “propósito original que Dios tenía en la creación del hombre”, pues así está escrito:

“Las hortalizas, las legumbres, las frutas y los cereales deben constituir nuestro régimen alimenticio. Ni un gramo de carne debiera entrar en nuestro estómago. El consumo de carne es antinatural. Hemos de regresar al propósito original que Dios tenía en la creación del hombre”. [Manuscrito 115, 1903. Consejos sobre el Régimen Alimenticio 454.]

Y así como de la carne limpia se declara que “ni un gramo… debiera entrar en nuestro estómago”; en el caso del queso, el Espíritu de Profecía también señala que “nunca debe introducirse en el estómago”, por cuanto “es absolutamente impropio como alimento”, pues así está escrito:

“El queso nunca debe introducirse en el estómago”. —Testimonies for the Church 2:68 (1868). [Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 440, párrafo 4.]

“La mantequilla es menos nociva cuando se la come con pan asentado que cuando se la emplea para cocinar, pero por regla general es mejor abstenerse de ella. El queso merece aún más objeciones; es absolutamente impropio como alimento”. [El Ministerio de Curación, Pág. 232. (1905).]

Tal y como lo indican estas citas, no solo la carne sino también el queso nunca debieran ser consumidos, y a pesar de ello, los grupos disidentes solo convierten el consumo de carne en un requisito de membrecía, pero en el caso del queso no lo hacen así y esto es un claro ejemplo de las contradicciones teológicas que existen en estos grupos, porque si la carne la convirtieron en un requisito de membrecía, también deberían haberlo hecho en el caso del queso, por cuanto de este comestible, el Espíritu de Profecía también declara que nunca debería comérselo.

Sin embargo, y manteniendo el principio del equilibrio, el Espíritu de Profecía aclara que la abstención de carne, queso y otros comestibles de origen animal, no debe ser presentado como un requisito de membrecía, ni debe exigirse su abstención de manera inmediata, sino que debe ser fomentado de manera “progresiva”, por cuanto “las enfermedades aumentan proporcionalmente a la maldad que reina entre los hombres”, pues así lo declara la siguiente cita inspirada:

“Sea progresiva la reforma alimenticia. Enséñese a la gente a preparar alimentos sin mucho uso de leche o mantequilla. Expliquémosle que llegará pronto el tiempo en que será peligroso usar huevos, leche, crema o mantequilla, porque las enfermedades aumentan proporcionalmente a la maldad que reina entre los hombres. Se acerca el tiempo en que, debido a la iniquidad de la especie caída, toda la creación animal gemirá bajo las enfermedades que azotan nuestra tierra”. [Joyas de los Testimonios 3:138 (1902). Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 415.]

Todos los comestibles de origen animal deben ser reemplazados de manera progresiva por otros alimentos de origen vegetal y la siguiente cita inspirada también menciona este propósito por cuanto declara que “los que esperan la venida del Señor, con el tiempo eliminarán el consumo de carne” y reitera que “siempre debiéramos tener este fin en cuenta, y esforzarnos para avanzar firmemente hacia él”, pues así está escrito:

“Los que esperan la venida del Señor, con el tiempo eliminarán el consumo de carne; la carne dejará de formar parte de su régimen. Siempre debiéramos tener este fin en cuenta, y esforzarnos para avanzar firmemente hacia él. No puedo pensar que en la práctica del consumo de carne nos hallemos en armonía con la luz que a Dios le ha agradado darnos. Todos los que están relacionados con nuestras instituciones de salud debieran estar educándose especialmente para subsistir a base de frutas, cereales, legumbres y hortalizas...” [Christian Temperance and Bible Hygiene, 119 (1890). {CRA 454.3}]

Y aunque eliminar el consumo de carne es un propósito inspirado por el cual debemos esforzarnos, sin embargo 5 años después, el Espíritu de Profecía a través de la Sierva del Señor aclaró que en sus escritos nunca tuvo la intención de “decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia” y también advirtió que quienes toman una posición prohibitiva al convertir la carne limpia en una prueba de discipulado, en realidad están llevando “las cosas a los extremos”, precisamente porque este es un asunto de exclusiva decisión personal, y ni la iglesia ni “nadie” puede tomar la posición de “conciencia de otra persona”, tal y como lo señala la siguiente cita inspirada:

“Nunca he sentido que era mi deber decir que nadie debe probar la carne bajo ninguna circunstancia. Decir esto cuando la gente ha sido enseñada a vivir a base de carne en gran medida, sería llevar las cosas a los extremos. Nunca he sentido que era mi deber hacer declaraciones categóricas. Lo que he dicho lo he dicho dominada por un sentido del deber, pero he sido cuidadosa en mis declaraciones, porque no quería dar ocasión para que nadie fuera conciencia de otra persona...” [Carta 76, 1895. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 447, 556.]

Una aclaración similar ya había sido presentada por el Espíritu de Profecía 1 año antes, en el cual declaraba que aunque el “régimen de carne no es el más sano”, sin embargo no se debía asumir “la posición de que la carne debe ser descartada por todos” y se especificó que es justificado “usar carne, cuando no pueden comer legumbres, hortalizas, frutas o gachas”, pues así está escrito:

“... Un régimen de carne no es el más sano, y sin embargo yo no asumiría la posición de que la carne debe ser descartada por todos. Los que tienen órganos digestivos debilitados pueden a menudo usar carne, cuando no pueden comer legumbres, hortalizas, frutas o gachas. [The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Págs. 378, 379.]

Y 14 años después, en el año de 1908, el Espíritu de Profecía declaró que para bien “de la iglesia remanente… el Señor le aconseja a ella que descarte el uso de la carne”, esta declaración nuevamente confirma que el asunto de la carne limpia no debe ser presentado como un mandamiento o requisito de membrecía, sino que debe ser presentado como un inspirado consejo del Señor, pues así está escrito:

“Es para el propio bien de la iglesia remanente por lo que el Señor le aconseja a ella que descarte el uso de la carne, el té y el café, así como otros alimentos perjudiciales. Hay abundancia de otras cosas que podemos usar, para sostener nuestra vida, que son sanas y buenas”. [Manuscrito 71, 1908. Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 455.]

LOS MEDIO CONVERTIDOS EN EL COMER CARNE
Quienes estudien y comprendan bíblicamente el principio del equilibrio, serán conducidos a tomar una posición correcta e inspirada sobre este tema y evitará no solo que continúen en una actitud de “medio convertidos”, sino que también les evitará que “se aparten del pueblo de Dios para no andar más con él”, pues así está escrito:

“Muchos que son ahora solamente medio convertidos, en cuanto al comer carne, se apartarán del pueblo de Dios, para no andar más con él”. E.G. de White, R. H., mayo 27, 1902. Estudios Escogidos de los Testimonios, Pág. 297.

Esta maravillosa cita inspirada nos exhorta a no ser medio convertidos en cuanto al comer carne, esta es una exhortación adecuada y necesaria que debe ser presentada constantemente a los creyentes en la verdad presente. Sin embargo, con frecuencia es mal entendido el término “medio convertidos”, ya que se le da una interpretación muy limitada, por cuanto se la utiliza única y exclusivamente para designar a los creyentes “tibios” o “descuidados”.

En realidad esta cita tiene una aplicación mucho más amplia, por cuanto tanto en la Biblia como en el Espíritu de Profecía este término también se utiliza para describir a creyentes que tienen tendencia al legalismo o extremismo, esto lo podemos comprobar al leer en el libro de Juan capítulo 3, en donde leemos que Jesús le declaró a un fariseo llamado Nicodemo que debía nacer de nuevo, los fariseos tenían una fuerte tendencia al legalismo y a la justicia propia, y aunque Nicodemo profesaba ser una persona muy religiosa, pues era uno de los principales maestros “entre los judíos”, sin embargo no estaba de verdad convertido, sino medio convertido, pues así está escrito:

“Había un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. [Juan 3:1-3.]

“Nicodemo vino al Señor pensando entablar una larga discusión con él sobre puntos de menor importancia, pero Jesús expuso los primeros principios de la verdad, y mostró a Nicodemo que lo que él más necesitaba era humildad de corazón, un espíritu susceptible de enseñanza, un corazón nuevo; que si quería entrar en el reino de Dios tenía que nacer otra vez”. [Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, Pág. 71.]

Por lo tanto y según lo demuestra estas evidencias inspiradas, no solo los tibios, sino también los extremistas necesitan nacer de nuevo y si bien es cierto que en la Iglesia Militante existen hermanos con una disposición ya sea tibia o extremista en el tema del consumo de carne limpia, sin embargo el Espíritu de Profecía declaró en el año 1905 que “nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias” y precisamente una de las razones por las cuales la carne limpia no puede ser convertida en un requisito de membrecía, se debe a que “es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual”, y la cita vuelve a recalcar que en este tema “nadie debe erigirse en juez de los demás”, lo cual nuevamente demuestra que ni la Iglesia ni “nadie” debe aplicar algún tipo de juicio, sanción o disciplina por este asunto, pues así está escrito:

“En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, Y nadie debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo mismo…” El Ministerio de Curación, página 245, 246, (1905). [Consejos sobre el Régimen Alimenticio, Pág. 233.]

HACER UN PACTO CON DIOS
Luego de haber estudiado la verdad bíblica de la temperancia y haber recibido instrucciones inspiradas sobre el peligro de consumir ciertos comestibles objetables, todos los cristianos deberíamos “hacer un pacto con Dios por sacrificio” y no deberíamos continuar consumiendo esta clase de alimentos malsanos, por cuanto “Dios pide que los apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas”, pues así está escrito:

“Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto con Dios por sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben son malsanos. Dios pide que los apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto”. [Consejos para la Iglesia, Pág. 315, (1909).]

Esta cita inspirada forma parte de un manuscrito titulado “Fidelidad en la reforma pro salud”, el cual consta en el capítulo 42 del libro Consejos para la Iglesia y también puede ser encontrado en el libro Joyas de los Testimonios, Tomo 3, a partir de la página 331 y puede ser descargado desde aquí.

Sin embargo, en ninguna parte de la cita se estipula que el consumo de carne debiera ser convertido en una prueba de membrecía, al contrario y si revisamos el manuscrito original de esta cita y al leer 12 párrafos posteriores, encontramos otra cita, la cual aclara que con relación a la carne limpia, la Iglesia no prescribe “un régimen definido”, por cuanto no en todos, sino solo “en los países que abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado”, pues así está escrito:

“No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios. Se me ha indicado que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los hombres y mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades más elevadas del ser. Si el comer carne fue alguna vez saludable, no lo es ahora. Los cánceres y tumores y las enfermedades pulmonares se deben mayormente a la costumbre de comer carne”. Consejos para la Iglesia, página 318, (1909).

E inmediatamente después de esta cita, consta otra cita que es aún más categórica por cuanto declara textualmente que “no hacemos del consumo de la carne una prueba de hermandad”, lo cual demuestra que la Iglesia no había convertido este asunto en una prueba o requisito indispensable para obtener o mantener la membrecía eclesiástica, pues así está escrito:

“No hacemos del consumo de la carne una prueba de hermandad; pero debiéramos considerar la influencia que ejercen sobre otros los creyentes profesos que usan carne. Como mensajeros de Dios, ¿no diremos al pueblo: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”? 1 Corintios 10:31. ¿No daremos un testimonio decidido contra la complacencia del apetito pervertido? ¿Quiere cualquiera de los que son ministros del Evangelio y que proclaman la verdad más solemne que haya sido dada a los mortales, dar el ejemplo de volver a las ollas de Egipto?...”. [Consejos para la Iglesia, Pág. 319, (1909).]

Cabe mencionar que este manuscrito en donde se especifica que la Iglesia no hacía “del consumo de la carne una prueba de hermandad” fue leído por la misma Elena de White en el Congreso de la Asociación General celebrado en Washington D.C., el 31 de mayo de 1909, tal y como lo describe el mismo libro Consejos para la Iglesia, al inicio del capítulo 42 en la página 315; lamentablemente este congreso fue el último al que asistió la Sierva del Señor.

CONCLUSIÓN
Presentar de manera correcta el tema de la Reforma Prosalud es de vital importancia para lograr la salvación de las almas, porque si solo se presentan y “seleccionan de los testimonios las declaraciones más fuertes”, producirá “impresiones desfavorables en la mente de la gente” y lamentablemente “siempre hay personas” que utilizan este tema “para imponer a la gente una prueba estricta y severa”. Cuando esto sucede se despierta “la oposición de los que… podrían ser ayudados si se los tratara con cuidado”, por tal motivo presentemos el asunto de la carne limpia de manera equilibrada, es decir sin tibieza y tampoco sin caer en el extremismo de convertirla en una prueba de discipulado, porque cualquiera de estos dos extremos, se encuentran fuera de la firme y segura plataforma de la Verdad Presente, pues así está escrito:

“Vemos a personas que seleccionan de los testimonios las declaraciones más fuertes, sin explicar o prestar atención a las circunstancias en las cuales las palabras de alerta y amonestación fueron dadas, y las aplican en todos los casos. Así producen impresiones desfavorables en la mente de la gente. Siempre hay personas que están listas para tomar cualquier cosa de un carácter tal que ellos puedan usar para imponer a la gente una prueba estricta y severa, e introducirán elementos de su propio carácter en las reformas. Esto despierta desde el mismo principio la oposición de los que precisamente podrían ser ayudados si se los tratara con cuidado. Ejercerían así una saludable influencia que uniría a la gente con ellos. Pero comienzan la obra con un ataque a las personas. Escogen algunas declaraciones de los testimonios, las aplican a todo el mundo, y disgustan a las personas en vez de ganarlas. Producen divisiones donde podrían y deberían traer paz". (1881). [Mensajes Selectos Tomo 3, Pág. 326.]

Autor: Pablo Muñoz, Ecuador | Facebook

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